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La navaja de Ockham -Sangre en las calles (Cap-II)

Carrusel de espejos (I)

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07/03/2018, 19:49
Director

El humo fue lo primero que te llegó, uno denso, con olor a almizcle, humanidad y rosas con vainilla que dejaba lo demás de lado. La música al segundo paso, la gente apareció al tercero, como si antes de eso no hubiese nadie. 

Los techos altos y las decoraciones en rojo y madera hablaban por si solas de la calidad del lugar, mezclando lo viejo con lo nuevo. Gárgolas desgastadas por el tiempo, que habían perdido sus facciones en los altos encima de pilares con formas de mujeres y hombres con poca ropa, en una actitud sensual pero no pornográfica. Era erótismo puro como los lienzos sobre las paredes. Lejos de los cánones actuales, la gente que pululaba que no era en exceso, estaba sentada en los sillones y sofás de terciopelo de diversos colores. Y al, lado, mesas donde una cachimba esperaba para ser usada, con el carbón prendido en su cima. 

La barra estaba a la izquierda, sorteada por una mujer de edad indefinida pero ojos rasgados hasta lo que parecía inhumano. Pelo corto, como el tuyo, blanco como la pura seda ataviada con un vestido de volantes verde esmeralda que tapaba su delgada silueta pero no sus hombros delicados ni su espalda donde el principio de la columna eran montañas recubiertas por la piel. Quizás demasiado delgada. Había un hombre de aspecto risueño, con las orejas grandes, los dientes tan blancos que dolían, pero desordenados, rapado con una camisa blanca que dejaba entrever unos pectorales muy definidos. Te miró al entrar y saludó con un gesto para que te acercases a la barra. 

En aquel lugar, las vestiduras no importaban, y parecía que lo que había por fuera tampoco. Amas de casa mayores, ancianos encorvados, adolescentes borrachas, incluso viste a una persona que parecía haber estado en un incendio, donde el fuego lamió su rostro, todo tirado en uno de los sofás con un par de chicas que estaban muy cariñosas entre si. No ganaba quien mas guapo fuese, ni quien mas dinero tuviese. Daban igual las ropas, las cicatrices, lo guapo o feo que uno fuese. 

Un poco más allá de la barra había un pequeño escenario donde algunos bailaban al ritmo lento que cada cual quería. Pero lánguidos, con sonrisas de tristeza y felicidad pura movían sus cuerpos a un son que creías que no existía o que no era idéntico a la música que sonaba. Roces sutiles entre cuerpos encendidos en mitad del tiempo que parecía ir más lento, o no necesitar la consumación violenta que tan bien conocías de otro tipo de locales. 

El humo y las miradas perdidas, pero felices, era lo que mas llamaba tu atención de aquel lugar.  

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07/03/2018, 20:12
Lu
- Tiradas (1)
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08/03/2018, 11:33
Raphel

Entré esperando un cuartucho vacío y de pronto me encontré, tras las cortinas, un local amplio y sobre todo, concurrido. Aunque no era la cantidad lo que primaba allí: sin haber demasiada gente, el lugar destilaba una atmósfera singular. la decoración era rica, elegante, aunque algo recargada y con la pátina de épocas ya pasadas. Me pareció entrar en un pequeño templo sin dios, donde la ceremonia la dirigían aquel humo espeso que se extendía por doquier y la bebida que todavía calentaba mi garganta y que se reflejaba en los ojos despreocupados y lánguidos que me observaron sin interés al entrar.

Y los feligreses del lugar eran un grupo variopinto, en verdad. Vi los cuerpos imperfectos, los rostros arrugados, las ropas desfasadas, sonrisas torcidas, miradas turbias. Pero el desfile de defectos no parecía rebajar su relajada felicidad. Los cuerpos se rozaban, se unían y se balanceaban con una cadencia plácida y serena. Desde mi desasosiego, me pareció vislumbrar el brillo de una felicidad sencilla y pura en sus miradas.

