Partida Rol por web

La expresión "metidos en la boca del lobo" le va como un guante a esta situación. Aunque mis compañeras y yo habíamos decidido refugiarnos aquí a voluntad propia, con cierta confianza de que, llegadas las circunstancias, podríamos vencer al anfitrión de las alcantarillas, lo cierto es que parece más bien como si alguna fuerza misteriosa nos hubiera arrastrado hasta acá y puesto su pesadisíma mano sobre nuestras espaldas.

No, definitivamente no estamos seguros aquí, y mucho menos con ese hombre, y mucho menos yo en las circunstancias en que me encuentro. Malherido como estoy no creo poder dar gran batalla: es más, sería el chivo expiatorio de la cuestión. Una parte de mí está segura de que, al ser atacados, seré el primero en recibir el golpe. Y para peor, no recuerdo con mucha claridad mi primera visita a este lugar. A decir verdad, ¿quién lo recordaría tras todo lo que había sucedido? Sólo logró evocar con claridad la especie de matadero, donde el hombre de las ratas tenía colgadas a sus víctimas como si fueran ganado.

La idea de terminar de manera similar me aterra a pesar mío. Decidido a no ser la víctima sino el victimario, le avisó a las chicas sobre lo que oí, haciéndoles indicaciones de que sentía a nuestro anfitrión acercarse.

Selina sacó sus colmillos de la piel del desconocido mientras mostraba una sonrisa pícara y un brillo divertido en la mirada.
Esperó a que el tipo aflojase un poco la presa en la garganta y lo atrajo hacia sí con las piernas.
-Vaya, vaya... al tipo duro le dan miedo unos colmillos. Dijo con tono socarrón cuando consiguió volver a articular palabras. -Has debido de jugar muy poco si te pones así por un bocadito.

Siempre, en cualquier circunstancia, hay algo positivo. En este caso, fue que las heridas de Lucas le hicieron lo bastante débil y vulnerable para ser destruido en un segundo, sin tener tiempo de entender lo que ocurria. Siquiera de maldecir su destino, a los dioses, a lo que se había encadenado en la noche fatídica. Era cenizas en nada, apenas las llamas llovieron sobre ellos.

Por eso no vio a sus compañeras arder y desintegrarse lentamente en la casa en llamas. Jamas supo que el sonido era la mecha preparada por el encapuchado tras la ultima “visita”, antes de abandonar aquel refugio. Encendida al abrirse la compuerta, se deslizo hacia el techo, donde estaba disimulado en la oscuridad el gran tanque de nafta que habia dispuesto. Eran 50 litros… equivalente a 100 bombas molotov.

La explosión también se llevó la casa arriba, así como 3 aledañas, causando una docena de victimas adicionales. Dado que era en la villa, se lo adjudicó a un accidente de gas y el caso se encarpeto apenas una semana después. Había cosas más importantes que atender. 

Entre tanto, el agua de la lluvia escurrió lentamente las pilas de cenizas que había en las alcantarillas, hacia el mar… 

Tras liberar la mordida, suelta tus muslos y sube las manos sobre tu pie, hasta tomarte las mejillas. Las acaricia suavemente, para luego depositar un pico tierno en tu boquita. Pero inmediatamente se separa, escapándose sin esfuerzo también de tus piernas. Relaja los hombros, carraspea.

- Es verdad. Nunca fui de jugar mucho. Mama me decía de no fiarme de otras mujeres…

Su tono es serio, mientras cierra el pantalón y se guarda su parte. Lo ves estirar la mano en la oscuridad cerca de la vela, tomando algo que ni se distingue en ella… una túnica grande, que tapaba una silla. Con eso, se envuelve.

Debajo de la túnica, hay una máscara con un pico, lo siguiente que busca su mano.

- Pero a él... a MI, si me gusta jugar con ellas…+continua, con la voz cambiada, mientras retoma la mascara y con ella su verdadera identidad. Su mismo ser liberado. El Encapuchado.

