Partida Rol por web

Intentaba mantener una conversación con Joy, pero las continuas interrupciones lo hacían francamente difícil. Si no era la estúpida enfermera rubia... ¿por qué ha dudado al hablar cuando nos dijo que ya habían avisado a nuestras familias?, era Jarek y sus amigos, o sino el medimago, el profesor y el repelente de Alexander, ese niño debería estar en San Mungo y no en Hogwarts. Suspiré resignada mientras proseguía la charla con Joy.

Fue en el momento en que Troy entró en la habitación que mi atención se centró en él, más aún sabiendo que el medimago ya estaba llamando a la siguiente persona en hacer las pruebas, la niña del pelo de colores, lo que me indicaba que después iría yo.

—Espera un momento Joy, quiero saber una cosa.

Salté de la cama en la que estaba sentada y me acerqué a Troy y su hermana, esperando unos segundos a una distancia prudencial a que terminaran lo que fuera que estuvieran hablando. No me habían educado para interrumpir de mala manera conversaciones. Cuando me pareció que ya habían terminado, levanté un dedo en dirección al chico para llamar su atención.

—Oye... disculpa. ¿Cómo han ido las pruebas? ¿Qué te han hecho? ¿Son difíciles? ¿Te han hecho daño?

Fue como si una compuerta se abriera para dejar paso al torrente de preguntas que bullían en mi cabeza. Una cosa era que mi abuelo me escribiera que no tenía nada de que preocuparme y otra muy distinta era que no me pusiera nerviosa ante lo que fuera que me iban a hacer.

Miré a Joy con curiosidad, dándome cuenta que lo que decía su madre en su carta y lo que me decía a mí mi abuelo eran cosas bastante parecidas.

—Sí, yo creo que saben algo más. A mí mi abuelo también me ha dicho que no me preocupara, que sólo era una prueba o algo así... No entiendo muy bien a qué se refiere pero si mi abuelo está tranquilo entonces no tengo nada que temer... aunque un poco nerviosa sí estoy.

Justo en ese momento vi entrar a Troy y, disculpándome con mi compañera, fui a hablar con él.

- No hay ninguna chica rubia. Se lo he dicho para probarla. Esa mujer está mintiendo.- le susurro a Caliope, contrariado y preocupado por mi compañera de casa. - No hay que dejar que se lleve a Megan.- insisto con un tono cargado de preocupación. 

Pero cuando me levanto y voy hacia la puerta ya es demasiado tarde. No solo no consigo parar a Megan sino que además me doy de bruces con el otro medimago, que entra en la sala junto con algunos de mis compañeros. Caigo al suelo estrepitosamente y me llevo la mano a la cabeza. El dolor del golpe se me ha juntado con la debilidad provocada por el ataque de Halloween y tardo casi un minuto entero en volver a centrarme. 

Lo hago justo a tiempo para oír el comentario del Gryffindor sobre que la prueba había sido rara y para ver llegar a Alexander junto al profesor. - Pero no está malo, es que tiene miedo a los gérmenes y no le gusta que le toquen.- le explico al profesor, sin entender el repentino enfado de Caliope que parece ver la preocupación del hombre como algo malo. Tan solo se ha equivocado, ¿no? Se piensa que Alexander está enfermo porque se ha puesto muy rígido.

Entonces llaman a Caliope y le dirijo una mirada aprehensiva. Ten cuidado. La visita de la otra enfermera me ha dado muy mala espina y no quiero que le pase nada malo a mi amiga. ¿Y si resultaba que era la mujer rubia quien le examinaba? ¿Y si le hacía daño? 

Cuando se van, me acerco adonde está Alexander.- Eh, tranquilo. Los gérmenes no son tan malos como tú piensas. No te vas a morir. Una vez vi un hombre en las noticias que llevaba 30 años sin lavarse y todavía no se ha muerto.- digo, en un intento de animarle. 

Pero cuando la chica de Slytherin se pone a interrogar al Gryffindor, levanto los ojos hacia ellos. Yo también quiero saber cómo son las pruebas.- Sí, ¿qué te hicieron?- pregunto desde donde estoy.- ¿Te han dicho qué nos pasa? ¿Nos vamos a poner bien?

