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La sombra del Norte

Capítulo 6: El convoy de mercancías a Ilmaryen

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21/09/2019, 20:50
Director

Capítulo 6: El convoy de mercancías a Ilmaryen

Las órdenes del Príncipe

Turno O - 28 de Noviembre del 1.974 de la Tercera edad

Azrahil era uno de los mejores cazadores de Fornost, su puntería con el arco no tenía paragón y manejaba la lanza y la jabalina como si fuesen apéndices de sus propios brazos. El día anterior, durante la cacería que el Príncipe organizaba, aquel experimentado cazador había logrado matar a tres lobos y dos jabalíes él sólo. Toda esa carne, junto a la del resto de participantes, había ido a las despensas de la ciudad, pues el Príncipe Aranarth tenía intención de repartirla entre sus gentes más necesitadas, especialmente ahora que la guerra y el crudo invierno azotaban el país. Como vencedor de aquella competición, Azrahil se había adjudicado 80 piezas de plata, y como era costumbre en él, acudió a El Mirlo encantado para celebrarlo e invitó a propios y extraños. Menorath, que disfrutaba de una de sus noches libres, se encontraba en El Mirlo y como era buen amigo de Azrahil no dudó en compartir su celebración.

La noche fue larga, en El Mirlo se cantó una canción sobre un cazador que en busca de un jabalí se perdió siguiendo a su presa y terminó encontrando a una doncella que resultó ser la vala Nessa, quien como protectora de las criaturas del bosque decidió castigar al cazador y lo convirtió en conejo. Menorath participó en la canción y en la burla posterior que se le hizo al bueno de Azrahil imitando a un conejo y asegurando que terminaría convertido en uno. Azrahil, que estaba de muy buen humor, invitó a la última ronda.

Menorath despertó en los barracones donde los hombres del Príncipe se habían instalado ya permanentemente. Los largos años de guerra habían convertido su presencia en permanente desde mucho antes de que Menorath, o el propio príncipe, nacieran. Un puntapié en la suela de la bota fue la causa de su repentina manera de despertar. Notaba la boca pastosa y le dolía la cabeza, todavía se sentía algo mareado y sabía que le faltaban al menos tres horas más de sueño, pero la figura que se alzaba ante él le hizo cuadrarse de inmediato.

-Tú, ¿dónde está Sakâzor ? - Preguntó Lord Adûn, uno de los hombres al servicio del Rey Arvendui más importantes de Fornost. Menorath había visto a Sakâdor en El Mirlo la noche anterior, el joven cazador, que también había participado en la cacería y había logrado muy buena posición también había celebrado la victoria de Azrahil. Pero mientras todos los demás habían tratado de contener su sed, Sakâdor había bebido y celebrado más de la cuenta. La última vez que lo había visto estaba en las pocilgas del regimiento durmiendo con los cerdos.

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21/09/2019, 21:34
Menorath

Ugh —gruñió Menorath al despertar.

Todo estaba borroso, pero no tardó en reconocer la alta figura que le dirigía una mirada de desaprobación. Lord Adûn tenía la extraordinaria capacidad de sacarlo a uno de la borrachera y de la tontería. Quizá no fuese tan efectivo como para disipar la resaca, pero había conseguido que el montaraz se pusiese en pie y se cuadrase con estrépito. 

¡Buenos días, mi señor!

La vida militar no era exactamente lo suyo. Aquel saludo había sonado más rasposo de lo que había calculado, pero decidió no carraspear y no perder así el frágil y escaso porte que trataba de aparentar.

¿Sakâdor? Varios retazos de la noche anterior llegaron a su memoria a través de una espesa bruma. Gritos, música, camaradería, celebración… no había sido una mala noche. 

¿Sakâdor? —respondió—. Bueno, se diría que el muy galán terminó la noche en mejor compañía que el resto… Vaya, lo que quiero decir es que la última vez que le vi estaba como una cub… borracho en una de las pocilgas, señor.

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22/09/2019, 01:11
Director

-¿Borracho en una pocilga?- Preguntó no sin asombro Lord Adûn. Tanto que durante un breve espacio de tiempo se mostró descolocado. -¡Por la Gracia de los Valar! Ese muchacho me va a oír. - El cabreo de Lord Adûn era tan grande que casi se le pasa el motivo que le había llevado hasta allí. A Menorath le costó percatarse de ello, pues su mente estaba algo embotada, pero el hecho de que un señor tan importante como Lord Adûn se dignara a bajar a los barracones para buscar a un soldado en lugar de enviar a un subordinado a cumplir con semejante tarea era cuanto menos extraño. Debía tratarse de algo importante.

