Partida Rol por web

Isae salió y rápidamente se puso a realizar el repostaje de la Hayajiro. Su mirada se alternaba entre colocar bien las tuberías de repostaje y curiosear alrededor, así que cuando Takeshi se puso a su lado y le cogió la pértiga rozando una de sus manos, Isae se sobresaltó y al ver quién era, su rostro enrojeció ligeramente. - Gracias Takeshi-san. - dijo suavemente. 

La intervención del hijo de la señora de Mibu le daba el tiempo que necesitaba para informar a los demás de los planes que había consensuado con Tomohiro-Sama. - Ha Tomohiro-Sama le ha parecido bien el plan que le he planteado. No sabemos lo que ha sucedido aquí, pero aunque estoy tentada como el que más por conocer la razón, lo más prudente va a ser salir de aquí cuanto antes...pero me niego a no intentar rescatar a todos los que podamos. El silbato del tren y el ruido que estamos haciendo atraerán a los Kabane hacia nosotros, dejándoles el camino libre a los supervivientes, que al escuchar el silbato sabrán que una Hayajiro está aquí y esperamos que los más inteligentes acudan o a las vías en el medio de la ciudad, o a las puertas de salida, esperando que los rescatemos. Necesitamos personal y no podemos dejar a la gente aquí encerrada. Atentos, porque estarán a punto de venir. Aguantad todo lo que podáis para poder atraerlos al máximo y cuando ya no podamos más, saldremos de aquí pitando. Luego habrá que parar, subir a los supervivientes que podamos y salir de éste lugar. - explicó con mucha calma y decisión, tratando de dar ánimos y superar la natural reticencia de los soldados a enfrentarse a los Kabane.  

Al ver algunos ceños fruncidos y malas caras entre algunos de los soldados, trató de llegar a sus conciencias y corazones. - Pensad si fueran vuestras mujeres, hijas e hijos los que estuvieran ahí fuera...¿no agradeceríais vosotros ayuda? ¿no querríais que hicieran todo lo que estuviera en sus manos para salvar a vuestros seres queridos? pensad en ello...pues eso os dará fuerzas para abatir al máximo, ya que eso significará más tiempo para los supervivientes, y más posibilidades de éxito.... - dijo con verdadero convencimiento y pasión* - sin pensar en lo que nos beneficiaremos de ser más manos que trabajen aquí - pensó, sin llegar a decirlo porque esto restaría efecto a sus dramáticas y bienintencionadas palabras. 

No es que le diera igual el estado de sus compañeros, sobretodo de Hideo, por el que estaba preocupada, pero era más urgente acabar allí y salir vivos. Una vez fuera, podrían investigar, curar y lo que hiciera falta. 

¡Demonios, chica! - intenta detenerla Shimazu - ¡Espera!

Pero Sakura ya ha saltado de la Ryugujou y cruza los andenes hacia la salida. La soldado es rápida, pero Izume también lo es y además cuenta con la ventaja de conocer la estación. Cuando Sakura sale del edificio de control de las vías se encuentra ante un laberinto de calles oscurecido por la niebla y el humo de los incendios. De vez en cuando se escuchan los gemidos hambrientos de los kabane o algún grito de terror de los que quedan vivos, todos ellos amortiguados, distantes, como si llegaran desde otro mundo.

La niebla se arremolina alrededor de los pies de Sakura impidiéndole ver el suelo. Ni rastro de Izume hasta que oye su voz.

¡Fuera de mi camino, monstruo!...

Lo... lo entiendo, Furuhashi-sama - responde Sachiko, cabizbaja - Lo haré lo mejor que pueda. Lo prometo - entrelaza su meñique con el de Arisa para formalizar su promesa.

Sachiko palidece cuando Arisa le pregunta por sus pesadillas - No sé quién es, pero quiere hacernos daño. Las pesadillas son peores ahora: cuando la veo de su cuerpo sale una niebla roja que convierte en kabane a Otou-san, a Koizumi-san, a ti... a todos los que viajamos en la Ryugujou. Nos mira con el mismo desprecio con el que Maruo me miraba a mí cuando me maltrataba. Yo... la odio, pero también le tengo mucho miedo - la rabia de la niña hace descender la temperatura del vagón cuando se materializa en las alas de mariposa que le brotan de la espalda - ¡La mataré para que no os haga daño!...