Había quien bailaba a un ritmo mudo, quien charlaba y quién reía con languidez. Vi algún beso y caricias lentas. En aquella iglesia el tiempo era un dios paciente. Avancé con pasos largos y lentos, caminando en torno a un invisible círculo, rodeando el lugar observándolo todo, pero intentando no alterar con sonido alguno el transcurrir de la noche de aquel grupo soñador.

Al fin, como todo círculo, el que formaron mis pasos me llevó de regreso al punto de inicio, junto a las telas que separaban el salón de la diminuta entrada. No vi rastro de la mujer que allí me atendió, aunque el regusto del ajenjo me acompañaba todavía. Alcé la vista a los lados, intentando contagiarme de la parsimonia que me rodeaba. Allí arriba tampoco encontré a la mujer, sino sólo algunos detalles más de la rica decoración que por todas partes nos rodeaba. Telas, luces, humo y esculturas completaban una atmósfera que invitaba a dejarse llevar, olvidando los problemas, que allí parecían muy lejanos.

Y como desde la barra un hombre de camisa blanca y sonrisa amplia pero torcida me señalaba con gestos de reconocimiento y me invitaba a acercarme, allí me dirigí, saludando con un gesto y una sonrisa a la mujer de mirada desgarrada y cuerpo demacrado y me planté frente al hombre.

- Buenas noches - no me atreví a levantar la voz más allá de un suave susurro. Deseaba añadir más, preguntar por las respuestas prometidas por la joven de la barra, allí fuera, saber más sobre las almas inquietas. - Estoy buscando a... - me detuve y me corregí, hablando lentamente. - estoy buscando... paz.

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09/03/2018, 17:29
Camarero

El hombre te sonrió cuando te acercaste hablandole tan bajito. Se inclinó ligeramente sobre la barra con amabilidad- Buenos ya casi días caballero. Dígame, que quiere que le ponga....¿Lo que desea? ¿O lo que necesita?

Viste a lo lejos, asomando la cabeza por las escaleras que subían al fondo, una melena rubia casi blanca, hinchada, como la de un león que destacaba entre lo oscuro y rojo. Apenas fue un segundo y ya la habías perdido. El hombre seguía esperando tu respuesta, paciente. 

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09/03/2018, 18:21
Director

De nuevo en casa...

Subiste con prisas, buscando su cuarto donde sabías que siempre estaba, aunque pocas veces hubieses entrado en el realmente. En el fondo, era territorial con sus cosas, con su espacio y desde que llegasteis a esta ciudad, poco a poco se fueron enfriando los ánimos, salvo en un par de momentos dificiles y críticos donde todo lo suyo era tuyo y todo lo tuyo era suyo. Pero el orgullo a veces es una estupidez humana. 

Su cuarto era grande, pero estaba bastante vacío. La cama con la piel de oveja delante nada mas abrir la puerta, las dos mesitas a los lados, y el cuadro encima en blanco y negro. A la izquierda el armario empotrado donde guardaba sus camisas y ropas mas majestuosas para cualquier ocasión. A la derecha, el escritorio de nogal grande y denso, con varios cajones cerrados con llave delante del gran ventanal que daba a la noche oscura ahora mismo, iluminado el marco por una luz blanca, que casi hacía parecer que era de día.  

No fue muy difícil encontrar lo que buscabas, estaba sobre la cama puesta de cualquier manera. Casi parecía tenerlo preparado. Pero no solo eso fue lo que encontraste. Había una maleta, llena de ropa, para un viaje. Un viaje. Quizás no de muchos días, pero al menos media semana. El borde de un pañuelo verdoso de tela asomaba bajo la almohada. 

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09/03/2018, 18:41
Lu

Nada más entrar se deshizo de la chaqueta y el vestido, subiendo a la parte de arriba con el móvil en la mano. No pensó demasiado. No había nada que pensar. Abrió la puerta de la habitación, encendiendo las luces y se quedó unos segundos inmóvil, absorbiendo aquella sensación de extrañeza. ¿Por qué había esperado algo diferente?

