Partida Rol por web

Camino de Triboar, al norte de las Montañas de la Espada

La última vez que visteis a vuestro contratista, Gundren Buscarrocas, fue en La madera a la deriva, una taberna marinera sita en el puerto de Nuncainvierno (Neverwinter) y que está siempre a rebosar de clientela en júbilo y bardos que narran canciones de marineros y piratas heroicos a cambio de algunas monedas. Gundren, en términos generales, es un enano dedicado a los negocios con sumo interés en los tratos comerciales. Al parecer, su último negocio parece ser muy lucrativo, a juzgar por sus propias palabras:

"Mis hermanos y yo hemos tropezado con algo... definitivamente grande. Tenemos tanta confianza que estoy dispuesto a pagaros 10 po por cabeza por llevar mis provisiones hasta Suministros Barthen, en Phandalin."

Le acompañaba un humano con aspecto de guerrero ya veterano, y ambos partieron a Phandalin cuando cerrasteis el contrato en la taberna.

Han pasado ya dos días desde que salierais de Nuncainvierno con el carromato a rebosar de suministros de Gundren. Ha sido un trayecto tranquilo hacia el sur por La Carretera Alta, que une las grandes ciudades de los reinos que se extienden por toda la Costa de la Espada, un camino en buenas condiciones que facilita la conducción de carruajes, especialmente de aquellos que contienen mercancía más delicada. No se puede decir lo mismo del camino de Triboar cuyo desvío tuvisteis que tomar para poder llegar a Phandalin. El denso follaje que se extiende a ambos lados de este camino parece querer engullirlo por completo y, aunque no habéis encontrado obstáculo alguno hasta ahora, es sabido que estas tierras pueden ser peligrosas. Aún así, esperáis llegar a vuestro destino al final de la jornada, con un poco de suerte antes del anochecer.

Durante estos dos días de viaje los personajes han tenido tiempo de compartir impresiones y conocerse. En este primer mensaje podéis presentar a vuestro personaje y comentar aspectos como su relación con Gundren, el enano que os ha contratado, o su trasfondo personal.

También podéis incluir vuestro orden de marcha. El primero que lo escriba en su mensaje será el conductor del carruaje; si ninguno lo hace, lo será el último que postee. El resto describe su posición en orden de marcha.

Dastar llevaba la carreta pues sentía cierto placer en guiar caballos, le era útil para centrar sus pensamientos. La misión parecía sencilla, lo iba siendo hasta ahora; y el joven guerrero comentó como fue reclutado por Gundren mientras buscaba trabajo en la taberna "La madera a la deriva". Deseaba salir de Nuncainvierno mientras ciertos  problemas que tenía en la ciudad caían en el olvido. Les narró a sus compañeros como se las tuvo que ver con un capataz abusador que le hacía la vida imposible a él y a otros compañeros de labores. También comentó como su sueño era volver a la tierra de sus padres para vencer a un dragón que aterrorizaba al antaño prospero pueblo de "Árbol del Trueno". Prometía hacerse más capaz y también  encontrar un grupo que le ayudara a recuperar el hogar de los suyos, y recuperar la prosperidad que hubo en aquella tierra. 

Sentado detrás de Dastar, con un libro abierto sostenido sobre su regazo, leía abstraido agarrandolo con una mano de forma experta, mirando de solslayo de vez en cuando a sus compañeros de labor con ojos plateados, con la mirada unica de un elfo que veía a otras razas con la paciencia hacia niños pequeños. Antes de volver a perderse en su lectura. 
Podría parecer estirado, pero mas bien era incapaz de entablar una conversación que no tuviera un tema concreto, en el que el tuviera algún interes acádemico, ya sea de aprendizaje o de enseñanza. Por eso prefería guardar silencio y escuchar. De alguna manera aprender la mejor forma de tratar con ellos cuando llegase el momento. 

Gundren había hecho lo que le había prometido, protección a cambio de transporte a Phandalin. Era un trabajo sencillo que le permitiría cumplir su primer objetivo sagrado. Pero una vez ahí, viajando, como un aventurero no pudo evitar pensar en sus amigos elfos de la academia en los bosques cuando era joven. Hablando sobre aventuras epicas mientras el se portaba indiferente y exceptico ante una vida similar. Su vida estaba en el conocimiento. Una vez cumpliera su misión regresaría a su reclusión. Mientras tanto, no estaba mal probar un poco de esa vida. Tal vez podría entender mejor a esos jovenes elfos de antaño, pensaba, mientras daba un vistazo haica su izquierda, hacia el camino frente a la carroza observando el paisaje.

