Partida Rol por web

Eleva su espada frente a ella y tras mascullar unas palabras en voz baja la coloca de nuevo en la vaina de su cintura. El combate ha sido rápido y sencillo, pero con trágicas consecuencias. Uno de los gnolls había conseguido su objetivo, y ya eran uno menos. Despacio, se acerca hasta el cuerpo ya sin vida de Cyrill y lo examina con gesto serio.

- Ahora somos sólo cinco - dice girando la cabeza hasta encontrar a Karcos con la mirada - ¿será suficiente para acabar con la amenaza de los gnolls?

Sin esperar respuesta, se acerca hasta Akeelah y espera a que esta le mire a los ojos

- De no ser por tu reacción es posible que Cyrill no fuese el único caído - hace un gesto con la mano, llevándosela al símbolo de su pecho - te lo agradezco - agacha la cabeza y vuelve a colocarse junto al cadáver del explorador para ayudar a Norwan con el improvisado enterramiento

Akeelah se giro dispuesta a acabar con los Gnoll que escapaban, no serIan capaz de correr más que un proyectil mágico, pero entonces se percató de que uno de sus compañeros estába en el suelo, así que se olvidó de los Gnoll, que ya tendrían su merecido, y se acercó a cyrill. Sin duda estaba muerto. A los pocos segundos Eralisa se acercó a Akeelah para agradecerle su actuación, a lo que Akeelah no le dio importancia, diciendo solamente.- shapas quiso que los viera, y cada uno hizo lo que pudo, nada más. Luego, al observar que entregaban a Cyrill con sus cosas dijo- su alma no va a necesitar sus pertenencias en la otra vida, tal vez entre sus cosas haya algo que pueda salvarnos la vida más adelante.

Cuando los restantes Gnolls huyeron, Tirios se contuvo para no ir tras ellos, pues aunque no pensaba en que tuviesen a otros compañeros próximos cubriendo su retirada, nadie podía asegurarselo y no tenía ninguna intención de jugarsela.

Vió al mercenario acercarse a Cyrill, el cual yacía en el suelo sin vida. Al acercarse pudo observar que la herida era bastante fea, tan fea como la suerte que le había acompañado hasta la muerte, pensó.

Al ver que Norwan dispuesto a darle aunque fuese una sencilla sepultura, entendió que no era un mercenario sin escrúpulos y que algunos princiios debía tener. Acto seguido cogió su arco mientras le dijo al mercenario en un tono serio y solemne  - Haré guardia mientras os encargais de su sepultura- Lo cierto es que opinaba igual ue Akeelah, nada de lo que poseía le haría falta allá en la tierra de los muertos y probablemente les hiciese falta a ellos, pero no quería ser un insensible con el mercenario que se había tomado muy en serio la muerte del explorador, por lo que evitó pronunciarse al respecto, más que una frase dirigida a Akelaah -Podrías revisar las pertenencias de los Gnolls, es probable que esas hienas si tuviesen algo que nos pudiese interesar, mientras tanto, estaré atento....

Joder... - Dijo al escuchar las palabras de Norwan, quien definitivamente anunciaba la muerte de Cyrill, a quien había conocido la mañana del anterior día - Era un buen hombre, con ganas de trabajar... es una pena.

Comenzó a cavar con un madero al que le hizo un corte con una de las hachas de Cyrill mientras Norwan recogía piedras para enterrarle bajo ellas.

Enterrémosle con sus armas y armadura y el resto nos lo quedaremos nosotros, nunca sobra equipo útil.

El camino de piedra que llevaba hacia las aldeas que hay entre Nightshade y Alwin toca a su fin para vosotros, el camino se bifurca para tornarse de arena parda y piedras resbaladizas, mucho mas angosto y peor para vuestros pies. El sinuoso camino llevaba hasta el valle que hacía el cerro de la Loba con el pico de la Tormenta, y continúa hasta salir a la llanura, donde se hace mucho más practicable, de tierra y piedras aún pero esa tierra no resbalaba bajo los pies y podíais impulsaros fácilmente en ella.

