Partida Rol por web

Nadie se había dado cuenta, ni siquiera la mismisima Yûki, pero algunos mechones sueltos se habían pegado a sus mejillas y cuello debido a las lágrimas silenciosas que corrian por la piel de la joven. Bajó medio en shock del vehículo mienstras escuchaba a Hideo darle órdenes. Si hubiera sido otro momento, le habría soltado alguna bordería, o le habría dado un golpe, pero tenía el corazón encogido mientras veía como Takeshi recogia a su señor y lo asistia.

Sabía que su intención era buena, pero lo cogió del hombro y lo apartó, para poder arrodillarse al lado de su dueño, de cuerpo y alma. Con manos ligeramente temblorosas, recogió el rostro del hombre y lo miró a los ojos.

- Por favor... no quiero decidir por ti... no quiero obligarte a vivir con una carga como la que parece llevar y. detestar Hideo-san... pero soy egoista, y no quiero que pierdas el brazo y que aún así la infección siga adelante y te transforme, alejandote de mi para siempre - su voz se atragantó un segundo, seguramente por la presión que se acrecentaba en su pecho - Te quiero, con todo mi corazón y no...no quiero perderte - bajó la cabeza pues apenas podia ver através de la humedad que anegaba sus ojos - ¿Que... que hago? Con una sola palabra tuya iré por Ohsumi-san -

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Sakura sólo pensaba en quitar a los kabane de en medio para que Yûki pudiera llegar cuanto antes a la Ryugujou y pudieran encargarse de Izume y su jefe.No le importaba que todos aquellos odiaran a Izume,si alguien se interponía entre ella y el médico o chamane o lo que fuera ese hombre acabaría con un puto agujero en el pecho.

Con alivio vio que por fin llegaban a su destino y casi sin esperar a que el jeep se detuviera Sakura saltó del coche y se dispuso a bajar a Izume evitando pensar en lo que aquel hombre se estaba convirtiendo.Su corazón estaba en un puño y su cara y sus ojos congestionados por las lágrimas que había derramado mientras disparaba a aquellos cabrones pero le daba igual.Por primera vez en su vida lloraba por un hombre y se la sudaba quién la viera o lo que pensaran de ella.Amaba a Izume y haría lo que fuera por evitar que se transformara en un maldito monstruo

Alzó los ojos sorprendida al escuchar a Hideo que llevaba una mano tapada con un pañuelo ¿qué le había pasado?Apartó el estúpido pensamiento antes de mirar a Yûki

-"Sólo él puede curarles,ese hombre...Ohsumi-san..."-habló sólo para que la otra mujer la escuchara pues sólo a ellas atañía decidir sobre el destino de sus hombres

¡Ya lo habéis oído! - grita un soldado de la Ryugujou - ¡Avisad a Shimazu-Tai-Sa y reunid más gente!

Mientras los soldados y los refugiados empiezan a organizarse Sachiko se aferra fuertemente al kimono de Arisa - ¡No me dejes sola! - le suplica - Iré contigo, me portaré bien, te haré caso ¡Lo prometo!

Poco después Arisa se encuentra al frente de un pequeño grupo de soldados y refugiados dispuestos a salir a pelear por la estación. Puesto que la salida principal ha sido destruida a cañonazos la forma más sencilla es el agujero en el muro. Al acercarse allí la forma del Chisai Ryu empieza a distinguirse entre la bruma.

¡Otou-san! - grita Sachiko de repente - ¡OTOU-SAN! - en vez de salir corriendo tira del kimono de Arisa con tanta fuerza que amenaza con tirarla al suelo - ¡Date prisa, sensei! ¡Otou-san necesita tu ayuda!...

N... no - dice Tomohiro - He hablado con Ohsumi-san sobre el proceso y ya es tarde para los dos. Además no quiero imponer esa carga sobre ti ni sobre la tripulación de la Ryugujou. Por... favor. Ve a buscar a Furuhashi-san - saca su bolsa suicida del kimono y la pone en manos de Yûki - Si ella no puede hacer nada acaba conmigo y completa la misión de la Ryugujou...

