Partida Rol por web

Una sombra sale de la oscuridad y agarra por el cuello a uno de los licántropos. Algo le susurra al oído justo cuando instala sus garras en la piel de esa fétida criatura.Tras dejarlo caer al suelo sin vida, se encara al jefe que parece mandar en la manada.

-¿Por qué queréis atacarles?. Dejadles marchar... -

El extraño individuo parece que ha utilizado parte de las últimas fuerzas que le quedaban. Eso le pasa factura y vuelve a caer de rodillas al suelo y con la palma de sus manos sobre el terreno. Escupe sangre y mira a los dos aventureros como si les reclamara su ayuda.

Pone la mirada en el suelo mientras trata de controlar su alterada respiración por el desgaste del último ataque.

La luna también golpea sobre mis escamas de plata. Un brillo tenaz alumbra todo mi cuerpo hasta el punto en que podría cegar los ojos a cualquiera que se quedar mirando durante bastante tiempo seguido. Aprieto mis garras y me pego a mami, mirando a cado uno de los cuatro licántropos que se acercan.

Mis ojos no dejan de asombrarse al ver de nuevo al ser de cabello largos. -Mira ¡ha vuelto!- Como si se tratara de un juego yo no quiero ser menos, y el aliento que estaba acumulando en mi interior, lo escupo en una línea recta hacia los dos licántropos que vienen por detrás.

-¡¡GROOOOARRGHHHH!!-

Unos cristales en forma de hielo salen por mi boca al abrir la mandíbula. El esfuerzo me agota, mi panza se hincha y se desincha a una velocidad muy alterada sin quitar ojo a los dos licántropos que no me daban ningún miedo. -De acuerdo mami..- Abro mis alas y ya estoy unos metros por encima del suelo.

Dos de los licántropos se quedan envueltos en diminuta escarcha sobre su pelaje (-1 pg cada uno), escarcha que cuando mueven todas sus extremedidas empieza a fundirse con el calor que desprenden sus cuerpos.

Sus movimientos son nerviosos, solo buscan dañar con sus afilados dientes y algo que llevarse a la boca. Sin embargo van a tener que conformarse con morder al aire que silva por esta senda. Tanto el que decide probar la carne de dargón como el que busca desgarrar la piel del hada fallan en sus primeros intentos.

Al otro lado, el jefe de la manada se encara al indefenso Roca. -¿Qué piensas hacer ahora?. Crees que podrán liberarte tus nuevos amiguitos ¿verdad?... Roca parece estar en bajas proporciones de combate, su estado indica que no podría defenderse de ningún ataque más. Pero parece que mientras hay vida hay esperanza, levanta su antebrazo y detiene tanto los brazos como la dentadura de su adversario para su sorpresa. En ese estado no puedes conmigo Roca, no lo intentes y ahora es cuando vas a morir..-

El lican vuelve a levantar sus garras, preparado para darle el golpe de gracia en su siguiente movimiento. Pero lo que no sabe aún es lo que está por llegar.

Los asaltantes nos rodean como lo harían unos lobos hambrientos, al menos parece que les quedan rasgos intactos de las dos personalidades que los conforman. Sus afiladas y duras garras rasgan el aire a mi alrededor mientras sus dientes rechinan por el fallo, los hilos de pegajosa baba cuelgan inermes de sus hocicos balanceándose de un lado a otro a merced de sus torpes y desmañados movimientos. Sus brazos grotescamente recubiertos de pelo parecen una masa informe de musculo y hueso, no se definen como patas, pero tampoco son brazos humanos, algo más contrahechos, algo más robustos, lo único que me queda claro es que por muy desmañados que me parezcan tienen ganas de acabar con nosotros, y esas garras tienen que doler.

Roca parece abatido con el ultimo esfuerzo que ha realizado, tengo que decidirme rápido y lo que tengo claro es que lo necesito para saber de mis dos jóvenes amigas. Saco una flecha con rapidez del carcaj de la espalda y la monto en el arco que sujetaba mi mano, mis brazos se mueven de forma mecánica mientras los músculos estiran la cuerda, la flecha sale disparada alentada con una plegaria a la naturaleza que nos rodea. Solo quiero que su punta se hinque en su carne provocandole algún tipo de distracción que le de tiempo a reaccionar.

Los dos licántropos que se mantienen cercanos al Hada, intentan alcanzarla con sus afiladas y grandes garras cuando esta intenta levantar el vuelo. Por suerte para ella las garras solo consiguen golpear el aire y los dos animales vuelven a quedarse con las ganas de probar carne de una criatura mágica. Aunque por medio aún se mantiene Faerhart y harán todo lo posible por probar esas escamas.

