Partida Rol por web

Iraida, inconsciente de que los pensamientos de Alexander tomaban los derroteros de una película Disney*, siguió observando a su hermano con aquella expresión cautelosa de siempre, intentando ordenar sus pensamientos ara no decir una tontería, sin darse cuenta de que para él ya había dicho demasiadas.

- ¿Qué? No voy a ir a preguntarle, es un profesor - se quejó con la voz ahogada, visiblemente abochornada. Como si una alumna pudiera ir e increpar a un profesor sobre sus tribulaciones -. Y tú tampoco deberías.

En aquel momento entró Violet, pensativa, antes de dirigirse hacia el lugar donde estaban los hermanos Weir.

- Hola - musitó con seriedad que ocultaba la timidez que sentía al tener ahí a Iraida, a quien apenas conocía.

La cara de Burkely fue cambiando mientras hablaba a una de mayor animación puesto que podía ver cómo Jarek entendía lo que le decía y le daba la razón.

- Quién sabe, ese Snape es un rarito. Pero no sé, si se iba a inventar algo lo normal habría sido algo que la gente se creyera y no una chorrada como alguien que tiene los ojos rojos. Aunque hay gente que tiene los ojos rojos de normal, ¿no? Esos que son así blancuchos - dijo, refiriéndose a los albinos. Quizás era un albino, claro. Eso tendría sentido -. Lo de que se metan en tu cabeza es un asco, aunque Dumbledore sólo mira lo de Halloween. Si yo fuera él, habría curioseado todos los secretos.

Jason hubiera respondido a su amiga pero claro, estaba ante los chicos guays con lo que no quería quedar como un niño gritón. Eso sí, puso cara de enfurruñado mientras Lizbeth tomaba el protagonismo en la conversación y le dejaba a él en un lamentable, aunque más que merecido, segundo plano.

- Hipótesis - murmuró Remus por lo bajo cuando la niña empezó a desgranar todo lo que decía. Luego se dio cuenta de lo que había hecho y esbozó una mueca de disculpa.

Mientras tanto, Sirius fue asintiendo a todo lo que decía. Era difícil decir lo que hacía James cuando Sirius estaba tan cerca prestándole toda su atención así que decidió no apartar la mirada para ver lo que pensaba el otro moreno.

- La verdad es que es la teoría que más encaja - corroboró Remus cuando dijo lo de las Salas comunes, pero volvió a callarse al comprobar que Lizbeth aún no había terminado.

Fue cuando terminó que se encontró con la sonrisa de dientes blancos de Sirius Black.

- No está mal para una renacuaja como tú. Aunque yo de ti...

Justo en aquel momento se abrió la puerta dando paso a Troy.

-...no haría mucho caso a lo que dice el Sombrero. Desde que entramos que le gusta llamar la atención. No es como si predijera el futuro o algo así. Está siempre en el despacho de Dumbledore y oye conversaciones importantes con lo que la mayoría de veces se monta sus propias idas de olla.

Aquellas palabras, pronunciadas por Sirius Black, fueron las primeras que escuchó Troy al entrar en la Sala común de Gryffindor cuando, después de dejar a Violet, decidió dirigirse hacia allí. El lugar estaba prácticamente desierto a excepción de Jason, con cara enfurruñada en uno de los sofás, Lizbeth, también desde una butaca, que miraba de forma inquietantemente fija a Sirius, que también la miraba a su vez con una media sonrisa, James, que asentía con conformidad y Remus que tenía el ceño fruncido y expresión pensativa.

Todos, sin excepción, se volvieron al escuchar la puerta pero enseguida se relajaron al ver de quién se trataba.

- El que faltaba - rezongó Sirius. Seguía teniendo problemas de simpatía con aquel niño, al contrario que James, que empezó a hacerle gestos para que se acercara.

- Estamos dando ideas de cómo nos afectó la poción o lo que fuera. Aquí, el pequeño genio - James señaló a Liz cuando dijo aquello -, dice que lo único que tiene lógica es que fuera lo que fuera, estuviera en las Salas Comunes con lo que nos tuvo que afectar antes de la fiesta en realidad. Pero aún no nos ha dicho cómo. 

Escuchar a Dumbledore y caer en la cuenta de que lo que decia era cierto, hizo que acabara por suspirar, aliviada. Era verdad: yo misma habia visto al profesor, herido, pero sano y salvo, con mis propios ojos.

