Partida Rol por web

La Sombra del Águila

Guerra Naval

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16/06/2008, 15:50
Stephane Giraud

Fortuna y Gloria: Forzando el bloqueo (55)

Carraspeo para agravar mi voz y digo - Que tal estoy!!? soy Stephane Giraud, cabo primero! presente señor! - suena mi voz como la de un joven con un tono aflautado pero podria colar, tras el taconazo realizo el saludo militar.

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16/06/2008, 16:51
Marcel Reynaud

Fortuna y Gloria: Forzando el bloqueo (56)

Marcel salió del vestuario de la Prefecture acompañado de su viejo amigo de la infancia Stephane Giraud. Éste se había convertido en médico del ejército, lo cual sería de gran utilidad a bordo del "Fortuna y Gloria", pues era más que probable que en los periplos que le aguardaban más de uno y más de dos sufriesen los daños propios de la mar y el combate. Además, por lo que Marcel sabía, el capitán Bernardo no disponía de médicos entre su tripulación.

Se dirigieron hacia la celda dónde había dejado conversando hacía no mucho al capitán español y a su homólog francés Desmarais. Una vez allí, se cuadró ante los dos hombres y presentó a su compañero, con la intención de que su voluntariado fuese tan bien admitido en el jabeque cómo el suyo propio.

- Capitaine Desmarais, capitaine Bertrán de Lis, les presento al cabo Stephane Giraud. Es un viejo amigo mío de Pau, que acaba de ser destinado a Marsella. Le he contado nuestra situación y futura acción, y estaría encantado de poder acompañarnos si así es vuesa voluntad señores míos. - e indico con un gesto a Stephane que se cuadre ante los oficiales.

Notas de juego

Creo que ya podemos volver a incluir a todos en la escena, no?

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16/06/2008, 18:27
Bernardo Bertrán de Lis

Fortuna y Gloria: Forzando el bloqueo (57)

El capitán Desmarais había ordenado que trajeran una jarra de vino. El guardia puso mala cara pero obedeció. Y así, en la penumbra de una celda, animados por el vino y trazando líneas de tiza sobre el enlosado fue tomando forma la nueva singladura del “Fortuna y Gloria”.

- Lo más sencillo sería poner rumbo hacia costas españolas –dijo el francés que parecía haberse tomado como algo personal que aquello saliera bien- la corriente del estrecho de Bonifacio les empujaría hacia allí sin problemas... luego, siguiendo el litoral español hacia el sur. Ni siquiera los british se atreverán a atacar a una nave de bandera española en sus propias aguas. A la altura de Cartagena o Almería dan el salto hasta África... cambio de pabellón y continúan hacia levante pegados a la costa... a nadie extrañará ver un jabeque argelino por esas aguas.

- No es un mal plan –tercié... el vino ejercía su efecto animando mi decaído espíritu y parecía haberme contagiado del entusiasmo de Desmarais-. Lo más peliagudo será salir de Marsella y entrar en algún puerto maltés... esos serán los momentos de mayor peligro... sobre todo si los ingleses están precavidos.

En ese momento entró el soldado... perdón, sargento Reynaud. El flamante suboficial se cuadró y nos presentó a otro soldado amigo suyo, un tal cabo Giraud, que deseaba embarcar también en el jabeque. Observé al recién llegado, tenía un aspecto extraño... delgado, frágil... no parecía la persona adecuada para una misión como aquella. El cabo parecía rehuir mi mirada pero en sus ojos... unos bonitos ojos azules... había algo tremendamente familiar. No pude evitar sentirme incómodo por la extraña sensación que me invadió cuando el muchacho levantó los ojos y su mirada se cruzó con la mía.

- Si, naturalmente –dije carraspeando y aparentando estar muy interesado en los garabatos trazados en el pavimento-. Que el sargento Reynaud responda por usted es suficiente garantía... sed bienvenido.

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18/06/2008, 08:21
Stephane Giraud

El cabo se cuadró y se puso firme sin apenas un instante para observar la mirada chispeante del Capitán - me habrá reconocido?? ahora da igual... - señor!! el cabo y médico Giraud!! gracias!! Señor! - gritó lo mas bruscamente que pudo haciendo su voz grave lo mas posible y emulando los gestos del sargento con taconazo y saludo militar incluidos - parezco un adolescente...

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19/06/2008, 17:35
Marcel Reynaud

Fortuna y Gloria: Forzando el bloqueo (59)

Marcel miró de reojo el saludo de su viejo amigo, no pudiendo contener una pequeña mueca cómica en su rostro por la exibición de marcialidad. Una vez Stephane hubo saludado, Marcel se dirigió al capitán Bernardo, que había vuelto a sumergirse en un esquema de la manibra marítima que estaba planeando ejecutar.

