Partida Rol por web

Mierda, ¿de verdad le tengo que hablar?

Jamás, en mi vida “mortal” tuve un sirviente o nada parecido. Al contrario, era yo la que servía los tragos. ¿Cómo vergas se supone que le hable a chupitos?

Nota mental: decidirme por un apodo para él si Mercedes no me revela un nombre digno, de paso que no tenga que ver con la sangre de su brazo cual transfusión barata de Seguro Social.

- Oye… - no, mejor no le llamo “lame-brazos”, que nadie entendería tampoco el juego de palabras por aquí - ¿Algo que nos sirva? Vamos, dime que Mercedes se apiadó de mi…

Desde abajo escuché la conversación de la Toreador y su ghoul y se me ocurrió algo. -Laura.- La llamé por primera vez con su nombre. Más que nada porque sino no llamaría su atención. -Tal vez quieras llevar algo de sangre de la heladera del bote. A lo mejor sirve.- Y de paso, quizá me sirva a mi también.

La había tomado desprevenida, Antonia era realmente lista, pero para esa ilusión, hubiera sido mejor algo más "Fantástico" como ropas vaporosas, y a medio desnudar, pero para la brujah estaba mejor con un chaleco ante balas. La chica suspiró tomó su abrigo, y fue en busca de una bolsa desangre, esta vez no tenían humanos cerca que pudieran caer en un enfrentamiento. Se ató ala cintura un machete, un arma toca, pero lo bastante buena para hacer daño con celeridad.

- entonces a jugar a ser ninfas - dijo con un tono monosonante, estaba inquieta, no le gustaba esa misión, quizás Sarah compartiera su inquietud, porque Laura era un verdad un chiste con sus comentarios, pero Javiera apenas le dedicó una mirada, luego esperaba que se pusiera más seria.

- te sigo - indicó Javiera, ya Sarah se había lanzado al agua.

Las chicas y el ghoul se reunen en el agua, y pronto en la costa. Los temores de Laura se amortiguan un tanto, cuando el sujeto abre un poco el saco. Una imponente pistola le dice a las claras que si, que Mercedes no la dejo tan sola ni desamparadas, aunque a ella no le da ningun arma. Tampoco es que tuviera donde colgarla, salvo llevarla en mano a lo Pepita la pistolera.

Sarah y Javiera, mas curtidas, cada una va con lo suyo. La unica otra desprotegida es la primogenita, o eso parece. Su despreocupacion esta en algun punto entre tierna y aterradora, como si fuera inconsciente. Solo la joven abogada, quien la conoce desde hace bastante, puede imaginar que algo debe tener tramado por su parte. Nadie se hace Primogenito siendo un ingenuo.

Bajo la guia de Antonia, comienzan a caminar rapidamente hacia el Norte, alejandose del embarcadero, que quedan solo como unas edificaciones y un par de muelles a vuestras espaldas. No es facil, menos descalzas, y cada tanto se pinchan con alguna rama o espina, pero nada importante. El sendero que siguen apenas pueden decirse que existe, puesto que es solo un caminito donde la hierba apisonada indica que hay gente que pasa con cierta frecuencia, y se desliza entre los arboles. 

Cuando aparece, poco les sorprende su forma. Solo se trata de un ranchito sencillo, techo de paja y barro, paredes de ladrillo, muy escondido en la arboleda. La puerta no es visible desde donde estan llegando ustedes, por lo que deben rodearla seguramente para entrar.

Mientras se aproximan, una voz se escucha en la oscuridad, viniendo de la casita, o mas exactamente del costado en sombras, por donde deberia estar la puertita.

-Quien vive?! +pregunta roncamente. Y a su cuestion, algo risible teniendo en cuenta a quienes lo hace, la respalda el metalico amartillar de una escopeta, lo cual resta toda posible broma al asunto. Pero eso no es lo unico que golpea, al menos, dos de las consciencias.

Tanto Javiera como Sarah, y muy especialmente esta ultima, conocen esa voz. Es Don Orlando!

No es que Javiera tuviera dotes de bruja, aunque el carácter podía tender a eso, pero algo le dijo que verían a  aquel hombre de hablar cantado y costumbres sencillas, los labios de Javiera dibujaron una sonrisa tibia, aunque su corazón se entumeció, figurativamente claro, porque en aquella escena faltaba su padre, Javiera rodó los ojos pero llevó su mano al hombro de Antonia y presionó ligamente, indicando que ella hablaría primero.