¿De qué estás hablando? - pregunta Tomohiro, confuso. Su mano sujeta el brazo de Yûki - ¿Dónde vas?...

Al ver que nadie le responde, Suzume se encoge de hombros y apunta con su rifle hacia las vías en busca de amenazas - No es sólo la niebla - comenta - La última hayajiro que salió de aquí lo hizo volando la puerta en pedazos. Por eso hemos podido entrar a pesar de que no hay nadie en los controles de la estación. Quizá fuera... no sé ¿alguna prueba que salió mal?

Desde el vagón de oficiales se escucha una maldición de Shimazu y al poco es Sakura la que abandona la Ryugujou en pos de quien fuera que se haya marchado antes.

¿Qué hace esa loca? - pregunta un soldado.

Desertar, eso está claro - le contesta su compañero.

¡Mirad allí! - un tercer soldado señala con su rifle.

Las miradas se dirigen más allá de los muros que separan las vías del resto de la estación, hacia las luces de dos lámparas que porta un grupo de supervivientes que corren hacia la Ryugujou. Las luces se agitan como frenéticos hitodama (1). Una de ellas cae al suelo mientras la otra se detiene.

Maldición ¡No veo nada!...

Suzume saca una mira telescópica de su cinturón y la encaja con un chasquido sobre su fusil.

Son tres personas. Los persiguen ocho kabane - apunta con su rifle y dispara - Siete...

No esperaba que Tomohiro la retuviera así que la sorpresa asomaba a sus ojos tristes cuando volvió a quedar arrodillada sobre el suelo. 

- Yo... - bajó la vista avergonzada. Sorprendentemente comenzaba a posarse su ansiedad, permitiéndole respirar algo mejor  - Soy egoista. Siempre pienso en mi. Izume... pensaba que era un traidor - apretó los labios con fuerza - él fue para mi...mi primer amor. - sin alzar la cabeza buscó los ojos del noble temerosa de que aquello lo cabreara pero había decidido ser sincera con el hombre que amaba y que le pedía una explicación.

-  Yo no quise atender a su petición de comprensión. Estaba obzecada en que lo había visto recibiendo un soborno. A mis ojos me había fallado y no quise darle lo que me pedía... - se llevó las manos a la cara - desde entonces no dejo que nadie... bueno...hasta que tú...ya sabes.... - suspiró sin saber como decirlo. Su seguridad de siempre parecia haberse esfumado por completo - ...incluso he llegado a pensar en no volver a pensar en ti de esa forma. No quiero sufrir...al parecer no me importa si para lograrlo hago daño a los demás - su cuerpo se puso rígido mientras se apartaba un poco de él

- Soy mala - 

Tomohiro responde a la mirada temerosa de Yûki con una tenue sonrisa - Ya sabía que había algo entre vosotros. Lo supe desde el momento en el que os vi cruzar las miradas en Okayama. Estaba esperando a que me lo contaras.

Soy mala.

No es cierto - la abraza dulcemente envolviéndola con sus brazos y acunando la cabeza de ella contra su pecho. Cuando le habla lo hace en quedos susurros a su oído para que los soldados no puedan escucharle - Has cuidado de mí desde que te embarcaste en la Ryugujou, incluso arriesgando tu vida como cuando te enfrentaste a Kuroyama Shin y su esbirro en Shinshu o me sacaste de la mansión del cerco de Kaibuki Tsutomu. Te enfrentaste a Taguchi-san y me hiciste darme cuenta de lo que tenía que hacer para mantener el control de la Ryugujou - Yûki lo nota temblando. Si por él hubiera sido jamás habría podido matar a Taguchi y todavía no ha podido digerirlo - Más allá de eso también sé que has cuidado de Sachiko-chan, consolándola cuando se despertaba con pesadillas y yo estaba demasiado confundido para ayudarla. Una mala persona no lo habría hecho. Por eso ella te quiere... y yo también. Si has cometido un error con Izume-san yo te ayudaré a repararlo. Estaré ahí contigo. Siempre. Te lo juro.

Señor - interrumpe un soldado - Alguien se ha apeado del vagón de oficiales y se dirige hacia la estación. Creo que es Kinomoto. Y antes que ella también se ha bajado el otro novato, Kiyomi ¡Desertores!

