Partida Rol por web

Sakura sonríe siniestramente mientras levanta su arma apuntando hacia aquellos monstruos repugnantes.Los había odiado en el destacamento teniendo que casi convivir con ellos y ahora que por fin podía matarlos a su antojo no iba a desperdiciar la oportunidad

El primer disparo de Sakura atraviesa la jaula cardíaca del primer kabane y hace explotar su corazón. Aún no ha terminado de caer cuando los siguientes disparos de Sakura le arrancan un brazo y derriban a un segundo kabane, hace explotar la cabeza de un tercero y hiere de gravedad en la cara al último. Insensibles al dolor y al miedo el kabane manco y el de la herida en la cara siguen avanzando hacia ella. El sonido de los disparos alerta a más kabane, cuyos rugidos y lamentos parecen llegar de todas partes.

¡SAKURAAAAAAA! - La voz de Izume se escucha justo antes de un disparo contra un kabane que ella no llega a ver. Un instante después Izume aparece detrás de los dos kabane muertos - ¡NO TE QUEDES AHÍ, SON DEMASIADOS!...

Sé me dibuja una mueca divertida ante el comentario de Takeshi, al ingeniero no le faltaba razón y no iba negar que la mujer me ponía bastante nervioso como para dejar al resto, en especial a Kagura, a su lado cuando empezaba a reírse así. Sin embargo las otras veces que lo había visto siempre centraba su atención en los kabane. Parecía tener una forma de ser distinta según tratase con los infectados o con el resto. Así que haciendo de tripas corazón, me despido de todos con un gesto mientras bajo junto a Takeshi.

- ¿Sabes que ha pasado en el vagón de oficiales?- pregunto con curiosidad al soldado que había venido.- En fin, veamos que quiere Tomohiro-dono y sino te importa cojo un par de cosas en mi habitación que pilla de camino...- concluyo una vez responde el soldado no sin antes añadir con cierta sorna- Al fin y al cabo si me alejo de ti, va a ser difícil que me puedas patear cuando me maree.

Isae se giró mirando hacia Takeshi, con los ojos parpadeando rápidamente mientras su mano alcanzaba la mirilla a Suzume de nuevo, para que pudiera volver a disparar.

Se cogió a la tubería de alimentación y se puso una mano en la sien, quedándose blanca por momentos. - Buf....¿que....? - murmuró, mirando desorientada alrededor. Se giró mirando alarmada en la dirección en que Takeshi había dicho "conejitos" y trató de vislumbrar algo, pero le fue imposible sin la mirilla. Seguía aturdida por el despliegue de poder, cansada de repente y con ganas de pegar  una cabezada.

Sin decir nada, pensando nerviosa en lo que había pasado, se centró en realizar el repostaje lo antes posible para poder poner en marcha la Hayajiro cuanto antes.

- Esto no está yendo bien.....nada bien.... - pensó, sin saber cuando Korusu había tomado el control.
 

Las lágrimas vuelven a acudir a sus ojos tras la mascarilla, al ver que el castillo de su familia ha sido... invadido por extranjeros. Su principal preocupación hasta el momento era el Kokkuryukai, por lo que no se había planteado que los occidentales llegasen tan lejos. ¿Cuántos años han pasado? Alarmada, observa la empalizada, los enormes focos de luz que buscan entre la niebla en la que se encuentra. Todo resulta extraño, pero siendo de los occidentales, no consigue ubicarlo. Podrían ser unos meses, podrían ser décadas... 

Ese sonido estridente hace que se tape los oídos pero no cese en su intento de avanzar. ¿Cañones? El sonido de las explosiones casi consigue que se alivie. Tal vez no sea tan terrible... Es posible que se hayan atrincherado dentro pero en ese caso... ¿Dónde está mi obaa-sama? En cuanto sale de la niebla se encuentra con esos extraños guardias y lo que dicen la deja aún más perpleja.

- ¡No tiene sentido que resucite si soy inmortal! ¡No estoy muerta! ¡Y NO TENÉIS DERECHO A LLAMARME ARISA!

La ofensa que supone para la psíquica aquella palabrería sin sentido, sumado al hecho de que unos desconocidos se atrevan a usar su nombre sin respeto alguno, hace que Arisa pierda el control y cierre los puños con el odio fijo en aquellos soldados. La tierra se alza a su alrededor y se hunde frente a ella, junto a los soldados. Cuando el momento de rabia pasa, la psíquica se queda en el sitio, asustada por su propio poder. No quería matarlos, sólo desarmarlos...

