Partida Rol por web

Ante la aparicion de la oveja me quedo perplejo, tras ver el hacha y escuchar el ofrecimiento del señor Giovanni no puedo reaccionar... Que rayos estaba pasando alli?? Una mano en mi hombre me hace sobresaltar, hasta que me doy cuenta de que es la de Milena. Ella no queria estar alli para el degollamiento, y pedia mi compañia para excusarse de la mesa.

Todavia entendiendo el orden de los acontecimientos no logro reaccionar a tiempo a la peticion de la dama, ya que Don Diego se levanta y acepta la propuesta del señor Giovanni intentando no sin dificultades complacer sus deseos. Me levanto de mi silla y Giro el rostro de Milena justo a tiempo para evitarle aquel grotesco espectaculo. La sangre del animal baña las ropas del caballero, y comienza a escurrirse por el suelo de la estancia. La actitud de nuestro anfitrion vuelve a ser tan extraña como siempre al darle de beber a Don Diego la sangre del animal.

-Señor Giovanni, demas invitados... sepan disculpar pero acompañare a la señorita Kozlov a tomar un poco de aire.

La verdad es que le estaba agradecido a Milena por darme una excusa para salir de alli, la situacion se estaba volviendo como poco extraña y aquel ultimo espectaculo con la oveja terminaba de superar todas mis expectativas. Tomando el brazo de la mujer y saludando al resto con una inclinacion de cabeza, lleve a Milena en direccion a algun balcon con salida al exterior que hubiera visto cuando todos nos separamos al comienzo de la velada. No le di importancia a los sirvientes que traian unas cajas de madera a la mesa ni a las miradas de los demas, simplemente camine...

¿Que clase de macabro juego es este?- piensa, incrédulo al ver como el señor Giovanni llena la copa con la sangre de la recién oveja muerta y me la tiende para beber. 

Cita:

No entendía absolutamente nada de lo que pasa. Esto era una casa de locos. Con un gesto de mi mano, aparto la copa que me ofrece Giovanni- lo siento, mi buen señor, pero no es algo que me... apetezca ahora. Si me permitís iré a mi habitación a cambiarme de ropa. Si me disculpáis...

Una ligera inclinación de cabeza y me doy la vuelta, listo para buscar mi habitación para cambiarme.

Primer golpe.

Suena contra madera, clarísimamente quien esté empuñando el hacha no lo hace demasiado bien, o está demasiado nerviosos para acertar.

Me niego a mirar, no podría soportar la visión de más sangre ante mis ojos.

Segundo golpe.

Casi consigo escuchar el balido de la oveja, parece que esta vez si ha dado en ella, aunque...

Sigo sin mirar, mis manos se cierran más fuertemente una contra otra, imagino la sangre manando, cayendo al suelo, extendiéndose lentamente. No, no, pensar en eso no va a servirme de nada. Respiro hondo, intentando sacar de mi mento la otra imagen.

Tercer golpe.

¿Estará ya muerta, tengo miedo de levantar la vista, de mirar a ver si todo ha terminado. Espero, espero a que la retiren, a que limpien la sangre, esa sangre que no es mía.

Las palabras de nuestro anfitrión llegan a mis oídos. ¿Qué quiere decir con todo eso? Escucho también la risa de ella. Me resuena en los oídos, es la misma. La misma. Cierro los ojos. Contengo las lágrimas que pugnan por salir. Vuelvo a sentirme mareada.

Aire. Aire fresco. Si.

Me levanto de mi silla, tan rápido que la tiro. Evito mirar a mi alrededor.

Necesito un poco de aire fresco. Mi voz surge de mi garganta ligeramente temblorosa, ligeramente cascada, como si hiciera años que no la uso. Intento hacer que mis piernas me lleven hacia la ventana más cercana, pero se niegan a hacerlo. Y me quedo así, de pie, quieta, mirando fijamente el plato vacío. Esperando. Sin saber qué está pasando.

Cuando veo a don Diego acercarse a la oveja, miro hacia otro lado, pero algo en mi interior, esa curiosidad enfermiza de los humanos, me hace llevar los ojos de vez en cuando hacia la macabra escena. Mi recién descubierto amigo falla la primera vez, y por alguna razón eso me hace sentir aún más que los comensales que hemos coincidido en la posada estamos siendo observados, como insectos, por los que ya estaban en casa del señor Giovanni.

