Partida Rol por web

La cruzada brillante  fue un evento que sucedió hace casi 1000 años cuando Taldor, un antiguo héroe, inicio una cruzada contra Tar-Baphon, un poderoso Dios Liche,  que habia unificado en Ustalav las tribus orcas para comenzar su reinado de tirania y terror con sus ejercitos de no muertos y durante 26 años  lucharon abriendose paso entre sus ejercitos  hasta llegar hasta la capital del Liche y centro de su poder.

Nadie sabe que pasó exactamente ( todo está lleno de leyendas y nadie sabe que realmente pasó)  pero consiguieron derrotar a Tar-Baphon y lo encerraron bajo su propia torre en el corazón de la ciudad maligna la Espiral del Patibulo, no sin que el general taldano Arnisant se sacrificara para que tuvieran en éxito.

Despues de eso, los cruzados que lucharon en aquella batalla se llamaron "La cruzada Brillante" y crearon la provincia de la ultima muralla cuya misión era vigilar eternamente la Espiral del Patibulo para evitar que Baphon se liberase del sello que lo aprisionaba y servir de barrera frente a la influencia del Liche que sigue ejerciendo sobre toda la región pese a estar sellado.

Al recordar las historias sobre la cruzada brillante, miro con el semblante serio, primero a Evoris que, por su expresión, también había recordado la historia, y luego al resto

¿Qué hace aquí un medallón como éste? esto solo puede ser de uno de esos caballeros, que todavía a día de hoy siguen custodiando la espiral del patíbulo. Solo espero que no se encuentre aquí también alzo las cejas ladeando un poco la cabeza.

Al comprobar que el resto no sabía de lo que hablaba, les conté lo que sabía

La cruzada brillante  fue un evento que sucedió hace casi 1000 años cuando Taldor, un antiguo héroe, inicio una cruzada contra Tar-Baphon, un poderoso Dios Liche,  que habia unificado en Ustalav las tribus orcas para comenzar su reinado de tirania y terror con sus ejercitos de no muertos y durante 26 años  lucharon abriendose paso entre sus ejercitos  hasta llegar hasta la capital del Liche y centro de su poder.

Nadie sabe que pasó exactamente ( todo está lleno de leyendas y nadie sabe que realmente pasó)  pero consiguieron derrotar a Tar-Baphon y lo encerraron bajo su propia torre en el corazón de la ciudad maligna la Espiral del Patibulo, no sin que el general taldano Arnisant se sacrificara para que tuvieran en éxito.

Despues de eso, los cruzados que lucharon en aquella batalla se llamaron "La cruzada Brillante" y crearon la provincia de la ultima muralla cuya misión era vigilar eternamente la Espiral del Patibulo para evitar que Baphon se liberase del sello que lo aprisionaba y servir de barrera frente a la influencia del Liche que sigue ejerciendo sobre toda la región pese a estar sellado.

Asintió a las palabras de Diadam mientras hablaba, pues eran lo que él más o menos recordaba, y luego se encogió de hombros.

—Supongo que alguno de esos caballeros acabó en esta prisión, tal vez como guardia... O como prisionero. A saber que les pasó en su momento, y como les afectó. Ahora mismo poco importa, estaba aquí guardado y clasificado, así que el dueño hará tiempo que dejó este mundo.

Dicho eso, siguió buscando, a ver si encontraba alguna posible ruta alternativa que clarificara como habían podido desaparecer los objetos personales de los espíritus asesinos, con la puerta cerrada a cal y canto hasta su irrupción.

Tras un examen concienzudo por parte de Evoris este logra hallar una puerta secreta en una de las paredes, tarda un poco en encontrar la forma de abrirla pero finalmente su tiempo obtiene  sus frutos al abrirse y revelando una bóveda pequeña llena de nichos  de los cuales solo hay 5 con objetos cubiertos por el polvo debido al apso de los años.