La noche es larga. Ya no vuelves a hablar con el serio y ansioso hombretón. Solo con el Encapuchado. También con sus amiguitas… Se toma su tiempo, porque el cuerpo vampírico es duro. Pero royendo, royendo, cortando, cortando… Te enseña tus órganos marchitos, y la vitae que se derrama sobre el suelo…

No te permite morir, no obstante. No. Cuando ya no te queda nada, cuando te ha hecho pedazos, descansas. Te deja recobrarte. Incluso te da de beber. Es sangre fresca. Al otro día estas sana, lista para ser su juguete nuevamente. Hasta te viola, aunque ya no vuelve a dejarte chance de clavar los dientes. No lo hace tampoco con cariño o deseo. Solo para desgastarte…

Los días se hacen semanas, hasta que dejan de tener sentido. ¿Quién va a encontrarte aquí abajo? Poco a poco te vas rompiendo. Es más fácil complacerlo. Decirle lo que quiera, chupar lo que quiera, dejarse lo que quiera… Que se aburra de ti. Que busque otra. Es la esperanza que queda.

Y entonces la liberación. Una vez más llega en la punta de una estaca. La clava entre tus senos sin siquiera una despedida, casi como un juego. Desagradecido… desagradecidos todos ellos.

Ulises asiente con un cabeceo, limpiándose los labios. Esta serio. Seguro, pese a todo lo dicho antes, también está pensando en lo que acaban de hacer.

La mujer tiene llaves en la ropa. Meten el cuerpo en la parte trasera, porque no pueden solo dejarla tirada aquí, donde la encontrarían enseguida. Lo tapan con los comestibles y otras cosas que había comprado para pasar la tormenta. Luego arrancan.

Él sabe dónde ir, por lo que va buscando para agarrar circunvalación y de ahí encaminarse al conurbano Oeste. Las calles son un caos, pero todavía medianamente transitables. Por las dudas, y quizás para aliviar el incómodo silencio, pone la radio.

La inundación está en todas. Muchas frecuencias están apagadas, por los cortes de luz en varios barrios. Hay más de un metro de agua en algunos barrios y los evacuados suman más de 200 mil personas. Gran Buenos Aires, la Matanza, son muchas zonas… Y en la Plata se habla ya de muertos… Pero la tormenta afuera no es la única. Otra hay dentro del auto.

- De lo que paso… Nada. A nadie, nunca. ¿Ok?+dice con tono tenso, molesto, tras largos minutos.+ Si queres que te cubra con los anarcas y no les diga que lo del galpón fue porque te buscaban.

Era un silencio pesado para ambos, a pesar de que ella intentaba racionalizar lo que habían hecho, no dejaba de pasar por su mente la imagen de la mujer, la vida escapándose de sus ojos. Sin embargo, puede ver que a Ulises le sigue el mismo pesar, pero su amenaza la desconcierta, se gira hacia él, con los ojos abiertos, y la mandíbula muy tensa. Ulises ahora estaba acobardandose, él, el más seguro de aquel acto, ahora exige silencio.

- no necesitas amenazarme, además, no sé si fue por eso, creo que aprovecharon la situación y nos siguieron, a Ramiro y a mí, - se queda mirando por la ventana -tampoco es fácil para mí, Ulises, pero lo mismo digo, de esto, ni una palabra a nadie- aprieta la mandíbula de nuevo, y se queda mirando por la ventana - estas asustado, también yo- habla en un tono más conciliador, pero no se voltea hacia él, sigue mirando por la ventana. Había oído que para algunos vampiros, matar así a un humano los perturbaba profundamente, seguramente eso le había pasado a Ulises, no como a ella, la culpa era sobrellevable, como el hambre. 

Se giró hacia él y coloc su helada mano sobre la mano de él, y la retiró luego de un ligero apretón, para volver a ver por la ventana, hacia donde se dirigían. En eso, enciende la radio, para escuchar lo que estaba pasando, la ciudad era un caos, demasiado conveniente para el caos que se estaba armando en la sociedad vampirica.

- ¿crees que los anarcas se levanten contra la camarilla? Seguramente los culparan - Medita en voz alta, si ese era el objetivo del Sabatt, iban muy bien, solo que no sabia donde encajar a la vampiresa de la que hablaba aquel pobre infeliz, ¿comandará todo aquello?. ¿Los gangrel estarán metidos?. Si, estaba segura de aquello.

