Partida Rol por web

Al arrodillarme al lado de mi amigo y tocarlo dejo escapar la idea del disparo por descabellada. Ese maldito olor me está poniendo los pelos de punta y miro a Chihiro para comprobar que ella está bien, y a las dos chicas. Yo también me encuentro bien, es sólo este maldito pringado que...sin pudor le abro del todo la chaqueta del uniforme... no tiene cortes, ni heridas ni...el olor me hace estornudar.

-Esto va demasiado rápido para ser un tiro.-Digo a toda velocidad.- Creo que es veneno, Chihiro-chan. Hay que sacarlo de aquí cuanto antes...- Me muerdo el labio y me echo el pelo hacia atrás, intentando pensar. No puede ser algo que haya comido por obvias razones. Tiene que ser...algo que lleve puesto o...ese maldito olor.- Hay que llevarlo a la ducha, quitarle toda la ropa y lavarlo, por si lo tiene en la piel.- Eso es más rápido que la otra opción, y empiezo a sacarle la chaqueta a tirones.- Y necesitamos una cosa para respirar...por si es esta porquería apestosa. Una de esas cosas de...- estoy demasiado ocupado intentando levantar a mi amigo para acordarme de las palabras “máscara antigas”, pero hago un gesto totalmente gráfico. Con cierto trabajo lo ayudo a incorporarse y doy un par de pasos. Puedo con él, perfecto. -Tú pon algo de tu parte que estoy convaleciente.- Le digo al mecánico intentando quitar hierro al tema de que se está desangrando.- Chihiro-chan, me lo llevo a la ducha. Búscame un chisme de esos para respirar y ven a por nosotros,- ya estoy en la puerta con Hideo agarrado lo mejor que puedo y me giro sólo un segundo hacia la médico, no tengo tiempo que perder. Al final me acuerdo de cómo se llama.- Máscara antigas. Onegai.

Al entrar a la cabina Isae iba contestando a su acompañante - ¡¡Sí...sí....claro parar aquí ni locos !! - dijo, rebajando el tono de voz e intentando concentrarse. Al girar la cabeza y mirar hacia delante vio a Kagura en brazos de Takeshi y se quedó muda, con los ojos muy abiertos y la boca entrecerrada.

Durante un par de segundos, su corazón latió fuerte y rápido en el pecho, sin poder creer lo que estaba viendo...pero al darse cuenta del porqué de aquella escena, su cara enrojeció y trató de disimular acercándose a los controles de la Hayajiro. - Ka....¡kagura! ¡Tenemos que reducir la marcha, hay decenas de kabane ahí fuera intentando llegar a nosotros! ¡Ayúdame con la presión, pero no dejes que se quede sin, no debemos parar o será mucho peor! - farfulló ocultando su cara al resto.

Podía escuchar lo que decía Takeshi y pronto supo la razón de lo que estaba sucediendo, o al menos la intuyó. - ¡Takeshi-kun, debe de ser la niebla azul extraña que nos rodea! ¡Los kabane que están dentro de la niebla están en llamas, quemándose! -

Al decirlo, se percató de tres cosas.

Una, que si la niebla era la causante de todo ésto, y los kabane eran dañados por la niebla, quería decir que aquel lugar era el más seguro de todos, pues los kabane morían allí.

Dos, que si Hideo era un semi-kabane (por lo que ella había entendido), aquello era lo que debía estar haciéndole daño.

Tres, que le había dicho kun a Takeshi, en lugar de san.

Su cara enrojeció como un tomate maduro, pero la mantuvo escondida mientras manipulaba los controles para frenar la Hayajiro.

- ¡Kyaaaaaaaaaaa! ¡Lleve a Asano-san y ahora iré a tratar de ayudar, por favor, llévelo ya! - dijo, totalmente avergonzada por primera vez en mucho tiempo y sin ganas de girarse a mirar a nadie. Sus manos volaban por encima de los controles pulsando botones y girando palancas en una frenética acción que intentaba dejar salir de aquella forma los sentimientos que se apelotonaban en su interior.

