Partida Rol por web

Prrrrr... ¡Peligro! ¡peligro! ...prrrrr

Grazna el pajarraco alzando el vuelo desde el hombro de Quyen

Viejo Diablo marchar

Marcharrrrr PRrrr...

No tarda en perderse en la seguridad de las copas de los árboles selváticos...

La flecha de Quyen ni si quiera pasa cerca de su objetivo, y la enorme bestia aterriza a su lado haciendo temblar el suelo bajo vuestros pies. El furioso rugido del indómito animal hace se os hiele la sangre justo antes de descargar su terrible ataque sobre la bruja. Un zarpazo brutal la golpea directamente en el pecho. Sus pies pierden el contacto con el suelo selvático y se eleva para caer violéntamente sobre su espalda varios metros atrás. La bestia se acerca despacio hacia ella. Sus movimientos son fluidos como el agua, casi hipnóticos. Y cuando está a punto de dar el golpe de gracia a su nueva presa, La amazona aparece para clavar con fuerza su lanza sobre el cuerpo del animal. Lamentablemente el metal del la punta del arma choca contra el hueso en un intento futil de herir al animal.

Por suerte, el ataque de la Valkiria es más certero. Su golpe hace que el arma se clave con fuerza entre las costillas de la bestia. Al sentir tal punzada atravezando su carne, la criatura ruge de dolor y se revuelve con violencia. La Valkiria es incapaz de mantener el agarre ante tales embestidas, y el asta de su arma acaba escapando de sus dedos...

Afortunadamente ahí está su amado dispuesto a protegerla. Gritando juramentos de amor que en ese momento salvo a Athena a nadie importan, carga ferozmente contra el azote de la selva...

Pierdo mi arma y sin ella cualquier opción de vivir es nula. Debo arriesgarme a recuperarla, asirla fuertemente con mis manos y clavarla mejor en el cuerpo de esa maldita criatura. Aprovecho que el Azote se gira y consigo coger la lanza, ojalá esta vez no vuelva a perderla, intento clavarla.

La adrenalina hace que todavía no sienta el dolor de mi cuerpo quebrado. Al contrario, cuando la bestia se encara a mis compañeros y veo que la lanza de Athena ha caído junto a mí, la tomo al instante y se la lanzo para que recupere su arma sin dilación.

- Athena, cógela.

Mientras permanezcamos alrededor de la bestia estamos expuestos a sus ataques. Debemos separarnos.

Me encaramo a un tronco y lo utilizo para impulsarme: salto sobre el lomo de la pantera con la lanza en alto.

Una vocecilla en el fondo de mi mente me grita que estoy haciendo una locura.

Tras recuperar la lanza del cuerpo del animal le vuelvo a clavar el arma con toda la saña y maldad que hay dentro de mi cuerpo. He visto a Quyen herida, estoy muy preocupada por ella. Aprovecho a que Jamn salta sobre la pantera para gritarle al animal y darle miedo, quiero intimidarlo, si huye mejor para todos.

- ¡¡¡¡¡¡Muereeeeee bichooooooooo!!!!!!!..... AHHHHHHHHHHHH.... - solo esperaba no perder mi glamour delante de Kurdran.

Clavo la lanza pero es como si estuviera cabalgando un tornado. La bestia enloquece de dolor

-¡Yabu-Yabu!-grito invocando al Tótem de la Pantera para que me sea propicio.

Sin embargo, estoy tan concentrada en mantener el equilibrio que no veo su cuello retorcerse. La dentellada alcanza mi pierna. No es tanto el dolor de la carne al desgarrarse como la presión brutal de sus mandíbulas: es como si me aplastase el hueso una montaña.

Aprieto los dientes yo también mientras aferro la lanza con todas mis fuerzas.

Tras haber atacado con la lanza al animal comprendo qué parte de su anatomía estoy dañando, y sé que he subido lo suficiente la lanza como para reventar su corazón, uno de los órganos principales del cuerpo, sé que va a caer dentro de poco, la pérdida de sangre es inexorable, continua, veré como se debilita el Azote, esta noche la cena estará servida.

