Partida Rol por web

Aunque Tanja no lo verbalizara, Jarek podía ver el orgullo en los ojos de su madre. ¿Estaba orgullosa de él? Volvió a cubrir la distancia que los separaba para depositar una caricia en su nuca, como acostumbraba a hacer, aquel gesto que era sólo para él.

- Todo irá bien, Jarek. Recuerda no poner nada especial por escrito. Nos veremos para Navidad, ¿de acuerdo?

Había esperado que Violet se acercara hasta él, pero al parecer había dudado ligeramente. Conocía muy bien a su hermana así que o bien estaba enfadada o simplemente no quería ser un peso adicional para Troy. Si era lo primero, el chico prefería que no se acercara - posiblemente se habría enterado de su aventurilla con Erik- y si era lo segundo es que su hermana era un poco boba. Si no se apoyaba en su hermano, ¿en quién sino?

Iba a decirle algo cuando Amanda se dirigió a ellos. ¿Sus padres habían venido entonces? Bueno, de su madre lo veía normal. Pero su padre era muggle. ¿En serio le habían permitido ir? Le dedicó una mirada cálida a su hermana, acompañada de una pequeña sonrisa, con intención de tenerla tranquila.

- Vamos entonces.- y junto a su hermana salió en busca de sus padres.

Alexander miró a Violet a los ojos, lo que ya era un logro. Y se la quedó mirando durante unos segundos, largos segundos a medio camino entre la duda, la tensión y hasta cierto pánico. - ......................que................ - Y... ¡salvados por la entrada de personas humanas en la escena! Automaticamente, aquella cercanía, incluso humanidad o complicidad que Alexander pudiera tener en presencia de Violet, desapareció, recogiendo las piernas y abrazandose a ellas mientras agachaba la cabeza. Pero fue la última frase que dijo la mucacha, que le hizo alzar la mirada hacia ella, mirandola una vez más con la mirad del rostro oculto por los brazos.

- Te lo digo. Ahora. - Afirmó con contundencia, esperando algo que no llegó, ya que fue atacado por una bestia salvaje de rubia cabellera llamada Iradia. Se quedó tenso, agachando la cabeza y quedando callado,e n silencio. Estaba pensando algo. - No me llamo Alex. Me llamo Alexander. - Comenzó a decir... pero se quedó callado. En silencio. ¿Donde estaba la segunda bronca?

Cuando Iradia lo liberó de la presa, se tomó la libertad de relajarse y mirar a Violet cuando se despidió. - Vale. - Dijo de forma escueta, recogiendose en la camilla, sentado como estaba, y miraba de nuevo a Iradia. - Quiero hablar contigo. - Acabó por decirle a su hermana.

No había entendido ni la mitad de las palabras que habían salido de la boca de esos chicos mayores. ¿Qué era una bludger?¿Y en qué era diferente el ajedrez mágico del normal? ¿Y lo de la sangre sucia? ¿Acaso mi sangre era más oscura que la de los magos de verdad? No entendía nada y eso me hacía sentirme súper tonto, sensación que no me gustaba en absoluto. No estaba acostumbrado a sentirme tonto. Lo único que me había quedado claro era que aquí las cosas funcionaban de manera muy diferente a lo que yo estaba acostumbrado a ver. 

Con ese aluvión de preguntas rondando por mi mente, sigo a Troy de vuelta a la improvisada enfermería. Nuestra entrada no parece llamar la atención de nadie. ¿Se habrán dado siquiera cuenta de que nos habíamos ido?. Al instante, siento como toda aquella tensión que había ido acumulando durante el camino de vuelta ante la perspectiva de ser castigados desaparece. 

Es entonces cuando me fijo en las vendas que envuelven el cuello de uno de los profesores, que antes no estaba ahí. Me acerco a él, sin poder reprimir mi curiosidad. Al pasar junto a Alexander, esbozo una pequeña sonrisa al ver que ha vuelto sano y salvo del baño. Por un momento había llegado a pensar que se había caído por el váter. - ¿Estás bien...en este momento?- añado las últimas palabras, consciente de que probablemente la otra pregunta le resulte muy difícil de responder. 

Mientras aguardo su respuesta, me vuelvo hacia el profesor hacia el que había dirigido mis pasos en un primer momento.- ¿Qué le ha pasado en el cuello, profesor?

