Partida Rol por web

Remus sencillamente alucinaba. Realmente o él se explicaba muy mal o aquella pequeñaja sacaba inferencias de la nada. ¿Cómo podía estar deduciendo todo aquello? Si seguía así, sus investigaciones iban a acabar con los resultados más descabellados que se pudieran imaginar.

- Frena, para - el muchacho puso las manos ante Lizbeth en señal de pausa, deteniéndose. Parecía un poco agobiado -. ¿No te estás precipitando un poco en sacar conclusiones? Mi madre es muggle, ¿cómo voy a odiar a los hijos de muggle? - apretó los labios, un tanto molesto. Además, ¿cómo iba a hacerlo siendo él licántropo, objeto de prejuicios allá donde fuera? -. Sólo me preguntaba si yo sabría lo bastante para ayudaros pero bueno, da igual, ¿queréis ayuda? Pues os ayudo. Ya está. Pero antes de imaginar según qué cosas, prefiero que me preguntes.

- Dudo que el abuelo nos cuente nunca la mitad de cosas - comentó encogiéndose de hombros.

Hacía un tiempo que se preguntaba hasta qué punto su abuelo tenía negocios turbios. Las malas lenguas de Hogwarts no perdonaban y él se había llevado puyas por su apellido, algo que sucedía continuamente entre los sangre limpia. Además, al estar en Ravenclaw, nunca había tenido a un ejército que cerrara fila entorno a él como sucedía en Slytherin. Cuando esas puyas señalaban una y otra vez la falta de moral de los Connolly, era inevitable que empezara a hacerse preguntas. Pero quizás, la más esencial fuera: ¿hasta qué punto le importaba que su abuelo pudiera no ser una persona íntegra?

- Quizás lo somos - dijo de pronto, mirando a su hermana -. Ratoncitos de prácticas. A mí me sigue pareciendo raro que, con todo lo que podrían habernos hecho, se limitaran a dormirnos. No sé. Para dormir a tantísimos alumnos, tuvo que ser alguien poderoso.

Lizbeth había cogido tanta carrerilla que estaba empezando a sentir que se ahogaba. Por eso, la intervención de Remus fue, literalmente, una bocanada de aire fresco.

-Oh, entiendo.

Que Remus Lupin tuviera sangre muggle fue el detalle que la niña necesitaba para frenar su desatada paranoia.

-¡Entonces eres como nosotros!

Necesitó apenas tres segundos para llegar a una nueva conclusión, esta vez con una voz mucho más cantarina y alegre. Dio un pequeño saltito en el sitio, que por un momento estuvo a punto de ser un loco acercamiento hacia el chico. Por un momento, había sentido que tenía delante a su hermano.

-Eres más mayor que nosotros, claro que sabes bastante - continuó Lizbeth, mirándolo como si estuviera loco por decir semejantes tonterías. Al parecer, la chica no se había dado cuenta del ligero enfado de Remus.

-V...vale, preguntaré.

Esa última frase sí que la cogió por sorpresa. ¿Tenía que preguntarle todo? ¿Todo.... todo? Cada cosa que pensara o se imaginara relacionada con él... ¿debía preguntárselo? Ese chico era un poco raro.

-Uhm...vale. - Se mordió el labio nerviosa. Había algo que le había estado pasando por la cabeza desde el principio, y no tenía muy claro como preguntarlo. - James... - tragó saliva, algo incómoda. ¿En serio que tenía que preguntar esto? - James y Sirius... siempre van juntos... - volvió a tragar saliva. - ...y solos. - Tragó saliva de nuevo, evitando la vista de Remus. Le ponía nerviosa.

-Venga Liz, un, dos, tres. ¡Pregúntalo!

-¿Estas seguro de que de verdad son tus amigos? No tengas vergüenza - añadió con rapidez - nosotros podemos serlo. Nos caes bien. ¿Verdad Jason? - añadió, con total seriedad.

Sonrío al hombre que ahora sé que es mi tío. Es más alto que mi padre y parece más joven o se cuida mejor, pero algo en su mirada me recuerda a él. Está claro que debe ser él el que tiene relación sanguínea con mi familia. Saludo también a mi tía, sin ser consciente de la tensión que refleja su tono de voz.