Ya en el aire, Ivy consigue posicionar una flecha extraida previamente de su inseparable cárcaj. Fija un objetivo y el proyectil vuela la zona hasta encontrarse justo con uno de los hombro del jefe de la manada. La flecha ha perforado su piel, sin embargo, casi al instante se puede apreciar como la flecha se separa de su cuerpo y el agujero que se le ha formado por el impacto comienza a cerrarse y ha regenerarse.

Al ver que esa Hada, conocida por aquí como Ivy Mhor ha empeñado sus esfuerzos en atacar al jefe de la manada, siente como un atisbo de esperanza corretea por todo su interior. Aprovechando el momento en el que el jefe regenera su herida, Roca se toma ese corto periodo de tiempo en canalizar energía mágica.

Sosteniendo la mano hacia fuera, entona el conjuro y lo potencia con un poco de su vida. Un rayo dorado surge de su mano, pero sus efectos son nulos. La mala fortuna se está apoderando del inmensurable Roca.

El cansancia le puede, pero consigue sobreponerse a el y se mantiene aún de rodillas. Poco a poco intenta reincorporarse, pudiendo ser su momento final en esta parte de la escena.

Al saber que mami ya está fuera del alcance de estos licántropos, mi cabezonería me puede y no alzo el vuelo como habíamos acordado. Quiero sentirme útil y un combate de este nivel no se hace todos los días. -¡DEJADLA EN PAZ!-

Con dientes y garras me lanzo a por el apestoso hombre-lobo. Su piel ya me ha comunicado de que es tan dura como un roca fría que descansa bajo las cascadas, pero tanto mis dientes como mis garras están hechas muy parecidas a un material que se llama plata, lo que al impactar contra uno de esos licántropos comienza a saltar unas diminutaschispas al mismo tiempo que un ligero humo al contacto con su piel (-4 pg).

Los licántropos, cubiertos por esa luz de la luna que aman y odian a partes iguales mueven su esqueleto para alcanzar con sus garras a Ivy, pero la agilidad de esta le hace hacer un vuelo preciso para quitarse de un solo tirón a esas dos feroces criaturas.

Eso hace que ponga toda su atención en el pequeño Dragón, el cual puede oler sus intenciones y gasta todo su reportorio de ataques para intimidar. El ataque del pequeño dragón no deja nada que envidiar al de los hombres-lobo, uno de ellos lo podría confirmar. Los dos, atacan liberando una serie de golpes que podrían desgarrar a cualquiera, el pequeño reptil esquiva la mayor parte de ellos. Lo que lleva a enfuriarse aún más a los violentos animales.

-MALDITA LAGARTIJA, ¡¡VUELVE AQUÍ!!- La última garra golpea con crueldad el abdomen de Faerhart, haciéndole una no muy profunda raja que empieza a sangrar en esa misma zona (-5pg).

Por otro lado, el jefe de la manada sentencia a Ivy. -Cuando mate a este amiguito tuyo, después iré a por ti. Sin pensarlo y sin compasión descarga toda la furia que posee dentro contra el indefenso Roca. El último garrazo atraviesa la espalda de Roca y sale por la parte baja del abdomen. Ahahaja...- Rie con toda la maldad que puede al ver como le ha quitado la vida a Roca.

Roca cae el suelo, incosnciente o muerto..

La visión fugaz de la flecha penetrando entre su pelaje e hincándose en su cuerpo me sacudió por dentro descargando una agradable sensación de acierto, la decepción no tardó en hacer efecto cuando mi pequeño proyectil salio escupido por su carne mientras esta se iba recuperando de la insignificante herida. Mis labios se fruncieron en un gesto de descontento mientras no dejaba de observar la situación desde donde me encontraba. Al menos le había dado una esperanza o una pequeña oportunidad a Roca, el desastroso estado en el que se encontraba se la arrebató sin miramientos para dejarle indefenso y moribundo ante esa bestia despiadada.

La voz de Faerhart envalentonadose me hizo voltear el rostro hacia él, con una fiereza inusitada se había precipitado sobre los dos combatientes él solo esperando como siempre protegerme, pero esa era mi tarea y yo la estaba descuidando. Unas tímidas gotas de sangre titilaron en el aire antes de caer en la tierra para humedecerla. Un grito rasgado salió de mi garganta mientras la rabia me invadía por completo cegandome ENGENDROS YO OS MALDIGO. Mis dientes chirriaron al contacto de uno contra otro, olvidándome de mi propia seguridad me lancé a por la daga que había pateado anteriormente, por lo poco que había visto de Roca parecía estúpido si no llevase cualquier tipo de arma que pudiese vencer a estas criaturas, tonta de mi se la había arrebatado.

