Partida Rol por web

Finalmente estaba dentro de la lanzadera, sin embargo aquel infierno estaba lejos de terminar, todavía faltaba ver que es lo que sucedería con los bichos voladores que no perderían el tiempo al atacarnos. -Relajemonos por ahora camaradas, pero estemos preparados para lo que falte, aun no es tiempo de planear las cervezas que nos tomaremos, por lo menos hasta estar completamente fuera de peligro.- No podía dejar de pensar en la cabo y en los camaradas que se habían quedado luchando, solo esperaba pudiéramos beber un par de cervezas nuevamente todos juntos pero dudaba realmente que eso pudiera suceder, ya que aun lo peor no terminaba y mas de uno perecería allá abajo e incluso en las lanzaderas, pero por ahora lo único que podía hacer era relajarme aunque solo fuera un instante antes de lo que se avecinara.

El capitán Tsumina miro a sus infantes mientras abordaba la lanzadera, sabia que muchos no regresarían con vida a la Sirius Beta y sin embargo el no podía hacer ya mas al respecto salvo honrar su memoria.
-Teniente, encárguese de que todos regresen con vida. Guardianes de Sirius! Cuanto con ustedes, nos vemos arriba.-

Un infierno se había desatado en el fuerte helado, los disparos proliferaban de forma caótica acompañados de gritos de dolor, desesperanza y sangre. Las líneas defensivas de los infantes habían sido sobrepasadas por completos por las fuerzas aéreas de los arácnidos. Varios infantes habían caído en cuestión de instantes y muchos otros yacían ahora moribundos con sus lastimosas heridas abiertas al aire helado de Galdonia VI.
A pesar del efectivo fuego supresivo del Sargento Wimger y compañía, una inmensidad de bichos aéreos había caído sobre ellos y sobre los infantes que se replegaban a las lanzaderas. Lo mismo sucedía en el sur con el trabajo hecho por los infantes de la Fox aun sobre el muro.
Winters había caído en el muro atravesado por una inmensidad de espinas gigantes; Yúpe había sido decapitado por las mortíferas alas de un Hooper al pasar este rasante sobre el terreno; y así muchos otros fusileros ligeros habían caído victimas del letal ataque arácnido.
Otros como García o Highway yacían ahora tirados en la nieve moribundos, y en la precaria situación sabían que estaban solos, ir a rescatarlos seria un suicidio. Su única esperanza era resistir el dolor y arrastrarse por el helado suelo hasta la lanzadera.
Muchos otros habían sufrido también heridas pero se encontraban aun en posibilidades de seguir en pie. Sin embargo eso no era una garantía de poder sufrir, para infantes como Goldberg o el Sargento Wolf que se encontraban muy lejos de la lanzadera, las posibilidades de sobrevivir eran tan altas como las que tenía la propia García.
La cuarta lanzadera había llegado abriéndose espacio entre los bichos aéreos a duras penas; era claro para todos que esta seria la ultima, era imposible que otra mas descendiera y era imposible que sobrevivieran mas tiempo a tan intenso ataque.

Al fin, tras un corto pero intenso viaje, los infantes de la primera lanzadera lograron llegar hasta la Sirius Beta. Atrás había quedado el fuerte Helado y los infantes que lo defendían, atrás había quedado Galdonia VI y los asquerosos bichos que la infestaban, atrás había quedado la flota y el combate aeroespacial que libraba.
Ahora frente a ellos estaba la descorazonadora sensación de que a nadie le importaba lo que había pasado. En la Sirius Beta nadie tomó en cuenta la llegada de la lanzadera mas que un oficial que les ordeno que se movilizaran a sus aposentos para asearse y prepararse para salir de la orbita del planeta.
No había felicitaciones ni condolencias, y lo peor es que quizá sus compañeros no lograrían llegar a tiempo.

El fuerte había quedado atrás ya y las compuertas de la lanzadera se habían cerrado privándoles de toda oportunidad de saber que había sido de sus compañeros a la distancia; lo que hubiera sido de sus compañeros lo desconocían por completo y no podrían saber nada de ellos hasta que llegaran a la Sirius Beta.
Por sus mentes pasaba la idea de que quizá ya no volverían a ver a todos sus compañeros. El terrible combate había quedado atrás y sin embargo era algo que recordarían toda la vida.
Atravesando una cuantiosa nube de bichos alados, la lanzadera apoyada por los cazas de la flota logró atravesar con éxito la atmosfera de Galdonia VI. Turbulentos movimientos asolaban la lanzadera mientras dejaba atrás a aquella maldita roca helada. Sin embargo lo que les esperaba en el espacio exterior  no era mas tranquilizador, la flota estaba siento atacada de forma constante y preocupante por proyectiles de plasma desde la superficie de Galdonia. Por lo que podían apreciar la flota se estaba retirando de la orbita del planeta.