Lo que dice Tomohiro es cierto en el caso de Izume, pero en el suyo no es tan seguro. Gracias al torniquete en el brazo es posible que Tomohiro consiguiera sobrevivir como kabaneri, pero es una condición que a todas luces no quiere soportar. Lo de Arisa debe ser el típico agarrarse a un clavo ardiendo. Takeshi no ha oído hablar jamás de un solo infectado que consiguiera salvarse...

Departure

Las figuras de Arisa, Isae y Sachiko se materializan entre la niebla azul acompañadas de Suzume, más soldados de la Ryugujou y grupos de refugiados de Shimonoseki. Izume y Tomohiro agonizan ante la impotencia de Yûki, Sakura y Takeshi. Los recién llegados pueden ver los síntomas de la plaga kabane en ambos: Tomohiro con el brazo izquierdo atenazado por un torniquete y una herida rodeada de brillantes vasos sanguíneos. Izume, con medio cuerpo quemado y la silueta de su corazón empezando a brillar a través de las costillas.

¡OTOU-SAN! - grita Sachiko. La niña se suelta del kimono de Arisa y se echa a los brazos de Tomohiro - ¡OTOU-SAN! ¡NO! No puedes... tú no puedes morir aquí.

Sa...chiko-chan - Tomohiro intenta limpiarle las lágrimas con una mano pero sólo consigue emborronarle la mejilla con su sangre. Intenta decir algo pero sólo consigue toser más sangre.

¡No puedes morir aquí! - protesta la niña - ¡No es tu destino! ¡Tampoco el de Izume-san! - levanta la vista hacia Arisa - ¡Ayúdale, sensei, por favor! ¡Haré lo que tú quieras! ¡Te obedeceré en todo y nunca volveré a insultarte, pero sálvale! ¡TE LO SUPLICO!

Intentémoslo - dice de repente Isae - Furuhashi-san, ocúpate de Mogami-sama. Yo atenderé a Izume-san...

La joven maquinista pone sus manos, bañadas en una cálidad luz blanca, sobre el pecho medio carbonizado de Izume - Aoi, perdóname - susurra - La luz blanca se extiende creando una suave brisa alrededor que aparta la pesada niebla azul. Los ojos y la boca de Izume se abren mostrando la misma luz desde el interior. Su mano, antes flácida entre las de Sakura, ahora la aprieta con fuerza...

Arisa llega siendo arrastrada por Sachiko y se detiene en seco un instante al ver de lo que se trata. No puede ser... Seguidamente echa a correr, hasta alcanzar a Sachiko y quedarse al lado de Tomohiro, con las manos algo temblorosas. Levanta la cabeza hacia los demás, sin saber qué preguntar exactamente. Da igual lo que haya ocurrido, Mogami-sama necesita mi ayuda... La psíquica asiente a Isae, sin separar la vista de Tomohiro y se gira hacia la suplicante Sachiko. 

- No va a morir aquí. - dice decidida, dándole la mano a Sachiko - Le salvaremos juntas. - Arisa levanta la cabeza y mira a los demás, antes de posar la mano con cuidado sobre el brazo de Tomohiro - Apartaos, por favor.

Aunque sea de forma invisible por su venda, la psíquica cierra los ojos y se concentra para acabar con el mal que azota a Tomohiro, con esa plaga que se acabará extendiendo si no arregla ese futuro cuanto antes. El destino siempre se puede cambiar... Nosotros sólo podemos verlo, pero depende de nosotros la elección de cumplirlo... 

Con un gesto de su mano Arisa rompe el torniquete en el brazo de Tomohiro arrancándole un gruñido de dolor.

Tranquilo, Otou-san - le consuela Sachiko acariciándole una mejilla - Te pondrás bien.