Tengo a Kinomoto a tiro - informa otro soldado - ¿Le disparo, señor?

No, centraos en proteger la Ryugujou - responde Tomohiro con firmeza - Que alguien localice a Fukui-san y le diga que vaya al vagón artillado. Debe estar en la locomotora. Vamos a salir con el Chisai Ryu.

¿Señor? - preguntan los dos hombres, extrañados

¡Haced lo que os digo! - uno de los soldados retira su rifle y echa a correr. Tomohiro le tiende la mano a Yûki - ¿Vamos?...

Lo bueno de la máscara es que podía ocultar mi gesto, por lo que Takeshi se pierde mis ojos en blanco cuando hace su pequeño comentario.

- Puedes intentarlo cuando quieras.- le contesto con su mismo tono aunque queda algo ahogado por el filtro. La verdad es que la niebla me hacia sentirme ciego y algo inquieto pero al menos el cuerpo me respondía a la perfección. Acto seguido Lyashi empieza un discurso que me deja algo frío, por supuesto que me parecía bien ayudar a la gente pero todo tenía un límite. Si venían demasiados tampoco teníamos un exceso de viveres por no hablar ya de camas, pues la mayoría habían sido convertidas en combustible no hace mucho. Sin embargo tenía el beneplácito de Tomohiro-dono por lo que no digo nada.

- La verdad es que podían ser muchas cosas, pero sino se nos ha perdido nada en la ciudad dudo que lo descubramos.- añado a lo dicho por Araki-san justo cuando, para variar, empieza el caos. Por un lado la adicta de las bombas sale disparada mientras Shimazu grita desde el vagón de oficiales y por si esto fuera poco llegaban los primeros supervivientes seguidos de kabane. Saber que los había cerca y no poder sentirlos era una sensación nueva y poco agradable. Por un momento considero ir hacia la gente huia de ellos pero con mi aspecto actual seguramente los iba asustar aún más y complicar la situación.

- Kagura, disculpa pero voy a ver que le ha pasado a Shimazu.- una vez veo que la chica tiene asegurado el tubo en la tolva me dirijo hacia el vagón de oficiales.- Vuelvo en seguida.

Arisa sonríe a Sachiko mientras le da el meñique, contenta porque lo entienda. Sigue siendo una niña... Pero al menos es bastante responsable. Sin embargo su alegría se desvanece al sentir ese escalofrío en la espalda y ver cómo las alas de mariposa reaparecen en su espalda. Un pinchazo surge donde deberían estar sus ojos y tensa la mandíbula, recordando las mariposas atravesándole la garganta. No quiero, otra vez no, otra vez no... 

- ¡Está bien, ya BASTA! - con un gesto brusco, se arranca la venda por encima de la cabeza y la aprieta en su puño contra el suelo, mirando enfadada a Sachiko y señalando sus cuencas vacías con el dedo - ¡¿Es esto lo que quieres?! ¡¿Es así como quieres ver a tu padre?! ¡¿Sin ojos o lengua o brazos y piernas?! ¡Tienes que controlarte, Sachiko! - tras su ataque de rabia suelta un suspiro y pone su mano sobre la de la niña, cerrando los ojos para evitar asustarla - Es un demonio y es un monstruo y yo también la he visto. Pero precisamente por eso, estoy segura de que no quieres ser como ella ni hacerle daño a nadie por error. Si hay que detenerla, no te impediré que lo hagas. Pero ella no está aquí ahora y si te dejas llevar de esa forma... Puedes hacerle daño a gente que quieres. - entreabre los ojos, dejando claro a lo que se refiere.

Arisa suelta un breve suspiro y permanece tomando la mano de Sachiko, intentando tranquilizarla con su propio poder antes de que llegue a más. Aunque no sé si seré capaz si llegamos a encontrar a la esa kabaneri... 

"Me quiere. Y Sachiko también..."
Los ojos de Yûki se empañaron por primera vez en mucho, mucho tiempo, pero la mujer logró evitar que las lágrimas escaparan de su encierro pues no era el momento.