Aprovechando la distancia que mantiene frente a lso tres licántropos, Ivy, decide arriesgar dejando al descubierto su espalda para aterrizar frente a la daga que ella mismo alejó de las manos del propio Roca.

Hunde sus pies sobre la tierra y solo tiene que apartar unos pequeños arbustos para recojer la daga. Su filo lo forman el cuello de dos culebras cruzadas entre sí y es muy ligera.

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Miro por detrás de mi hombro como esa sabandija trata de flanquearme para atacarme por la espalda, pero gracias a las enseñanzas de mami se mantener el vuelo y atacar al mismo tiempo. Esquivo al primer lican, pero el segundo me hace sentir lo que es el verdadero dolor, aprieto mis garras sin importarme si me estoy haciendo daño o no.

Consigo sobreponerme a ese maldito dolor que me quema en el abdomen.

Con un ágil quiebro mantengo el vuelo y me encaro a ese lican que me ha atacado, maldiciendole. -¡Aliento de escarabajo!- La lluvia de golpes nace por un mordisco y muere con dos rápidos movimientos de brazos, clavándo mis garras sobre la cara y cuello de la criatura.

Uno de ellos siente como las garras del pequeño reptil se clavan sobre su carne, quemándola y haciendole un daño notable sobre su pellejo. El lican no tiene mas remedio que echarse hacia trás al notar ese terrible dolor para ellos. -¡Argh, maldito gusano! ¡TE MATARÉ!-

En ese instante su compañero que también se enfrentaba al dragoncillo descargó una serie de golpes descontrolados, uno de ellos fué a parar a su compañero, hiriéndole en el pecho mientras sufría el desgarro que le provocó Faer. (-3pg/pifia).

Ivy ya tenía la daga sobre sus manos, podía sentir su tacto frío como el hielo y su ligero filo. Antes de que pudiera examinarla con detalle, percibió como el jefe de la manada cargaba moviendo sus músculos tan rápido como le daban, sus intenciones no eran otras, que, acabar con su vida lenta y dolorosamente.

Sin embargo, un pequeño atisbo de fortuna se decantó por el hada.

El lican que le quitó la vida a Roca tropieza con un rosbuto tronco que había en tierra y cae, atontado.. sobre los pies de Ivy..

Parecía que la sonrisa de la cara de la moneda nos sonreía en este caso a Faer y a mi, tres de los licántropos seguian en pie frente a nosotros, esforzándose por ganarse algo que llevarse a la boca, pero la diosa fortuna no quería que pudiesen disfrutar de un banquete, al menos no con nuestros cuerpos. Mis movimientos habían sido desesperados, pero el lamentable aspecto del cadáver de Roca, la herida que había sufrido mi pequeño dragón y las palabras amenazantes que no dejaba de repetir el jefe me habían empujado a actuar de forma impulsiva.

Mis rodillas se habían flexionado ligeramente cuando me posé en la tierra, mis manos habían comenzado a buscar entre las ramas del arbusto sin preocuparse por los arañazos superficiales y los latigazos en la cara. Al fin cuando sentí que el mango del arma reposaba entre mis dedos la alcé triunfante como si la posesión de la daga pusiese fin al combate. La examiné brevemente, el mango era suave, se adaptaba bien a mi mano, la hoja estaba bellamente decorada con dos serpientes enroscadas, la serpiente era el símbolo de la sabiduría para la naturaleza, aunque si uno era sabio no debía olvidar que el veneno de sus colmillos podía acabar con una criatura mucho mayor que ella. Estaba acariciando los relieves de su hoja cuando los movimientos pesados del jefe me sobresaltaron girándome hacia él.

Sus poderosos músculos lo transportaban hacia mi a una velocidad pasmosa, mucho más rápido de lo que hubiese sospechado, pero como temía en un primer momento seres tan desgarbados y desproporcionados debían ser algo torpes. Confirmando mis sospechas sus patas se enredaron con un grueso tronco haciéndole caer de bruces y aturdirse con la caída. Una vez más mi aliado natural, el bosque, me ofrecía una pieza en bandeja de plata. Con su cuerpo ahi tendido, junto a mis pies me sentía poderosa, tenía su destino en mis manos e iba a jugar mis cartas sin demora. Rezando a la Madre de toda la creación le pedía que la hoja de la daga se clavase bien profunda en el cuello de aquella criatura para librarnos de su presencia abominable.

La joven hada desplaza rápidamente su cuerpo en el momento preciso en que el ser enemigo buscaba su cuerpo. El cuerpo del lican se estrella inútilmente contra un tronco y se quiebra. Ivy se reincorpora y nota cómo el hombre lobo no tardará mucho en despertar para un segundo lanzamiento con sus agresivos dientes. Velozmente, la joven empuña la daga y como la distancia le es favorable, lanza la pequeña arma de plata contra el lican.

