Partida Rol por web

Una vez todos montados en los coches, y tras haber comido y descansado, abandonaron el pueblo rumbo norte por una estrecha carretera que se adentraba en una zona salpicada por granjas no muy dispersas. Tendrían que avanzar aun un buen trecho hasta entrar en la zona que les había sido asignada por el profesor Billings.

No hubo de esperar mucho para que se percibiese el cambio de paisaje que iba sucediendo según se alejaban de la zona poblada. Las granjas cada vez eran más dispersas, y el estado de conservación cada vez más precario. Incluso los cultivos, antes cuidados y con mucha vida, iban volviéndose como mortecinos. Los cultivos se veían como abandonados, poblados los campos con zarzas secas y árboles de apariencia quebradiza.

La carretera fue desapareciendo hasta casi convertirse en un par de surcos rodeados de matorrales, por los que debía de hacer tiempo que no pasaban coches, hasta el punto de comenzar a ser complicada la conducción.

Fue entonces cuando cuando pasaban ante la destartalada valla de una granja que parecía abandonada, el coche de alquiler empezó a echar humo blanco y a pegar golpes el motor al intentar avanzar por entre las piedras, perdiendo estabilidad.

El chófer privado de Percival, que conducía el vehículo, logró detenerlo a tiempo y bajó a echar un vistazo al motor. Tras una breve inspección se acercó a Percival -Algo ha golpeado la parte de abajo del motor- le informó -no vamos a poder seguir con este coche.

Eran las 4 de la tarde, y se encontraban en una zona alejada de población en la que pedir ayuda, lo único que podían hacer era ver si alguna de las abandonadas granjas no estaba realmente abandonada.

Aunque el viaje se había detenido abruptamente, John pudo determinar que casi habían llegado a la zona en la que tenían que empezar la búsqueda, y aunque la zona era muy extensa para poder recorrerla a pie, aún contaban con un vehículo que podría servir para portar las herramientas.

Cuando observó que el coche se averió, frenó la furgoneta y resopló profundamente. Era de esperar, esta zona era un auténtico infierno en esta época del año para los coches. Salió y se acercó al chófer de Percival.

- ¿Le puedo ayudar en algo? Tal vez entre los dos podamos hacerle un apaño que nos permita no dejarlo abandonado aquí a su suerte. 

Mientras tanto echó un vistazo a su alrededor y se dirigió a sus compañeros. 

- En lo que echamos un ojo al coche ¿Les importa coger las linternas y buscar un sitio donde resguardarnos? Esto pinta que va a ir para largo.

Se dirigió a la furgoneta a coger algo que pudiera iluminarles y algunas herramientas. Tocó el capó del coche alquilado, si no estaba demasiado caliente algo habría que pudieran hacer, pero como el terreno hubiera destrozado la correa, la transmisión o alguna parte delicada estaba sentenciado. Estos coches están hechos para ser cómodos, no para un viaje por el campo.

-Gracias Sr. Poole- dijo Percyval -según creo que este coche no llegará muy lejos.

Percyval había hablado con su chófer que ya había revisado el motor y por sus caras no parecía haber arreglo.

-Cojan lo que les vaya a ser de utilidad de este coche y sigan adelante- continuó -nuestro viaje acaba aquí, muy a mi pesar. Pero no puedo retenerlas y ya se ha perdido mucho tiempo en esta búsqueda en la que cada minuto importa.

La situación los dejaba con un integrante menos del equipo, ademas les iba a costar mas avanzar ya que tendrían que apañarse con un coche para los 4, el perro de Camille y todos los utensilios que precisaban.

Con la amenaza de la noche, y en un páramo despoblado y de aspecto mortecino, el cual empeoraría por la noche, tenían que trazar un plan rápidamente. En el coche cabían 3 personas y si querían llevar toda la carga, herramientas y víveres, alguien tendría que ir a pie.

Desde que salieron del último pueblo el profesor había permanecido callado, extrañamente, se sentía animado y calmado, su cerebro podía distraerse con otros pensamientos alejados de su mujer, aquellos pensamientos que siempre le torturaban.

