Partida Rol por web

Khuran lanza otro grito ensordecedor contra el gigantesco dinosaurio, tratando de derribarlo de una vez por todas.

Acto seguido, el clérigo agarra un poco de polvillo de unicornio y dirige su próximo conjuro de curación hacia Varanil quien, atrapado en las fauces de la bestia, parece que lo esté pasando mal.

El monje sigue esquivando pisotones y golpeando la pierna del dinosaurio, pero los agudos gritos de su compañero en las alturas le hacen perder la concentración y sus ataques pierden consistencia.

Más vale darse prisa, no creo que el elfo dure mucho ahí arriba...

Thindiel lanza una nueva oleada mental contra el dinosaurio.

Los sucesivos golpes de Talos, Mako y Thindiel consiguen derribar a la enorme criatura. Varanil se libera al caer el tiranosaurio. Los phanatones comienzan a vitorear en cuanto ven que el enorme tiranosaurio cae al suelo...

La sangre sale a borbotones entre de los dientes del tiranosaurio. El dolor de mi costillas aplastadas apenas me deja respirar, y cada movimiento es una agonía. Tengo que acudir a toda mi fuerza de voluntad para lanzar una única respiración profunda, alejando el dolor de mi mente, cosa que, con alivio ocurre. En ese instante, aprovecho para canalizar las pocas fuerzas que me quedan y lanzar un golpe con la palma de la mano en uno de sus dientes, haciéndolo estallar. Acto seguido, cierro los ojos y dejo mi cuerpo flácido, agotado por la lucha.

Ni siquiera me doy cuenta que el monstruo ya estaba cayendose antes de golpearle yo. Tampoco me doy cuenta de cuándo mi cuerpo cae al suelo en un terrible impacto.

Khuran acude al rescate de Varanil, esperando que aún siga vivo. Al ver que el elfo respira trabajosamente, se acerca a él algo más aliviado y le impone su toque curativo.

Bueno, no ha sido para tanto, ¿no Varanil?

Acto seguido, Khuran pide a Pelor que le ilumine en el Noble Arte del Despelleje y empieza a arrancar la piel al gigantesco dinosaurio, mientras rehúsa con modestia los aplausos y los vítores de los pequeños bichejos peludos.

No ha sido nada, era nuestro deber... suerte que Pelor ha tenido a bien que precisamente pasáramos aquí.

Talos saca su daga y una cuerda. Con ayuda de estacas tensa la cuerda atada a las patas hasta dejar al bicho panza arriba con el abdomen expuesto y comienza la macabra tarea de despellejar al dinosaurio.

Vencido el dinosaurio y con Khuran atendiendo a Varanil, Thindiel se acerca a los faetones y los saluda en silvano.

Khuran comienza a despellejar a la bestia con la ayuda de Talos, parece que la intuición divina del clérigo le permite hacer la tarea con extrema eficacia.

Thindiel comienza a hablar con las criaturas que comienzan a emitir una especie de chillidos, entre el habla de los nativos y lo que parece su propio idioma. Así que, una vez Khuran ha terminado con la operación, usa nuevamente la ayuda divina para comunicarse con ellos.

Khuran escucha a los Phanatones con una sonrisa. Al cabo de un rato, se vuelve hacia sus compañeros y traduce lo que dicen.

Es difícil enterarse de algo entre tanto parloteo, la verdad. Nos dan las gracias y están muy contentos de que les hayamos rescatado.

Voy a hacerles algunas preguntas. Si queréis saber algo, decídmelo y se lo pregunto.

Khuran, con otra sonrisa, vuelve a hablar con los phanatones.

No os preocupéis, ha sido la Voluntad de Pelor que os encontráramos ahora. Decidme, ¿qué estabais haciendo aquí? ¿Estabais de caza, quizás? ¿Vuestra aldea está por aquí cerca?

Hm, quizás podríamos pedirles que nos ayudaran a transportar la brea hasta el barco... ¿por qué no?

Habla tú con ellos, Khuran.

Talos saca un kukri de entre las vísceras. Pese a su repugnante cobertura es un arma excelente que no pasa desapercibida para el pícaro.

Mirad lo que tenía este entre las tripas. Nos pagarían un buen pellizco por esta arma en cualquier ciudad civilizada.

Cuando la luz de Pelor invade mi cuerpo, mis heridas comienzan a cerrarse y recupero la consciencia. Poco a poco, abro los ojos y miro hacia mi pecho. En vez de verme las costillas y vísceras, veo que mi cuerpo está totalmente recuperado, con lo que lanzo una mirada de gratitud a Khuran, aunque apenas la ve, pues se pone manos a la obra y despelleja al animal en un santiamén.

Poco a poco, me voy levantando y veo a los pequeños revoloteando alrededor nuestro, hablando un extraño idioma que no soy capaz de entender.

Khuran, si descansamos para que reces, sería buena idea que solicitases un conjuro con el que avisar a la gente del barco. Ganaríamos tiempo.

¿Que pasa, es que os habéis vuelto tan señoritos de no mancharos las manos? Venid alguno y ayudadme a despellejar a este malnacido, es un bicho enorme y no puedo yo solo.

Talos comienza a lanzar trocitos de bicho sanguinolentos a todo aquel que se haga el loco.