Tanto Maebh como Erik se habían acercado a él, curiosos, como era lo normal. Al fin y al cabo Troy había sido el primero de ellos en experimentar la extraña sensación de la Legeremancia y los demás debían estar intrigados sobre lo que les iba a deparar.

No dudó en contestarles, intentando aportar la mayor información posible:

- Es muy difícil, pero la verdad es que ha funcionado. Es raro... porque empiezas a ver lo que has vivido pero sin saber que lo has hecho.- se rascó la ceja, pensativo. Todavía tenía la cabeza algo embotada- El profesor Dumbledore lo hace. Empieza a sacar información de tu cabeza y tú ves las imágenes y escuchas lo que dicen y lo que dices, hasta que llega a una zona muy nublada y como bloqueada. Entonces debes hacer tú el esfuerzo por recordar qué pasa a continuación. Ya os digo que es muy difícil y confuso. Algunas partes las he conseguido desbloquear.- no les contaría sobre lo que había visto. No de momento. Eran compañeros, pero apenas habían pasado tiempo juntos. No es como si fueran Lizbeth, Violet, Megan o Jason. Quizás en el futuro la relación entre ellos se estrechara, pero no era el caso como para contarles cosas tan secretas.- Otras no he sido capaz.- le daba rabia no haberlo hecho-  Pero seguro que vosotros lo conseguís.- estaba seguro de ello. Aunque él se había marcado un objetivo, consideraba que los demás podrían ser bastante mejores en esos momentos con respecto a ese ámbito.- ¿Qué ha pasado por aquí mientras yo no estaba?

- Halaaa.- respondo, alucinando en colores.- ¿Y eso cómo lo hacen? ¿Te han puesto electrodos en la cabeza?- pregunto, cayendo en la cuenta demasiado tarde de que estoy hablando con gente que hace magia. Ellos no sabrían lo que era un electrodo. Ni siquiera sabían lo que eran los alienígenas y sus gnomos de jardín mordían. El mundo mágico era raro. -¿Y qué has desbloqueado? ¿Has visto quién nos atacó?¿Sabes qué nos pasa?- continúo, ávido de información. 

Sin darme cuenta, mis pies me han alejado poco a poco del lado de Alexander, a quien había estado intentando animar, para acercarme más y más a Troy. Entre su nariz y la mía no puede haber mucho más de un palmo. Cuando intenta cambiar de tema, me encojo de hombros, colocándome bien las gafas con un pequeño empujón del dedo índice. - Ha venido una mujer rara diciendo que era médica y se ha llevado a Megan antes de que la pudiésemos parar. Según ella se la llevaba a hacer otras pruebas y también decía que íbamos a ver a nuestras familias pronto. Pero yo creo que es una mentirosa- le confieso en un susurro, para que no me oiga el profesor. No había pasado mi prueba. - Bueno, y algunos niños se han ido. 

Intentaba asimilar todo lo que Troy contaba, anque había partes que no entendía muy bien, pero me seguía resultando bastante curioso como conseguirían sacarnos cosas de la cabeza que tuviéramos olvidadas. ¿Y si en el fondo lo que pasaba era que no las queríamos recordar? Estaba haciendo un gran esfuerzo por disimular, por mantener el tipo, pero tenía que reconocer que me estaba poniendo cada vez más nerviosa, sobre todo cuando el chico aseguró que había cosas que no había podido desbloquear. Sólo esperaba que no me hicieran daño.

Me di cuenta que no iba a contar nada de lo que había recordado, ni siquiera parecía dispuesto a ello cuando Erik le preguntó, lo que consiguió que me sintiera un poco decepcionada, y me preguntaba qué sería lo que había descubierto para no querer decirlo. Aunque tenía que entender su postura, al fin y al cabo a mí no me conocía nada más que de intercambiar dos palabras durante las clases.

—Vaya... No parece tan fácil. —Me mordí el labio pensativa, sabiendo que a la siguiente que vendrían a buscar sería a mí—. Pero creo que prefiero pasar el mal rato ya.