-Bien, tú ocuparas su lugar. Ve a ver a Eresgal. - Le dijo a Menorath antes de girarse tan rígido y recto como solía ser y dirigirse hacía las pocilgas para ver si daba un buen susto al pobre Sakâdor. Al parecer, cualquiera que fuese la misión que iba a caerle a aquel pobre desgraciado le acababa de tocar a él. Seguramente Sakâdor pasaría una semana limpiando letrinas o cavando fosas para preparar las defensas de la ciudad. -Y ni se te ocurra comentárselo a nadie. O acabarás en una pocilga el resto de tus días. -Añadió como si Menorath supiera a qué se estaba refiriendo. 

Eresgal era un hombre al servicio del clan Eketta, y eso era algo importante. Menorath creía, al igual que la gran mayoría, que Faramis Eketta y sus hombres se encontraban defendiendo Ilmaryen, uno de los últimos fuertes que cerraban las Quebradas del Norte al ataque angmareano. Faramis era uno de los mejores amigos del Príncipe Aranarth, lo que lo convertía en un hombre importante. Y eso por extensión, hacía que Eresgal fuese un hombre importante. Por si eso fuera poco, había capitaneado incursiones durante años y era un veterano curtido en mil batallas. Los últimos años los había pasado en la retaguardia, dirigiendo a las tropas en labores nada dignas para un hombre de su talante. A la muerte del antiguo Lord Eketta, el joven Faramis lo rescató y lo volvió a poner en el frente.

Menorath se apresuró en buscar a Eresgal, aunque le costó un poco encontrar a un hombre que se suponía que no debía estar allí sin poder preguntarle a nadie. Finalmente, se percató de un pabellón de tela sin color ni escudo alguno del que estaba seguro no haber visto el día anterior y decidió ir a preguntar allí. Efectivamente, Eresgal y alguno de los hombres del clan Eketta se encontraban en aquel pabellón, aunque ni rastro de Faramis. Habían llegado la noche anterior, mientras él celebraba el triunfo de Azrahil. Reconoció a Eresgal de inmediato, era un hombre pequeño y con rasgos propios de las gentes de Tharbad, un aire oscuro le embriagaba. Dirigió una mirada cansada hacía Menorath cuando este irrumpió en la tienda. 

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22/09/2019, 17:00
Menorath

Menorath apenas había tenido tiempo de adecentarse. Si bien era cierto que no destacaba por ser un hombre engolado, de los que cuidan su aspecto y se acicalan cada mañana, habría preferido calentar el estómago con un buen desayuno antes de correr detrás de leyendas militares.

A pesar del embotamiento, el montaraz era un hombre sorprendentemente ágil y en forma. Sus movimientos no eran en absoluto elegantes, pero era rápido y tardaba bastante en sentirse realmente exhausto. 

Cuando reconoció a Eresgal en el pabellón, se cuadró de inmediato y saludo. A su manera, por supuesto.

Eh, esto… ¡Buenos días, mi señor Eresgal! Me envía Lord Adûn. ¡A su servicio!

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23/09/2019, 19:38
Eresgal

-Ah, sois Sakâdor. - Dijo Eresgal después de que Menorath se presentara y diera explicaciones por su abrupta irrupción en el pabellón que ocupaban los hombres de Faramis. -Sí, sí, Lord Adûn me informó de que os enviaría para una misión especial que estamos preparando. Sentaos muchacho, ¿queréis algo de comer o beber? - Le dijo ofreciéndole asiento a su mesa.  

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24/09/2019, 00:39
Menorath

Menorath se sentía gratamente sorprendido por el buen talante de Eresgal. Estaba acostumbrado a los gritos, a las prisas y a los mendrugos de pan resecos para desayunar. Aquello era un cambio agradable. En otras circunstancias, habría desconfiado, pero sabía perfectamente que aquella hospitalidad se debía a que la misión que le esperaba iba a ser bastante gorda. Si no servía de nada negarse, ¿por qué no aprovecharse de un almuerzo gratis?

Pues lo cierto es que no he probado bocado desde que me levanté del jergón. Si pudiese disfrutar de un buen té y pan con mantequilla y miel, se lo agradecería enormemente.