- pensé que nos reconocería Don Orlando - alzó ligeramente la voz , y se movió para que un rayo de a luna iluminara su claro rostro - pero me alegro de verlo - inclinó su cabeza, ligeramente.

No hay palabras que puedan describir lo que sentí cuando oí esa voz. ¿Ira de que me haya abandonado? ¿Envidia de que siga viviendo igual de tranquilo estos 15 años y yo no? Esas emociones y más se arremolinaban en mi mente, en mi estómago. Quería que me trague la tierra (y podría haberlo hecho), pero decidí que lo mejor iba a ser confrontarlo.

Me puse detrás de Javiera, la cual ya se estaba adelantando, a la sombra, cosa de que me vea, pero solo después de que hable con la Brujah. Una vez que estuve ahí esperé que sus ojos se fijasen en mi. Cuando estuve segura de que me estaba viendo, saludé al otro Gangrel. -Buenas noches, Don Orlando.- Dije con una máscara de seriedad que pronto se convirtió en una media sonrisa, como si yo supiese la respuesta a una broma y me negase a compartirla con nadie. Incluso si no me sentía para nada de esa forma.

-… ijuna…+murmura la voz, para luego adelantar con un par de pasos lobunos, saliendo donde la palida luz de luna le muestra un poco más…

Ciertamente, no aparenta haber cambiado un apice en estos 15 años. El mismo pelo blanco plateado, el rostro curtido, la ropa campera, sobria y resistente… Además de la escopeta, se advierte en su cinto un largo facón de plata, un arma brillante y nueva que no tenía antes. Pero las dos jóvenes saben que tanto eso como la escopeta son meramente ornamentales, comparadas al poder real del anciano Gangrel.

Sin bajar el arma, las mira.

-… endigamo… no son lo qui ‘esperaba…+prosigue, guardan silencio unos instantes antes de agregar+… lindaj prenda. Jem. .. Aunque… algo escasa. ¿’Ta cara la tela?

Es el primer comentario relajado, y Antonia lo aprovecha para apoyarse coquetamente hacia un costado, de modo que la luz muestre mejor su figura en bikini.

-Una necesidad del trabajo, mas bien. Espero que le guste la visión. Soy Antonia Yuste de los Brujah. +se presenta, con una sensual tonada, ya recuperada de la primer impresión… o alegre de que Javiera rompiera el hielo.

Hace una modesta reverencia, la cual aprovecha para lucir algo más sus perfectos pechos, aunque la magra luz de la isla apoca un poco el efecto.

-Vengo en nombre de la princesa Alexandria para tratar ese asunto del refugiado. ¿Podemos pasar? Como podrá ver, no tenemos mucho que ocultar… la mayoría.

Sus manos se abren a los lados, por si Orlando quiere revisarla. Pero es la simple verdad. Solo Sarah y el ghoul tienen ropa donde esconder algo, y Javiera lleva sus cosas a la vista.

Orlando lo medita un segundo, pero la tierna y atractiva vision de las chicas no supone ninguna amenaza, sino todo lo contrario. Incluso aunque una de ellas sea una primogenita, pero no podian elegir alguien de apariencia mas dulce, tierna, inofensiva, que la dichosa Antonia. Y si bien el tono de Sarah no es el mas educado, sigue siendo ella al parecer. Baja la escopeta (aunque sin sacar la mano del gatillo), invitandolas a entrar al ranchito con un cabeceo.

-... pa'dentro tonse, gurisas... +dice+ vo vigila. +añade escuetamente al ghoul. Este mira a Laura un segundo, como si dudara, pero asiente.

El interior de la cabaña es muy modesto. Parece toda hecha en madera, trabajada a consciencia para ser lo mas hermetica posible. Hay una mesa con un par de sillas, en el modesto recibidor-comedor donde entran, y algunas cajas y enseres acomodados en los costados. Atras debe estar el dormitorio, separado por una puertita. El lugar no podria ser mas basico... pero es todo lo que necesita un vampiro. ¿De que le serviria un baño si tiene el rio, o cocina o cosas asi, salvo para las apariencias? 

-.. no e luga pa visita... +se excusa, mientras ofrece una silla a Antonia. Solo queda otra pero al parecer es para el, por lo que tras un rapido vistazo, ofrece unas cajas de madera a ustedes.+... e lo que hay, dijculpen.