Cuando llegasteis a la villa, el enfrentamiento con los gnolls en el que habíais perdido a Cyrill, os encontrasteis con una villa asolada, no por la estructura de las casas, que seguía intacta, sino por la ausencia de personas o de movimiento. Las casuchas de piedra, madera y paja estaban silenciosas y los caminos de tierra llevaban días sin ser pisados. El camino más ancho de la villa conduce a un castillo, con las puertas cerradas a cal y canto. 

En esta villa de algodoneros, la vida ha solido ser sencilla y tranquila. Sus gentes son personas de campo, sin muchas preocupaciones, aficionados a la cerveza y al tabaco de pipa. Todos sus lujos no van más allá de tener un techo de paja sobre sus cabezas y una pared de piedra que les proteja del frío y de los infortunios. 

Como toda villa agrícola que se precie, abundan los festivales, de la primavera, de la cosecha, del otoño, y del invierno, entre otros. Pronto se acerca el festival de la primavera, que precede al cultivo de algodón, pero éste año los gnolls hacen inviable esta festividad, acosando la aldea y atacando en cuadrillas.

La única edificación fortificada es la del ayuntamiento, un pequeño palacete fortificado, con espacio para refugiar a la población de los enemigos en malos tiempos. Ahora, solo los más valientes se mantienen en sus hogares, el resto busca cobijo tras las murallas de la casa del alcalde, donde se ha organizado una milicia con poco más que guadañas y rastrillos.
A pesar de esto, las gentes siguen una vida normal, viviendo de las reservas del invierno, fumando en pipa y bebiendo cerveza. Los jóvenes persiguen a las jóvenes y tiernecillas campesinas a las que tratarán de cortejar durante el festival de primavera.

Es una villa autosuficiente, aquí cultivan en la primavera lo que se recogerá en el verano y el otoño, para pasar hasta la siguiente primavera, y hacen riqueza comerciando con Nightshade el mejor algodón de la comarca, aunque claro, todas las villas de algodoneros dicen que su algodón es el mejor de la comarca, pero lo cierto es que los algodoneros de Valleprofundo se han hecho con una pequeña fortuna y cierto renombre.

Al menos aquellos gnolls habían servido para algo. Primero para estirar los músculos y pegarse un buen chute de adrenalina, y luego para conseguir algo de oro fácil y alguna que otra arma. No estaba mal para romper el aburrimiento del camino.

Después de dejar atrás para siempre al cocinero Cyrill, siguieron su andadura hasta llegar a la villa. Norwan se mantuvo callado casi todo el trayecto, por respeto al muerto. Parecía tomarse muy enserio a los caídos en batalla. Era la mano de Tempus, y su dogma, así lo mandaba.

Se detuvieron a la entrada de la villa para echar un vistazo. A pesar de estar acosados por los gnolls sus habitantes parecían seguir con su vida de la forma más normal posible. Aquello le agradó.

Busquemos al alcalde para que nos ponga a corriente de la faena. Luego ya habrá tiempo de remojar el gaznate y hacer algunos planes. - dijo en voz alta, sin mirar a ninguno de sus compañeros.

Cuando finalizaron con el entierro de Cyrill, Tirios se acercó a su tumba, sentía pena por el final trágico de aquel joven.

Después se aproximó a los Gnolls caídos para ver si había algo de interés y útil, donde vió a Norman recopilar todas las cabezas de hachas sin prestar demasiada atención al dinero ni a ninguna otra cosa, más, en silencio y quieto observó extrañado como iba guardando una a una las cabezas de las hachas, quería preguntarle, pero supuso que sería alo demasiado íntimo y extravagante como para que lo compartiese con el resto sin apenas conocerse, por lo que retornó a su actividad inicial cuando vio algo que le extrañó muchísimo, esperando que solo fuese una casualidad, cogió la insignia y dijo al resto en voz alta –no os habéis fijado en esto? No os resulta curioso que un Gnoll tenga una insignia de los Garras rojas…? –se agachó y observó el lugar donde tenía originalmente guardada la insignia y dijo ya en un tono más bajo, aunque audible para los más cercanos – Podría ser el trofeo de algún enfrentamiento con ellos, pero en principio eran los caballeros Rantanos quienes mantenían esta zona segura, o me equivoco? Un garra roja solo por aquí…raro... O pertenecía a un contingente más numeroso? Habrá que averiguar si ha actuado por la zona y recientemente, un contingente de Garras Rojas – Pensó para sus adentros. Cogió la insignia y las monedas a las que nadie había prestado especial atención y dijo –Bueno, guardaré esto y las monedas las incluiremos en un fondo del grupo que estará en una de mis alforjas si os complace a todos, y al acabar la misión repartiremos todo lo recaudado a partes iguales.