A pesar de su amor al desayuno, el montaraz no era precisamente un hombre de modales exquisitos. Era un hombre de campo y echaba de menos caminar por los montes. Sé preguntó qué estaría haciendo Dîn por ahí. Cazando ratones, probablemente, pensó. Echaba de menos a aquel pajarraco, pero no quería que sufriese su mismo destino. Sí él aceptaba encerrarse en aquella fortaleza era únicamente porque necesitaba el dinero.

¿Y de qué va el trabajito? Lord Adûn no llegó a decírmelo entre grito y grito.

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26/09/2019, 17:58
Eresgal

Eresgal echó a reír tras la petición de Menorath, miró al resto de hombres que estaban pendientes de la conversación y estos también se echaron a reír. El momento se alargó hasta que Eresgal vio que el joven se sentía incómodo con la situación. 

-Miel. -repitió aguantando un nuevo ataque de risa. -Muy bueno, Sakâdor, realmente esa es muy buena. Podemos darte el té, y la rebanada de pan con mantequilla, si es que a eso se le puede llamar mantequilla... Pero me temo que no hemos tenido tiempo de saquear las despensas del Rey.

A pesar de las burlas, Eresgal hizo un gesto para que le trajeran a Menorath lo que había solicitado y poco tiempo después pusieron delante suya una bandeja con un té y una rebanada de pan untada de una sustancia blanquecina que parecía mantequilla rebajada con agua y tenía un sabor extraño que no pudo identificar. Después de que pudiera darle un sorbo al té, que por lo menos estaba caliente, Eresgal comenzó las explicaciones.

-Estamos aquí por orden de mi señor Faramis Eketta. Él todavía permanece en Ilmaryen, defendiendo la ciudad. Pero nos ha pedido que escoltemos a una dama y su compañía hasta allí. La dama, que es su prometida, permanece en la mansión de la abuela de Lord Faramis. -Menorath notó como Eresgal arrugaba la nariz al mencionar a la baronesa Eketta, quien tenía fama de ser una mujer muy desagradable. -El plan ha sido orquestado por el propio Faramis y el Príncipe Aranarth. - Era sabido por todos que la amistad entre ambos era grande, por lo que no resultaba extraño que el Príncipe planeara algo así. -La baronesa no sabe nada, y debe seguir sin saberlo si no queremos que utilice su influencia en la cuidad para detenernos. Al parecer tiene a la pobre muchacha siendo más prisionera que invitada en la mansión y el Príncipe conspiró con Faramis para sacarla de allí. Y ese es nuestro papel. A medianoche partiremos de la ciudad protegidos por la noche. La tapadera es formar parte de la protección de un convoy de suministros que el Príncipe envía hacía Ilmaryen. ¿Alguna duda?

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27/09/2019, 13:32
Director
Sólo para el director

Capítulo 6: El convoy de mercancías a Ilmaryen

Una partida sigilosa

Turno 1 - 29 de Noviembre del 1.974 de la Tercera edad

A medianoche partieron en silencio hacía la puerta Oeste como les había indicado el Príncipe Aranarth, habían conseguido burlar al servicio de la baronesa Eketta y salir sin que les detectaran. En los establos se permitieron un poco más de ruido para montar sus pertenencias sobre el carro y dirigir las mulas hacía el exterior, aunque nadie pronunció palabra para evitar dar la voz de alarma. Abandonaron la mansión y salieron a la calle principal, desde donde pudieron dirigirse a la puerta indicada por el Príncipe todavía en silencio.

Allí les esperaba una partida acompañada de varios hombres del Príncipe, un grupo de exploradores de élite conocedores de los montes y los alrededores de Fornost que se hacían llamar montaraces, aunque más bien eran una especie de guardabosques del monte. Precisamente, guardamontes era como los llamaban en Fornost.* Junto a éstos, se encontraba la caravana de mercancías y suministros que el Príncipe Aranarth había preparado para ser llevados hasta Ilmaryen. En total había 25 mulas para igual número de carros, al que se sumaba el del grupo, junto a los 40 guardamontes a caballo que les servirían como protección.

Dimrod preguntó por Eresgal, el hombre de confianza del Príncipe. Un hombre pequeño y con rasgos propios de las gentes de Tharbad al que acompañaba un aire oscuro se presentó como tal y les dio la bienvenida. Eresgal era el capitán de aquellos hombres, quienes parecían estar dispuestos a seguirle hasta el corazón del mismo Angmar si se daba la ocasión. Sin tiempo que perder, Eresgal dio la orden al grupo para que emprendieran la marcha, cruzaran la puerta oeste y avanzaran por el camino recto que de allí nacía hasta dejar la ciudad de Fornost a sus espaldas.