Me quedé sorprendida al ver a Erik acercarse de aquella manera a Troy, hablando de cosas que no tenían sentido alguno. ¿Qué había dicho... ele... ele...? Buff, preferí no pensar en ello, convencida de que la mayor parte de mis compañeros no eran demasiado normales, seguramente por culpa de la sangre muggle que corría por sus venas.

—Gracias Troy. —Ante todo educación. Le dediqué una sonrisa al Gryffindor en señal de agradecimiento mientras me apartaba de aquel dúo, mirando con recelo a Erik que seguía contando cosas la mar de absurdas.

Volví junto a Joy, sentándome de nuevo en la cama esperando con impaciencia a que Caliope regresara, lo que indicaría que habría llegado mi turno.

Se fue sorprendiendo, cada vez más, de la cercanía de Erik que, emocionado, acabó tan cerca de Troy que podía notar el aire de su respiración en su barbilla. El Gryffindor no se había movido, aunque tanta cercanía por parte del Ravenclaw le resultaba entre incómoda y sorprendente. 

- N-no te ponen nada. Es con magia.- le explicaba. ¡Se estaba quedando bizco con la cercanía de Erik! Parpadeó varias veces seguidas para devolver la visión a su normalidad al tiempo que contestaba a las siguientes preguntas.- Y no he visto nada interesante.- mintió. Era bueno mintiendo con rapidez a pesar de que no era algo que le gustara especialmente. Pero no tenía confianza con Erik. No aún al menos.- Solo partes de cómo pasé la noche desde que no recordaba nada.

La siguiente información que le ofreció Erik, en un susurro le intrigó. Había visto a Megan momentos antes con esa señora. El tono de Erik le decía que no estaba muy cómodo con que se hubieran llevado a Megan. 

- Yo sé por dónde la han llevado. ¡Vamos a buscarla!

Y cogió, aún en la cercanía que tenían, la mano de Erik antes de salir corriendo y tirar de él hacia la puerta de salida. Si algunos niños se habían ido, eso significaba que ellos también eran libres para marcharse de allí. Aunque lo cierto es que al Ravenclaw aún no le habían aplicado la Legeramancia, pero Troy no había pensado en eso. Impulsivo como acostumbraba, solo había pensado en ir a ayudar a su amiga cuanto antes. Si era verdad que estaba en peligro, él intentaría impedirlo.

- ¡De nada Maebh! ¡Ya verás como todo sale bien!

Le contestó a la chica ante su agradecimiento.

- Claro. Con magia.- repito, avergonzado. Me estaba costando cambiar el chip y acostumbrarme a este nuevo mundo. Pero al final lo conseguiría. Al menos el chico de Gryffindor no me había mirado como si fuera raro, o no me lo había parecido. Aún así, me sorprendo cuando me coge de la mano y tira de mí hacia la salida.

- Pe-pero- me quejo. Me encuentro en una encrucijada entre hacer lo que se supone que hay que hacer, que es quedarse en la sala como un valiente, esperando mi turno para la operación mágica, y lo que el pequeño duendecillo en mi cabeza me pide hacer, que es dejarme guiar por Troy hasta donde se han llevado a Megan. Al final, este último sale vencedor y echo a correr hacia la puerta con el rubio del Gryffindor cruzando los dedos porque el profesor no sé de cuenta de que nos vamos. 

A pesar de estar en la conversación con sus amigos, Jarek escuchó atento las preguntas y respuestas en las que intervenía Troy. Eso de que entrasen en su mente no le hacía ninguna gracia, pues tenía demasiados recuerdos que no debían salir, pero por lo que dijo el niño le pareció que se centrarían en la noche de Halloween y eso hizo que se relajase un poco. Sólo un poco.

Luego llegó el revuelo por la mujer que se había llevado a la Ravenclaw, sí que le impuso al chico cuando la vió en la puerta, pero también era cierto que él se encontraba en una situación tensa por haber salido sin permiso y haber sido descubierto. Vió por el rabillo del ojo como sus compañeros se disponían a salir, con el profesor en la sala y sin ningún disimulo, y meneó imperceptiblemente la cabeza, al menos su escapada había sido discreta y el señor Yourth no se había enterado.