Sin embargo, habia una pregunta mas, una pregunta que intente formular antes de que la señora Gibbs me sacara de alli, girandome ya en el umbral de la puerta- Espere... ¿Quien era el? - le pregunte, justo antes de que aquella chica hiciera aparicion en escena, dirigiendose a mi- Me llamo Caliop... . comence a decir cuando escuche que hacia mencion a mis padres- ¡¿Que?! ¿Han venido? ¿Los dos? ¿En serio? -dije, incredula, al tiempo que mi pelo recuperaba un color rosa chillon, pasando por alto incluso su "queja" sobre el hecho de tener que acompañarnos- ¡Estoy deseando verlos! - exclame, despidiendome de los dos adultos con un gesto de mi mano, sonriente, que ademas acompañe de un abrazo a la señora Gibbs.

Aquella sombra seguia alli, por supuesto... Pero ver a mi padre.... Eso era capaz de calmar cualquier miedo. Siempre.

- Seguro que es importante, y ese es el profesor que se peleó conmigo. Si quieres colaborar en las investigaciones, tendrás que ocuparte de los aspectos sociales de las investigaciones, como los interrogatorios. Y estoy seguro que será importante. No deshonres a tu vaca*. Ve, y pregúntale. - Insistió por segunda vez, encabezonado en que lo que debía hacer era ir y preguntarle que le estaba pasando por la cabeza. Y para darle más peso a esto, señaló con la cabeza en dirección al profesor, momento en el que entró Violet.

Por suerte, Alexander era una persona que solía estar más pendiente de su entorno que los demás niños. Eliminando los condicionamientos sociales, él tenía más tiempo para el análisis topografico de situación ambiental inmediata. Alias como estar pendiente de que nadie te de collejas. Así que vio a Violet acercarse, saludando.

- Hola. - Contestó escueto. - Iradia Weir, esta es Violet Knight. Violet Knight, esta es Iradia Weir. - Presentó a ambas. Era un asocial, no un maleducado.

Lizbeth tenía una amalgama de sentimientos. Por un lado la emoción de encontrarse en un momento tan 'íntimo' con los chicos guays del colegio como si fuera parte de su grupito. Por otro, la 'hostia' de realidad de las últimas palabras de Sirius Black.

-Bueno quizá esta vez sí que sea cierto... - añadió en un tono mucho más bajo que el de su última intervención. Hablaba rápido, con vergûenza, pero con una 'visible' cabezonería.

Al igual que todos los demás se giró hacia la puerta para ver de quien se trataba. Era Troy, un niño de su edad con el que había cruzado ya unas cuantas palabras. La verdad es que era uno de los chicos con los que más había hablado. Dado lo poco que lo habían hecho, no tenía claro que eso fuera muy positivo.

-Hola - le dijo todavía con verguenza, dedicándole una escueta sonrisa. Después, se volvió hacia James. - En... en realidad no sé cómo. Pero tuvo que ser así. Jason y yo no estuvimos en el Gran Comedor esa noche y también nos desmayamos - indicó, señalando a su amigo con la cabeza.

-Jason, ¿qué te pasa? ¿Por qué estás enfurruñado?

Era el tema del momento. ¿Cómo afectó lo que fuera solo a los alumnos? Saludó a la gente con un movimiento de cabeza y le dio a Jason un toque en el hombro antes de sentarse en el brazo del sillón. Escuchó a los demás y sus teorías. 

- Si fuera lo de las salas comunes, alguien debería de haber entrado en ellas. En las cuatro.- ¿Tom Riddle? ¿Sería capaz de ello? ¿Se habría pasado tan tranquilo por el colegio y habría logrado colarse en cuatro salas comunes sin problemas?- Porque sino, solo podrían los elfos o eso es lo que dice mi hermana.- Se quedó pensativo unos segundos. Los elfos...- A lo mejor deberíamos preguntarles.- miró a todos. En aquella sala común era el único lugar en que se sentía seguro para poder hablar sin problemas. Eran sus amigos y sus confidentes. Fuera de esa sala estaba seguro de que había gente con intenciones peligrosas.

No dijo nada más durante un rato. Observó como Troy se sentaba cerca de Jason, especialmente interesada en la reacción de su amigo. ¿¿¿A que con él iba a ser simpático??? ¡¡¡La vida era tan injusta!!! Ahora su amigo estaba enfadada con ella, ¡¡¡¡lo que le faltaba!!!!

-¡Yo puedo hacerlo! - indicó Lizbeth con su característica vocecilla tras la sugerencia de Troy.