No estaba segura de que si mi sire se refería a mi sobre "no es lo que esperaba" o al grupo en general. Como siempre, su forma de hablar me confundía a mi, que solo había estudiado el español neutro.

Le hecho un vistazo corto a la cabaña. Todo parecía normal, conociendo a Don Orlando. Sin embargo, yo no planeaba quedarme dentro. La presencia de mi sire me ponía incómoda y no quería mostrar debilidad frente a las demás vástagas. Ya tendría tiempo para hablar con Don Orlando otra noche.

-La estancia parece un poco chica para los cuatro.- Comento. -Yo también vigilaré fuera, si me disculpan.- Asentí con la cabeza a modo de saludo hacia Don Orlando. -Sire.- Dije, reconociéndolo verbalmente antes de salir.

Nadie parece tener algo que oponer a la desicion de Sarah, aunque la ultima y delatora palabra, "sire", saca una mueca de medio lado en los labios de don Orlando.

Afuera la oscura noche y un silencioso ghoul vigia son toda la compania. Los mosquitos, que deberian pulular salvajemente, se mantienen a buena distancia de sus "primos" humanos, es decir ustedes. Otro tanto hace la vida salvaje por lo que parece, ya que no se siente un pajaro ni nada en las cercanias. Sarah, que ha tenido mas contacto, sabe que los animales detestan el aura de los vampiros, aunque algunos como los Gangrel o los Nosferatu tienen capacidades para apaciguarlos e incluso controlarlos. Pero aca es mejor que esten lejos. El silencio ayuda a la vigilancia, y evitar las distracciones al oido, sea por algun posible visitante, o por la conversacion que se llevara a cabo en el humilde rancho...

Mientras Javiera y Laura se acomodan en las cajas, otro tanto hace Antonia en la silla, sin evidenciar molestia alguna a pesar de que difiera un mundo entero de sus habituales lujos. Don Orlando, luego de seguir con la vista a Sarah mientras sale, agacha la cabeza de una forma algo servil, y retrocede un par de pasos hacia la puertita que lleva al cuarto. Da un par de golpes, y luego la abre.

De alli sale un muchacho muy jovencito. Es delgado, aunque se le nota fibroso. Tiene los rasgos mestizos de muchos argentinos de clase baja, como los labios gruesos y la tez algo morena. Viste un pantalon de gimnasia Adidas y una camperita de buzo, que todavia mas si hace falta evidencian su origen humilde.

-Este es Tiago... +lo presenta Don Orlando. El chico las mira, con sus grandes ojos muy abiertos. Descaradamente pasea la vista entre sus pechos, y una media sonrisa confundida se le asoma ante tan bello e inesperado panorama. De momento parece no tener palabras, pero un golpecito del anciano Gangrel le hace reaccionar.

Ante el estimulo, como si de un viejo electrodomestico se tratase, recobra sus funciones.

-Eh... eh... si, mi nombre es Tiago... Mucho gusto.

Se arrima a las tres, como si fuera a saludarlas con un beso, pero frente a frente sus pasos se envaran, inseguro si continuar o no. No podria tener un aspecto mas patetico y perdido aun si fuera a proposito. Cualquier duda que quedara sobre una posible emboscada resulta menguada. El chico no aparenta ser la menor amenaza. Incluso Laura, dejando de lado su timidez inicial e inexperiencia, ha resultado mas suelta. Aunque claro... es un vastago. Y en el mundo de los vampiros, las apariencias no lo son todo.

Antonia se lleva el indice a los labios y lo muerde delicadamente. Un gesto sensual que aumenta el desconcierto de Tiago, (una reaccion muy logica al encontrarse frente a tres bellezas semidesnudas en lugar de lo que fuera que esperase como embajada). Pero realmente la primogenita esta intentando contener la risa que le saldria del alma si abriera los labios...

Mira a Javiera de lado, haciendole un gesto de que se encargue, mientras recupera la compostura. 

Javiera que incluso cuando era humana, se comportaba de una manera fría con los hombres babosos, como vampiresa, era aun más despiadada, aunque claro, usar un traje de baño no ayudaba mucho a demostrar que se es  dura y seria, pero la vampiresa cuando lo vio observando con ojos turnios sus pechos,   levantó una ceja, y puso sus manos en su gabardina, haciendo que se viera el machete colgando de su cinto, no estaba para weabadas.

