Partida Rol por web

Divisas una silueta pequeña y encogida, apoyada contra un tronco, tras uno de los estanques más alejados. En la penumbra de los árboles y dada la distancia no puedes ver bien de qué se trata.

Mientras el grupo se dirige al lugar y empieza a percibir el halo de calor de las aguas termales, quizá inquietos por saber qué fuego es el que las calienta, el unicornio de repente suelta la rienda de su caballo que queda colgando cerca de Yugure y da dos zancadas rápidas para adelantarse hasta la cabeza del grupo. Alza la mano a sus compañeros para que se detengan y arruga el entrecejo, escrutando uno de los estanques más alejados del grupo, en concreto un tronco que ahora os señala con la mano.

-¿Qué es eso allí agazapado tras el tronco? ¿Un macaco?- os susurra, esperando para comprobar si veis lo mismo que él.

Sin duda estas montañas tienen sorpresas en cada recobeco, y la tranquilidad y reposo que halla en ellas, si hubieran sido otras las circunstancias en que las hubiera disfrutado, estaba seguro que habrian reconfortado su alma.

-Sin duda estas tierras guardan muchos secretos y bellos lugares...

Al observar como Natsuki-san les llama la atención sobre lo que hay tras el tronco, Kaeshi se lleva una mano a la katana y dirige una mirada al lugar donde el Unicornio les dice.

-¡Será mejor que salgas de detrás del tronco y te muestres!- grita - ¡O de lo contrario te consideraremos un enemigo!

Tras esperar unos segundos y recibir tan sólo la silenciosa respuesta del bosque y el burbujeo de los manantiales, os abrís paso entre ellos hasta la pequeña figura apoyada en un tronco. Tal y como predijo Natsuki se trata de un pequeño macaco macho. Un macaco muerto con una herida en la cabeza aplastada. Una piedra manchada de sangre yace a un lado. Cuando vuestros ojos se acostumbran a la penumbra bajo las densas ramas el corazón se os llena de desasosiego al ver más de éstos primates muertos entre los árboles. Detectáis movimientos y os percatáis de que hay una madre macaco acunando el cadáver de su hijo ensangrentado, una docena de metros en la espesura. Cuando os ve os muestra los dientes y el fuego de su ira se refleja en sus tristes ojos.

La belleza y singularidad de estos lugares sigue sorprendiendo a Shitsuro. El calor agrada los sentidos, pues ya estaba casi acostumbrado a el frío que les ha acompañado todo el camino.

Tras ver la extraña situación Shitsuro se sorprende, no entiende el por qué de estos pequeños macacos muertos. Mira alrededor, como tratando de comprender el por qué y busca en la cara keiji-sama aprobación o condenación a lo que esta viendo.

-¡Diosas Fortunas! ¡¿Quién ha podido hacer una salvajada así...?!

Yugure, que ha tomado la rienda que Natsuki ha dejado, se acerca ahora con cautela hacia la madre macaco, mirándola con tanta tristeza en sus pupilas como la que muestra el animal en las suyas.

Por unos segundos en el aire flota entre ellas la agonía de la impotencia, de la incomprensión. Un lazo ancestral, antiguo, primario, une los espíritus de los dos seres, que olvidan sus cuerpos terrenales, para hablarse sólo en sus esencias, ambas parte de la vida, ambas parte del lado femenino, de la maternidad. Y al cabo de esa fracción de tiempo, la mujer parpadea y se yergue, girándose lentamente para comprobar con un velo húmedo en los ojos, que no derraman lágrimas sin embargo, controlada, como a su alrededor más cuerpos destrozados evidencian la muerte sin sentido.

Matar sin causa, 
Sucio de muerte el honor,
Sangre en las manos.

El viejo haiku que le recitaba su padre le viene a la memoria, él hombre recto y justo sobre todos, que inculcó en ella el horror a la crueldad y al abuso.

-Dime, Keiji-sama, ¿hay alguna explicación a esto, alguna que mi mente obtusa no llegue a comprender ahora...? ¿Algún animal habita cerca, alguno que en su irracionalidad haya podido cometer esta matanza...? Por que no entiendo la mano de un hombre en ello, por mucho que lo intente... ni sé si los Kami lo permitirían en un arrebato de locura humana...

Kaeshi-san esta perplejo, no sabe porque alguien podria hacer algo así. Entonces piensa si podria ser algun animal, pero rapidamente lo descarta: los animales solo matan para alimentarse y defenderse, y esto es una matanza sin explicación.