- ¿Siempre has sido bruja?- le pregunto a la mujer morena, extrañado porque estuviese con un hombre muggle. ¿Eso era legal? Aunque seguro que tenía que haber pasado antes en mi familia. Sino, yo no tendría magia. Algún antepasado mío ha debido de ser mago. ¿Y qué se siente? Si los magos tenéis magia... ¿no hacéis nunca inventos? - Mi sueño siempre había sido ser ingeniero como mi padre pero...¡la magia tiene tantas posibilidades!

Entonces, mi curiosidad se ve interrumpida por el choque de titanes cuando mi recién descubierto tío comiena a acusar de cosas a mi padre. - Mi padre no...seguro que no recibió las cartas. - el tono de mi voz va decayendo conforme hablo pues, aunque intento defender a mi padre y quiero creerle, en el fondo no estoy seguro de que mi padre sea inocente. Todos lo hemos visto de mal humor. - ¿Papá?- pregunto, casi al borde del llanto y conforme veo la culpa en sus ojos pierdo el control y se me escapa un par de lagrimones.- ¿También me vas a dejar de hablar a mí? ¿Te-te- doy asco?

De repente no tengo ninguna gana de regresar al lado de la habitación en el que están mis padres. En su lugar, me quedo junto a Maika aguardando una respuesta. 

—Pero eso es normal Niall, el abuelo es viejo y sabe muchas más cosas que nosotros, y seguro que no entenderíamos la mitad de los asuntos en los que está metido.

No entendía porqué de repente mi hermano empezaba a poner en duda la forma de actuar del abuelo, cuando sabía de sobra que siempre nos había apoyado y nos había dado buenos consejos. Pero me había dado cuenta que Niall, desde que había entrado en Hogwarts, y sobre todo el último año, empezaba a cambiar y a tener ideas raras... empezaba a parecerse a Darren, sino en cuestión de inteligencia y estudios, si en forma de pensar. Y eso, a mis ojos, era una traición a la memoria de nuestro padre.

Me mordí el labio nerviosa sin ganas de discutir con él, quizás si los dos nos quedábamos en Hogwarts durante las Navidades pudiera hacerle entrar en razón. Pero mi mente dejó de lado esos pensamientos al escuchar las últimas palabras de mi hermano, las medité unos segundos antes de responderle.

—Tienes razón... pero ¿quién? Te concedo que Dumbledor es un gran mago, el mejor en mucho tiempo así que... si no ha sido él... ¿quién? ¿Quién puede tener tanto poder y no ser conocido aún?

Preguntas, preguntas y más preguntas que sabía no iba a tener ninguna respuesta, por lo menos por el momento, pero en ese momento me hice el firme propósito que investigaría, aunque tuviera que recorrer todo Hogwarts o me tuviera que leer todos los libros de la biblioteca, incluso estaba dispuesta a leerme entero todos los días El Profeta.

No entendia nada. Absolutamente nada de lo que acababa de ver. ¿Que estaba pasando? ¿Y por que llamaba al profesor por ese nombre? ¿A que se referia con todo aquello que le habia dicho?

A decir verdad, no tenia demasiada idea sobre nada de eso. Lo unico que sabia era que tenia miedo, mucho miedo, y que el profesor se habia sacrificado por nosotros, para que no nos hicieran daño. Y eso, desde luego, hizo que me sintiera mal, muy mal. Mi pelo estaba de un intenso azul, reflejando mi tristeza, y mi culpabilidad. Y ni siquiera aquel abrazo de la señora Gibbs parecio ser suficiente.

-Profesor Dumbledore... - dije entonces, con un sollozo, clavando mi mirada en el hombre, mientras intentaba contener las lagrimas- El profesor... El.... - añadi, incapaz de seguir hablando y de realizar aquella pregunta que tenia en mente. No, claro que no podia preguntarle si estaba muerto. No sabia si podria soportarlo en caso de que la respuesta fuera afirmativa.

