Partida Rol por web

Al salir de las ruinas de la ciudad, me levante sobre el pescante de la carreta y procure divisar el camino que teniamos delante...

Voy pendiente del orco, tengo oscuros fines para el, y si bien no tengo motivos para sospechar de lido (queademas seria metarol) si los tengo para sospechar del enano.

El camino se divide un par de kilómetros más adelante, uno que coge una ruta más directa hacia las montañas de Parath-dûm y el otro camino, que se dirige hacia el este, hacia la ciudad de Girithron.

Después de meditar un rato, Aram se colgó el escudo del hombro y puso su hacha en el cinto. Con las dos manos, cogió el orco inconsciente por sus ropas y lo arrojó de la carreta, caiendo el cuerpo rodando en medio del camino.

-Como ya no nos sirve de nada iba a matarlo, -dijo, dirigiéndose al resto- pero como supongo que a Careus le molestaría un poco he hecho un esfuerzo por él. No quiero malos rollos. Pero eh, si volveis a recogerlo entonces decapito al orco, ¿entendido?

Avanzar sin mi, ahora os cojo.
Digo con voz neutra al ver como Aram lanza al orco de la carreta.

Quiero usar Santuario (los oponentes no pueden atacarte y tú tampoco puedes atacar)
Que tiro?
Tambien lanzo avistar por si alguno de mis compañeros me espia mientras hablo con el orco.

Andaba de muy poco buen animo, debido a que habia tenido que renunciar al pequeño botin que representaba la carreta de los orcos y en especial por el comportamiento de mis compañeros.

Aram no ha matado al orco, y Enialis seguramente se dispone a dejarlo vivo, aunque seguramente lo ocultara e incluso usara un hechizo sobre el, no me parece lo mejor...

"Y ahora que?" Me digo a mi mismo "En que tonterias estan pensando!"

Empiezo a hablar pausadamente y con tranquilidad, y en mi rostro no se muestra el disgusto que siento a pesar de lo que ocurre: - Compañeros, dejar al orco vivo no es buena idea... aunque hemos salido de la ciudad en ruinas aun no hemos salido del peligro, delante tenemos las montañas de Parath-dûm, lo que significa que no podremos avanzar rapidamente con la carreta, y detras, tenemos seguramente a cientos de orcos que no dudaran en perseguirnos y atacarnos en cuanto averiguen que hemos cruzado por aqui... - me alzo en el pescante de la carreta y me dirijo a Aram - Eres un enano considerado, Aram, tomando en cuenta que a Caerus no le gustara que mates al orco, pero tambien creo que eres un sabio enano, dejaras que este serio peligro se cierna sobre nosotros asi como le ocurrio a los habitantes de esta ciudad enana? - digo mirandolo seriamente.

Cuando me digas que estoy solo comienzo a hablar con el orco.

Bien, maldito bicho, supongo que tu vida para ti tiene algun valor y que por tanto querras conservarla.
Dicho esto desato sus cuerdas.
Te voy a hacer una peticion y supongo que se te recompensara si la cumples, dile al lider de tu clan, ejercito, tribu o como os hagais llamar que tengo un trato para el, algo que podria otorgarnos gran poder a ambos y que si duda de mi palabra mande un emisario, que acampen cerca de las puertas de Girithron, dentro de un par de noches espero estar alli.
Am, dile a tu lider que para saber si soy yo el nombre que usare para identificarme ante ellos sera Lido y que la clave sera: Maldito enano, ¿podra tu cabeza soportar tanta informacion?

El orco una vez desatado mira al elfo con desconfianza, ¿Quien le decía a él que aquel elfo no le clavaría un puñal en cuanto intentase escapar? Pero la mención de aquel poder le hizo reconsiderar un instante.

¿De qué poder hablas? Nuestro ejército ya tiene tomada gran parte de éste infecto territorio, y tan sólo unas pocas ciudades aguantan aún... pero sólo será cuestión de tiempo. ¿Quién me dice a mí que no usarás dicho poder para acabar con nosotros como ha hecho siempre tú pueblo?

Si querria ese poder para acabar con vosotros no os pediria ayuda a vosotros si no a ellos, señalo con un movimiento de cabeza la direccion por la que se an ido mis compañeros.
Dile a tu lider que me entregue un puñado de hombres dispuestos a seguir mis ordenes y le entregare un poder ilimitado.
Dialogar con el orco cuando es posible que me escuchen empieza a ponerme nervioso, es casi seguro que intentaran saber que hago.
Ahora vete y no mires atras. Digo con voz de falsete y una entonacion superior a la anterior.
Me levanto y me voy en la direccion de mis compañeros dandole la espalda, dado que es imposible que me ataque.

