Partida Rol por web

Si. Podría preguntarmelo, pero agradecí que no ma la lanzara como una pregunta directa y tuviera que responder, porque no lo sabía.

- Sí he venido sólo y no se bien ni qué lugar es este ni qué hago yo aquí... - Seguí su mirada hasta mi vaso, me acerqué un par de pasos y lo levanté ofreciendo un brindis silencioso.

- Puede que esté buscando a alguien, aunque no se muy bien a quien. Y creo que también me estoy escondiendo de algo. De mí mismo. - Sonreí con tristeza porque su ánimo oscuro me embargaba y porque comprendía que mi lucha era inútil: sucumbía a cada paso ante mi propia debilidad. Esa que me hacía exponerme ante cualquier desconocido. Buscando su compasión, aunque está chica pareciera tan débil e indefensa como yo.

¿A quien buscas?- alzó la copa contigo, aunque no brindó, si no que lo hizo al aire, solo para esperar a que lo hicieras y beber ella hasta acabarla. Pero para cuando la puso en la mesa, ya estaba otra vez casi llena.- Igual puedo ayudarte- se humedeció los labios por la acidez de su copa.- Llevo aquí ya un tiempo ¿sabes?

Ladeó el rostro con la segunda frase- todos huimos alguna vez de nosotros, si eso no pasara no seríamos nosotros ¿No?

Me pregunté cuánto sería el tiempo que llevaba la chica allí. El reloj de arena que sostenía en sus manos podía detenerse, o reiniciarse, o volver atrás a su antojo y bastaba un movimiento de la joven para que su deseo revolviese las costuras del tiempo. Un poder terrible pero ilusorio.

Yo también bebí, y sonreí agradecido como siempre hacía las pocas veces que alguien me ofrecía su ayuda. Parecía que la chica también deseaba agradar, ser valorada en su medida, justa o no, y ese débil lazo en común me animó a abrirme y participarle mis dudas.

- Ya te lo he dicho, que no se a quién busco... - pero sabía ya a quién no quería compartir: el ser que JP me "presentó", al que anhelaba tanto volver a ver, pero que tanto temía perder. - No se su nombre. Es una mujer muy hermosa, con un vestido rojo, de seda. Y sus ojos son blancos, que miran sin ver. Tal vez sea ciega... La he visto no muy lejos de aquí, esta noche. Junto al puente...

Lo que allí había ocurrido podía ser ya un chismorreo muy extendido por la ciudad, aunque el aspecto de la joven y su reloj, y de todo aquel lugar, parecía mantenerse en una neblinosa quietud ajena a todo. - Sí, es verdad. Yo mismo no recuerdo la última vez que no huía. - Volví a beber, con la extraña sensación, o el siemple deseo, de que me acercaba a un puerto seguro.

Mai- sus ojos se posaron en ti, abriéndose como platos- quien describes es a Mai, se pasó por aquí hace...-miró su vaso- unos días- parecía algo confusa sobre ello- mas o menos. 

Se mordió los labios- se donde puedes encontrarla, pero no es seguro y...-te miró por encima, como estudiándote- si no estás marcado será dificil que sobrevivas allí. Aunque puedes intentarlo, siempre puedes pedir un marcaje temporal en la barra, a cambio de un coste claro está- hizo un claro gesto a tu vendaje- todo tiene un precio...siempre- suspiró, mirando su reloj de arena. 

- ¿Mai? ¿Así que la conoces? - los enormes ojos de la chica se volvieron enormes y a punto estuve de despeñarme en ellos. Pero ella bajó la vista confundida y pensé en las posibilidades que se abrían, mirando mi propio vaso y decidiéndome a beber de él hasta casi vaciarlo.
- ¿Hace unos días? ¿No será hace algunas horas? Oye... - me acerqué dos pasos más, hasta situarme junto a ella y hablarle con una voz más calmada y dulce. comprendía su tristeza y su confusión, pero mi ansiedad era grande y quería respuestas. las necesitaba. - No me has dicho cómo te llamas. Yo soy Raphel. ¿Sabes? Es muy importante para mí encontrar a Mai, y si me ayudas... 
La vi morderse los labios en un gesto entre sensual y preocupado y su mirada me recorrió en busca de algo que no supe adivinar. - ¿Marcado? Sólo tengo el tatuaje de JP - le mostré el cuello. - Pero no creo que te refieras a eso. Oye, no entiendo nada de lo que me estás diciendo, no me acompañarías tú? 
Cuando posó su mirada en el vendaje de mi mano, el dedo herido aumentó sus pulsiones como si aquellos ojos le hubieran enviado una orden silenciosa pero inevitable. Volví a mirar el vaso y a beber de él. Había pagado un extraño precio por aquella bebida tan dulce como misteriosa... - Si me acompañas, yo pagaré por los dos - le propuse.
 

Nunca puedes pagar por otro Raphel...nunca- sentenció volviendo del lugar donde se había perdido al mencionar tu si no habían sido horas en vez de días- y no puedo ir contigo, espero a alguien ¿Recuerdas?- Se encogió de hombros.