Los demás hablaban, pero a Alexander Weir solo le importaba una cosa: Apretar las rodillas contra el pecho, hecho una pelota y agachando la cabeza mientras los demás hablaban. Él no quería estar allí, no quería estar con nadie, solo quería estar solo. Los demás habalaban, no paraban de equivocarse, de decir tonterías y él era listo y tenía que estar allí, escuchandolos.

Aquello solo confirmaba algo que ya sabía desde que su padre se marchó: Nadie le importa nadie, y menos él a nadie. Lo mejor que podía hacer era aislarse, estar solo. El auto aislamiento era una alternativa favorable. Mas que favorable. Así que se limitó a hundir la cabeza entre las rodillas, intentando no llorar y en cambio, sin poder evitar el dejar escapar una lagrimilla.

Al final, habían ido al Gran Comedor. No era que Jason se sintiera especialmente confiado de que allí pudieran hallar alguna pista pero con Lizbeth era siempre tan difícil que tomara una simple decisión que había acabado aceptando aquella como si fuera la mejor. A veces no sabía por qué insistía tanto en sacar a Lizbeth de su cascarón, pero posiblemente el motivo no fuera otro que el de compartir una vida fuera de aquel colegio. Necesitaba proteger aquel vínculo con su vida pasada aunque claro, quién sabía, era sólo un niño y, como tal, eso podía cambiar.

- Es raro verlo tan vacío, ¿verdad? - y tan raro. Las mesas estaban vacías, sin sus platos, las velas flotaban con una luz tenue, incluso los cuadros estaban vacíos, tal vez husmeando en otros lugares del castillo. El techo de Hogwarts reflejaba el cielo grisáceo del atardecer.

Llevaban por ahí casi cinco minutos sin hallar nada cuando Jason, cansado, se sentó en la silla que normalmente ocupaba el director del Colegio e hizo un gesto de mesarse una barba inexistente.

- Tú, señorita Moore, tienes que ser más valiente si quieres ser una bruja de Gryffindor. Así que como deberes te voy a poner saltar por encima de nuestra mesa, poner estiércol de dragón en el plato de Dracons y...

- ¿Qué hacéis aquí? - una voz suave y melancólica interrumpió el discursito de Jason, haciendo que soltara un pequeño grito asustado. De repente, a través de la mesa de Hufflepuff apareció el fantasma de Nick Casi Decapitado.

Erik y Troy habían salido tras la pista de Megan y la extraña enfermera pero lo cierto era que llevaban diez minutos persiguiendo su sombra y aún no habían dado con ellos. Además, su salud aún se resentía de la última semana de quietud y por más que poco a poco su cuerpo fuera reaccionando, el esfuerzo empezaba a pasarles factura.

Estaban a punto de darse por vencidos y volver desanimados a la enfermería cuando la severa voz de la profesora McGonagall llegó hasta donde se encontraban, proveniente de la siguiente esquina.

- ... sólo sabemos que se trata de magia muy poderosa, magia que no está al alcance de todo el mundo.

- Magia oscura - aseveró la voz de Flitwick.

- Exacto.

- P-pero, ¿estáis seguros de que fue Tom? - la voz de Slughorn sonaba extrañamente angustiados.

- ¿Quién sino, Horace? O se trata de él o se trata de algún profesor. Pero no le gustó que Albus le negara el puesto otra vez.

- ¿Otra vez?

- Sí - de nuevo la voz aflautada de Flitwick -. Cuando terminó los estudios le pidió plaza. Pero Albus se negó. En ese momento ninguno de nosotros entendió por qué, al fin y al cabo era una joven promesa, pero ahora me pregunto si Albus no sabía ya algo.

Alex seguía abrazando sus rodillas, aislado del mundo pero consciente casi de un modo extrasensorial de lo que sucedía a su alrededor. Erik y Troy se habían marchado a buscar a Megan. Caliope había ido con el medimago a que le hicieran su revisión. Acababa de venir Filch y se había llevado a Maebh y Jarek anunciando que sus parientes habían llegado. Era también consciente de la mirada penetrante que le dirigía el profesor Yourth desde un rincón aislado del aula, tocándose los vendajes que sobresalían de su camiseta con aire distraído.