Notas de juego

*Son una especie de antecedente de los Montaraces del Norte que surgirían más adelante.

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27/09/2019, 15:21
Menorath

Menorath, acostumbrado a la carne seca y bayas o a intentar chamuscar lo que cazaba, devoró el festín como si no hubiese comido en una semana. 

Gracias —musitó entre sorbo y sorbo.

Cuando terminó, mientras escuchaba atentamente los pormenores de la misión, se limpió las migas de su barba con el dorso de la mano y asintió.

Sacar a escondidas a la prometida de lord Faramis para que la bruja de su abuela no se entere. Bien. 

Normalmente habría protestado. La misión apestaba a que, de salir mal, sería uno de los que pagarían el pato —aunque tampoco sería la primera vez que le tocaría dormir en el calabozo—. Por no hablar de los peligros que entrañaba acercarse a Ilmaryen. No obstante, todo el trabajillo implicaba alejarse de aquella aburrida fortaleza y podría reencontrarse con Dîn.

Por supuesto, le parecía extraño que enviasen a la muchacha hasta un lugar tan peligroso. En Fornost estaba protegida. Vigilada por la bruja de la baronesa, pero segura al fin y al cabo. Pero no iba a ser él el que cuestionase su única oportunidad de salir de aquel antro.

¿Qué debería preparar para la misión?

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27/09/2019, 17:34
Eresgal

-Y proteger los suministros durante el viaje. -Dijo Eresgal alzando un dedo al techo del pabellón. -Por lo que a mí respecta, esa es una prioridad más importante. Nuestros compañeros de Ilmaryen necesitan estar bien aprovisionados. 

Al ver que Menorath asentía, entendiendo todo lo que se pedía de él para aquella misión, volvió a referirse a él por el nombre que creía que tenía. Esta vez le miró como si sus ojos pudieran atravesar su cuerpo, aún a pesar de hacerlo tras aquellas pobladas cejas negras. 

-Sakâdor, una cosa más. Estaréis encargado de ir junto a la dama y su escolta personal, atenderéis cualquier necesidad que tengan o resolveréis sus dudas haciendo de enlace con nosotros. Faramis quiere que llegue sana y salva, pero también quiere información del grupo con el que va. Si son de fiar o no. Ya sabéis. Lord Adûn me dijo que eráis tan buen explorador como discreto, cumplid con esto y Faramis os recompensará. En nuestro grupo hay una vacante. -Los montaraces del clan Eketta eran una unidad que Menorath conocía, y aunque no gozaban del prestigio de otras unidades de Fornost, eran el lugar adecuado para alguien inquieto como él. 

-Llevad ropa de abrigo, se avecinan tormentas. Y todo lo que consideréis necesario para un viaje de 8 días. Nosotros llevaremos provisiones de sobra para el grupo, pero nunca se saben los designios del destino. Yo siempre llevo algunas provisiones extra por lo que pueda ocurrir. Acudid a la puerta Oeste antes de la medianoche, sed puntual y guardad absoluta discreción. 

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27/09/2019, 17:59
Director

Capítulo 6: El convoy de mercancías a Ilmaryen

Una partida sigilosa

Turno 1 - 29 de Noviembre del 1.974 de la Tercera edad

A medianoche partieron en silencio hacía la puerta Oeste como les había indicado el Príncipe Aranarth, habían conseguido burlar al servicio de la baronesa Eketta y salir sin que les detectaran. En los establos se permitieron un poco más de ruido para montar sus pertenencias sobre el carro y dirigir las mulas hacía el exterior, aunque nadie pronunció palabra para evitar dar la voz de alarma. Abandonaron la mansión y salieron a la calle principal, desde donde pudieron dirigirse a la puerta indicada por el Príncipe todavía en silencio.

Allí les esperaba una partida acompañada de varios hombres del Príncipe, un grupo de exploradores de élite conocedores de los montes y los alrededores de Fornost que se hacían llamar montaraces, aunque más bien eran una especie de guardabosques del monte. Precisamente, guardamontes era como los llamaban en Fornost.* Junto a éstos, se encontraba la caravana de mercancías y suministros que el Príncipe Aranarth había preparado para ser llevados hasta Ilmaryen. En total había 25 mulas para igual número de carros, al que se sumaba el del grupo, junto a los 40 guardamontes a caballo que les servirían como protección.