Vuelve la mirada a su alrededor por si el causante de esta matanza aun esta por los alrededores, pero pronto se da cuenta de que si la macaco esta ahi sentada, es porque el causante de esto hace tiempo que se ha ido. Entonces vuelve la mirada hacia Keiji-sama, esperando a ver si el samurai ha visto esto con anterioridad o también es nuevo para el.

El joven monje parece más consternado, si cabe, que el resto de los presentes. Sus ojos desencajados observan como ausentes los cadáveres de los macacos.

Abre la boca para hablar pero no le salen palabras así que la vuelve a cerrar. Al final consigue que de su garganta se emitan sonidos coherentes mientras se arrodilla cerca de una víctima.

-Ahora su silencio es una huella de la maldad que ha tocado las montañas, pero se echará de menos su algarabía en los bosques nevados.

Se vuelve hacia Yugure, quien ve en los ojos que el fuego frío que despertó en su interior durante el suceso de la empalizada se ha avivado aún más con este hallazgo.

-Nada ni nadie en las tierras de Keiji-sama alza su brazo con un arma sin responder a un propósito.

A una decena de metros, hacia las el camino, por donde las termas, en la tierra húmeda donde no hay nieve, hay huellas de humanos de un día de antigüedad, entre las que se pueden ver también las de una bestia que dirías que es un lobo. Aunque un lobo no es tan grande como insinúan esas huellas sobre su dueño.

-Ni lo habrá hecho sin recibir su merecido. Puedes contar con nosotros para ello.- promete Natsuki en nombre de todos, lo que no es muy educado, pero sí adecuado para la ocasión. Modales de extranjero que de alguna manera parecen más adecuados que los propios en esta situación.

-Debemos buscar rastros, quizá algún detalle que arroje luz sobre el propósito de esta matanza. Pero debemos ser breves. Temo por la seguridad de los monjes.-

Tras una pequeña observación, el ojo rápido y vivaz de Shitsuro encuentra algo.

A una decena de metros, hacia el camino, por donde las termas, en la tierra húmeda donde no hay nieve, hay huellas de humanos de un día de antigüedad, entre las que se pueden ver también las de una bestia que me atreveria a decir que es un lobo.

Una vez más no se bien a que nos puede conducir, pero seguramente sea la mejor pista, y sean los causantes de esto.

¿Creeis que debemos seguirlas?

El monje examina las huellas a las que apunta Shitsuro, sin sacar más conclusiones que las que ya ha comentado el Seppun. Mira por última vez los cadáveres y se aleja de las escena volviendo al camino.

-El señor Sol debe resolver cómo trepar por el cielo antes de preguntarse qué encontrará cuando descienda por el otro lado del mundo. Los sacerdotes podrían estar en peligro, por estas pobres criaturas ya nada se puede hacer. Sacad la información que quieráis pero deprisa.

El macaco simboliza la naturaleza y se les considera, aquí y en todo Rokugán (aunque en las tierras del Dragón hay un población mayor de ellos), guardianes de los bosques. El clan los respeta igual que al resto de animales con los que comparten las montañas. Dada la omnipresencia de los kami, es raro que se ponga a prueba la paciencia de los espíritus masacrando animales sin ninguna intención aparente.

A parte de las huellas que ha encontrado Shitsuro no localizas nada más.

Mientras Keiji-sama habla, la cabeza de Kaeshi-shan asiente levemente a sus palabras.

-Sin duda, las palabras de Keiji-sama estan llenas de sabiduria. Los monjes podrian estar en peligro, y el hecho de que estas bestias hayan muerto a manos de algun hombre, ahora no nos deberia retrasar, la seguridad de los monjes deberia ser nuestro primer objetivo. Opino que nos pongamos en marcha cuanto antes.

Pues si no hoy más que decir, en marcha. No hay un segundo que perder.

Sin mediar más palabra, comienza a andar decido siguiendo el rastro.

Aún conmovida la Grulla asiente en silencio. No quiere ni pensar qué clase de alma habrá hecho eso, y tiembla al imaginar a los monjes a merced de tales gentes. Pero el Unicornio lo ha dicho muy claro, y ella, como el resto, ha afirmado en su interior con convicción. Están juntos, y actuarán como uno solo, para buscar a los responsables, y hacer justicia.