- Capitaine, si no me necesita, me retiraré hasta nueva orden. - esperó unos segundos mientras debatía en su interior si preguntar o no... finalmente le pudo su espíritu enérgico - Una última pregunta mon Capitaine, si se me permite, ¿cuándo nos vamos? - dibujó una sonrisa inocente en su cara

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23/06/2008, 18:48
Bernardo Bertrán de Lis

Fortuna y Gloria: Forzando el bloqueo (60)

- En cuando el “Fortuna y Gloria” y su nueva tripulación estén preparados –contesté-. Y cuando el simpático ciudadano Viperenoir tenga a bien sacarme de aquí.

Notas de juego

Creo que no debemos alargar más la historia en Marsella. Cerramos aquí el hilo de “Forzando el bloqueo” y abriré en los próximos días uno nuevo en esta misma escena. Como ya indiqué en “Entre bastidores” mis intervenciones serán más escasas debido a temas laborales, os pido paciencia.

Jo, que pena lo del avatar Sophie/Stephane... francamente prefería ver a la chica rubia. Si es un plan para quitar las ganas de romance al pobre Bernardo... ¡lo habéis conseguido!

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28/06/2008, 11:24
Bernardo Bertrán de Lis

Fortuna y Gloria: Destino Malta (1)

Después de tantos días encerrado era bueno volver a pisar la calle, caminar hacia el puerto, volver a aspirar el inconfundible aroma del mar. El “Fortuna y Gloria” hervía de actividad como un hormiguero: se subían abordo municiones y pertrechos, se revisaban los aparejos... y se daba una nueva mano de pintura al buque con la esperanza de que los británicos no reconocieran fácilmente al jabeque que había forzado el bloqueo de Marsella una semanas atrás. Los marinos españoles y franceses parecían trabajar bien juntos, pero yo sabía que, tras haber sido huéspedes en los calabozos marselleses, donde aún permanecían muchos de ellos, los españoles tardarían bastante en volver a fiarse de un gabacho.

Pero Francia daba a luz hombres decentes: desde el combés del jabeque el capitán Desmarais dirigía todas las operaciones de aprovisionamiento... no sé que hubiera hecho sin él. El oficial había logrado reclutar a una magnífica tripulación francesa: hombres jóvenes con sed de aventura y ganas de burlar a los ingleses que llevaban mal permanecer encerrados en la ratonera de Marsella y suplían con entusiasmo su falta de experiencia. Desmarais había abierto para el “Fortuna y Gloria” las puertas de los arsenales y almacenes de la Marine de manera que el jabeque español no había estado mejor equipado jamás.

Pero la república francesa paría también frutos ponzoñosos. Todavía había tenido que sufrir otra jugarreta del innoble Viperenoir. El funcionario me había solicitado una lista con los hombres de la tripulación original que desease llevar conmigo en la nueva singladura. Me costó una horrible noche en vela en la soledad de mi mazmorra confeccionar esa lista de nombres: a los que no pusiese en la lista los condenaba a una larga temporada en un penal francés... pero a los otros los iba a obligar a enfrentarse a la Royal Navy en una misión casi suicida, en una guerra que no era la suya. Finalmente decidí dejar atrás cualquier sentimiento y escribí una lista con los nombres de los hombres más experimentados. El ruin Viperenoire, interpretando que yo había incluido en la lista de los hombres que más estimaba, juzgo que esos serían rehenes más valiosos, de manera que excarceló justamente a los hombres que no constaban en ella... ¡juro por Dios que llegará el día en que haré pagar a ese hombre por todo eso!

- ¡Monsier le capitaine! –grité desde el muelle- ¡permiso para subir abordo !

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28/06/2008, 13:12
Jean-Pierre Desmarais

Fortuna y Gloria: Destino Malta (2)

Desmarais observaba distraído como el cabrestante iba izando a bordo de la nave española barriles de agua dulce, de encurtidos, toneletes de pólvora... pero su mente estaba en otro lugar... a muchos años de distancia. Recordaba como un joven pescador marsellés se unió a los fédérés voluntarios que marchaban hacia París para defender la revolución, recordaba los cientos de gargantas cantado aquello de “Aux armes citoyens / Formoins nos bataillons / Marchons, marchons...”, recordaba la ilusión, las esperanzas... la gloria. Después llegó la purga entre las filas de La Royale, de la que fueron apartados todos los oficiales pertenecientes a la nobleza, y con ella la oportunidad para que cualquiera con cierta experiencia marinera pudiera aspirar a un buen sueldo y a la oportunidad de derrotar por el mar a los enemigos de la revolución. Pero fueron pasando los años y la Marine Nationale languideció... la gloria era para L’Armée... y las viejas ilusiones e ideales se fueron olvidando. Los pobres seguían tan pobres como antes, las injusticias se mantenían... ¿de que había servido tanta sangre derramada?

