Partida Rol por web

En cuanto Sgrog pregunta a Walter, éste solo frunce su ceño sin cejas y niega con la cabeza. Está claro que de lo que tiene ganas no es de hacerle pagar a nadie nada, sino de salir de ese marrón de narices en el que se han metido. 

Por supuesto, la mención del pasado de Sgrog no hace nada por aliviar el enfado del guardia, antes al contrario, se lanza hacia Sgrog dispuesto a darle de puñetazos, aunque se detiene cuando Walter le apunta. 

-¡Traidor! ¡Asqueroso traidor! ¡Vais a morir los dos, os van a matar y vais a arder en el infierno! ¡Vais a arder en esta vida y en la siguiente y os juro que...!

Sus gritos son interrumpidos por la puerta cerrándose al pasar Sgrog la tarjeta. La puerta es lo suficientemente gruesa como para que solo se oigan sus gritos y golpes amortiguados, aunque se siguen oyendo sus maldiciones e insultos si se acercan. 

Tras unos minutos de la desagradable tarea de cargar cadáveres, por fin todos los muertos están en la celda con el cada vez más enfadado guardia. Por supuesto eso no elimina las variadas manchas de sangre, los impactos de láser en las columnas ni el enorme charco de sangre, trozos de carne y hueso que hay en mitad de la sala donde Sgrog ha matado al guardia. 

Finalmente, no se oye más que los gritos y los golpes del guardia en la puerta, amortiguados por su grosor. 

La alarma sacó al Shirren del sopor en el que se estaba sumiendo. ¿Qué, cómo, dónde, cuándo? ¡Ooooooh, eso era malo! ¡Muy, muy malo! ¿Cómo no lo había pensado antes? Centinelas... Si le descubrían todo se iría al traste, pero tampoco podía alejarse demasiado para poder acudir a rescatar al capitán en cuanto éste le diese el aviso, ¡pero si se quedaba le descubrirían y todo se iría al traste! Es más, ¿y si le habían descubierto ya? Desna piadosa... ¡Se 4estaba metiendo en un lío monumental!

Agarrando rápidamente los mandos, Schwick inició el motor para cambiar de posición. Tenía que encontrar un sitio seguro en el que esperar a que los centinelas pasaran de largo. Bueno, centinelas... Más bien los clavos ardientes Infernex, de los Caballeros Infernales. Pero reconocerlos no ayudaba para nada a la situación del shirren, antes todo lo contrario. Porque sabía que eran enviados de la base en la que estaba Sgrog, lo que significaba que aunque los esquivara ahora, más tarde o más temprano volverían a pasar por allí.

Así que, lleno de determinación, el shirren activó todos los sensores y se puso a examinar rápidamente los alrededores, buscando un lugar seguro en el que esperar a que la amenaza pasara de largo. No podía fallar. No pensaba fallar. Por sus compañeros. Por la libertad.

    La engorrosa tarea ha concluido, se que no servirá para mucho, pero el desconcierto que pueda llegar a sentir el guardia que solo encuentre una zona de combate sin cadáveres sera suficiente para comprar unos segundos. Tomo los sueros en mi mano dispuesto a utilizarlos pero tras valorar mis heridas veo que estas no son tan graves como me habían parecido en un primer momento por lo que paso a guardarlos. Me sientoven la tentativa de volver a encender el comunicador, aunque al ver lo que aún nos queda por delante, me replanteo la utilidad que pudiera tener.

    -Si quieres un refresco por mi no te cortes Walter. - Le digo ofreciéndole una de las botellas a la par que me sirvo otra para mi. No se si preocuparme por lo que pueda haber pensado de lo sucedido antes, tal vez incluso sea la primera vez que el muchacho ve una muerte violenta y ni siquiera hemos salido aún de aquí. En fin, ahora si que me vendría bien un buen trago de grosk, me conformaré con lo que diablos sea esta cosa. -Me gustaría decirte que has pasado lo peor, chico, pero no se lo que nos encontraremos más adelante, eso si, te prometo que no permitiré que te ocurra nada malo, así que mantente a mi lado.-

    Se de sobras que ninguna de nuestras razas tiene fama de destacar precisamente por la empatia pero eso no quita la necesidad que siento reconfortarle. Tras un largo trago, apuro la botella y preparo la bayoneta. "Allá vamos" 

Walter acepta la botella que le ofrece y se la bebe casi de un trago bajo su embozo, que nunca se quita.

Probablemente sea la sed de los nervios de la situación o el calor que hace en la estación.

-Ya. Nada malo. Gracias, papá. -responde con sarcasmo- Tranquilo, que no pensaba separarme de tu lado. Así moriremos juntos.

