Partida Rol por web

La Sombra del Águila

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02/06/2008, 04:55
Marion Vigeé-LeBrun

Regreso a Champagne (1)

El barco llegó a puerto, yo era una dama francesa, hija de uno de los hombres más respetados de la ciudad Champagne, de un alto nivel económico y social y por ello tenía lo que se me apetecía en cada momento.

Decían que era engreída, egocéntrica, cínica y digamos... algo estúpida.

En el barco, durante el viaje, me había hecho con más de un enemigo. No todo el mundo estaba a mi altura, no todo el mundo podía dirigirse a mí, así sin más.

Aquellos que venían en el barco eran plebeyos... ¿¡Qué pretendían!? ¿Dónde se ha visto que una dama de mi clase y porte se relacione con aquellas gentes? ¡Por Dios! No quiero ni pensarlo.

Mientras me bajaba del barco todos me miraban, no era para menos, nadie se me igualaba. Saber que era el centro de las miradas me encantaba y cuando eso ocurría, cosa que sucedía con bastante frecuencia, contoneaba aún más mi cuerpo.

Los hombres de mi padre me esperaban al pie de la escalinata. Mi padre... ¡¡Ay mi padre!! ¿Qué pretendía hacer conmigo? ¿Por qué tuvo que truncar de aquella manera mi viaje de placer? No me dio ninguna razón, lo único que hizo fue enviar por mí, exigiendo mi vuelta inmediata.

Subí al carruaje, ni siquiera saludé a los hombres, estaba molesta y cansada. Todo seguía igual, las mismas gentes, el mismo olor. Al llegar al pañacete el mayordomo me recibió con una amplia sonrisa...

-Bienvenida a casa, mademoiselle, la estábamos esperando -me dijo-. Monsieur estará feliz de teneros nuevamente en el hogar.

Lo miré, despectiva. ¿Hogar?... ¡Pero si mi padre ni siquiera sabe lo que es una familia! Soy su única hija y desde hace un tiempo parece que lo único que quiere es encontrarme un marido para que se haga cargo de mis gastos y de mí, por supuesto.

-¿Dónde está él? -pregunté puesto que no lo veía.
-Está en la biblioteca y os espera, mademoiselle.

La biblioteca, seguro que allí se pasaba el día fraguando planes y viendo quién era el mejor candidato para convertirse en su yerno. ¿Qué se cree? ¿Acaso piensa que yo me casaré con cualquiera? Se nota que no me conoce, soy capaz de seducirle con tal de hacer mi voluntad.

Hasta la biblioteca fui, las puertas estaban abiertas y entré sin anunciarme

-Padre, he llegado... ¿Por qué habéis truncado de este modo mi viaje?

Estaba furiosa y no me importaba despertar su ira, nadie tenía derecho a darme órdenes, ni siquiera él, era ya mayorcita para saber lo que quería, lo que hacía y con quién lo hacía.

-Estoy esperando una respuesta, no tengo todo el día. Debo darme un baño... mis ropas y yo misma huelo a la mugre de la plebe.

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02/06/2008, 06:19
Maurice Vigeé-LeBrun

Regreso a Champagne (2)

Mi adorado tormento había regresado... Marion estaba aquí de nuevo.

Tranquilamente abandoné la lectura que tenía comenzada y cerré el libro. Si de algo era consciente era que efectivamente hacía demasiado tiempo que se me había ido de las manos esa caprichosa malcriada.

Si en lugar de haberle dado todo lo que estaba en mis manos, le hubiese dado su buen par de azotes en el trasero cada vez que sacaba a relucir sus histéricos caprichos, quizás ahora tuviese una dama educada y sencilla. ¿Qué había logrado con mimarla desde que enviudé?... La respuesta estaba frente a mis ojos: Marion en todo su esplendor de prepotencia y absurdos antojos.

-Una lástima lo de tu olor hija -le respondí condescendiente- pero quizás sea hora que comiences a acostumbrarte...

Antes de que comenzaran sus réplicas, continué.

-Después de revisar nuestras finanzas, muy a mi pesar compruebo que estamos al borde de la quiebra. En cuestión de un par de meses me temo que estaremos obligados, incluso, a vender el palacete a algún otro noble que se interese por el.

Callé. Ya me estaba imaginando lo que vendría y esperaba que mis oídos estuvieran preparados para soportar sus molestos chillidos.

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02/06/2008, 06:38
Marion Vigeé-LeBrun

Regreso a Champagne (3)

Mi padre levantó la vista y me miró, la indiferencia con que lo hacía era indiscutible.

Dijo algo que no entendí muy bien... ¿Qué quizo decir con eso de que quizás era hora que comenzara a acostumbrarme? ¿Acostumbrarme a qué?

