Partida Rol por web

Al llegar a la habitación donde me espera mi familia, lo primero que me sorprende son las palabras amables de Amanda. Levanto los ojos para mirarla con expresión sorprendida. Cuando me doy cuenta de que me he quedado embobado mirándola, tartamudeo una respuesta.- Eh..esto..sí. No...no son magos. - Ya he oído varias veces esa palabra y recuerdo que Caliope me dijo que los muggles eran las personas que no tenían magia. Lo que me sorprende es que la prefecta de Gryffindor no ha utilizado un tono de burla sino que parece que de verdad me quiere ayudar.- Claro.- respondo a su último consejo antes de darme la vuelta, con las mejillas encendidas por la vergüenza tras la breve conversación con aquella persona tan intimidante, para entrar en la habitación. 

Antes de que pueda ver nada, un figura enorme me placa envolviéndome en un asfixiante apretón. - Mamá...no...puedo...respirar.- boqueo, intentando zafarme de aquella presa. Cuando mi padre me coloca una mano en el hombro, mamá parece darse cuenta de que está matando a su hijo y afloja un poco la presión del abrazo. 

Le doy un beso en la mejilla a mi madre y respondo el abrazo esta vez a mi manera.- Tranquila. Estoy bien. No se me han llevado los alienígenas.- le digo, con una sonrisa divertida pensando en la tonta conversación que había tenido antes con Caliope. Ahora que estoy con mis padres aquí, todo aquello que habíamos estado dicienndo me parece una locura y ya no me siento casi amenazado. Además, si el culpable ha sido ese tal Tom, al menos sé que se trata de un humano, una persona de carne y hueso. 

Entonces, percibo un movimiento por el rabillo del ojo y levanto la cabeza para mirar hacia el fondo de la sala. Una niña me está saludando. En un primer momento pienso que se trata de mi hermana. El corazón me late fuerte dentro del pecho y sonrío ilusionado porque le hayan dejado venir y ella haya querido hacerlo. Detrás suyo hay dos adultos que no reconozco y no puedo por menos que preguntarme qué hace Erika con ellos. Pero entonces, la niña habla para decirme que son sus padres y aquella imagen falsa que me había formado se resquebraja ante mis ojos, mostrándome la realidad. Mis mejillas se encienden de nuevo como dos semáforos al reconocer a la chica que había venido a hablarme en Halloween y que era el último recuerdo que tenía antes de perder el conocimiento. 

- Hola.- les digo al trío, pensando en la cansina de mi abuela que siempre me anda diciendo que en la vida hay que ser educados cuando ella luego hace lo que le apetece. Esbozo una sonrisa, deshaciéndome del abrazo de mi madre y mirando a las dos figuras que se encuentran junto a la chica. Sin embargo, lo que veo en sus ojos me deja mudo. ¿Por qué me miran así? Si yo no les he hecho nada. No sé si se trata de odio, asco, desconfianza...en cualquier caso, la mirada que me dedican no es muy agradable. Pero entonces me doy cuenta de una cosa: no me están mirando a mí. Están mirando, ¿a mi padre?

Al constatar este hecho, soy yo el que vuelve la cabeza hacia mi padre, viendo el reconocimiento en sus ojos. - ¿Os conocéis?- pregunto, confuso y a la vez curioso. ¿Cómo es posible? ¿Cómo conocen mis padres a unos magos? Aunque, bueno, a lo mejor los padres de esta chica no son magos. Como los míos.- ¿Trabajáis juntos?- pregunto, en una tentativa por llegar al fondo del asunto. 

Lo que menos me esperaba era escuchar la contestación del bueno de Niall, él que siempre intentaba mediar para que mi madre y el otro estuvieran un poco más tranquilos. Me reí por lo bajo durante unos instantes, pero mi risa se cortó al ver la cara de mi madre, sería mucho mejor no seguir tentando a la suerte y no hacerla enfadar más. No me interesaba, ni me apetecía, montar un escándalo en el colegio, aquel era ahora mi terreno y no iba a permitir que un muggle como mi padrastro o mi madre estropearan mi estancia allí.

—Sí, será lo mejor. Tengo ganas de pasar de una vez... eso. —Aún me resultaba difícil pronunciar la palabra y prefería no meter la pata delante de mi padrastro—. Bueno... adios.