Un grito triunfal y salvaje sale de su garganta al desmembrar a aquellos seres mientras que la voz de su amor llega hasta ella lo que le da el impulso necesario para tratar que su cabeza se centre

Piensa un poco,Saku,si te quedas sin balas estás jodida,será mejor que corras hasta Izume y juntos tendréis más posibilidades de salir de esta

-"¡¡NO TE MUEVAS,YA VOY!!"-responde la mujer echando a correr en su dirección tratando de esquivar a los kabane

Sakura corre hacia Izume esquivando con suma habilidad al kabane manco y a su compañero de la cara mutilada, pero el monstruo se gira y echa a correr tras la joven soldado para morderla, alcanzándola justo cuando ella llega al lado de Izume...

En cuanto empieza a liberar su poder Arisa siente que algo va mal. Tremendamente mal. Las paredes de la mansión se agrietan en torno a la puerta cuando su fuerza mental arranca las vigas de la puerta y las arroja sobre los soldados sepultándolos bajo una avalancha de madera y piedra que los aplasta al instante.

Eres... un... monstruo (1) - la maldice el soldado cuyo cuerpo sólo ha quedado medio enterrado. La sangre brota de su boca formando un charco bajo su cara, que queda embadurnada en el líquido carmesí cuando éste muere.

La entrada trasera ha quedado bloqueada, lo que obliga a Arisa a rodear el castillo hasta la entrada principal. Ahí se encuentra otro puesto de guardia que ha sido reventado a tiros y explosiones. Cuerpos mutilados de soldados y de hombres con ropas de Hinomoto yacen dispersos bajo la niebla. Los pies de Arisa quedan rápidamente empapados en sangre al cruzar la entrada siguiendo los ruidos de lucha del interior.

En el vestíbulo hay varios hombres y mujeres armados con armas de vapor, katanas, lanzas y otras armas luchando contra soldados que les disparan con extrañas armas de fuego que disparan como la ametralladora del Chisai Ryu segando cuantas vidas se cruzan en la trayectoria de sus balas.

¡Comeos esto, bastardos! - mientras Arisa corre para ponerse a cubierto uno de los soldados lanza un cilindro de metal junto a un grupo de atacantes. Nada más tocar el suelo el artefacto empieza a liberar una densa humareda roja. El estómago de la psíquica se contrae cuando los pobres desgraciados se doblan sobre sí mismos y empiezan a jadear. Los pocos que pueden gritan de agonía y suplican a sus compañeros que acaben con ellos.

¡Plaga roja! - grita una mujer - ¡Es Plaga roja! ¡Alejaos de ellos! ¡Matadlos!

Alguien tira una bomba hacia los atacantes infectados mientras los soldados se ponen las máscaras antigas que llevan al cinto. Otro cilindro vuela hacia donde se encuentra Arisa...

Mientras Hideo y Takeshi corren hacia el vagón artillado el techo de la Ryugujou vibra cuando los cañones de vapor disparan al unísono contra el muro que separa las vías del resto de la estación. Para cuando llegan Tomohiro ya los está esperando al volante del Chisai Ryu con Yûki sentada en el asiento del copiloto.

¡Fukui-san, la ametralladora! - ordena Tomohiro. Apenas repara en Hideo le hace un gesto para que se suba también a la parte trasera del coche

One million bullets

El coche arranca saltando sobre las gruesas vías hacia el hueco abierto por los cañones

¡Disparad a todo lo que se acerque! - ordena Tomohiro. Con increíble habilidad consigue sacar el coche de los andenes y adentrarse en el laberinto de calles de la estación, donde la niebla azul ha quedado reducida a escasos jirones que flotan a poca distancia del suelo. Como era de esperar el ruido del motor atrae a numerosos kabane, que salen de casas y callejones e intentan interceptar al pequeño vehículo. Más que sus gemidos hambrientos o sus manos engarfiadas, lo más terrible es que la mayoría no tienen heridas de mordiscos visibles y sus ropas no están manchadas de sangre, lo que hace que todos recuerden la forma en la que Eiji Fukui se convirtió en kabane. Tomohiro esquiva como puede a los no-muertos, pero empiezan a acumularse demasiados...

¡Han escapado! - Suzume ha recuperado su arma y observa a los supervivientes a través de la mira telescópica. Isae apenas la escucha, cansada y casi indiferente después de la matanza.

El techo de la Ryugujou vibra cuando los cañones de vapor disparan a la vez abriendo un enorme agujero en el muro de los andenes. Poco después un pequeño coche de vapor lo cruza a toda velocidad y se pierde en las calles de la estación. Suzume dirige la mira hacia el agujero.