- ese lobo, el que vimos en la calle, me recordó a un gangrel que conocí hace tiempo, cuando era un neófita, pero pensé que habían acabado con él, don Orlando, ya sabes, cuando ellos buscaron el alzamiento en Santa Fe...  no puedo dejar de pensar en eso, si será aquel vampiro - sintoniza las noticas, ahí sabrían del caos que había en todos lados.

El tono de Ulises al hablar tiene un matiz áspero todavía. La rabia es después de todo, el rasgo más prominente de los Brujah. Y nunca es fácil de apaciguar.

- Quien sabe lo que quede mañana. Si hubieras dicho todo, nos podríamos haber defendido mejor, traído armas, montado algo... Ahora no quedan muchos anarcas, así que una mierda vamos a ganar la ciudad. ¿Además, te olvidas que los chetos de la Camarilla viven todos ahí?+señala la radio, donde mencionan los barrios inundados, como Recoleta+ Ninguno de los dos lados tiene tiempo de pelear. Pero si son los Gangrel, o el Sabbat como paso en Santa Fe, alguien que esperase lo que pasó, la tienen servida… Despedite de Antonia, Alfredo, de cualquiera que se haya quedado… Todos deben andar desparramados y solos.

Aprieta los labios, y sus manos se cierran con fuerza sobre el volante, haciendo crujir el plástico. Mirar la oscuridad es más tranquilizante. Como sabes el conurbano de Buenos Aires es enorme. En algunas zonas pueden pasar 50 km sin terminar de salir de la ciudad. Están en una de esas zonas, por la ruta provincial 200, recién pasando Merlo. Pero no cabe duda que Ulises te está sacando al campo. Donde estarán solos…

- Ulises, ¿y cómo iba a saber que iban a atacar? me mandaron, sin información y me mandaron a callar cuando iba a mencionar el ataque, no es mi culpa, cuando iba a hablar, esas cosas ya estaban ahí, no podía hacer nada, tampoco sabía que se iban a juntar, no estoy ta metida en el mote... ni que nos íban a seguir, o si era un punto a atacar, seguramente es lo segundo, ¿lo has pensando?, si es concertado todo esto, tiene sentido más lo segundo que hubiera sido un ataque oportunista- arrugó el ceño, y lo masajeo.

- y aún así me ayudaste... Ulises, a pesar de todo eso, lo hiciste, y sí, quizás no exista nada mañana, qué sé yo, solo soy un maldito peón en todo esta mierda, estoy cansada de la Camarilla, de las medias verdades de Antonia y de Alfredo, casi nos matan, casi me matan dos veces  y no tengo ni cojones idea que pasa... sólo hago conjeturas, nada más, no me webees, en serio, Ulises, ha sido una noche de mierda, como para seguir haciéndola más mierda, además íbamos a coger ¿no? -  lo queda mirando -  hasta hace poco, me besabas... lo que hicimos.. eso te llenó de culpa  rabia también yo, pero ya lo hicimos, listo, punto y pelota, no tenemos porqué pelear entre los dos, ni necesito que me amenaces... 

Mira por la ventana, era mejor relajarse, seguían juntos.

- solos... - frunce sus labios - la lluvia se me hace muy extraña, ¿sabes de alguien o algo que pueda hacer algo asi?, y están los jaguares... lo que dijo ese pobre chico... - pasó su mano por su cabello - sí, el que esté trabajado en esto, la tiene servida, estamos cagados, Ulises...

A medida que hablas, es apreciable como la tensión nubla la frente de Ulises. Si fuera humano, seguro irían viéndose los colores, pero igualmente los músculos de la mandíbula y la frente reflejan la tensión. Finalmente la mención, tanto a los cariños prodigados como a lo sucedido, hace su efecto… La frenada los lleva a la banquina en medio de la ruta. Él te mira. En sus ojos brilla un fuego parecido a otro que solo viste una vez antes.

Hace más de 15 años, en los sótanos de la Universidad de Santa Fe.

Aunque logras reaccionar más rápido, estás lastimada y bloquear se te hace difícil. Su puñetazo es fuerte, lo que sumado a las heridas que ya arrastrabas de la horrible noche, no solo te parte el labio; envía tu conciencia a la oscuridad.

