Partida Rol por web

Había estado mirando al infinito la noche previa, pensando en Rachel, mi esposa, no quería ir a beber, así que me dirigí hacia la sala de equipo, comprobé que todo mi armamento estaba en perfectas condiciones, al fin y alcabo no habia llegado a usarlo aún, era un equipo nuevo, malo sería que estuviese jodido antes de empezar, tras hacer las comprobaciones pertinentes mis pasos me llevaron a los dormitorios donde traté de conciliar el sueño, por una noche, mi sueño era el de la venganza que tanto anhelaba, la muerte de los bichos bajo mis disparos era un sueño bastante mas agradable que el de mi propia muerte. De pronto Inmerso en mis sueños, un estrepitoso ruido me devuelve de nuevo a la realidad. "La alarma... por fin, espero daros bien por el culo... bichos de  mierda". Me levanto con la agilidad propia de alguien entusiasmado por la idea de la venganza cumplida, cojo mi equipo, me visto y me encamino hacia la puerta donde veo que Stone esta dirigiéndose.

-¡OYE STONE! ¿espera a este pobre viejo no?- digo entre carcajadas- no podrás matar a mas que yo, tengo una deuda personal con esos hijos de puta que pienso saldar.

Tras concluir con las cervezas en su catre, por fin Mark puede conciliar el sueño entre sus compañeros. 

En la mañana, toma un ducha caliente, pensando que puede ser la última, y se prepara para la acción.

Tras el aviso para reunirse, se termina de equipar y se presenta en el hangar y se sitúa entre sus compañeros.

Bueno tíos, preparados para el pure de bichos.

Una noche tranquila. No sabía como pero tenía esa habilidad, la habilidad de dormir como un bebe la noche anterior a partir a cualquier misión. Es un don, ya que cuando te despiertas acelerando para prepararlo todo, el haber descansado bien te da la ventaja de estar bien despierto en poco tiempo, perfecto para la revisión de equipo, asearme, tomar algo para llenar el estomago y así poder vaciarlo en caso de mareo, volver a revisar el equipo y revisar el equipo una vez más. Un pasador mal puesto en el fusil, un cargador que no encaja bien o un cartucho que ha caducado, puede traerte un grave problema en mitad del combate.

Preparado y listo. En silencio, me encamino con el resto de mis compañeros hacia el gran día.

Completamente pertrechado Patrik Evans esperaba a la puerta de los dormitorios viendo salir a sus compañeros de escuadrón mientras los contaba. El sargento Focker sin duda estaría ya en el hangar esperando aunque todavía faltaban unos minutos para la hora acordada.-BILLY, SONNY, ¿QUE OSTIAS ESTAIS HACIENDO?, SOIS LOS ÚLTIMOS,VAMOS,VAMOS.-Un poco de presión por la mañana,-pensó el cabo.- no está de menos para empezar el día, les recuerda que son la infantería movil.-

-¡Señor, responder a la llamada del Sargento Focker, señor! -digo pasando por delante suya al trote, con todo el equipo ya encima. Y mientras voy hacia el hangar, trato de rememorar una vez más qué demonios pasó anoche entre las brumas de la consciencia.

Vale, recuerdo que Billy y yo nos pusimos con el cinturón, y luego marchamos a la Cantina mientras le contaba la batallita de la colina y me echaba flores por el corazón púrpura. Allí pedí primero un chupito de whiskey y ella... demonios, no consigo acordarme de qué pidió ella. En el billar las cosas estaban animadas, y de vez en cuando pasaba algún otro infante por ahí, por lo que el ambiente era lo suficientemente decente como para seguir bebiendo... aunque tampoco recuerdo cuánto bebí al final, y eso debe de ser mucho. Menos mal que me empaché en la cena o ahora estaría arrastrándome por el suelo. Y después de eso... un condenado vacío, despertarme con la alarma cayéndome de una cama que no tengo ni claro que fuese la mía y tener que meterme un chute de desayuno para poder estar en pie. Y el resto es historia, preparar los pertrechos del todo, asegurar el trabajo de anoche, beberme medio litro de agua para quitarme el martilleo de la cabeza, y llegar casi tarde. Si el Sargento me pilla ahora, me manda fusilar ahí mismo.