La sangre brota y las náuseas empiezan a hacer su aparición. Miro hacia la mesa y me agarro fuertemente a mi asiento. Pero mi sorpresa crece todavía más cuando Claudius Giovanni le da de beber a don Diego la sangre del animal recién decapitado. La horrible blasfemia que sugiere me deja todavía más pálido de lo que ya estaba y tengo que llevarme una mano a la boca para reprimir la arcada que me hace saltar hacia adelante como un resorte.

Oigo hablar a Vespucci, y posteriormente, en un susurro, a la señorita Doamnei. Son como un rayo de luz en el momento, y me levanto, con la mano aún en la boca, tembloroso y lívido, dispuesto a salir con ellos, sin decir nada, por contrario que sea a las normas de cortesía. Creo que, en esta casa, esas cosas no existen; y quiero salir de esta pesadilla.

Miro a los dos que quieren salir, haciendo un gesto a los guardias para que no les dejen abandonar la habitacion cruzandose en su camino. No se marchen tan pronto, aun no ha empezado lo mejor

Una perfida sonrisa mientras cojo la copa y la arrojo sobre las vestiduras
¡Miserables ingratos! ¿como os atreveis? ¡Si no comeis mi cena, os convertireis en mi cena!
Ha llegado el momento de que os revelemos, invitados, nuestro secreto. Vosotros sois nuestros corderos. Estais aqui para ser servidos, si...¡Pero para sernos servidos a nosotros!

rio con ganas mientras el resto de los anfitriones se une a mi risa

¿No lo habeis comprendido todavia? ¡Vosotros sois nuestra cena!

Unos minutos de silencio que os parecen eternos antes de que continue

Os hemos preparado antes de la cena y ahora estais listos para ser comidos

Miro a la mujer que hay a mi lado

Marianna, sube a la mesa

cosa que hace, dejando resbalar su vestido mientras se coloca, hipnotizada, sobre una gran bandeja vacia en la cabecera de la mesa

Las circunstancias de la alimentacion condicionan en gran medida el sabor de la sangre. Que grosero atacar con violencia a la presa antes de matarla...cuando la presa sufre un sobresalto, su sangre se llena de un amargo acido que , en grandes cantidades estropea el sabor. Y provocarle un sumiso estupor solo sirve para que la sangre pierda el sabor; la presa de ojos vacios cuya alma ha sido aplastada es una comida aburrida, sin gracia.

Cierro un collar metalico en torno al cuello de Marriana. El collar tiene un agujero

¿y cual es la solucion a este dilema epicureo? Me respondi a mi mismo; un toque de acido, un pizca de veneno. Es decir, no un sobresalto sino un suave temor sostenido, al que sigue la dulce redencion. Cuando el terror va ascendiendo sin llegar al panico total, se añade a la sangre una gota de su sabroso gusto

Introduzco  una daga fina enjoyada por el agujero del collar, cuando la sangre escarlata comienza a manar, inserto un grifo de cuñete en el agujero, deteniendo el flujo. Despues limpio cuidadosamente los restos de sangre sobre el cuello con una adornada servilleta de hilo,

Ademas hay que esperar a sentir apetito, pero sin que el ansia famelica llegue a embargarte. Comer con el estomago lleno embota la mente y los sentidos. El comedor debe estar preparado y el comido tambien. Estamos listos y nuestra presa esta lista...¡comamos amigos!
Abro el grifo y la sangre fluye a una copa. Remuevo la sangre, la huelo sonriendo, muy feliz. Despues alzo la copa hacia los invitados y doy un largo trago. Al bajarla veis mi expresion fanatica y los labios manchados de sangre que dibujan una enorme sonrisa

¡Ahora es vuestro turno! ¡Basta ya de anticipacion!

 Angriel estaba sorprendido por la actitud tomada por el anfitrion, ya mostraba algo de particularidad en u forma de ser pero ya rayaba la locura. Parecia que ese cambio fue producido cuando dos personas trataban de abandonar la sala, sin moverse aun guarda aspectante para luego ver algo que no podia explicar.

Como si fuera la mas retorcida de las pesadillas posibles para un hombre ve como una mujer cullo vestido resvalaba se subia a la mesa acomodandose sobre una bandeja, era como si fuera un cerdo listo para comer. Las manos de Angriel apretaban con fuerza la empuñadura de su espada mientras veia como con tranquilidad Giovanni ponia un collar de hierro y luego...

Que se supone que es esto!

Grita ya sin aguantar mas incorporandose con brusquedad y desenvainando su arma mientras la silla caia atras suyo, un animal sufrio y ahora esa mujer estaba siendo sometida de una forma horrible. El cazador mata a su presa pero jamas se alimentaria de la misma estando viva..eso no era humano simplemente.