Dimrod preguntó por Eresgal, el hombre de confianza del Príncipe. Un hombre pequeño y con rasgos propios de las gentes de Tharbad al que acompañaba un aire oscuro se presentó como tal y les dio la bienvenida. Eresgal era el capitán de aquellos hombres, quienes parecían estar dispuestos a seguirle hasta el corazón del mismo Angmar si se daba la ocasión. Sin tiempo que perder, Eresgal dio la orden al grupo para que emprendieran la marcha, cruzaran la puerta oeste y avanzaran por el camino recto que de allí nacía hasta dejar la ciudad de Fornost a sus espaldas.

Notas de juego

*Son una especie de antecedente de los Montaraces del Norte que surgirían más adelante. 

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28/09/2019, 20:26
Menorath

Uno de los guardamontes se separó del grupo para acercarse a Dimrod y al resto de la escolta de lady Melyanna. Tenía una nariz ganchuda se alzaba entre el espesor de una barba castaña y mal recortada. Sus ojos, ensombrecidos por la capucha que cubría su capucha, parecían perdidos en algún punto impreciso del horizonte hasta que se posaron en los de la joven dama.

Hola, esto… Milady. Yo seré vuestro guía. Y también haré de enlace con el resto de los hombres de Eresgal. Estás tierras son endemoniadas, pero si sabes moverte por ellas siempre se es capaz de llegar a buen puerto. Podéis llamarme Menorath.

El guardamontes se arrebujó bajo su capa de viaje verde. Aunque parecía más un cazador inexperto que un hombre de armas, el resto no pudo evitar percatarse de que iba bien pertrechado. A su espalda colgaba un arco con su carcaj, y en el cinto llevaba una nada desdeñable espada bastarda.

¡Oh! Esto… Encantado, supongo —dijo, inclinando torpemente la cabeza en un gesto que, con mucha imaginación, podría llegar a interpretarse como un intento de reverencia.

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29/09/2019, 12:07
Aeth Umbradacil

La escapada de la mansión de la baronesa resultó más sencilla de lo que habían previsto. Nadie habló mucho, con el recuerdo aún fresco del funeral y la necesidad de salir discretamente, pero no podían lamentarse eternamente. El dorwinrim había traído consigo un par de sacos de tela que habían llegado del mercado de la ciudad aquella misma tarde. No había hablado sobre ellos hasta ese momento, pero entonces los abrió revelando una docena de capas largas con capucha, todas teñidas de un color oscuro, y unas pocas de menor tamaño que el resto.

- A ver, idiotas, se supone que a partir de ahora vamos a pasar desapercibidos, y eso no podemos hacerlo si destacamos tanto entre estos "guardacolinas" de turno. - No era para menos, algunos iban exhibiendo visiblemente sus armaduras, y las ropas de la dama pelirroja destacaban por si solas, por no hablar de su melena. - Aquí tenéis, una para cada uno. Y un par de linternas para movernos de noche, cogedlas ¿o pretendéis que gaste mi única mano buena sujetando una luz? - Las mas cortas fueron para los enanos, y para la mediana. También había para Dimrod y Eoden, y por supuesto, Melyanna, aunque sobraba una que todos se dieron cuenta que debería haber recibido la elfa. Sin saber que hacer con ella, Aeth se la cedió a la dama - haga con ella lo que quiera, a mi solo me ocuparía espacio. -

Notas de juego

A repartir:

- 1 capa con +5 a acechar/esconderse para cada uno.
- 2 linternas, cada una con aceite suficiente para 48h de luz.

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30/09/2019, 09:49
Aular Robleviejo

Por fin, otra vez fuera. Lejos de las piedras, entre los bosques. Inspiré fuertemente por la nariz para sentir el aroma de las hojas verdes, las secas, escuchar los graznidos, los animales reptantes, los cascos de los caballos. Me infundió alegría, no me daba cuenta cuanto lo echaba de menos. Hubiese sonreído si no estuviera tan reciente la pérdida de nuestra compañera, no era el momento.

Tras la presentación del llamado Menorath seguimos el camino. Aular se sorprendió de la actitud del dorwinrim, aunque había añadido su incordiante tono de voz, no es menos verdad que nos estaba dando algo a cada uno. —Gracias —respondió el hombre del bosque. Aular no pensaba que se refiriera a él cuando decía que destacara, pero aun así se puso por encima la capa.