Cogió la mano de Tomohiro con convicción para seguirlo

El miedo paraliza a Sachiko al ver las cuencas oculares vacías de Arisa. Sus ojos se abren como platos y se llenan de lágrimas mientras su boca se abre en un grito mudo. Retrocede un par de pasos, tropieza y al caer se golpea la cabeza con la mesa. Al ver el cuerpo inerte de la niña Arisa ni se acuerda de volver a taparse. Se arrodilla junto a ella rezando para que no esté muerta. Sus manos la cogen gentilmente de la nuca...

La tierra se le mete entre las vendas que le tapan los ojos, le atasca la nariz, le llena la boca. Las manos se engarfian, intentan excavar un camino hacia el exterior, pero la tierra las inmoviliza. El aire no le llega a los pulmones ¿Por qué está enterrada? Finalmente el pánico hace algo útil: un estallido de energía telequinética hace salir volando la sepultura de Arisa, que resuella con la boca abierta para recuperar el aliento.

El aire huele a putrefacción, carne quemada y sangre.

Se obliga a sí misma a contener el pánico y a recuperar su "vista". Cuando su mente se abre, la vidente puede ver sus alrededores en un círculo completo, algo tan imposible de explicar para un mundano como explicarle a un ciego lo que es la vista. No tarda en reconocer dónde está: en el panteón familiar de los Furuhashi en la estación de Misawa. Está vestida con un sencillo kimono de entierro blanco y en su mano hay una pesada máscara antigas, que se pone por instinto. Cómo y cuándo adquirió ese instinto es un misterio.

Un gruñido a su espalda la hace volverse. Media docena de kabane la observan con ojos hambrientos mientras empiezan a tambalearse hacia ella. Los restos de ropa que conservan algunos de ellos permiten a Arisa identificarlos como sirvientes de su propia familia...

Hago el repostaje en silencio, escuchando a la muchacha morena y a su idea. No me parece mal que intente salvar gente, pero me preocupa que no se haya planteado las posibles consecuencias de un acto de solidaridad.

-Pues más nos vale que tengamos sitio en la hayajiro para todos los supervivientes que consigan llegar hasta nosotros...- Comento con tono tranquilo y sin sacar los ojos del tubo.- Porque no os envidio como tengáis que explicar a alguien que se queda aquí a morir porque no tenemos sitio, y no quiero ni pensar en el tumulto que se puede liar.

Sigo a lo mío escuchando las conversaciones, y me encojo de hombros a lo que dice Hideo. Me las ingenio para dejarme una mano libre y me rasco la nuca.

-Salir lo más rápido que podamos de aquí es un buen plan. La moral no está como para ir de aventuras...ni hay munición suficiente.- Enarco las cejas al ver a la soldado saliendo a toda leche de la Ryugujou. Están como cencerros...- Mira, acaba de quedar otro sitio libre para un superviviente.- Me muerdo el labio cuando veo a los que corren para intentar librarse de los Kabane y miro a los soldados y luego a Kagura, que se ha quedado sola con el tubo. Con la mano aún en el tubo de repostaje me muevo un poco para poder ayudar a la pelirroja en caso de ser necesario.- No te preocupes que la ayudo yo, Hideo.- Le digo a la espalda de mi amigo, y luego me giro hacia los soldados.- Cubrid a esa gente, a ver si pueden llegar hasta aquí.

No es hasta que Sachiko cae al suelo que Arisa se da cuenta de que ha cometido un grave error. Su estallido ha provocado algo que, irónicamente, no tenía previsto.

- No, no, no, por fav... 

Las palabras se ahogan en su boca y Sachiko desaparece entre sus manos sin que pueda hacer nada más que esforzarse por luchar contra la tierra que la aprisiona y que intenta acallarla no sólo su voz. Un aullido silencioso se abre camino en su mente, catapultándola sobre la superficie. Escupiendo tierra y luchando por volver a "ver", Arisa se levanta para encontrarse con algo que aún consideraba muy lejano: su propia muerte. 

- No puede ser... - consigue murmurar, colocándose la máscara sin dudar un momento y con la "mirada" fija en su tumba. 

Los gruñidos que suenan tras ella la hacen volverse y retroceder un par de pasos por instinto, antes de observar bien a aquellos kabane. Minami-san... Usogawa-san... Keito-chan... Sus nombres llegan a su mente mientras reconoce entre esos ojos brillantes y la piel cubierta de sangre los rasgos de sus sirvientes, sus únicos compañeros hasta que entró en la Ryugujou. La venda comienza a empaparse de lágrimas que se mezclan con la tierra de la tumba que ha salido Arisa, dejando pequeños regueros de barro sobre sus mejillas. 