Ni siquiera me acerqué a darles un beso, simplemente me despedí con un gesto de la mano y aquellas palabras que quizás habían resultado un tanto secas. Pero ahora tenía curiosidad de saber el motivo por el que mi hermano no iría en Navidades a casa así que, cuando ya nos disponíamos a marcharnos, no pude evitar preguntar.

—Oye Niall, ¿y qué planes tienes tú para las vacaciones? ¿Por qué no vas a ir a casa?

Desde luego que Agnes no estaba de buen humor y cuando eso sucedía la mejor idea que tenía Troy era largarse. Pero ahora no podía hacerlo así que se limitó a dejarse abrazar por su madre, que debía de tener la cabeza como un bombo, y limitarse a asentir cuando le preguntó si estaban bien. El pequeño dolor de cabeza había disminuido notablemente tras la aventura con James, Sirius y Erik. 

Miró a su padre con algo de extrañeza, porque le veía bastante extraño. 

- Hola, papá.- le saludó antes de que se enterara de que su hermana mayor le había hecho un hechizo estimulante. Ahora seguro que no había quien le calmara la excitación.- ¿Qué han averiguado contigo, Ágnes?

Dudaba que su hermana fuera a colaborar y de hecho lo mejor habría sido permanecer callado hasta que su hermana se terminara de desahogar, pero tenía preguntas, muchas, y no podía retenerlas más.

El recuerdo restante de Caliope fue breve y a fogonazos. Se peleaban, sin ser conscientes de su presencia, Yourth en serio, entregado mientras que el otro se limitaba a esbozar una sonrisa escalofriante y a mover la varita con gestos casi perezosos, como si se limitara a detener sus ataques.

- Podrías v... - mientras luchaban, aquel hombre conversaba con una voz penetrante, casi seductora, pero era imposible seguir sus frases porque el recuerdo se entrecortaba una y otra vez -...como la otra... - flash -... antes e...

- Nunca, jamás, jamás, v...

- T...estúpido...error...

Nada de aquello tenía sentido para la Caliope actual lo que sí vio fue cómo aquel ser entonces fijaba su vista en ellos, como si un sexto sentido le hubiera advertido de repente de su presencia allí.

- ¿Y a esto te dedicas ahora? ¿A eso se reduce? Liam Becker, profesor...

- Ya no...estúpido nombre.

- Oh, entonces, ¿...de sangre sucia? - el hombre soltó una risotada. Por un momento el duelo se había detenido. El profesor parecía tenso.

- Mi verdadero nombre.

- Uno de ellos en todo caso. No puedes borrar a Liam Becker - comentó el hombre con gesto desdeñoso antes de volver a sonreír. Era una sonrisa sin humor y casi sin humanidad, llena de un sadismo desconocido. Hubo un gesto silencioso de varita y aunque el profesor intentó detenerlo, fuera lo que fuera, la varita de Yourth salió volando como si ni siquiera hubiera sido una resistencia real -. ...de jugar contigo, Liam. No eras... al venir aquí. Aunque me ha gustado volver a verte. Y ahora...como servidor ¿... - fuera lo que fuera lo que había dicho, la cara de Yourth pasó de la ira a la palidez - ...profesor?... ¡Sectusempra?

Cuando aquel hombre volvió a sacudir la varita esta vez lo hizo en su dirección. El último recuerdo de Caliope fue ver cómo su profesor se interponía físicamente delante de ellos y recibía la maldición. Vio la sangre... y de repente volvió a encontrarse en el despacho de Dumbledore, boqueando y con la señora Gibbs envolviéndola en un abrazo.

- Ya pasó, cielo... 

Dumbledore, por su parte, tenía la mirada perdida y concentrada, con la barbilla apoyada sobre sus dedos entrelazados.

- Muchas gracias, Caliope. Ha sido un recuerdo muy valioso.

Lizbeth daba bastante miedo cuando se quedaba con esa mirada fija de búho, lo que llevó a Jason a mirar a ambos lados con cara de circunstancias que le daba aspecto de pillo. Ya tendría que haberse acostumbrado a decir verdad pero su amiga seguía siendo difícil de seguir.

- Claro que nos conocerá, además, es maja, me salvó de las niñas locas de tercero - dijo con temor reverente.

Pero justo cuando empezaron a andar apareció un chico de aspecto cansada y cabello color arena que le caía levemente sobre los ojos. Ambos le reconocieron enseguida como otro miembro de Gryffindor, dos años mayor que ellos. El chico se sobresaltó levemente al verlos pero sus rictus se relajó al reconocerlos.