Sgrog se bebe la suya y puede comprobar que aquello no puede alejarse más del grosk, es ácido y azucarado, bebida de humanos, dulce y con gas.

Sgrog ya ha podido comprobar que Walter suele ser escéptico y algo sarcástico ante la vida, pero sin duda se puede confiar en él. A pesar de sus palabras, se pone al lado de Sgrog y juntos van a abrir la puerta. Sin embargo, lo que ven al otro lado resulta tal vez un poco decepcionante: un pasillo vacío, unas escaleras, y, al fondo, una segunda puerta.

Desde que trabaja con Sgrog éste le ha contado muchas cosas de los Caballeros infernales, y el shirren ha investigado también por su cuenta bastante, ya que estaba claro que se encontrarían con ellos antes o después. Por lo tanto, sabe bastante de los Clavos ardientes Infernex, el caza básico de los Caballeros. 

Producido en masa por las industrias Infernex, un clavo ardiente ofrece a la vez maniobrabilidad y velocidad y una buena potencia de fuego. Sin embargo, una debilidad conocida es el hecho de que carece de armas a babor y a estribor, pues solo tiene a proa y a popa. Es un hecho que sus pilotos tratan de compensar con maniobras temerarias y agresividad en el combate. Por delante tienen un cañón de partículas y un lanzatorpedos de plasma ligero, y por detrás un cañón de correa. Son rápidos y muy maniobrables, pero no muy resistentes al daño. 

Lo malo del espacio exterior es que no es un sitio muy adecuado para esconderse. Alrededor de Schwick solo está la nada más absoluta. Lo único en lo que esconderse sería un pequeño campo de asteroides, pero está a unos cuarenta mil clicks en dirección contraria a la estación. 

    Sonrió ante la respuesta de Walter, aunque no me detengo a darle la replica, no le falta razón en su comentario pese a que todo lo dicho iba en serio. Acto seguido abrimos la puerta y observo, sin saber muy bien que esperar, lo que nos aguarda al otro lado.

    -¿Qué opinas? ¿Ves algo extraño?- Espero un poco por su respuesta, aunque estoy decidido a seguir hacia delante, eso si, con cautela, no quiero perder más tiempo sin una buena razón.

-¿Qué opinas? ¿Ves algo extraño?-

El kasatha niega con la cabeza. 

-Nada de nada. Si hay trampas o sensores, están bien ocultos. 

Ambos continúan por el pasillo, con sus botas de mala calidad de ropa de preso golpeando el suelo metálico. Al llegar a la puerta, se preparan y Walter pasa la tarjeta para inmediatamente volver a coger el rifle con ambas manos. 

Al otro lado hay una sala anodina, pero con dos cajas fuertes electrónicas en la pared. El guardia que las custodia apenas tiene tiempo de moverse siquiera antes de que Sgrog cargue a toda velocidad hacia él. 

    No dudo, sin pensar recorto en un suspiro la distancia que nos separa lanzando una estocada directa contra el guardia, sin embargo, el golpe es precipitado y apenas logra alcanzarlo ni menos aún causarle daño alguno. No obstante, no dejo que eso me detenga y con un revés lanzo un segundo golpe de vuelta ascendente, por desgracia ahora mi adversario está alerta y logra evitarlo. Tal vez debía haber corrido el riesgo de tomar el descanso antes de entrar en la sala, pues no se si el agotamiento me está jugando la mala pasada de restar precisión a los golpes.

Por desgracia para los presos fugados, esta vez la armadura de los Caballeros Infernales demuestra su efectividad. El primer ataque del vesk se queda corto, pasa a centímetros de su cabeza, y para el segundo el guardia ya se ha repuesto de su sorpresa y logra desviarlo con la culata de su rifle.

Walter dispara, pero la matriz energética de la armadura dispersa la energía del disparo de forma inofensiva en su peto. Inmediatamente, y viendo como mayor amenaza el enorme vesk resplandeciente que se le viene encima, el guardia empuña su rifle como una lanza y traspasa un costado del vesk.

Hasta ahora todo han sido heridas superficiales y raspones para Sgrog, o quemaduras leves. Sin embargo este ataque va a fondo y logra atravesar sus escamas con facilidad, abriendo una verdadera herida en su costado de la que sale un hilo de sangre.

    Nuevamente el ataque falló, siento el dolor y la gravedad de la herida pero el disparo de adrenalina los disipa por el momento preparándome para recibir la que será la segunda acometida del caballero mientras Walter sigue lanzando disparos para tratar de disuadirlo, eso si, sin alcanzar un éxito mayor que el mío. Este rival se antoja más duro que los anteriores. 

