Partida Rol por web

Estás en el portón, viendo como las vagas luces de hace unos instantes se iban convirtiendo en un sol emergente de la tierra que se levantaba en el horizonte, comenzaba a amanecer, pero todavía nadie había aparecido por allí, piensas que seguramente acabarán de despertarse la mayoría y que tardarían un tiempo en llegar.

(Cirill) Caminas durante largo rato desde el dragón oxidado cruzando los arabales cuando aún es de noche hasta que al fín llegas al portón, las últimas puertas de la ciudad de Nightshade, donde esperaba uno de los guerreros del día anterior, el que casi había matado a la maga según vio tu tatuaje.

(Norwan) Tras un tiempo solo, esperando, ves que llega el aventurero al que habías curado el día anterior una fea herida que venía pretarado con el cinturón lleno de hachas.

(Eralisa) Bajas a la taberna y tienes un buen desayuno preparado, con el que podrías aguantar un día, posteriormente Riso sube escaleras arriba, recordando que tenía que despertar a otra persona.

(Akeelah) Cuando por fin bajas enfurecida por los métodos del ayudante de Tymora te encuentras con que una de las mujeres que se prestaron para la misión estaba sentada en una mesa, desayunando.

Había estado un buen rato esperando, apoyado en el muro del portón, viendo el ir y venir de los campesinos y deleitándose con el amanecer. No le importo la espera, la imagen del nacimiento de un nuevo día siempre era agradable de ver.

Vio como el primero de sus nuevos compañeros se acercaba hasta el portón y sonrió levemente mientras levantaba una mano para saludarlo. - Bonito día para acabar con los cara perro, ¿verdad? - bromeó.

¿Cerró bien la herida? No sería agradable verte desangrarte de camino a Valleprofundo.

Akeelah vestia la ropa de abrigo de cuero marron y lana con la que se sentia tan incomoda, observo al joven Riso con desaprobacion, pero no le dijo nada mas, se dio media vuelta, y saludo a la mujer que estaba desayunando-Que Saphas te bendiga en este nuevo dia,te importaria que compartieramos la mesa en este desayuno? creo que viajaremos juntos.- Akeelah se quedo de pie esperando la respuesta pacientemente.

Tras andar un rato por la ciudad, Cyrill llegó al punto de encuentro, en el estaba el amable hombre que el dia anterior curo sus heridas, al verle Cyrill sonrió con amabilidad en respuesta a sus palabras y dijo.-

- Cualquier día es bueno para acabar con los ``caraperro´´. Estoy bastante mejor de mis heridas, tengo que darte las gracias, la verdad. 

Cuando el sol comenzaba a alzarse, llegó al portón otra cara conocida, un hombre vestido de verde, con un sombrero marrón y algunos atavíos de color escarlata 

Saludos compañeros, habéis llegado muy temprano, creo yo, aunque no creo que las señoritas tarden mucho en llegar.

Relajadamente acabáis de desayunar y salís a la calle cuando ya estaba amaneciendo, para ir hacia el portón con las primeras luces del día, el camino se hace largo, y pensáis que quizá habríais tenido que salir un poco antes.

Cuando llegáis al portón os encontráis con tres cara conocidas Norwan, Cyrill y el cazarrecompensas que el día anterior había llegado junto a Cyrill a la posada: Karcos.

Al fin llegan las dos mujeres al portón, caminando serias, la maga a la que Norwan había amenazado la tarde anterior y la mujer de la armadura que el día de antes estaba con otra muchacha y un hombre algo mayor, curtido en sus rasgos.

- Erm... claro

Es lo único que acierta a decir, sorprendida por el interés de la mujer en sentarse a su lado. Aunque su experiencia con Ammaranza le había servido para desarrollar un poco sus nulas habilidades sociales, todavía le costaba relacionarse con gente extraña.