Entre el resto de pertenencias observó una daga de gran calidad, la cual en vista que nadie le prestaba atención, la cogió y se aproximó con ella sujeta por la hoja a Akelaah, se la acercó presentándole el pomo y le dijo mientras ésta se hacía con unos pergaminos del fallecido Cyrill –Por lo que veo nuestro difunto compañero era un hombre culto, es una pena que una persona  como él nos haya abandonado tan pronto. Tomar, espero que nunca la necesitéis, no me  mal interpretéis, os considero una persona bastante autosuficiente, esto únicamente aumentará vuestras posibilidades en caso de extrema necesidad, tiene una excelente hoja con una punta especialmente aguda, con ella atravesareis cualquier cota de malla sin problema alguno, solo tenéis que introducirla 5 cm en el cuerpo de vuestro oponente si queréis acabar con su vida, no importan donde la introduzcáis.

Observó que Cyrill poseía un equipo bastante útil del que ya no se podría beneficiar, por lo que en vista de que al resto no les parecía irrespetuoso y que no habían puesto objeción a lo insinuado por Karcos y Akelaah, dijo al resto –Una cuerda, material de trampeo, un vial antídoto, algo de comida, un odre de guía, algunas antorchas y material para hacer fuego, lo cierto es que seria una pena que todo esto se quedase aquí, mi caballo, al ir sin jinete puede portar toda ésta carga sin problema sin restarnos al resto movilidad, pues el material de trampeo es bastante completo y pesado, lo cierto es que sería un lujo poder disponer de un equipo de esas características en caso necesario, seguramente no sea tan buen cazador como Cyrill, de hecho es probable que no le llegue a la suela de las botas, pero se como se usa, así que llegado el caso…

Al llegar a la villa se mantuvo en silencio y atento a lo que observaba, aunque en un primer momento todo apuntaba a que debían dirigirse hacia el ayuntamiento, probablemente allí les podrían explicar de primera mano en que situación estaban realmente.

Akeelah agradecio para si el silencio de Norwan, el que se mantubiera callado era una bendicion, hasta que llegaron a aquel pueblo, donde la gente parecia vivir como buenamente podia. sin duda aquellas personas necesitabam ayuda, y ella se la prestaria pues a ello se habia comprometido, y Akeelah nunca romperia una promesa.

- Si, vayamos junto al alcalde, por cierto, que dice Tempus sobre saquear el cadaver de los que han sido abatidos por otros?- Akeelah no pretendia picar a Norwan aunque con ese tono en el que hablaba siempre, parecia que lo preguntara despectivamente, aunque en realidad Akeelah solo preguntaba para saber, nada mas y nada menos, habia estudiado y conocia diferentes deidades y sus credos, Tempus era uno mas del que saber.

Honra a tus aliados caídos dándoles merecida y digna sepultura. Mata rápidamente y con contundencia al enemigo, de frente y sin engaños. - habló mirando de reojo a Akeelah, con tensión en su voz.

Tuvisteis la desfachatez de saquear el cuerpo de Cyrill, ojalá sus pertenecías hagan que vuestras manos se pudran. - Escupió al suelo.

Lo único interesante de los gnolls es esta insignia, que no tengo ni idea de lo que es. - dijo sacándola de uno de sus bolsillos y arrojándola de malos modos a los pies de Akeelah.- Ten, es un regalo. Para que me recuerdes en las frías noches. - soltó una breve carcajada y siguió andando.