Y, fue consciente también, de la presencia de Violet a su lado. No alargó una mano hacia él, ni siquiera se sentó en la cama. Estaba ahí, como siempre el último plato para todo el mundo. Su hermano se había ido sin preguntarle, su amiga se había marchado también. Aquello era algo que siempre parecía afectarle pero no acostumbraba a verbalizarlo en modo alguno, sólo su mirada denotaba que en realidad le dolía.

- Alexander - su voz suave rompió el silencio que ahora había en la habitación -. ¿Estás...? - se interrumpió. Iba a preguntarle si el niño estaba bien pero estaba segura de que aquello supondría un minucioso examen sorbe su estado de salud físico y luego proseguiría con algún comentario del tipo "pero si te refieres a psicológicamente..." y acabaría mencionando de pasada que ya le habían hecho las pruebas y era normal. O algo así. Con Alexander era difícil encontrar las palabras correctas. Así que se concentró en pensar algo correcto que decir antes de volver a preguntar con seriedad -. ¿Te molesta si me quedo a hacerte compañía? - preguntó antes de tenderle una caja con pañuelos para que se secara las lágrimas, algo avergonzada.

Poco después de que se marcharan Caliope para la revisión y Erik y Troy en busca de Megan, había aparecido Filch anunciando que su madre estaba ahí, igual que los parientes de Maebh y los de la mayoría de sus compañeros. No dijo palabra de los padres de Rox pero la niña hizo como si no le importara, despidiéndose de los demás con la mano.

Todo aquello tenía que dolerle horrores a su amiga, pero no era momento de pensar en aquello pues en aquel instante la puerta de un pequeño despacho se cerraba y ante él estaba su madre, hermosa y misteriosa como siempre. Tanja acostumbraba a ser una mujer contenida en cuanto a expresar sus emociones pero no dudó en acortar la distancia que los separaba y darle un silencioso abrazo a su hijo que apenas duró cinco segundos.

Tras aquel intercambio, se sentó frente a él, escudriñándole el rostro sin que sus ojos revelaran más que una especie de urgencia.

- ¿Has recibido mi carta? ¿Has hablado con alguien?

Al lado de Joy, Maebh había podido compartir algunos comentarios despectivos e intrigantes acerca de lo que estaba pasando hasta el momento en que el desagradable conserje del colegio había abierto la puerta anunciando la llegada de algunos de los familiares de la mayoría de niños, así que, como varios de sus compañeros, había seguido a Filch por los fríos corredores de Hogwarts hasta que el hombre abrió la puerta de un despacho para ella.

Hasta ese momento había estado preguntándose qué pariente estaría ahí esperando por ella, pero la duda se esfumó dejando una desagradable realidad nada más cruzar el umbral: ahí se encontraba su abuelo, su madre, su padrastro y el bebé. Un cuadro curioso, que nunca antes se había repetido y que no auguraba el entorno agradable que debería tener aquella clase de reunión. Junto a ellos se encontraba ya Niall, con el mismo aspecto demacrado que ella y una tenue sonrisa divertida elevando de forma casi imperceptible las comisuras de sus labios.

Su abuelo, que se hallaba sentado con los brazos cruzados estaba hablando con su nieto ignorando la presencia de los otros tres. Por eso fue su madre, que parecía enfadada, la primera que la vio llegar y quien se levantó para darle un abrazo rápido, sin importarle contar con su permiso.

- Maebh, ¿estás bien? Estábamos preocupados.

- Maebh - la saludó su padrastro, sujetando al bebé, visiblemente incómodo con la situación.

- Ah, mi niña, ven aquí, ¿cómo te encuentras? - y, la guinda del pastel, Tynam, ignorando a los demás.

La enfermera se la había llevado, sujeta de la mano, a grandes zancadas poco femeninas, rompiendo su fachada de frialdad pues, o por lo menos a ojos de Megan, quien podía ver una intensa euforia dando vida a sus facciones frías. Estaba casi segura de quién era.

Su tío. El simple pensamiento le despertaba mil emociones, la mayoría positivas, algunas negativas. Y la duda de qué estaba intentando hacer exactamente, porque contra más andaban más le parecía que no tenía intención alguna de pararse. Es más, estaban bajando pisos. Uno más y estarían cerca de la puerta.