- Lizbeth, Jason - ¿cómo narices sabía sus nombres? Nunca habían hablado con él -. ¿Por casualidad no habréis visto a James y a Sirius? Es decir...son ese par que siempre la lían en la sala común, ambos morenos, juegan a quidditch...

El rostro de la niña pasó a demostrar un inmediato desencanto, algo que produjo una sonrisa cariñosa en el rostro de su madre. El padre de la niña dejó de mirar al de Erik para sonreír también y desordenar el pelo de su hija.

- ¡No! ¡¿No lo recuerdas?! ¡Con...con lo que me había preparado para ese momento! ¿Aún no has ido a ver a Dumbledore... - la niña puso cara de pena antes de sacudir la cabeza y esforzarse en sonreír -. Bueno no...no pasa nada supongo. Soy Maika. ¡Tu prima!

- Lo que nos convierte a nosotros en tus tíos - acabó por decir la mujer.

Los dos hermanos empezaron a andar por los ahora silenciosos pasillos de Hogwarts. Era difícil saber si ya habían retirado el confinamiento al que sometían a la mayoría de alumnos pero a ellos les importaba poco pues si alguien los encontraba siempre podrían excusarse con que venían de ver a sus familias. Si fuera su hermano mayor, sabía que el que se atreviera a reprocharles su presencia allí se llevaría de regalo una mordaz crítica a la poca eficacia del sistema educativo de Hogwarts, pero Niall era más laxo.

- Prefiero quedarme aquí y casi te aconsejo que hagas lo mismo. Los últimos años como que...he vuelto un poco por ti. Ya sabes, no me llevo mal con él pero en casa ya no se está tranquilo. Nunca. Paso de malos rollos - se encogió de hombros, pero la verdad es que se veía serio -. Estoy cansado de los gritos, los insultos, los lloros y todo.

- ¿Dónde está mi niñaaa? - mientras Troy se dirigía a su hermana, su padre se había abalanzado sobre Violet, que en aquel momento mostraba cierta consternación sonrojada mientras su padre la levantaba y pegaba su mejilla a la suya -. A ti aún puedo abrazarte, seguro que si lo intento con Troy me dice que él ya es mayor. Pero tú no crezcas nunca.

Su madre mientras sacudió la cabeza, abochornada. La verdad era que podría finalizar el encantamiento pero casi le parecía mejor que estuviera en plan padre alegre que como había llegado allí, mosqueado y dispuesto a hacer rodar cabezas al estilo muggle.

- Nada, enano. Yo estaba en la fiesta, ¿sabes? A lo mío. ¿A vosotros ya os hicieron legeremancia?

¿Se había ruborizado un poco?

-Oh... entonces sí... - contestó Lizbeth con timidez y desconcierto, ese que le había producido ver cómo las chicas mayores no paraban de tocarle el pelo a su amigo. No tenia ni idea de por qué lo habían hecho y, de igual manera, era incapaz de identificar esos extraños sentimientos que habían hecho que se le cerrara el estómago y se sintiera todavía más fuera de lugar de lo habitual.

La llegada de ese chico resultó un soplo de aire fresco. Tanto que ni siquiera sintió la verguenza que le provocaba que chicos o chicas más mayores que ella se quedaran mirándola. La cosa cambió cuando pronunció su nombre. ¡¡¡¡SABÍA SU NOMBRE!!!! ¿¿¿¿¡¡¡POR QUE SABÍA SU NOMBRE!!!!????

Miró de reojo a Jason intentando captar su reacción.

-James y Sirius...

Por algún motivo que no llegaba a entender, sintió como sus mejillas se ponían coloradas. Sabía quienes eran. Chicos mayores, ruidosos, y populares que siempre parecían estar pasándoselo muy bien. A veces, cuando veía a Jason cerca de ellos, tenía la sensación de que eran un ejemplo de cómo sería su amigo.

-Ex-amigo - se corrigió para sí. Seguro que encontraba gente más guay con la que ir, y no con la tontina de Lizbeth.

-N..no los he..mos visto, lo siento - contestó, obligándose a formar palabras enteras sin excesivo éxito. - Es... ¿importante?

De repente sintió miradas acusadoras sobre sí misma viniendo de Jason y de todos los cuadros que había a su alrededor. Sí, podían ser imaginaciones suyas, pero era lo que sentía cuando sabía que se había ido de la lengua.