En la Taberna, se había presentado como un mago sacerdote cuando le había llegado su turno de presentarse. La verborrea de palabras complicadas que había soltado tras pasar la mayor parte del tiempo en silencio probablemente habría extrañado a más de uno. Para lo relativamente poco que había dicho en realidad. Aún así había intentado ser lo más claro posible, por lo que había hablado de forma lenta, dejando espacios entre oraciones. 

No había hablado de su misión divina. Simplemente había dicho que tenía un asunto importante en Cragmaw y que antes de eso debía hablar con una persona en Phandalin. Una misión de suma importancia relacionada a su congregación de hombres de fe.
Les había dicho que había trabajado hace muchos años con Gundren, ayudando con la investigación de la desaparición de unos viejos tomos en aguasturbias donde lo había conocido.

- Y para concluir. Sin equivocacion la encomienda resulta accequible y la remuneración conveniente...la empresa y la ausencia de escatimación en gastos de nuestro aliado es cuantiosa. Por lo que, mi estimación de las amenazas me resultaría naturalmente equiparable de no considerar la prominente autoconfianza de nuestro ilustre contratista en su nueva empresa... Aun así, ante cualquier altercado, confío y quedo a sus servicios...- 

En el presente, el cambio del estado del camino lo sacó de su lectura pues ahora le era incomoda con el vaiven errático del carruaje. 
Notando que el entorno cambió sus ojos plateados se pusieron alerta, escrutando el familiar entorno.

Dwalin caminaba junto a la carreta, ya que sus piernas se cansaban de estar tanto tiempo sentado. Aquella mision que les habia pedido Gundren parecia bastante sencilla, el enano no se fiaba demasiado de la seguridad del camino. Por suerte, no estaba solo, contaba con la ayuda de un grupo de aventureros que pudo conocer en la taberna  La madera a la deriva, mientras bebian deliciosa cerveza.

El enano se habia presentado como un fiel seguidor de Marthammor Duin y compartio su experiencia en la guardia de la ciudad de Neverwinter. Dwalin tenia un sentido natural del deber y no toleraba que se cometieran injusticias contra aquellas personas o sere indefensos o sometidos de alguna forma al poder. Dwalin creia ferviente en que su dios, Marthammor Duin tenia un plan para el, y estaba convencido de que aquellos compañeros le ayudarian.

Rosco era un mediano bastante inquieto, parecía que se aburría en el viaje, de vez en cuando se sentaba en la carreta al lado de ese elfo tan callado, y miraba por encima del hombro a ver si entendía algo de ese libro que miraba con tanto interés, recibiendo mas de una mirada irritada por parte del elfo, a lo que Rosco solía responder con una sonrisa juguetona y un encogimiento de hombros. También le gustaba bajarse del carromato para estirar las piernas y colocarse junto a aquel enano ceñudo, disfrutaba de  las historias sagradas, Dwalin parecía algún tipo de clerigo, solía observarlo cuando este preparaba algún tipo de ritual con verdadera curiosidad. Cuando tenia oportunidad se sentaba en el pescante, al lado de ese humano, parecía un tipo fuerte y capaz, sentado a su lado le ofrecía un poco de hidromiel para que refrescara su gaznate y también insistía en relevarlo a llevar las riendas si necesitaba descansar un rato o aliviar el interior de su vejiga.

Es común escuchar la voz aguda del mediano, hablando con unos y con otros en la caravana, ya todo el mundo sabe que se crío en Phandalin, que su tía tiene una granja allí y que hace los mejores pastelitos de miel de la región, su hidromiel también es casera, pues tiene varias colmenas en la granja que producen "la miel mas dulce que jamás probaran", de hecho ha invitado a todos los integrantes del grupo, incluido a Gundren, a visitar la granja de su tia, seguro que ella les preparara un verdadero festín.

En cuanto a sus motivos para formar parte de la expedición Rosco quiere volver a su pueblo, y que mejor que volver acompañado de gente con la que poder compartir viaje, charla, y además ganarse un buen dinero.

