Partida Rol por web

Desde donde estás llegas perfectamente al orco con la ballesta que tienes.

Continuo moviendome sigilosamente, procurando llegar hasta la carreta que pienso usar como escondite hasta el momento de iniciar el siguiente ataque sorpresa...

Careus se acercó a la carreta lo más sigilosamente que podía, como un elefante caminando de puntillas en una cristalería. Llevar armadura pasaba factura.

Jacobus apunta con su ballesta al orco que puede avistar, sin embargo no consigue alcanzarlo al disparar.

Uno de los orcos escucha un ruido como metálico, pero cuando se gira a mirar no logra ver nada. Por otra parte la flecha del mago al pasar tan lejos de él ni siquiera se percata por suerte para el grupo.

Los aventureros se preparan para el ataque por sorpresa situándose alrededor de los desprevenidos orcos, que ajenos a lo que se les viene encima, siguen cargando chatarra en su carro.

De repente, Aram empezó a correr en dirección al orco más cercano, rompiendo el silencio de la niebla con el tintineo de su armadura y los duros pasos de sus botas.

El primer orco que había junto al carro levantó la vista, a tiempo de ver aparecer de entre la niebla la cara de un enano enfurecido con los ojos inyectados en sangre, levantando hacia él una pesada hacha de guerra enana, y gritando:

-¡¡Por Kord!!

Estando debajo de la carreta, me acerco a los sorprendidos orcos que aun no atinan a responder al ataque de Aram y usando mis habilidades ataco sorpresivamente al orco que esta casi detras de la victima de Aram...

Listo este primer ataque, vuelvo rapidamente un paso atras manteniendome debajo de la carreta y con la intencion de alejarme de los otros dos orcos antes de que reaccionen y puedan verme. 

El clérigo dispara con su ballesta, pero debido a la rapidez y a la visión tan limitada no logra alcanzar al orco y su disparo se pierde muy lejos del objetivo.

Después del ataque fallido anterior, sus compañeros empiezan a atacar cuerpo a cuerpo contra los enemigos, Jacobus intenta concentrar su puntería acertando de pleno en esta ocasión.

El paladín se acerca un poco por detrás del enano y lanza su jabalina con fuerza apuntando al orco que se encontraba más alejado.

Careus estaba más que listo para entrar en acción. Se colocó rápidamente junto al orco más alejado a Yargor y le descargó un espadazo. Hubiera deseado causar heridas graves, pero confiaba en que sus compañeros lo rematarían.

El ataque por sorpresa al grupo de orcos había salido casi perfecto, tan sólo había quedado uno en pie, que al verse superado en número no hizo otra cosa sino hechar a correr como un poseso gritando sin parar...

¡Nos atacan, nos atacan! Grita el asustado orco dirigiendose hacia el norte de la ciudad.

Aram arrancó su hacha del cuerpo del orco caído, al tiempo que veía cómo el orco superviviente se alejaba corriendo. Sabía (aunque nunca lo reconocería) que con sus cortas patas de enano nunca conseguiría alcanzar al fugitivo, con lo que lo señaló e indicó a sus compañeros, más rápidos y armados con armas a distancia:

-¡Que no escape!