Y asi, guarde silencio, observandolos a ambos alternativamente, repitiendo en mi mente una y otra vez aquellas frases aparentemente inconexas y carentes de sentido mientras sentia como, poco a poco, la angustia se iba apoderando de mi.

Algo me decia que en aquella ocasion no iba a ver nadie que me dijera que todo eran exageraciones de Myrtle y que al profesor no le habia pasado nada...

- Entonces debería inspeccionarme un medimago, no un médico. - Fue puntilloso ahora, cuando su hermana lo rectificó. - A mi no me han echado ninguna maldición. Por lo que nos han dicho, es algún tipo de subproducto... inhalado. Ya que no bebí ni comí nada, soy el perfecto elemento de control. - Entonces, la voz de Violet resonó en su cabeza. Frunció el ceño, agachando la mirada y apartando la mirada a un lado.

- Pero. - Añadió haciendo una pausa. - Esta bien. Puede verme un medimago. Pero no tocarme. Después iré a que miren dentro de mi cabeza. Pero no me gusta. - Se quedó pensando unos segundos. - Yo no estoy asustado. Ya no puede ser peor. ¿Por que estar asustado ahora? -

Vale, qué niña tan rara. Si no estuviera acostumbrado a Peter quizás en aquellos momentos ya se habría escapado con cualquier excusa pero lo cierto era que aquel estado de emoción que la llevaba hasta casi el colapso le hacía mucha más gracia de lo que debiera.

Mientras hablaba y balbucía cosas sobre sus amigos, la mirada de Remus volvió a mostrar su extrañeza. ¿Estaba volviendo a insinuar que eran gays? De verdad, iba a tener que impedir que sus amigos supieran nada de esos comentarios porque la tomarían con ella y Lizbeth no parecía ser nadie capaz de aguantar una broma.

- Sííí.... - alargó la palabra, animándola a seguir aunque ya temiéndose el comentario a bocajarro diciendo que eran amantes cuando le soltó lo de ser amigos porque igual los otros no lo eran. No pudo evitarlo. Se puso a reír como casi nunca lo hacía. Remus solía ser una persona serena y agradable y a pesar de que la sonrisa no era ajena a su rostro sí que era cierto que rara vez reía a carcajadas. Pero es que esa niña tenía unas salidas realmente raras -. Sí, son mis amigos - acabó por replicar cuando por fin se calmó -, igual que Peter - siempre había sido consciente de que la unión entre los dos era más fuerte y aunque era una pequeña espina clavada en el costado, también era consciente de que en parte era su culpa pues siempre mantenía cierta distancia con la gente, aunque era algo que hacía casi sin querer -. Pero eso no quiere decir que no pueda ser amigo vuestro también. ¿O tendríamos que ser amigos exclusivos? - preguntó, exagerando una mueca de preocupación mientras les tomaba el pelo.

- Nooooo, que vaaaa, nosotros somos majos - acabó por decir Jason mientras llegaban a la Dama Gorda, que les dirigió una mirada inquisitiva -. Y aceptamos sobornos - ¿qué más le daba ser sólo amigos lejanos? ¡Remus Lupin había dicho que podían ser amigos!

Su tía entrecerró los ojos, pensativa y sorprendida ante la pregunta de qué se sentía al tener magia desde siempre.

- Pues es una buena pregunta pero no lo sé, Erik, siempre la he tenido, ¿no? - le sonrió con diversión y buen humor antes de preguntarle -. ¿Qué me dirías si te pregunto que cómo se siente al tener de toda la vida dos manos? Seguro que en realidad tú podrías responder mejor a esa pregunta que yo misma.

Aquella breve pausa en la tensión se vio rota cuando Erik miró a su padre e intentó exculparlo, encontrándose con la expresión dura y obstinada que le dirigía en ese momento a su hermano. Su madre fue la primera en hablar tras su intervención.

- ¡No! ¡Claro que no, Erik! Nunca pasaría algo así... ¿verdad? Patrick - el matiz exigente de la voz de su mujer fue lo que hizo que por fin Patrick dirigiera la mirada a Erik y suavizara un tanto la expresión.