Apropiarse de los objetos de un compañero caído no era algo a lo que estuviese acostumbrada. En realidad, aquella forma de actuar como simples carroñeros le repugna, pero no quiere ponerse a discutir. Para evitarlo, se aleja un poco del grupo hasta que termina con su saqueo, y no abre la boca hasta que llegan al poblado de los algodoneros. Sabe que su dios no aprueba esa forma de actuar, pero desconoce las costumbres de gente tan variopinta. Tal vez para sus respectivos dioses sea una forma de honrar a los caídos.

- Los garras rojas - masculla al escuchar las palabras de Tirios y observar el emblemaque Norwan le lanza a Akeelah - deberíamos guardar eso, puede ser importante. Tirios tiene razón

El poblado parece tranquilo, aunque tal vez demasiado. Los últimos ataques de los gnolls les han obligado a mantenerse alerta, y muchos habitantes han decidido refugiarse tras los muros del ayuntamiento. Sin duda, ese debe ser el próximo lugar para visitar. Deben presentarse ante la máxima autoridad para que sepa de su presencia.

Las casas a vuestro alrededor se ven solitarias, parecen vacías, lo que se contrapone con lo que veis a lo lejos en el palacete, donde hay más movimiento, de pronto comenzáis a captar, cada uno a su modo, la presencia de enemigos en las casas: Akeelah ve un movimiento en una de las puertas, y una pezuña que asoma en el umbral, acechante, y el patrón se repite en una ventana, en la que se ven lo ojos de un lobo antropomorfo tratando de esconderse. Por otro lado el resto del grupo comienza a escuchar cómo los enemigos se revolvían dentro de las casas, preparándose para emboscar.

El ruido es numeroso para ser un grupo pequeño.

El cazarrecompensas había estado callado durante todo el trayecto desde el entrierro de Cyrill, no había estado interesando en el botín, y seguía alerta, en busca de criaturas al acecho y restos que hubieran podido dejar los Gnoll.

Atentos, estamos rodeados. - Desenvainó la espada y se puso en guardia. - Norwan, Eralissa y Tirios, haced un círculo conmigo alrededor de Akeelah.

Antes de que Karcos diga nada, Eralissa ya está desenfundando su espada y colocando el escudo en su otra mano. Los gnolls son demasiado torpres, y hasta un ciego se habría percatado de su intento de emboscada. Akeelah parece la más débil en el cuerpo a cuerpo, por lo que sigue las instrucciones del explorador y se coloca cerca, preparada para evitar que nadie consiga llegar hasta ella. En voz baja, comienza a susurrar una plegaria a su dios, pidiéndole ayuda para el inminente combate. Sabe que si lucha con valentía recibirá su beneplácito.

La mujer sabe cuidarse por si misma, ya lo demostró antes. - Norwan no pensaba cubrir a nadie, a no ser que fuese necesario. En realidad le estaba echando un mediocre halago a Akeelah, a los ojos del guerrero ya no la parecía tan inútil después de ver como quemó hasta los huesos a un cara perro.

Se preparó para el combate, agarrando fuertemente su escudo y su hacha, equilibrando el peso de su cuerpo, para contener una posible carga, como le habían enseñado desde pequeño.

¡Venid a mi! ¡Hijos de perra! ¡Nunca mejor dicho! - se rió con su propio chiste. - Una vez más probareis el hacha de un manomartillo y Tempus sonreirá al ver vuestras cabezas seccionadas.

Akeelah se agacho a recoger la insignia que Norwan le habia arrojado en frente con desprecio, y fue en ese momento de agacharse cuando vio el primer movimiento sospechoso, miro a los lados disimuladamente localizando a la amenaza, momento en el que karcos, hablo dando ordenes, los demas comenzaron a desenfundar las espadas y prepararse para la lucha,  Akeelah no dijo nada a sus compañeros ya que esta vez parecian haberse enterado todos de la emboscada. asi que comenzo a mover sus manos con extraños gestos y a pronuncior palabras extrañas, se preparaba para la lucha.