Partida Rol por web

" !Buen día señor Lothar! Necesito hablar con el señor Giovanni de manera privada acerca de los restos y documentos de Lord Sforza, mi marido y al parecer socio del señor, razón por la que he venido a la reunión hasta aquí a pesar de mi reciente estado de luto, le agradeceré su ayuda "

Dijo la duquesa María Borgia tras acercarse al mayordomo con tono ligeramente autoritario pero educado, esperando hacer valer su nobleza y el sentido común que encerraban las palabras de su petición después de haber concedido ya varias veces de camino; después de haberse guardado sus comentarios al conocer los terrenos, el castillo y su interior

En medio de la barahúnda de invitados, fray Giuliano contempló la rudeza de sir Lothar, el mayordomo del señor de la fortaleza. El fraile bajo la cabeza apesadumbrado: siempre la misma historia. La desigualdad entre pueblo y aristocracia era la misma allá dónde mirases, ya fuese en su Italia natal como en ese rincón apartado en medio de ninguna parte. ¿Es eso en lo que quieres convertirte..?, clamó la voz de su conciencia, ¿quieres dejar atrás tú sotana cubierta de polvo para cubrirte con guantes de seda cubiertos de sangre...?

El monje sienés siguió a la comitiva cuando el resto de invitados salieron en pos del mayordomo, pero al pasar frente al ensagrentado cochero se detuvo un instante.

— Nos ha tocado vivir en un mundo de desigualdad, hijo —le murmuró, ofreciéndole un deshilachado para que se limpiara el labio partido—. Ten Fe, hijo, pues allá en el Reino de los Cielos todos tenemos cabida a la mesa del Señor. Y no hay ninguna silla más alta que otra...

Fray Giuliano prosiguió con su marcha, camino de esa cena a la que había sido invitado, mientras sus propias palabras resonaban en su mente vacías y sin sentido. ¿De verdad es eso lo que crees, fraile...?

Después de agarrar mi espada y calzarla en su funda a mi cinturón, vuelvo al pasillo con paso apresurado, no sin antes lanzarle un vistazo tentador al escudo que llevaba en el baúl, para luego decidir que ya demasiado estaba empujando mi suerte al llevar un arma.

Volví al pasillo justo a tiempo para escuchar una voz familiar que decía "llegáis pronto", seguida por un golpe seco. Cuando llego, paso por al lado del cochero que estaba afuera, con el labio partido, y Lothar abriéndonos la puerta. Entro al último y miro a mi alrededor, esperando en cualquier momento encontrar al conde Giovanni, aunque, por lo visto, tampoco estaba ahí. ¿Es que tendriamos que irlo a buscar a su dormitorio para que nos reciba?

Desde que había comenzado a ver las inmediaciones del castillo Guiovanni hasta ahora, había permanecido en total silencio, observando todo lo que ocurría a su alrededor. Había tomado al asalto más de una fortaleza en diversas campañas, en alguna ocasión liderando él mismo a algunos soldados que asaltaban y también para su desgracia había defendido algunas fortificaciones. Tenía ojo profesional para esas cosas, no le costaba identificar las buenas defensas y las malas. En su examen preliminar, pudo determinar sin demasiado problema que aquella fortaleza era fiable y que sin duda había recibido ataques en el pasado. No obstante dada la buena construcción de esta.

Se bajó rápido, igual que se había subido. Ya era suficiente traqueteo por ese día. Ya había estado demasiado tiempo entre lujos de señores, ahora le tocaba volver a la realidad. Estaba allí por un trabajo y debía trabajar. Nada más bajar, se dispuso presto a tomar todos sus pertrechos de guerra. Había ido bien equipado y no quería perder nada, todas aquellas armas y utensilios le eran totalmente necesarios, para ganarse el pan.

No hizo mucho caso a la escena entre Roderigo y Lothar, no era de su incumbencia la forma que tenían los vasallos del señor Guiovanni de comportarse entre ellos o de administrar justicia. Su tarea era otra, su encargo era diferente, él era un hombre de armas y había viajado hasta tan lejos en busca de un contrato que cumplir. Silencioso como estaba siendo, esperó a que le invitaran a ir hacia algún lugar concreto en el interior del castillo junto al grupo con el que viajaba.

Sigo caminando y me mantengo callado no me interesaba las cosas banales ni mucho las conversaciones sociales con el grupo varia pinto,lo que yo mas quería hacer en estos momentos era robarle al poderoso Señor Guivanni.

