Partida Rol por web

Quentin iba acompañando a alguno de los familiares y amigos que participarían en el encuentro, y cuando llegaron a la zona de terrazas, suspiró. No sólo estaba orgulloso del trabajo de ingeniería que implicaba su construcción a lo largo del tronco interior de la picea, sino que le traía una gran cantidad de recuerdos de juventud. Era una auténtica lástima que ahora se vieran cerrados al público en general, pero era por motivos de seguridad. En Sprucetuck no se hacían las cosas a la ligera, y eso le hacía sentir muy orgulloso.

—"La Corona de Espigas". Tiene buena pinta, y si es lo suficientemente grande para alojarnos a todos, debe de haber sido bastante caro construírlo. ¿Tendrá algo que ver con eso la petición de Bonnie? —hablaba para Dain, sin darse cuenta de que su amigo no estaba a su lado. Era una mala costumbre adquirida en el camino— Lamentablemente, si no tiene que ver con nuestra actual misión...

Al no escuchar respuesta, se volvió con el ceño fruncido y comprobó que estaba hablando a la nada. 

—¡Robin! —se acercó a Robin, mirando de reojo que nadie le hubiera escuchado hablar solo— Dime, ¿qué te parece Sprucetuck?

El joven ratón vió las pasarelas, pero pensó que el cierre de tantos locales, traerían hambruna a quienes ya no se podían mantener, además de impotencia y celos hacia quienes podían costearse un lugar en la base.

Parecían gentes cultas, y si bien el muchacho veía otras soluciones, no entendía bien aquel cierre masivo. Morir de hambruna debía de ser terrible. Puede que alguna de las cartas no reclamadas fuera de una de esas personas ya fuera por su migración o muerte, y no podía evitar sentirse triste.

Cuando entonces vio la reacción de la ratoncita y el tono crecido de Quentin, levantó sus zarpitas alabarda incluida como si le fuera la vida. Balbuceó un instante antes de poder responder mirando si tenía algún agujero de flecha en su cuerpecito; no porque creyera que fuera a dispararle, pero prevenir era de ratones sanos.

Ante la pregunta de su maestro, y casi sin pensar, teniendo en cuenta cuantas familias habrían quedado sin el sustento de aquellos lugares, le salió la palabra - triste... - pero no tardó en reaccionar y responder debidamente - ah eh... Quiero decir... Parece un lugar hermoso, la gente parece amable y acogedora, pero me parece triste que no hayan pensado en otra solución... Tal vez musgo como colchón, o hacer vayas y techos a las pasarelas, o cerrar las pasarelas e incluir medios para subir con mayor facilidad... Una de las primeras cosas que me dijisteis fue sobre algo llamado ascensor, disponer de algo especial y no hacer uso de ello... Se que puedo haber pasado por alto muchos factores, pero me parece una lástima, que algo hermoso mengüe su belleza por un problema que no se ha sabido solucionar...

Eran gentes de eso que llamaban ciencias, si ellos no habían hayado solución, seguramente algo escapaba de su comprensión.

Sadie piensa rápidamente en otra estrategia que no implique matar a aquel ratón que podría ser Tuk y que necesita apresar. Tampoco puede permitirse que la maten o la hieran, obviamente. Considera que lo mejor será tratar de averiguar si es realmente él y convencerle de que ella es una experta ladrona que quiere unirse a su banda. Así podría ganarse su confianza y pillarle desprevenido y solo en otro momento.

- ¿Tú eres el dueño de esta casa?- le dice Sadie mientras le apunta con una de sus dagas. – Pensé que os habíais metido aquí por la cara, para robar o algo así. – Reza para sus adentros para que aquel ratón se trague la patraña que le cuenta. – Entonces eres a quién estaba buscando. Llevo muchísimo tiempo esperando a que regresaras. Incluso pensaba marcharme de la ciudad en breve. ¿Tú eres Tuk? He escuchado historias sobre ti y quería ver si eran verdad para poder hacer negocios contigo. Si te interesa, claro. Y además, siento mucho el puñetazo, aunque no tenga sentido pedir perdón porque el daño ya está hecho...

Además, así le da tiempo al otro ratón para que escape de allí.

Pasear de nuevo por las calles de su ciudad hacía que Dain se sintiese profundamente libre. Y más ahora, que sus deberes del correo habían sido terminados. Los problemas parecían desaparecer, caminando por esos lugares que tantos y tan buenos recuerdos le traían. 

-Robin, no en todos los edificios hay ascensores. Conllevan una maquinaria que necesita ajustes y mucha atención, y están solo en algunos lugares. Sin duda veremos y usaremos alguno.

Tenía ganas también de tomarse una fría cerveza en la posada a la que iban.

