Partida Rol por web

- Puaj, ¡qué asco!- exclamo, mientras me quito con amargura el fragmento de papel baboso de la cara. Al final va a resultar que el mundo muggle y el mágico no son tan distintos. En ambos hay gente que se dedica a molestar porque sí a aquellos que no les han hecho nada. 

De nuevo estoy equivocado pues la persona que se ha metido conmigo esta vez no es ni siquiera una persona para empezar. A pesar de lo extraño de la situación, no puedo evitar mirar embelesado a esa especie de fantasma con voz tan desagradable, ganándome otro perdigón directo a la cara. - ¿Cómo sabes mi nombre? ¡Cállate! ¿Por qué dices esas cosas?- pregunto, de nuevo al borde de las lágrimas, intentando averiguar qué quiere de mí esa cosa. 

A pesar de mi frustración, no soy tan tonto como para no aprovechar la ocasión y escapar de ese bicho. Sobretodo después de haber escuchado la palabra pis en su boca. No me apetece acabar embadurnado en los desechos de otra persona. Echo a correr escaleras arriba y me meto en el primer pasillo que veo, escapando de la maldición de las escaleras. He aprendido la lección. Sin dejar de correr, me meto en la primera puerta abierta que encuentro. Cerrándola con cuidado me siento en el suelo apoyado contra la puerta y escucho en silencio. Espero que me haya perdido la pista. 

Camine por el pasillo con aquella chica quien, dicho sea de paso, parecia mas hastiada que otra cosa. ¡Como si yo tuviera la culpa de que nos hubieran atacado! Era normal que nuestros padres se preocuparan por nosotros, ¿no?

En cualquier caso, estaba a punto de responderle cuando, de repente, vi a Ted al final del pasillo. Alli, con la misma pinta de siempre. ¿Me estaba esperando?

Dibuje una enorme sonrisa en mi rostro y, para cuando la chica me pregunto si la estaba escuchando, yo ya habia echado a correr pasillo adelante, dispuesta a tan ansiado encuentro con mi amigo.

-¡Ted! ¡Gracias a Dios! ¡Estas bien! - exclame, yendo directa hacia el chico, dispuesta a fundirme con el en un enorme abrazo. Hacia tiempo, mucho tiempo que no lo veia. Y, contar con el en un momento asi, era, sencillamente, sensacional.

El bloqueo cesó de pronto, el extraño color rojo producto de su incapacidad por proceder se desvaneció, al igual que la serpiente al salir de su campo de visión. En aquellos momentos, Selwyn estaba poniendo los ojos en blanco presa de la molestia, algo que ocultaba el evidente susto que se había dado.

- Podríamos seguirla - sugirió Rox -. ¿Una serpiente enorme suelta por el castillo en la noche de Halloween? Quizás nos lleve a algún lugar interesante. Tiene que ser algo preparado por los profesores.

- Sí, nos llevará a un montón de huesos de rata. Yu-ju - la rubia slytherin dejó claro por su tono de voz hastiado que aquello no era de su agrado.

- Bueno, prima, la otra opción es ir a la casa del terror. Pensaba que no te apetecía ir.

- Sí, ya, bueno, pero...

- Decidid ya, la serpiente se marcha...

- Venga, ¿a caso eres una cobarde? - retó Joy a su prima, la cuál, tras dirigirle una mirada amenazadora salió corriendo por el lugar por el que aún se escuchaba el sinuoso sonido de las escamas rascando el suelo empedrado.

Tan sólo les llevaba unos segundos de ventaja pero cuando el grupo cruzó la esquina para acercarse al lugar, no había ni rastro de Selwyn ni de la serpiente. De repente, unos metros más adelante, se escuchó un grito de la chica, Pero antes de que Maebh pudiera hacer nada, o más bien, recordar nada, la escena volvió a congelarse y sus recuerdos volvieron a convertirse en inaccesibles.

Remus miró con cierta preocupación a los tres niños, en particular a sus nuevos pupilos, pero tuvo que contener ese sentimiento para verlos marchar y quedarse con sus amigos, suponiendo que aquel modo de lanzarlos a la aventura era porque querían tratar algo con él en privado. Y con Peter, seguramente, si lograban que saliera de debajo de las sábanas.

Así que los tres salieron de la Sala Común para hablar con los elfos domésticos hasta que Jason pareció advertir algo.

- Puesss...¿y dónde vamos? ¿Dónde tienen el nido esos elfos? Bueno, ¿tienen nido? Es decir...vaya, ¿qué demonios son los elfos domésticos?

Lizbeth estaba en plena transición, dejando atrás el nerviosismo de la Sala Común por la intensa necesidad de saber qué pasaba con la hermana de Troy. Por eso cuando el chico cambió la conversación, la niña dio un salto sobre sí misma molesta.