Pero las palabras firmes de Giovanni que ordenaban seguir el ejemplo de Marianna fueron demaciado, algo en su cabeza no le dejaba resistirse.. algo extraño pasaba que le obligaba dejar caer su espada.. el debia estar rebanando las cabezas de aquellos sadicos pero nada podia hacer. Lentamente su cuerpo empezaba a moverse con intenciones de subirse a la mesa mientras se esforzaba para no hacerlo, de nada servia ya que como un cordero al que estan por carnear el terminaba sobre la mesa como aquella mujer.

Sigo quieta, escucho las palabras de Lord Giovanni. ¿Qué dice? Levanto la mirada para ver a la joven que le acompañaba encima de la mesa. ¿Qué hace ahí? No, no, no puede ser. ¿Nosotros la cena? Empiezo a temblar descontroladamente, ya nada puede evitarlo. ¿Voy a morir? ¿Es una pesadilla? ¿Sigo en la misma pesadilla? Retrocedo un paso, mis piernas tocan la silla que acabo de tirar al suelo.

No, no, no. Eso no es real.

Veo como nuestro anfitrión bebe de la joven, su sangre ¡su sangre! Intento que mi cuerpo reaccione, pero lo único que puedo hacer es mirar aterrada cómo sonríe, con los labios manchados de rojo.

De sangre. Sangre humana.

Mis ojos se abren como platos, intento dejar de mirar, intento salir de la estancia, intento... pero sigo quieta, temblando. No, no es real. Nada de esto es real. Es una pesadilla.

Danka, despiertame. Despiertame ahora.

No la veo, pero intuyo cómo salta sobre mí, y no puedo hacer nada, nada. Sólo quedarme aterrada mirando esa sonrisa.

Mi cara muestra un signo de sorpresa ante la palabras de Giovanni. ¿Es que se había vuelto loco? Su risa, sus palabras,... la razón me decía que estaba loco, pero inconscientemente sabía que lo que estaba diciendo era completamente cierto. Quería hacerlo, quería comernos. Matar a la oveja y su ofrecimiento de su sangre no era una broma macabra propia de un viejo chiflado, había sido un gesto intencionado,... y lo que era aún peor, todos los que estaban allí, a excepción de los invitados, jugaban a este juego.

Esto,... no puede estar ocurriendo...

Mi cuerpo se estremece,... ¿tengo miedo?, no, no puede ser eso. Había pasado por mucho para asustarme ante las palabras de ese viejo. No era uncobarde, era un guerrero, y debía actuar como tal.

Sobreponiéndome a la primera impresión miro al viejo fijamente a los ojos, mientras mi mano quita el seguro de mi espada y la desenvaino presto y rápido, dando varios pasos hacia atrás para alejarme de la mesa, y así tener una mejor visión del resto de las personas allí presentes.

Intentadlo si podeís- observo a mi alrededor, esperando alguna reacción de los otros invitados. Dos de ellos parecen como paralizados ante las palabras de Giovanni. ¿Y el resto?

Mi mirada se desorbita completamente ante el aún peor espectáculo que ha seguido al de la oveja. Esa pobre chica, está siendo desangrada lentamente, como si fuera una botella de vino, para satisfacer los asquerosos y diabólicos gustos de Claudius Giovanni. Casi no escucho lo que dice el anfitrión, con el sonido de mi pecho latiendo en mis oídos, retumbando como si tuviera un tambor dentro de la cabeza, pero sí entiendo que quieren devorarnos a nosotros de la misma manera que lo están haciendo con la muchacha. Entonces ya mi cuerpo se arrebata, miro hacia Lord Casmir con una mezcla entre el terror y el asco, y mi piel ya oscila entre el blanco y todo un abanico de colores enfermizos. Doy una patada a la silla, que cae al suelo con estrépito, y me alejo, reculando casi como un pato. Llevo mi mano a mi cinturón y saco la pequeña espada corta que llevo conmigo, aún a sabiendas que en esgrima no soy el mejor de los espadachines. Por suerte, formar parte de una familia que se dedica a la venta de espadas, no me hace completamente inútil con una hoja en la mano.

La agarro fuertemente, y aprovecho mi propia fuerza para reponerme del asco y centrarme en defenderme.

¡Alejáos de mí! —exclamo, mirando fijamente a Lord Casmir, aunque me causa auténtico terror; porque me he decidido a aprovechar ese miedo para enfrentarme a él.