La niña entrelaza sus manos con las de Arisa - Te ayudaré, sensei - De su espalda brotan las dos sombrías alas de mariposa que indican que se está concentrando, meciéndose suavemente. Arisa se estremece por un momento al sentir toda esa energía asesina, pero ahora sabe cómo reconducirla hacia algo más beneficioso. Entrelaza sus manos con las de la niña, y la luz blanca que surge de ellas se extiende por el cuerpo de Sachiko transformando sus alas en formas de luz pura.

No sabía que pudieras hacer eso - dice Sachiko con los ojos abiertos par en par por la sorpresa.

Yo tampoco - contesta Arisa sonriendo - ¿Estás bien?

Yo... ¡Sí! - la sonrisa de la niña es más cálida que todos le han visto alguna vez. (1)

Bien, concéntrate - dice Arisa.

La luz que emana de ellas se extiende hasta formar una burbuja de varios metros de diámetro. El aire que se respira dentro es puro y limpio como el de un campo de hierba fresca. Ni siquiera se capta el extraño olor de la niebla azul. Un jadeo escapa de los labios de Hideo, que siente como si hubiera tenido el pecho atrapado en un torno y lo hubieran liberado. La carne de su mano destrozada hormiguea y se mueve de formas extrañas. Al retirar el vendaje el kabaneri descubre su mano curada por completo (2). Las alas de Sachiko se desgajan en cientos de mariposas blancas que envuelven el cuerpo de Tomohiro bañándolo con su luz. Las quemaduras en el brazo de Tomohiro empiezan a desaparecer, sustituidas por piel nueva y sonrosada. Sólo el pequeño corte de su codo por el que entró la infección se resiste durante unos segundos antes de expulsar un repugnante coágulo rojinegro que desaparece nada más tocar el suelo. Finalmente la herida se cierra sin dejar siquiera cicatriz y Tomohiro abre los ojos, brillantes y libres de la infección. La luz de Arisa y Sachiko desaparece y la niña deja escapar un jadeo de agotamiento. Su mirada se dirige por un momento a Yûki, quien se ha mantenido en todo momento junto a Tomohiro.

Haha-ue (3)- le dice Sachiko antes de desvanecerse.

Tomohiro abraza con ternura a la niña y se levanta llevándola en los brazos. Se ayuda de la mano de Yûki, a quien le susurra algo al oído antes de volver la vista hacia Izume.

La luz que emana de Isae se ha extendido por todo el cuerpo de Izume eliminando el brillo de sus vasos sanguíneos y de su corazón y apagando el fulgor rojizo de sus ojos.

Vamos - murmura la psíquica - Sólo un poco más.

Las manos de Isae empiezan a absorber las quemaduras de Izume, arrugándose y ennegreciéndose conforme la piel del hombre sana sin dejar siquiera cicatrices.

¡DUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEELEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE! - Chilla Isae, quien a pesar de todo no ceja en su empeño. Sus piernas flaquean y se doblan. Suzume la sujeta por detrás antes de que caiga al suelo.

Te tengo - le dice con ternura - Ahora termina lo que has empezado.

Las quemaduras pasan del cuerpo de Izume al de Isae y después se desprenden como una cáscara podrida. El pecho de Izume se expande cuando éste toma una bocanada de aire y se levanta de su asiento con la mano de Sakura aún agarrada firmemente en la suya.

En el suelo, Suzume arrulla dulcemente a Isae - Lo has hecho bien. Muy bien (4) y (5)...

Cásate conmigo - son las dos sencillas palabras que Tomohiro le susurra a Yûki cuando ésta le ayuda a levantarse...

Arisa se aparta tomando aire cuando la luz cesa, perdiendo las fuerzas por un momento, pero recuperando el equilibrio antes de caerse, frotándose la frente con gesto cansado. Al menos ha salido bien... Hace un leve gesto de girarse al escuchar el grito de Isae, pero tras comprobar que todo va según lo previsto, se mantiene en el sitio. Le dedica una sonrisa dulce a Sachiko, ahora reposando entre los brazos de Tomohiro, y luego levanta la cabeza hacia él. 