-No tiene mala pinta, no. Estoy deseando probar la calidad de su bebida. ¡Además, os lo debo! Que me salvásteis la vida. ¡Invito yo a esta ronda!

Con la relativa tranquilidad que te da saber que tu capa color ciruela continúa entre tus pertenencias, a buen recaudo, dentro del hatillo que llevas colgado a la espalda y no ondeando de forma ostensible, intentas engañarle.

Esos preciados segundos que le das siguiendo el hilo de la conversación, son aprovechados por los tres ratones que todavía permanecéis en el desvencijado salón.

El asustado ratón comienza a arrastrarse despacio, con cuidado de no llamar la atención del de la cara desfigurada. Gracias a tu repentina intervención el que lo amenazaba tiene ahora que prestarte toda su atención, dándole la espalda sin poderlo remediar. Este abre la puerta lentamente para salir hacia el exterior a gatas.

El cara-cortada da lentos pasos de forma lateral hasta ponerse a la altura de la mesa y dejando caer la botella que estalla en pedazos contra el duro suelo, agarra sin mirar lo primero que tiene a mano. Se trata de un largo y afilado machete que te hace tragar saliva.

Por tu parte consigues parcialmente lo que buscabas y es que el inesperado rehén escape por la puerta. Por desgracia tu idea de engañarle no sale todo lo bien que esperabas…

- No te creas que soy tan estúpido… sé que me estás mintiendo. – dice mientras levanta el filo del arma que usa como… ¿espejo? Sí, eso parece. – Has interrumpido el trabajito que me estaba haciendo ese matasanos. – continúa mientras hace unas muecas a su reflejo para ver si los puntos que le han echado le tensan la cara. - ¡Maldita comadreja! Has conseguido que vuelva a abrirse la herida… - habla claramente del golpe que le acabas de propinar y que ha hecho que vuelva a sangrar profusamente.

Deja de mirarse para volver a centrarse en ti. – No voy a dejar pasar esto por alto. Lo que sí que voy a hacer es divertirme mucho mientras te despellejo… - sentencia dando un paso al frente con el machete preparado, cuando algo por suerte le interrumpe.

Se trata de sus dos lacayos que entran por la puerta. El primero lleva agarrado del pescuezo al presunto médico. El otro va detrás y cierra la puerta, con un pasador oxidado de hierro… - Jefe, mira lo que me he encontrado arrastrándose como un gusano mientras salía de aquí. - apunta el primer matón antes de tirar a su víctima por los suelos y patearlo al menos un par de veces. Este mientras es golpeado comienza a pedir piedad entre toses y respiraciones entrecortadas.

- ¿De donde diablos ha salido esta? - Pregunta el segundo al girarse y verte tras haber cerrado por dentro.

- No lo sé, pero no tardaremos en averiguarlo. ¡Cogedla! - Les ordena. - Nos divertiremos un buen rato…

Música

La patrulla seguida por un séquito de familiares y amigos se adentra en “La Corona de Espigas”, la taberna regentada por esa misteriosa ratona llamada Bonnie.

Lo primero que os llama la atención del lugar es que es bastante amplio, tiene un buen fuego en el centro. Hay un puñado de parroquianos, algunos los reconocéis de vista, otros de haberles entregado alguna carta. La mayoría ocupan un taburete alto en la barra. La mayoría de las mesas todavía están libres. Pedís permiso para juntar un par o tres de ellas para caber todos.

Os sentáis para empezar a pedir rondas de bebida mientras os pensáis el menú de la cena. Se os cae la baba sólo de pensar en comer algo caliente, más aún en un lugar de calidad como parece ser ese. Al sentaros os dais cuenta de que no es ningún tugurio. Los bancos y las mesas están limpios, no se os quedan pegados los pelos del brazo al apoyarlos sobre la superficie y eso ya dice mucho.

Pronto una camarera, de pelaje claro os trae una bandeja de cervezas. La coloca sobre la mesa y el resto de comensales os dejan que vosotros 3 seáis los primeros en serviros. Por algo eráis los invitados. Luego llegan dos o tres bandejas más y todos empiezan a estirar las zarpas lo más rápido posible para alcanzar la suya entre chistes y bromas.

- Ahora entiendo porque tu mujer siempre está de morros. Si eres tan rápido en todo… - suelta Markus el cristalero haciendo que la mitad de los que hay ahí, especialmente los varones, se partan de risa.

Elegís la comida, que corre a cuenta de los vuestros. Parece ser que tienen a un cocinero porque con el rabillo del ojo veis que Bonnie se encarga principalmente de la barra. Aunque también es la que va organizando y dando órdenes a sus trabajadores.

