Partida Rol por web

Yimbo y Nerea abandonaron el bar de la colina y se dirigieron al pueblo. Allí caminaron hasta la calle donde se encontraba el reloj, y entre las innumerables puertas descubrieron una sobre la que rezaba un enorme y mugriento cartel: "Juanrro".

Llamaron a la puerta varias veces sin obtener resultado, de modo que decidieron entrar por la fuerza. Yimbo se remangó y cogió carrerilla dispuesto a embestir la puerta con su portentoso físico, pero antes de que esto ocurriera, Nera empujó con suavidad la puerta con el dedo meñique y esta cedió sobre unas bisagras especialmente bien engrasadas, que, no obstante, hacían el típico chirriar tétrico.

Se adentraron en el local y descubrieron que bajo una homogénea capa de polvo se elevaban numerosas estanterías llenas de libros. A lo lejos, entre las estanterías divisaron movimiento. Un hombre aparentemente anciano trasteaba con varios libros. Parecía buscar algo ignorando la presencia de los recién llegados.

Wash y Greg vieron a Nerea y Yimbo partir hacia el pueblo y los imitaron caminando algo por detrás de ellos. Cuando llegaron a la altura del Scumm Bar, se detuvieron y vieron alejarse a los otros dos.

Ambos se encontraban ante la puerta del bar, junto al mendigo acordeonista y su mono.

A Yimbo se le abrieron los ojos como platos al contemplar toda aquella cantidad de libros, apilados, ordenados, abarrotando estantes y librerías. Le fascinaban los libros aunque tan apenas no había leído más que uno o ninguno en su vida, pero no podía evitar la atracción que ejercían sobre él. Como aquella vez en su vida que pudo entrar en la biblioteca de Phatt...

Dejó a un lado sus recuerdos y se centró en lo que estaban.

- Señorita Capitana... mira tú cuánto' libro' hay en e'te lugá... -le susurró para que aquel hombre no se percatase de su presencia- Quizá aquí encontremo' el libro que le falta pó leé al mono del músico... ¿Cómo dijo él que se llamaba? ... -Yimbo se estrujó el cerebro hasta que le vino algo a la mente- Creo que era algo de 'Crimen' y algo de 'Ca'tigo' pero no recuerdo cómo era exactamente...

La maquinaria cerebral del muchacho trabajaba afanosamente por unir coherentemente aquellas dos palabras, mientras maldecía amargamente que la madre naturaleza le hubiese obsequiado con aquella cabeza de chorlito.

A ver si Nerea tenía mejor memoria o prefería empezar por cumplir el encargo que les habían asignado.

Nerea estaba impresionada por la memoria que tenía aquel grumetillo.

- Yimbo, estoy orgullosa de ti, tienes una memoria excellente. Efectivamente el libro era Crimen y Castigo, de Dostoievski- le dijo con una sonrisa- Aunque la idea es venir a por un recado, quizá podemos matar dos pájaros de un cañonazo y buscar el libro. A lo mejor el dichoso mono se dedica de nuevo a leer y componer, y logramos que el cocinero se vaya de la cocina!-dijo, pensativa, como si la idea hubiera sido de ella (que para algo era la capitana!).

- Creo que lo mejor será echar un vistazo discretamente, y si el anciano nos ve y nos pregunta, nos hacemos los encontradizos y preguntamos por el tal Juanrro. Tú empieza por ese lado, y yo empezaré por este otro- y sobre la marcha se pusieron los dos a rebuscar cuidadosamente sin hacer ruido entre las pilas de libros.

Wash pensó en ir directo al grano. - A ver tu, mendigo, ¿porque no te vas a tocar a otro lado? Tu musiqueo incesante es bastante molesto y no nos deja pensar.-

El mendigo abrió los ojos como platos ante la sugerencia de Wash.

- ¿Ein? Es mi trabajo, no puedo abandonarlo así como así ¡No señor! Seguiré tocando.

Sin dejar de emitir música continuó con su bailoteo.

Nerea, concienzuda, comenzó a analizar las pilas de libros. Dado que tenía cierta habilidad para hacer cosas..."extrañas" con pocos medios, tales como arreglar un timón con un trozo de camisa vieja, o atracar en una isla a varios metros de altura sobre el nivel del mar, encontrar un libro no parecía tan difícil.

En primer lugar echó un vistazo general. El libro tenía que tener aspecto de nuevo, ya que se podría decir que estaba casi sin publicar, y debía ser gordo, eso seguro. Estos datos redujeron la búsqueda a dos montones de unos 20 libros cada uno. Después, Nerea sólo tuvo que buscar el libro que en el dorso tenía caracteres rusos...Menos mal que conocía un montón de lenguas, y que esta versión casi inédita estaba curiosamente traducida al....idioma que leía el mono del mendigo.

- Yimbo!-dijo bajito al grumetillo, tratando de no llamar la atención del anciano.- Creo que he encontrado algo útil! Acércate!

Yimbo se aplicó en buscar ese libro aunque no tenía muchas pistas de cómo debía ser. Tan sólo el título: "Crimen sin Castigo"... o "Crimen al Castigo" o... bueno algo así. No entendía el por qué de aquellos títulos tan rebuscados, pero él era un personaje tozudo, así que eso no le echó para atrás y comenzó a revisar las estanterías de forma metódica.

Con el dedo índice señalaba y subrayaba el título escrito en el lomo del ejemplar, a la par que lo leía. Con este método, llevaba ya examinados unos cinco libros, sin ningún exito, cuando la capitana le llamó.