En uno de ellos se puede ver un hacha de mano con restos de sangre en ella, de hecho, la sangre parece que sea fresca a primera vista pero  un examen más detallado puede apreciar que no es así aunque el color  diga lo contrario, junto al hacha hay una docena de símbolos sagrados pertenecientes a distintas  religiones todas ellas colgando de finas cadenas de plata, los símbolos estan pegados unos con otros aunque es quizas debido a que las cadenas se han enmarrañado unas con otras formando nudos entre ellas; el tercer objeto es un libro viejo y mohoso hecho completamente de cuero y lleno de hongos aunque no presenta ninguna característica especial como los anteriores; el cuarto es un martillo de herrero de manufactura excelente puesto que  pese a los años pasados sigue presnetando todo su esplendor y no contiene signos de oxidación;el último objeto es una simple flauta hecha de plata que se encuentra deslustrado por el tiempo aunque no se puede negar que la manufactura es excelente.

¡Ajá! No sabía porque había sido necesario tener un almacén secreto dentro de una cámara ya cerrada de por si, especialmente en una prisión dónde, seguramente, siempre habría habido gente en su momento, pero en cualquier caso tenía ya sentido, mucho más a que los objetos se hubieran esfumado por arte de magia.

Se acercó lentamente a los artefactos y, sin llegar a tocarlos, los observó detenidamente. No era muy difícil adivinar cual pertenecía a cada uno de los presos más infames de la prisión, aquellos cuyas viles almas habían permanecido en aquél mundo tras la muerte, desafiando todo lo que era natural y justo.

El hacha debía de pertenecer al Decapitador, el martillo al Merodeador, los objetos sagrados serían del Padre Charlatán, la flauta al Flautista y, por descarte, el libro al Salpicador. Para él, quitando las armas, lo demás solo era basura que no tenía ni idea de como iban a utilizar contra los espíritus, y aún con esas, no estaba muy seguro de que usar aquellas herramientas fuera bueno. El fantasma ya les había advertido que estaban unidas a sus antiguos dueños, por lo que posiblemente estarían malditas, o incluso servirían de conducto para que les poseyeran.

—Será mejor que nos llevemos todo con mucho cuidado y sin dejar que nos toque. Encarguémonos de ésto, y de ese poseído que anda escribiendo el nombre de Vesorianna, y mañana seguiremos por aquí.

- Si no es problema cogeré los shurikens ya que he sido entrenado en su uso - dijo echando mano de las estrellas y guardándolas en un bolsillo de su camisola. Hacía tiempo que no los utilizaba pues prefería en cuerpo a cuerpo, pero en ciertas circunstancias podían ser útiles.

Observó la sala y escuchó a Diadam contar la historia de la Cruzada Brillante, un escalofrío le recorrió la espalda al pensar que la Via Susurrante tuviera como objetivo liberar a Tar-Baphon...pero tal como vino se fue cuando Evoris descubrió un pasaje secreto que les dio acceso a los objetos que buscaban.

- Me parece bien que regresemos, mejor estar preparados para esta noche.

Bien hecho!! Grite palmeando la espalda se Evoris vaya bribón que estás hecho jajajaja.

Podemos llevarlo sobre una capa, aunque ¿por que no quieres que nos toque? ¿Son mágicas? Digo señalando las cosas y mirando a Eir por si podía ayudarnos.

Lo había dicho solo por precaución, pero las palabras de Diadam tenían algo de razón. No costaba nada asegurarse, así que se concentró en los objetos, detectando algún rastro mágico.

Los objetos no reaccionan al hechizo de Evoris, no son mágicos...

Vaya. Esperaba... Algo. La mujer fantasmal había dicho que estaban ligados a sus dueños, así que imaginaba que tendrían algún tipo de conexión real, o una maldición. No parecía ser el caso, y eso solo lo hacía más sospechoso. Era ciertamente de naturaleza desconfiada.

—No son mágicos —informó al resto, aunque poco convencido—. Aún así... Prefiero no tocarlos si no es necesario.

Dicho eso, se puso a recogerlos, para llevárselos de allí, mientras iba comentando su opinión sobre el próximo paso.

—Deberíamos volver por ahora. Descansar un poco y luego vigilar la estatua, a ver cuando aparece el Salpicador. Los objetos deberíamos dejárnoslos hoy en casa, excepto el libro tal vez. Puede que nos sirva.

Al oir a Evoris bajo los brazos desilusionado Pues vaya faena, la verdad.

Los objetos deberíamos dejárnoslos hoy en casa,

¿Pero esos objetos no había que llevárselos a la dama? ¿o era solamente el de su marido? 