-¿Qué decís, padre? Me parece parece que vuestra edad os está jugando una mala broma... ¿No estaréis empezando a tener achaques seníles, verdad?

Habló de vender el palacete. ¿Cómo podía ocurrírsele semejante disparate? Definitivamente se estaba volviendo loco.

-¿Vender el castillo? ¿Pero qué estáis diciendo? ¿Habéis revisado bien esas cuentas? Será mejor que se las deis a alguien de quien me pueda fiar, vos ya no estàis en condiciones de hacer esas cosas. ¿Para ésto me habéis hecho venir?... ¡¡Por Dios que pérdida de tiempo!!

Di media vuelta y salí de la biblioteca, aún más furiosa que cuando entré, ahora mi ira no era sólo con él, sino con todos, estaba convencida que todo eso era una broma de pésimo gusto.

Me detuve a pensar por un momento...

-¿No será que mi padre quiere usar eso como pretexto para que yo me case y le deje tranquilo de una vez?... Mmmm pues si es así se la voy a poner aún más difícil que antes, aunque no voy a decir "No" siempre... ¿Quién sabe? En una de esas aparece un galán de buen porte, pero sobretodo rico y que se merezca tenerme por esposa...

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02/06/2008, 06:58
Maurice Vigeé-LeBrun

Regreso a Champagne (4)

Mi pequeña actuó exactamente como lo imaginé... ¡Qué cruz para un padre el que te salga una hija asi!

Ni me molesté en responderle, de nada me serviría hacerlo. La vi marchar con su altaneria habitual y en el fondo me dio pena. Marion no parecía tomar consciencia del negro futuro que se nos avecinaba. Ella no sabía hacer otra cosa que gastar, su despilfarro es el que nos tenía en esa situación, gastando más del dinero que ingresaba a nuestras arcas y yo ya no tenía a quién pedir prestado, le debía a casi toda Francia. Estábamos en un punto casi sin retorno, máxime cuando ella no parecía dispuesta a medirse con lo poco que nos quedaba, si seguía gastando a ese ritmo ni siquiera de un par de meses dispondríamos antes de vernos en la calle y conviviendo con esa plebe que ella tanto menosprecia.

-Tantos años de esfuerzo tirados a la basura por los caprichos de mi hija... espero que mis antepesados sepan perdonar ésta, mi debilidad.

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02/06/2008, 17:13
Marion Vigeé-LeBrun

Regreso a Champagne (5)

Mientras me aseaba me puse a hacer preguntas a la servidumbre orientadas a saber la veracidad de las palabras de mi padre, sus respuestas me dejaron boquiabierta. Era cierto, para mi desgracia todo era cierto, realmente nuestras arcas estaban a punto de expirar y todo por culpa de mi padre que no supo administrar como se debía nuestras finanzas. ¿Qué yo soy la culpable? ¡Pamplinas! Yo no soy culpable de nada, no he hecho más que disfrutar lo que me corresponde, nunca se me dijo que debía ocuparme de esas cosas, además lo mío no son los números, lo mío son los viajes, lujos y el placer.

Pero algo debía hacer, la sola idea de tener que convivir con la plebe me resultaba repulsiva y hasta me hacía perder el aliento. ¿Será que con el susto me estaban volviendo los ataques de asma? ¡Dios me libre!

**********************************************************************

Ya había desayunado, pero me quedé tumbada en la cama, era demasiado temprano para salir de ella. Observaba el techo, pensando en qué hacer y cómo... Una idea vino a mi cabeza y me incorporé, jubilosa.

-¡Sí! Él debe casarse... Tengo que encontrarle una mujer de clase noble, me da igual si es bonita o fea, lo único que importa es que tenga sus arcas llenas.

Llamé a la sirvienta para que me ayudara a vestir y de paso pregunté el lugar en que se encontraba mi padre. Cuando ya estuve lista salí, rauda, lo que tenía que comunicarle no podía esperar.

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06/06/2008, 19:46
Marion Vigeé-LeBrun

Regreso a Champagne (6)

¿Y dónde estaba él? En las caballerizas, allí se encontraba y hasta allí fui.

-Padre, debo hablar con vos -le dije sin rodeos-, estuve pensando en lo que me habéis dicho y creo... ¡No!... estoy segura que he dado con la solución... Buscaremos una mujer para vos.

Mi padre se quedó mirándome, boquiabierto y con los ojos como platos.

-No padre, no admitiré un no por respuesta -le dije antes que reaccionara-. Necesitáis una mujer a vuestro lado para que os acompañe y de vez en cuando... bueno... ya sabéis... os de una alegría al cuerpo.

Me abanicaba rápidamente, me sentía algo sofocada por la emoción, si es que así se le puede llamar.