Le había dado una vergûenza tremendíiiisima decir aquello pero tampoco quería que se pensaran que era una niña cobarde. ¡¡Y menos cuando los chicos más populares de todo el colegio estaban allí con ellos!!! Les dedicó una tímida sonrisa a todos sus interlocutores, asegurándose de no mirar a ninguno en concreto. Sabía que en su cara se podía ver lo que estaba pensando. Su hermano siempre lo decía.

Se llevó las manos a la espalda, jugueteando con sus dedos de forma nerviosa.

-Alguien va a acompañarte Lizbet. ¿Verdad?... ¿¿¿¿VERDAD????

El niño no había pensado en los albinos, es más ni siquiera sabia que había un nombre para referirse a ellos, pero en su cara eso no se apreció. Chasqueó los dedos y señaló al más mayor mientras asentía con la cabeza dando a entender que tenia razón. 

-Es verdad, pero si tuviese el pelo blanco lo habría dicho... ¿y todo por trabajar de profesor?

Escuchó la explicación de lo que hacía el profesor Dumbledore, y tuvo claras tres cosas. Que la vomitona de Duff era por lo que le habían hecho, lo anotó mentalmente por si era útil en algún momento; que no tenía que preocuparse porque el profesor 'viese' algo de su pasado, o de lo que había hablado con su madre; y que esperaba que Duffield nunca tuviese poder sobre nada.

-Estaría divertido con algunos, o algunas... -dijo por seguirle el juego, porque ahora mismo a él solo le interesaba lo que pensaba su madre.

Erik empezó a subir sin rumbo fijo. Ya había visto a su familia aunque había sido más bien una experiencia agridulce. ¿Cómo su padre podía tener tal rencor? La verdad era que no había sido una situación agradable y había acabado huyendo, sin que nadie saliera tras él. Al parecer, el amor familiar no superaba el miedo de perderse por un castillo encantado.

El castillo no era un buen lugar para andar ensimismado y Erik cometió el error de pasar por alto el primer aviso: el escalón falso en el que casi se queda atrapado. Pero en lugar de empezar a caminar con más ojo la segunda advertencia le llegó de la mano de una cosa húmeda que se quedó pegada en su mejilla. Cuando lo tocó, se dio cuenta de que era un canuto de papel impregnado en algo que, pro desgracia, tenía toda la pinta de ser saliva.

- Pero si es el pequeeeeeeeeeeeño Gallaway - canturreó una voz llena de sátira maliciosa que todos los alumnos habían aprendido a temer. Peeves -. ¿Cómo ha ido la visita por mugglelandia? ¿Aburrida? - otra bola de papel mojado impactó contra la cara de Erik con una puntería asombrosa -. ¿Te sientes ahora como en casa? - y otra -. A tu papaíto tampoco le gustaba que le hiciera esto - esta última quedó pegada al cristal de las gafas de Erik, embadurnándolo del todo -. Lalalala lala la. Había un mugglecito bañado en una piscina de baba que echaba de menos...¡bañarse en pis! ¡Espera aquí, mugglecito! - dicho aquello, el poltergeist se fue flotando en busca de, presumiblemente, orina.

Todos los Connolly tenían una especie de firmeza inquebrantable muy típica de ellos y Maebh parecía ser igual que todos sus predecesores. Dumbledore sonrió levemente con afán tranquilizador, guardándose aquel detalle para sí, antes de inclinar levemente la cabeza para mirarla de igual a igual, con aquellos ojos de un azul límpido fijos en los suyos.

- Empecemos.

Las últimas letras se la palabra llegaron de forma lejana a Maebh pues, de forma repentina, todo lo que la rodeaba desapareció y se encontró sumida en el recuerdo de la noche de Halloween, una imagen desvaída y con los bordes difuminados de un recuerdo. Su recuerdo. Era raro. Sabía que no era real pero lo volvía a vivir como si lo fuera.

Ahí estaba, camino a la casa encantada o lo que fuera, junto a Jarek, Rox, Joy, Selwyn y Simon. Curiosamente, los pasillos no parecían hallarse demasiado transitados en aquel momento a pesar de que el anuncio de la casa del terror había animado al alumnado de Hogwarts.

- O están todos haciendo cola como idiotas o es que la gente pasa - soltó Selwyn con expresión aburrida -. Creo que la mayoría de organizadores son gryffindors, que se puede esperar de esa casa de estúpidos valientes. Aunque también podría ser que con esas ganas tontas de probarse a sí mismos hayan acabado todos en la enfermería - Selwyn soltó una carcajada seca -. ¿Seguro que queréis ir a esa bobada?