Cuando el coche se estropeó, salió con el resto de sus compañeros, pero él no podía hacer nada, era más un hombre de estudio y escritura que de llaves y aceite. Por lo tanto, cogió sus pertenencias  y una de aquellas linternas que tenían preparado para buscar un sitio dónde resguardarse.

- Quizá podamos ir hasta esa granjas – señaló hacía uno de los edificios - si no está abandonada quizá puedan ayudarnos y si lo está, podemos juntarnos ahí y planear nuestra búsqueda.

-Creo que será la mejor idea. John ¿que opina usted? Vamos a ver esas casas.

Camille llamo al perro que acudió junto a ella, y comenzó a avanzar en dirección a la granja, sin esperar a que respondiese John a su pregunta.

Los cuatro se dirigieron a una de las granjas cercanas que se veía a no mas de 100 metros de distancia, dejando atras el coche alquilado por Percival con su chófer aun debajo revisando el motor.

La granja parecía abandonada por el estado en el que se encontraba, pero había ropa tendida en uno de los laterales, por lo que debía de haber alguien. Dejaron el coche en el exterior de la desvencijada valla que delimitaba la propiedad, y avanzaron por el camino que llegaba hasta el antiguo edificio de madera que era la vivienda.

Una vez delante dudaron en como acometer la visita, no sabían que tipo de gente podrían encontrarse, y esperaban que les pudiesen ayudar a ellos a seguir su misión, y que a Percival y su chófer les pudiesen echar una mano. La noche no tardaría en caer y el paisaje ya era bastante inquietante incluso de día, por lo que pasar la noche al raso en aquel paraje no era nada deseable.

James cogió algunos aperos de la camioneta y la dejó aparcada donde buenamente pudo. No era el mejor de los inicios de un plan. Tanta minuciosa planificación para verse atorados en la primera fase por llevar el material no apropiado. Típico de la gente de ciudad. Se encogió de hombros y suspiró mientras cogía su abrigo. La casa que tenían delante no parecía la más acogedora del mundo pero les serviría si la gente que había dentro se apiadaban de ellos. Dio un trago a la petaca que llevaba en el bolsillo y que había llenado en casa con algo de ese whisky peleón de batalla que a veces le ayudaba a superar momentos de estancamiento como este.

Se dirigió a John y le ofreció.

- Los lugareños de este sitio no destacan precisamente por su amabilidad. Son gente tranquila a la que les gusta que les dejen tranquilos, habrá que ir con cuidado.

Después puso rumbo con los demás abrochándose el abrigo. Algo le decía que iban a pasar mucho, mucho frío esa noche.

El grupo llego hasta el mal cuidado porche de la vivienda, no parecía haber nadie en la casa, nadie había salido a recibirles. Los 4 dudaron y se quedaron plantados delante de la casa sin saber que hacer, alguno tenia que decidirse a tomar las riendas del grupo, no podían haber llegado hasta allí y ahora no hacer nada.

También podían comentar y decidir entre todos cual iba a ser su estrategia. Miraron al cielo, y vieron como la noche se acercaba implacable y el cielo nublado amenazaba lluvia, la cual en aquella zona no era muy considerada con la gente que se encontraba a intemperie.

Percyval se había quedado solo, únicamente el chófer del vehículo alquilado estaba con el, pero parecía en otro mundo, miraba al horizonte, como esperando que alguien apareciese para rescatarlos, pero no había dicho nada desde que el resto se fueron. La noche amenazaba tormenta y, salvo que se movieran a encontrar alguna casa cercana, el coche parecía el único refugio, a todas luces insuficiente ante una tormenta o incluso lluvia no muy copiosa.

Igual no había sido buena idea quedarse allí a intentar reparar el coche, igual tenia que haber seguido con el grupo y encontrar una forma de remolcar el coche.

Estaba con este y otros muchos pensamientos cuando un rayo en la lejanía rompió el cielo, y pocos segundos después el trueno rompió la calma.

-​​​​​​-caballeros, si me lo permiten trataré de ser pionero en esta gesta de entablar conversación con gente desconocida... Si es que hay...- el último comentario wuixo ser una simple broma, en parte deseaba que hubiera quien diera señales de vida, diera abrigo al grupo o nos apoyará con alguna pista del bólido caído.