- Lo ha hecho muy bien... Me alegro de verle con vida, Mogami-sama. Siento que esto tenga que ser tan repentino, pero tenemos otros asuntos que tratar. - se gesto se vuelve algo más serio, señalando con el brazo al grupo de refugiados - Arai Shakku está con ellos y quieren recuperar la estación. Es posible que podamos hacerlo ayudándonos de la niebla azul, pero otra hayajiro se está acercando y... No podemos perder. Os lo explicaré más tarde. - dice finalmente, sacudiendo la cabeza con pesar. Sachiko ha cambiado... ¿Pero hasta qué punto ha cambiado eso el futuro? ¿Y hasta qué punto podremos evitarlo? Se queda pensativa observando a Tomohiro, temiendo que aquello sea demasiada información, antes de caer en algo - Es cierto, ¿por qué habéis salido de la Ryugujou? ¿Qué ha ocurrido para... esto? - dice señalando a Izume y a Tomohiro.

Observa asombrada el poder de aquellas mujeres que comienzan a derramar sobre sus hombres luces blancas que arrancan la infección de sus cuerpos.Incluso las graves quemaduras de Izume son eliminadas y aunque se posan brevemente en el cuerpo de Isae ésta se desprende de ellas como si fueran basura.

El corazón de Sakura sigue en un puño y aunque ve que el brazo del otro hombre regenera completamente no es hasta que Izume se incorpora con el rostro limpio que la mujer suelta el aire contenido mientras un sollozo resultado de la tensión contenida sale de su garganta y abraza a Izume con fuerza en un primer momento antes de darse cuenta de que puede estar haciéndole daño y afloja la presa para mirarle el rostro.Sakura tiembla como una hoja y sus mejillas están arrasadas por las lágrimas mientras sus manos acarician la cara del hombre comprobando que realmente está bien

-"Izume...Izume..."-murmura simplemente sin ser capaz de mucho más.Durante meses ha negado lo que siente por él,esa misma mañana se lo ha negado a él y a ella misma y los dioses le han dado una lección que no va a olvidar en su puta vida.Sin importarle que los demás les vean besa con suavidad los labios de Izume antes de ponerse en pie y hacer una reverencia ante Isae-"Gracias,Isae-sama.Nunca olvidaré lo que ha hecho,por favor,si necesita algo,cualquier cosa,lo que sea no dude en pedírmelo"-le dice con humildad besando una de sus manos antes de volver junto a Izume y escuchar lo que la mujer ciega les dice

Antes de que siquiera empiece la búsqueda de las dos mujeres éstas aparecen de la nada acompañadas de la niña. Por un lado me tranquilizo pues al menos estaban aquí antes de que cualquiera de las dos afligidas hiciera una locura y llamasen a doctor. Sin embargo por otro dudaba de que realmente pudieran hacer algo, la infección estaba muy avanzada y si esas curanderas pudieran destruirla no tendríamos esta plaga, sin embargo que más podíamos hacer.

Y entonces ocurre el milagro una brillante luz blanca las envuelve disipando la niebla y sanando todo a su alrededor. Noto como mi mano se recompone ella sola y de una manera completamente distinta a la que estaba acostumbrado, lamentablemente mantenía su tono pálido como el resto de mi cuerpo. Seguía siendo lo mismo de siempre así que no sabía si la luz había tenido éxito en los dos hombres, sorprendentemente sí que lo había sido. Me acerco hacia ellos bastante atónito y con una pequeña esperanza naciente en mi interior, sin embargo lo que dice Furuhashi-hime hace que me guarde mi pregunta. Al fin y al cabo lo mío no era urgente ni mucho menos y lo suyo parecía apremiante.

- Me da que para buscar a ese idiota - digo señalando a Izume.- Y en cuanto a porque estaban así supongo que podemos resumirlo en que hay una niebla roja repartida por la ciudad que convierte a cualquiera en kabane. Pero has dicho algo sobre otra hayajiro, ¿otra de tus famosas visiones?