En ese momento, se vuelve a abrir la puerta y entra la hermana de Alexander y una chica mayor que me suena pero a la que no logro ponerle nombre. No puedo evitar que la tristeza invada mi mirada cuando me llama gafitas. Lo ha dicho con tono de burla, o al menos eso me ha parecido. No como el chico de antes. Sin embargo, todo queda olvidado cuando nos da sus noticias. 

- ¿Mis padres están aquí?- pregunto totalmente incrédulo. Me puedo imaginar la expresión de mi madre cuando cruzase la pared de ladrillo que conecta con el andén del tren de Hogwarts. Estoy emocionado y eso me sorprende. Supongo que a pesar de las notas, no había llegado a creer que fueran a dejarles venir. 

Sin darle más vueltas, me acerco a la chica rubia.- Yo ya estoy listo. 

-E...l.... pro...fe...ta... - repitió de nuevo, esta vez mucho más despacio, como si por ciencia infusa fuese a aparecer la respuesta delante de sus narices. Frunció el ceño y arrugó la nariz de una forma que parecía hacer siempre gracia a todos los que la rodeaban. Por supuesto, ella no se la veía por ningún lado.

-Sí, debe ser eso - indicó, con cierto retitín de sabelotodo que solo salía a la luz en esos escasos momentos en los que se sentía en plena confianza. - Es Dumbledore. Quizá él tenga las respuestas. Debemos buscarlo - concluyó, más que convencida, sin recordar que hacía apenas unos segundos su mayor miedo era que alguien les encontrara fuera de la enfermería. Y ahora estaba deseando ir en busca del director de Hogwarts. ¡Estaba mal de la azotea!

-¡¡Vamos a hablar investigar!! - Se dio cuenta de que seguía sujetando la muñeca de Jason y, sin cortarse ni un pelo, tiró de él hacia el pasillo. No tenía ni idea de lo que iba a hacer o decir, pero sí que tenía clara una cosa: ese colegio estaba atestado de cuadros.

Una vez en el pasillo fue directa al primer cuadro que se le puso delante. De repente, toda la motivación y energía que la había sacado del Gran Comedor se esfumó en un abrir y cerrar de ojos. Su cuerpo empezó a temblar. Tanto, que incluso sentía cómo movía el brazo de Jason.

-E...e....mm... - tragó saliva con dificultad. ¿¿¡¡Cómo se le había pasado por la cabeza hacer algo así!!?? - ¿¿¿Ho...o...l..a..??? - miró con el rabillo del ojo a Jason sintiéndose idiota. - ¿¿Hay al...gu..ien..??

Escuché, sin ocultar mi mala cara por no poder irme aún, la explicación de mi hermano, notando como me entraba el pánico al oírle decir que salían a flote las cosas que más queríamos ocultar. No, eso no podía permitirlo, había temas en mi cabeza que eran sólo míos y no iba a permitir que nadie, NADIE, por muy buen mago o buena persona que fuera, que invadiera esa pequeña parcela de mi cabeza que me pertencía sólo a mí.

Iba a replicar, a decir a mi hermano lo que me preocupaba pero parecía que él se me había adelantado ya que, en un intento de justificar al director, me aseguró que no pasaría nada de lo que temía.

No estaba a gusto en aquellos momentos, ni siquiera sabía de qué podía hablar con mi madre y el otro, de hecho no tenía ni ganas de hablar, lo único que quería era que me llamaran de una vez, terminar con todo aquel asunto y volver a la rutina. Pero mi madre estaba empeñada en sacar algún tema de conversación, por muy tonto que éste fuera. Bufé por lo bajo cruzándome de brazos, al escuchar su tonta idea sobre la Navidad.

—Aún queda mucho para las fiestas, es una tontería pensar ya en ellas.

Sólo de pensar que tenía que aguantar todos esos días a mi madre, a mi padrastro y a la pequeñaja, se me quitaban las ganas de estar en casa durante esas fechas. Desde que mi padre había muerto, las Navidades para mí habían dejado casi de existir, nadie podía igualar a las fiestas que él preparaba y a lo bien que lo pasábamos en su compañía.

—Papá ya lo hubiera tenido todo organizado y seguro que nos hubiera preparado una gran sorpresa.

Ni siquiera me preocupaba que el hecho de nombrar a mi difunto padre pudiera causarle dolor a mi madre o a su marido. No me importaba si le hacía daño, al fin y al cabo había sido ella la que se había olvidado de papá casándose con aquel muggle.