El guardia ve cómo su armadura le protege de las acometidas del vesk, y repuesto de la sorpresa incial ve que sus oponentes no parecen ser tan peligrosos como pensó en un principio, por lo que vuelve a atacar, crecido por su éxito. Lanza una estocada directa al pecho del vesk, y solo por centímetros falla el objetivo al corazón. 

Aun así, deja una herida sangrante en el pecho de Sgrog, mientras Walter vuelve a fallar su disparo. 

    El golpe hace que me arda el pecho, siento mi sangre manchar el suelo y mis instintos más primarios vuelven a apoderarse de mi, olvidando a Walter, Schwick, incluso de la huida, por un impulso de matar. Con un golpe respondo a la última estocada con potencia suficiente para abrir una hendidura en la armadura haciendo que su sangre igualmente comience a aflorar en esta lucha sin cuartel.

No había detalle de la zona que se hubiera escapado a la aguda mirada del shirren. Lo malo era... Que no había nada salvo el vacío del espacio en esa zona. Aparte de la estación, claro. Lo que significaba ningún lugar para esconderse, con la excepción de aquel cinturón de asteroides. Lástima que para cuando quisiera refugiarse allí, ya le habrían derribado seguramente.

Schwick suspiró. ¡Detestaba tener que meterse en peleas! Especialmente aquellas que involucraban a su querida nave. Afortunadamente sabía lo suficiente sobre los clavos ardientes como para poder elaborar una estrategia de ataque. Si atacaba a los costados, atacaba a los lados más desprotegidos.

Agarrando con firmeza los mandos, el shirren se dirigió hacia las naves, dando un rodeo para pasar a su lado, a cierta distancia. Si le confundían con una mera nave viajera, quizás le dejaran tranquilo. Y si no, al menos tendría sus costados lo bastante cercanos como para iniciar el ataque defensivo. Ojalá la cosa saliera bien.

Walter sigue disparando a la pared como si tuviera algo contra ella, y el guardia parece confiado. Esa confianza se acaba bastante rápido en cuanto el vesk, haciendo gala de sus instintos guerreros, por fin atraviesa la armadura del guardia y hace una gran herida que de inmediato se llena de rojo. 

El guardia grita de dolor y acomete de nuevo, abriendo una herida más en el costado del vesk. La sangre de humano y de reptiliano se junta en el suelo a sus pies. 

La nave responde ronroneando y suave como siempre, mientras cruza el vacío hacia las naves enemigas. En cuanto entra en el radio de sus sensores, ambos clavos ardientes giran rápidamente y se dirigen hacia él, a toda velocidad y con los escudos alzados. El piloto de las comunicaciones brilla sobre la consola, y cuando el shirren lo pulsa, una voz autoritaria resuena en la cabina. 

-Nave no identificada, está entrando en área restringida de los Caballeros Infernales. Dé la vuelta de inmediato o abriremos fuego. 

    La visión comenzaba a nublarse y los músculos se entumecían en lo que comenzaba a ser una lucha desesperada, sabía que había logrado herir de gravedad a mi rival pero eso no era suficiente, tenía que arriesgarme para darle el golpe de gracia, sin embargo en esta ocasión el arco trazado únicamente cortó el aire dejando nuevamente expuesto mi costado al que podría ser el golpe final.

Walter dispara de nuevo, y esta vez se acerca lo suficiente como para que tenga que esquivarlo, dejando al guardia en mala posición para atacar. Las placas brillantes que rodean el cuerpo del vesk desvían el arma del Caballero, silenciosas pero eficaces. 

    Su golpe falla por por poco, un error que a diferencia de él, yo no estoy dispuesto a perdonar, levantando la espada por encima de mi cabeza descargo un poderoso golpe descendente que impacta de lleno abriendo nuevamente una brecha en su armadura de la que salen despedida astillas de metal ensangrentadas, no me hace falta corroborar que el golpe ha sido fatal conocedor de la fuerza del impacto, por ello simplemente retrocedo para contemplar como se desploma, la lucha ha sido más dura de lo esperado y ahora si que necesitaré reponerme de esto antes de seguir.

    -Walter, encárgate de las cajas fuertes, si nuestros equipos se encuentran en ellas necesitaremos hacer uso de ellos en breve y toma.- Le hago entrega del transmisor. -Si Schwick llama respóndele, necesitaré tiempo para recomponerme de las heridas, así que nos quedaremos aquí un rato, si sospechas de que alguien se aproxima a nuestra posición no dudes en llamarme.-

    Rebusco entre el caído más sueros de curación, tengo un buen surtido pero podrían quedarse cortos al ver la gravedad de las heridas, tras ello, tomo parte de los que hemos encontrado y comienzo a utilizarlos sobre mi mismo antes de iniciar la meditación que me permita recobrar el aliento.