-¡¡¡¡PERO POR QUÉ NO CONTESTA!!!!

¿Dónde tienen el nido esos elfos?

¿Nido? No... Lizbeth no sabía nada de los elfos domésticos. ¿O sí? 

Nido...

¿Podía ser posible que hubiera escuchado a alguien hablar alguna vez sobre alguna especie de lugar? De...¿¿nido??

- ¡¡¡LAS COCINAS!!!

Sí, hasta ella se dio cuenta de que se le había ido la 'boca'. No había que olvidarse que todavía estaban en pleno post-ataque, huyendo de quien se supusiera que debían huir.

- En las cocinas - volvió a repetir, esta vez en un susurro. - No me preguntéis por qué - añadió, con una seriedad y concentración que no encajaba en absoluto con lo que acababa de decir.

Siguió con sus dos amigos en busca de las cocinas, a buen paso y sin prestar real atención a ver si Agnes estaba por allí. Miró a Lizbeth cuando le preguntó por ella, dubitativo ante qué responder. Si realmente le contaba por qué Agnes se había enfadado tanto no le pegaría una paliza, sino que lo llevaría a una mazmorra y lo torturaría de por vida.

- Está enfadada conmigo.- y se encogió de hombros. Era toda respuesta que podía dar.

Metió las manos en los bolsillos. Probablemente la chica le preguntara por qué se había enfadado, pero lo mejor era que no lo supiera.

- No me preguntes más.- le dijo entonces, antes de bajar el tono- Por tu bien y por el mío...

Y de pronto, ¡las encontraron! ¡Las cocinas! ¡Los rumores eran ciertos!* No pudo más que sonreír, orgulloso. Como estaba en el medio, colocó una mano en el hombro de Jason y de Lizbeth.

- Buen trabajo, chicos,

Jarek aguantó con la máscara de media sonrisa mientras su amigo hacía castillos en el aire, la última frase le escoció un poco pues él pertenecía a esa élite debido a su apellido, al menos en su tierra, pero consiguió seguir como si nada y solo se tensó un poco el lado derecho de su rostro. A pesar de todo el niño tuvo que reconocer que podía ser una magia muy útil. 

-Sí estaría bien, podrías enterarte como se hace...

Lo dijo como si lo tuviese más fácil que él por ser mayor, con un poco de suerte se le metería en la cabeza conseguirlo y luego se lo contaría para pavonearse.

Me vi a mí misma diciendo que sería divertido saber hacia dónde había ido aquella serpiente, estaba convencida que alguno de los alumnos mayores la había soltado para asustar a los de primero, y sería interesante ver las caras que pondrían cuando los descubriéramos. Salí corriendo detrás de Selwyn para evitar perder el rastro de la serpiente, sin preocuparme si alguien más nos seguía. Si tenían miedo era asunto suyo, por mi parte me parecía más entretenido seguir al animal por los corredores del castillo que entrar en una supuesta atracción que seguramente sería un aburrimiento.

Si corríamos un poco alcanzaríamos tanto a la prima de Joy como a la serpiente pero, ante mi asombro y desconcierto, al girar en una esquina pude comprobar que no había rastro de ninguna de las dos. ¿Cómo podía ser posible? Me parecía increíble que hubieran ido más rápido que nosotros cuando apenas nos llevaban ventaja.

Me quedé parada unos instantes pensando hacia dónde habrían ido cuando un grito taladró mis oídos haciéndome temblar. ¿Qué estaba pasando? Quizás Selwyn sólo pretendía asustarnos, al fin y al cabo estábamos en Halloween, aunque el grito me pareció lo suficientemente real para preocuparme.

¿Qué hacer? ¿Seguir avanzando para descubrir lo que estaba sucediendo o simplemente dar media vuelta para buscar a alguien? Pero, fuera lo que fuera lo que tenía pensado hacer o había hecho, mi cabeza se negó a recordar y de nuevo me vi tan congelada como la vez anterior. Los recuerdos volvieron a desaparecer sin haber llegado a descubrir lo que había sucedido.

Violet se despidió con timidez, más pendiente en descifrar a qué venía aquella cara por parte de Alexander. Cómo siempre, era fácil perderse con aquel chico pero no tenía ni idea de qué quería decirle así que acabó por apartar la mirada torpemente a la vez que ocupaba el lugar en el que antes había estado Iraida, sin tocarle, obviamente.

- Fue bien - se limitó a decir, encogiéndose ligeramente de hombros. Las conversaciones con Alexander ya eran de por sí lo bastante extrañas como para añadirle ahora hechizos estimulantes, padres sobreprotectores y hermanos que cuchicheaban entre sí -. Entonces...¿por dónde deberíamos empezar a investigar?