La mirada que la mujer dedicó al niño hizo que éste recuperase un poco de ánimo, y cuando volvió sobre sus pasos y le acarició se pudo apreciar como apretaba su cabeza contra la cálida mano. Con nuevas fuerzas Jarek asintió a las últimas palabras de su madre.

-Claro mamá. Nos veremos en Navidad... te quiero.

Dudó en decir lo último pero la cercanía, la seguridad del lugar y el futuro incierto que se abría ante ellos, hicieron que el chico pusiese en palabras su mayor sentimiento.

Suspire, aliviada, al notar el reconfortante abrazo de la señora Gibbs y al escuchar a Dumbledore decir que todo aquello no habian sido mas que exageraciones de la tal Myrtle. - ¿De verdad? ¿Entonces no murio nadie? Me alivia mucho escuchar eso... . dije entonces, llevandome una mano al pecho, dejando escapar un largo suspiro de puro alivio.

Sin embargo, Dumbledore no tardo en preguntarme si queria seguir. Si queria volver a intentarlo, a lo que asenti entonces, cargada de decision. Habia llegado hasta alli, y ahora no iba a detenerme. Pues claro que continuaria lo que fuera necesario. Yo era una chica valiente, y nunca me echaba atras. Y tampoco lo haría en un momento como aquel.

-Claro que si, señor Dumbledore. No se preocupe por mi. Estoy bien, de verdad. - le dije entonces, con una pequeña sonrisa cargada de resolucion- Vamos, continue. Estoy lista. - añadi, cerrando los ojos, mientras respiraba profundamente, preparada para un nuevo asalto.

Miró a Alexander durante unos momentos, y cuando dio un paso hacia él, dudosa, fue interrumpida por el torbellino de energía rubia que ocupó su lugar. No sabía si sentirse aliviada o casi decepcionada de que el primer avance que realmente había logrado hacer con el chico se viera tan fácilmente truncado.

- Vuelvo luego - repitió antes de por fin acercarse a Troy, que la miraba con una de esas expresiones que rara vez se podían ver en el rostro serio de su hermano.

Seguramente, se dijo, se tratara a que estaba tan contento como ella de encontrarse con sus padres cuando estaba sucediendo todo aquello.

- ¿Estás bien? ¿Y Megan? - preguntó por lo bajo mientras salían de la enfermería tras Amanda.

Mientras tanto, la única respuesta que Erik recibió del profesor a aquella más que repetida pregunta fue un ligero encogimiento de hombros que le animaba a meterse en sus asuntos de modo que no le quedó otra que acercarse al grupo que se marchaba.

Cualquiera diría que acababan de despertar de un ataque viendo la cara de aburrimiento de Amanda, que se había agenciado un chicle y hacía burbujas con él que se estiraban hasta fuera de lo que parecía posible.

- Venga mocosos, es para hoy.

Había gente que tachaba a Amanda de mala persona pero más bien se debía a lo poco que le gustaban los niños y a que tenía un aire desdeñoso tras el que ocultaba la inteligencia que la había llevado a prefecta. Las malas lenguas decían que el sombrero había estado a punto de hacerla caer en slytherin pero por lo visto había más nobleza en ella de la que se apreciaba a simple vista.

- Primera parada. Me siento como el autobús Noctámbulo - murmuró para sí, poniendo los ojos en blanco antes de señalar una puerta, sin decir nada -. ¿A qué esperáis? ¿No lo he dicho? Oh, bueno. Los mellizos. Ahí está vuestra familia. Y vuestra hermana. Disfrutad, me han dicho que la princesa de hielo no está de buen humor.

Tras aquello, siguieron andando, la chica mascando chicle como si no hubiera mañana hasta que por fin llegaron a la puerta de un aula abandonada.

- Andando, monada. Ahí te esperan. ¿Son muggles, verdad? Te aconsejo que no les digas muchas cosas porque ya deben de estarlo flipando bastante.

Sin embargo, fue Erik el que lo flipó al entrar. Más que nada porque el ambiente podía cortarse con un cuchillo y es que ahí no estaban sólo sus padres sino que también estaban una pareja de desconocidos y la chica que le había saludado y que constituía el último recuerdo que tenía de la noche de Halloween.

- ¡Erik! - fue su madre la primera en acercarse a él y darle un fuerte abrazo -. Hemos estado muy preocupados por ti.

Su padre la siguió de cerca y se limitó a colocarle una mano en el hombro mientras que la niña le saludaba efusivamente desde al lado de la pareja.