El orco duda un momento, pero asiente con la cabeza. La idea de poder salir vivo de ésta estaba presente en él, y no quería desaprovechar la oportunidad.

Nos veremos en Girithron. Dijo el orco, para instantes después echar a correr hacia la ciudad como alma que lleva el diablo.

Mientras continuáis por el camino hacia las montañas, véis que Enialis os alcanza nuevamente después de haberse quedado atrás con el orco en el suelo... pero viene solo, no véis ni rastro del prisionero.

-¿Cientos de orcos?¡Ja! Que vengan.- contestó Aram al mediano- Cuantos más orcos vengan más disfrutaré cortando cabezas.- Observó en ese momento a Enialis volviendo- Mira, ya vuelve. Ya debe haber hecho la buena obra del día con el orco.

Luego miró hacia delante del camino, observando las montañas de Parath-dûm y el camino hacia el noreste.

-Ir por Parath-dûm es una tontería. No para mi, a mi me da igual ir por las montañas, me siento como en casa. Pero tal como vamos será mucho más sencillo y rápido ir en dirección Girithron, y cuando hayamos pasado por el lado de la cordillera giramos hacia el oeste y bajamos directamente al Valle de Mon-drag. Es lo más sensato sin duda alguna.- Terminó asintiendo con la cabeza, autoafirmándose en su opinión.

Me reincorporo al grupo a la carrera,
Secundo tu opinion enano, tengo asuntos pendientes en Girithron Y ademas convendria avisarles de la proximidad de el ejercito orco.
Respecto al orco
Permitidme que os diga que lo de abandonar a ese ser a sido una estupidez, lo e silenciado pero aun asi no nos habria hecho daño interrogarlo...

¿Podria contratar mercenarios en esa ciudad?
Tampoco quiero pasarme en plan 20 contra estos 5 pero si que quiero una fuerza capaz de hacerles frente.

Sonrio momentaneamente ante lo que dice Enialis, para mostrar mi aprobacion. "Aunque aun tengo la impresion de que no lo mato, pero ya que Aram no esta pendiente por acabar a ese orco, ya no se puede hacer nada"

- Podremos avisarle a la gente de Girithron cuando estemos de vuelta despues de haber cumplido nuestra mision, en estos momentos no llegaremos realmente hasta la ciudad, solo nos desviaremos en su direccion para rodear las montañas - comento dando mi aprobacion a la propuesta de Aram con respecto a la ruta a seguir, y asegurandome de que no nos desviemos demasiado de nuestro destino: - Los orcos estan aprovechandose de la ciudad en ruinas y tardaran un buen tiempo en dejar el lugar, la ciudad de Girithron no corre peligro inmediato - digo mientras me acomodo en la carreta.

—A ver, no quiero que penséis que soy un defensor a ultranza de los derechos de orcos. Es sólo que no quiero ejecutar a un prisionero herido y desarmado. ¿Qué le voy a hacer? Soy paladín, es deformación profesional —bromeó.

En realidad le parecía una crueldad digna del retorcido enemigo al que combatían, pero no correspondía a un soldado con las manos manchadas de sangre dar discursos sobre ética. Además lo que tenía que decir a continuación no encajaba mucho con un código de honor altruista.

—Pensaréis que soy un desalmado, pero creo que no deberíamos preocuparnos en exceso por Girithron. No soy general, pero si algo he aprendido en estos años es que las guerras no se terminan ganando escaramuzas —"ni salvando inocentes, mal que me pese"—. Si completamos nuestra misión en tiempo récord puede ser que ganemos, pero cada hora de más que nos distraigamos por estos orcos podría ser fatal. Si podemos dar la alarma al pasar, lo hacemos, pero si nos va a costar un día de más recomiendo que dejemos el asunto a la suerte y sigamos nuestros camino. ¿Compartís mi opinion?

Le preocupaba Aram. Había perdido a cientos de los suyos a manos de los orcos, y seguramente deseara con toda su alma asegurarse de que no vivían para ver un nuevo amanecer. En tiempos de guerra era necesario soportar el dolor para poder infligir un dolor aún mayor.