Partida Rol por web

Has oído antes ese nombre, lo pronunció, o casi, el ser que convirtió tu pierna en arena, en aquellas cuevas en Reims, justo antes de que acabarais con su vida.

¿Propiedad? Pero al esclavitud fue abolida hace mu...—lentamente Matt se fue dando cuenta de lo vacías que sonaban y que eran en realidad aquellas palabras y meneó la cabeza. El hombre estaba confuso pero de pronto levantó la cabeza. ¿Nyarlathotep...?¿Otra vez? ¿Como el jefe del maldito Troinoir? Esto... esto es delirante.  El hombre se pasó la mano por la cara en un claro gesto nervioso antes de decidirse a volver a hablar, tratando de controlar el nerviosismo. Muy bien Urdish, le creo. ¿Cómo se les mata?

Ab también quería acabar con aquellos seres, pero su mente estaba concentrada en saber de su hijo.

- Me parece estupendo que hayamos caído en gracia a ese ser, pero ¿y nuestro hijos?, ¿qué tienen que ver en todo esto?- preguntó el cabo bastante quemado por la situación.

Sinceramente señor Colt, no tengo la menor idea. Pero si el abridor de caminos les considera de su propiedad lo más seguro es que también lo hará con sus hijos.- Responde Urdish.

Los hongos son bastante difíciles de matar. Rápidos y protegidos con esas capas de quitina endurecida son prácticamente inmunes a las armas de fuego, descontando las escopetas. Además no habrá ni uno ni dos, es una colonia completa, por lo que también habrán convocado a algunos de sus servidores habituales. Pero por suerte en una de nuestras ciudades la cosa se simplifica. Lo único que hay que hacer es llegar al templo de una pieza, una vez allí realizaré un pequeño ritual para vaciar las calles de su indeseable presencia.

- Yo no soy propiedad de nadie...- Dijo con rabia y ligero acento francés.- Qué intenten cogerme. Ya di cuenta de varios de esos hongos con mi escopeta.-Dijo sosteniendo firmemente su recortada entre las manos, desafiante. Urdish hablaba de cientos de ellos, lo cual no pintaba nada bien, quizá por eso no acababa de creerse al hombre cuando decía que les ayudaría a encontrar a los niños. Seguramente no tenía medios para saber donde estaban. Pero quizás otros sí.- Tendremos que pillas a uno de esos bichos vivo e interrogarlo acerca de los niños. Sr. Urdish, habla de Tarsis como su ciudad pero sin embargo, ¿no sabe donde se encuentra? ¿Cómo podemos llegar a ella? Guíenos y le ayudaremos a expulsar a esos seres de ella.

Algo había en Urdish que no me terminaba de gustar. Sin contar que no entendía una mierda de todo aquello de los hongos.

– Señor Urdish, Creo que estaría bien que compartiese con alguien más ese “pequeño ritual”. Si usted cayese al enfrentarnos a esas cosas que dijo necesitaríamos que alguien lo sustituyese con ello.

Pasé cinco años de mi existencia aprendiendo y perfeccionando el ritual. Permítame dudar que cualquiera de ustedes pueda aprenderlo en un par de horas.- Responde el diletante negando con la cabeza.- Si yo caigo lo mejor que pueden hacer es correr todo lo rápido que puedan tratando de salir de la ciudad de una pieza.

Le sugiero que no desee ese tipo de cosas señor Wood, podría lamentarlas en un futuro.-Luego, al pronunciar la siguiente frase veis un brillo refulgir en sus ojos - El bajorrelieve de la iglesia es un mapa, hasta ahora no sabría donde buscar, pero ahora estoy seguro de que podría guiarles por los pantanos hasta Tarsis sin ningún problema.