- Megan... - la dicción se lo confirmó. Era su tío -. En serio, creo que me estoy volviendo loco.

El médico había guiado en silencio a Caliope por los fríos y anormalmente silenciosos pasillos que cruzaban el castillo, mientras las nubes cubrían el sol del ocaso haciendo de Hogwarts un lugar incluso tétrico en el que la soledad, amenazadora, se había apoderado del lugar.

- El profesor Dumbledore se encarga personalmente del proceso con todos los alumnos - aquellas fueron las primeras y únicas palabras que le dirigió el medimago, ahora relegado al papel de guía, desvelando a la niña la dirección de aquel paseo: el despacho del director. Sólo cuando por fin tuvo una confirmación visual, al hallarse frente una gárgola de piedra que guardaba el despacho del director, volvió a escuchar la voz de su acompañante -. Plumas de azúcar.

Momentos después las fea estatua se apartó para dar paso a una escalera de caracol que, como descubrió Caliope momentos después, parecía tener la finalidad de marear al visitante, algo casi se podría decir típico en la extraña arquitectura mágica.

Por suerte tras un ascenso que le costó un gran esfuerzo debido a su estado físico actual, se halló ante un despacho de forma circular con el aspecto más extraño que había visto nunca. Quizás, dejando al margen los extraños artilugios que lo decoraban y los cuadros de personas dormidas que rodeaban la mesa, ignorando los estantes cubiertos de libros que llegaban hasta el techo, lo más raro que allí había era el propio director y el fénix que dormitaba sobre una percha.

- Ah, señorita Thonks. Un mal Halloween me temo, sin duda. No el peor de los que hemos visto pero bastante inquietante. En seguida el señor Jamison le hará un análisis rutinario al igual que ha hecho con su compañero pero antes les vamos a permitir un momento de intimidad a usted y a la señora Gibbs.

Junto a Dumbledore, esperando en un ansioso segundo plano, estaba la señora Gibbs, su psicóloga y su amiga, que, liberada por las palabras de Dumbledore, se acercó a ella para darle un cálido abrazo que parecía no tener fin. Mientras, Dumbledore fingiendo no estar presente hablaba con el medimago en tono casual "¿Qué tal tu mujer, Carl? ¿Sigue escupiendo fuego?".

- ¿Estás bien? He hablado con tu padre, vendrá en seguida. Con tu madre - añadió de inmediato por si aquella duda corroía a la niña, sin soltarla todavía -. El profesor Dumbledore te va a hacer unas pruebas pero no te preocupes, yo me voy a quedar todo el rato contigo.

Recorri la distancia que nos separaba de aquel despacho con ansiedad semi-controlada, que solo se reflejaba en mi color de pelo, que pasaba del rojo al marron, al negro, al amarillo, reflejando toda la gama de colores relacionados con el miedo, la ansiedad, y la preocupacion.

Sin embargo, en el momento en el que cruce aquella puerta y vi al señor Dumbledore, acompañado de la señora Gibbs, todos mis miedos se disiparon, y mi pelo volvio a tranquilizarse, apareciendo en el mechas blanquecinas y azuladas de puro alivio. - Profesor Dumbledore... - dije, con un tono algo asustado, dedicando una mirada a la señora Gibbs tan ansiosa como la que ella poseia en aquel momento. -Muchisimas gracias.... - dije al hombre, acercandome a el para darle un breve abrazo, de forma espontanea- De verdad. - añadi, con el labio de abajo tembloroso, acabando por separarme de el para ir directa a los brazos de la señora Gibbs, a quien me abrace, llorando a moco tendido de puro alivio- Estaba muy asustada... Temia que os hubiera pasado algo... - reconoci, con la cabeza hundida en la mujer, alzando la cabeza, sorprendida cual surikata, cuando me dijo que mi madre vendria tambien a verme- ¿Ella tambien? ¿En serio? - dije, aliviada, deseando tener alli a mi padre para poder abrazarlo. Hasta aquel momento no habia sido consciente de cuanto lo echaba de menos, ni de cuanto lo necesitaba. Yo era una chica fuerte, de eso no habia duda, pero aquello... aquello superaba todas las expectativas de una cria de 11 años. - Estoy bien, si... Pero... ¿Que es lo que ha pasado? ¿Sabe usted algo? - pregunte a la mujer, sintiendome reconfortada por su presencia en aquella sala- No encuentro a Ted por ninguna parte... Llevo mucho sin verlo, y no se ni siquiera si estara bien.. - le dije entonces, con las mejillas llenas de lagrimas y un gesto de angustia en el rostro que tambien se reflejo en mi pelo.