En lupus, olfateando, no encontró nada que realmente captase su atención más allá del olor que flotaba en el ambiente. Lo que sí vio fue la camiseta, y también la maleta. Pero lo que en realidad llamó su atención por encima de lo demás fueron los cerrojos en la mesilla. Vivían en una de las zonas más seguras de Sevilla. Si quería ocultar algo, era de ella, no de posibles ladrones. Regresó a su forma homínida y de ahí, una vez más, a la peluda. El hombro se retorció dolorosamente con el cambio, recordándole que hacía escasa media hora había tenido un hermoso puñal ritualístico ahí clavado. Además de todo lo demás, claro. Y por alguna razón, todo ello parecía un mero ruido estático en su cabeza, calmado.

Agarró la mesita con las zarpas y sin pensárselo un instante la lanzó violentamente contra la que intuyó sería una columna maestra. Seguidamente se curvó rechinando los dientes. Así no se le iba a curar aquello en semanas. Pero la vida de Noche le iba en ello... Si es que todavía quedaba algo que salvar.

- Tiradas (1)
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09/03/2018, 19:03
Director

La mesa se destrozó en trozos con el golpe que resonó en toda la habitación. Las pertenencias de tu Galliard rodando por el suelo o rompiéndose quizás te hizo pensar en tu brusquedad. O no. Papeles, una frasco de colonia vieja rajado en su cuello, sangrando tercamente en el suelo,  invadiendo el aire con toques de jazmines, ámbar y grosellas mezclado con algo parecido a coñac. No, esa el no se la echaba. 

Una cajita de madera pequeña, oscura delineada con bordes verdes pintados por las manos inexpertas de alguien yacía abierta mostrando un collar primitivo de pequeños dientes. Los de leche. Alguna vez había comentado que su madre o su tía, no lo recordabas bien, lo había hecho. Lo llevó hasta ser adulto y se lo acabó quitando por lo que dirían los demás. El también había sufrido esa mala época donde lo que eres es lo que piensan los demás. ¿No lo seguía siendo ahora? En Sevilla eras lo que otros veían, ni más, ni menos. Las máscaras estaban para usarse, siempre. 

Material de oficina, clips, rotuladores, una cantidad ingente de lapices comunes...y entre todo eso, una fiambrera de latón con un montón de pegatinas antiguas. 

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09/03/2018, 19:16
Lu

No se preguntó qué había hecho; se preguntó quién era él. Quién era la persona con la que había compartido vida todos aquellos años. Y, como consecuencia, se preguntó quién era ella misma. ¿Por qué no podía ser él mismo con ella? ¿Por qué tenía que encerrar todas esas cosas bajo llave?

Un temblor sacudió su cuerpo justo antes de regresar a su forma original. No, pensó. No podía ir ahí.

Apartó la colonia y la cajita que contenía el collar, y también la de latón, dejándolo todo sobre la cama. ¿Le sonaba de algo aquel olor? No lo tenía claro, pero algo de todo aquello tenía que tener significado. Se incorporó, apartando con el pie algunas cosas para pasar al armario. No sabía por qué, no quería mirar aquella maleta de viaje, aunque fuese a hacerlo. ¿Y si había más? ¿Y si escondía más cosas?

Lu abrió las puertas del armario contemplando las camisas y los trajes perfectamente ordenados en sus perchas. Cogió una de las camisas, daba igual cuál. La cogió con delicadeza y mimo, notando la blancura y suavidad en sus manos nudosas y manchadas se sangre reseca y otras cosas que ni siquiera podía decir qué eran. La dejó sobre la cama con cuidado, procurando no arrugarla. Después se volvió hacia el armario con la mirada renovada de Rabia, y empezó a descolgar y a sacar todo lo que había en cada uno de los rincones. Si había algo más, iba a dar con ello.