No soy capaz de concebir lo que acaba de pasar, y me rasco la cabeza intentando racionalizarlo. Por alguna extraña razón me maravillo por el milagro, y me enfado. Me enfado de pelotas. Casi hemos muerto por hacer el idiota para salvar a otro idiota, lo hemos pasado fatal (arriesgando nuestra propia vida) para traerlos aquí mientras ellos sufrían, y ahora estas brujas son capaces de ¡PUF!, y curación completa para todos.

Empieza a calentárseme la cabeza al darme cuenta de que dos de las susodichas brujas estaban delante cuando padre murió como un perro (bueno, en realidad lo maté yo) por algo que al parecer ellas pueden solucionar. Pero vamos a comportarnos como si esto fuera lo más normal del mundo, total qué mas da.

-Digamos que ya sabemos que la niebla azul quema Kabane y la roja los crea, Hime-sama. Lo que ha pasado es que nos hicimos los valientes y salió mal, menos mal que ahora podéis curar la infección totalmente.- Comento con una sorna helada. Intentando bajar el tono en deferencia a mi señor y a su chiquilla me froto la boca con la mano. El estrés va a matarme.- A mí me interesa más saber quién ese tal Arai, eso que dices de la otra hayajiro y...- Me peino el pelo con los dedos, las manos me tiemblan después del nerviosismo de casi verlos morir sin poder hacer apenas nada por evitarlo y del hecho de que ver morir a mi padre aún está demasiado reciente. Pueden curar la infección, pero él murió delante de ellas...- cuando terminemos la ronda de besos, abrazos y promesas de amor eterno quizás podamos ponernos en marcha y salvar nuestras vidas. Si fue una visión espero que no fuera de esas maravillosas en las que termina muriendo alguien.- Me encojo de hombros. Las dos últimas veces que los poderes de Hime-sama estuvieron relacionados conmigo hubo un muerto y un malherido. La paranoia está yendo en aumento.- Es sólo una idea.

Arisa se gira hacia el "idiota" largamente, sin decir una palabra ni parecer escandalizada por esos improperios. La Plaga Roja... La psíquica asiente y antes de contestar se queda escuchando a Takeshi. Vuelve a asentir lentamente.

- Eso parece... - replica ladeando la cabeza, como si no pudiese decirle mucho más. Ni siquiera sabía si funcionaría... 

¿Abrazos? Por un rato, Arisa observa sin moverse a las tres parejas que hay allí y luego termina fijándose otra vez en Hideo y Takeshi. Yo también quiero... Se queda pensativa durante unos segundos hasta que se da cuenta de que Takeshi ha terminado de hablar e intenta recordar el hilo de la conversación. Se gira y señala a uno de los hombres del grupo de refugiados.

- Arai Shakku-sama, es el mejor herrero de Hinomoto. - curiosamente, por una vez no parece molesta porque no lo sepan ya - Les ha dado a todos ellos armas de acero kabane para recuperar la estación y han venido a pedirnos ayuda a cambio de sus trabajos. - al escuchar lo de las visiones, Arisa se muerde el labio, ladea la cabeza como si se estuviera debatiendo contra alguien invisible y finalmente hace una reverencia, entre avergonzada y dolida - Lo siento mucho... Siempre es una de esas. Pero no ha sido sólo mía... - se gira hacia Sachiko al incorporarse - Será mejor que os lo explique en la Ryugujou...

Por un momento las miradas de Sakura y Yûki se entrelazaron en un mudo intercambio de sentimientos, de pena, dolor, pérdida y desesperación. También de una débil esperanza. Pero era tarde para aquello, sin embargo...

Sachiko está allí y Arisa. Ellas lo van a salvar. Está seguro de eso. Se aparta el pelo de la cara con un brusco movimiento de su mano libre, mientras sigue arrodillada cerca de los tres. Aunque no puede evitar mirar donde está Sakura con Izume. Fue su mejor amigo, fue su primer amor.... y desea que sobreviva. Que viva feliz con aquella chica extraña de las bombas.