Pero ya no sos la misma mujer de entonces. Ahora no despertas largo rato después, sino probablemente al cabo de pocos momentos. Estas acostada en el asiento, de repente reclinado. Sentís a Ulises encima de ti, quitándote el pantalón con una mano mientras sujeta tus brazos con la otra… Sus dedos rozan tus ingles, ya que ha logrado su objetivo en parte.

-Hija de puta, hija de puta… +masculla en un tono lleno de rabia y desesperacion, mientras busca acomodarse en el estrecho auto para poseerte… aunque la palabra correcta no sería esa, la verdad. 

El golpe la manda a la oscuridad, intenta reaccionar, pero lo tiene encima, buscando ¿violarla?, Dos veces en la misma noche, a no era gracioso. Aprieta los dientes, pero apenas puede moverse con él sobre ella. Curioso, tras, en el auto, hubiera sido más cómodo... El dolor se hace incontrolable, la ira, la rabia, como la de él... su conciencia cada vez se diluye más... Vuelve a perder la consciencia, y cuando abre los ojos, estaba él, sobre ella, con sus manos en su cuerpo, 

- no... aléjate... no.. así no... Ulises... no...- intenta pelear, pero apenas tiene fuerzas, no puede o moverse al sentir su peso sobre ella, intenta pelear, el terror, eso sentía, sentía miedo, la iba a destrozar, su cuerpo se abriría en dos, - Ulises... duele... duele... ulises... lo... lo siento.. Ulises...- lágrimas de sangre recorren sus mejillas - duele.. mi cuerpo... duele... - murmura de nuevo, dolía, le hacía lo mismo que Antonia, pero con una violencia que apenas podía controlar. Soltó un alarido, de dolor, intentando nuevamente sacarlo de encima.

- no... lo hagas... escucha... mi voz... Ulises... me duele.. el cuerpo completo... todo...- cerró sus ojos, quizás era mejor no luchar, pero el pánico, como si fuera una humana, era difícil de soslayar,  gime de dolor, e intenta hace que la mire a los ojos. Era Ulises, y estaba descontrolado...

A pesar que también esta lastimado, es más fuerte y se va imponiendo poco a poco en el forcejeo. Dentro el reducido espacio del Senda lo sentís comenzar a girarte, ya que de todas formas no llegaría sino, pero antes alcanzas a ver su cara cuando le buscas la mirada.

Las lágrimas de sangre también le corren por sus mejillas, al igual que las tuyas. Abundantes y llenas de rabia, resultan extrañas en el rostro en general sonriente o ameno. Pero no tienes mucho tiempo para pensar en porque llora.

Cuando finalmente expone tus muslos, se introduce en ti de golpe, lo cual duele un poco porque su físico es acorde a lo esperado. Rápidamente afirma tus manos contra el asiento trasero, mientras la mano libre te acaricia, casi rasguña, desde los senos hasta la cola, por el costado. Es difícil, no solo por tu tensión y resistencia, sino porque no te has predispuesto*, pero no parece importarle. Tampoco que al presionar, el asiento no baja del todo. Esto es por el cadáver oculto entre los comestibles, en la parte posterior…

Son muertos. Todos lo son. Pero al menos el sufrimiento de la mujer ya termino, y la presion que recibe por vosotros haciendolo encima de ella es... nada. Para ustedes dos es distinto. El dolor persiste, en todos los aspectos. Al sentirlo adentro, con su rostro cerca de tu nuca, dejando caer las gotas en tu pelo… Rasgando tu sexo con las embestidas, pero seguramente tambien haciendose daño en el miembro. Quien sabe quien sufre más. Quien puede enloquecer peor. Recuerdas lo que sucedió en el bote con Antonia. Tan solo queda que él no te muerda… porque esta vez no podrás regresar el favor.