- ¿Tienes miedo? - había preguntado Simon con ese tono serio suyo que pretendía hacerle pasar por adulto.

- No digas tonterías. El año pasado me castigaron por entrar al Bosque Prohibido sin permiso. Y ahí no me asusté - aunque, a decir verdad, sí que parecía algo nerviosa.

Eso quedó demostrado cuando todos escucharon un fuerte siseo a sus pies, haciendo que Selwyn ahogara un grito, pero con la pésima iluminación del castillo, más en noche de Halloween, tardaron unos segundos en ver lo que era. O, al menos, lo que les parecía que era: la cola de una serpiente escabulléndose por una esquina.

- ¿Qué era?

Los labios entreabiertos de Rox al terminar la pregunta quedaron congelados, así como la imagen, que se quedó pausada en la cabeza de Maebh. De repente todo se puso rojo. Dolía pero no dolía. Estaba en su cabeza. Se encontraba congelada eternamente en aquella pregunta como si no pudiera dejar de escucharla, con el tiempo detenido a su alrededor.

- Sigue Maebh, tú puedes.

Era la voz de Dumbledore. Aquello no era real. Podía.

Iraida miró a Alexander con la boca convertida en una mueca casi de terror. ¿Qué investigaciones? ¿Qué interrogatorios? Y más importante, ¿qué vaca? ¿Alexander había conseguido una vaca? No le veía cuidando de una pero capaz que había llegado a la conclusión de que era un método de llevar un control exhaustivo de los lácteos consumidos mediante el control de alimentación de la vaca y seguro que si eso era así le tocaría a Iraida hacerse cargo de todo.

Por suerte, llegó Violet al rescate, a quien Iraida dedicó una mirada agradecida.

- Hola - saludó su hermana con una alegría repleta de alivio mientras Violet se hundía levemente entre sus hombros. Tras aquel gesto, Iraida miró a Alexander -. Nada de investigaciones. Yo no voy a investigar. ¡Y tú tampoco deberías! Deja que los adultos se encarguen de esto.

- ¿Investigación? - preguntó Violet con interés, mirando a Alexander -. Podríamos investigar...

- ¡No! - ¡era la buena influencia de su hermano! -. Sabéis qué, no quiero formar parte de esto, no quiero meterme en líos o la profesora McGonagall - Iraida esbozó una cara de terror absoluto - me castigará. Creo que me voy. Pero no...no investiguéis. No deberíais.

Amanda puso cara de sufrimiento. ¿Por qué le tocaba a ella escoltar a los de primero con sus familias? Aquello era una tortura. Acababa de despertar, estaba cansada y su novio se la había pegado la noche de Halloween así que se moría de ganas de buscarlo y volver a lanzarle una maldición pero no, McGonagall la había cogido por banda y había decidido que como se la veía tan enérgica, se encargaría de aquello. Que verdadero asco. Cuando aceptó ser prefecta no esperaba eso para nada.

- Ajá, los dos sí, no sé que te entusiasma tanto - siguieron caminando un rato en silencio hasta que Amanda empezó a aminorar el ritmo, señal de que ya estaban llegando -. Mira, es así, te esperan... - le señaló una de las clases vacías pero Caliope no le estaba haciendo caso... -. Ei, tú, ¿me estás escuchando? - ...porque unos metros más adelante estaba Ted.

La idea de aprender Legeremancia pronto animó el rostro de Burke, que ya había estado pensando en las aplicaciones que tendría en su día a día.

- Pues claro tío, estaría genial. Podríamos saber todos los secretos y chantajear a la gente, ¿qué crees? Y así acabaríamos con toda esa escoria que se cree superior.

Las últimas palabras estaban cargadas de desprecio y es que Burke tenía un problema: su ego. Estaba claro que lo habían educado como si fuera un triunfador, un pez grande que, de repente, habían lanzado a un estanque lleno de tiburones. Tenía una buena fortuna, sí, pero al igual que muchos otros. El problema era que era fortuna reciente, nada heredado durante generaciones, con lo que su apellido no significaba nada para la mayoría de Slytherin. Muchos no se lo habrían tenido en cuenta de no ser por su prepotencia pero desde que Jarek estaba en Hogwarts había podido comprobar cómo muchos compañeros despreciaban a Burkely debido a lo mucho que se había jactado de lo que tenía. Cabía destacar, además, que había muchos sangre limpia que habían perdido sus grandes fortunas con el tiempo con lo que lo único que habían conservado y legado con celo a las generaciones posteriores era el orgullo familiar y el deseo por recuperar lo que les pertenece. Burkely se había encargado especialmente de enemistarse con ese sector.