El capellán se limpió un odio con el dedo meñique en un gesto grácil y elegante, como si sus oídos le estuvieran jugando una mala pasada... a pesar de todos los conocimientos y las terribles experiencias vividas, para el religioso todo aquello que estaba escuchando era demasiado. Estaba rodeada de locos, locos de remate pero terriblemente peligrosos y lo que era peor, tenían que hacer frente a unos locos aún peores... hongos, dioses paganes con muchas caras... y que él estuviera metido en eso... ¿Qué había echo él?... entonces el eco de una risa femenina hizo que su tez se pusiese más pálida de lo normal y acabó por volver a centrarse, llevaba mucho tiempo sin aquella mujer metida en su cabeza... no había necesidad de recordarla... pero aquel eco fue suficiente para hacerle caer en la cuenta de que quizás, si moría en aquella empresa sí que tendría que rendir cuentas al Altísimo.

- Yo si acepto su ofrecimiento, sin duda conoce el terreno y sabe lo que hace... en vez de seguir discutiendo deberíamos ir yendo... o preparando algo. Dudo que nosostros solos seamos capaces de hacer todas esas cosas, además de que no me parece adecuado que una persona como yo invierta su tiempo en la realización de rituales paganos- suspiró- toda esta desventura me está resultando de lo más molesta... entiendanme, soy capellán, llevo dedicando toda mi vida a la Iglesia y todo para escuchar estas cosas, de no ser por el encuentro de aquellos bichos en aquel espantoso laboratorio, no estaría aquí, pero que le vamos a hacer...- comentó arrugando el ceño mientras sus delgadas manos volvían a buscar su paquete de cigarrillos, aquello se les estaba yendo de las manos por completo, pero lo peor de todo es que la gente parecía haberse empeñado en cuestionar su fe y eso no podía permitirlo por el bien de su alma inmortal... ayudaría a aquellos hombres  a recuperar a sus hijos, se inmiscuiría en todo aquello, puede que con suerte sólo estuviese ante una secta blasfema... en cuyo caso era su deber conocer todos los detalles para informar a sus superiores y ya ver que hacer.

- De acuerdo entonces, señor Urdish. Si está seguro de que eso es un plano y usted sabe interpretarlo, no hay nada más que esperar.esperar. Llévanos hasta quien sea que tenga a nuestros pequeños raptados. No hemos venido hasta tan lejos para asustarnos por unos simples hongos. - Decidí creer lo que el diletante decía y cada vez estaba más ansioso por encontrar a mi pequeño.

Nick, hermano...eso no va a pasar. Creame Urdish. No todos los días encontramos un mo... un no-humano que sabe hacer hechizos y que esté dispuesto a ayudarnos a encontrar a nuestros hijos. Normalmente nos han secuestrado, drogado, tatuado, desmembrado, lanzado serpientes encima y secuestrado a nuestros hijos. Por no hablar de las veces que han intentado matarnos. Si ahora dice que está de nuestra parte...bueno. No vamos a dejar morir a alguien que puede ayudarnos tanto.
Matthew miró a Olive y los hermanos Cabo preguntandose que narices harían ellos y como conseguirían armas de calidad para acabar con los monstruos. Iba a preguntarles que iban a hacer allí cuando de pronto se le ocurrió algo mejor Oigan. ¿En este país sus policías suelen ser honrados?

Ab siguió la conversación algo confundido. No sabía si debían dejar hacer a Urdich o si debían acompañarle. Lo que estaba claro es que algo tenían que ver esos seres con sus hijos, por lo que permaneció en silencio.

Pero las últimas palabras de Matthew le dejaron con la intriga.

- ¿Qué pretendes, amigo mío?

¿No es evidente? Urdish acaba de decirlo...salvo las escopetas las armas de fuego no sirven de nada y en este p...país no tienen mucho amor por las armas—dijo recordando los problemas en aduanas— Quizás podríamos sobornar a los policías, esos que tenían pinta de soldados, para que nos dejasen unas de esas preciosas armas que llevaban.  Yo que sé, les decimos que queremos ir de caza, seguir a nuestro primo, destruir demonios o lo que se os ocurra y les damos unos cuantos billetes...¿Serían suficiente para acabar con un bicharraco de esos?