Espero unos segundos porque no quiero imponer mi presencia y prefiero incluso percibir de la iniciativa de mis compañeros.

- Diablos... ahora se pone a llover... Esto borrará pistas del terreno y nos sumergirá en nuevas incomodidades. No sé qué hago aquí con este hombre que ni siquiera aporta conversación... - pensaba para sus adentros Percyval.

-Amigo, creo que no le seré de mucha ayuda con el vehículo, y puede ser que hasta entorpezca el tránsito, así que me quedaré en este pueblo y buscaré al grupo. A fin de cuentas, tampoco íbamos a ir todo el tiempo sentados en coche. - comentó al chófer esperando respuesta, aunque poco más que un asentimiento creía poder esperar.

Bajó del coche, recogió sus pertenencias y se dirigió hacia donde había dejado a sus compañeros a paso rápido para no mojarse demasiado

Mientras terminaba de limpiarse las manos por haber estado revisando los vehículos se dirigió hacia donde estaban los demás.

- Dele John... más nos vale que nos abran pronto, no pinta que esto vaya a arreglarse rápido.

Si no había gente, pues bueno, siempre podían contar con aquel sitio como refugio. No sería la primera vez, y probablemente tampoco la última. Y si había gente esperaba que no fueran lugareños demasiado huraños, esta zona no era precisamente un dechado de gentilezas. Aquí la gente era ruda.

Percyval se alejo del coche siguiendo la dirección que habían tomado los demás, con las pocas pertenencias que pudo coger del coche, entre las que no contaba nada de alimento.

Hacia rato que no habían visto casas, por lo que confió en que siguiendo el rastro de sus compañeros encontraría el lugar donde pasarían la noche, pero cada vez estaba mas oscuro y la vegetación, aunque gris y seca, se hacia mas espesa a cada paso.

John no escuchó nada dentro de la casa, debía de estar vacía, o sus habitantes muy quietos. Pero no tardó mucho en oírse una voz que venia de la parte trasera del edificio.

-Hola- se escucho a lo lejos una voz ronca que se adivinaba de un hombre corpulento y bonachón -hay alguien ahí. Pasen a atrás de la casa no se preocupen.

La voz del desconocido les había invitado a pasar a la parte trasera de la casa.

- Diablos... ¿en qué momento decidí abandonar el grupo y darme la vuelta? En fin, no deben andar muy lejos, seguramente habrán seguido el camino hacia las casas más cercanas, pero ¿por donde quedaban? Encima se viene encima la noche... Percyval, debes ser más sensato y dejar de guiarte por impulsos - se decía el excéntrico anticuario mientras trataba de adivinar el camino más corto hasta sus compañeros.

Volteó a ver mis compañeros quienes creo que se han quedado atrás, les hago una seña para que me sigan, con cautela avanzó a la parte posterior de la casa a esperar encontrarme con aquella voz ronca que me llamaba.

El viaje apenas comienza y la gente de la localidad no se nota ser hostil, de momento...

Percyval aun estaba a tiempo de volver al coche, pero ¿y después que?. Se debatía entre la posibilidad de reunirse con sus compañeros y continuar, o abandonar definitivamente ya que aun estaba a tiempo.

Cada vez se hacía más de noche y los nervios de Percyval empezaban a aflorar, así que decidió poner más empeño si cabe.

-¡COMPAÑEROS! ¡¿ME OYEN?! ¡REGRESO CON USTEDES! - gritó nervioso a los cuatro vientos con la esperanza de ser escuchado por los investigadores. Si no los encontraba tendría que tomar una pronta determinación, por lo que intentó orientarse hacia donde quedaban las granjas más cercanas. Quizás en alguna de ellas pudieran darle alojamiento hasta la mañana si no encontraba a ninguno de sus compañeros.

Percyval siguió internándose en la espesura, el poco transitado camino por el que se había alejado el coche de sus compañeros se había ido difuminando entre los matorrales, hasta que se le hizo casi indistinguible entre los secos y grisáceos matojos, dio un par de vueltas intentando orientarse pero solo le sirvió para perderse mas.