Un silbido de admiración sale de los labios de Sakura cuando el hombre le explica el nuevo juguete aunque al parecer los jefazos no quieren tener uno

-"Huuuum,esto es la hostia"-murmura acariciando con dulzura el dibujo mientras sus ojos brillan imaginando todo lo que podría hacer con aquel arma una vez que comprende su mecanismo-"Keita-san ¿podrías hacer uno?"-le mira con la ilusión pintada en el rostro,olvidado ya todo rastro de dolor o lágrimas,al menos por el momento-"Es maravilloso ¿cómo que no son útiles?Si lanzas eso a un grupo de kabane y estallan en pedazos¿dónde queda la inutilidad?Ah,hombres, no saben ver más allá de su corta po...eeeh,ejem..."-carraspea incómoda antes de seguir con una sonrisa inocente-"Bueno ya sabes,la mayoría no tiene visión ni táctica de lucha a distancia"-dice guiñándole un ojo mientras saca un chicle del bolsillo de su camisa y lo desenvuelve,ofreciendo a Keita otro

Recogió la manita de la pequeña en la suya mientras la miraba con una sonrisa. Le habría encantado decirle que podia esperar sentado, que ella no tenia nada que hablar con él, pero la niña estaba allí y parecia enfurecerse con Izume por algo. Así que no queria echar más leña al fuego y provocar la ira de Sachiko.

- Luego - fue su respuesta. Pero ese luego era tan indefinido.... desde luego ella no pensaba volver a hablar con él.

- Venga. Te echo una carrera a ver quien llega antes - le guiñó un ojo y dejó que ella saliera antes dándole ventaja, así pudo dedicarle una última mirada rencorosa al hombre.

La joven psíquica esboza una dulce sonrisa de alivio al escuchar a Tomohiro contestar con tanta franqueza. Por un momento se estremece al sentir la mano del noble sobre su venda, quedándose totalmente quieta en el sitio, incluso algo avergonzada de ese curioso trato. Pero no me molesta... Sin quererlo, ladea la cabeza un poco hacia la mano de Tomohiro, como si no quisiera perder ese contacto. 

- No pasa nada, Mogami-sama. Irónicamente, eso sirvió para abrir mis ojos... de otra manera menos desagradable. - hace una pequeña mueca, manteniendo su sonrisa. Luego baja la cabeza con gesto algo más serio - Sachiko-chan... Hace tiempo que vi su oscuridad, su "mariposa", pero no llegué a comprender qué significaba. No estoy segura de si podré ayudarla, nunca había visto nada igual... - Arisa vuelve a levantar la cabeza hacia Tomohiro y asiente de forma firme y decidida - ... pero haré todo lo que esté en mi mano. Le ayudaré, Mogami-sama.

Aunque tal vez yo no sea suficiente... Ryushun podría llegar a su mente más fácilmente y si realmente requiere de alguien más experto... Por un momento la imagen de su abuela llega a su mente y Arisa frunce los labios, al tiempo que se levanta, dejando con cuidado las manos de Tomohiro. Esperemos no tener que llegar a ello.

- Sobre Shimonoseki... He visto llamas azules sobre kabanes recientes y a los vivos luchando contra los que aún se movían. La estación en llamas y la casa de Izume-san derruida... Y temo que a la ola blanca, de nuevo. La he visto sobre una hayajiro blindada de tres vagones, atacando la ciudad con sus cañones, sin cesar... - Arisa se lleva la mano al pecho, dolida, intentando comprender cómo alguien podría sonreír ante esa masacre - Si conseguimos llegar antes que ella, es posible que podamos avisar a la estación para que estén preparados. Pero temo que no será una estación en la que podremos descansar mucho tiempo...

¡Yo te ayudo! - Suzume ayuda a Takeshi a levantar a Hideo y entre ambos arrastran a Hideo al interior de la Ryugujou.

Llevadlo a la ducha de Koizumi-san en el segundo vagón - ordena Chihiro - Encontraré una máscara para él ¡Aguanta, Asano-san!

Tal y como Takeshi preveía el estado de Hideo deja de empeorar en la atmósfera relativamente cerrada del interior de la Ryugujou. El kabaneri apenas se encuentra consciente y la sangre brota ahora por todas sus heridas en forma de pequeños coágulos humeantes a medio formar...