- Soy Eralissa

Espera a que la mujer se siente y se presenta mirando furtivamente a sus ojos, de manera huidiza. Acto seguido, vuelve a mirar al plato y continúa desayunando sin dejar de pensar en la semielfa y en si sería capaz de averiguar todo lo que le había pedido. Poco después, abandona el dragón oxidado con su nueva acompañante hasta reunirse con el resto de interesados en la misión. Cuando por fin está con ellos, se limita a saludarles con un leve asentimiento de cabeza, sin decir una sola palabra.

Ya era hora de que llegaseis. Se os pegan bien las sabanas. Espero que esteís más espabilados a la hora de tenerlas con los caraperro. - dijo a modo de saludo cuando llegó el grueso del grupo. Difícil discernir si lo decía en broma o en serio, pues su cara era menos expresiva que la de una estatua.

Se veía que había estado esperando un buen rato, pues en el polvoriento suelo se marcaban sus huellas, a lo largo de la muralla, dando rodeos. Llevaba su poco cuidado armadura completa, una ballesta a la espalda, su mochila de viaje al hombro y su inseparable escudo ajustado a su brazo izquierdo. Lo único diferente del día de ayer era su hacha, que ahora parecía nueva, reluciente y con el filo negro.

Partamos cuanto antes, tengo las piernas entumecidas de tanto esperaros.

Tras presentarse Akeelah pudo comprobar que Eralissa no era muy hablador así que aparte de las presentaciones no hablaron mucho más, y al terminar se fueron rápidamente.

- que Shapas os bendiga en este nuevo día. -salido al grupo sin mirar ni hacer caso a aquel hombre tan repelente que la había amenazado la tarde anterior.- podemos salir cuando queráis.

Akeelah vestía con ropas de abrigo de cuero y lana, nada que ver con las ligeras túnicas que habia vestido en la taberna , colgada de la mochila llevaba una Ballesta ligera y en las manos un gran rollo de pergamino que miraba de vez en cuando

Pues vamos hacia Valleprofundo... a saber qué sorpresas nos esperan allí - Comienza a caminar sin mucho esperar a que los que estaban allí arrancaran, pues una vez estaban todos, lo mejor era comenzar a caminar lo antes posible.

Yo me llamo Karcos - Hablando sobre todo para Eralissa, con quien no se había presentado aún.

Akeelah comenzo a andar y durante los primeros minutos siguio mirando aquel enorme rollo de pergamino tras lo cual lo guardo en un estuche de cobre, cerrandolo con un buen candado, y guardandolo en la mochila para que no molestara en el viaje, ya habia memorizado los conjuros que habia escogido para la mision, ya solo esperaba que el viaje fuera bien.

- Tenéis razón - asiente al escuchar la reprimenda de Norwan - os ruego humildemente que me disculpéis por mi imperdonable retraso

Agacha la cabeza con sincera compunción. Lo hace de forma natural, como si estuviese más que acostumbrada a avergonzarse públicamente de sus errores. Espera unos segundos hasta levantarla de nuevo, y cuando el cazarrecompensas comienza a caminar hace lo propio hasta colocarse cerca.

- Soy Eralissa - contesta a la presentación del hombre mientras hace movimientos con el cuerpo para recolocar todas las partes de su armadura. Se había vestido con algo de prisa y algunas zonas no estaban bien encajadas. Sobre la espalda había colocado su escudo, mientras su recién afilada espada reposaba a un costado golpeando su greba izquierda con un constante repiqueteo. Era bastante molesto, pero tan habitual que prácticamente ni lo escuchaba

Andaba junto a Karcos y Cyrill, dejando a las mujeres atrás, donde debían estar.

Akeelah le parecía un estorbo más que otra cosa, además de perturbarle la mente cada vez que veía su tatuaje del dragón. La miraba continuamente de reojo, vigilandola, no se fiaba de ella ni un pelo de su larga barba. Eralissa en cambio le inspiraba más confianza, tal vez por andar con soltura con su armadura pesada y no molestarle el repiqueteo de su arma contra el metal. Parecía que sabía hacer, eso esperaba.

El camino era largo, así que no se lo ocurrió otra cosa que empezar a contar una de sus historias subidas de tono.