- No puede... No... me hagáis... esto... No quiero haceros daño... - suplica con la voz quebrada, extendiendo la mano hacia ellos. Por un momento aprieta los dientes y cierra el puño, indecisa. Esto es sólo una visión, no es real... ¿Pero podría convertirme en kabane incluso si sólo es eso? Arisa toma aire, con los labios temblándole y abre la mano de golpe - ¡Por favor, dejadme en paz...!

El golpe mental de Arisa sólo provoca que retrocedan, sin ser capaz de hacerles daño alguno a sus antiguos conocidos. Rápidamente, la psíquica se da la vuelta y echa a correr por el camino hacia el interior de la casa Furuhashi. Si esto es el futuro y los sirvientes están aquí, es posible que no quede nadie más con vida pero debo intentarlo. Las defensas son fuertes, nunca ha entrado ningún kabane... Hasta ahora.

-"La madre que me parió,quién me manda a mi ir detrás"-refunfuña mientras intenta ver algo en aquella niebla-"Un suicidio,eso es,un puto suici..."-la voz de Izume hace que se gire con rapidez hacia ella buscando a su propietario para ir hacia él.

La capa de Izume no funcionaba y había salido de la Ryojaru sin ningún tipo de protección,probablemente desolado al ver el pueblo de su familia en esas condiciones pero Izume no era idiota¿por qué había hecho aquello?

Pero si no alcanzamos a ver nada - dice uno de los soldados - ¡No podemos disparar hacia allí!

Desesperada por ayudar a los supervivientes, Isae coge el rifle de manos de Suzume y apunta a la pelea con la mira telescópica.

Ku ku ku. Ya sois míos - de su espalda brota una miríada de tentáculos que se extienden más allá de donde alcanza la vista - ¡JA JA JA! ¡NO ES TAN DIVERTIDO CUANDO LAS PRESAS CONTRAATACAN! ¿VERDAD, MONSTRUOS?

Cuando está a punto de saltar al vagón de soporte Hideo se encuentra de frente con otro de los soldados de la Ryugujou - ¡Fukui-sama! ¡Traigo órdenes de Mogami-sama! Le esperan en el vagón artillado para salir en el Chisai Ryu.

Podéis iros tranquilos - dice Isae. Apenas levanta la vista un momento para dirigirles a Hideo y Takeshi una mirada divertida - Yo me ocuparé de ayudar a esos pequeños conejitos asustados. Ku ku ku...

Yûki y Tomohiro llegan al vagón artillado soprendiendo a la dotación del cañón, que no esperaban su llegada.

¡Artillero! ¡Usa el cañón y para hacernos un hueco por el que cruzar el muro! - ordena Tomohiro mientras empieza a manipular el mecanismo que hace descender el pequeño vehículo.

¡Señor! ¡Sí, señor! - todo el vagón vibra cuando los dos cañones disparan a la vez contra el muro.

¡Sección del muro derribada, señor!

¡Bien! Decidle a Shimazu-Tai-sa que sus órdenes son esperarnos hasta el anochecer. Si no volvemos se queda al mando de la Ryugujou para completar nuestra misión ¡Vamos, Yûki!

Tomohiro se pone al volante y hace arrancar el motor del Chisai Ryu con un sonoro rugido - Los encontraremos, no te preocupes - le asegura a Yûki. No espera a que llegue Takeshi, sino que en vez de eso sale del vagón y enfila el coche hacia el boquete abierto por el cañón en el muro. La niebla es tan densa que todo lo que está más allá de un par de metros se convierte en una forma borrosa y difusa.

Necesito que me ayudes - dice Tomohiro - Con esta niebla apenas puedo ver...

Sakura echa a correr por una calle convencida de que está siguiendo el rastro de Izume. En algún momento llega a escuchar las poderosas detonaciones del cañón de vapor haciendo pedazos parte del muro que separa las vías de las calles. No dedica mucho tiempo a pensar en ello: en su camino se encuentra con un kabane al que le han cortado la pierna por la rodilla y otro decapitado. Izume ha pasado por aquí pero no tenía mucho tiempo para detenerse a pelear. Sakura tampoco lo tiene, así que pasa junto a ellos sin detenerse. En esta zona la niebla azul es mucho más ligera, casi inexistente, lo que le pone las cosas algo más fáciles.