-Nosotros estamos intentando descubrir lo que ha pasado.

Y ahí iba la siguiente. ¿Es que no podía cerrar la bocota?

El chico se despidió elegantemente de Tanja, internamente sentía tristeza por su marcha pero no era algo que fuese a exteriorizar y mucho menos compartir con nadie. Se quedó un momento en la puerta, viendo la silueta alejarse hasta que desapareció y todavía un poco más aún.

Cuando ya no encontró excusa para seguir allí giró la cabeza, explorando el castillo mentalmente, y al final se decidió por ir a buscar a Duff. Vale que solo era un curso mayor, pero le interesaba saber qué comentaban los otros alumnos.

Parecía que aquel no era un buen momento. No, nunca lo era cuando a Weir si le parecía bien. Era la promera vez que había pedido algo a alguien y... bueno, esa persona lo había ignorado, con promesas de volver que posiblemente, como fuera el caso de su padre, no se cumplieran.

Esa era una historia que conocía perfectamente. Que recordaba perfectamente.

Recogido sobre la camilla, agarrandose las piernas y con la cabeza apoyada en las rodillas. No dijo nada, no hizo nada. Se dejó abrazar, y aquello quizás no era necesariamente una buena señal, quizás más bien todo lo contrario. Después de todo, él era Alexander Weir, y era incapaz de sentir apego emocional por nada, ni por nadie. Eso eran... sentimientos. Él estaba por encima de esas cosas. Era listo, después de todo.

Pero allí estaba Iradia con esa necesidad por el contacto físico. No... no le dijo nada. Quizás si que necesitaba un abrazo. Y aunque no era el que había pedido, si era un abrazo. ¿Era este el sino de las relaciones sociales? Recibir lo que no se quiere, perder lo que se quiere? Era tan complicado como extraño.

- ¿Duele? - Era lo que más asustaba al chico, que le doliera. - Necesito bañarme. Estoy sucio. - Informó, mientras soltaba lentamente las piernas y giraba la cabeza hacia Iradia. ¿Y si... Violet tenía razón por casualidad? - No... Pero tampoco logrará nada. Yo lo recuerdo todo. Y no recuerdo nada de esa noche. Es extraño. Seguro que vosotros os sentís así siempre. Y no me gusta. -

Aquella confesión por parte de Niall me dejó un tanto confusa. De todos nosotros siempre había sido el que se había mantenido más al margen de la relación familiar que se vivía desde la muerte de papá, no era tan mordaz como Liam ni tan pasota como Darren y, aunque sabía que no acababa de aceptar a Sean, nunca se había mostrado desagradable, por lo menos no tanto como lo podía hacer Liam o yo misma. Además, no sabía cómo sentirme al saber que si volvía a casa por las vacaciones solía hacerlo por mí, por una parte me halagaba pero por otra... Moví la cabeza negando, era un gran gesto por parte de Niall el cuidarme como lo hacía y eso decía mucho de nuestra relación, reforzando lo que siempre había sido... que éramos los que mejor nos llevábamos.

—¿Tú crees? ¿Crees que sería buena idea que me quedara aquí en vacaciones? No sé si al abuelo le gustaría pasar las Navidades sin nosotros pero... —Me quedé unos segundos pensando la idea, mordiéndome el labio concentrada—. Sí, igual tienes razón, así por lo menos evitaría el tener que cruzarme con Sean o tener que aguantar a la pequeñaja o a mamá, siempre en contra del abuelo. Eso sin contar con que a mamá seguro que le da un soponcio cuando se entere.

Me reí por lo bajo imaginándome la escena cuando se enterara que ninguno de nosotros dos tenía pensado pasar las fiestas Navideñas con ellos.

—Oye Niall... ¿Tú qué crees que pasó en Halloween? ¿Crees que ha sido una negligencia por parte del colegio lo que ha sucedido? No sé... me parece todo muy raro... y no te voy a negar que me da un poco de miedo saber que no estamos tan protegidos aquí dentro como dicen.

La verdad era que a Troy no le extrañaba nada que no hubieran descubierto nada con su hermana y es que seguro que estaba a su bola, como siempre. Notó cierto rubor en ella, pero no le dio la menor importancia. Lo que estuviera haciendo o no, no era de su incumbencia. 