Sachiko ríe entusiasmada y echa a correr hacia el vagón de Tomohiro. Pero Izume no está dispuesto a dejar que Yûki se vaya tan fácilmente - No huyas ¡cobarde! - sisea con una rabia que ella nunca le había oído - Sí, me viste recibir un soborno de un esbirro de Kaibuki, lo que me convertía en un supuesto traidor pero ¿qué fuiste tú entonces? ¿Una oportunista que vio cómo se esfumaba la posibilidad de medrar en la guardia de Okayama a mi costa o una hipócrita que prefirió dejarme de lado para no ensuciarse su impecable conciencia? No eres una guerrera. Ni siquiera una soldado ¡No eres más que una cría mimada!...

Takeshi y Suzume se encuentran con Sachiko en la planta baja del segundo vagón (1). La niña mira sobrecogida al mecánico medio inconsciente y cubierto de sangre humeante. Pequeñas volutas de humo rojizo escapan de su boca y oídos y su piel tiene un extraño semejante al del hierro fundido.

Sachiko-chan, abre la puerta del camarote de Koizumi-sama. Por favor cielo - dice Suzume. Sahiko asiente y abre la puerta del camarote de Yûki. Pocos segundos después se oyen sonidos de desgarros de ropas y el correr del agua en la ducha.

¿Se va a poner bien?- dice Sachiko desde la puerta...

Muchas gracias, Furuhashi-san - sonríe Tomohiro - Me alegra saber que cuento contigo.

Sobre Shimonoseki... He visto llamas azules sobre kabanes recientes y a los vivos luchando contra los que aún se movían. La estación en llamas y la casa de Izume-san derruida... Y temo que a la ola blanca, de nuevo. La he visto sobre una hayajiro blindada de tres vagones, atacando la ciudad con sus cañones, sin cesar... - Arisa se lleva la mano al pecho, dolida, intentando comprender cómo alguien podría sonreír ante esa masacre - Si conseguimos llegar antes que ella, es posible que podamos avisar a la estación para que estén preparados. Pero temo que no será una estación en la que podremos descansar mucho tiempo...

¿Llamas azules? ¿Como los Hitodama? (1) ¿Y a qué te refieres con la ola blanca? Creí que nos habíamos librado de ella cuando Zweihänder-san se escapó... - medita las palabras de Arisa durante unos minutos - Shimonoseki es nuestra última parada antes de llegar a Gunkanjima. Necesitamos repostar agua y combustible aunque tengamos que rapiñarlo de una estación infestada. Para eso tenemos nuestro blindaje, nuestros soldados y el cañón de vapor. Sólo espero que los depósitos sigan intactos. Mientras tanto quisiera que hablaras con Sachiko. Últimamente está teniendo pesadillas con una especie de demonio de ojos amarillos y el pelo blanco. Quizás esté relacionado con tu visión.

Mientras Tomohiro habla se escucha un suave chirrido procedente de las ruedas mientras la velocidad disminuye suavemente.

No deberíamos estar aminorando aún...

Tengo uno hecho aquí mismo - Keita lo utiliza para obligar a Sakura a bajar el libro - Mira, sólo tienes que traerme tu fusil y en una hora te lo tengo montado. Tendrás el honor de probar este prototipo de lanzabombas ¿Qué te parece? - el rostro de Keita enrojece de repente. Sakura se da cuenta de que está lo bastante cerca como para captar el olor de Izume en su cuerpo y en sus ropas. Keita y Sakura se miran a los ojos. No hacen falta más explicaciones. El armero es el primero en apartarse aprovechando el momento para recuperar su preciado libro.

Bueno - carraspea - Tráeme tu arma cuando quieras. De todos modos no deberías pasearte por ahí sin ella. Ya sabes que pueden atacarnos en cualquier momento - Por unos momentos duda sin saber qué decir - ¿Puedo ayudarte con algo más?...