Cuando queréis daros cuenta un ratón algo mayor que Quentin, se acerca a la mesa. Por su aspecto parece ser un académico. Saluda a Quintus y os da la bienvenida a todos – ¿Como va todo Quintus?. Te veo bien. ¿Sabes? Hace tiempo que no te veía por la biblioteca. ¿Cenando en familia, no? Os veo de celebración. - Entonces levanta la vista y se fija claramente en vuestras vistosas capas de guardián, que jamás pasan desapercibidas. - Sed bienvenidos a la Corona de Espigas. Me llamo Owen y soy el marido de Bonnie. - dice alargándoos la zarpa para estrecharla.

Quentin y Dain puede que lo conozcan de oídas. Es un erudito que estudia en la Academia…  

En ese momento comienzan a servir la comida humeante. Huele genial y si sabe la mitad de bien, no habréis comido nada parecido en semanas, incluso meses. El sabor y el aroma son de lo mejor de la zona, sin duda alguna. Y la cerveza probablemente le haga justicia a lo que reza el cartel de la entrada.  

A lo lejos entran por la puerta Murray y los suyos guiados por dos de vuestros amigos, dispuestos también a unirse a la fiesta. – ¡Yo invito a la siguiente ronda! - Entra gritando el maestre.

La estancia en la posada se prometía alegre y empachante. A un ratón como es debido eso no le arredraba, ya que el buen comer y beber, y las charlas distendidas eran algo a lo que uno fácilmente se adaptaba.

La comida era realmente deliciosa, y no hacía añorar las raciones de comida de los Guardias, que, aunque abundantes, carecían de ese toque casero y especiado que proporciona la verdadera cocina hecha con cariño. Dain estaba seguro de que soñaría muchas noches con ese momento y esa comida.

La cerveza era oro líquido bajando hacia su estómago. Desde Lockhaven no había vuelto a probar una, y notó el efecto refrescante enseguida. Por no nombrar que estaba hecha con productos locales, y eso la hacía aún más especial, si cabe: cerveza que sabía a Hogar.

Bromeó con todos, y siguió amenas e interesantes conversaciones sobre insectos y aventuras. Tuvieron que relatar lo sucedido hasta ese momento, y todos estuvieron muy interesados en la historia y la suerte de los hermanos Marvin, Talin, Jacob y Matt, a los que insistieron en conocer, e invitar a quedarse en Sprucetuck si querían.

También hubo conmoción al conocer el destino final de Tuk, el bandido, y su vida anterior. Mucha gente le conocía en la ciudad, y lamentaron cómo llegó a torcerse tanto su vida y su suerte.

Entre estas charlas, y más ahora que llegaban también los mercaderes para unirse a la jarana, Dain seguía preguntándose por el misterio que rodeaba la petición de la ratona que parecía gobernar con tanto aplomo y hacierto cuanto estaba pendiente de ella, que no era poco en una posada con tantos clientes a la vez.

El joven ratón aun no muy dado al licor, pidió que en vez de cerveza le trajeran un jugo de fruta, no le importaba mucho el tipo de fruto que fuera, todos eran refrescantes de algún modo. El primer trago sabía a rocío matinal, esa mezcla mágica que su madre lograba mezclando el agua filtrada por las hojas con frambuesa, casi como si fuera la receta familiar, detecto también un ápice de polvo de nuez en el olor, era una de aquellas delicias que llevaban dedicación.

Cada vez más comensales se unían a la fiesta, incluso alguno de los presentes en el local se inmiscuía en el intercambio de palabras y risas. Eso era tan raro para Robin que no sabía bien si encajaba debidamente; para él una fiesta familiar siempre se había contado entre tres personas, y en los barracones en los que se preparó como guardia, imperaba la seriedad en su mayoría, siendo las fiestas a penas la mitad de ruidosas que aquesta cena.

Por un lado sorprendido, por otro encantado, por otro sobrepasado por el ruido. Las mayores fiestas que él había vivido se basaban en risas e historias ante una hoguera bajo el pretexto "a las bestias no les gusta el ruido ni el fuego".

Sabía que no era mayor esa reunión a otras que el hubiera visto, solo variaba la cantidad de gente, y por ello la cantidad de diálogos que se creaban, !era imposible estar en todos! Y sin embargo, habían ratones que parecían conversar en almenmos 5 o 6 temas diferentes. Increíble que un festejo que pudiera resultar tan asombroso, puede que el muchacho no estuviera hecho para interactuar entre las masas.