- Sí. A mí ya me la han hecho. - le comentó. Miró a sus padres, entretenidos con Violet y decidió que era un buen momento para poder informar a su hermana mayor sin preocupar a los demás miembros de la familia- Vi al que causó todo aquello. Tom Riddle. Tiene los ojos rojos y por lo visto esto ha sido como una especie de aviso. He escuchado también a los profesores hablar. Fue sin querer, porque estaba buscando a mi amiga.

Estaban con Remus Lupin. ¡Remus Lupin! Vale, no es que Remus fuera alguien especial pero Jason sabía que se codeaba con Sirius y James, mejores amigos se podría decir, y él admiraba a aquel par. Bueno, es que era difícil no hacerlo porque todo el mundo lo hacía. Además, estaba claro que ellos sabían que debían ser admirados y eso sólo hacía que la gente los admirara más. Bueno quizás era un poco complicado pero la mente humana era en la mayoría de las ocasiones, incomprensible para Jason. Sólo sabía que había visto un entreno de quidditch y lo había entendido todo.

- Ah...esto... p-pues... - por una vez, Lizbeth fue más habladora que él, pues se había quedado en blanco, buscando las palabras que le llevaran a ser presentado a sus ídolos. No dio con ellas, aunque Remus amablemente obvio los titubeos de Jason y se dirigió a Lizbeth con una sonrisa.

- No, es que nos han dicho que ya podíamos volver a la sala común y aunque dijeron que se iban al baño...bueno, nadie tarda una hora en ir al baño... - ¿por qué les contaba eso a ese par? La verdad es que tendría que haber imaginado que no iban al baño cuando se lo dijeron con aquellas amplias sonrisas pero lo único que le apetecía en aquel momento era que Peter se callara un rato y ni siquiera se había dado cuenta. por suerte, Lizbeth parecía tan bocazas como él -. ¿Sí? ¿Y ya tenéis alguna pista? - preguntó amablemente. No estaba seguro de si se lo tomaban como un juego o no -. ¿Ya os ha visto Dumbledore? Es un poco raro que ya os hayan dejado salir cuando a nosotros ha sido justo ahora.

Tardó mucho más de lo previsto en encontrar a su amigo y no fue hasta que no se decidió a ir al baño a vaciar la vejiga que no lo hizo. Ahí estaba Duff, pálido, ojeroso y a juzgar por los sonidos que acababa de escuchar de alguien vomitando, mareado.

- Ei, tú - le saludó con poco entusiasmo, intentando fingir entereza al ver aparecer a su amigo. Tenía que mostrarse fuerte, al fin y al cabo, era el mayor. Por eso le gustaba codearse con pequeños -. ¿Qué haces por aquí? Pensaba que a los de primero aún no os habían dejado salir.

Iraida, como siempre, un tanto obtusa, no captó los matices de aquel abrazo. Sí que pensó que su hermano debía haberlo pasado mal y que por eso necesitaba contacto humano pero no más que el que necesitaría cualquiera. La chica era cariñosa, entregada y abnegada pero posiblemente más simple que el mecanismo de un chupete.

- No, no duele. Es decir...no es como...no duele físicamente pero...no sé cómo explicártelo. Es como un bloqueo. ¿Alguna vez se te ha trabado la lengua intentando pronunciar una palabra? - obviamente no. Iraida arrugó la nariz al percatarse de ello de modo que prosiguió -. Bueno, eso, que no duele. Y no seas a... - pausa para pensar la palabra -arrogante, Alexander. Vale, puede que no sea muy lista, que me olvide de lo que he estudiado y de más cosas. Pero no tengo huecos en la memoria que no recuerdo. No es como si me emborrachara como... - la chica se puso roja como un tomate. Había estado a punto de criticar a su hermana de modo que se calló durante un rato antes de emitir un suspiro -. ¿Falta mucha gente por ver al profesor Dumbledore? Siempre puedes decir que vas último y vamos a buscar tu kit para emergencias. Aunque...deberían hacerte el análisis médico antes, sólo para asegurarse de que es seguro que salgas...