Esta alcanza al animal sobre su cuello y le hace soltar un terrible alarido a la profunda herida que le ha provocado la joven. Al ver dominada la situación, el hada sigue empuñando el arma y va hacia él con clara intención de dar muerte al hombre herido.

En esta segunda ocasión, aunque siempre atentos aún, los hombres parecen dividirse en pequeños grupos para buscar nuevamente las mejores posiciones y conseguir darnos caza

-¡Atención!. ... ¡Detrás de ti!- Avise a mami cuando ese jefe iba a por ella con intenciones de cercenarle la cabeza o algo peor. Al ver la torpeza del animal, cerré el puño e hice un gesto victorioso sin que se notase mucho.

Ivy sabrá enfrentarse ella sola a ese temible jefe.

Ya con los sentidos puestos en el licántropo que estaba a mi lado, siento y noto como si uno de esos lican laventara el brazo reclamando piedad. No me fío nada de ellos y se que solo puede ser una trampa diseñada por criaturas cobardes, es entonces cuando con un certero y enérgico trazo de mis garras y dientes, cerceno la mano del lobo la cual cae al suelo. El hombre lobo se desploma e inmediatamente escupe sangre por la boca hasta morir.

El único que queda de pie observa la situación, ahora ya no eran los que tenían la situación controlada y parecía que estaba reclamando perdón cuando no hace mas que unos segundos lo único que pensaba era en comeros. -¡No puede ser!, han matado al jefe, una simple criatura.. y un simple ¡¡lagarto!!... Desesperado, mira el cuerpo de su compañero en tierra, a su jefe y por último a la criatura alada conocida como Ivy Mhor. Así que es cierto Ivy Mhor..-

Una de sus garras descansa sobre un costado abdominal, esperando al pequeño dragón. -No lograréis salir de aquí ¡nunca!. Ella os atrapará..- Al darse cuenta de que ya nada puede hacer, decide abandonar a su suerte a su propio jefe.

Con el pelaje grisáceo, cubierto en algunas zonas por su propia sangre, el lican da un aullido apuntando hacia la luna y se retira del combate. Se retira por la espesura del bosque con una gran agilidad a pesar de su estado, dando brincos realmente largos hasta que la vista ya no alcanza ver más de él..

La moneda de la fortuna había girado en el aire, despiadada, jugando con nuestras esperanzas, pero esta vez había sonreído para nosotros con su brillo argénteo a la luz de la luna. Agradeciendo interiormente a la Madre que hubiese escuchado mis plegarias antes de guiar mi mano hacia el cuello del licántropo jefe me recreo en la visión de la sangre manando de su herida y cubriendo el pelaje de sus hombros. El gesto rápido de Faer no me había pasado inadvertido, el resultado nos estaba beneficiando, pero uno solo de aquellos podía revolverse en un estertor de muerte para acabar con nosotros. Le guiñe el ojo rápidamente en un gesto de complicidad pero esperaba que no se distrajera del combate, ya le habían herido y lo que menos quería era que dañasen de nuevo sus escamas.

El jefe parecía atontado por la pérdida de sangre y el golpe que había sufrido cuando se había abalanzado sobre mi y sus patas tropezaron con el tronco. Podía arriesgarme a atarlo y que respondiese unas preguntas, no sabia como había quedado Roca tras el ataque brutal de este ser, pero por lo que había visto bien podía estar reposando para siempre sobre tierra mojada. Los segundos eran vitales en momentos como aquellos, así que sin desprenderme de la maravillosa daga que me había dado la oportunidad de herir a un ser regenerador busque la manera de ponerlo fuera de combate. Sin pensármelo dos veces golpee su testuz con fuerza contra el pomo de la daga esperando dejarle durante un tiempo con un sueño pesado. No disponía de cuerdas en mi equipo, la verdad es que para alguien que normalmente podía acceder a los lugares con un simple batido de alas a veces resultaba estúpido cargar con demasiado peso.

El último de los combatientes hacia unos segundo que se había retirado corriendo por el bosque y llamando a la luna en su auxilio. No es que no me preocupase a quien iba a avisar de nuestra presencia, pero no podía permitirme el salir corriendo tras él en estos momentos. Sus palabras quedaron registradas en mi mente para resolverlas más adelante y esperado que el jefe se sintiese lo suficientemente débil como para poder alejarme me encaminé hacia Faerhart para examinar su herida. ¿Te encuentras bien? No deberías preocuparte tanto por mi, se cuidarme sola, pero tu tienes que ser precavido y no lanzarte como un loco en combate. Alargue los brazos hacia él esperando recibir su ya notable peso sobre ellos y así recogerle para examinar su herida.