La celebración fue maravillosa, y consiguió borrar de un plumazo todo el agotamiento y el mal humor que había acompañado a Quentin durante los últimos días, sobre todo tras la pérdida de Baron. Encontrarse rodeado de amigos y familiares, degustando unos apetitosos manjares que consiguieron arrancarle una lagrimita de alegría, y bebiendo cerveza casera, era una vida a la que con gusto se acostumbraría. Pero cuando veía el rostro de Dain y Robin, la capa de uno y las facciones jóvenes del otro, recordó que aún había mucho que hacer. Debía luchar codo con codo junto a su compañero, debía terminar de formar al zarpatierna más prometedor que había conocido nunca, debía de dar todo lo que tuviera que ofrecer a la Guardia Ratonil y luego, quizás, descansar sus últimos días, disfrutando de más calor, más amigos, y más cerveza.

—Dejadle en paz —riñó a uno de sus amigos cuando se burló de Robin por no beber alcohol— En su primera misión se ha enfrentado a una serpiente y dos lechuzas, una de ellas con el plumaje blanco como la nieve. Es el muchacho con el corazón más grande que he conocido nunca, y tiene mi respeto. Si no quiere beber alcohol... ¡me bebo yo su parte!

Las risas que vinieron a continuación resonaron por la estancia, y el arquero aprovechó para dedicar un guiño cómplice a su pupilo. Fue en ese momento en el que Robin pudo reconocer al Quentin que había conocido durante el viaje. Era como si se obligara a tener una actitud más distendida y jovial estando en Sprucetuck, probablemente por la presencia de su familia.

Todos, especialmente los que nacidos allí se ven rodeados sus seres queridos, disfrutáis de la celebración. Los minutos e incluso las horas pasan volando, tanto como lo que tardan en desaparecer las cervezas de las bandejas que llegan con peso y regresan ligeras.

En una de las conversaciones Dain pregunta por Bonnie, la ratona que regenta esa maravillosa taberna. La mayoría de los allí presentes apenas la conocen, pero es su propia madre, Dara, que se sienta a su diestra, la que le responde con conocimiento. - Bonnie llegó a Sprucetuck hace casi tres años...

A la mente os viene la situación tras la guerra. El flujo de ratones era incesante. Por un lado había una migración de guardianes y milicianos del frente hacia el este. Muchos combatientes volvían a su hogar en las costas, la parte menos afectada. Realmente allí apenas se habían enterado de la guerra contra las comadrejas. Salvo por el hecho de que muchos de los guardianes y hombres fuertes destinados a salvaguardar la zona, se marcharon lejos durante una temporada.

Por otro lado hubo una migración para repoblar las zonas más afectadas al oeste de los Territorios. Sprucetuck fue una de las zonas más castigadas, siendo prácticamente un baluarte que defender. Todas las ciudades al oeste pagaron un alto precio. Los túneles de las comadrejas siguen hoy en día albergando peligro y múltiples partidas de zapadores se encargan de hacer que se derrumben para que no vuelva a pasar lo mismo.

-  ...dejó a su familia en Port Sumac y se vino aquí. Empezó trabajando de camarera en otra de las tabernas, una de los superiores que tuvieron que cerrar. Owen se fijó pronto en ella y al año siguiente ya estaban casados.

- Ella es muy trabajadora y gracias a lo que ahorró y al buen salario de su marido, consiguieron comprar en una subasta todo el lote de una de las tabernas que iba a cerrar. Con eso y una pequeña reforma, hace apenas un año abrieron esta maravillosa taberna. Tiene a varias chicas trabajando con ella, dos en la cocina y otras dos camareras. Hace poco, creo que fue antes de llegar el invierno contrató a otra... pero parece que no se le daba muy bien y no la he vuelto a ver por aquí.

Dain se queda sorprendido por la cantidad de información que es capaz de darle su madre. Aunque luego lo piensa y no le extraña. Es una ratona muy observadora y porque no decirlo, también una de las más cotillas de la ciudad. Y ya se sabe, en lugares así todo se conoce pronto y los rumores y los chismes no menos rápido.

Quentin tiene un instante de complicidad con su pupilo, que parece estar algo fuera de lugar. Pero apenas puede pararse a pensar en ello por que hay demasiada gente que le reclama, le pregunta sobre sus últimas aventuras o le saca anécdotas graciosas del pasado.

Robin que se queda ensimismado entre tanto barullo, mirando en más de una ocasión el fondo de su afrutada copa, es asediado de nuevo por Dalla. - ¡Cuéntame como lo hiciste para vencer a la serpiente, vamos!  - suplica con carita inocente. 

El tiempo pasa. Y pese a que la mayoría ha bebido más de lo que debiera, pues al día siguiente había que trabajar, todavía queda algún achispado dando tumbos o dormido por ahi. A lo lejos, ya en la barra están Murray, Damon y Quintus discutiendo sobre quien va a pagar, pues todos se ofrecen a hacerlo con gusto. Bonnie que no deja de miraros desde la barra pide que la disculpen. Se acerca a la mesa ahora que no hay oídos indiscretos...