A pesar de estar todavía lejos de la estación de Shimonoseki la Ryugujou empieza a aminorar lentamente con suaves chirridos de los frenos sobre las ruedas. De vez en cuando se escuchan algunos golpes contra los costados de las hayajiro. Quienes miren por la ventana ven que la hayajiro está atravesando un gran bancal de una extraña niebla azul. Los golpes son provocados por unos pocos kabane que arden con llamas azules dentro de la niebla. Algunos están tan socarrados que se hacen pedazos cuando se lanzan sobre la Ryugujou. El resto simplemente son brutalmente empujados o arrollados por las enormes ruedas metálicas...

La voz de Isae saca a Kagura de su trance de pánico - ¡V... voy! - dice con la voz entrecortada. Entre las dos consiguen que la Ryugujou frene suavemente salvando el peligro de descarrilar por los cada vez más numerosos kabane en llamas que se se cruzan en las vías o se lanzan contra la hayajiro. Una vez conseguida la velocidad apropiada Kagura cierra la compuerta de la cabina y echa el cierre de seguridad. Después deja a Isae a los mandos mientras observa el exterior a través del periscopio.

Ly... Lyashi-san. Mira esto.

La visión de Shimonoseki provoca un vuelco en el corazón de Isae: aunque las luces están apagadas la estación está iluminada por varios incendios de los que brotan gruesas columnas de humo. El arco de entrada de entrada de la muralla yace en pedazos esparcidos a ambos lados de la vía, señal de que la última hayajiro que salió de ahí se abrió paso a cañonazos. En el interior pueden verse las llamas rojas de los incendios y las azules de los kabane, todo ello con un aspecto medio irreal a causa de la niebla.

Es una estación fantasma, Lyashi-san - dice Kagura - Será mejor que avises a Mogami-sama...

El rostro de Sakura se mantiene impertérrito cuando Keita la mira de aquella forma

¿Qué pasa,que tú no follas?Pues si no lo haces es porque no quieres y sí,no me he podido lavar ¿y?Baaaah ¿habrá hablado Izume con ella ya?Joder,nunca nos habíamos peleado,no con él ¿dónde estará?

Las dudas atenazan su estómago pero por suerte el bueno de Keita la distrae con aquello que más le gusta en el mundo: las armas

-"¿No tienes por aquí algún fusil que dejarme mientras?No quiero ir sin un arma por ahí,podrían atacarnos en cualquier momento,Keita-san"-suscribe las palabras del hombre casi sin darse cuenta pues su mente está más en otro lugar que allí-"Bueno,déjame que eche un vistazo fuera,si no hay peligro te lo traigo y si veo que la cosa no está clara esperamos a un momento más propicio"-se despide del hombre dirigiéndose hacia la salida para subir hasta la zona exterior

- Que... yo estoy perfe.....fectamente, ¿no?- consigo articular mientras Takeshi me levanta. Realmente me estaba muriendo y ni siquiera sabía el porque. Con algunas palabras me quedaba de las que iban diciendo, algo sobre una niebla azul, entonces no había sido el doctor. Era curioso como ese pensamiento me tranquilizaba un poco, era un hombre insoportable pero no le veía capaz de algo así a pesar de todo. Al momento noto como alguien más aparte del ingeniero me carga y me dejo llevar hasta lo que creo que es una ducha.

El agua nunca me había parecido una bendición mayor, poco a poco iba calmando el ardor de mi cuerpo y su frescor era más que reconfortante. Al rato puedo volver a moverme aunque sigo sintiéndome bastante débil.

- Sí, creo que me voy a poner bien, no tienes de que preocuparte pequeña. Siento el susto que te he tenido que dar.- contesto a la pequeña mientras me incorporo un poco volviéndome consciente de mi desnudez y paso a mirar a mis dos salvadores.- Muchas gracias pero esperaba que el día en que alguien me desnudase y me llevase a la ducha fuese por otra razón y aún menos que esa persona fuese alguna de vosotros.- mi voz sigue sonando ronca y probablemente haga que mi comentario suene más brusco por lo que espero unos segundos mientras niego con la cabeza.- No, en serio Takeshi, Araki-san. Gracias. Pero creo que puedo terminar de limpiarme yo solo y vosotros deberías hacer lo mismo con mi sangre, al fin y al cabo es muy peligrosa.- en ese momento recuerdo quien más había sido alcanzada y mi voz pasa a estar más alarmada- ¿Está Kagura bien? No se habrá infectado, ¿verdad, Takeshi?