- Son mis padres.

Cuando Violet y Troy entraron en un despacho que no sabían a quién pertenecían, se encontraron a su madre aguantando el chaparrón mientras su hermana gestualizaba con ambas manos y aspecto irritado.

- Me parece increíble que hayan permitido que esto suceda y que encima tengamos que pasar por una violación de nuestra intimidad como es la Legeremancia. Y claro que podíamos negarnos, sí, pero entonces nos habrían señalado con el dedo y nos habrían marcado como sospechosos. Además, no ha servido de nada, no había presenciado nada interesante.

En aquel momento su padre descubrió su presencia así que se acercó a ellos más risueño de lo que cabría esperar teniendo en cuenta que sus hijos acababan de pasar por una experiencia cuanto menos traumática.

- Chicos - comentó, dándoles un abrazo a cada uno -. Esto es genial. Ahora entiendo por qué Hogwarts es tan especial. Mira que me lo habían contado pero no se puede comparar. Es genial - repitió con expresión soñadora.

- Ya vale, cariño. ¿Tenías que lanzarle un encantamientoe sitmulante a tu padre?

- Mamá, por favor...le iba a dar un ataque. Entre la impresión y lo que ha sucedido, ha llegado un poco nervioso, ¿no?

- Ya... - ahogó un suspiro antes de mirar a sus hijos -. ¿Estáis bien?

Iraida estaba provechando, emocionada en silencio, para abrazar con fuerza a su hermano. ¿Cómo podía parecer tan frágil con lo cabezón que era normalmente? Se le veía tan dependiente, aunque nunca lo reconociera. Iraida quería a su familia pero tristemente, era con el pequeño Alexander con el que más conectaba, quizás porque le tocó hacer de madre cuando sufrieron la terrible pérdida de su padre. La pequeña era demasiado niña como para haberlo sentido demasiado y la mayor había decidido empezar a romper el lazo que la unía a su familia. Pero Alexander y ella estaban unidos en el dolor, o así lo sentía. Cuidar de él lo había hecho soportable.

- Claro, claro, lo que quieras. Aunque no puedo explicarte gran cosa, Dumbledore ya me hizo la legemerencia - dijo de forma equivocada antes de proseguir - y la verdad es que no vi nada. ¿A ti ya te la han hecho?

Lizbeth era agotadora, tan pronto pasaba de la excitación como de la depresión inmediata. Se dejó llevar por ella, balbuciendo palabras inconexas de no parecieron hacer mella en la niña, que seguía totalmente concentrada sin destino alguno.

Que bruta es cuando quiere, pensó para sí. Aunque claro, a decir verdad, era raro verla así pues normalmente era una florecilla delicada y temerosa y cuando tomaba la iniciativa de ese modo casi parecía que un simple suspiro podría hacerla caer en su estado habitual.

Aquel suspiro resultó ser el aliento frío que exhalaban las piedras del pasillo porque de repente la niña empezó a temblar y a balbucir, momento en que Jason aprovechó para soltarse de su agarre impetuoso.

- Lizbeth, tranquilaaaaaaaaaaaaaa - el niño se puso delante de ella y la tomó por los hombros, sonriendo -. Si nos fueran a hacer algo el superguay de Nick ya nos habría reñido pero no pasa nada. Como mucho nos quitarán unos cuantos puntos, pero si nos hacemos pasar por pobres niños traumatizados ni nos castigaran - le dio un suave apretón, sonriente, como si aquello fuera lo único que preocupaba a Lizbeth. Los cuadros de detrás de ellos estaban vacíos -. A ver, pensémoslo bien. Quizás tendríamos que buscar algún cuadro por la entrada o por donde fuera que pasó todo. Pero yo no tengo ni idea de dónde fue eso. ¿Tú que crees? O podemos hablar con la Señora Gorda. Ya sabes lo que le gusta hablar, un día me tuvo sin abrirme durante diez minutos porque me estaba contando no sé qué tontada.

Su madre acusó el golpe apretando los labios, con el rostro lívido mientras su padrastro le colocaba una mano sobre la suya en lo que esperaba que fuera un gesto tranquilizador.

- Bueno, aún podemos hacer algo que esté bastante bien - comentó su padrastro en el tono más suave posible.