Como os lo cuento. Con dos elfas. Una noche inolvidable para mi y para ellas. Quedaron bien satisfechas de la bravura norteña, no como con esos amanerados elfos y sus delicadezas. Una mujer necesita que le den placer en condiciones. A la mañana siguiente no querían dejarme partir, ya me entendéis. - contaba entre carcajadas.

Empezaba a tomarse confianzas con sus nuevos compañeros masculinos. Pobre de ellos, pues sus anécdotas turbias eran interminables.

Cyrill por fin se encontró agusto, escuchando las divertidas historias de Norwan, sin duda un buen tipo. Alguien con sentido del humor. Escuchaba sus historias con gran interés y soltando sonoras carcajadas. Con el paso del tiempo comenzó a observar el ambiente y cuando supo que estaba lo suficiente lejos de la ciudad dijo.

- Ahora es cuando puedo llamar a mi mas fiel compañera. 

Dichas estas palabras produjo con su boca un enorme silbido, con la intención de llamar a su compañero animal, Luna. A los cinco minutos apareció su querida compañera. Era una enorme loba blanca como la nieve, y sus ojos rojos miraron con desconfianza a los compañeros de Cyrill.

- Tranquilos, no es agresiva. Solo que desconfía un poco. No le hagáis caso que ella sera una excelente compañera de combate.

Las historias de Norwan son realmente desconcertantes. Aunque ha compartido batalla con guerreros de todo tipo, jamás ha conocido a uno tan soez. Al menos parece que sus andanzas tienen éxito entre otro de los hombres del grupo, que ríe a carcajadas cada chascarrillo. La situación es un poco incómoda para ella, por lo que se limita a caminar en silencio junto a la otra mujer tratando de no prestar demasiada atención a las peripecias amorosas de Norwan.

- ¿Qué era eso que leías? - Haciendo un acopio de valor se decide finalmente a preguntar, sin dejar de mirar al frente. No han hablado casi nada desde que coincidieron en la posada, pero tiene la impresión de ser la única con la que podrá compartir una charla normal. Sin darle tiempo a contestar, gira un poco su rostro hasta mirar a la mujer, aunque enseguida aparta la vista agachando un poco la cabeza. - No tienes que contármelo si es algo privado, disculpa mi indiscreción.

La marcha continúa dejando la convulsa Nightshade atrás. Todo parece tranquilo hasta que el enorme lobo de Cyrill aparece. Instintivamente lleva la mano a la empuñadura de su espada y echa un poco el cuerpo hacia atrás adoptando una posición defensiva. A pesar de las palabras de su compañero humano, desconfía de una criatura tan grande. Poco a poco se relaja hasta recuperar su pose habitual, aunque de vez en cuando mira de reojo al enorme animal.

Akeelah sonreia ligeramente y negaba con la cabeza, como si hubiera escuchado un buen chiste,sin duda esas historias tan vulgares eran falsas "ninguna mujer en su sano juicio se acostaria con alguien que evidentemente no se lava nunca, me costaria creerlo hasta si hubiera dicho que eran prostitutas y les habia pagado una cantidad de dinero indecente.", el desagrado que Akeelah sentia por Norwan aumentaba,aunque era algo que se guardaba para ella, era mejor para la supervivencia de todos que no hubiera peleas.

De pronto la pregunta de Eralissa la sorprendio, y antes de que pudiera siquiera contestar, esta ya se habia disculpado por haberla hecho, parecia insegura.- Es mi mas preciada posesion, es un recuerdo de mi tierra, y donde almaceno varios conocimientos de mi pueblo, y mis conjuros, que debo repasar todos los dias para poder lanzarlos. no me importa hablar de mi, y tranquila si hay alguna pregunta que no quiera contestar, no lo hare.- Akeelah sonaba segura y educada, con un tono neutro carente de emociones, y en ese mismo tono pregunto ella, para continuar con la combersacion- ¿como puedes moverte con esa armadura?

Justo despues de hacer la pregunta, Cyrill llamo a una loba blanca como la nieve, cosa que sobresalto a Eralissa pero no a ella, que mas bien sentia curiosidad por el hecho de que un animal asi acompañara a un humano.