Algo le decía a Erik que el poltergeist se conformaría con otra víctima inocente pero él no se iba a quedar sólo por la compasión. En lugar de eso, prefirió correr lo que le permitía su escaso aliento y su empeorada condición física hasta ponerse a salvo en una habitación.

Tenía la oreja pegada en la puerta, escuchando por si le habían seguido, cuando una voz chillona procedente de la estancia le sobresaltó.

- Señor Gallaway, ¿qué sucede? Cielos, está usted pálido - necesitó unos segundos para darse cuenta de que se encontraba en el despacho de Flitwick, quien en esos momentos se aproximaba a él con expresión preocupada.

Pronto estaban descendiendo pisos y más pisos. Por lo que sabían, las cocinas estaban situadas en algún punto del sótano pero como aquella zona estaba fuera de sus dominios no sabían muy bien dónde. Con un poco de suerte habría un cuadro con fogones o algo así ocultando la entrada. Algo obvio. Algo...hufflepuff.

- Eh Troy, tú sabes más del mundo mágico. ¿Qué son los elfos estos? Nosotros no tenemos elfos. Bueno, hay juguetes de duendes...pero no se parecen a los de Gringotts. Así que los dibujos de elfos tampoco serán como vuestros elfos, ¿no?

El hecho de que Jarek aceptara aquello tan fácilmente hizo que su confianza se tambaleara un tanto y de repente su chulería se resquebrajara un tanto para mostrar cierta inseguridad.

- Ya...eje...bueno, dicen que sólo los mejores magos pueden hacerlo - respondió un tanto titubeante antes de alzar la barbilla, recuperando el aire petulante -. Pero yo soy un buen mago, seguro que puedo. Y seré el mago más joven en aprender legeremancia.

Si Caliope se hubiera girado en aquel momento habría visto cómo Amanda la miraba con expresión de sorpresa para, acto seguido, emitir un suave silbido y hacer rodar un dedo sobre su sien. Aquella niña estaba mal, muy mal. Pero, como fuera, la verdad era que le importaba poco. Cada loco con su tema, nunca mejor dicho.

- Bueno pirada, me largo. A disfrutar. Tus padres están ahí, entra cuando hayas acabado de hablar sola.

Ted se había esperado a que la chica rubia se marchara para hablar a toda prisa.

- Tengo miedo, Caliope, están pasando cosas muy raras... Tengo miedo de que te hagan daño...

El bloqueo fue soslayado sin demasiados problemas y pronto Maebh se encontró yendo hacia el lugar del grito, seguida de cerca por los otros. Joy parecía particularmente preocupada, posiblemente debido a que había sido ella la que había provocado a Selwyn.

Sin embargo y a pesar de que el grito había tenido un matiz de nuevo, al encontrarse con la rubia ésta parecía tan normal, incluso se podría decir que demasiado indiferente. La serpiente se enroscaba en sus tobillos con parsimonia pero más que preocupante parecía una caricia que no molestaba a la chica. A su lado, había un hombre de edad indefinida, alto y de aspecto casi quebradizo debido a su tez grisácea y unos ojos increíblemente rojos. No tenía pelo y su nariz había casi desaparecido para convertirse en dos finas rendijas parecidas a las del reptil que siseaba en el suelo.

- Veo que habéis conocido a mi serpiente - la voz de aquel hombre era tan sibilante como la del animal y tal vez fuera por eso que resultaba tan terriblemente inquietante. Roxy arrugó las cejas pero no dijo nada. Aquello claramente le daba mala espina, como demostraba su postura alerta.

- Sí, señor, es muy... - Simon se mordió el labio, sin saber cómo salir del paso. En su educación habían obviado cómo ser halagüeño con una serpiente. Pero por lo menos sabía actuar como alguien maduro -. ¿Puedo preguntar qué hace aquí...señor? Si se ha perdido...

- No me he perdido, señor Simon - Eugene Simon, siempre con la compostura que le caracterizaba, la perdió por un momento al abrir la boca por la sorpresa -. Se podría decir que estoy recordando viejos tiempos - una sonrisa curvó sus labios, aunque sus ojos siguieron inmutables, fríos - y planificando los nuevos.

- Los elfos son como sirvientes en el mundo mágico. Mis abuelos fijo que mínimo tienen uno- se encogió de hombros. Su madre alguna vez hablaba del elfo doméstico de los Austin con especial cariño.- y son los que hacen las tareas de la casa y la comida. Obedecen a todo lo que les digas.

No termine de entender lo que aquella chica dijo sobre hablar sola. Ted estaba alli, eso estaba mas claro que el agua y, demonios, como alegraba de verlo. Sin embargo, el hecho de que el chico reaccionara de aquella forma hizo que me frenara en seco, y lo mirara, con una expresion de curiosidad en el rostro y el pelo rojo de pura alarma- ¿Que? ¿A que te refieres Ted? No te preocupes. El profesor Dumbledore dijo que estamos a salvo... - intente tranquilizarlo, a pesar de que yo misma tenia mis dudas a ese respecto- ¿Y tu? ¿Donde te habias metido? Me tenias muy preocupada... Si ese... hombre o lo que sea llega a hacerte algo... - dije, haciendo referencia a aquel personaje a quien habia visto en la vision, algunos minutos atras.