La verdad de Aleyte era curiosa desde cualquier perspectiva, tras convivir tantos años entre la podredumbre criminalística de la ciudad que le vio crecer, se convirtió en una guerrera decidida a erradicar a mano dura y aliento de espíritu la ciudad que alguna vez fue terreno externo de sus ancestros. Con sus cabellos negros como la noche sujetos en varias trenzas para evitar interferencia con su visión, se encontraba en la constante e intermitente acción de estar dentro y fuera de la carroza que había de vigilar junto a sus compañeros por su necesidad de mantenerse activa, cualquier falto a su rutina podría afectar su desempeño en batalla. Aún más dentro de este denso paisaje que demostraba ser todo menos acogedor. 

Su espiritu aventurero se encontraba emocionado, en su mirar irradiaba la alegría de ver al blanco, pensando en la meta que alcanzará redactando todos los acontecimientos durante el constante caminar. A pesar de haber aceptado el trabajo del enano para hacerse de riquezas por cuenta propia, disfrutaba de la agradable compañía; hasta las motivaciones de Dastar le otorgaban un nuevo sentido a la aventura. Las personalidades de todos se encontraban claramente arraigadas con su accionar, agradable, sin duda, lo menos que necesitaban era a un doble cara. 

Aprovechando de la bonanza del camino, les contó sobre su rutina básica en la academia con y sin las armas, bajo la guía de su noble maestro omitiendo casi todo lo relacionado con los niveles de criminalidad a su alrededor con su buena oratoria denotando quizá su noble proceder. 

Tras unas horas de trayecto por el angosto camino Dastar detiene el carruaje bruscamente tras tomar una sinuosa curva. La guerrera, que está a su lado, da un respingo y observa algo en medio del camino. Dwalin se adelanta al carruaje con cortas zancadas y es seguido de cerca por el mago y el inquieto Rosco.

Avistáis dos caballos muertos tirados en el suelo que bloquean el camino a unos cincuenta pasos del carruaje. Ambos cadáveres están asaeteados por flechas de plumas negras y un charco de sangre inunda la tierra. Aquí, la floresta casi invade el camino con matorrales densos y terraplenes escarpados lo bordean a ambos lados.

Dwalin se acerco a los cadaveres para identificar las heridas y recoger muestras de las flechas que estaban clavadas sobre estos.

Voy a intentar acercarme, manteneos alerta si las cosas se ponen feas.

El enano siguio avanzando hasta estar practicamente al lado de los caballos muertos.

El  elfo entorna los ojos observando los caballos muertos mientras el enano se acerca. ¿que significaba? El avanza y se mantiene detrás de este y el mediano cubriendoles las espaldas a distancia prudencial confiando que detras lo harían consigo mismo los guerreros.

- ¿Bandidos, probablemente? - pregunto mirando hacia el denso follaje intentando captar la mas minima señal de movimiento. 

- Si siguen aqui tal vez traten de matar a nuestros animales...¿reconoce las flechas, dwalin?

Luego de frenar el carromato Dastar asegura las riendas para que los bueyes no se muevan; prepara arco y flecha,  mirando cuidadosamente hacía la espesura haciendo girar su cabeza de derecha a izquierda y viceversa.

—Aleyte —dice el joven guerrero—, vigilemos los flancos evitemos que nos sorprendan.

La carreta se detiene de repente, Rosco alza su cabeza estirando el cuello para ver que ocurre mientras mastica un trozo de manzana, parece que hay algo en el camino, parece un cuerpo, tal vez dos. Observa que el enano avanza con precaución y el resto del grupo observa con cautela.

-¡Espera Dwalin! ¡yo también voy! - de un ágil salto bajó a tierra, lanzó la manzana a medio comer hacia unos arbustos y se puso a la altura del clerigo enano mientras se limpiaba sus manos frotandolas contra sus ropas - ¿son cadaveres?¿animales? Que Yelmo nos asista, parece que murieron asaetados.

Un impulso hace que los últimos metros los recorra rapidamente, se acuclilla sobre esos caballos muertos, y acaricia el penacho negro de una de esas flechas. Luego las manos del mediano tocan el suelo de la calzada, mientras busca algún rastro visible, sangre, señales de lucha, alguna pisada, alguna cosa que pueda darle una pista de lo que ocurrió allí.