Notas de juego

Me he añadido al equipo lo que nos han dado, faltaría actualizar peso y coste

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30/09/2019, 11:49
Gramj Haïa

Gramj se encontraba desubicado, cuando le dieron la capa, y no le prestó atención alguna, cuando dijeron de las linternas. Estaba demasiado ocupado recolocándolo todo. De acuerdo que tenía poco más que su mochila, saco, armadura y escudo, por no hablar de su martillo, pero parecía que precisamente eso es lo que querían disimular, el escudo y la coraza. Y además protestó:

-Soy un guerrero. Es normal que tenga escudo. Sonaba ofendido, e incluso dio dos palmetazos sobre la superficie de su equipo protector de mano, mientras hablaba. Aún así, intentó no levantar la voz. Aún pensaba que la vieja bruja podía amargarles el día. Además, estaba seguro que se enfadaría, al menos cara a la galería, al habernos "escapado" sin despedirnos. Aunque imaginaba, que por dentro, estaría contenta de perdernos de vista y tener otra vez su casa libre de "parásitos" (al menos para sus ojos).

Notas de juego

Mira lo bueno. Ahora se parecerá más al del avatar.

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30/09/2019, 20:56
Melyanna Forestel

-Es un placer. -Le contestó la dama con buenos modales al hombre que se les acababa de presentar, parecía que las lecciones de la baronesa Eketta habían servido para refinar su carácter. O a lo mejor era simplemente que abandonar aquella lujosa prisión le había mejorado ligeramente el ánimo. -Mi nombre es Melyanna. Este es Dimrod, el capitán de la guardia de mi padre y el líder de mi escolta aquí presente. -Melyanna fue nombrándoles uno a uno hasta terminar en Matha. -Y por supuesto, mi buena amiga Matha. Una cocinera formidable y una estupenda amiga. -Matha inspeccionó al guardamontes y arrugó la nariz como si algo en él le desagradara.

Después de que Melyanna presentara al grupo, Aeth se acercó a ellos con una gran cantidad de capas y un par de linternas. Dio una capa a cada uno excepto a Melyanna, que recibió la que le correspondía y una extra que hubiera sido para Yulma. La dama se puso su capa y después se dirigió al recién llegado.

-Señor Menorath, recientemente nuestra compañía perdió un miembro. -Dijo mirando la capa extra que le había dado Aeth con cierta tristeza. -Ya que va a caminar con nosotros, ¿le gustaría aceptar este obsequio de parte del buen Aeth?

Notas de juego

Si la capa la lleváis puesta no hace falta apuntar el peso, en cuanto a las linternas son dos. Ya que Aeth ha cogido una, la otra la puede llevar Eoden para que nadie más tenga que llevar peso extra. El coste no es necesario, ya que es un regalo de Aeth. El peso de las linternas con el aceite es de 2Kg.

Os actualizo la ficha a todos incluyendo el +5 en acechar/esconderse de las capas.

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30/09/2019, 22:01
Aeth Umbradacil

- ¿Obsequio? - gruñó la voz de un falsamente sorprendido Aeth. - Creo que me habéis confundido con algún samaritano, señora. Cuando todo esto termine, estas capas seguirán valiendo 14 piezas de plata. Ya me encargaré de cobrármelas; claro, si hemos salido vivos de esta. -

No pudo evitar soltar una risotada. En mitad de una guerra, yendo adonde se dirigían, el final parecía muy lejano y cubierto de sangre. Ya casi no se preguntaba porqué continuaba acompañando a aquél grupo hacia peligros aún mayores; tal vez nunca se había tomado en serio lo de escapar de aquellas tierras. Tras los años que llevaba allí, volver a ver su tierra natal no sería lo mismo; más aún ahora que lo habían mutilado. Ya solo le quedaba tomar el camino que el azar había tendido ante él, y ver adonde lo llevaba.

Notas de juego

La segunda linterna también está a repartir. Como he dicho solo tengo un brazo, y si lo gasto en llevarla me convertiré en un bonito muñeco de entrenamiento para recibir golpes.