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09/03/2018, 19:18
Raphel

- Ponme un... - señalé hacia la entrada, donde había tomado aquel chupito, aunque era otro líquido el que me pedía el cuerpo. De todas formas tenía la impresión de que cualquier cosa me haría bien. Mirando alrededor, sólo quise sentirme uno más en aquella nube de sopor placentero. - Si sabes lo que necesito, ponme uno doble.

El local seguía medido al lento compás de aquellas gentes lánguidas y de sus miradas difuminadas por el vacío y el humo. Pero entre todas distinguí aquella que destacaba sobre el resto y la impaciencia que había traído conmigo a aquel remanso de calma embriagado se adueñó de mí.

Tragué saliva con la mirada puesta en la escalera vacía.

- Bonito local. Se puede... ¿ puedo subir? - señalé las alturas, donde aquella figura se había evaporado.

Notas de juego

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09/03/2018, 19:37
Director

¿Por qué tenía tantos puñeteros zapatos? Y trajes, dios, si no había...11 exactamente, 11, no tenía ninguno. Las camisas eran incontables, tal vez una veintena perfectamente colgadas. Y a la derecha del todo, colgado así como quien no quería la cosa, una funda negra donde guardaría otro maldito traje. Ni hablar de las corbatas, dos cajones llenos. Tenía menos ropa interior que estas últimas. 

La parte superior contenía ropa de diario, o deporte, un par de cajas con zapatillas de deporte y al fondo una caja envuelta en papel azul cielo de regalo, con un lazo negro, de un tamaño reducido, apenas lo que sería un libro de bolsillo grueso. Era dura, y tenía mucho polvo. En su momento fue envuelta con mimo, aunque ahora las esquinas estaban un poco arrugadas. 

Un archivador denso, negro de oficina, cargado hasta arriba. Pesaba como un muerto. 

Un bate de beisbol, un par de raquetas de tenis con la equipación para jugar, y una caja de mudanza mediana llena de libros viejos. 

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09/03/2018, 19:40
Lu

No se detuvo demasiado en examinar toda aquella ropa, aunque no pudo pasar por alto lo bien equipado que estaba su armado. El suyo también lo estaba, pero con otra serie de cosas que tenían más que ver con el placer que con la vestimenta. Aunque también había de eso.

Mientras se deshacía de camisas y cosas de deporte, terminó por calzarse unos shorts de correr, de los que llevaban goma elástica por dentro y un cordón para ajustarse a la cintura. También se hizo con el bate de beisbol, balanceándolo suavemente sobre las manos con una sonrisa tonta en la boca. Qué estupidez. Dejó sobre la cama también aquel regalo envuelto en cielo azul, para más tarde, y volcó la pila de libros viejos. Reconoció alguno. Sí, ella también era de leer con frecuencia, aunque quizá no tanta como le gustaría. Pero lo cierto es que la mayoría le resultaron ajenos. ¿Y el archivador? ¿También estaba mangando dinero de la empresa debajo de sus narices?

Se regañó a sí misma nada más cruzarse con aquel pensamiento pero a la vez, al mismo tiempo, no supo qué pensar. Aquello estaba siendo como descubrir una persona nueva, una de la que no conocía más que la fachada impoluta de trajes y peinados perfectos.

No. No puedes ir ahí.

Se sentó brevemente, pasando el pulgar por las hojas de los libros a la espera de que alguna foto o nota saltase. Quedaba mirar debajo de la cama y aquella maleta de viaje de... A saber a dónde.

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09/03/2018, 19:49
Director

Revisaste los libros, pero no había ni notas ni fotos entre sus hojas. 

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09/03/2018, 19:51
Lu

Dejó los libros a un lado y pasó a la dichosa maleta. No sabía por qué, pero de todo lo que allí había era lo que más le inquietaba por alguna razón que no llegaba a comprender o que quizá no quería comprender.