Niall nunca lo diría pero parte de sus molestias eran causadas por su hermano mayor. Maebh también tenía lo suyo pero era pequeña, sin embargo su hermano Liam había iniciado aquella especie de cruzada personal contra su padrastro y aunque al principio incluso lo había apoyado al final le cansaba y le parecía, de hecho, una chiquillada. ¿Qué sentido tenía? Vale, era muggle, él tampoco era muy fan precisamente, pero era el marido de su madre. ¿Serviría de algo que cortara con él por la fuerza? Además, ahora tenían una hija juntos. Aquello, desde luego, había hecho que se sintiera realmente incómodo. Tenía una hermana sangre sucia. En más de una ocasión había querido acercarse y hacerle juegos pero tenía sangre muggle. aunque, ¿qué culpa tenía ella? A decir verdad, se sentía extrañamente confuso al respecto y la confusión era un sentimiento con el que no se llevaba bien.

Aquellos pensamientos quedaron para la intimidad de su alma, encogiéndose simplemente de hombros.

- Sí, creo. Empiezo a darme cuenta de que el abuelo nos influye demasiado, ¿sabes? Y eso tampoco es bueno. No digo que esté equivocado pero a veces me pregunto si tengo una forma propia de pensar o sólo reciclo lo que me han enseñado - se quedó un rato callado mientras su hermana desgranaba para él sus pensamientos, haciendo que, al final, le apretara un hombro como gesto de confort antes de volver a apartar la mano -. ¿Sinceramente? Ni idea. Pero Dumbledore venció al mago oscuro más poderoso de todos los tiempos, Grindelwald, y no creo que sea alguien que cometa negligencias. Nos gusten o no las políticas que emplea para dirigir el colegio, sigo diciendo que es un gran mago. Pero no sé. Es raro. Y creo que el abuelo sabe algo. ¿No te ha parecido que estaba de demasiado buen humor teniendo en cuenta que nos han atacado?

Mientras su madre trataba de alejar a su padre de Violet, que cada vez parecía más abrumada, Agnes miró con interés a su hermano pequeño, que por lo visto había presenciado algo interesante. Al final, torció el gesto. Lo que el profesor había visto en su recuerdo...sólo esperaba que cumpliera su promesa. Había sido vergonzoso cuando la señora Gibbs le había sugerido hablar de ello. ¡Ja! ¡Como si a ella le pasara algo! Por eso se había ido de forma airada del despacho diciendo que aquello no tenía nada que ver con lo sucedido y que no tenía ni motivos ni derecho para meter las narices en su vida privada.

- ¿Un aviso de qué? Esto no tendría que estar pasando. Y me mosquea que nos estén utilizando para dar algún tipo de mensaje. ¿Mensaje de qué?

- No sé, pero es peligroso. En eso están todos de acuerdo. Hasta Sirius y James parecían algo preocupados. Estaban espiando a los profesores.- le comentó sin reflexionar en que quizás a sus amigos los veteranos no les gustara que una estudiante de Slytherin lo supiera.- Suerte que nos salvaron porque casi nos pillan. Ojalá supiera más... de todas maneras no le digas nada a Violet de esto. Tiene unas compañías algo raras, ¿sabes? No quiero que lo sepan quienes no deben.

-Qui...quizá estén un p-poco oc-c-u-pa...dos.

Las palabras se deslizaron entre sus finos labios con timidez. Esa timidez que dennotaba la verguenza de quien sabía la barbaridad que estaba diciendo. Aunque ese sentimiento no tenía nada que ver con lo que estaba ocurriendo en su interior. De estar en confianza, Lizbeth hubiera estallado en la más sonora carcajada. Y no era para menos. Imaginarse a los dos chicos más populares de Hogwarts sentados en sus respectivas tazas de vater rojos como tomates intentando terminar 'la faena', era cuanto menos, muy escatológico. Y teniendo en cuenta cómo se ponían esos dos a la hora de la comida, el estreñimiento era lo que menos le sorprendía a la pequeña.

-Si quieres nosotros te acompañamos a la Sala Común.

La naturalidad y seriedad de 'madre' con la que hizo el ofrecimiento rozaba lo cómico. Aunque, por supuesto, ella no era consciente de ello.

-La verdad es que no. Estabamos pensando preguntar a la Señora Gorda, es simpática - añadió, como si fuera la primera vez que el chico mayor escuchaba hablar de ella. - Eh... es que... hemos sido los primeros, ¿verdad Jason? - añadió con rapidez, visiblemente tensa tras la salida de Dumbledore a la palestra. No se cortó en lanzarle una mirada de enfado a su amigo. No le estaba ayudando mucho precisamente. -¿Tú sabes algo? - hizo la pregunta con rapidez, intentando cambiar de tema.