-Pues sí...

Embobada y con la cabeza inclinada hacia atrás, miraba a su alrededor. El Gran Comedor le había impactado por su grandeza, su ruido y la cantidad de personas que llegaba a albergar. Pero así, vacío y en silencio, era posible que incluso le impusiera más. Estaba tan concentrada en sus pensamientos que tardó bastante en darse cuenta de lo que estaba haciendo su amigo.

-¡Jason! ¡Levanta de allí!

No tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado desde que el chico se había sentado en la silla del director, y eso incrementaba todavía más su angustia. Si les pillaban en ese momento, se iban a llevar una grandísima reprimenta.

-¡Jason por favor! Si te ven all... - sus siguientes palabras la callaron de golpe. - Y-yo... yo soy valiente - le increpó con una vocecilla tan débil que dejaba más que claro que ni siquiera ella se creía sus palabras. - Y-yo... s-soy... una gryffindor de verdad.

No pudo terminar la frase. Escuchar la voz del fantasma hizo que pegara un respingo, algo que no fue nada como el susto que se pegó al ver de quien se trataba. Había visto a los fantasmas el día anterior, pero se le había pasado por alto que hubiera uno con la cabeza colgándole de un hilo.

-Es...es... nos... es... - estaba bloqueada. Lo único que había conseguido hacer era ir hasta Jason para pegarle los golpes suficientes que lo sacaran del asiento del Director. Temblaba como un flan de arriba abajo, mientras por su mente pasaban todas las posibilidades de castigos que podían sufrir. Desde la expulsión a la tortura o la conversión en fantasma.

- ¿Cómo es posible? ¿No hemos tardado tanto en salir, no?- susurro desesperado. Tengo la sensación de que llevamos horas recorriendo los pasillos del castillo en vano, aunque probablemente la realidad sea que no llevamos más de 15 minutos. 

Cuando abro la boca para sugerir que volvamos al aula de DCAO, una voz se impone sobre la mía. Una voz que me resulta familiar. Seguramente será la de alguna de nuestras profesoras. Al rato caigo en la cuenta de que es la de la profesora de Transformaciones. Sin saber muy bien qué hacer, lanzo a Troy una mirada de indecisión y sin abrir la boca vocalizo una pregunta. -¿Qué hacemos? - En el fondo sé que no debería estar aquí, escuchando a escondidas una conversación entre adultos. Si se dan cuenta de que estamos poniendo la oreja seguro que nos la cargamos pero bien. Pero por otro lado, no puedo resistirme a la tentación de descubrir un nuevo misterio. Por lo que, finalmente, me pego a la pared e intento hacer el mínimo ruido posible mientras escucho lo que dicen. 

Más que saciar mi curiosidad, las palabras que escucho tienen más bien el efecto opuesto, desde el mismísimo momento en que han salido en la conversación las palabras "magia oscura". Aquello me provoca un escalofrío. El mundo de la magia todavía me resulta extraño y desde luego no pensaba que la magia oscura fuera algo más que parte de las leyendas y cuentos de miedo. ¿Por qué la gente querría utilizar la magia para hacer daño con la de cosas chulas que se podían hacer en cambio?.

La conversación continúa y los adultos empiezan a poner nombres a los candidatos para encabezar la lista de magos oscuros. No conozco prácticamente ninguno de los nombres que mencionan pero intento memorizarlos todos: Tom, Horace, Albus... Ahora que lo pienso...¿Albus no es el nombre del director? Horace también me quiere sonar de algo pero de lo que sí estoy seguro es de que nunca he oído el nombre de Tom. Al menos no en Hogwarts. En mi antiguo colegio había un niño que se llamaba así pero dudo mucho que hablen de él. No tenía para nada pintas de saber hacer magia. Y mucho menos magia oscura.