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01/10/2019, 03:01
"Aceroamargo"

Ya estaban fuera de la asfixiante ciudad. Yulma, Brazoafilado, habían dejado su vida en ella, eso etiquetaría a aquel lugar como uno de los mas aciagos emplazamiento en la mente del soldado. Por supuesto que había vivido otras muertes antes, pero aquellas pesaban en su propio alma. Si no hubiera ido de caza, si hubiese estado con la elfa, si su instinto le hubiese empujado a adelantarse al asesino, hubiera podido evitar el asesinato de sus amigos.

La baronesa no había ayudado en nada a dibujar Fornost como la ciudad amigable y esplendida que era. Tampoco la guerra que se cernía sobre todos, ni siquiera el maldito invierno. No, Aceroamargo no recordaría Norburgo como la imponente capital del reino de Arthedain.

Ya en la nieve, a las afueras, fueron conscientes de que dejaban atrás la protección de la ciudad, y que ante ellos se abria una basta estepa blanquecina. Carros, mulas, provisiones... Todo estaba listo para partir. Ante ellos se presentaron los guardamontes de Eresgal, fieles al príncipe y dispuestos a proteger la caravana durante aquella parte del viaje.

- Un placer Menorath - se limito a decir cuando Melyanna lo presento. Después, Aeth repartió capas a todos. No sabia de donde habían salido, y tampoco pregunto demasiado. El gondoriano solía llevar una capa rojiza, ajada y sucia no dudo en aceptar el presente. Se deshizo de la andrajosa manta que llevaba, y se ajusto la nueva sobre la armadura. Era de buena hechura, y de tacto suave, de calidad. Sin embargo guardo la vieja capa, sobre todo ante la declaración de dorwidian de que aquello no era mas que un préstamo, y que tenia intención de recuperarlas. Estaba en su derecho.

Ya en marcha, bien escoltados por los guardamontes, el grupo se sentía seguro. La animosidad de la dama, trasmitía un poco de esperanza. Aceroamargo avanzaba cerca de ella, en silencio, optimista y a la vez desconfiado. - ¿Cuánto durara esto? - se preguntaba para si. Cuando tuvo ocasión, se puso a la altura de la hobbit, y bromeando se intereso, dicretamente, por su opinión de Menorath.

- Dime Matha, que te parece nuestro nuevo amigo? - le dijo sin elevar demasiado la voz - No parecías muy contenta cuando nos lo presentaron - le había visto la mueca - ¿tan mal huele? - guiño un ojo a la mediana, mientras pronunciaba aquella pregunta bajando el tono para que no le escuchase mucha gente.

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01/10/2019, 21:53
Matha Pieldegamo

-¡Uhm! - Matha soltó un gruñido como respuesta a la pregunta de Aceroamargo, como si fuera obvio. -¿No veis que pintas lleva? Alguien tan desarrapado no puede ser de fiar.

La mediana miró de reojo a Menorath, tendría que tenerlo bien vigilado si iba a pasar los próximos días tan cerca de la dama Melyanna y del grupo.

-Espero que traigan su propio puchero, no pienso cocinar para esos zarrapastrosos.

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03/10/2019, 13:24
Eresgal

Abandonaron la protección de los gruesos y altos muros de la ciudad siguiendo el camino que llegaba a la Puerta Oeste hasta llegar a una pequeña encrucijada desde la que tomaron el camino que se dirigía a Ilmaryen. Nuevamente, la compañía se encontraba siguiendo la lenta procesión de una caravana de carretas, aunque en esta ocasión no era tan numerosa y parecía mejor protegida, al menos en número, considerablemente mayor al de la escolta de la caravana de Elacar Brazoafilado.

El hombre al cargo de aquella caravana era Eresgal, un hombre baja estatura y rostro sombrío. Marchaba serio en la vanguardia del grupo y apenas les había dirigido la palabra hasta entonces, salvo por la escueta bienvenida que les dedicó al llegar. Tenía unas profundas ojeras marcadas bajo los ojos y los párpados le caían como si estuviesen demasiado fatigados para permanecer abiertos.

-No avanzaremos mucho más por hoy. Aprovechad para descansar y protegeros bien del frío, se espera que en los próximos días el invierno se recrudezca. -Dijo el veterano soldado que guiaba aquella caravana, líder de los guardamontes.

La caravana montó un improvisado campamento en una ladera que se alzaba junto al camino. Un pequeño conjunto de árboles les serviría como parapeto frente a las miradas extrañas y el viento frío que llevaba soplando toda la noche. Eresgal ordenó a sus hombres como proteger la caravana y asignó los turnos para las guardias entre diez de sus guardamontes, el resto podría aprovechar para descansar.