¡Vienen más refugiados! - anuncia Suzume

¡Los kabane también entrarán por ahí! - grita alguien - ¡Vamos!

Los soldados echan a correr hacia el vagón artillado. Suzume se queda mirando a Isae.

Ve con ellos - la anima Kagura - Yo puedo ocuparme sola del repostaje...

Recojo mis armas con bastante prisa y me las ajusto según seguimos a la carrera hasta los últimos vagones, allí los disparos de los cañones me dejan algo descolocado y en tensión. Por suerte parece que solo estábamos abriendo una ruta alternativa para el Chisai Ryu.

Sin ninguna clase de explicación nos dan prisas para que montemos en el coche para salir directos hacia la ciudad. La niebla se mantiene baja haciendo que me sienta un poco mejor pero también implicaba que los kabanes de la zona estarían en mejores condiciones que los cercanos a la hayajiro. Y como si ese pensamiento los convocase empezaron a aparecer por todas dispuestos a lanzarse sobre nosotros.

- Entendido, Tomohiro-dono.- digo mientras empiezo a disparar contra el kabane más cercano.- Sin embargo, ¿podría decirnos a donde vamos y por qué?- le pregunto antes de que la metralladora de Takeshi haga imposible escuchar nada más que los disparos.

Sin apenas detenerse Sakura se gira y pega un tiro a bocajarro en el pecho al monstruo aquel que trata de matarla a mordiscos antes de echar un rápido vistazo a Izume comprobando que está bien

-"¡Aparta bicho!"-disfruta y tanto ella como Izume lo saben.Le encanta la batalla en cualquiera de sus formas y pegar tiros como una loca.A veces se pregunta si se pone más cachonda de ese modo o cuando Izume entierra la cara entre sus piernas.Son distintos tipos de excitación pero si tuviera que quedarse con uno no sabría cuál elegir,la verdad

La psíquica retrocede un par de pasos al ver la avalancha que ha provocado sin querer. Su vista mental se fija en el soldado que dirige sus últimas palabras con odio hacia ella. No... No lo soy... Arisa se mira las manos, confundida, sintiendo un escalofrío. Casi con desesperación, las cierra, intentando que esa sensación desaparezca, y echa a correr hacia la entrada principal. 

El ruido de los disparos se mezcla con el de sus pasos, chapoteantes entre la sangre de los soldados de su estación, hasta que llega para ver el panorama. Se le encoge el corazón al darse cuenta que claramente los de su bando están en desventaja, pero no tiene mucho tiempo para pensarlo antes de que los disparos se sucedan a su alrededor y se cubra la cabeza con las manos, encogida en un rincón. ¿Cómo, cómo hemos llegado a esto? ¿De dónde ha salido este futuro? La humareda roja sale y la psíquica pasa a pegarse la máscara más contra la cara, sabiendo de alguna forma lo que ocurre. La furia y la impotencia surgen a la vez en su mente. ¿Cómo... lo han... conseguido...? 

La segunda bomba hace que por fin Arisa reaccione y alce la mano con rabia. Como si su propio hogar hubiese cobrado vida, el tatami y las maderas del suelo bajo los soldados se alzan formando una barrera entre los occidentales y sus aliados de Hinomoto, moviendo ambas bombas de vuelta contra los soldados.

- Bastardos... Asesinos... Monstruos... - Arisa maldice entre dientes y levanta la cabeza hacia uno de los que maneja la ametralladora, fijando su odio a través de la barrera improvisada - Tus compañeros son unos asesinos y todos merecen morir. - sentencia en silencio, con los puños apretados, mientras se dirige hacia el grupo que aún maneja armas familiares. Ellos podrán explicármelo... Podrán explicarme dónde está mi familia.

Apenas dirijo una mirada de incredulidad a la pared que acaban de volar mientras me subo de un salto a la parte trasera del Dragoncito. Asiento a lo que me dice Mogami-sama, ya presuponía que esa era la razón de que me llamara.

Los primeros momentos de nuestro loco recorrido me los paso asegurando las correas con la munición y procurando no caerme ante cada giro cerrado de nuestro señor. En uno de los momentos que puedo levantar la cabeza y veo a los Kabane me quedo un par de segundos asombrado y luego me muerdo el labio y vuelvo a agacharme, centrándome en la recarga de la metralleta para evitar perder totalmente los nervios. La imagen de mi padre siendo infectado está grabada a fuego en mi cabeza y me rasco la nuca otra vez.