Intentó suavizar su expresión molesta debido a Lizbeth al ver a Jason, recordando que tenía que ser guay. Si estaba con gente guay, no podía comportarse como un niñato, con lo cuál recuperó la sonrisa y saludó con la mejor frase de película de colegas.

- ¿Qué pasa, tío?

¿Debería haber dicho tronco? El caso es que pronto volvieron a centrarse en todo aquel galimatías de cómo los habían dormido y Jason no podía hacer otra cosa que estarse callado porque estaba convencido de que en cuanto abriera la boca metería la pata. Parecía imposible que Lizbeth lo estuviera llevando mejor que él, pero así era. De hecho, la niña que hacía un rato había temido un horrible castigo ahora se estaba ofreciendo a ir a ver a los elfos domésticos, que, fueran lo que fueran, tenían que molar.

- ¡Me apunto! ¿Y vosotros qué haréis? - preguntó con curiosidad a los chicos mayores, intentando posar la mirada sobre todo en Remus ya que parecía el más comprensivo de los tres.

- Pues...¡esto será vuestra prueba de iniciación! Si descubrís cómo nos envenenaron a todos, pasaréis a formar parte de nuestro grupo exclusivo - acabó por decir James.

- ...Genial - acabó por decir Jason con genuino entusiasmo -. ¿Nos vamos? ¿Te vienes Troy?

Había escuchado a los demás en silencio. La verdad es que poco más tenía que aportar porque estaba bastante perdido. Pero bueno, si iban a bajar a las cocinas no sería él quien se negara a acompañarlos. Más aún cuando Jason le invitaba. 

- Vale.- accedió.

Troy no lo hacía por conseguir la aprobación de James y compañía. Ni siquiera pensaba que fueran a poder entrar en ese selecto club solo con averiguar aquel misterio. Sin contar con que si los adultos no lo conseguían, ¿qué iban a hacer tres niños de once años?

- Ah. Si veis a mi hermana mayor, mejor corred.- les advirtió antes de salir por el hueco del retrato.

Tenía que reconocer que la sonrisa del director había conseguido tranquilizarme un poco y quizás por ese motivo mi actitud empezaba a cambiar, del miedo inicial pasaba a una aparente seguridad, convencida de que todo aquello era una auténtica estupidez. Pero apenas comencé a escuchar la voz de Dumbledore, me vi inmersa en mi propio recuerdo. Era una sensación muy extraña pues parecía que era una mera espectadora y, a la vez, la protagonista.

Volví a vivir los instantes desde que habían tomado la decisión de ir a la casa encantada hasta que había llegado a ellos. Charlábamos animadamente, incluso nos reímos cuando Simon se metió con Selwyn.

Recordé el gesto de mofa e incredulidad cuando de nuevo escuché a Selwyn hablar de su aventura en el Bosque Prohibido, algo que en ningún momento había creído, y me hacía gracia los aires de valiente que se daba cuando seguramente sería la primera en echar a correr muerta de miedo cuando sucediera algo terrorífico.

Pero las risas y las palabras fueron ahogadas por otro sonido mucho más escalofriante. Pegué un respingo cuando miré al suelo y me pareció ver a la responsable del siseo alejándose a toda velocidad. Mi corazón comenzó a acelerarse por el susto que había llevado pero casi al momento me di cuenta la fiesta que estábamos celebrando... Halloween, así que seguramente todo sería producto de una tonta broma que, estaba convencida, los mayores nos estaban haciendo a los de primero. Estallé en una risa un tanto nerviosa al darme cuenta de ese detalle.

—Una serpiente... Pero seguro que era de mentira y todo forma parte de una broma para asustarnos que...

Había hablado muy rápido y de manera atropellada, pero corté lo que estaba diciendo al darme cuenta que Rox se había quedado inmóvil a mi lado. ¿Qué estaba pasando? Me disponía a tocarla, a hacerla despertar cuando todo se volvió de color rojo a mi alrededor. El dolor cruzó todo mi cuerpo pero, por muy extraño que sonara, no me quejaba ya que a pesar de saber que estaba sintiendo dolor en el fondo no notaba nada.