Estaba loca por ver a mis padres. Sin embargo saber que Ted estaba alli y que estaba bien hizo que me pudiera permitir el lujo de perder con el algunos minutos mas. Despues de todo, el tambien era como de la familia, ¿no?

De repente, una globo de agua explotó a los pies del grupo, lo que hizo que Lizbeth diera un salto hacia atrás con tal maestría que si no fuera debido al susto que se había llevado al ver un objeto volador no identificado dirigirse hacia ella, cualquiera habría dicho que tenía reflejos felinos. Jason y Troy también se separaron, salvándose incluso de las salpicaduras. Y fue una suerte porque el hedor a meados que se extendió por el lugar, demostró que aquello no era agua.

- ¡Mira, pero si es el hermano atontado de la princesa de hielo y los raritos uno y dos! - una risa desquiciante fue la que guió sus miradas hacia el causante de aquello: Peeves, que en aquel momento flotaba por el techo cargado de más globos que lanzó en dirección a los tres, aunque como ya estaban sobreaviso, lograron esquivarlos -. ¡Venid a jugar conmigo! ¡Estáis tan sucios y sois tan feos que un poco de pis tampoco os estropeará! Con un poco de suerte incluso os puede volver más listos - más globos llovieron en su dirección mientras el fantasma los perseguía.

- ¡Vete a molestar a otro! - le gritó Jason por encima del hombro.

- Estaba molestando al cegato de Gallaway pero se ha largado o se ha perdido mientras lloraba. Poooobreeee mugglecito, es como una niñita. ¡Niñita, niñita! - de repente, de uno de los pasillos apareció un chico de hufflepuff algo mayor que ellos lo que hizo que Peeves probara más suerte con aquel objetivo distraído y ¡bingo! Aquello les daba la oportunidad perfecta de escapar, pues el chico en aquel momento estaba lanzando improperios mientras medio lloraba por el asco.

Enfadada. Al final resultaba que toda esa historia venía porque su hermana estaba enfadada. Lizbeth no entendía por qué le preocupaba eso a Troy. Ella nunca había visto a su hermano enfadado. Los hermanos mayores nunca se enfadaban. Nunca. Era privilegio de los pequeños.

-No será para tanto.... - replicó mosqueada tras tanta insistencia por mantener silencio. A Lizbeth no le gustaba que le cortaran cuando hacía preguntas. O le hacía sentirse más insegura o más nerviosa. Ninguna de las dos cosas eran recomendables. Jason podia dar fé de ello.

-¡¡¡¡Lo hemos conseguido!!!!

De repente, de lo único que tenía ganas Lizbeth era de abrazar a Troy. Por suerte para todos los presentes, el cuadro le llamó más la atención. Hasta que se dio cuenta de que no tenía ni idea de por qué se alegraba. Se había dejado llevar por la frase de Troy y ahora no entendía nada...

-¿Pero qu...?... ¡¡¡¡AY!!!!

¡¡¡¡¡MENUDO SUUUSTOO!!!!!

-¡¡¡¡OYE!!!!

El grito, al más puro estilo indignado, hizo que al principio no se diera cuenta desde donde procedía la voz.

-¿¿¿¡¡¡A quien llamas rari...!!!!????

Se calló en seco. Era Peeves. PEEVES. Llevaba muy poco tiempo en el colegio pero ya había oído hablar de él. Y nada era bueno. Nada bueno.

-¡¡¡Ay, ay, ay, ay!!! ¡¡¡Liz que de esta no te libras!!! ¿¿¿Y ahora qué hago??? - Miró a su alrededor histérica, intentando adivinar qué pasaba por la mente de sus amigos. - Si sales corriendo te pillará... si le dices algo se dará cuenta de que estás... ¡¡¡ya está!!! Me quedaré quieta. Como una estatua.

Y eso hizo. No movió ni un solo músculo.... al principio. Para qué mentir. Duró solo un par de segundos.

- ¿¿¿¿¿¿¿¡¡¡¡¡¡HA DICHO PIIIIIIIIS!!!!!!??????????

¡¡¡¡¡¡¡¡PERO QUE ASCOOOOOOOOOO!!!!!!!!!

A Lizbeth le iba a dar algo. Justo cuando iba a quejarse de nuevo apareció ese chico. Ver como el pis chorreaba por su cuerpo le provocó una arcada.

-Chi..chicos....¡¡va....mo...nos!!