Partida Rol por web

La maga transmitió mentalmente a su familiar que regresara de inmediato a su lado, luego gritó para el resto de sus compañeros: ¡Son cinco...más o menos del tamaño de un gato siamés...pero...pero tienen algo más...parecen insectos...quizás arácnidos...no estoy segura, pero irradian ese mismo frío de antes! -Oscuridad mágica e insectos enormes; magnífica combinación para una claustrofobia. Sólo faltaba que picasen e inmovilizasen -Pensó la maga para sí -Menos mal que me quedé en el pasillo.

Mosest retrocedió unos pasos y utilizando su espada barrió el suelo que en ese momento era incapaz de ver. ¡Allí! ¡Había detectado donde se encontraba uno de sus oponentes!

Gaius, ignorando el peligro y luchando contra la oscuridad, comenzó a palpar las piedras de la pared buscando algo que pudiera reabrir el portón. En el mismo momento que empezó a tantear la pared sintió el mordisco en su tobillo de una de las criaturas. El dolor de la herida no fue tan fuerte como el sentimiento de congelación que notó al momento siguiente. Era como si por sus venas hubieran derretido hielo... El frío se apoderó de tal manera de su extremidad que Gaius la notó casi paralizada... De hecho notó como la rigidez se apropiaba de parte de su cuerpo... Maldijo a algún dios olvidado mientras continuaba con su labor con la esperanza de que el mediano lo protegiese mientras seguía investigando... Por desgracia no encontró ningún mecanismo en su lado de la celda.

Al otro lado sus compañeros no estaban teniendo mejor suerte... La situación se tornaba desesperada.

Con un rugido de desesperación Robin golpeó la oscuridad esperando tener suerte. Frustrado notó como su maza hacía silbar el aire pero no alcanzaba a ninguna de esas odiosas criaturas...

Mosest se focalizó en intentar golpear al enemigo que había descubierto anteriormente. Si tenía suerte de que siguiera allí, claro. Mientras tanto, gritó: -Mama, ¿sabes si estas cosas están...vivas?

Rápido, echadme una mano, esto no da resultado, hemos de levantar la puerta, todos a la vez, quizás sea la única solución que nos queda. - Bhain empezó a hacer fuerza por levantar la puerta

Aunque muy consciente de lo que su pequeño tamaño implicaba a la hora de hacer proezas de fuerza, la mediana obedeció al enano.

Sin perder un momento, el alto elfo envainó su espada y asió con fuerza la parte baja del rastrillo, tirando hacia arriba con todas sus fuerzas.

Mosest golpeó con furia en el lugar donde creía que estaba uno de esos engendros. Con satisfacción notó como su espada se hundía en algo que hizo un ruído similar a un crujido. Sin embargo ese algo seguía moviéndose y retorciéndose. De hecho se abalanzó de un salto por encima del escudo del paladín para clavar sus colmillos en el cuello, provocándole un dolor intenso... También notó como la baba gélida de aquella cosa intentaba mezclarse con su sangre, pero por fortuna la resistencia del paladín pudo hacerle frente a aquel paralizante veneno. Sin embargo una segunda criatura mordió en ese momento la pierna de Mosest. Esta vez la herida pareció provocarle no más que un rasguño pero el efecto devastador del veneno colándose por la arteria y congelando parte de su cuerpo aterró por un momento al paladín. ¡Debía ser fuerte! Pese al dolor y a la creciente parálisis no podía cejar en su empeño de defender a sus compañeros.

Por su parte Robin rechazó con una patada a la criatura que tenía en algún lugar a su alrededor. Era frustrante no poder verlas, pero al menos el sacerdote agradeció a Random que la armadura completa siguiendo siendo tan efectiva a oscuras como con luz...

Remo se giraba y ladraba a las criaturas. Al menos él podía al menos detectar su posición y acababa de localizar a otro de los insidiosos monstruos. Por desgracia para él las criaturas parecían adivinar el peligro que suponía el can y éste tuvo que soportar dos mordiscos de las criaturas.

- Por las fuerzas de la naturaleza! - el pequeño druida sentía como lo que sea que los rodeaba intentaba atacar a su montura, su amigo y su compañero. Así que, sin dudarlo, le ordenó que se defendiese - Vamos Remo, tu puedes - se lo escuchó decir mientras se acomodaba firmemente en su montura y esperaba el mordisco se su amigo para descargar su cimitarra en la misma dirección.

Sin embargo la oscuridad no ayudaba, ambos, perro y jinete estaban seguros que "eso" estaba allí, pero los dientes del feroz mastín mordieron la oscuridad sin encontrar a su objetivo - Necesito luz - exclamo preocupado, sabedor que la situación se estaba descontrolando

Mientras Rómulo obtenía la satisfacción de al menos rozar con su cimitarra a una de las criaturas se escuchó la voz de Imanthia:

- ¡Por los dioses! ¡No seré muy fuerte pero creo que el enano tiene razón!

Los pasos de Imanthia se aproximaron a la reja. A través de la oscuridad surgieron las manos de la mediana, que ya aferraban la reja...

Arthedain se acercó a la reja enarcando la ceja como si pidiera permiso a Mama Brigitte y, echando mano del primer asidero firme, óon Bhain: "¿A la de tres?"