No se quien es JP pero no veo que lleves colgante alguno, ni marca de un ser sobrenatural. Es un lugar donde solo pueden ir ellos, los que se alimentan de sangre, y los que son sus criados, esclavos, amantes....los marcados. Como mucho te puedo decir el sitio, pero nada más.- Ni te dijo si la conocía, ni su nombre.

- Dijiste que ya no vendrá, ¿recuerdas? - la contradije sonriendo cuando volvió en sí. Pero pronto me puse serio. Lo que había creído adivinar frente a aquella mujer era cierto... era uno de esos seres. Mi impaciencia por encontrar a aquella mujer se multiplicó. La había mencionado intentando tener alguna noticia más sobre el accidente, pero ahora mi interés se desplazaba mucho más lejos, mucho más arriba.

- ¿Y si quiero ser uno de ellos? ¿Y ponerme a su servicio? - la cogí por los hombros y empecé a buscar sobre su piel alguna marca. - ¿Tú la tienes? Esa marca... - no veía nada y alcé la voz. - ¿Cómo sabes eso? 

Entonces me percaté del sentido de sus palabras. Ella tampoco podía ir, no era una de ellos. - Lo siento, lo siento... - Fui aflojando poco a poco la presión hasta que sólo sostuve su mano suavemente entre mis dedos mientras ella sostenía el reloj. Después, cuando la dejé caer, nada. Busqué su mirada para intentar explicarme.

- Perdona, perdona, no quería... - balbucía y me costó arrancar. - Es que antes la he encontrado ahí, junto al puente. ¿Has oído lo del accidente? Ami estaba allí y ese Fletcher estaba muerto, dentro del coche. Y ella me ha pedido que entrara y luego... luego ya no estaba. - Mis ojos se abrieron al recordar y hurgué en mis bolsillos hasta encontrar la funda de las gafas del político muerto. La agité delante de sus ojos como si así la chica pudiera ver la extraña vaina de su interior. - Creo que esto le puede interesar, igual lo está buscando. Pero tengo que encontrarla a ella. Así puede que me acepte. ¿Dónde está ese lugar?

Intentaste guardarlo entre tus manos, bien pegado a tu cuerpo y viste como sus dedos finos eran mas puntiagudos ahora de lo que podrías haber soñado. 

Se escuchó un gruñido sisilante en todo el local, que cortó de golpe toda conversación y parte de las ansias agresiva de la muchacha que te miraba con ojos escudriñadores tu persona. Ansiando como si le fuera la vida aquello que tenías.

-Dámelo, ¿que quieres a cambio?- Su voz sonaba peligrosamente baja, ronca, ronroneante hasta decir basta. Las conversaciónes y la música volvieron a su cauce. 

- Eeeh!!! Oye... - me aparté justo a tiempo para evitar que me quitara el estuche. El ambiente cambió en la sala y también había cambiado la actitud de la muchacha. La amenaza de su voz y su actitud era real y me estremecí. Miré la caja que sujetaba entre mis dedos, intentando entender su reacción. Yo apenas le había prestado atención y sin embargo...

- Estate quieta, vale? - Para asegurarme, guardé el estuche en el bolsillo de nuevo, y pareció que la calma volvía al entorno. Bueno, así son las cosas: yo me había alterado, ella se había alterado... cada cual tenía sus motivos, así que pensé en la situación un instante, y aunque no saqué nada en claro - me resultaba difícil concentrarme mientras vigilaba los dedos ávidos de la chica, y su mirada voraz - al menos se me ocurrieron un par de cuestiones que podían ser importantes.

- ¿Y tú para qué necesitas eso? ¿Es que sabes lo que es? - la miré, intentando aparentar una desazón incluso mayor de la que sentía realmente. - No se, creo que si encuentro a Mai ella podría darme a cambio algo mejor de lo que puedas ofrecerme tú... Porque... ¿qué tienes tú? ¿Tiempo? - eché una mirada a su reloj de arena, del que parecía haberse olvidado, embelesada por mi pequeña cajita. Luego le regalé mi mejor sonrisa. - Si me ayudas a encontrar a Mai, compartiré contigo lo que consiga - le ofrecí, creyendo que podía ser un trato generoso.
 

La chica dudó, dudaba con cada palabra tuya pero no había soltado prenda a tus insinuaciones- tiempo es lo que puedo darte- tomó el reloj de arena entre sus manos- puedo darte tiempo, si a cambio me das lo que tienes ahí, no puedo ofrecerte más- bajó la mirada, acongojada- solo...tiempo- alzó la vista de nuevo hambrienta.

Y lo vas a necesitar en cuanto salgas de aquí con eso que tienes escondido, porque fijate, a tu alrededor...¿no notas nada?- te hizo un gesto sutil* para que mirases alrededor- te has convertido en alguien importante...sin protección alguna que porta un pequeño tesoro que algunos ansían.- Miraste y solo pudiste notar como el que parecía venir de fuera, en ese grupo que habías pasado antes, se había fijado en ti levemente, antes de volver a la charla con los demás. 

La chica del tiempo seguía sin prestar atención a nada de lo que yo decía. Al menos no se dignaba responder a mis preguntas, pero me dejó claro que ella no tenía demasiado que ofrecer. Tiempo, ni más ni menos.