Empezó revisando los bolsillos exteriores, reparando de nuevo en el pañuelo verde que asomaba bajo la almohada. La cogió, enviándola al otro lado de la habitación sin miramientos.

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09/03/2018, 19:59
Director

En la maleta no había nada en si que llamase tu atención, salvo porque era reciente, de eso estabas segura. Hacía menos de una semana que había ido a recoger el traje de terciopelo azul oscuro que se ponía en días de invierno a la tintorería. 

La almohada voló dejando a la vista el pañuelo con algunos restos de sangre reseca, pero más allá de eso había unas iniciales bordadas en una de las esquinas, con morado. 

H.M

No te sonaban en primera instancia de nada ni nadie. 

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09/03/2018, 20:04
Lu

H.M... ¿Quién? ¿Y por qué? Se frotó la sien con insistencia. Empezaba a notar la presión de todo aquello en el pecho, como una losa de hormigón. ¿Realmente merecía la penas?

Volcó la maleta sacando todo. Tampoco tenía tiempo de revisarlo en profundidad y, fuera a donde fuese, no era eso lo que había ido a buscar. Aunque le costó recordarlo. Metió las cosas que había ido recopilando en la maleta, además de algo de ropa aleatoria, y saltó por encima de la cama cogiéndola en volandas para dejarla junto a la puerta. Después se agachó para revisar debajo de la cama, poniendo lo que fuese que hubiese allí debajo sobre la misma. Hizo lo mismo con ambos cajones de las mesitas, sacarlos y vaciarlos sobre la cama.

Notas de juego

En la maleta va:

- Pañuelo

- Caja de latón

- Caja con el collar

- El regalo envuelto

- El bote de colonia que lo tiene que estar dejando todo perdido

- Ropa random

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09/03/2018, 20:22
Lu

No había nada, nada más. Nada que le dijese algo o que apelase a sus sentidos. Quizá con lo que tenía sobraba, o quizá no iba a servir para nada. Quizá debería sacrificarse ella misma para salvarle pero... ¿Merecía la pena? ¿Había salvación? Clara había dicho que aún con esas, jamás volvería a ser el mismo, pero en el fondo sabría que no podría soportar volver a verle como había visto a Julián, acusándola de aquella decisión.

¿Era hora de tirar la toalla?

Sacudió la cabeza por enésima vez, tirando del cordón para regresar a una forma donde realmente pusiese rastrear con eficiencia el resto de su casa. Y volvió a ocurrir. Su cuerpo se colapsó con un garrampazo inesperado que trepó desde su pierna como si un alambre reptara por el interior de esta, atenazando el propio hueso y los músculos y tendones que lo rodeaban. Otra vez no. Otra. Vez. No. Las piernas le fallaron, cayendo sentada sobre la cama con todo su peso. ¿Era el dolor? ¿El estrago que acababa de pasar todo su cuerpo, o era su mente la que se estaba resquebrajando perdiendo control absoluto de lo que era ella misma? Con los puños cerrados fuertemente, hundió la cara en el colchón emitiendo un grito ahuecado por la tela. Un grito desesperado, cargado de dolor y Rabia e impotencia. Un grito de rendición.

Lu permaneció un poco más allí, dejando que su respiración regresara a la normalidad bajo aquel peso ahogador que estrujaba su garganta. Podía intentar localizar a Aura. O a lo que quedaba de Julián. ¿Y qué harían ellos? Eran desconocidos. No iban a hacer nada. ¿Y quién era H.M? Había tantas cosas que podía hacer y, sin embargo, el tiempo no le daba. Ellas misma no daba. Se levantó con pesadez, cabizbaja. Seguía cubierta de sangre reseca, de mugre y recuerdos impermeables de una noche que no iba a terminar nunca. Necesitaba quitarse todo eso, pensar. O quizá no pensar en absoluto y dejar que todo siguiese su curso. Sin apenas pensarlo, se dirigió a la ducha abriendo el grifo y metiéndose bajo el agua fría. Fue un alivio, o lo más cercano a ello, dejando que el agua resbalase sobre su piel limpiando todo aquello. Ya está, pensó, apoyando la frente sobre la losa. Hasta ahí había llegado. Si podía haber hecho más no lo sabía y no quería saberlo. No podía más. No puedo más, se repitió. No puedo más.

