Partida Rol por web

Cuando caminaba cerca de los límites de la ciudad el personaje encapuchado de improviso echó a correr hacia los árboles del bosque. La noche no era muy luminosa pues las nubes tapaban parcialmente la luna mediada de forma que si Sigmund y Oliver querían seguirle la pista debían echar a correr y mantenerse a una distancia corta.

Oliver y Sigmund echan a correr tras el fugitivo que se interna en el bosque.

Si ambos sacan menos de 13 lo pierden de vista.

Si alguno saca entre 13 y 17 (incluidos), lo siguen, pero este se esconde para atacarlos por sorpresa (hará falta una tirada de percepción).

Si alguno saca más de 17 le dará alcance y le permitirá atacar primero.

Sigmund siguió a Oliver en su carrera tras el encapuchado, Oliver tenía razón y tal vez más ayuda habría ido bien, pero tenían un deber y debían apañárselas como podían.

Cuando Aeldar y Nae ya se iban a retirar a su habitación ocurrió algo que les llamó la atención y decidieron posponer brevemente su salida. Unos hombres de una mesa cercana comenzaron a hablar de la mancha negra que habían visto en el cielo anteriormente, uno de ellos decía que era un  hombre con la capacidad de convertirse en dragón. La joven elfa no sabía que pensar sobre aquello...Nunca he oido nada parecido pero si hablamos de magia negra todo puede ser, los límites son insospechados. Parece que esa mancha lleva por aqui un tiempo...¿nos estaría esperando?...Nae echó una rápida mirada a todos sus compañeros para ver sus reacciones, aquella conversación sin duda era interesante. Seguía sumida en sus pensamientos cuando vio a Liozard levantarse y comportarse de una manera muy extraña, al momento de que él saliera de la habitación el mono volvió a aparecer en otro lado de la posada...¿Lo ha matado y este volvió a renacer?

-Aeldar, ¿has escuchado lo que hablaban estos hombres? y ¿viste el comportamiento del mago? se que él es extraño pero parece que la palabra dragón le ha afectado demasiado...¿crees de verdad que eso que vimos pueda ser un dragón? Será mejor que hablemos de todo esto en la habitación.- le susurró de prisa Nae a su compañero. Podría ser buena idea que se juntaran todos a debatir sobre aquello en uno de los cuartos y que Liozard explicara su comportamiento.

Oliver y Sigmund echaron a correr persiguiendo al fugitivo encapuchado. Cuando llegaron al bosque, en un repentino giro del individuo lo perdieron de vista momentáneamente.

Si sacan menos de 14 no lo ven y el fugitivo les ataca

Si entre 14 y 19 (incluidos), ven que el fugitivo está escondido y hacen tirada de iniciativa.

Si sacan 20 o más ven al individuo y atacan primero.

Sigmund y Oliver echaron a correr tras el individuo, que alcanzó el bosque y giró en una zona especialmente densa de árboles y arbustos. Momentáneamente lo perdieron de vista, pero cuando avanzaron entre los árboles Sigmund percibió el perfil del fugitivo escondido tras unos matorrales.

Haciéndole un característico gesto a Oliver, que tras tantos años se comunicaba a la perfección a través de una sencilla mirada, señaló al arbusto con la cabeza. Oliver lo entendió y detectó también la figura.

Cuando oliver pudo agudizar la mirada hacia donde Sigmund le había indicado, este observo la figura de aquel encapuchado. Con un gesto de brazo indico a Sigmund que se acercara cautelosamente al encapuchado por la el otro lado por se este se le escapaba Sigmund pudiera darle alcance.

Oliver se dirigió sigilosamente hacia el sospechoso, contenía la respiración todo lo que podía pero a este no le parecía lo suficiente ya que el mismo notaba su respiración y creía que cualquiera que estuviera cerca de el también la oiría. Sin prisas pero sin pausas el paladin fue acercándose poco a poco hacia su objetivo hasta que lo tubo escasamente a un metro, empuño su daga elfica con la intencion de usarla contra el enemigo, la alzo al aire y con un ágil movimiento de pies pego un salto para posicionarse al lado derecho del encapuchado y sin darle tiempo a reaccionar le dio con la empuñadura de la daga elfica en la sien lo suficientemente flojo como para dejarlo inconsciente y no matarlo.

La irrupción de aquel hombre hablando sobre lo que vieron surcando los cielos hizo que Aeldar se sentase de nuevo para escuchar lo que decía.

¿Un Dragón? Pensaba el elfo cuando escuchó al hombre.

Aunque nunca hubiese visto uno, y teniendo en cuenta la magia de por medio, no parecía tan descabellado, pero hubiese deseado que se tratase de otra cosa.

Tras terminar de hablar y la correspondiente burla de los que allí se encontraban, primero el enano y después el mago debatieron que se tratase de un dragón. El mago parecía realmente indignado, incluso hasta tal punto de abandonar la sala donde se encontraban.

Si mis oídos no me engañan, hablan de un dragón. Nunca he visto uno ni conozco a nadie que los haya visto, pero las leyendas rondan por ahí... Tienes razón, será mejor que subamos, este no es buen sitio para hablar de ésto.

Al cabo de un rato, Áran bajó a cenar. Su mano estaba vendada, y no llevaba cara de muchos amigos. Giró su mirada hacia donde debería estar el encapuchado, y al no ver nada hacia donde estuvieron antes Sigmund y Oliver.

Espero que ellos pudieran hacer lo que yo no pude.

Pidió cena y una jarra de cerveza, y se sentó solo en una esquina a ahogar sus penas. Pero antes de esto pasó cerca de Picco, le agarró fuerte por el hombro y acercándose a él le susurró:

-No vuelvas a decir nada acerca de perder a tu familia en mi presencia. Yo lo perdí TODO a manos de aquellos con los que me identificas. Por mí puedes hacer lo que quieras, pero si vuelvo a pillarte espiando o te quedas atrás, eliminaré toda amenaza a punta de cuchillo. Recuerda lo que te digo: El territorio enemigo no es lugar para un sirviente. Deja a los profesionales hacer su trabajo.

Oliver se acercó sigilosamente al individuo que se encontraba escondido tras un arbusto. Cuando se encontraba a apenas un metro dio un salto con el que se situó a su derecha y propinó un golpe con la empuñadura de la daga con el claro objetivo de dejarlo inconsciente. Sin embargo, el golpe no fue lo suficientemente certero y el golpe propinado en el cráneo hizo al encapuchado salir de su escondite tambaleándose. Enseguida se repuso y alzó una espada corta dispuesto a presentar batalla sin llegar a desvelar su rostro.

No tuvo tiempo de atacar, pues inmediatamente Sigmund lo embistió con violencia.

Sigmund estuvo esperando a que el hombre intentara escapar y cuando lo vió salir lanzo un golpe con su escudo para intentar tirar al suelo al individuo.