Partida Rol por web

Las palabras del Archimago eran más que suficientes para Caidus. Eran sensatas y muy lógicas, dadas las circunstancias. Al hablar de salir de la ciudad, lo primero que hizo fue pensar en Smurf.

—Creo que está todo dicho. Volvamos al punto de partida, lejos de la influencia de la criatura y sus sirvientes. Por mí, debo ir a la posada a recoger a mi jerbo, y por lo demás no tengo nada más urgente que hacer aquí. 

El gnomo había caído rápido, sin duda había sido una gran estrategia la que habían usado. Rápidamente se giró para encararse con el enorme constructo, durante unos instantes que parecieron una eternidad espero a que este reaccionase, pero no lo hizo y fue el sonido del no-muerto recién creado el que la hizo reaccionar.

—Parece que esa mole no se va a mover, retrocedamos hacia el portal mientras luchamos—. Grito Cylina mientras se acercaba hacia la entrada y atacaba al no-muerto desde la distancia.

Vicnan sacó la cimitarra del cuerpo de la bestia y escuchó las palabras de Cylina. Asintió con frialdad y retrocedió.

Buscó a Alya con la mirada pero habló para todas: - El frasco, ¡tal vez lo necesitemos! - Se refería al frasco que tenía el gnomo, con el líquido arcano.

Ildyra parecía tener al no-muerto bajo control, pero de cualquier manera Vicnan se unió al combate. No porque pensara que la joven necesitara ayuda, sino porque despreciaba la aberración de la nigromancia.

Agatosh torció el gesto, incrédulo. En su mirada aún ardía la furia, un fuego alimentado por el odio que sentía hacia los nobles, los soldados que actuaban como peones sin pensar o, directamente, aprovechándose de cierta inmunidad y usando la fuerza para conseguir lo que querían, y en general a toda esa clase de gente.

—¿Personas non gratas? ¿Eso es lo que le importa? Un vampiro pretende gobernar esta ciudad, controla el Colegio de Magia a través de un hechicero corrupto, posiblemente un ghoul, asesina con impunidad y la guardia, cegada por sus responsabilidades, oculta sus crímenes, ¿y su preocupación es que no volverán a sus puestos antiguos y su cómoda vida? —Chascó la lengua—. Podemos asesinar a Shandal mientras duerme, y enfrentar a al chupasangres con tu apoyo. Tal vez ahora estés débil y cansado, pero te recuperarás. —Cerró los puños y la ira fue desaparenciendo—. No creo que la Hermandad quiera quedarse de bazos cruzados.

Hermano. Equilibra tus humores y cálmate, lo ha pasado muy mal, está débil y lo han traicionado.  -Se lo digo a Agatosh pero un poco también a mi mismo. Lo que dice el demonio es cierto pero ahora que lo ve desde con perspectiva hay que ser un poco menos visceral y mas sangre fria, por mucho que tenga ganas de darle un puñetazo al mago.

Lo que decía Nalen sonaba a rendición, a derrota pero intentando ver las cosas con perspectiva aún con su arco semi-tensado reflexionó sobre sus palabras y trató de ver que tanta verdad había en ellas, toda o al menos un ápice y llego rápidamente a dos  conclusiones. Le hago un gesto con la mano a Caidus para que se acerque y pueda decirle algo en privado.

Los dos tenéis razón. -Intervengo. -Tenemos una misión que no ha hecho si no empezar ahora que cosechamos esta pequeña victoria pero no hay nada malo en dar un paso atrás para poder dar dos hacia delante. 

Esto va para todos por igual y me incluyo, no somos una banda de mercenarios carniceros somos una hermandad juramentada y la opinión pública importa, de ella depende la fuerza política e influencia que pueda obtener y conservar. Debemos hacer hincapié en nuestros modos y los testigos.  Cuando todo esto acabe podemos pagar a bardos, juglares, pregoneros y mendigos para que hablen bien de nosotros en las calles.

Suspiro

Busquemos un lugar tranquilo donde comer y descansar, Marcus podría redactar un documento que deja libre al mago de todos los cargos y que es encontrado inocente, por si acaso. Nos reabastecemos y preparamos el siguiente paso con cuidado.

¿Rendirnos? Vaya, justo cuando se ponía interesante. Me parece sensato... pero a su vez aburrido. Además, todavía nos queda alguna cosa por hacer.