Las mariposas blancas llamaron su atención. Eran tan bonitas.... antes eran negras... tenía el corazón en vilo mientras miraba a la pequeña. Tan bonita, tan frágil y tan fuerte a la vez. Sus labios se entreabieron por la sorpresa ante el jadeo de Tomohiro, pero más ante la mención de la niña. Su respiración titiló conmovida.

No le dió tiempo a sujetarla, pero él lo hizo por ella. Se incorporaron los tres casi a la par y él se inclinó para susurrarle. Sus ojos volvieron a empañarse mientras su mirada quedaba anclada a la de él, por un momento paralizada y sin saber si creerse si aquello estaba sucediendo en realidad. Asintió despació, sonriendo através de las lágrimas, antes de acomodar el rostro en el hueco de su cuello mientras sus dedos acariciaban el cabello de la niña que su amado tenia en brazos todavia.

Camarote de Tomohiro. Varios minutos más tarde.

Era una hayajiro pequeña - explica Arai Shakku - Tan sólo tenía cuatro vagones, pero estaban fuertemente blindados y armados con cañones. Sin previo aviso empezaron a disparar esas bombas que esparcían el humo rojo. Quienes lo aspiraban morían rápidamente y se levantaban convertidos en kabane. Mientras el pánico se extendía por la ciudad dispararon las bombas de niebla azul que hacen arder a los kabane.

Yo estaba de guardia en la estación aquel día - añade el mercenario Kurata Toshiie - Recuerdo que una mujer se asomó por el techo de la hayajiro y observaba los efectos del humo rojo y la niebla azul con unos prismáticos. La muy bastarda vestía una armadura hecha completamente de hierro kabane ¿Os lo podéis creer? ¡Es una locura! Quiero decir ¿quién tiene dinero para pagarse algo así?

Irrelevante - le corta Tomohiro - ¿Qué pasó después?

Se abrieron paso a cañonazos y se fueron - responde Toshiie

Comprendo ¿Cuál era el nombre de esa hayajiro? ¿Tienen alguna idea de su procedencia?

Tenía el emblema de un perro negro pintado en los costados - dice Toshiie - Y un lema debajo, algo en una lengua extranjera.

Gunkanjima - declara Arai, tajante - Fui yo quien forjó esa armadura de hierro kabane hace años para una noble excéntrica que formaba parte del gobierno de la isla. Su nombre era... Airin... lo siento. Nunca conseguí pronunciar ese apellido.

Tomohiro frunce el ceño - Dejemos eso por el momento ¿Quién está al mando de la estación ahora?

El castillo Kiyomi fue el primero en recibir las bombas - dice Arai - Así que toda la familia ha sido exterminada - mira de reojo a Izume - Excepto uno, por supuesto. Creo que cuando empecé a repartir mis armas de hierro kabane me eligieron como líder de los supervivientes.

¿Es realmente factible recuperar la estación? - pregunta Tomohiro.

Así lo creo. Sí - asiente Arai.

Muy bien. Éste es el trato: mi jefe de guardias ayudará a los supervivientes a limpiar la estación de kabane. A cambio, queremos materiales y obreros para reparar los daños en la Ryugujou, además de reponer la munición para nuestro cañón de vapor. Además también quiero que mientras estemos aquí forje armas de hierro kabane para mis oficiales principales. Una vez la estación esté asegurada seguiremos nuestro camino.

Es justo - asiente Arai.

Acordado entonces. Shimazu Tai-Sa, dirigirás la operación de limpieza.

¡Sí, señor! - responde el gigante.

Tomohiro suspira y se pellizca el puente de la nariz - Bien, creo que acabamos de ser testigos de los resultados de la investigación del doctor Kuroda. Nuestra misión sigue siendo la misma: encontrarle en Gunkanjima y llevarlo a la Kongoukaku. Izume-san, su familia gobernaba esta estación ¿Estás seguro de no querer quedarte?

Izume niega con la cabeza - El gobierno de esta estación debía pasar a mi primo Arimitsu. Arai-san ha demostrado tener el coraje necesario para dirigir esta estación. Se lo dejaré todo a él y yo podré centrarme en la venganza.