Salió del agua tras unos minutos, restregándose una toalla por la cara y las extremidades, dejando un reguero mientras volvía a la habitación. Se puso la camisa de Gwilherm que había dejado sobre la cama y cogió la maleta y el móvil antes de dirigirse cojeando a su propia habitación para buscar un pantalón y unas zapatillas y volver al local de Clara. No podía más.

- Tiradas (1)
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14/03/2018, 17:29
Camarero

Puedo ponerle uno doble de lo que necesita...pero deberá de pagar con una de sus uñas, no completa claro, dejaremos un poco de la raíz para que vuelva a crecer- una sonrisa amable- en cambio si es lo que quiere, serán solo 4.000 pesetas. 

Miró hacia las escaleras- si claro, puede subir. 

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14/03/2018, 17:32
Director

Saliste con todas esas cosas de tu hogar. No tardaste en estar de camino a donde el Galliard pasaría con mala suerte las pocas horas que le quedasen con vida. 

Al moverte por la ciudad viste un par de coches incendiados, y el olor a carne quemada que provenía de una cabina teléfonica cuyo interior no querías conocer. Saliste de la zona conflictiva, sin escuchar mas que los coches de la policía a lo lejos, y sin ver ni un alma que estuviese por las aceras. Aquello era bastante extraño. Pero bueno, que cojones no era extraño esa puta noche. 

A mitad de camino, guiándote por los mapas dispersos por la ciudad llegaste a la zona cercana al puente de los caídos, más antes de cruzar el río una luz verdosa en un callejón llamó tu atención cuando paraste en un semáforo al lado de un coche de policía. Un breve mirada para encontrarte con las luces en mitad de la noche, mientras una vieja canción que no lograbas escuchar sonaba del interior. 

Quizás fuese un buen sitio para ir luego, parecía calmado, sin gente, donde pasar un rato lejos de todo y de todos. Un lugar perfecto donde morirse de asco. 

Diez minutos después estabas tocando la puerta de Claro, instantes siguientes andando por ese pasillo con el camino de sal.

¿qué has encontrado? Muéstrame- El cuerpo de tu compañero seguía en el mismo lugar, y ahora podías percibir mejor la pestilencia del lugar. 

Notas de juego

*La foto aparece que es de día, pero es de noche aun. 

Cargando editor
14/03/2018, 18:16
Raphel

Me reí. Me reí hasta que comprendí por su rostro que hablaba en serio. ¿Qué cojones quería decir con... una uña? Me miré las manos y negué con la cabeza. Este sitio era de locos. Así que no podía largarme. No podía. ¿4.000? El dinero, siempre el dinero...

Podía pagarlo, tenía pasta, o eso creía. Pero no me sentía capaz de pensar, de contar, de hacer números y temer no poder pagar la siguiente ronda. Porque no sabía cuantas iba a necesitar.

Planté la mano con más brusquedad de la necesaria sobre la barra. La mantuve allí con los dedos separados, volví a sonreír a la extraña chica, miré a las escaleras, paseé la vista por las gentes del lugar, retrasando el momento de volver a cruzar la mirada con el camarero. - Marchando - le dije, y sabía cual era esa mirada que le estaba lanzando, esa que rara vez fallaba entre la clientela del Bacanal. La del chico atrevido y seguro de sí mismo, el chaval guapo y encantador. El que consigue lo que quiere. El que está roto por dentro pero apenas se le nota.

Cargando editor
14/03/2018, 18:22
Director

Notas de juego

Tírame coraje, que tienes mu poquito XD