- Agatosh, recuerda que le debemos a alguien un favor. Si vamos a volver en algún momento necesitamos tener a alguien de nuestro lado, así que ya sabes, te toca irte de putas, seguro que con ese cuerpo ella es más colaboradora. E igual debería de hacer quizás un par de recados antes de irme, no sé. Yo por mí le cortaba los huevos a esos dos, aunque dudo que al vampiro le sirvan para algo, pero de momento parece bien enterado y tendremos que buscar una posición de fuerza.

Suspiró aliviada al haber tenido la fortuna de acertar en su hipótesis de que la enorme mole era alguna clase de gólem en lugar de un verdadero no-muerto. Con un floreo nacido de la práctica, sacudió su espada para limpiarla de los restos del cadáver del gnomo y asintió a las palabras de Vicnan. Con una leve mueca de disgusto, taponó y recuperó el vial con el extraño elixir que el nigromante había utilizado, consciente de que, quizás, los Vigilantes encontraran una verdadera utilidad para ella o averiguaran de qué estaba hecha para rastrear posibles aliados que pudiera haber tenido el gnomo.

- Pongámonos en marcha, antes de que más no-muertos nos encuentren o esa cosa cambie de idea. - dijo, predicando con el ejemplo. No había nada en aquella criatura o sala que quisiera llevar consigo, como para perder tiempo en registrarla... Y eso, suponiendo que tuvieran tiempo que emplear de aquella manera.

Ildyra miró con recelo a aquel constructo. ¿No deberíamos destruirlo? ¿Y si viene otro gnomo que pueda usarlo también? Ahora no se defiende, debería ser facil.

No entendía la prisa por salir corriendo, no veía a nadie alrededor. Pero para asegurarse cerró los ojos y agudizó el oído.*

—Esa cosa solo es una herramienta y no te creas que vas a destruir un constructo así como así por muy parado que este, lo único que conseguiremos es perder tiempo y que se nos echen encima más muertos—. Cylina siguió avanzando hasta la puerta haciendo aspavientos para que la siguieran. —El portal se estaba cerrando y el que estaba detrás de esto está muerto, si viene alguien capaz de volver a abrir el portal, que active a esa cosa o no es lo de menos.

Durante unos instantes el grupo observó con cierta duda al gran coloso nigromante. Finalmente tras varios segundos de reflexión e indecisión lo dejaron. La bruja tenía razón, acabar con un constructor era una tarea ardua y compleja de modo que cogieron el gran frasco y se marcharon. 

Cuando llegaron al portal, siguiendo las marcas de tiza realizadas previamente por Cylina, encontraron que este había reducido considerablemente su tamaño. A pesar de eso su diámetro era el suficiente para que cada uno de los presentes cupiera a través de él y regresaran al plano material. 

Uno a uno pasaron por el portal, el cual atraía sus cuerpos hacia el exterior. Poco a poco dejaron atrás la caricia gélida de las brumas astrales y para encontrarse poco después en el gran panteón donde todo comenzó. ¿Qué debían hacer a continuación? Con aquella pregunta en mente el grupo de héroes salió de la cripta. En el exterior los rayos de luz acariciaron sus cabellos. Jamás habrían pensado que añorarían tanto su calidez.

Lo habían logrado, todo había terminado. Pronto serían miembros de la Hermandad de los Vigilantes de pleno derecho.

El semielfo observó en silencio el estallido de rabia de Agatosh. Aunque este era corpulento e intimidante, su rostro no reflejó miedo alguno. Tras esto el elfo oscuro reunió al grupo unos metros más allá tratando de obtener cierta privacidad. 

—Yo no digo de marcharnos para no volver— pronunció el archimago cuando los aspirantes regresaron—. Aunque la ciudad de Norul jamás vuelva a confiar en nosotros después de esto, no pienso dejarla en la estacada, pero antes debemos prepararnos.  

» Informar a la Hermandad y obtener refuerzos es nuestra prioridad, así como alertar a los nobles locales de la verdadera situación y prepararnos de manera correcta— continuó el anciano con voz calmada—.  Después de este ataque la guardia se organizara junto con la milicia local y la escuela de magia para darnos caza. Es una amenaza que no podemos asumir. 