-¡No les han mordido!.- Suelto una palabrota entre dientes y le doy una patada a uno de los tubos que hay en la parte trasera del jeep. Me importa un huevo a dónde vayamos, siempre que terminemos rápido.- No sé qué maldita historia está pasando aquí, pero tenemos que largarnos cuanto antes.

Cuando vuelvo a agarrar los mandos de la ametralladora me vuelve a la cabeza mi padre, y pestañeo todo lo rápido que puedo para intentar centrarme. Apenas oigo los disparos de Hideo por encima del zumbido de la sangre en mis oídos, y me dedico durante un par de minutos a disparar contra todos los Kabane que pillo a tiro y que se están interponiendo en nuestro camino, soltando tacos en un tono de voz no demasiado mesurado. Espero que Mogami-sama no me lo tenga en cuenta.

-Juro por Dios que como pille al bastardo que consiguió lo de infectarlos sin que necesiten morderlos va a desear no haber nacido.- Me seco la frente y los ojos con la manga y recargo la ametralladora con gestos bruscos.- Es una pesadilla...

El viaje estaba siendo movidito pero al menos ahora contaban con Hideo y Takeshi, que habían subido al vehículo. Escuchó la pregunta del kabaneri pero decidió no responder. A lo mejor si le decian donde iban ya no les acompañaria tan gustoso.

Buscó afianzar su cuerpo en el lugar del vehículo donde se notasen menos las vibraciones, aunque las maniobras imprevistas de Tomohiro dificultarian la punteria, pero ella podia hacerlo.

El grito de Suzume no le afecta, pues está aturdida, cansada y preocupada. Los segundos pasan lentamente mientras los depósitos se van llenando, pero a Isae le parecía que demasiado lentamente.

El disparo del cañón de vapor sí que saca de su ensimismamiento a la joven morena, que mira hacia la muralla que se derrumba, justo al lado de los andenes. Alguien grita que por ahí vienen supervivientes, y con mucha lógica, alguien responde que también los Kabane.

La gente sale corriendo hacia el lugar de encuentro, e Isae duda durante un momento qué hacer al ver la mirada de Suzume.

Kagura pilla al vuelo la indecisión de Isae y le anima a ir. - Gracias Kagura-san...ten cuidado. No te arriesgues. Si pasa algo grita y escóndete dentro. -

Con ésto, sale corriendo hacia el vagón artillado, para apoyar a Suzume.

La madera del suelo se levanta como si tuviera vida propia formando una ola que avanza imparable hacia los soldados, aplastándolos entre sus gritos de dolor y miedo. Poco después la granada de humo explota infectando los cadáveres con la plaga aérea. Sin embargo sus cuerpos rotos no son rivales para la furia de los invasores, que los abaten rápidamente.

¡Tenemos que llegar hasta Mogami-sama! - grita el que parece el líder del grupo - ¡POR HINOMOTO!

Arisa sigue a los guerrilleros escaleras arriba hasta los aposentos de su propia abuela, ahora reconvertidos en un sobrio despacho de estilo occidental. El pasillo hasta la habitación está salpicado de cadáveres uniformados y horriblemente mutilados. Aunque Arisa no puede captar el olor a sangre y muerte sí que ve a algunos de sus acompañantes caer de rodillas entre arcadas y añadir el contenido de sus estómagos a la hedionda mezcla.

Cuando el grupo llega hasta la puerta de la habitación se encuentra con varios guerrilleros de Hinomoto que le apuntan con rifles y pistolas.

¡No disparéis! - grita alguien - ¡Somos nosotros! ¡La planta baja es segura gracias a Furuhashi-sama!

Los vigilantes miran extrañados a Arisa, pero antes de que tengan tiempo de hacer alguna pregunta las puertas revientan desde dentro. Un cuerpo las atraviesa hasta quedar dolorosamente apretado contra la pared con el techo presionando su cuello y amenazando con romperlo.

¡Ma... maldito monstruo! - consigue gritar el hombre. Su uniforme es parecido al de los soldados pero lleva más insignias y adornos. Debe tratarse del oficial al mando. De pronto su brazo derecho se retuerce hasta desprenderse del cuerpo con un chasquido húmedo.

¡YAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGH!

Sí, soy un monstruo - la voz que le contesta está cargada de odio. El hombre vuelve a gritar cuando su pierna izquierda es retorcida y amputada por debajo de la rodilla - Un monstruo que vosotros creasteis - Una chica joven sale de la habitación. Sus ropas y su pelo están salpicadas de sangre. Retuerce las manos en un gesto que hace que la pierna derecha del hombre sea arrancada por debajo de la rodilla - Tu general masacró a mi familia y convirtió mi hogar, la Ryugujou, en el portador de la plaga que arrasó mi país ¿Qué esperábais? - Sus ojos, teñidos completamente de negro, se clavan con furia en los del hombre. De su espalda surge un par de enormes alas de mariposa que se mecen plácidamente.