Me reí ante su propuesta, y me arrepentí en cuanto bajó la cabeza afligida. Corté la risa de golpe e intenté hablarle con delicadeza. - Oye, no te lo tomes a mal pero... es que eso que me dices no tiene sentido. - Fui a añadir algo más, pero entonces me di cuenta de lo poco que me había contado. - Hablando de tiempo, ya llevamos un buen rato charlando y todavía no se ni cómo te llamas... Pero... lo que te intento decir es que quieres eso que crees que tengo...

Me llevé la mano al bolsillo donde había guardado el estuche, dando un par de suaves palmadas encima. - Pretendes que te lo de y a cambio me ofreces tiempo. Y - cuando me lo dijo me había vuelto y pude intuir la mirada interesada de aquel extraño viajero. Eso me animó, en aquel lugar tan distinguido empezaba a hacerme un hueco. - no digo que no sea una buena oferta - me llevé mi vaso a la boca para poder seguir hablando y ordenar las ideas.

- El tiempo es oro, ¿no? - sonreí, señalé su reloj y acerqué mi mano a él, sin llegar a tocarlo. - Pero tú tienes tu tiempo y yo tengo lo que tengo. Si te lo doy... ¿para qué iba a necesitar tu tiempo? Según tú, perdería todo el interés que he despertado - el simple hecho de decir aquello me dolió como una puñalada en mi pecho, no permitiría que eso ocurriera. - Y tendría todo el tiempo del mundo, como tú ahora. Eres tú la que espera, en vano. - Temí ser demasiado cruel, pero debía aprovechar el momento: me estaba atreviendo a entrar en el juego que codiciaba desde hacía tanto tiempo. - Y yo el que tiene algo importante que todos quieren - repetí sus palabras fascinándome a mí mismo. - Así que ¿crees que necesito protección? Podrías ayudarme con eso. ¿No crees que Mai me ayudaría? 

Y comprendí que esta última pregunta, entre todas las demás, era la que yo mismo me estaba haciendo desde el principio, porque no sabía gran cosa sobre aquel extraño ser del puente, sino que irradiaba una grandeza de la que necesitaba estar cerca.
 

Tus palabras la hirieron, lo viste, y por un segundo te sentiste como los mismos que te repudiaron, que se rieron de ti. Y comprendiste el sentimiento de poder, grande, majestuoso, aprisionandote el pecho. Sollozó ligeramente cuando mencionaste que ella esperaba en vano y de tres pestañeos viste como el rimmel se corría por una lágrima furtiva que secó rapidamente con el índice- No lo se, pero prueba entonces con ella, vete, vete al maldito infierno hijo de puta!

Te había gritado sin mirarte, sin agallas suficientes. Se levantó cogiendo su reloj y fue directa a las escaleras que bajaban, sobre sus tacones que la hacían andar como un ciervo recién nacido, teniendo que tener un cuidado impresionante para no matarse. 

Así que eso era lo que se sentía. Qué dulce era, qué fácil querer más y más. Era como si un vaso lleno hasta el borde del líquido verde de JP pudieras vaciarlo de un solo trago, hasta saciarte. Y cuando no pudo reprimir un sollozo fue mágico. Hasta que una lágrima le recorrió la mejilla y su mirada triste se emborronó por su cara y sus palabras eran amarga impotencia y hiel rastrera.

No tuvo valor ni para mirarme, pero me insultó y pretendió largarse, tambaleando. Sin decirme aquello que me había ofrecido. Odiándome con todo su egoísmo. Me enfurecí, porque no era así como había soñado el momento. Como lo había vivido tantas veces desde el otro lado. Era el momento en que yo - ella - se deshacía y abandonaba mi voluntad - la suya - para acceder a los deseos de quien sabía imponerse - ¿yo?.

Pero algo hice mal, porque recogiendo su reloj pretendía marcharse y abandonarme. Me levanté tras ella y me acerqué con más brío del que sus zapatos le permitían. - Espera - puse en esa orden todo mi empeño para que sonara como tal. Luego me sentí aliviado y ligero, tanto que reí suavemente.

- Si esperas - continué, mientras ella todavía me daba la espalda - ya me estarás ofreciendo tu tiempo ¿verdad? Y no quiero estar en deuda contigo, pero no puedes pedirme... - lo pensé un momento y me convencí.

- ¡No! No puedes contarme que he dado con algo valioso y pedirme que te lo de, así, sin más. Sin explicarme siquiera qué es ni para qué te serviría. Ni por qué pueden quererlo otros. Ni siquiera me has dicho dónde podría encontrar a Mai. He sido cruel, es verdad - como la pasión verde de JP también la ola de la arrogancia se diluía poco a poco en mi interior y mi tono bajó toda vía más, hasta quedar en un susurro ronco. - y te pido perdón. Lo siento. ¿Todavía estamos a tiempo de llegar a un trato? - sonreí y señalé su reloj, guiñándole el ojo, con la esperanza de que captara la broma insulsa y, tal vez, por un instante la tristeza de su rostro se aliviara.