Esperaba que pronto llegásemos a la mesa y nos ubicaran quería terminar este viaje lo mas rapido posible para escabullirme por el castillo y sacarme el premio gordo,de seguro que este Guivanni poseía grandes tesoros que me posibilitarían vivir hasta ser viejo sin necesidad de volver a robar en mi vida.

Lo demás no me interesaba,solo me importaba el premio para mí,el fin justifica los medios y si me debía comer este viaje para obtenerlo así lo haría pero nadie dijo nada que tuviese que relacionarme con los demás o que si o si conversase con ellos ¿no?.

Al fin y al cabo la gran mayoría de mi vida adulta lo hacía manteniendo distancias con todas las personas a menos que me fueran necesarias para un trabajo.

Ingresas con tu espada, realmente no parece que haya problema con eso. Es más al ser un arma visible, nadie por el momento te pone problema. Sin embargo por alguna razón te sientes observado, y no sabes porqué pues no ves a nadie.

No sabes mucho de  muebles, pero tu amo algo te dijo sobre ello, te habló del estilo italiano... realmente muebles muy finos, mucho dinero...

Los muebles los reconoces fácilmente, a pesar de no tener mucho estudio sabes cuando un mueble tiene un estilo italiano fino y muy caro.

Los muebles los reconoces fácilmente, a pesar de no tener mucho estudio sabes cuando un mueble tiene un estilo italiano fino y muy caro.

Los muebles los reconoces fácilmente, y es que si no los reconocieras sería un asunto ilógico teniendo en cuenta tu origen,  a sabes cuando un mueble tiene un estilo italiano fino y muy caro, si, estos muebles son de la tierra donde te criaste.

Los muebles tienen un estilo italiano fino y muy caro, realmente solo uno de esos muebles podría pagarte un año de alimentación y gustos ....

Los muebles tienen un estilo italiano fino y muy caro, realmente solo uno de esos muebles podría pagarte un año de alimentación y gustos si no llevaras un  voto de pobreza, realmente este hombre parece no tener ninguna característica humilde.

En cuanto a tu comentario al criado, notas que Roderigo te manda una mirada de total agradecimiento, fuiste el único que dijo algo a su favor y los demás no hicieron nada por parar  esa muestra de violencia, algo te dice que ese humilde hombre no olvidará tus palabras de aliento.

Sin embargo al que no pareció gustarle la referencia fue a Lothar que si bien no te dice nada sientes su mirada clavándose en ti.

Mi señora- dice saludandola con el decoro de siempre- mi señor espera conversar con usted ciertamente, en la fiesta seguramente toquen el tema, sé que para usted es muy importante, espero que su repuesta le sea conveniente.

Dice el hombre mientras parece mirar como se aleja Roderigo y es en el momento que se cierra la gruesa puerta.

El soldado al lado de Lothar permanece firme y es en el instante que Lothar comenta. Bienvenidos a la mansión Giovanni, todavía estamos haciendo los preparativos  por favor  esperen acá un momento.

La tensión una vez se va es evidente, solo quedan ustedes, el lugar es pequeño, y las puertas gruesas,  estan practicamente encerrados. Por las ventanas se pueden ver unos guardias con balletas es un balcon superior.

Es incomodo... se miran los unos a los otros, y el aire se torna un poco más pesado.

Lothar regresa luego de cinco minutos (que parecieron el doble) a donde estan con una gran y exagerada sonrisa.

"Venid conmigo, os presentaré a vuestros anfitriones"

Lothar abre ante ustedes una gran puerta con arreglos dorados, y mientras ello pueden escuchar una muy agradable melodía en su interior.

Cuando se abre la puerta se puede ver un salón enorme. En el centro hay una mesa del más fino roble proporcional a su grandeza, larga por si misma y  en torno de ella hay trece personas sentadas, al lado de cada uno de ellos hay una silla vacía.

Son un extraño grupo de hombres y mujeres, algunos más atractivos que otros, algunos mejor vestidos que otros, y algunos que evidentemente parecen extranjeros.

Un hombre elegante y pálido permanece en la punta principal de la mesa. Hay cinco criados parados de manera recta  hacia la pared y  un grupo de músicos que tocan en una esquina.

Lothar entonces pasa al frente de ustedes con orgullo y con un tono elegante dice a todos en voz alta.