El innegable hedor metálico a sangre inundó las fosas nasales de la guerrero de noble proceder, atenta a su derredor blandió su hacha de dos manos frunciendo ligeramente el entrecejo, siguiendo las indicaciones de su guerrero compañero. - Esta es la típica emboscada donde intentan detenernos para llevarse lo preciado y asesinar lo que no puede ser vendido. - Explicó ubicándose en el franco derecho de la carreta en posición de ataque, contemplando las frondosas hojas de bosque. A pesar de su variada línea de nutrientes gastronómicos que pudo obtener a lo largo de su acomodada vida entre riqueza y delincuencia, uno de sus alimentos menos preferidos era la morcilla de caballo ¿Quién osaba asesinar a un animal tan noble de no ser por necesidad? Verdaderamente, iba totalmente en contra de sus costumbres la barbarie que acababa de contemplar. Sin duda alguna, los haría pagar

Segura de lo que piensa hacer, se separó un poco de la carreta observando la retaguardia, ¿Cuál sería la mejor decisión para llevar a salvo a su equipo y manejar el encargo sano y salvo? Aún si decidían largarse, los bueyes se mostrarían reacios a caminar cerca de cadáveres aún más con la carga que llevan, sería moverlos a los linderos del camino. No obstante, el mínimo descuido puede ser causa de ataque... Prefirió estar alerta y a la mínima, lanzar el hacha a la primera cabeza que pudiese contemplar. 

El mediano parece tener razón. Los caballos sin duda murieron brutalmente asaeteados, y el enano casi puede asegurar que hará más de mediodía desde que ocurriera la masacre, a juzgar por el olor de los cuerpos y el estado de la sangre que riega el suelo del camino.

El mediano Rosco husmea por la zona y descubre que las alforjas han sido saqueadas. Sobre el terreno divisa el rastro de dos cuerpos arrastrados hacia la espesura izquierda del camino. También encuentra, tirado en el suelo, un estuche cilíndrico para guardar documentos y se da cuenta de que está vacío. Dwalin solicita ver dicho estuche y asiente: sus sospechas parecen confirmarse.

De repente, un sonido silba en el aire. A pesar de vuestra atención, no habéis conseguido ver a los emboscadores ocultos tras la espesa y sombría maleza. Dos de ellos disparan sus arcos cortos desde vuestro flanco izquierdo, aunque no conseguís distinguir su ubicación exacta. Por otra parte, dos pequeños y fieros goblins saltan desde la escarpadura en vuestro flanco derecho dispuestos a cortar y rajar con sus espadas cortas oxidadas mientras emiten risas siniestras.

Ya el caballo te sonaba en cuanto lo viste, pero el estuche vacío que ha encontrado el mediano no deja lugar a dudas. Han asaltado a Gungren, viejo amigo y miembro de tu clan, así como contratista de la expedición a Phandalin.

En el aire quedan preguntas como por qué? Qué oscuro negocio tendría entre manos el muy necio?

Habéis sacado buenas tiradas pero la mía fue mejor :P Os han sorprendido y en este caso habrá una ronda de combate en la que no podréis actuar. Cuando acabe, lanzaremos iniciativa para la próxima ronda, en la que ya se podrá desarrollar normalmente.

Las criaturas ocultas en la izquierda disparan flechas, a Dastar, que cubre dicho flanco, y Rosco, más adelantado que ninguno. Todas fallan y se clavan en el suelo o se pierden en el aire.

Si alguno tiene escudo y desea usarlo, puede prepararlo como parte de su acción de ataque o movimiento. Tendrá que indicarlo.

Por su parte, los dos goblins atacan a la noble Aleyte y al mago Nairiel, más cercanos a la escarpadura derecha. La noble recibe un pequeño tajo mientras al mago apenas lo cortan.

Ahora tirad 1D20 y le sumáis el modificador a la Iniciativa.

Una flecha se clava en el cuerpo del guerrero que inmediatamente se pone a buscar de dónde han salido.

—¡Respondan al ataque! —grita enfurecido por el dolor que le provoca aquella flecha furtiva —no dejemos títere con cabeza.