¡NO! - chilla el hombre preso del pánico - ¡Eres Mogami Sachiko, la asesina!

De los ojos de Sachiko empiezan a manar lágrimas negras que resbalan por los extraños tatuajes de su cara. Sus alas se deshacen en un enjambre de mariposas que por un instante oblitera toda la luz del pasillo. Los insectos sombríos se meten por la boca, los ojos, la nariz, los oídos y las extremidades amputadas mientras el pobre desgraciado chilla de agonía. La sangre sale a presión por todas las aberturas de su cuerpo justo durante un segundo antes de que éste explote convirtiéndose en un montón de carne triturada que cae al suelo con un sonido húmedo.

¡El castillo Furuhashi es nuestro! - anuncia Sachiko - Encontrad a todos los extranjeros que queden y matadlos ¡Sin excepciones! - en ese momento su atención recae en Arisa, quien apenas puede reconocer a la pequeña y triste Sachiko en esa asesina despiadada - Bienvenida, Furuhashi-sensei - su labio se tuerce en una sonrisa desdeñosa - No creí que fueras realmente capaz de volver. Aunque me alegro de verte...

El disparo de Sakura acierta sobre el corazón del kabane que la perseguía derribándolo con un chirrido de metal contra metal. Aunque no está muerto sí que le da el tiempo necesario para escapar.

¡Apártate, escoria! - otro kabane se abalanza sobre Izume pero éste, tras esquivarlo con agilidad le apoya la bocacha del rifle sobre la brillante silueta del corazón y dispara. La jaula cardíaca sale despedida por la espalda del engendro dejando tras de sí una rociada de sangre podrida.

¡VAMOS! - Izume agarra de la mano a Sakura y ambos salen corriendo por las calles cada vez más concurridas de kabane - ¿Qué demonios haces aquí? ¿Es que quieres que te maten? - le pregunta sin dejar de correr...

Los kabane salen de cada puerta y de cada bocacalle, demasiados como para que la ametralladora de Takeshi y los certeros disparos de Hideo y Yûki los derriben a todos. Sin embargo, sí que consiguen abatir a los suficientes como para que Tomohiro culebree dando fuertes bandazos entre los kabane que quedan en pie. En algún momento se escucha un fuerte siseo de vapor: la conexión de la pistola de Hideo con la caldera se ha soltado dejando su arma inutilizada.

¡Vienen más! - grita Tomohiro...

Pobrecitos - se burla Korusu - Están tan... tan perdidos sin nosotras. Deberíamos ser nosotras quienes gobernáramos esta hayajiro y no ese estúpido que no sabe mantener un mínimo de orden.

El helor del aire y la ajetreada carrera hacen espabilar a Isae, que nota cómo su energía mental se repone mientras sigue a Suzume y los soldados.

Tiene un buen culo - comenta Korusu refiriéndose a Suzume. Por un momento la imagen de Suzume desnuda e inmovilizada con un complejo shibari cruza la mente de Isae. La expresión de Suzume es de terror absoluto - Deliciosa ¿No crees? Ya va siendo hora de que dejemos de acatar órdenes y nos convirtamos en quienes las dan.

¡Abajo! - dice Suzume interrumpiendo la conversación interna de Isae. Los soldados empiezan a descender por una escalerilla hacia las vías.

Sí, abajo, putita mía - ronronea Korusu - Oye ¿Crees que se la mamaba a Saito? Igual se vino con nosotras después de que él sufriera un gatillazo ¡JA!

Casi sin darse cuenta Isae se encuentra en el agujero del muro con los soldados. Los tres supervivientes de antes, dos hombres y una mujer, se acercan a la carrera perseguidos por dos kabane.

¡Vienen más! - grita uno de los soldados.

Haz que retrocedan, idiota - dice Korusu - Si forman una línea dentro de la niebla los kabane no podrán tocarlos ¡Será como jugar al tiro al blanco!

¡POR FAVOR! - grita uno de los refugiados - ¡AYUDADNOS!

Se escucha un ruido de madera al ser destrozada, un rugido y un grito. Al momento siguiente el refugiado está en el suelo enzarzado con un kabane que intenta morderle el cuello.

¡No puedo disparar! - dice Suzume

Oh, joder, No - protesta Korusu - ¿Tenemos que encargarnos de todo el trabajo OTRA VEZ?...