Me parece bien, siempre que recuerdes una cosa - contesta Tomohiro - Si tú, o Kinomoto-san volvéis a desobedecer una orden de no desembarcar de la Ryugujou no os molestéis en volver. Los motivos me dan igual. Si doy una orden debo poder confiar en que todos la cumplan ¿He hablado claro?

Izume deja escapar un respingo - Sí, señor.

¡Yo también voy, señor! - dice Toshiie - Quiero decir... Si me lo permite. Esa bastarda me ha dejado sin trabajo y si me aceptas lucharé por ti.

De acuerdo - contesta Tomohiro...

Al poco rato nos reunimos en el camarote de Tomohiro y escucho la situación de los supervivientes que confirman las sospechas y como todo empieza a cobrar sentido. Sin embargo nada de ello parece realmente preocupante, tenían un virus que transformaba a la gente sin necesidad de ataques y sin embargo ahora también teníamos tres personas capaces de obrar milagros. Mi parte más cínica le daban ganas de reírse, años y años de infección, de gente muriendo y lo único que hacia falta es que unas brujas lo intentasen de una vez. Todas las investigaciones y esfuerzos de la gente no habían servido de nada, incluso más bien lo contrario viendo las capas grises y ese gas rojo unos claros ejemplos de que solo empeoraban la situación. Podía entender perfectamente la rabia de Takeshi de hacia un rato, al fin y al cabo el tenía que añadir a ésta combinación detalles bastante personales. Por mi lado me quedaba la esperanza de que las brujas pudiesen curarme, pero ni era el momento para preguntarlo ni tampoco es que me apeteciese precisamente hablarlo con ninguna de ellas.

- Visto que tenemos prisa me pondré enseguida con las reparaciones, Tomohiro-dono.- y sin más me marcho, realmente necesitaba ocupar las manos y la mente con otras cosas antes de que dijera algo que podía lamentar...

Al parecer lo que había oído del científico que ibamos a rescatar es todo cierto: es un psicópata. Vale, no hace falta que las cosas mejoren, nosotros podemos con todo. Vamos a morir como perros, es una misión suicida...dioses...

Y ahora al parecer vamos a ayudar a recuperar la estación. Escucho todo lo que dicen mientras me muerdo la uña del dedo pulgar, intentando hacer cuentas de lo muy fastidiado que lo tenemos. El cabreo no se me ha pasado todavía, y prefiero no mirar a la cara a las brujas. La pobre niña no tiene culpa de nada, es pequeñaja y me da ternurita...las otras dos cada vez me ponen los pelos más de punta. Soy un hombre de ciencia, no creo en milagros. Y menos en milagros instantáneos, lo único instantáneo aquí es el ramen.

Escucho a Mogami-sama mientras dejo de morderme el pulgar y empiezo a abrir y a cerrar las manos de manera casi espasmódica. Independientemente de que fuera para rescatar a un ser querido fue un gran error lo de echar a correr hacia zona de combate, y casi nos cuesta muy caro. Sin embargo no es asunto mío el reprenderlos, así que me mantengo en silencio. Cuando Hideo habla asiento con la cabeza. Por razones desconocidas empiezo a ruborizarme, y me rasco la nuca durante un segundo.

-Yo creo que no soy necesario aquí, así que iré a cumplir con mis obligaciones...

Salgo justo detrás de Hideo con la clara (y evidente) intención de ayudarlo en su trabajo (que por lo de pronto también es el mío). Sin embargo cuando hemos recorrido apenas cinco metros le doy un toquecito en el hombro.

-Nos vemos en un rato.- Le murmuro.- Voy a ver si consigo enderezar un poco mi vida...

Acelerando el paso busco a la doctora, consciente de que si no la veo en menos de diez minutos voy a tener que acudir (esta vez en serio) a mi puesto de trabajo. Pero como la encuentre es ahora o nunca, antes de que se me pase el arranque de adrenalina...