Aunque sí, me parce buena idea ir a descansar, que ya hemos estirado un poco más el día se había planteado retirarse mucho antes, pero finalmente siguieron explorando y, la verdad, habían avanzado más de lo esperado.

Tras decidirlo, el grupo vuelve sobre sus pasos hasta salir de la cárcel, los últimos rayos de Sol bañan la colina y el cielo se oscurece cuando llegáis a la casa de Kendra que os recibe con alegría y cierto alivio a partes iguales, esta se apresura a atenderos y dejar que os aseéis antes de cenar, tras una charla frugal acerca del día tenido (nada emocionante) todos os acostáis.

Es plena noche cuando noche cuando unos golpes resuenan en la silenciosa mansión despertando a todos los habitantes, podéis escuchar a Kendra pasar por la puerta de la habitación y bajar las escaleras, con el silencio escucháis el cerrojo de la puerta y el sonido de esta al abrirse, apenas ha pasado 3 segundos cuando escucháis el grito horrorizado de Kendra.

Alarmados, salís armados con la primera arma que portáis  y bajáis hasta llegar a la mitad de las escaleras para contemplar una visión que os hiela la sangre, en el umbral de la puerta hay dos esqueletos cubiertos todavía con trozos de tierra  y restos de plantas como sí acabaran de ser desenterrados, sus ojos brillan con un tono verdoso nauseabundo, aunque quizás lo más escalofriante de todo es la tercera figura que los acompañan….puesto que no es otra que el mismísimo Petros Lorrimor, su cara esta completamente deformada debido a la caída de la gárgola de piedra y la mandíbula la tiene claramente desencajada, con pasos vacilantes alarga su mano y trata de alcanzar a la horrorizada Kendra que afortunadamente ha tenido la decencia de apartarse de esos seres aunque los mira con los ojos desorbitados de terror.

Todavía con los ojos un tanto legañosos, salgo de mi habitación para dirigirme a ver qué diablos pasaba pero el grito de Kendra hizo que me despertara de golpe, poniendo atención a lo que había en la puerta

¿Pero qué coño es esto? llego a decir antes de girarme para ir a por mis armas CIERRA LA PUERTAAAAA grito para intentar ganar algo de tiempo

Qorchi salta por las escaleras* para interponerse entre Kendra y los esqueletos.

- ¡Cuidado, quédate detrás! - dice mientras lanza uno de sus puños contra el muerto viviente que pretende entrar.

El esqueleto es golpeado por los puños de Qorchi haciendo que su dura coraza  tiemble un poco antillandola pero sin roperla, sus cuencas vacias se giran hacia el monje y con torpeza ambos se lanzan en un revoltijo de huesos sobre el cambiente sin hacerle daño alguna debido a la antiguedad de estos

Su corto descanso antes de enfrentarse a la noche y al sangriento vándalo que estaba arrancando letra a letra la fuerza vital del espíritu de la prisión, se vio de golpe interrumpido. No tardó en levantarse de la cama, coger su fauchard y salir corriendo de la habitación, impelido por el grito de Kendra.

El horror le hizo detenerse a mitad de las escaleras. No por los dos viejos esqueletos que habían atravesado las puertas, y que rápidamente enfrentó Qorchi, sino por quien había detrás. Pese al deterioro, era capaz de reconocer aquél cuerpo destrozado, al hombre que había sido. Petros Lorrimor, que había sido un padre para él, para todos ellos, había vuelto de la tumba. Pero no era un alma en pena que fuera a increparles ni atormentarles por no haberle salvado, por mucho que alguno, él al menos, así lo creyera, pues no dejaba de ser un duro recordatorio de que no había estado ahí cuando era necesario. No, era una carcasa vacía, una aberración, el juego macabro de alguien que, tarde o temprano, pagaría por su osadía, por su ultraje.

Avanzó pesadamente por los escalones, descendiendo el fuego de la decisión ardiendo en los ojos. Un monstruo había mancillado al hombre que más había querido en ese mundo cruel, había pervertido la muerte de una buena persona, que merecía mucho más que eso, y encima había lanzado esa vil obra a la cara de sus hijos e hijas. Kendra había tenido que verlo.

Gruñó, con rabia, cuando dejó caer su hoja, buscando acabar con la deformada criatura que tantos recuerdos traía. Ni siquiera se había dado cuenta de avanzar, pero pensaba acabar rápido.