Y precisamente por eso, justo antes de entrar al hangar me detengo para quitarme las legañas, empaparme la cara con un poco de agua de la cantimplora, y entonces ya entro y marcho a colocarme en mi puesto entre la Fox.

Willem despues de beber unas cervezas con sus compañeros y ver como Alex jugaba alguna partida con uno de otra escuadra, prefirio irse a dormir, no queria tener una resaca de cojones y ver a los bichos dobles, pues bastantes habia ya como para duplicarlos a todos ellos, cogio las cervezas, dejando las otras a Miller, esperando que no se le olvidaran y se fue a dormir cuando quedaban 6 horas,

al llegar a la habitacion coloco las latas de cerveza en el saco para que mañana no se me olviden y cojo la foto de mi mujer e hijo, los miro y dandoles un beso la guardo.

Se levanto una hora antes de la hora de salida, se puso el uniforme con todo el equipamiento y se fue a desayunar y se puso de todo, comio como tres, pero quien sabe lo que tendrian que resistir alli abajo, quizas el suministro no llegaria, asi que tambien se metio 5 bocatas en el saco de dormir.

mi mochila parece un picnic, pero prefiero tener que tirarlo a no tenerlo. penso mientras se ponia otra vez en marcha hacia la lanzadera asignada mientras empezaban a sonar las sirenas para que formaran delante de ellas.

mientras iba hacia ellas saludo a varias personas, entre ellas a la cabo Juarez  quien le dio un beso al despedirse con cierta tristeza, luego se incorporo a su posicion presentandose ante su Sargento y diciendo :

- Señor, El soldado Willem Rodriguez esta listo y preparado para dar por culo o por donde nos diga a esos asquerosos bichos, Señor.

No había sido una buena noche para Miller. Corriendo en sueños entre brumosos bosques mientras los bichos le perseguían y masacraban a su familia. Las pesasdillas no le dejaron dormir casi y ahora tenía la misma cara que un muerto. Hastiado y de mala leche había dejado pasar el tiempo del desayuno frente a un café frío y a un bollo que estaba tan duro que se podía usar para matar bichos. Arrastrando el petate se presentó en el hangar, cargado de explosivos, equipo para manipularlos y las jodidas cervezas de las que ya empezaba a arrepentirse, formando junto a Willem.

Miller listo, Sargento. Preparado para unas vacaciones invernales esquiando y jugando al curling.

Miro a Sonny y sonrío, mientras lo sigo hacia hangar. El tío es majo y anoche estuvo cojonudo. No recuerdo tampoco mucho de lo de anoche, en algún momento todo lo cubrió una película transparente. Los recuerdos se agolpan en mi mente en una vorágine de sonidos, colores, olores y sabores. 

Escucho con atención, intentando mantener la mente centrada. Seguro que un buen lingotazo de vodka ayuda a que me centre. Y un poco de alcohol en sangre me dará más valor. El golpeteo de el anuncio no me ha ayudado demasiado a centrarme. 

Señor, la soldado Wallace a su servicio.

Parado firme en el Hangar veo como mis hombres comienzan a llegar y a formar, siendo Wallace la última en llegar. Comienzo a caminar frente a ellos, atento a como están: Pertrechos, traje, armas, aspecto, posición corporal. Se ven bastante bien, si no fuera porque uno que otro se anduvo pasando con las copas la noche anterior. No importaba eso el día de hoy, tenían permiso y no hay problema siempre que cumplan con su deber.

Me pongo frente a Wallace y la miro de frente, antes de decirle:

 - "Eres la última, técnico Wallace. En el Escuadrón Fox no hay excepciones siquiera con las bonitas, pero hoy me siento magnánimo. ¡Diez flexiones! ¡Ahora!"

