Partida Rol por web

Arthedain puso la mano suavemente sobre el hombro del inquieto paladín y le dijo sin alzar la voz: "Mi joven amigo, hay que dejar a los profesionales que trabajen como saben. Igual que yo no te diré cómo rezar a tu dios, no le digas a Gaius cómo ha de abrir una puerta."

El druida se sorprendió a si mismo asintiendo silenciosamente a las palabras del elfo - Tiene razón - acotó mientras continuaba con la vista atenta y el conjuro preparado - No lo molestemos y, ya que hemos avisado de nuestra presencia, por lo menos no descubramos el momento exacto en el que vamos a entrar - no pudo menos que añadir, internamente molesto por la falta de tacto del paladín

Gaius, sin prestar apenas atención al impetuoso paladín, examinó con ojo clínico la superficie de la puerta y la cerradura. Escuchó, como el resto de los demás, el ruido inequívoco de un combate al otro lado, pero tenía claro que si había una trampa en la puerta sería un flaco favor el que le harían a los del otro lado si morían en el intento de pasar el umbral. Finalmente se dio por satisfecho - solo unos segundos habían pasado, aunque para el paladín eran eternos - y sacó sus ganzúas. Se aplicó con esmero y rápidamente escuchó el click que anunciaba la apertura del portón. Justo en ese momento se esuchó también el ruido seco de una explosión y huesos estallando... A todos les recordaba a algo aquel sonido: ¡los muertos que estallaban! Los goznes de la puerta y los huecos de la madera se vieron perfilados por una escarcha azulada.

El paladín lanzó una maldición y empujó la puerta, casi apartando al asesino en su movimiento. Los demás se prepararon.

Al otro lado, sin embargo, ya había pasado todo lo que tenía que pasar. Era una celda de unos seis metros de lado, iluminada tenuemente con antorchas. En el medio de la misma había un montón de huesos esparcidos entre una nube de escarcha. A su alrededor tres humanos fuertes, semidesnudos, estaban tumbados en posiciones de protección. Por su aspecto parecían prisioneros que se habían enfrentado a los cadáveres vivientes. Al fondo de la celda, en una esquina, cubriéndose la cabeza con las manos, había una pequeña figura femenina que temblaba aterrada... Por su tamaño era, sin duda, una halfling. Vestía unas raidas ropas de viaje y su pelo estaba ahora enmarañado y sucio, aunque lucía todavía unas desafiantes trenzas de colores. 

Al ver la situación, Rómulo espoleó a su perro de monta para que ingresase a la sala y miró a los prisioneros con cuidado. Obviamente su principal foco de atención fue la mediana a la que, sin dudarlo, quiso impresionar - Están bien? - preguntó apenas ingresó a la celda - Parece que acabaron con uno de estos... pero eran más! O pudieron con varios? -

El pequeño druida miró a su alrededor, asegurándose que no hubiera ningún otro cadáver explosivo en el lugar antes de preguntar - Por cierto... quienes sois? Quien os trajo aquí? - las palabras surgían de la boca del pequeño jinete mientras miraba a los hombres y la mediana alternativamente

Silvania se desentendió totalmente de los prisioneros, otros mejores que ella se preocuparían, y se centró en mirar constantemente el perímetro de luz buscando más enemigos, su arco estaba casi totalmente tensado, y su corazón latía con fuerza.

Parecían estar solos en la celda, pero pese a ello Silvania no bajó la guardia. La muchacha, ante las preguntas del mediano, aparto las manos de la cabeza y miró alrededor. Al ver a los tres hombres tirados en el suelo rompió nuevamente a sollozar:

- Mi nombre es Imanthia... *sigh* ¡Brentor! ¡Caldar! ¡Lurwith! *sigh* ¡Esas cosas los han matado!

Las lágrimas cayeron como un torrente por su rostro.

Mosest superó su primer sentimiento de frustración al ver que ya no había muertos que destrozar y corrió a intentar auxiliar a los tres humanos que había en el suelo. Aunque todo parecía indicar que parecía demasiado tarde...

Mosest reprimió una maldición. Muertos. Estaban muertos y semicongelados... Lo mismo que le había sucedido a Gaius pero con un desenlace fatal. Golpeó con un puño en el suelo. ¿Aquello era burla divina? No llegaba a tiempo para luchar, no llegaba a tiempo para salvar vidas... La frustración oprimió su pecho.

Al escuchar la maldición del paladín, Rómulo se dio cuenta que el desenlace había sido fatal para los compañeros de la mediana. Sin embargo estaba claro que esta había intentado "negociar" con los esqueletos, lo que no hablaba muy bien de ella.

Sin descender de su montura, la miró fijamente, sin terminar de convencerse que fuera inocente - Imanthia... - comenzó, pensando que es lo que iba a decir - Parece que vos habeis tendido suerte... por lo menos más que vuestros compañeros - Tras una pausa, como al pasar, continuó - Y que es lo que hacíais aquí? Como habeis llegado? -

Robin se acercó a la pequeña prisionera y le tendió una mano para ayudarla a que se levantara; era difícil saber si una persona acurrucada en un rincón estaba herida.

- Levantaos, milady; no podemos hacer nada por vuestros antiguos compañeros, pero ahora ya nada malo puede sucederos.

Robin sonrió, tratando de mostrar una confianza menos infundada a cada momento que pasaban allí encerrados.