- La verdad es que estoy de acuerdo con Maebh, no sé ni siquiera si iré a casa por Navidad así que haced los planes sin mí y ya si eso si más adelante puedo... - Niall hizo un gesto poco comprometido. Pasar unas navidades ruidosas era lo que menos le apetecía a decir verdad -. Bueno, creo que ahora sí que mejor nos vamos ya - anunció al ver que posiblemente aquello sólo degeneraría. Su madre seguía sin decir nada, obviamente conteniendo las palabras que saldrían enfurecidas si las liberaba en aquel instante -. ¿Vamos, Maebh?

Al final, Jarek acabó acompañando a su madre a la puerta del Colegio pero una vez ahí se quedó sin saber qué hacer. ¿Volvería a la enfermería con Rox? Se suponía que si llegaba su turno le irían a buscar pero aún no lo habían hecho de modo que quizás ni siquiera habían acabado con Caliope.

Caliope volvía a andar por sus recuerdos. Ya no estaban en el mismo lugar que antes, la ciénaga quedaba a sus espaldas y Myrtle había desaparecido. No lograba recordar si habían hablado con ella antes de separarse, pero de algún modo tenía la vaga sensación de que sobre ellos pendía una advertencia.

Fue entonces cuando vieron el primer cuerpo. Era un chico de Gryffindor de tercer o cuarto año, con el pelo de un color pajizo. Durante un momento tanto Erik como ella se preguntaron si estarían contemplando un cadáver pues el rostro se mostraba pálido incluso ante aquella tenue luz. Sin embargo, respiraba.

Ambos sabían que deberían retroceder pero a lo lejos se escuchaba un extraño ruido y el aire estaba cargado de estática. Su talante gryffindor tiraba de ella. Fue entonces cuando llegaron al pozo y se encontraron con Megan y Troy desmayados en el suelo junto a otro chico también un par de años mayor. El rostro de Megan tenía un rastro de lágrimas y sin embargo lo peor fue ver una gran serpiente reptando sobre ellos como si no fueran más que una piedra del camino.

El gran reptil se giró y los miró, sacudiendo la lengua en su dirección, como si evaluara a su presa, pero al final pareció perder interés en ellos y se dirigió hacia aquel ruido, antes difuso, que empezaba a cobrar nitidez. El aire crepitaba. Y, de repente, hubo una llamarada roja a pocos metros de ellos que les permitió ver lo suficiente para ver a dos magos duelándose entre ellos: uno era el profesor Yourth y el otro un ser que ni siquiera parecía del todo humano, sus ojos tenían un brillo rojizo según cómo se les mirara, su piel era pálida y parecía tensa sobre sus huesos y su nariz parecía estar encogiéndose sobre sí misma.

Vale. Estaba asustada, no iba a negarlo.

La verdad es que por muy valiente que fuera, que un fantasma histerico te pusiera un mal cuerpo de la leche hablandote de muertos y del cuidado que tenias que tener... Pues no ayudaba mucho a mantener la calma. Vamos, que a aquellas alturas y a pesar de no retroceder ni un solo paso, habia dejado de medir la fuerza con la que apretaba la mano de Erik a quien, desde luego, ni habia soltado ni pensaba soltar. Si yo estaba asi... ¿Como estaria el? Aunque, visto lo visto, lo cierto era que se estaba portando como un valiente, las cosas como eran.

Y asi, llegamos hasta el lugar donde estaba aquel chico rubio, cuya vision hizo que tuviera que taparme la boca para no dejar escapar un grito de puro panico. Menos mal que, poco despues, al menos nos dimos cuenta de que estaba vivo. Entonces... ¿Que le habia pasado? ¿Lo habian petrificado? Lo cierto era que no tenia ni idea, pero al menos saber que estaba vivo me habia tranquilizado bastante, y me habia dado el valor suficiente como para seguir adelante, hasta el lugar en el que estaban Megan y Troy, inconscientes tambien.

-No... . dije, horrorizada, haciendo el amago de acercarme a ellos rapidamente para ver si estaban bien. Sin embargo, algo me hizo detenerme en seco. La serpiente. Aquella enorme serpiente que reptaba sobre ambos, haciendo que un nudo me atenazara el estomago. 

-¡No! ¡Dejalos en paz! ¡Largate! - grite entonces, casi sin ser consciente de lo que estaba haciendo. ¿Y si a la serpiente le daba por atacar?