El sacrificio de la oveja me deja perplejo, tal vez sea algún tipo de tradición por esta zona o algo, pero no es de buen gusto ni para mi persona ni para el resto de mis compañeros según puedo apreciar en sus ojos, una cosa es una cacería y luego servir las presas pero esto... en mitad del salón...

Observo con sorpresa como Don Diego se dispone a poner fin a la vida del animal, finalmente lo consigue quedando manchando por su sangre; cuando pensaba que ya nada más podía soprenderme en esta velada el Sr. Giovanni ¡Le ofrece la sangre de la oveja en una copa!, perplejo veo como con tacto Don Diego la rechaza y algunos de los invitados deciden abandonar la sala.

Aunque sigo intrigado esto me sobrepasa, cuando voy a levantarme escucho atónito los verdaderas intenciones de nuestro anfitrión... Mientras la grotesca escena que sucede ante mis ojos me hace darme cuenta de la gravedad de la situación, bajo la mano hacia la daga que escondo en las botas, pero por algún motivo mi cuerpo no reacciona, no tengo control sobre mis movimientos, lentamente mi mente se va nublando como sumiéndose en un profundo sopor...

Ya me habia parado y estaba junto a Milena cuando la respuesta del señor Giovanni me dejo helado al principio, luego tras un leve paneo general y contemplar las miradas de horro de los demas comenzales en comparacion a la de excitacion y deseo de los demas invitados de Giovanni entendi que este no estaba bromeando.

Tome el brazo de Milena con fuerza e intenta hecharla hacia atras, donde pudiera protegerla y a la vez no estorbace el camino en caso de una pelea frontal. Claramente estabamos en desventaja, aunque tal vez podria intentar conseguir una de las hachas que los criados trajeron para el sacrificio de la oveja.

-Milena, quedate detras de mi.

Dije firme y sin mirarla, la situacion se habia puesto peligrosa y no habia tiempo para el encanto.

Las palabras de Giovanni tienen un magnetismo increíble... podría escucharle por siempre...

Un momento; ¿comerme? Oh no, me tengo en estima suficiente como para considerar que no debo ser servido como cena de un grupo de gente.

- ¿Comernos? No se lo que le parecerá al resto de invitados, pero no es una perspectiva que me termine de convencer, sr Giovanni. - comento mientras mi mano derecha busca la daga escondida en la manga y tengo un ojo puesto en Gabrin.

Me contuve de ir hacia adelante, con el corazón en un hilo y mirando las espaldas de Alessandro para no ver lo que ya había visto momentos antes. Había estado en miles de fiestas pero jamás en una como esa donde los invitados íbamos a ser la comida pero claro, debía haber una razón para que hubiéramos sido nosotros los invitados. Puse mi mano sobre la espalda de Alessandro, a la altura del hombro izquierdo, ésta temblaba prácticamente involuntariamente y por primera vez en mucho tiempo no sólo estaba asqueada sino que tenía miedo.

-No me dejes sola... Por favor...

Le susurré a la única persona que estaba cerca de mí. Sin embargo, tenía el presentimiento de que no saldríamos vivos de allí. Alguna vez había escuchado sobre leyendas de gente que comía sangre humana para vivir y esas cosas pero siempre pensé que eran mentiras de las ayas para joderte bien jodida a la noche y sin embargo, ahora frente a esos monstruos, me daba cuenta que no había retorno. Teníamos que darle para adelante y parecía que la única salida era morir intentando vivir.

La mano que se sostenía de las anchas espaldas de Alessandro ahora trataba de empujarle, yo misma no entendía qué demonios quería hacer pero me daba cuenta que resistirme sería peor. Sólo una cosa se interponía entre nuestros anfitrión y yo: Alessandro Vespucci.

Los criados ponen collares y cuñetes en el cuello de los pjs [dominados]. Al girar el grifo, la sangre fluye. Los anfitriones pasan de uno a otro probando su sangre, comparando aromas y sabores. Se escuchan comentarios de

Es una sencilla cosecha domestica, sin ninguna crianza, pero creo que os divertira su presuncion.
Por la eterna destruccion y condena de Japheth el capacio...
por que continue la bendita ignorancia de Hardestadt y su banda de payasos...
Amigos debemos ser intrepidos, debemos asumir grandes riesgos ¿como si no ganaremos nada que valga la pena?

Los que no lo estais veis como todo esta...va encontra de las enseñanzas de la madre iglesia, son monstruos. Os miran mientras sus colmillos salen de sus maquiavelicas sonrisas y os comienzn a cercar

no es tan malo, solo sois comida asi que rendiros..