Por desgracia, otro de los efectos del paso de Izume es que ha atraído a varios kabane. Sakura se encuentra con un grupo de ellos al final de la calle que está recorriendo. Cuatro pares de brillantes ojos rojos se vuelven hacia la presa que corre hacia ellos...

El empujón telequinético de Arisa tiene una fuerza arrolladora, imparable. Los seis kabane salen despedidos rompiendo lápidas y tablillas funerarias con sus cuerpos hasta aterrizar a una docena de metros de la psíquica. Arisa aprovecha el poco tiempo ganado para salir corriendo hacia el castillo Furuhashi. Algunos kabane más intentan cazarla, pero ella los manda a volar con pasmosa facilidad.

Bajo sus pies el suelo empieza a desaparecer, oculto bajo un manto de niebla azul que va haciéndose cada vez más y más alto y denso. Aquí ya no se encuentra con más kabane, por lo que parece que podría ponerse a salvo. Sin embargo el aspecto del castillo Furuhashi hace que se le vaya el alma a los pies. Lo primero que le llama la atención son las banderas de diseño occidental con la imagen de un perro negro rampante sobre un lema escrito en lengua extranjera que cuelgan de las paredes.

Todo el castillo está rodeado por una alta empalizada cubierta de alambre de espino. De las ventanas más amplias surgen haces de luz que barren el suelo y de los que Arisa se esconde en la niebla aprovechando su pequeño tamaño.

¡Alarma de ataque!

Mientras Arisa busca la entrada se escucha una serie de explosiones seguidos de gritos de dolor, rabia y agonía. Una alarma empieza a sonar inundando el aire con su estruendoso sonido. Tapándose los oídos como puede, Arisa llega hasta la puerta trasera, custodiada por cuatro soldados vestidos con extraños uniformes marrones.

¡E... e... es ARISA LA INMORTAL! - grita uno de ellos, lívido de terror - ¡Ha resucitado! - Sus compañeros parecen compartir su miedo, pues tiemblan descontroladamente cuando intentan levantar sus extraños rifles hacia ella...

Siguió a Tomohiro con el alma un poco más ligera, aunque la herida recién abierta quizás tardara un poco más en curar. Al menos con él al lado sería más fácil volver a reconstruir su ser. Apretaba su mano con fuerza mientras él daba las ordenes oportunas y accionaba el mecanismo para poder acceder al vehículo.

Se soltó para poder subir al asiento de al lado de un salto. Preparó su rifle de vapor mientras el hombre arrancaba.

- Confia en mi - dice intentando concentrarse para poder ser los ojos del noble

Lívido veo (y no por primera vez) cómo la chica morena pierde la cabeza. Con la mano que tengo libre me rasco la nuca y luego paso los dedos por mi pelo, despeinándome mientras intento racionalizar qué demonios le pasa a ésta mujer.

-Estás.como.un.jodido.cencerro.- Creo que sólo lo pienso, pero al ver la cara ligeramente sorprendida de uno de los soldados me cubro la boca un segundo con la mano y carraspeo.- Perdón.- Digo sin lamentarlo lo más mínimo. Supongo que no es algo que se esperaría saldría de mi boca.- Más te vale que tengas buena puntería con “eso”...

Estoy negando con la cabeza con gesto de estupor cuando el soldado llega, y suelto un claro suspiro de alivio. Mejor en el dragoncito que aquí. Mejor en cualquier sitio que aquí. Asiento hacia el soldado y suelto los tubos de repostaje, teniendo buen cuidado de que permanezcan en su sitio. Antes de marcharme miro a la chica morena, que parece que se está divirtiendo.

-Procura que tu ayuda no signifique que los conejitos también exploten, si no te importa.- Comento con serenidad, aunque no estoy seguro de que esté hablando con Isae...tendrá dos personalidades o algún lío de esos? En qué líos nos metemos...

Tras hacerle un gesto de despedida a Kagura con la cabeza me voy con el soldado a dónde me están reclamando.