Le grito mientras señalo el suelo donde quiero que realice su castigo. Mientras ella paga, reviso el arma del resto, el traje, uno que otro palmetazo a Sonny, quien parece que también se pasó de copas, por lo que le cuesta un poco mantener el firme que me gusta en mi escuadrón y no ese firme ordinario y suave que tienen en la Flota, que parece más una posición de modelaje que un signo de disciplina.

A pesar de todo, se ven muy bien dispuestos y preparados para lo que se viene, lo que me da gusto y orgullo de mis hombres y mujeres.

Todos los infantes del segundo pelotón se apresuraban a tener todo listo para su partida al fuerte helado, estaban ya todos reunidos en el área de hangares, los sargentos solo tuvieron que tomarse unos pocos minutos en pasar revista a sus tropas.
Por el momento parecía que todos estaban entusiasmados y ansiosos, no sabían a ciencia cierta a que se enfrentarían allá abajo, pero sin duda, ese sentimiento de optimismo les permitiría salir adelante.
Peculiar fue lo sucedido durante el pase de revista, pues mientras los infantes se mantenían en posición de firmes agrupados por escuadrón el capitán Dorgotiev hizo una aparición fugaz, parecía discutir algo con el capitán Okaka y tras un corto tiempo se marcho de nuevo, pero no sin antes ordenar que metieran una caja de considerable tamaño a una de las lanzaderas.
Las lanzaderas ya les habían sido asignadas, el escuadrón Eco iría en la KS-13 junto con el capitán Okaka, el escuadrón Fox en la KS-16 junto con el sargento Mayor Hammer, el escuadrón Gatling en la K-17 junto con el sargento Brown y el Heat en la KS-19. Ahora solo estaban a la espera de la orden de abordaje, y esta no se hizo esperar.

-A todo el personal del 2º Pelotón de la 47 compañía de la infantería móvil, las maniobras de descenso iniciaran en 5 minutos, procedan inmediatamente a abordar sus respectivas lanzaderas asignadas. A todo el personal del 2° pelotón, el descenso iniciara en 5 minutos, propendan a abordar sus respectivas lanzaderas asignadas.-

Mkoll pasó la revisión tranquilamente. Siempre opinó que no había que dejar nada al azar, asi que había revisado concienzudamente su equipo antes de partir, para evitarse contratiempos.

Cuando dieron la orden de embarque, simplemente siguió a su escuadrón, y esperó su turno de embarque.

Me dirijo a buen ritmo hacia la lanzadera KS-19, la asignada al escuadrón Heat, y allí espero a mis compañeros y mi turno de embarque.

Salgo corriendo con los nervios de poder embarcar.

Genial, por fin podremos matar bichos.

Empiezo a subir la escalinata de mi lanzadera, y no puedo evitar girarme y gritar:

-¡¡¡El último que embarque del escuadrón Heat es un artropofílico!!!, saludos Kallor.

En cuanto nos ordenan subir anuestras respectivas lanzaderas, nuestro escuadrón la KS-19, voy junto a Bell y Firestorm hasta la posición de abordaje. En el trayecto con asiento la cabeza como señal de buena suerte hacia los compañeros de los demás escuadrones, en especial a los cinco que cerramos la cantina.

¿Qué demonios será eso?-digo en voz baja-Bell, creo que tenemos un problema más del que encargarnos.

Al escuchar el aviso, ubico con la vista la lanzadera que nos fue designada y le grito a mis soldados:

 - "Ya niñas, hora de tomar el autobus. Suban rápido, abrochen sus cinturones y prepárense para la diversión. Todos arriba. ¡AHORA"

Mi grito resuena en el hangar solo interrumpido por las sirenas de alarma típicas durante los desembarcos. Corro junto con mi escuadrón, esperando a que todos entren antes que yo, para finalmente subirme. Una vez arriba, comienzo a revisar la seguridad de mis soldados (Si pusieron bien las protecciones, si los cinturones están abrochados, etc.) como acostumbro hacerlo antes de un despegue.

Solo una vez que todos están listos para el descenso, me siento en mi posición y coloco mis protecciones para la siempre divertida caída. Saco un habano y lo prendo, pues no hay nada como un poco de humo cubano mientras se cae a gran velocidad desde el espacio hasta la superficie planetaria. ¡Eso es vida!