Evito poner los ojos en blanco ante la contestación del mecánico y al final logramos llevarlo a la ducha entre la chica soldado y yo. Con rapidez le quito la ropa y dejo que le caiga el agua por encima, luego me quedo sentado lejos del radio de acción de la ducha y espero a que funcione. Sonrío al escucharlo tranquilizar a la niña, y cuando suelta el comentario obsceno hago un gesto hacia fuera con la mano, para hacerle notar que la hija de nuestro jefe, una mocosa que no levanta un palmo del suelo, acaba de recibir una sesión complementaria de educación gracias a él.

-Gracias por el espectáculo, Hideo. Eres el rey del drama. Y tú desnudo en la ducha va a ser la nueva imagen en mis pesadillas.- Comento con leve rentintín, claramente aliviado de que se vaya encontrando mejor. Bajo la voz dos octavas, tanto para evitar que me oiga la chibi como para que la soldado no se escandalice.- Yo espero que la próxima vez que alguien te arrastre a la ducha y te arranque la ropa tu no estés medio muerto, o tu compañía se va a llevar un chasco.

Me quedo parado un momento ante el último comentario y niego con la cabeza mientras busco una toalla o algo con lo que pueda cubrirse.

-No te preocupes, en cuanto llegamos Chihiro la apartó de ti y yo la retuve para que no volviera a acercarse, no creo que se haya contagiado.- Pienso un par de segundos y luego miro a Hideo, observando cómo se está recuperando.- Chihiro va a venir con una máscara antigas para que te sientas mejor, te ayudará a que tu sistema respiratorio se recupere.- Hago ademán de pasarle la toalla.- Así que en cuanto llegue podrás sanar con más rapidez... Y yo no me muevo de aquí hasta que no estés recuperado del envenenamiento- en el último momento aparto la toalla fuera de su alcance y sonrío de medio lado, totalmente dispuesto a sacar partido de mi amistad y a devolverle el comentario de la enfermería y Chihiro. Tanta preocupación por Kagura no va a caer en saco roto.- A no ser que quieras que avise a Chihiro y sea Kagura la que traiga la máscara, así nosotros te dejamos en buenas manos y ella puede ayudarte con lo de enjabonarte la espalda...

Yûki se giró para mirarlo con los ojos cargados de dolor por el golpe. -¿Cómo te atreves?- su voz, casi siempre falta de sentimientos sonaba incrédula, triste y acusadora, mientras se aproximaba a él.

- Sabes que eras todo para mi. Eras un espejo en el que mirarme... ¿Como puedes ser tan cruel y manchar lo que sentia por ti con esas mentiras? -.Cuando llegó a su altura alzó el mentón abatida para poder mirarlo. Era demasiado pequeña y menuda pero nunca había parecido frágil, hasta ahora - ¿Porqué quieres hacerme daño cuando fuiste tú el que mintió, el que me ocultó cosas, el que traicionó a nuestra ciudad? Tú lo estropeaste todo - le propinó un empujón sin fuerzas mientras sus ojos comenzaban a empaparse.

Fue entonces cuando su cuerpo se volvió 45º observando a través de los cristales aquella extraña escena - ¿Qué es esa niebla? - preguntó tensa frotandose de un solo movimiento los ojos para evitar cualquier rastro de lágrimas.

Arisa le devuelve la sonrisa a Tomohiro y asiente lentamente, intentando identificar las llamas. 

- No creo que sean exactamente Hitodama. Y Tsu... Tsubaihanda-san* era quien debía evitar el enfrentamiento con ella, según la visión de Amatori-sama. Pero temo que ella en sí misma sea un peligro demasiado grande para la Ryugujou... - no comenta nada ante la idea de "rapiñar" una estación, ya que son medidas desesperadas, pero la mención de las pesadillas de Sachiko hace que abra la boca, temerosa - Esa, Mogami-sama... Es la ola blanca. 

Arisa pega las manos al sillón al notar que la velocidad cambia y se gira hacia la ventana, sin moverse del sitio. No es posible... ¿Tan pronto?