El miedo persiste, siente el dolor, como la abre, ya no había forma de escapar, su fuerza, su ira, sus lágrimas, el dolor que siente por el impulsos de poseer su cuerpo, Javiera tiembla, suelta un quejido, y aprieta sus manos, hasta casi enterrarse las uñas en sus palmas, y echa mano a un poco de razón, usa la sangre, el dolor pasaría, incluso el de él. Se vuelve a quejar, pero no a suplicar, y cuando sus miradas se cruzan, lo besa, recuerda a sus profesores, cuando la violacion es inminente, disfrútela, y aunque el miedo aun la consume, lo besa, lo besa de nuevo, sus labios recorren la línea de su mandíbula, ¿acabaría con ella? Si, era posible, ¿qué más daba? A la mierda todo, ¿no? Si realmente era lo que quería, tampoco podía pretender una cena romántica, eran vampiros, la fuerza sea la que siempre se imponía, la violencia, pero la violencia era preciosa, de ella vivía, aunque insistiera en refugiarse en la certeza de las reglas. Era una cobarde, y mientras su cuerpo era agitada por ese hombre, cerró sus ojos , aquellas lágrimas que no dejaban de caer, y siguió besándolo. Se unirían, en medio del escarpado, en medio de una noche que no dejaba de llover, con un cadáver atrás, que ya no importaba. La muerte, eran ellos, muertos que estaban lejos de hacer el amor, el dolor no es amor, o quizás entre ellos sí lo era. Besó sus labios, una vez mas.

- refúgiate... En mi...- murmuró de nuevo, volvió una vez mas a quejarse, su cuerpo no daba más, dolía cada espacio de su ser, y él debía estar sufriendo lo mismo. Buscó soltarse para abrazarlo. Si la iba a violar, y aunque muriera, literalmente, se resistía a ser solo una estupida testigo mas, por lo menos, lo disfrutaría.

El cuerpo tenso de Ulises no responde. Sus labios devuelven apenas los besos, pero son más bien mordidas a los tuyos cuando se encuentran. Cada vez con mayor ímpetu, penetra entre tus muslos. Si la facilidad que ahora tiene le da más placer, quien sabe, pero sin duda en tu caso alivia y se vuelve casi… normal. Aunque el vastago sobre tu cuerpo es más bestia que hombre ahora. Los roncos gruñidos con que se expresa, bien pueden ser el equivalente a jadeos de gusto.

Cuando sus dientes se clavan entre tu cuello y el hombro, el dolor es sensual. Notas que no ha usado los colmillos, algo de agradecer realmente. En tu estado, eso podría bastar para matarte. Pero en vez se tratan solo de dentelladas ansiosas sobre tu carne, lujuria descontrolada que marca un poco tu piel, nada más…

Se siente cálido en tu vientre cuando acaba, al cabo de unos minutos. Su vitae entra en ti de la forma menos común. Poco a poco va relajándose, deteniéndose… Podría seguir, si, la dureza de su miembro lo deja claro. Pero la luz de la locura va desapareciéndole de la mirada. Tan impulsivo como se abalanzara sobre ti, se sale, soltándote de su presa y regresando al asiento del conductor pesadamente.

-…mierda, mierda, mierda…+murmura, frotándose la cara con la mano.

Acaba, lo siente dentro de ella, por lo menos ya no duele, pero duele el resto del cuerpo, Javiera, cuando la suelta, se encoge, se hace mucho más pequeña de lo que ya era, e incluso pareció mucho menor, una niña, y con la respiración adolorida, y se va deslizando hasta quedar sentada en el suelo, intentando  vestirse: no puede mirarlo, a pesar de esa sensación de querer acercarse, pero ya la conocía, lo había experimentado al principio con su sire.  Se apoya en el asiento, su brazos desnudos, y luego sus ojos apretados contra la piel blanca de él.

No puede hablar, no puede gesticular nada,  ¿y ahora? Apretò los dientes, y se levantó a duras penas hasta sentarse, subir sus pies, y terminar de subirse los pantalones. Ardìa su entre pierna, èl pudo esperar un poco, y se hubiera mojado. Sigue en silencio, sigue abrazandose asì misma, comprendido que si se hubiera quedado callada, èl no hubiera actuado así. pensò en irse, pero en medio del escarpado, la mañana la sorprendería antes de poder llegar a cualquier lado. Racionalmente era el quedarse, además, no la mató, pudiendo. 

Lo miró, de reojo, lo abrazaría, pero temìa que se alterara más, y acabara con su existencia en un momento de ira. 

El masaje ansioso de Ulises continua, seguido por una cascada suave de puteadas murmuradas, dirigidas principalmente a sí mismo. Tarda varios minutos en guardar su miembro y serenarse lo suficiente para acomodarse la ropa, como ella lo ha hecho ya.