- No, hijo. Yo... - se llevó la mano a la frente e hizo un gesto de dolor, dejando la mirada perdida durante un par de segundos antes de volver a enfocar la vista -. No, perdona - se aproximó hasta Erik y lo acercó a él en un abrazo atípico para ellos -. Supongo que me equivoqué - a pesar de las palabras, la tensión seguía patente en su mandíbula, como si estuviera luchando contra su propia consciencia al decir aquellas palabras.

- ¿Supones? - preguntó, ceñudo Richard, de nuevo repitiendo una de las palabras de su hermano y devolviéndose en forma de pregunta.

- Tengamos la fiesta en paz, Richard, que los niños acaban de despertar... - Rachel fue la que cortó la discusión con un tono de voz tajante.

Su hermano estaba esforzándose por actuar con despreocupación pero había algo en su mirada que desmentía el plácido encogimiento de hombros con el que se excusó después, como si en realidad estuviera tratando de no alterar más a su hermana de lo que ya lo había hecho. A veces olvidaba que sólo tenía once años.

- Ni idea. Aunque supongo que no tardaremos en enterarnos, alguien tan poderoso no se limita a hacer algo así y luego pasa desapercibido.

Antes de que pudieran hacer nada más, se encontraron con el medimago que había atendido a los de primero y que le dirigió una de sus miradas impasibles a Maebh.

- Su turno, señorita Connolly. Si me acompaña la llevaré ald espacho del profesor Dumbledore donde se llevará a cabo el análisis médico.

El director de Hogwarts parpadeó, como saliendo de un trance antes de mirar a Caliope y dirigirle una de sus leves sonrisas tranquilizadoras.

- Tu mente aún no se ha estabilizado, dale unos minutos, pero como sin duda recordarás, el profesor Yourth estaba en el aula de Defensa Contra las Artes Oscuras a cargo de vosotros. Bastante entero, si me permites decirlo, tras pasar por la enfermería. Ahora, si me disculpas, tengo que seguir visitando a otros alumnos, pero de nuevo, muchas gracias.

Aquella era una despedida, sin duda, por más cordial y amable que fuera. La señora Gibbs la acompañó hasta la puerta, dándole un nuevo abrazo y añadiendo, de pasada, que fuera a verla para cualquier cosa. Al salir, se encontró con la prefecta de su casa, Amanda Collin, con aquella expresión casi de asco que tenía siempre y que ocultaba el hecho de que, en realidad, era bastante buena persona.

- Anda, la niña del pelo. Tus padres te esperan, me han pedido y, quien dice pedido dice me han obligado, que haga de canguro-acompañante con todos los de primero.

Iraida demostró su azoramiento ante su error al decir médico, respondiendo con un rápido y un tanto agobiado "¡Claro, claro, medimago!". Claro que cuando prosiguió, su expresión mostró aún más su confusión. ¿Subproducto inhalado? ¿Era siquiera posible? ¿O podía ser algún hechizo que echara ese producto? A ellos no les habían dicho nada y ella no podía siquiera hacerse una idea de lo sucedido. Claro que...

- Pero si fue eso...ese subproducto inhalado... - puso cara de concentración mientras trataba de repetir sus palabras -. ¿Cómo es que sólo nos afectó a los alumnos? - todos respiraban el mismo aire, ¿no? ¿O no? ¿Y si los profesores respiraban otro aire? Eso era una tontería, tenía que serlo. Por eso procuró no revelar ese momentáneo pensamiento ante su hermano -. B-bueno...a mí me da miedo que nos vuelvan a hacer algo...

Violet, Agnes y Troy se despidieron de sus padres momentos después, o por lo menos de su madre, pues los tres procuraron alejarse rápidamente del ataque cariñoso de su padre. Por suerte, cuando empezaron a alejarse, pudieron escucharle ocupado en otra distracción.

- ¡Anda! ¿Has visto esa armadura? Me ha mirado. ¡Hola señora armadura! ¿Qué tal le va? ¡Ja, ja!

Se perdieron la respuesta de su madre pero por un momento los tres hermanos se contemplaron entre sí, aguantando la sonrisa hasta que Agnes recordó su enfado.