Los motores resonaron justo cuando el último de los infantes abordó a la lanzadera. El momento de dejar el fuerte había llegado, el combate había terminado para esos infantes. Principalmente poblada por miembros del escuadrón Eco, la lanzadera permanecía silenciosa y en gran parte vacía, muchos compañeros habían caído, muchos compañeros se habían quedado atrás aun luchando por sus vidas y muy pocos habían logrado abordar. Muy poco había que celebrar.
Desde las compuertas de la lanzadera que a escasos 30m del suelo aun se mantenían abiertas, los allí presentes pudieron observar la llegada de la cuarta lanzadera que empezaba a descender sobre el suelo del fuerte helado. A su alrededor, infantes de diversos escuadrones se aglutinaban para abordar en cuanto esta abriera las compuertas mientras luchaban por sus vidas contra decenas de bichos de todo tipo que habían sobre pasado ya sus líneas. Frente a sus ojos, vieron caer a muchos compañeros como Yúpe y Winters.
Mas allá, del otro lado de los muros, la marabunta de bichos golpeaba los muros con suma insistencia, los cuales empezaban a desmoronarse ante sus ojos. Quizá nadie más sobreviviría.
Sin embargo no todas las noticias eran buenas. En los cielos la flota combatía contra las fuerzas aéreas de los arácnidos en un esfuerzo por dar cobertura al ascenso de las lanzaderas. Para los infantes en las lanzaderas era claro que sus vidas aun estaban en juego y esta vez no podían hacer otra cosa más que esperar.

Alex no estaba sentada en su sitio, hasta que no estubiera saliendo de la atmosfera no queria dejarlo aun.

Alex rapidamente saco su lizerline y se ato al mismo transporte mientras se acercaba al borde del acceso.

Miller apenas le dió tiempo a palmear el hombro de la Cabo cuando consiguió llegar al trasnporte al igual que otros infantes de la Fox, la efímera alegría de una posible salvación se disipó entre traqueteos bamboleantes y golpes en el casco de la nave que les indicaban que aun no estaba todo el pescado vendido. Siguiendo el ejemplo de su jefa de pelotón, mete un nuevo cargador en el morita, se engancha con su lizard line y se pone hombro con hombro a cubrir desde la trampilla.

Gritando por encima del estruendo de la nave dice:

¡Eh piloto!¡No se te ocurra cerrar la trampilla hasta que no te quede más remedio!

No recordaba en qué momento dejó de oír. Primero se le taponaron los oídos con un zumbido ensordecedor.

Hoopers.

El primero sólo había sido un roce, un golpe casi casual del bicho que había perforado el traje y la carne.

Dolor. Frío.

No oía lo que ocurría a su alrededor, estaba paralizada por la sorpresa, encajando la gravedad de su herida cuando el siguiente Hooper llegó.

Óxido. El sabor de la sangre. Sangre que le llenaba la boca, le impedía respirar bien. No veía, su mundo se había tornado en una serie de estallidos níveos de dolor. Golpeó el suelo con pesadez y quedó tumbada envuelta en espasmos de dolor que pese a disminuir, no daban lugar a pensar que la infante ligera dejaba de sentir.

Después de todo, para eso había ido allí. Ya no podría compartir una cerveza, ni echarse unas risas con Brocheta y los soldados de la Eco... no podría llamar "Tarta" a White y emborracharle hasta que cayera sin sentido  para luego gastarle alguna broma...tonterías que se daba cuenta demasiado tarde que tenía ganas de hacer. 

No era ese su cometido.

La lanzadera se marchaba y había terminado su labor.

Después de todo.

-No cavaré mi tumba en la tierra aunque me digan que la muerte se acerca y me aterra.-escupió en un  delirio antes de sumirse en el silencio.

Tenía sueño y ya no sentía frío. Quería acurrucarse contra el hielo y dormir. De una forma completamente absurda le venía a la cabeza el olor al suavizante de las sábanas de la casa de su madre, la voz de su hermana los domingos por la mañana tarareando mientras ella estaba enferma en la cama. ¿Qué habría sido de ellas? No recordaba por qué se alejó. Estaba perdiendo la noción de la realidad y la oscuridad venía.

No era nadie para despreciarla asique se abandonó a ella, después de todo... para eso había ido allí.