El Bushi Ikoma aún permanecía silencioso. Asintió a las palabras de sus compañeros y no dejó entrever lo poco que le importaba la muerte de los animales, al menos no más de lo que le importaba saber si el que lo había hecho era el shugenja superviviente, y los motivos que se ocultaban tras la matanza.

Desde el combate en la empalizada se había encerrado en sí mismo, manteniendo un absoluto y frío mutismo. Seguía pensando si de verdad podía llevar a cabo esta misión, de alguna forma no haber podido servir de ayuda en el combate le había afectado sobremanera. Pensaba continúamente en lo que que representaba haber perdido un ojo.

Había combatido en la guerra, luchando contra innumerables enemigos y en el último combate, no había sido capaz ni siquiera de causarle un arañazo a su contrincante.

Por otro lado, sabía que no había llegado a magistrado sólo por su habilidad en combate, pero como León, le habían inculcado desde muy joven lo que era ser miembro de tan orgulloso clan. Un clan de hábiles y valerosos guerreros.

Descansó tras el combate en la empalizada, se armó -pues el viaje había dejado de ser seguro- y analizó profundamente las acciones de todos, así como las suyas y las de los enemigos. Y cuando acabó meditó, durante el trayecto hasta el valle escondido, revisando los datos que tenían. Tan concentrado estaba que no se percató de que la mejor opción era dividirse en dos grupos: uno acompañando a Keiji-sama hasta el Kyuden de su familia, y el otro grupo adentrándose en los sagrados bosques, en busca del shinsei.

Sobre todo hubiera sido acertado, debido a que algunos de ellos estaban heridos, y a que en el shinsei igualmente nos habrían atendido dada nuestra condición y estatus.

Pero no había abierto la boca, y ahora, ya terminada su valiosa introspección, era demasiado tarde para realizar tal sugerencia. Así que siguió callado.

Tras el incidente de las aguas termales continuáis vuestro viaje, descendiendo de las altas montañas al valle, por un camino empapado de nieve. El corazón se os atenaza cuando Shitsuro vuelve a localizar unas huellas que parecen coincidir con las que vio junto a la escena de los macacos muertos. Un grupo de tres hombres y unas que parecen de un lobo. Y llevan la misma dirección que vosotros, aunque con al menos medio día de adelanto.

No podéis si no temer por los monjes y Keiji aprieta el paso a la desesperada.

Pero la última esperanza se desvanece cuando tras una hora de camino véis, recortándose contra el ocaso  varias columnas de humo que se deshilachan mientras se alzan sinuosas. El sólido silencio de Keiji-sama evidencia que el templo se debe encontrar bajo ellas.

Es de noche y nieva cuando alcanzáis el edificio, en la loma de la montaña, elevado en un risco y rodeado de árboles. Váis accediendo por una escalera de piedra de al menos un centenar de escalones, bajo varios arcos torii. El joven Dragón, a pesar de la fatiga del viaje, sube los escalones impaciente de dos en dos, mientras el hedor de cenizas empieza a filtrarse por vuestras fosas nasales.

El último arco, donde acaba la escalinata, se ha derruido, al parecer uno de los pilares se rompió y cedió. El patio frontal del templo es el escenario de alguna batalla ya que hay algunos charcos de sangre en el suelo. Pero no hay ningún cuerpo. El edificio ha ardido y aún humea bajo la cortina de nieve, la mitad de éste ha sucumbido mientras la otra aún aguanta.

El joven ise-zumi se interna corriendo por la puerta carbonizada en el recinto y oís su voz alta y clara preguntando si queda algún superviviente.

Tras realizar una rápida observación del exterior y alrededor, y tras acabar de asimilar la situación actual, entra tras el joven Dragón, sin emitir ningñun juicio.

Le acompaña en su búsqueda en el interior del reciento. Sus ojos miran alrededor buscando cualquier tipo de movimiento, su mano derecha inconscientemente se acerca a su cinturón.

...aún pueden estar por aquí...

Poco a poco y aún casi esperando que surja algún imprevisto empieza a buscar.

Una acción lógica - pienso. Eliminar posibles miembros de la facción del chico, si quieren hacerse con el territorio es lo que haría cualquier estratega con dos dedos de frente.

Sin embargo, ¿por qué ahora?. Es posible que sea también un aviso para nosotros. - digo en voz alta. Luego deambulo por los alrededores, buscando pistas de la identidad de los atacantes y la presencia de supervivientes.