- Me voy, mocosos, tened cuidado. Vigila las compañías, Violet, que aquí hay mucho idiota suelto como Troy.

Momentos después, los mellizos se encontraban solos en uno de los pasillos desiertos del castillo.

- Mmmm... yo tengo que volver al aula, aún no me han examinado... - por suerte, parecía que los músculos ya no estaban tan resentidos como al principio -. Oye Troy...¿qué crees que va a pasar? ¿Cómo crees que nos lanzaron esta maldición a todos o poción o lo que fuera a todos?

La inesperada carcajada de Remus hizo que Lizbeth volviera a fruncir el ceño de esa forma que resultaba tan divertida. No para ella, por supuesto. Se sentía confundida, insegura y peligrosamente ofendida. Sus labios siguieron el ejemplo de su frente, apretándose visiblemente. Su cuerpo, conforme se tensaba, se iba inclinando hacia delante en posición de 'ataque'.

-¡PORQ...! - Algo hizo que se parara en seco. De repente, de un solo plumazo, había desaparecido esa peligrosa ola de enfado.

- ¿Peter?

Desconcertada, miró a Jason y luego a Remus. De nuevo se giró hacia su amigo. No había abierto la boca ni un solo momento. - Tiene que estar enfermo - se dijo para sí la niña.

-¿Amigos exclusivos?

La pregunta hizo que se quedara en silencio unos segundos, sopesando la posibilidad. Buscando una similitud, Jason y ella eran prácticamente amigos exclusivos. Bueno, en realidad, era ella la que lo era para él. Jason había hecho más amigos en el poco tiempo que habían estado en el colegio. De repente, la oleada de ira buenamente frenada fue sustituida por una avalancha de tristeza. Esa provocada por un cúmulo de recuerdos negativos de su gran enemiga la soledad.

-Si le dices que quieres que sea amigo exclusivo entonces se quedará solo, perderá a sus amigos y te odiará por eso. Quiere ser amiga tuya porque no te conoce, cuando lo haga sabrá que no debe acercarse a ti. Quizá... quizá lo mejor sería que nunca fuerais amigos  - tragó saliva con dificultad. Sus ojos permanecían fijos en Remus, abiertos como platos y visiblemente afectados - No, no podéis ser amigos. Si sóis amigos, antes o después se dará cuenta de como eres. Y entonces Sirius y James se reirán de ti y de Jason delante de todo el colegio. Y Jason no te lo perdonaría nunca. ¡NUNCA!

No fue hasta que intentó echar a correr y se dio de bruces con la señora Gorda que fue consciente de donde estaba. Había estado tan absorta en su lucha interna que no se había dado cuenta de que había dejado de mirar a Remus y había seguido andando hasta la Sala Común. Ni siquiera había escuchado el comentario de Jason, finalmente fuera de su letargo.

Todavía más bloqueada, se quedó quieta como una estatua mirando a esa mujer que tan maja le había parecido la primera noche que había llegado al colegio. Su cerebro y su boca estaban congelados, haciendo que ninguno de ambos pudiera reproducir la contraseña. Esa palabra que le iba a permitir escapar de allí.

Otra vez Lizbeth volvía a estar actuando raro aunque aquello sería más sorprendente si en algún momento su comportamiento hubiera respondido a las pautas normales para su edad. Remus intentó no demostrar su sorpresa esta vez, aunque interiormente se preguntó si esta vez el cambio era debido a su ataque de hilaridad.

Jason, por su parte, observó el arranque de su amiga con la tranquilidad que le proporcionaba el haberse acostumbrado, sobre todo en aquellos últimos meses, y sonrió al verse ante la Señora Gorda.

- ¡Hola! - saludó amistosamente al retrato, recibiendo una sonrisa amable por parte de la mujer. Tenía que reconocer que había estado muy tranquila aquella última semana pero se alegraba de ver que sus inquilinos volvían a encontrarse bien -. La contraseña es... - puso cara de concentración un momento antes de decir con tono de duda - ...¿"poción crecepelo"? - como respuesta, la Señora Gorda empezó a abrir la puerta pero Jason alzó las manos -. Un momento, ¡por fa! Es que queríamos preguntarle, ya que usted es maja y esas cosas - la mujer le miró, sin saber si sentirse halagada por el "maja" o mirarle extrañada por el "esas cosas" - si vio algo. Cuando pasó toda esta cosa rara quiero decir.