- un gusto Tiago -lo dijo como el hilo mismo, su tono de voz fue dura y su mirada también, pero se suavizó cuando volvió a mirar al sire de Sara... no había que ser demasiado listo como para saber que la relación de esos dos no había cambiado mucho en esos 15 años.

-Don Orlando, deseamos saber como están las cosas y donde comenzaremos a trabajar, tenemos un asunto que nos convoca - era abogada, incluso antes de ser vampiresa, y era de las abogadas que no se andaba con rodeos.

Tiago abre algo los ojos al ver el machete, y se rasca la cabeza. El gesto en cambio saca una leve sonrisa en el adusto rostro de Orlando, quien le señala la silla. Mientras el muchacho se acomoda frente a Antonia, aun mirandolas intensamente pero con mas calma, el viejo hombre les explica.

-... 'ta. Pasa esto. El Tiago es... de alla, de lo' pago. Santa Fe. Sabe cosa' que niende yo sabia. Cosa que siguro ni vo ni uste +mirando a Antonia+ ni naides se espera. Algo que viene paca...

Hace una pausa, mientras cruza los brazos.

 -Como soy... el ma' viejo, digamo, de por aca, el antiguo que le dicen ustede, me pidió la mano. No quiere andar mas aca. Si lo pueden sacar del pais y darle plata, el lo cuenta... y li aseguro que le importa. ¿Cual de ustede vade negocia?

-Javiera... +responde la bella primogenita, sacandose el dedo del labio.+ Querida. Encargate, como hablamos.

Seguidamente mira al viejo Gangrel continuando.

-Me alegra que le resulte conocida Don Orlando, eso facilita las cosas. Mi unico interes es lo que... Tiago, tenga que decir. De los detalles respecto a la compensacion se encarga mi abogada. No obstante, necesitamos algo mas que promesas vagas. Algo concreto para determinar que realmente nos interesa, estimado.

El chico y don Orlando se miran. El viejo se encoje de hombros, es razonable lo que pide Antonia.

Tiago deja de rascarse. De pronto, la cosa se esta poniendo mas seria.

-Les interesa, se lo aseguro.... ¿Les falta gente, no? Hay amigos de ustedes que desaparecieron. Y no saben como paso. Yo si se. Se que paso, se quien lo hizo. Pero no quiero estar cuando ella venga. Ni en pedo... Asi que necesito guita y los medios salir de aca. Si no me dan eso estoy hasta la verga, asi que no me importa cerrar la jeta,... capaz que me disculpe, capaz no... Pero los que se van a joder mas son ustedes. Asi que...¿Que me ofrecen?

Me quedo afuera mientras los demás hablan. Algunas voces se filtran hacia el exterior, pero no demasiadas. Apenas puedo entender de que están hablando.

Distraida observo al ghoul. No se molestaba en dirigirme la palabra ni yo a él. Ni me interesaba hablarle ni quería comprometer la vigilancia por intentar una conversación. Si había algo bueno en ser Gangrel, era que eramos depredadores. Los demás vástagos se las daban de cazadores, pero nosotros eramos los mejores en ese rubro. Podiamos pasar quietos horas esperando por una presa antes de que necesitemos movernos. Podía aguantar una vigilancia aburrida.

Era una lástima, sin embargo, el no poder transformarse en alguna criatura nocturna, como hacían otros vampiros de mi clan. Una disciplina así me hubiese servido para pasar desapercibida más facilmente. Pero ni modo, tendría que contar con que yo viese primero a mi presa antes de que ellos a mi.

Javiera se quedó en silencio, y escuchó lo que precisamente habían ido a saber, pero el tema de negociación no se llevaba así, la brujah se cruzó de brazos, marcando más su busto, y ladeó su cabeza unos segundos.

- si no hablas, no hay trato, ¿acaso crees que te daremos protección sin comprobar lo que nos dices?, imagino que esas asustado, pero si quieres protección, que te la daremos, debes decirnos que sabes y si nos es útil, - sonrie de medio lado, con sus ojos verdes pendientes de él, da un paso más hacia él, aún parecía afable.

-Jeje... yo no quiero protección, flaca. No sirve. No tienen nada ni para cuidarse ustedes de ella. Ya te dije, lo que quiero es guita y una salida del país. Pero si no la buchoneo, capaz que me perdona. No es conmigo la cosa, sino con ustedes. Así que puedo ganar si hablo o si me callo. Ustedes no.

Sonríe de medio lado, mirando a Antonia.

-Además, vi la carita que puso ella. Sabe que digo la posta.