-El piloto cerrara las compuertas cuando mejor le parezca- Le dijo el capitán Tsumina al zapador Miller. –Mira el cielo, el piloto necesitara usar todas sus destrezas para sacarnos de aquí, no le exijan mas, ocupen sus lugares colóquense los seguros que el viaje será intenso-

Cuando la lanzadera se alzo del suelo, el aire contenido salió de nuestras gargantas...Vale lo hemos conseguido..... Una vez preguntado por el estado de Baron me acerco a uno de los asientos y me ato con las correas que impedirían que me dejase los dientes contra el suelo.

Por uno de los ventanucos de observación podemos ver como el fuerte se va haciendo mas pequeño y como una oleada tras otra de bichos se acerca y cae sobre él. Mientras vemos como otra lanzadera ocupa el lugar de la nuestra en el patio de la fortaleza y mas compañeros consiguen llegar hasta ella....¿cuantos se salvarán?.....

Ya en el aire y como bien había pensado las turbulencias me hacen recordar mis años mozos en los parque de atracciones....ostia esto fue duro en la bajada pero también tiene que ser lo en la subida.... De repente por la misma ventana por donde había visto por última vez nuestro fuerte pude ver la causa de las sacudidas, cientos de bolas de plasma volaban en busca de las naves de la flota que se encontraban en la orbita del planeta.

- Puuuuñeteros arácnidos, ni nos van a dejar salir del planeta.

Las sacudidas aun continuaban siendo fuertes cuando conseguimos abandonar la fuerza gabitracional del planeta. Una vez fuera del planeta pudimos ver algo mucho peor, las naves de la flota empezaban a retirarse eso significaba que por ahora habíamos perdido......¿Entonces para que ha servido nuestro sacrificio?....

El universo parecía haberse detenido. Galdonia estaba lejos, y aquí todos estaban abstraídos en sus propios asuntos. Frost no esperaba este tipo de recibimiento. No era lo que le había contado su padre sobre la gloriosa infanteria móvil. Quizá el tiempo del viejo Frost había quedado demasiado atrás, y los tiempos que corrían para el joven técnico se movían con otros vientos. El saludo que le devolvió al oficial de la flota fue tan amargo y su mirada tan reprobadora que sabía que lo podían castigar por desacato. No importa una mierda. Sabía que Bauer lo disfrutaría y se reiría con él en la cantina. Pero no podía evitarlo. Hubiera dicho que mejor debía pasar primero por enfermería, pero tampoco le importaba. No tenía conflicto con la muerte de él y de los suyos, pero detestaba la falta de respeto por quienes se jugaban el cuello día a día luchando cuerpo a cuerpo con los bichos. Todo lo que siempre había esperado, era ahora polvo y cenizas. Ni honor, ni respeto, y quizá ni compañeros de armas tuviera.

Miró a los ojos a su compañero Quiero que me digan como van las demás lanzaderas, no voy a ir a cambiarme ahora, ni me voy a tranquilizar. Aunque los perros que tripulan estas naves sean desinteresados, yo voy a serlo tambien.

El cuerpoya se le estaba enfriando, aunque estaba nervioso. Le temblaba el pulso y ahora cada paso le daba un leve espasmo y un tirón. Se aguantó lo mejor que pudo y caminó buscando algún oficial a quién consultar sobre el estado de las lanzaderas enviadas al Galdonia VI.

Me giré lo justo para ver venir los bichos voladores a toda velocidad, asique me agaché y me cubrí con el cadaver del gusano. Cuando pasó el primero levanté la cabeza justo para ver a Ethan que había recibido un impacto y ver como otro de los voladores casi decapita a Sam.

¡Ethan! ¡Sam! -me quedé un segundo paralizado, pero entonces ví que se acercaba un soldado a por mí. No podía quedarme ahí... pero no podía dejarles, si había salvado a un desconocido... ¿porqué no intentarlo con Sam?

Asique ví como se lanzaba ese soldado a por mí, y decidí correr hacia Sam. Me moví hacia ella y la cogí de los hombros como hice con el otro soldado antes.

Se desangraba por todos lados- ¡ETHAN, AYUDAME CON SAM!

Me costaba moverla y sangraba mucho. Me movía de espaldas y no tenía ni idea de si estaríamos cerca de la lanzadera o no.

El golpe sufrido ha sido demasiado violento para romeo que cae al suelo con una herida muy grave mientras avanza hacía el transporte sabedor de que no va a llegar. Tal vez por eso decide ponerse una granada en la boca por si muere aquí no hacerlo solo.