Remus no sabía si entrar y pasar del tema, pero como le pareció que la niña se encontraba un poco alterada se inclinó un poco hacia ella, intentando mostrar su sonrisa tranquilizadora, para comentarle en voz baja.

- Podemos quedar cada viernes después de las clases si queréis y empezamos las prácticas. James y Sirius tienen entrenamiento de quidditch.

- No - la Señora Gorda había iniciado su respuesta tras un momento de pensárselo -. Aunque vosotros dos os desmayasteis aquí - señaló a sus pies, a la entrada -. Acababais de salir cuando caísteis al suelo como un saco de patatas. Pensé que os habría sentado mal algo pero cuando me fui a avisar a alguien vi que estaba pasando por todo el castillo.

- Un momento... - Remus se mostró pensativo -. Es verdad, si vosotros estuvisteis aquí... ¿os trajeron comida los elfos domésticos?

Jason negó con la cabeza, mirándole confundido.

- Sólo comimos dulces que... - se puso ruborizado -...bueno, le cogí a un compañero de habitación. ¡Es que no son como nuestros dulces! - se excusó rápidamente al mirar a Lizbeth.

La charleta de Jason con la señora Gorda hizo que poco a poco Lizbeth fuera saliendo de su neurótica introspección. Al hacerlo se descubrió temblando, ligeramente mareada y con una capa de sudor fría que cubría todo su cuerpo. La situación no mejoró cuando Remus se inclinó sobre ella para dar por zanjada su conversación.

-V..va-le -consiguió atinar con visible dificultad. Tragó saliva sintiendo como si una bola áspera se hubiera quedado encasquillada en su garganta. Jason continuaba sacando información a la señora Gorda. Al parecer, sin mucho éxito.

-Es verdad - dijo por fin, con algo más de entereza. - Vuestras chuches son más... divertidas - indicó, dejando que su mente se transportara a esa noche. Muy poco acertado, teniendo en cuenta que había tenido lugar apenas un par de horas antes de perder la consciencia durante una semana completa.

-Y... ¿sabes quién podría saber algo? - esta vez se dirigió a la simpática mujer. Por fin había conseguido pasar página y empezaba a ver lo que estaba ocurriendo con más claridad. - Nos quedaríamos más tranquilos si supiéramos que ha pasado... nada más - añadió, dedicándole una angelical sonrisa.

La Señora Gorda se limitó a negar con la cabeza de modo que instantes después los tres estaban en la Sala Común. Parecía casi extraño verla desierta. Además, ¿y ahora que hacían ellos? Habían entrado por inercia pero estaba claro que aún tenían que hacerse el análisis médico, la legeremancia y ver a sus familiares, si es que estos venían.

Pero al parecer, Jason se había olvidado de aquello porque se dejó caer en el sofá con abatimiento mientras Remus se quedaba ahí quieto con la mirada perdida en una expresión pensativa.

- Pues no sé qué más podemos hacer, que rollo. ¿Cómo seguimos, Lizbeth?

- Es raro, muy raro. Si hubiera sido un hechizo a vosotros no os tendría que haber afectado al estar aquí, demasiado lejos - murmuró para sí, con la nariz arrugada por la concentración y una mano apoyada en la barbilla -. Así que lo lógico hubiera sido que se tratara de la comida, que de algún modo no fuera la misma para los profesores. Pero si vosotros no comisteis lo mismo que los demás... ¿Cómo se las ingeniaron para que los profesores no se vieran afectados y los alumnos sí? Quizás fue alguna poción de efecto retardado o algo que respiramos pero, ¿cómo lo hicieron?