Comencé a moverme inquieta pero no en la visión. En mi cabeza estaba tan congelada como había quedado Rox hacía unos segundos. Una pregunta atravesó la niebla de mis recuerdos y reconocí la voz, pero no supe que contestar. Lo único que acudía a mi cabeza era esa pregunta repitiéndose una y otra vez... ¿Qué era? ¿Qué era? ¿Qué era?

Quería responder pero no veía nada más aparte del rojo a mi alrededor y la impotencia de no poder moverme, de que ningún sonido pudiera salir de mi boca, y lo peor de todo era que lo estaba viendo pero no podía hacer nada.

¿Qué era? ¿Qué era? ¿Qué era?

—Era...

Un escalofrío me recorrió y lo único que deseaba en aquellos momentos era olvidarme de todo, que todo terminara ya y poder marcharme de allí cuanto antes.

—Era... Algo malo y oscuro...

En el fondo sabía que aquello era una estupidez, pero las sensaciones que me transmitían eran las de miedo, impotencia y saber que algo malo había sucedido. La serpiente, el rojo sangre a nuestro alrededor, nuestra inmovilidad... No, algo malo estaba pasando y nadie quería decirnos nada.

La voz de Jason hizo que soltara con alivio el aire de sus pulmones. Por un momento había creído que le tocaría ir sola a buscar a esos elfos. No tenía muy claro lo que eran, pero sonaba a película fantástica con tintes terroríficos. Vamos, todo lo contrario a lo que le gustaba a ella... Pero allí estaba, metida de lleno en toda la aventura.

-¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡GRUPO EXCLUSIVO!!!!!!!!!!!!?????????????????????

¡¡Se le iba a salir el corazón del pecho!! Ni siquiera tenía claro cómo había podido controlar los saltos y grititos, la palidez del rostro y el sudor frenético de las manos. Bueno, de las dos últimas cosas tenía bastante... ¡¡pero había podido controlarse!!

-Muy bien Lizbeth. Tú sigue así y van a pensar que molas mucho. ¡¡¡¡Son tan populares!!!!

-¡¡Entonces vamos!! - El grito de Lizbeth se entremezcló con las palabras de Troy. Se lo miró algo atónita, sin comprender cómo podía mostrar tan poco entusiasmo. - Igual es un niño raro y no quiere ser popular - concluyó para sí.

A pesar de sus palabras, tardó un par de segundos en ponerse en marcha. Se quedó mirando a los tres chicos de forma intermitente, sabiendo que quería decirles algo pero sin encontrar las palabras adecuadas. Nerviosa, se dio la vuelta corriendo en dirección a la salida.

Podía notar que estaba más roja que un tomate maduro y la respiración entrecortada. Sentía tanta urgencia que estuvo a punto de empujar a los chicos para salir por el túnel y dejar atrás a los chicos mayores. ¡¡¡Qué incómodo había sido!!!

-¿¿Que pasa con tu hermana?? - preguntó Lizbeth descolocada. Fuera por lo que fuera, haría caso las palabras de Troy. Solo por si acaso.

- Ellos no son tan listos. - Contestó a su hermana como si fuera la obviedad del día. Claro, él era Alexander Weir, un chico listo. Y los adultos allí eran en su mayoría, profesores... lo que quería decir que habían perdido la esperanza en sus futuros porque se habían dado cuenta que no eran listos, y por ende, habían abandonado sus intentos de mejorar. Y se habían covnertido en profesores. Que lamentable. Por eso no eran listos, y él si.

- Dejar que ellos se encarguen sería deficiente e irresponsable. Me sorprendes, Iradia Weir. - Negó con la cabeza mientra su hermana se marchaba y su visión ahora se centraba en Violet quien, en contra de su hermana, parecía más predispuesta a colaborar.

Pero guardó silencio.

Después de la última conversación sobre tu hermana te quiere contemplar y ver aquella escena... ¡Eh! ¡Le daba la razón a Alexander! Como es evidente. Así que la miró, y se la quedó mirando con cierto gesto de ¿ves como tenía razón? pero sin decir ni esta boca es mia.

- Adios Iradia Weir. - La despidió, y ahora miró a Violet, una segunda vez. - Con deseo de que tus quehaceres familiares fueran propicios, te doy la bienvenida, Violet. - Asintió con la cabeza. - - Mi hermana haría referencia a la necesidad de preguntarte como fue, pero yo me limitaré a escuchar si quieres hablar de lo ocurrido. - Ese era... un auténtico gesto de buena volutnad, que conste. - A no ser que desees iniciar las investigaciones de inmediato. -