Sus ojos se encuentran apenas de reojo. ¿Cómo poder mirarse, hablar, tras un momento asi? Por lo que simplemente arranca. La ruta es el escape de los cuerpos a la ciudad, y el conducir de la mente. Casi enseguida, aparece otra localidad, que un rápido cartel verde anuncia como Marcos Paz…

JA…. Paz.

Ulises se mete a una estación de servicio que se encuentra a pocas cuadras de entrar, pero no a las bombas, sino en la playa solamente. La luz del store esta apagada, pero seguro debe haber algun empleado, bancandose el turno en su oficina mientras espera a algun cliente, entre los poquisimos vehiculos que pasan.

- Mejor te bajas. Pregunta, busca un hotel y pasa la noche. Acá tampoco te van a encontrar... +dice simplemente, con la voz ronca. Solo mira adelante, al camino. Sin duda la idea de refugiarse juntos en donde decía, lo de su amigo, ya no es posible a su juicio. Las dudas se acumulan en su labio inferior, el cual muerde para contenerlas... 

Si, era lo mas sensato, bajarse, irse, olvidarlo, cobrar venganza incluso por lo que había hecho, pero se quedó inclinada hacia delante, con el cabello aun mojado cubriendo su rostro, debería huir, tampoco se sentía de las minas que soportaran violencia, pero la verdad que en ese momento, la sensación era otra.

-¿ me.. me puedo quedar... contigo? - era una pregunta temerosa, sin poder levantar la vista por miedo al rechazo, en parte, nunca, en su no vida, se había sentido así, podría ser por la sangre, podría ser, el hecho de que quizás todos sus aliados estaban muertos o conspirando contra ella, o el hecho que Ulises, hasta ese momento no se había comportado así. Eran Brujah, comprendía la naturaleza misma de su clan, esos arrebatos de violencia, ¿y luego? - no.. Quiero.. Quedarme.. Sola...- cubrió con ambas manos su cara, tendría que bajar, pondría la mano en la puerta para bajar, había resignación, sin embargo el deseo de quedarse era mucho mas sincero.

Ulises agacha la cabeza, mirándose los pies en la oscuridad del auto. Cierra los dedos con fuerza sobre el volante, haciendo que el plástico se resquebraje

-No… No puedo, Javiera. De verdad que no.

Tiene la voz quebrada, y cada palabra sale despacio, como si doliera solo el hecho de pronunciarlas. Pero quizás la falta de otros gestos le permite seguir. Después de todo, no puede tener la respiración agitada, ni sentir la necesidad de llanto. Eso solo pasa en los casos de extrema tensión y nerviosismo… como hace un rato.

- Tengo… Necesito, estar solo.  No puedo estar para vos… no estoy ni para mí. Perdón...

Se arregla sus ropas, imagina que sus manso tiemblan, pero su cuerpo ya no manifiesta sus emociones así, y eso influía en que se volvieran aún más tormentosas. Lo mira, de reojo, lo ve tenso, tiene miedo de "él", pero aprieta sus dientes,  y acerca su mano, a su cabello, apenas tocándolo con la punta de los dedos. Acto seguido baja del auto, y camina sin mirar hacia atrás. Su vida parecía tornarse demasiado solitaria, ahora debía buscar un hotel, o quizás un buen lugar donde ver el sol salir.

El agua te salpica apenas bajas del auto, envuelta en el silencio que es toda la réplica de Ulises. Resulta difícil saber que es más frio.  Apenas cerras la puerta tras de vos, el auto embraga y se adentra en la oscuridad, siguiendo la ruta hacia algún destino tan incierto como el tuyo.

Estas sola.

Las luces de la estación brillan fuertes en la noche apagada. Esta localidad, no parece de grandes escenarios ni locales, así que destaca mucho. Hay un par de autos estacionados pero ninguno en las bombas. Tal como parecía desde el auto, la playa está bien iluminada, pero el store ya cerro. Nadie ronda en noches como esta, salvo los necesitados.

¡Y ahora qué? Es una pregunta con miles de implicaciones. Mientras la buscas, la lluvia cae sobre vos una vez mas, hasta que te pones al reparo bajo el techo del lugar.