Se sienta y con una cara muy seria os mira a los tres. De nuevo mira a todas partes para asegurarse que nadie de allí pone el oído donde no toca. Owen a una señal de ella también se acerca y se sienta para formar un corrillo de cinco.

- Ahora me toca a mi pediros un favor. - dice Bonni muy seria.

Estaba claro que el precio que había dicho al final de la cena no se correspondía con la cantidad y calidad de lo que habíais consumido. A ese precio tan bajo, casi diríais que sin margen de beneficio, era imposible mantener una taberna adelante y menos una de ese tamaño. Vamos, que os había hecho un favor importante dentro de sus posibilidades. Os había brindado una cena memorable que tardaríais mucho en olvidar, si es que algún día lo hacíais...

- Una amiga mía ha desaparecido. No se nada de ella desde hace tres días. Desapareció durante la madrugada, tuvo que marcharse a hacer... - notáis una pausa y que vuelve a asegurarse que nadie más que vosotros la oye. - ...algo importante. Quiero que la encontréis y la traigáis de nuevo a salvo. 

Percibís claramente como hay algo que no os cuenta. Algo que quiere mantener en secreto, por ahora...

Tras el breve instante de complicidad, fue asaltado de nuevo por la pequeña ratoncita, y sin duda, Robín que no sabía bien que más hacer, se incorporó de su silla y tras dar un generoso trago a su delicioso jugo de frambuesa y nuez, habló alzando ligeramente su voz para que llegara hasta la pequeña y cualquier otro curioso interesado. Era la primera ocasión que poseía para ofrecer con honor el nombre de Barón.

- la noche arruyaba el fuego y los generosos y grandes comerciantes con los que nos encontramos antes de alcanzar Elmoss, estábamos en un apacible círculo de rocas hablando por unos muchachos a los que estábamos escoltando, aun ni siquiera sabiendo bien como ayudarles cuando... - TOOCCKK, picó con presura el suelo del local para simbolizar el ruido que atrajo su atención - no sabíamos a que se debía, pero un sonido atrajo nuestra atención, sin más dilación un poderoso ratón llamado Baron y su alabarda, corrieron con zancadas de veinte pies prestos hacia el origen del tono desconocido. Mientras nosotros tres, a duras penas habíamos tenido aun tiempo de reaccionar; pero él se interponía entre las fauces del bífido y su víctima, una joven e inocente ratona que paseaba a la luz de la luna. El valeroso ratón distrajo con fiereza al siseante monstruo, salvando el margen que la víctima ganaba en cada segundo.

Estaba claro que exagerar el esfuerzo del fallecido, era el deber de un buen orador, narrar una hazaña no tenía mérito si no ofrecía un papel difícil de olvidar al ratón que perdió su vida - no podría decir, si luchó por segundos, minutos u horas, la tensión no permitió comprobar esas cosas, lo que si puedo asegurar es que el enfrentamiento le sobrepasó, sus tres compañeros no teníamos sus mismas patas veloces como las que más, y al llegar los primeros dos, tuvimos que ver con frustración como nuestro compañero exhalaba su último aliento. Sabíamos que ya no le podíamos salvar, su agónico rostro así lo determinaba, por lo que hubiera sido muy fácil llorar su pérdida y retirarnos, pero era nuestro compañero además de un ratón que merecía un buen entierro, en ese instante decidimos, que aquel reptil de escamas coloridas no obtendría esa noche su botín, y pagaría cara su decisión de acercarse a las rutas aseguradas por la guardia.

Esa última palabra la dijo picando su pecho con la zarpa, mostrando orgullo y honor por ser parte de un grupo tan importante para la seguridad ratonil.

- La lucha no era por acabar con aquella bestia, no era siquiera por el orgullo de la guardia pese a que en parte se podría añadir a la receta, era, ni más ni menos, que para honrar a un compañero que sin conocerlo a penas, ya formaba parte de nuestra cuadrilla y como tal, formaba parte de la que debía ser durante nuestra misión, nuestra familia. La lucha por lograr la huida sin el cuerpo de la serpiente había comenzado en un interminable y a la vez corto baile eterno, nadie tan bañado en adrenalina sabría decir si fue solo un momento o toda una noche hasta el amanecer. Cuando dos ya no éramos suficientes, y el cansancio amenazaba con el fracaso, llegó el tercero a apoyarnos, la sierpe que nos estaba ganando terreno, vio las tornas giradas en su contra, pinchazos de lanza, flechas certeras y espadazos como garras, el reptiliano acabó por perder la visión de uno de sus ojos, cuando mis superiores, como dos custodios frenaron el que tal vez hubiera sido mi último asalto, si la criatura me hubiera interceptado. Pero en lugar de eso, perdió no solo su cena, si no también su propia estima cuando herida tuvo que darse a la fuga.