La muchacha pareció recobrar cierta entereza, pero su mirada evitaba posarse sobre los cadáveres de sus compañeros. Robin la examinó: no parecía herida de gravedad. Quizás un poco desnutrida y algunos moratones, pero nada serio...

- Ellos... me salvaron... dieron su vida por... *sigh* protegerme...

Después, al ver al grupo espectante, su rostro se iluminó:

- ¿Habéis venido a rescatarnos? ¡Loado sea Random! Sabía que alguien acabaría por venir a por mi... ¿Os envía el rey de Silvain?- al ver un cierto desconcierto en el rostro de sus interlocutores se calló un momento. Luego continuó: - Oh, diablos... No tenéis nada que ver con el tema ¿no? Malditos hijos de cabestros rumiantes con dos colas... Me han dejado abandonada a mi suerte...

El pequeño druida permanecía atento a lo que se decía, comodamente instalado en su fiel montura - El rey? - preguntó mientras se rascaba la cabeza - No, creo que no tenemos nada que ver con eso... sin embargo, antes de pensar en salir... el camino no es sencillo - acotó - sería interesante que nos contarais como habeis llegado a este lugar. Realmente es algo muy curioso - agregó con tono serio.

Contra todo pronóstico, Rómulo no parece muy dispuesto a dejar libre a su cogernere del lugar... por lo menos mientras no tenga respuestas a sus preguntas y la posible alianza con la gente del rey lo ha hecho sospechar, aún más, de la prisionera.

La muchacha no parece advertir el tono de Rómulo:

- Me atraparon merodeando en este lugar... Me mandó el rey de Silvain para investigar a un noble que al parecer estaba traicionando a la corona con contactos con Predemia. Efectivamente no se equivocaba, ya que sir Timbelton llegó a Predemia hace una semana y al parecer se hospedó a costa del Imperio, con el que estamos en guerra. Luego vino hasta este lugar, sin duda para reunirse con el nigromante que lo regente... A mi me capturaron en el exterior. Me trajeron a esta infecta celda y conocí a Brentor, Caldar y Ludwig... Pobres... Siempre pensamos que lograríamos salir juntos de aquí.

Gaius observaba en silencio a la muchacha. Mentía. Mentía al menos en lo que se refería a la forma en la que fue capturada. El asesino había visto en su vida a mucha gente representando un papel aprendido y ésta era una de esas ocasiones. Pero ¿por qué? ¿y cuánto había de verdad en lo que contaba? Era evidente que había pasado algún tiempo en la celda, aquello no era maquillaje...

Algo no acababa de encajar para el clérigo. La actitud de la muchacha, primero tan afectada y atemorizada por la muerte de sus amigos y ahora tan dispuesta a contarlo todo... Sí, estaba claro que eran los únicos que podían sacarla de allí y que lo mejor sería colaborar, pero algo no acababa de encajar. Pero ¿el qué?

- Vaya... Contactos con Predemia... aquí adentro... eso si es curioso - comenta el pequeño druida, cada vez menos convencido de liberar a la mediana. "Después de todo, si está con el rey es de los malos" se dice a si mismo antes de lanzar lo que el cree es la artillería pesada

- Pero... hay algo que no me termina de cerrar - comenta con su mejor cara de inocencia - No le decíais a los esqueletos, justo antes de que entráramos que "VUESTRO AMO DIJO QUE NO ME MATARÍA" - tras mirarla con atención continúa - parece que habéis estado en contacto con el señor de este lugar... aunque os haya mentido. Me parece que a vuestra historia le falta una parte -

Todavía sobre su montura, el rostro del druida es una mascara de frialdad. La muerte no lo asusta, la ha visto muchas veces en el bosque, pero cada vez desconfía más de la sobreviviente de la celda... por más mediana que sea

De espaldas al resto, y todavía vigilante, la voz de Silvania se escuchó claramente.

- ¿Cuánto hace que estás aquí? ¿Quién fue el rey que te envió?

La muchacha miró algo ofendida a Rómulo:

- Yo no he dicho que no hubiese hablado con el dueño de este lugar... Es un nigromante de aspecto terrorífico... Consintió en no matarme si aceptaba desinformar a mi rey...- se volvió hacia Silvania - Creo que llevo una semana o quizás algo más aquí dentro... No es fácil medir el tiempo sin ver la luz del sol... Y vengo enviada por Koranthar, rey de Silvain... Ya os lo he dicho, seguía a sir Timbelton y solo por infortunio vine a dar a este sitio...

Miraba a los aventureros consciente de las reticencias que provocaba. Su último comentario tuvo un tono más firme, casi desafiante:

- No pido acompañaros si desconfiáis de mi... Con dejarme salir de esta celda bastante favor me haréis y os deberé igualmente gratitud. No sé que asunto os ha traído hasta aquí y no es de mi incumbencia, solo busco recuperar mi libertad...

- ¿Te das de cuenta que una enviada del Rey de Silvain en el subsuelo de la capital de Predemia puede ser considerada una espía y ejecutada de inmediato? Más vale que no ocultes nada, ante la menor sospecha de que nos mientes yo misma te mataré ¿Cuál era tu misión aquí? Dices que tus compañeros ya estaban en la celda así que no vinieron contigo inicialmente ¿Venías sola o te acompañaba alguien?

Mirando un momento al paladín, Silvania añadió algo más.

- Mosest, me gustaría que usases tus poderes de detectar el mal con ella y a nuestro alrededor, no quiero que nos cacen por sorpresa algunos de esos muertos vivientes.