La adrenalina hace que no sienta todavía dolor de las heridas y cuando Athena trataba de recuperar su lanza clavada en aquella bestia, agarro un palo y lo utilizo a modo de garrote para llamar su atención. Pero las heridas van más allá de lo que esperaba y al acercarme me fallan las piernas y caigo de bruces ante sus fauces. La bestia no duda en cerrar sus mandibulas sobre mí y de no ser porque Athena le atraviesa el corazón, hubiese acabado conmigo.

Salgo corriendo hacia la bestia gigantesca, para rematarla con todas mis ganas y poder proteger a mi Diosa, pero algo sale mal, tropiezo justo delante del animal y caigo a sus pies, el hacha me pasa marcando el muslo que por poco me quedo cojo, gracias a que solo pasa silbando por el muslo dejándome una marca en línea recta que mas tarde será una línea roja de sangre, pero el mango se desliza tan rápido por el aire que me da de lleno en la cabeza, dejándome aturdido por unos segundos perdiendo la orientación... Mi valentía por proteger a mi Diosa me a salido caro. 

La bestia emite un último rugido lastimero cuando la lanza de la Valkiria atraviesa su corazón. En cuestión de segundos la poderosa musculatura de sus piernas cede y el cuerpo del animal se desploma haciendo temblar el suelo de la jungla.

—¡Habéis matado al Azote de Asgorath! —dice el hombre de la piel morena con los ojos abiertos como platos. Entonces os fijáis en él con más atención. Su taparrabos está hecho de seda y en sus brazos maltratados y en sus tobillos llenos de barro hay joyas valiosísimas a modo de adorno.

—¿Qué sois? ¿Hombres o dioses? —Pregunta. Luego ve a Quyen por primera vez. La ve allí tendida en el suelo inconsciente y susurra: —¡Shakti! —después retrocede con ojos de asombro.

La bestia acaba de caer justo delante de mi, pero aún con un súbito arranque de maldad lanzando un zarpazo a mi herrero. No tardo nada en posicionarme a su lado y calibrar sus heridas.

- Kurdran... mi amor..., déjame que pida a mi diosa por ti..., ella nos bendice... - comienzo a decir las palabras arcanas tocando con mis manos la herida de mi hombre, cuando siento que la magia toma forma y se canaliza hacia su mal, sintiendo el cosquilleo curativo vibrar en su cuerpo. Beso sus labios y le abrazo, tras él veo el cuerpo maltrecho de Quyen.

- ¡Quyen!.... - me pongo pálida, parece que está muy mal, me arrodillo al lado de mi amiga y observo si puedo canalizar de nuevo mi energía para ella -... Kurdran tendremos que llevarla, ha sido muy valiente, mientras intentaba recuperar mi lanza ella ha actuado como señuelo.. - le acaricio el rostro sintiendo orgullo de la bonita mujer.

- Jamn ¿cómo te encuentras?....- busco a mi otra compañera, su salto sobre la pantera había sido espectacular -... si necesitas que sane tus heridas, acércate.

Luego miro a Rakos y le respondo con naturalidad.

- Yo no soy ni hombre ni diosa, solo soy una mujer, mi nombre es Athena y sirvo a la diosa Avesta... - comento con orgullo en mi voz -... ¿Y tú eres un jefe de tribu?... Vistes como tal.

Tras un momento de estupor y asombro, el hombro rápidamente recupera la compostura y responde lo mejor que puede.

—Soy Rakos, hijo de Karios, príncipe entre mi pueblo. Me encuentro temporalmente en la selva debido a algunos malentendidos con mi hermano mayor, Skoran.

Athena

¿Quieres ayudar a Quyen?

Adelante

Pero recuerda lo que pasó la última vez

Tus ojos se pusieron en blanco y tus labios pronunciaron las oscuras palabras Plukanka

¿Lo recuerdas?. Yo si. Y los Dioses también.