Prefería contar el cuento sin llegar a ser el héroe de la historia, "así somos los cuenta cuentos" pensó "nos gusta aparecer en segundo plano".

- por mí, solo puedo añadir, que tomé su alabarda, prometiéndole usarla por el bien del necesitado, y honrar su nombre y su sacrificio.

Tras la historia le costó menos hablar, era extraño como las palabras hacían la lengua un bien más ágil y la mente más despierta. Luego de que todo acabara, solo tuvieron que esperar a Bonnie y a su pareja, quienes pedían algo extraño desde su punto de vista.

- y como,... - se aventuró a decir - vamos a ayudar si no nos decís nada...

La bebida, la comida y las historian fluyeron durante el tiempo que duró la cena, permitiendo a los Guardias disfrutar de todo aquello sin preocuparse del mañana, de las sacas de correo o de los peligros del camino. Esa noche, al menos, podían ser ellos mismos, dejando los deberes y las capas a un lado.

Cuando finalmente llegó la hora de despedirse y pagar, fue el momento elegido por Bonnie y su marido para contarles algo más de su petición. No le había pasado desapercibida la historia que había conseguido averiguar la madre de Dain sobre la posadera, y en secreto Quentin admiró lo que habían conseguido. No era necesario ser Guardia para enfrentarte a las dificultades, y obtener el dinero suficiente para conseguir levantar esa taberna desde cero era de tanta valía como cualquier misión a la que ellos se hubieran enfrentado. Sólo cambiaba el campo de batalla.

—Una desaparición siempre es un tema delicado— intervino Quentin— Pero mi pupilo tiene parte de razón: ¿Por qué sabéis que ha desaparecido? ¿Habíais quedado encontraros en algún sitio? ¿Tenía que ir a algún lado peligroso? ¿Por qué no recurrísteis a la guarnición antes de enviarla a ella? No digo que vayamos a aceptar vuestra petición así como así, puesto que estamos en plena misión oficial. Pero toda información es poca y ayudaría a valorar positivamente el dedicar nuestro tiempo a buscar a esa joven.

La historia que Dain contó tan impresionantemente bien trajo a Dain los amargos recuerdos de aquella dura batalla. La serpiente, aquel formidable enemigo que por poco los abate a todos, y que se quedó con el alma del infortunado Baron de recuerdo... Al menos fue vengado, y su honra de Guardián lo alzará a los altares del heroísmo en Lockhaven.

Era ya tarde, y la charla y cena se distendían. Las horas parecen minutos cuando alguien se divierte, y el ratón se sorprendió ante las primeras deserciones de la mesa disculpándose por irse a descansar en tan agradable momento, pero que al día siguiente tendrían que trabajar. Se dio cuenta entonces de lo mucho que habían disfrutado, tanto como para no estar pendiente de la hora.

Poco a poco todos se fueron marchando con promesas de próximas visitas, y al fin las confidencias de Bonnie se hicieron realidad. Para decepción de Dain, no fue mucho lo que aclaró. Robin y Quentin le hicieron preguntas adecuadas, él mismo no podría haberlo hecho mejor.

-Milady, entenderéis que, aunque nuestra intención es siempre ser útiles, las palabras de Quentin sobre nuestra misión oficial son exactas. No podemos abandonar lo que se nos ha encomendado así como así. Deberías hablarnos un poco más de lo sucedido y de por qué recurrís a nosotros. Si no tenéis confianza en quien pedís ayuda, quizás no sea el más adecuado para ayudaros. Pensadlo bien.

Música

Bonnie al ver que la presionáis para que cuente algo más comienza a lanzar miradas a su marido, Owen. Este, pensativo, finalmente le hace un gesto afirmativo con la cabeza, dando el visto bueno a lo que ella iba a revelar. No necesitaban intercambiar palabras para entenderse, bastaba con escudriñarse el rostro mutuamente para adivinar uno el pensamiento del otro.

- Está bien... - dice ella al fin. - Prometimos no revelar la verdadera identidad de nuestra amiga. Pero al veros llegar a la ciudad, no hemos podido evitar sentir una cierta responsabilidad. Preferimos ser culpables de romper una promesa que de dejarla a su suerte... 

La ratona está nerviosa, por un lado siente que está traicionando a su palabra por otro que está ayudando a su amiga. Finalmente piensa que ella, una vez se reúnan de nuevo, si está sana y salva lo entenderá. O eso quiere creer.