- Uhm.............. - A los profesores no les había afectado. Interesante. - Piojos. - Afirmó entonces. - Los piojos no afectan a los adultos. Solo a los niños y jóvenes. Trasmisión por piojos. O un gas con una densidad alta que se acumule hasta cierta altura. O quizás la toxina sea poco resistente, a más edad, defensas más fuertes... no se ven afectados. - Explicó, razonando como algune treitna años mayor que él mientras ponía su mente a trabajar. Este chico estaba simplemente, mal de la cabeza.

- No se repetirá. Observa. Esto ha pasado por que no se lo esperaban. Ahora estan alerta, si el atacante es inteligente esperará a que se relajen. Ahora no tienes que tener miedo a una repetición, quizás más adelante. En un futuro. Entonces sí tendrías que tener miedo. Pero no ahora. Ahora carece de sentido lógico. - Se abrazó a las piernas con fuerza, apoyando el menton en las rodillas.

- Sigo pensando que deberían usarme como elemento de control, soy quien mejor delimita los canones de ataque por mi excesivo celo en la higiene. - reafirmó, mirando a su alrededor en busca de un adulto.

-¡¡¡QUÉ SITUACIÓN MÁS INCÓMODA!!!

¿Cómo no iba a serlo? Los tres solos en la Sala Común, sin respuestas ni nada que hacer. Después de que se hubiera comportado como una auténtica pirada delante de ese chico mayor. ¡¡¡Ni más ni menos que el mejor amigo de James Potter y Sirius Black!!! Si tenía alguna esperanza de quitarse la etiqueta de marginada, acababa de tirarla por la borde en apenas media hora.

Estaba rígida como una estatua, con las manos entrelazadas frente a su abdomen en completa tensión. Desconcertada miraba hacia Jason, sin entender por centésima vez cómo su amigo podía estar tan tranquilo con todo lo que había pasado. Y no solo se refería al ataque y la aparente amnesia de todo el alumnado de Hogwarts. No. Le preocupaba mucho más lo que ese chico mayor pudiera pensar de ellos y las consecuencias que eso fuera a tener en su futuro en el mundo mágico.

-¡¡Nos van a odiar y nos excluirán por ser unos estúpidos muggles!!

-¿Cuánta distancia se necesita para que haga efecto un hechizo?

Dos segundos había necesitado para olvidar el discurso interno que se había desplegado en su cerebro. La aparentemente inocente reflexión de Remus había sido suficiente para poner su maquinaria neuronal en marcha.

-No, comimos chuches mágicas de un compañero de Jason - aclaró de nuevo, como si repetir su hurto fuera una información de lo más indispensable.

-¿Y en el agua?

-¡¡Menuda tontería!! ¿¿Cómo va a estar en el agua?? ¡¡Los profesores también beben de ella!!

-¿Y en las Salas Comunes?

-Entonces tendría que ser con el retrado ese Liz...

-Y... - se mordió el labio, se estaba quedando sin ideas. - ¡¡JASON!! ¡Venga ayúdanos no seas vago!

Su padre estaba como loco. La verdad es que Troy agradeció separarse de su padre. ¡Y más aún separarse de Ágnes! Como era de esperar le atacó nuevamente, mostrando su enfado. ¡¿Pero por qué se enfadaba tanto?!

Mejor estarse callado...

La vio marchar con bastante alivio. Un rato más y seguro que le lanzaba alguno de esos conjuros que tan bien se le daban. Entonces centró su atención en Violet que, aunque parecía que no se percataba de las cosas, fijo que lo hacía con mucho más acierto que él.

- Confío en que se descubra al culpable.- la verdad es que no sabía qué pensar. Una parte de él le decía que habría problemas y que aquel solo era el comienzo de algo. Después de haber escuchado la conversación con los profesores no cabía mucha duda sobre ello. Pero otra parte de él, la infantil, le decía que olvidara el asunto. Que no tenía la menor importancia. Sea como fuere no quería preocupar a su hermana- No sé cómo nos lanzaron esto, aunque supongo que sería con una bebida o con algo por el aire. Una maldición no creo que afecte a mucha gente a la vez, ¿no? No sé.-No tenía conocimientos suficientes como para saber aquellas cosas.- ¿Qué opinas tú?