Con cada palabra pronunciada por Nalen´Dag los presentes observaron como el color regresaba a sus labios y mejillas, como su voz sonaba con más fuerza y su espalda se alzaba cada vez más recta. Los efectos secundarios del encantamiento de Shandal estaban comenzando a desaparecer. 

—Puedo teletransportarnos al campamento y regresar en pocos días mejor preparados. Con un disfraz que nos permita movernos por esta ciudad sin llamar la atención— añadió poco después mientras se ponía de pie—. Gracias a eso estaría descansado y preparado para luchar contra mi arrogante pupilo.

Vicnan se permitió lanzar un suspiro de alivio y relajarse. Dio unos pasos y dejó que la sagrada bendición de Sarenrae lo cubriera. La luz del sol se reflejó en su cabello y era como la caricia de una madre.

Pero pronto volvió a la realidad. Como ellos pudieron salir, otros podrían haberse adelantado. Se inclinó y puso su mano derecha en la tierra. Buscó señales, marcas, algo que pudiera delatar la presencia de enemigos. Así era la dualidad de su sangre, por momentos elevado y espiritual, y al instante de cuclillas en la tierra, en el mundo de los mortales, en medio de la inmundicia y la corrupción.

El elfo sabía desde el principio que un mago de tal poder debía ser previsor, y que el engaño de su pupilo no le habría cogido por sorpresa. Así que era lógico pensar que tuviera sus formas de sobrevivir a ciertos problemas. Además, lo que decía el mago era lo más sensato. Pero había un problema para Caidus en teletransportarse desde la cárcel. Su mascota.

—Smurf, mi familiar, se encuentra en la posada esperándome. Le pedí que se quedara para venir a por vos. ¿Puede teletransportarnos primero a la posada, o al menos a mí? Si no, iré yo a por él y os esperaré aquí. Si tan solo tardáis unos días podré ocultarme.

No era una decisión cómoda para Caidus, pero no iba a abandonar así a su querido jerbo.

Lo mismo pero con mi montura. No voy a dejarla atrás. 

Cerró los ojos y aspiro profundamente, por fin estaban fuera del reino de los muertos, era increíble cómo un poco de aire fresco y el calor del sol podían echarse tanto de menos en tan poco tiempo. Miro a Vicnan cuando empezó a buscar rastros alrededor de la cripta y con un bufido volvió a ponerse en guardia.

—Bien, asegurémonos de que no ha salido nada de ahí dentro y también deberíamos quedarnos hasta que el portal se cierre del todo por si acaso, no parece que le quede mucho, pero mejor asegurarnos.

La tierra removida y la hierba aplastada revelaba sus secretos ante la atenta mirada de Vicnan. No necesito mucho tiempo para percatarse de la existencia de un rastro tambaleante formado por multitud de pisadas. No había duda alguna, los muertos creados por aquel gnomo debían de haber cruzado el umbral antes que ellos. 

Guiados por una opresión en el pecho, el grupo caminó con premura hacia la ciudad de Mesh´Ran. Atrás dejaron el cementerio y el hogar de Eithel para encontrarse poco después una ciudad sumida en el silencio. Los puestos de comida de la plaza central estaban quebrados, mientras que distintos alimentos podridos y rastros de sangre decoraban el suelo del lugar. ¿Qué había ocurrido?

Bajo los tablones de madera y la carpa de uno de los antiguos puestos del mercado divisaron una mano aferrada a una espada larga. Sin pensarlo se acercaron y comenzaron a retirar los restos de la estructura, revelando poco después la figura de un rostro conocido: Mikael. Tras unos segundos de examen Alya y Cylina llegaron a la conclusión de que el capitán de la guardia aún seguía vivo a pesar de presentar su cuerpo cubierto de mordiscos y profundos arañazos. En respuesta Ildyra clamó el poder de Shantia a través de su palma, la cual brilló durante unos instantes antes de que este se propagara por el cuerpo del maltrecho hombre. Poco a poco las heridas comenzaron a cerrarse,  pero no de la manera esperada. En lugar de cerrarse de manera completa, estas heridas fueron cubiertas por gruesas costras de color negruzco.

La joven inquisidora  bendecida con el poder Iomedae sabía que nada de aquello era natural. Fuera lo que fuera lo que le había dañado era de origen sobrenatural. Algo dentro del cuerpo de Mikael impedía que este sanara de manera correcta. Todo apuntaba a una enfermedad sobrenatural.  