- Durante su estancia en Sprucetuck ha estado de incógnito, con un nombre falso, se hacía llamar Katy, pero su verdadero nombre es Sadie. prosigue Owen al ver que su mujer se detiene. - Sadie es una Guardiana, como vosotros tres. Estaba en una misión siguiendo el rastro de unos malechores. Como Bonnie y ella son amigas de la infancia, le pidió ayuda para hacer de camarera y que esto le sirviera de tapadera. 

A medida que comienzan a abrirse todo empieza a cobrar sentido para vosotros...

-  Vino como vosotros, desde Elmoss, pero eso fue antes del invierno. - Continuó Bonnie con la historia. - Ella no quería contarme demasiado para no ponerme en peligro. Sólo se que salía por las noches, de madrugada para encontrar pruebas. Tras muchas semanas localizó la guarida de esos tipos, pero por desgracia estaba desierta. Aguardó durante un tiempo hasta que el invierno se nos echo encima. Quedó atrapada por culpa de las tormentas y no pudo regresar a Lockhaven para informar de sus hallazgos.

- Hace tres días yo volvía del trabajo, era tarde. - Prosigue Owen. - Sadie me había dicho que si podía, de vez en cuando, al volver de la Academia, desviarme de mi camino y pasar por el callejón de la herrería de Arthur. Al fondo de ese callejón hay una pequeña casa abandonada de dos plantas. Esa noche vi una luz en el interior y la avisé... - dice lamentándose quizá, sintiéndose culpable por haberla enviado a la boca del lobo. 

En ese momento os giráis al ver a Bonnie rompiendo a llorar. Intenta ser fuerte y disimularlo de la mejor manera que puede, pero le es imposible. Owen se levanta de su asiento, rodea la mesa y la sostiene entre sus brazos consolándola.

- Por favor, tenéis que ayudarla. - consigue articular Bonnie entre lágrimas. 

Esa fuerte mujer, capaz de haber levantado practicamente sin ayuda un negocio como aquel, llena de valor y coraje se estaba derrumbando al pensar en su amiga en peligro.

- ¿solo ella? - preguntó Robín mirando a Dain y a Quentin - ¿no se supone que es obligatorio formar grupos? ¿Mínimo y rara vez de dos? - el joven zarpa tierna nunca había escuchado sobre misiones en solitario. El dicho no decía... "Un guardián tienes 4 patas, dos para caminar y dos para a sus compañeros apoyar".

Prefirió no decir que hacer, pero su mirada ya miraba en la dirección indicada, ni siquiera podía disimular, pues su cuello estaba tan inclinado como podía y su cola se enrollaba como si esperara utilizarla como resorte. Y... No se iban a marchar esa misma noche ¿no? Su dedo daba golpecitos en su pierna, ...ya... Estaban... Tardando...

- esto... Podríamos dar un paseo por allí ¿verdad? He visto algo blanco y pequeño en esa dirección... Tal vez se nos haya extraviado una carta...

No pretendía mentir, solo ponía una escusa para acercarse a una misión de otro grupo de ratones, pues sería desconsiderado intervenir en un objetivo ajeno, las misiones de otros eran como algo "intocable" no era una regla escrita, solo una moral, solo intervenir si el ratón líder del otro grupo lo pedía al propio. Aun y así, si en su paseo por el lugar veían algo raro... ¿Podían intervenir no? Y luego fingiré que no sabían que era una guardiana - pffff pésima idea Robín - era negado mintiendo, tal vez una deisculpa sincera bastaría.

Estás tumbada en un suelo duro y frío. Abres los ojos con mucho esfuerzo...

Te duele la cabeza y no sólo eso. Todo tu cuerpo está lleno de moratones y magulladuras bajo tu pelaje... Bueno, llamarlo pelaje era mucho. Lo que antes era un pelaje lustroso y que ahora era una maraña de pelo sucio y pegajoso y acartonado.   

Sientes frió, hambre y tu estómago ruge de dolor cuando caes en la cuenta que llevas días sin comer absolutamente nada. Un olor húmedo, pegajoso y pestilente que lo envuelve todo te hace volver en si. El hedor es insoportable y casi agradeces el no tener nada en el estómago que vomitar. Te sientes mareada mientras miras a tu alrededor...   

Estás en un lugar desconocido y oscuro. Comienzas a preguntarte como demonios has acabado aquí. Te incorporas y sientes un escalifrío que te recorre la espalda. Al agitarte es cuando sientes un tirón en tus muñecas y un característico sonido metálico. Llevas unos grilletes a la espalda...

Miras a tu alrededor y no ves más que suciedad y cadenas colgadas del techo. Es una sala de piedra y apenas hay una reja por la que entra algo de luz. Luz que por otro lado va danzando y crepitando. No muy lejos de allí hay otro ratón, parece que está dormido o inconsciente... pero está demasiado lejos y la penumbra lo envuelve.