Ya estaba. Era la hora. Iban a bajar a ese puto planeta helado y aquello iba a ser un infierno blanco. Iba a ser todo o nada.

Fue divertido ver como le tocaba hacer flexiones a la nueva, haciendo que Sonia sonriera:

- Tienes suerte por ser la nueva, normalmente a Buendía le hacía dar treinta como mínimo.- comentó, riendo. Sí, era Jake muchas veces el que llegaba tarde y se ganaba unas flexiones extras... Ah, siempre era divertido, sí.

Cuando llegó la orden, Ramírez no perdió ni un minuto, subiendo corriendo en formación y se sentó, colocándose bien el cinturón.

- Allá vamos...

Leon a la lanzadera acomodando las atirantas de mi rifle, llevaba un parde semanas en la enfermeria desde mi ultima gira, le es imposible pensar en la ultima vez que estuvo en una de estas uno nunca termina de acostumbrarse e estas cosas miro a los demás, buscando al sargento Rendor Kaylan, en cuanto lo ve, se acerca y en posición de saludo: SEÑOR, Leon Ivanovish reportándose para el combate señor, soy su nuevo explorador señor sus ojos demuestran seguridad.

Frost se dispuso a entrar a su lanzadera, el corazón le saltaba como si estuviera por realizar lo que más había anhelado. La verdad que lo era, las horas de entrenamiento, el ejemplo siempre presente de su padre, el sacrificio de su madre, todo tenía un solo objetivo. Debía seguir combatiendo en la infantería móvil, poniendo su cuerpo para que la civilización humana siguiera prosperando en el universo. Además, no podía negarlo, otra cosa no sabía hacer.

Acarició su nueva escopeta, tenía muchas ganas de probarla contra esos arácnidos...

La noche anterior mientras el resto de sus compañeros pasaban sus últimas horas de libertad embriagándose, él había preferido mantenerse en el dormitorio asignado al escuadrón Eco, arreglando su equipo y asegurándose de no olvidar nada. Tenía fama de olvidadizo, infundada de acuerdo a su criterio, y prefería no dar motivos para empeorar aquellas habladurías. El día había sido pesado emocionalmente pues presenciar la partida honorífica de aquellos que habían caído en acción siempre lo volvía meditabundo; pensaba mucho en el pasado, en el significado de la muerte y el temor a ella. Al menos si moría lo haría libre de pecados, quería creer que así sería, aunque el pensamiento no lo confortaba mucho cuando le venían a la cabeza los recuerdos de la sangre, la muerte a su alrededor, y los gritos de pánico de aquellos hombres que eran alcanzados por los bichos; por ello su sueño había sido inquieto y su enorme y fornido cuerpo no había dejado de moverse intranquilo durante la noche. Aquellos recuerdos lo atormentaban.
 En aquellos momentos se encontraba en el hangar junto al resto de sus compañeros, la compañía entera preparada para abordar las lanzaderas y dirigirse con furor hacia aquél pedazo de tierra bajo sus pies. Un pedazo de tierra infestado de aquellos bichos. Lo recorrió un escalofrío y pestañeó volviendo en si poco a poco cuando la orden de abordaje puso a todos en movimiento. Siguió a sus compañeros y un saludo torpe salió de su boca al divisar al sargento Wolf. -Señor.- Con movimientos patosos abordó y al ocupar su sitio abrochó su cinturón notando que una gota de sudor frío recorría su mejilla.

Su equipo estaba preparado, y Dereck solo esperaba la orden para partir, la cual llega en unos instantes.

Ya es la hora- dice. Se levanta y tras recoger su equipo de combate, camina hacia la lanzadera, la cual les llevaría a la fortaleza donde tendrían que hacer frente a la horda de bichos. Misión difícil, pero los marines ya se habían encontrado en sitios y en combates peores para quejarse. A decir verdad, esa era la vida del infante. 

Sube a la lanzadera, colocándose en su sitio y abrochándose su cinturón. Ahora solo quedaba descender y empezaría la juerga.