-Lo que necesitamos es una mujer rica, una de las tantas viudas que seguro hay de algún general, si es fea o bonita es lo de menos -yo hablaba sin parar, hiperventilada-... ¡¡No podemos perder el palacete, este es nuestro hogar, aquí están nuestras raíces, vuestro pasado y mi futuro además, yo no nací para ser una plebeya, no soportaría verme denigrada de ese modo!... ¿No lo permitiréis, verdad?

Comencé a caminar de un lado a otro, moviendo mucho las manos.

-¡¡Tengo tanto por hacer!! Para empezar hay que hacer públicas en las altas esferas vuestras intenciones de contraer matrimonio, seguís siendo un hombre altamente cotizado entre mis pares, eso causará revuelo -sonreí, era cierto-. Después anunciaremos una fiesta, una gran fiesta, invitaremos a todas las viudas y casamenteras de la región... y de toda Francia si es necesario... Viudas adineradas las hay por montones y mujeres solteras con buena dote también... encontraremos a la que necesitamos, ya lo veréis... ya lo veréis.

Me dí la vuelta, sin darle tiempo a rèplica, pensando y pensndo en todo lo que tenía que hacer. Tenía que escribir una treintena de misivas y enviarlas lo antes posible y, de ser necesario, entregarlas personalmente...

-¡¡Buff!! ¡¡Ya estoy cansada sólo de pensar en todo lo que tengo que hacer!! -exclamé poco antes de encerrarme en la biblioteca.

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06/06/2008, 23:31
Maurice Vigeé-LeBrun

Regreso a Champagne (7)

Escuché a Marion armándome, una vez más, de toda la paciencia de la que podía ser capaz, porque mi niña tenía una capacidad especial para sacar de sus casillas a cualquiera.

Cuando la escuché mencionar el disparate de buscarme una esposa no pude evitar soltar una sonora carcajada, al punto que se me doblaron las piernas. Cuando el ataque de risa aminoró un poco y pude por fin incorporarme, fui a buscarla a la biblioteca. Nunca entendí por qué su madre se había empeñado en tener una, cuando todos sabían que los libros eran para los monjes, pero, en fin, debía ser genético el que las mujeres de su familia fuesen unas caprichosas extravagantes.

Y allí la encontré, dispuesta ya a escribir esas misivas...

-¡Por los clavos de Cristo! ¿A qué hora se me ocurrió que aprendiera a escribir? -pensé-. Pero vamos a ver mi niña -le dije apenas entrar-... ¿Te sentó mal el desayuno o es que te has dado un golpe en la cabeza?

Lo que era indudable era que sus ideas eran cada vez mas ridículas. Lo sentía por el pobre infeliz que acabase cargando con ella, aunque por otra parte esperaba con impaciencia el día que eso ocurriera, porque sería uno de los días más felices de mi vida.

-Por el momento creo que no me quedará más remedio que deshacerme de algunos sirvientes, cortar tu dieta y seguir viendo la forma de mejorar mis negocios para aumentar nuestros ingresos... y espero poder desposarte muy pronto, no te miento, si eso pasa todos los problemas econñomicos se verán solventados porque tus gastos, hija, son más propios de una emperatriz que de la hija de un hacendado.

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04/07/2008, 13:52
Marion Vigeé-LeBrun

Regreso a Champagne (8)

-No entiendo a qué viene tanta queja para conmigo -le dije ya bastante
molesta de oír ese discurso una y otra vez-, la administración del dinero
era vuestra responsabilidad, no la mía, si no supísteis hacer bien vuestro
trabajo no vengáis ahora a cargarme el muerto a mí.

Le dí la espalda.

-Ahora si me disculpáis -le hice un ademán para que saliera- tengo
bastantes cosas que hacer y ya no quiero perder tiempo.

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04/07/2008, 13:55
Maurice Vigeé-LeBrun

Regreso a Champagne (9)

Marion parecía empecinada en sacarme de mis casillas y seguía ahí, terca como
una mula, con esos aires suyos de superioridad, sintiéndose mejor que todo y
que todos... pobre criatura, en mala hora se me ocurrió que lo mejor sería
mantenerla a mi lado en lugar de dejarla bajo la tutela de sus tías.

-Ahora si me disculpáis tengo bastantes cosas que hacer y ya no quiero
perder tiempo.

-Irrespetuosa y odiosa -me dije.

Mi hija se mostraba muy segura de que yo una vez más iba a acceder a sus caprichitos, pero estaba muy equivocada. Controlé el imperioso deseo de castigarla y hacerla encerrar y me mostré hasta condescendiente... Marion se llevaría una sorpresa y le daría esa lección que hace tanto debí haberle dado.