- Mogami-sama, esas son las llamas azules que había visto... Tengo que ir a buscar a Sachiko-chan. No sé cuánto tiempo tenemos...

Se gira rápidamente hacia Tomohiro, por si quiere decirle algo antes de que se vaya e inmediatamente después sale del camarote de su señor, buscando a Sachiko con su visión por la hayajiro y atenta a lo que pueda pasar con los kabane de fuera.

Reducir la velocidad había resultado la mejor de las opciones, pero escuchar los siniestros golpes y aullidos de los Kabane era espeluznante. Justo en ése momento recordó la opinión que Suzume-chan le había revelado entre las sábanas y su visión sobre que lo que todo el mundo consideraba monstruos, para ella eran almas atrapadas en cuerpos enfermos, incapaces de comunicarse o controlarse. No por ello dejaban de ser peligrosos, por supuesto, y ella nunca dejaría que hicieran daño a Lyashi o a cualquiera, pero ésa forma de pensar hacía mucho más duro tener que enfrentarse con ellos. 

Era más fácil pensar que eran monstruos sin alma, eso te daba la suficiente distancia mental y espiritual para acabar con ellos sin tener remordimientos. 

Isae no entendía cómo Suzume tenía la fuerza de voluntad suficiente como para tomar las decisiones que tenía que tomar sin derrumbarse, y la admiraba por ello. 

Con Asano-san fuera del vagón, aunque principalmente quien le perturbaba era Takeshi-kun, pudo concentrarse mejor en sus tareas. Agarró el periscopio tras ver el semblante pálido y la voz temblorosa de Kagura. 

Su rostro se tornó lívido, tragando saliva mientras contemplaba la destrucción de la ciudad a la que iban. - Sí...debo avisar de inmediato. - susurró. 

Se apartó del periscopio y cogió el tubo de comunicación con Mogami-sama. - Mogami-sama, señor. Shimonoseki ha sido atacada, sus puertas están destruidas y la ciudad está en llamas. Se pueden ver Kabane ardiendo con ésa extraña luz azul en el interior. ¿Qué hacemos? Quizá quede alguien dentro que necesite ayuda...- si por ella fuera, emplearía el cañón para abrirse camino y atravesaría la ciudad.

Quizá pudieran rescatar a alguien, los antepasados sabían que necesitaban más tripulantes en el tren, y no era justo abandonar a aquella gente a su suerte. 

Pero si estamos en una armería, Kinomoto-chan - intenta decirle Naoki. Pero Sakura ya está saliendo por la puerta y asomándose al exterior del vagón observando el atroz panorama: Shimonoseki, la estación natal de Izume y de la que le había oído hablar con orgullo y cariño, es ahora una ruina iluminada tan sólo por las llamas de múltiples incendios. Dentro del bancal de niebla azul que lo envuelve todo puede ver figuras que se mueven temblorosas intentando en vano asaltar la Ryugujou. El corazón le da un vuelco al darse cuenta de que la hayajiro se dirige hacia una puerta que nadie va a abrir. Entorna la vista intentando ver la entrada, pero lo único que queda de ella es un agujero en la muralla de la estación...

Si me admirabas tanto ¿Por qué te fuiste? - le recrimina Izume - Te pedí comprensión y tiempo y me negaste ambas cosas - Le sostiene la mirada, mirándola con la furia que sólo el dolor más profundo es capaz de provocar - Nunca traicioné a la estación por Kaibuki. Fue el propio Okamoto-sama el que me ordenó aceptar esos sobornos y así tener a un espía entre las filas de ese gordo bastardo. No pude decírtelo porque recibí órdenes estrictas de no decírselo a nadie. Ni siquiera a la persona en la que tenía más confianza - No se resiste al empujón de Yûki, sino que se da la vuelta y se dirige hacia la salida del vagón - Ahí tienes tu "traición" - dice con la cabeza apoyada en la puerta - Hice lo que hice por honor y por deber. Y aunque eso me ha costado todo lo que yo consideraba importante, volvería a hacerlo. Puedes odiarme si quieres, pero no tienes ningún derecho a volver a llamarme traidor.

Ignora la pregunta de Yûki sobre la niebla y la deja a solas en el vagón, cerrando la puerta tras de sí al salir...