Comienzan a venir recuerdos a tu cabeza. Son sólo flashes... 

Recuerdas intentar escapar. Recuerdas un fuerte golpe en la cabeza. Recuerdas haber sido arrastrada, pero poco más...

De pronto un ruido chirriante rompe el silencio. Se trata de una puerta oxidada al otro extremo de la sala. Se abre dejando pasar algo de luz y una oscura figura se recorta en ella. Ese individuo comienza a acercarse. Se trata de otro ratón. Es alto y de complexión fuerte. Te suena su rostro pero tienes la mente demasiado embotada para pensar con claridad. Se acerca bastante, hasta tal punto que apenas os separa unos pasos.

- ¿Ya se ha despertado nuestra princesita? - ríe burlón.

Sadie se mantiene en silencio y aprieta los dientes mientras devuelve la mirada al sujeto, en un pobre intento de conservar algo de dignidad. Por dentro, se maldice así misma, piensa en Bonnie, en Owen, en sus padres....Sus pensamientos se agitan inconexos en su cabeza y la humillación y la impotencia se agolpan en su frente. ¿Cómo pudo ella, justo ella, tan experimentada y hábil haber caído de esta manera, como si fuera una zarpatierna que apenas abandona el calor del hogar materno? ... Pero acalla estas voces en su mente, que ahora de nada le sirven, y se esfuerza por aclarar la mente y concentrarse en su primera prioridad: sobrevivir. 

Mira fijamente a los ojos al ratón que tiene en frente, sin poder recordar de donde conoce su rostro. "Vamos Sadie, vamos" se dice internamente "Estás sucia, débil, lastimada y presa en una mazmorra asquerosa. Analiza tu situación " ...No tenía sentido actuar precipitadamente ni mantenerse muy altanera, pues podría lograr que sus circunstancias empeoraran, o incluso perder la vida. Lo importante ahora era obtener información, de cualquier sitio, y en base eso abrir una oportunidad de escape. Un escalofrío recorre su espina dorsal y eriza su maltratado pelaje... Sadie sabe que tiene las de perder, pero tiene que intentarlo, por aquellos que le esperan en casa. 

Dejó escapar un débil gimoteo para dejar ver al sujeto que estaba quebrada - ¿Dónde estoy?- preguntó con voz quebrada. El sonido de su voz le sorprendió, tenía la garganta seca e irritada, y el sonido que salió de su boca distaba mucho de su voz habitual, enérgica y clara. - ¿Qué vais a hacer conmigo? 

El ratón escuchó atentamente la historia de Bonnie, y se conmovió con sus sollozos. Nunca se le dio bien ver a alguien llorar y tratar de no compungirse él mismo. A pesar de ser un Guardián, también era sensible. 

-Robin, sí que hay misiones donde es mejor que el Guardián vaya solo. A veces ha de infiltrarse, o tratar de pasar desapercibido de algún modo, y la mejor manera es no llamar la atención como patrulla. Solo a los más veteranos de cierto rango se les encargan misiones así, una vez probada su valía y desenvoltura.

A Dain se le vino a la mente aquella vez que él.. sí, también él hizo una misión solo. Afortunadamente con éxito, y aunque es todo un orgullo sentir que el éxito depende de tí, la amargura de pensar que si hay un fracaso es también por tu causa amarga toda la experiencia enriquecedora.

-Sadie es una Hermana de Guardia, y como tal tenemos la obligación de ayudarla -comentó a Bonnie y a Owen-. Lo habríamos hecho de todos modos, pero el que su misión se haya visto interrumpida de este modo tan  misterioso hace que tengamos más motivos aún para saber qué le sucedió. ¿Os parece, amigos? -indicó a Quentin y a Robin, que ya se había mostrado inquieto por empezar la búsqueda.

Quentin asintió ante las palabras de Dain cuando le explicó a Robin lo que eran las misiones en solitario. También era comprensible que el zarpatierna no supiera de tales opciones, pues era un tipo de encargos raro y que sólo se asignaban en reuniones en las que sólo unos pocos Guardianes estaban presentes. La discreción y el anonimato eran la clave entonces, justo lo que había hecho Sadie.

—Estaremos encantados de investigarlo, mi señora Bonnie, Owen —dedicó un cabeceó a ambos a modo de afirmación—De hecho, Robin no ha tenido oportunidad de conocer Sprucetuck de noche y ésta es una oportunidad tan buena como otra cualquiera para ver el efecto de la luz de la luna en las vidrieras. ¿Les importaría guardarnos las sacas de correo mientras tanto? Alguna habitación discreta, a salvo de miradas y zarpas curiosas.