Como siempre, Matthew iba a lo práctico, sin pensar en los inconvenientes de sus acciones, como que les dijesen que no, o que los Cabo los denunciasen por chiflados, o que alguno de los allí presentes, una vez con armas en la mano, decidiese disparar a los americanos. Tan solo veía un objetivo, una necesidad y una posible solución a esa necesidad

- Que el nombre no te haga temerlos menos, Nick. Aunque los llame hongos , al menos los que yo vi, tienen forma de insectos gigantescos, tan grandes como un caballo. Vuelan y tienen unas garras... patas, o lo que demonios sea, que cortan la carne como si de mantequilla se tratase.- Wood apoyó las palabras de Mathew con un leve gesto acariciando su recortada que tan buenos resultados había tenido con aquellos insectoides.- Llévenos a la ciudad Urdish siguiendo ese mapa. Si hay tantos como dice puede que hayan llevado a los niños allí. Pero debemos ir preparados como decís. ¿Qué me dice de conseguir algo de gasolina, alcohol o líquido inflamable? ¿Sería posible? - Preguntó mirando a los cabo. En Francia, ese país que Wood admiraba tanto, las revueltas de jóvenes universitarios se convertían en un infierno con un sencillo invento a base de una botella, líquido inflamable y una mecha hecha con tela. Todo ser vivo prende y si, por lo que fuese, fallase ese"ritual", quizá lo mejor fuera reducirla a cenizas.

Yo voy con ustedes. Si mi amigo George está allí yo también iré, no he cruzado el atlántico para quedarme a las puertas de encontrarlo justo ahora.-Dice el profesor de Miskatonic con bastante decisión en su voz.

La gasolina será fácil de conseguir, al menos en Sevilla, porque en este pueblo es completamente imposible.- Responde la mujer al ser preguntada.- En cuanto a la honorabilidad de la guardia civil ... es algo que pone en duda bastante gente. Tal vez puedas sobornarles para evitar una multa o para que hagan la vista gorda en algún asunto, pero lo que no creo es que ninguno de ellos nos venda ninguna de sus armas. Les tienen demasiado aprecio y no creo que a sus mandos les guste demasiado si van por ahí perdiéndolas.

Lo que sí que podemos hacer- Interviene el joven profesor universitario.- Adquirir algunas escopetas para ir de caza. En Sevilla hay un par de armerías y yo dispongo del permiso en vigor, así que seguro podré comprar un par sin mayor tipo de problemas.

Roderick exhaló una bocanada de humo y arrojó el cigarrillo al suelo, a aquel paso tendría que comprar un paquete en breve, encendía y apagaba cigarrillos a la velocidad de la luz... pero todo aquello eran tan inquietante que tenía que buscar la forma de que los nervios no fueran su perdición, así pues aplastó el cigarrillo con el pie y asintió.

- Lo mejor será empezar cuanto antes- mejor morir, si aquel era su destino... que estar esperando- y con un poco de suerte lo mismo nos hacemos con varios rifles...

- Escopeta no tengo, pero sí que he traído mi rifle... está desmontado para que no de el cante, pero lo vuelvo a montar en un momento- confesó el cabo.

- Lo de conseguir más armas lo veo bien, lo malo son los fondos para comprarlos... ahí no podré ayudar mucho. Pero coincido en que cuantas más armas tengamos y más destructivas mejor.

La mente del cabo comenzó a vagar por los entresijos del "ser militar" y sus variadas armas poderosas. Luego negó con la cabeza y resignado suspiró.

- Una pena que no estemos en nuestro país...allí tal vez habría podido conseguir algo más poderoso que un rifle.

- Bueno, pues parece que tenemos un objetivo, un medio y un plan, por sencillo que sea. Ahora sólo queda ponerlo en práctica y salir vivos de ésta.- Por supuesto quedaba también encontrar a los niños, que era la razón principal por la que estaban allí. Steffan tenía la esperanza de que estuvieran en aquella ciudad llena de insectoides.

Si esa ciudad es tan antigua y está entre las marismas no arderá con facilidad...aunque puede que esos bichos si—una macabra sonrisa iluminó el rostro del piloto momentáneamente. Parecía que se le hubiese ocurrido un plan y, conociéndole no sería un plan muy sensato. Sevilla es una ciudad obrera ¿me equivoco señorita Cabo? Y está cerca del mar...