Por otra parte Vicnan, quien se había separado del grupo para continuar siguiendo el rastro, regresó minutos después con un fuerte sentimiento de frustración. El rastro le había conducido hasta el puerto de la ciudad donde ningún barco yacía amarrado.

Nalen´dag asintió conforme ante las palabras de los elfos. Él mejor que nadie comprendía el lazo que podía existir entre un animal y su dueño. Tras guardar con gran amor a su compañero Mhun en uno de los grandes bolsillos de su túnica comenzó a murmurar antiguas palabras de poder mientras realizaba complejos gestos con sus manos. Instantes después el caballo de Abelgos y el familiar de Caidus se materializaron a escasos metros algo agitados. 

—¿Nos marchamos?— preguntó a Aerin y Agatosh. 

En el momento en el que ambos aspirantes asintieron, Marcus se acercó al grupo y de nuevo el archimago comenzó a concentrar el poder arcano, para después manifestarlo en forma de un hechizo de teletransporte. Un círculo de intrincados símbolos se dibujó en los pies del grupo, el cual poco después comenzó a vibrar de poder. En aquel momento escucharon pasos que descendían en la escalera. Antes de que la guardia pudiera hacer nada, la imagen de la cárcel se difuminó hasta convertirse en oscuridad. 

Cuando la oscuridad se replegó y, la luz y el color regresaron, se encontraron a las afueras de la ciudad de Norul. Desde una altura superior ofrecida por una pequeña colina observaron la ciudad y las aguas marinas que la decoraban a sus espaldas. ¿Lograrían acabar con el vampiro y salvar a aquel lugar? Solo el tiempo les daría la respuesta.

Al final había aceptado aquello, a regañadientes, y solo con la promesa de que volverían a ajustar cuentas. Antes de que el archimago les transportara, regresó a su forma humana, el aspecto que prefería mantener de cara a la gente, y se unió al resto en el círculo mágico. Un parpadeo después, ya estaban fuera de la ciudad. Agatosh miró la urbe desde lo alto de la colina, pensando en todo lo que quedaba allí por hacer, promesas que se había hecho y que cumpliría: sacaría a aquél chaval de las calles, permitiría a las familias humildes despedir a sus hijas y, por desgracia, también informaría a determinada madame de lo que había descubierto. Lo haría, pero más adelante. Ahora tendría que retroceder para volver con más fuerza.

Se giró hacia el resto.

—Vámonos, volvamos con la Hermandad e informemos. Esto no quedará así.

Que el archimago hiciese aparecer a Smurf y a la montura de Abelgos en la cárcel asombró sobremanera a Caidus. La traslación a ciegas requería un poder y conocimiento realmente vasto. El elfo se inclinó a su jerbo y éste saltó a sus manos, donde se acurrucó mientras Caidus le susurraba palabras de reencuentro y regocijo, y lo achuchaba con amor y mimo hasta que el portal los llevó lejos del peligro.

Personalmente, para él carecía de interés continuar con esa misión. Sin embargo, la posibilidad de aprender algo del archimago se presentaba única y no debía desaprovecharlo.

—Si la Hermandad me lo permite, le acompañaré en esta empresa. Mi Maestro está lejos, y me vendrá muy bien mejorar mi técnica y aprender más sobre la magia y sus conjuros.—calló el elfo hasta que vio alguna mirada extrañada—y, por supuesto, así podremos acabar con el mal que cubre su ciudad.

Tuvo el tiempo justo de recoger la cabeza decapitada del suelo del ghoul y quizá alguna de mis flechas * cuando escuché algo o alguien bajar por las escaleras y me quedé con la incógnita sobre su identidad pero el instinto me dice que hicimos bien en marcharnos.

Por otra parte odio los teletransportes. Ya me pasó la primera vez cuando fuimos a visitar al archimago con aquel portal, una angustió afloró desde los adentros y tuve que tragarme lo que casi se me escapa, dejando una irritación ácida en la campanilla y entrada de la garganta que daría molestias un tiempo, seguro. Una mueca de mareo o nausea se manifestó en mi rostro.

En cualquier caso mi montura estaba ahí con el y eso bastaba. -Alantha -Exclamé aliviado a la par que me acercó a ella poniendo frente con frente y le susurro palabras al oído en élfico para calmarla.  

-Si, nos marchamos. Suba, descansará mejor que yendo a pinrel.