En la mirada de los jóvenes marineros franceses que se habían presentado voluntarios para embarcar en el “Fortuna y Gloria” Desmarais reconoció el brillo de la ilusión, y por un instante sintió una cierta envidia. Pero la llegada del capitán Bertrán de Lis le sacó de sus ensoñaciones nostálgicas.

- ¡No necesitáis permiso para subir a vuestra propia nave, mon ami! –respondió- ¡Bienvenido!

Mientras el español recorría la plancha Desmarais no pudo evitar dirigir la mirada hacia la toldilla donde el sargento Reynaud trataba de acomodar a su pelotón de infantes. Allí estaba también el supuesto sanitario Giraud. El capitán Bertrán de Lis podía tener muchas virtudes... ¡pero sin duda no era buen fisonomista! ¿Cómo había podido dejarse engañar por el burdo disfraz de mademoiselle Dubernard? Cuando la muchacha urdió su descabellado plan probablemente no había visto un jabeque en su vida. El jabeque es una nave en la que todo se sacrifica en aras de la velocidad. Al estar pensada para el mar mediterráneo sus comodidades son escasas: se supone que todas las noches habrá próxima una rada o una cala protegida donde echar el ancla. Los marineros buscan un rincón en la cubierta o en la bodega donde liarse con su manta para dormir... no hay intimidad de ningún tipo. Solo el capitán y los oficiales tienen un espacio en la cámara separados por una cortina o una mampara desmontable... En esas condiciones la doctora Dubernard lo tenía muy complicado para mantener su pequeña mascarada.

Desmarais abrazó a Bertrán de Lis y lo llevó hasta la cámara. Allí ante una copa de vino, le informó de la situación de la nave, de los pertrechos embarcados y de la nueva tripulación.

- Gracias –dijo el español-. No se como podría compensaros por todos vuestros desvelos.

- En realidad –respondió Desmarais con una sonrisa traviesa- si que hay algo que podríais hacer por mí. Tengo entendido que vuestro segundo disfrutará una temporada más de la hospitalidad francesa. He estado hablando con nuestro amigo el ciudadano Viperenoir, y le he convencido de la necesidad de que un buen francés os acompañe... para vigilaros de cerca y asegurar vuestra fidelidad. Señor Bertrán de Lis... ¿me aceptaríais a bordo de vuestra nave? Os ruego que digáis que sí, no soporto por más tiempo estar varado en tierra... mi querida esposa me está volviendo loco.

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30/06/2008, 21:29
Marcel Reynaud

Fortuna y Gloria: Destino Malta (3)

El vaivén de la nave hacía erizar los cabellos de los antebrazos de Marcel. Tanto tiempo de espera, tantas tardes anodinas contemplando el ocaso del sol sobre tantos mares distintos, siempre anclado en las murallas, siempre varado en tierra, por fin ponian fin. Después de su juventud en la mar, Marcel añoraba sobremanera todas y cada una de las sensaciones que el mar le producía, y la emoción de volver a sentirlas de nuevo le ilusionaba tanto que no podía reprimir la amplia sonrisa de su semblante en ningún momento.

Se encontraba en cubierta, junto a la baranda de babor, pasando revista a la docena de infantes de marina que habían puesto a su cargo para "proteger los intereses de francia en esta nueva adquisición". - Otra estupidez más de la burocracia nacional desvirtuante de los ideales populares -

En ese momento, por la baranda de estribor, apareció el capitán del jabeque, y saludó a su homólogo francés. Marcel no pudo evitar volver la vista a ambos y contemplar con alegría el buen trato que habían adquirido entre ambos, y la oferta del capitán Desmarais de acompañarlos.

A su vez, tampoco pudo evitar mirar de reojo a Stephane, quien se encontraba en vaga formación denotando su ausencia de formación marcial, y miraba anhelante al capitán Español

- Espero que esto salga bien - pensó Marcel

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01/07/2008, 23:07
Bernardo Bertrán de Lis

Fortuna y Gloria: Destino Malta (4)

- Querido capitán –repuse-, sin duda los nuevos tripulantes franceses recibirán de mejor grado las órdenes si éstas vienen dadas por un oficial francés... por mi parte será un honor y un placer teneros abordo.

Y dicho esto volví a estrechar con fuerza la mano de Desmarais, sellando así nuestra peculiar alianza. No pude evitar sonreír al pensar que la fortuna me proporcionaba extraños compañeros de aventura.