"Señor Giovanni, señores, damas, os presento con gran orgullo el fruto de mi larga busqueda, !He aquí trece de los más puros ejemplares de estas tierras!"

El hombre en la cabecera de la mesa se levanta:

Queridos amigos, soy Claudius Giovanni, !Bienvenidos a la bella casa Giovanni!, Sois mis invitados y mientras esteis aquí mi casa es la vuestra !Venid!, !Venid! y unios a Nosotros!!"

       " Muchas gracias por su amabilidad señor Lothar, me imagino que ha reprendido al cochero Roderigo debido a su desarrollo mostrada conmigo al impedirme traer a mis guardia y Criada personales, no tendré inconveniente si los manda traer de la posada en el camino; buscar la oportunidad para conversar con el señor acerca de la razón para estar aquí y me disculpare para no partici[par en la fiesta por respto a mi reciente estado de viudez, por cierto podría decirme de que ciudad italiana proviene el señor Giovanni? "

             Le dijo la viuda Sforza a Lothar con tono autoritario pero cortés y espero estrechando en su regazo la Paloma que llevaba mientras que esperaba como los demás impacientemente, aunque trató de no demostrarlo antes de ver al señor de esas tierras y cuando miró toda la escena que les esperaba se extrañó cuando Lothar les presento como especímenes. Haciendo un breve respingo antes de escuchar atenta a su anfitrión, a quien hizo una ligera reverencia como un saludo cuando cruzó la mirada con el , pero sin achicarse en lo mínimo dice:

            "Señor Giovanni le agradezco a usted y sus mercedes mucho su ... invitación, sin embargo debido a mi reciente estado de viudez he venido hasta aquí solo para agradecerle en persona, solicitar los restos y documentos de mi difunto marido y pedirle me perdone no asistir en esta ocasión a su fiesta porque no me encuentro con el ánimo para participar y no me parece apropiado faltar a mi luto, ni al honor de mi difunto señor Sforza "   

Finalmente, y tras experimentar una curiosa sensación de rapto, como si estuviera accediendo a la boca del lobo por voluntad propia, somos trasladados hasta la Sala en la que parece que tendrá lugar el banquete y en el que no se me escapa que ya hay trece invitados, exactamente el mismo número de personas que el grupo que nosotros formamos y que, por todavía más curioso motivo, cada uno de esos invitados tiene un lugar vacío a su lado... Sin duda para que los ocupemos nosotros...

Ojeo, disimuladamente, al grupo de individuos ya congregados, husmeando alguna reacción visible ante nuestra llegada...

...os presento con gran orgullo el fruto de mi larga busqueda, !He aquí trece de los más puros ejemplares de estas tierras!

Lothar nos exhibe, pues, como una orgullosa verdulera vocifera acerca de su género en el mercado... o mejor aún, igual que un ganadero muestra a sus reses listas para entrar al matadero... o como contaban las historias que los marchantes de esclavos relataban las virtudes de su mercancía a todo aquel que los quisiera oír...

Eso somos, pues??? Ganado??? Qué tipo de cena es esta a la que hemos sido invitados que se nos trata como galeotes y somos presentados como un trofeo del que conviene disfrutar...

Queridos amigos, soy Claudius Giovanni, !Bienvenidos a la bella casa Giovanni!, Sois mis invitados y mientras esteis aquí mi casa es la vuestra !Venid!, !Venid! y unios a Nosotros!

A pesar del aparentemente afectuoso recibimiento del que resulta ser nuestro anfitrión, no puedo evitar mirar por todos lados, sintiéndome como una rata acorralada en histérica búsqueda de algún lugar por el que escapar mientras la Duquesa que nos acompaña parece no darse cuenta del trágico destino que pronostico.

Entro cojeando en la estancia, intentando poner mi cara mas neutral. Echo un vistazo a las 13 personas , una a una, y finalmente a Giovanni, el anfitrion. Espero que hablen primero la Duquesa y Mariana, debido a su rango y a continuacion hablo yo. Intento sonreir, mas dada la situacion es un gesto que parece que se niega a salirme.

-Gracios por la Bienvenida, Señor Giovanni...Digame: ¿donde deberia sentarme?-Excruto a mi anfitrion intentando no caer en la ya casi mania de fruncir el entrecejo, ya que si sigo asi voy a parecer anciano antes de tiempo