La extraordinaria pericia de Nerea en la búsqueda de libros convirtió una tarea maratoniana (había una ingente cantidad de libros) en algo sencillo, dando con su objetivo al poco de empezar. La capitana pirata llamó a Yimbo en voz baja, no obstante, el anciano que se encontraba en la sala pareció percibir algo de modo que levantó la cabeza y preguntó al aire.

- ¿Hay alguien ahí?

Afortunadamente para los recién llegados, no se encontraban dentro de su campo de visión y podrían mantenerse ocultos durante el tiempo que quisieran mientras el anciano no se moviera de su sitio.

Nerea, feliz de haber encontrado el libro, aunque no fuese su objetivo principal, se lo mostró a Yimbo, le guiñó un ojo y se lo metió después en la espalda, entre el pantalón y la blusa, de forma que el chaleco impidiese que se viera. A continuación decidió que ya era hora de que se dieran a conocer, y se dirigió decidida hacia el anciano.

- Buenas, señor, buscamos a un tal Juanrro, ¿lo conoce?

El hombre dirigió a Nerea una mirada de arriba a abajo y repitió el proceso con Yimbo.

- La delicada señorita y el corpulento hombretón se adentraron en la librería y se acercaron al anciano con amabilidad -dijo narrando en voz alta la escena.

Ahora que lo veían de cerca el anciano parecía más anciano aún.

- "Buenas noches", dijo el anciano con voz temblorosa al levantar la vista "¿En qué puedo ayudarles?" -añadió narrando sus propias palabras como si se tratara de un libro.

Nerea se disponía a responder cuando el anciano retomó la palabra cual narrador omnisciente.

- La recién llegada se disponía a hablar cuando de pronto algo interrumpió su iniciativa. Tras la confusa pausa que prosiguió, tomó la palabra con decisión -dijo el anciano.

- Buenas noches, señor. Venimos a recoger un paquete que un marinero del Medio Barco le había encargado- dijo Nerea muy educadamente. Estaba claro que el hombre era un poquito raro, pero bueno, todos llegaríamos a viejos alguna vez, así que decidió no prestar importancia al detalle de encontrarse dentro de una novela que a su vez estaba dentro de una historia de rol por web.

- "¡Oh, sí!" exclamó el anciano con amabilidad ignorante de que los recién llegados habían ocultado uno de sus libros entre la ropa con la intención de robarlo -dijo el viejo en tono sereno.

A continuación el anciano se dirigió a la trastienda y tras varios minutos volvió con un libro cuyo título rezaba "Recetas de cocina para piratas encallados en la montaña de Willieam Tuttifree". Mientras se lo entregaba a los jóvenes narraba con su profunda voz este mismo párrafo.

- "Aquí tenéis" dijo el anciano volviendo a sus quehaceres -dijo el anciano volviendo a sus quehaceres.

- Hasta luego, señó. Y mucha' gracia' por tó -se despidió Yimbo con una sonrisa picarona en el rostro.

¡El robo había resultado genial! Si hasta el mismo Juanro había reconocido que no se había dado cuenta de nada! Él era un buen ladronzuelo, pero sin duda las habilidades de la Capitana eran de auténtica artista.

Una vez fuera, le dijo a Nerea:

- ¿Vamo' primero ante' de llevá el paquete al mediobarco a vé a nuestro' compañero'? Llegamo' allí, tú no dice' ná de que tenemo' el libro, vemo' lo que e'tán ello' haciendo, y ¡tachán! se lo da' tú al mono.

Verá' que cara se le' va a quedá -rió insulsamente.

Habrá que pensar una forma más... sutil de convencerle. - Greg se esforzaba en pensar. - A ver, tu eres mono, no podías hablar en idioma de los monos con el del mendigo y... ¿Convencerle? ¿Seducirle? - le dijo en un susurro a Wash.

A parte, se dirigió al mendigo.

Por cierto amigo... ¿Has oído hablar del nuevo bar que han abierto?

Nerea, mirando a Yimbo con una mirada inquisitiva, le contestó:

- Eres habil...

Se quedó pensativa un ratito, y como si de repente se le hubiera ocurrido una genial idea, soltó muy resuelta:

- Yimbo, tu tienes madera de pirata, pero necesitas pulirte un poco y coger experiencia! Vamos a hacer un experimento que te permitira probar tu valía ante mí, y que además te ayudará a forjarte como pirata con mi ayuda. Desde ahora, te nombro capitán pirata provisional!- y viendo la cara atónita del muchacho, le aclaró rápidamente:

- Tu labor por el momento va  a ser liderar esta misión. Tú nos llevarás a los dos a donde te parezca más importante, o al Medio Barco o al Scumm bar, y serás quien tome provisionalmente las decisiones mientras dure tu cargo. Yo simplemente observaré cómo haces las cosas, y cuando me parezca oportuno, te diré la nota de pirata que has sacado! ¿Qué te parece? Es un chollo, ningún capitán pirata de mi categoría le ofrecería algo así a un simple grumete....

- ¡Marinera Nerea! ¡Do' paso' al frente y marchando hacia el Scumm Bá! Y deprisita que no tenemo' tó el día! -ordenó Yimbo asumiendo sus nuevo cargo. Después miró a la Capitana para ver si se sentía satisfecha de cómo cumplía la tarea que le había encomendado. Al ver la cara de pocos amigos que ponía ésta, supo que se había extralimitado en sus funciones.

-O... bueno... si te parece bien a ti, claro..., yo ordeno..., digo, sugiero que nosotro' vayamo' al Scumm...

Y, sin volver a mirarle a la cara por miedo a la reprimenda, el muchacho encabezó la fila de dos que se encaminaba al mítico bar de la Isla Melêe, en lo más profundo del...