Por un momento, parecio que asi iba a ser. Sin embargo, de repente la serpiente se vio distraida por aquel inquietante ruido que tambien habia captado nuestra atencion, sin duda, y se dirigio hacia el, haciendome caso, aunque fuera de forma involuntaria, al tiempo que, por su parte, conseguia hacer que la curiosidad volviera a picarme y me viera, una vez mas de forma totalmente inconsciente, arrastrada a seguirla. 

Y entonces vi aquel resplandor. Uno que hizo diera un respingo y me quedara boquiabierta, con los ojos muy muy abiertos. ¿Que estaba pasando? Aquel era... ¡Era el profesor Yourth! ¡Luchando contra...! ¿Que era eso?

No, no era una persona. Era un ser horripilante que quizas alguna vez lo habia sido... o quizas simplemente aparentaba serlo, en cierto modo. -Erik... ¡Mira! ¡Tenemos que hacer algo! - exclame entonces, sacando mi varita, con intencion de cometer la mayor locura de mi vida e ir en ayuda del profesor Yourth, si nada me lo impedia.

No podiamos dejar que aquella cosa le hiciera daño. Al parecer, ya habia dañado a demasiadas personas por el momento.

Lizbeth, tranquilaaaaaaaaaaaaaa

Había dicho la palabra mágica. Esa que hacía que todavía se pusiera más nerviosa. Por suerte para él, no era de esas personas que lo focalizaba todo en gritos, improperios o achaques hacia la otra persona. Simplemente incrementaba exponencialmente su balbuceo, sus dudas y su temblor. Vamos, un manojo de nervios incontrolado.

-¿¿¿Cómo que nos q...quitarán pu...puntos????

Eso era mucho peor que todas las horribles cosas que se le habían pasado por la cabeza. ¿¿¿¡¡¡Perder puntos para su casa a la primera de cambio!!!???

-Tra...traumati...zados - repitió lentamente, recibiendo el renconfortante apretón de Jason. Esa frase le sacó una pequeña sonrisa. Ella tenía todas las papeletas para llevarse el premio a la más traumatizada. Todo el mundo pensaba siempre que estaba al borde del colapso. Aunque visto lo visto... no es que fueran muy desencaminados.

- Vale - continuó, más para sí misma que para su compañero, cuando éste cogió las riendas de la conversación. Le escuchó en silencio, con los ojos abiertos y fijos en él. Con esa actitud que siempre tenía cuando se concentraba pero que podía llegar a ser algo extraña para quienes le rodeaban.

- ¡¡Esa es muy buena idea!! - De nuevo, la pirada versión de Lizbeth enseñó su patita, haciendo que pegara un bote en sitio y volviera a coger con fuerza el brazo de su amigo. - Seguro que la Señora Gorda nos ayuda porque ya nos conoce. ¿Nos conoce verdad? - preguntó con ansiedad. Habían entrado a la sala Común varias veces pero también lo habían hecho cientos de niños. Y ellos eran nuevos. Y pequeños. E insignificantes. Bueno... ella era insignificante. Jason era guay. -Y vas a ir con Jason, tonta, todo es perfecto.

-¡¡Todo es perfecto!! - concluyó, elevando la voz más de lo necesario. - Vamos a ver a la Señora Gorda - indicó, echando a andar hacia la torre de Gryffindor estirando de su amigo - Seguro que consigues sacarle información. Eres muy bueno hablando con la gente.

Sigo a la chica rubia fuera de la sala, mientras la observo sacar un chicle del bolsillo y comenzar a hacer bombetas con él sin que el profesor le diga nada por ello. Aunque ahora que lo pienso, tampoco ha respondido a mi pregunta. A lo mejor, la herida del cuello le ha dañado las cuerdas vocales y se ha quedado mudo. Tendré que asegurarme de preguntarle más tarde a alguien. Yo no sé qué haría si alguna vez me quedase mudo. ¿Tendrán los magos una máquina que transforme los pensamientos en palabras?. Si no la hay, yo la inventaré. 

La orden de la prefecta me saca de mis pensamientos, haciéndome dar un respingo. ¡Qué susto!. Ni siquiera me había dado cuenta de que me había quedado parado pensando en mitad del pasillo. Miro hacia la rubia y bajo la cabeza avergonzado y, sobretodo, intimidado por su mirada. Realmente esa chica da miedo, así que decido que lo mejor que puedo hacer es permanecer callado el resto del camino. 

Cuando llegamos a la sala en la que dejamos a Troy murmuro un -Adiós- a los mellizos antes de seguir a la rubia hacia mi parada.