Partida Rol por web

Atrus se levantó contrariado. No sólo no había dormido bien, sino que además no había despertado mejor. Se mantuvo al margen de todo, ojeroso y distante. Deseaba no generar conflicto, pero si lo buscasen, lo encontrarían. Pero no podía permanecer en ese estado, por lo que, luego de asearse y lavarse bien el rostro con agua pasado un tiempo en el que había estado con sus compañeros, se acercó a los demás.

Conversaban sobre qué pasos eran los mejores a continuación, por lo que sólo asintió a las ideas de Damrod, con el que coincidía en prácticamente todo. Parecía más hablador ahora.

Él estaba listo para oficiar de avanzada si llegaba a ser necesario, como había hecho todo este último tiempo, o podría vigilar por la retaguardia. Le daba lo mismo.

Al día siguiente iniciaron los preparativos para volver al interior del volcán esperando librar los niveles inferiores de los seres del Caos que hubieran quedado atrás y liberar en su caso a los demás ciudadanos esclavizados. La comida bendecida por Harold, resulto ser buena y vigorosa, de hecho aquella mañana la hechicera elfa se sentía exultante, la magia dragonil de sus ancestros recorría su ser y se sentía en cierto modo, pletórica. 

La historia contada por Harold, Damrod y Gerald y su periplo hasta conseguir desterrar el Caos crearon cierta impresión y por qué no decirlo envidia. Habían vivido una gran aventura y habían conseguido salir victoriosos.  Mirándose a si misma se prometió demostrar su valía al resto de sus compañeros. Saldría de las sombras y demostraría de qué materia estaba creada.

Las palabras de Doflar hicieron que saliera de su ensimismamiento. Era una prioridad identificar los objetos mágicos conseguidos y sin duda Darck y su varita serían necesarios en  este momento. Mostrando la lanza larga con runas espero su momento para que Darck identificara sus propiedades.  Si sois tan amable, Maese Darck! Necesitaría sus servicios.

Tras rezar y ponerme la armadura, declino con un gesto tomar algo de lo concedido por el dios de Harold, pues bien había visto el malestar provocado entrando en una habitación regida por el bien, no quería saber lo que significaba digerir algo creado por su misma esencia. Saco una ración de viaje y la como cerca de la reunión improvisada. Poco podía añadir a lo allí dicho, a efectos prácticos bien podíamos abandonar en este momento la misión, pero tras hablarlo con Atrus y Dark, seguiríamos aun con el resto del grupo, un poco mas al menos.

- Limpiemos el volcán ... no creo que el pensante haya parado de crear criaturas en este tiempo y los cadáveres le vienen bien, incluso mejor que a mi. Digo con una sonrisa, malintencionada. 

Aprovechando el comentario de Bráedam, vio la oportunidad para pedir, sin que resultara esencialmente de su interés, que identificaran los objetos que llevaban con ellos. Solo tenía que hacer verlo como una oportunidad para la guardia.

—Fulgur, señor —llamó la atención de éste, sabiéndole afín a su causa—. Nosotros también tenemos unos cuantos objetos que podrían ser de utilidad, aunque habría que identificar sus propiedades. ¿Es verdad que Darck puede resolver ésto? Y por el camino dejamos un alijo escondido que, tal vez, vengan bien a la ciudad. Joyas, gemas y dinero, un pequeño tesoro que sería útil para reconstruir.

Harold escuchó a los que estaban preocupados por el Pensante. Sin duda ahora esa entidad creadora de gólems era un gran problema, la mayor amenaza que quedaba en la isla. Ojalá, pensó, tuvieran más suministros. Unos cristales de demolición habrían sido la herramienta perfecta. 

Damrod habló también del tesoro que habían encontrado, y asintió. No se esperaba menos de su generoso compañero: de hecho, lo más probable es que aquel oro hubiera pertenecido a los isleños para empezar. 

-Sí, hay que recuperar ese tesoro para la isla. Necesitan ayuda más que nunca, y hay mucho que reconstruir. Y el resto de armas mágicas, una vez hayamos terminado, si nadie las quiere, deberíamos dejárselas también. No tanto para que las usen como para que las vendan y puedan sacar una ayuda adicional de ellas. Siempre hay mercado en el continente para ese tipo de armas. 

Fulgur escuchó atento a las nuevas informaciones y planes. La idea de Damrod parecía la más sensata y iba acorde a lo que él tenía pensado.

-Sí, lo de ir limpiando por niveles me parece sensato. Mejor ir con la calma que no entrar a lo loco y que nos vengan por todos lados. Y si de mientras, los que están ahí dentro se matan entre ellos, pues mejor aún. Tenemos un poco de agua bendita que encontramos en una cripta así que nos irá bien. También deberíamos acabar de identificar todo lo que hemos traído del volcán así que empecemos por eso. Quizás con lo que averigüemos podremos trazar nuevos planes. Y gracias por pensar en el pueblo, Damrod, te estoy muy agradecido. Necesitaremos cualquier ayuda para reconstruir lo mucho que el Caos ha destruido en esta pequeña isla.

Asintió, dejando que un asomo de sonrisa asomara a su rostro, complacido por comprobar que Fulgur —y la guardia en si— sabía lo que hacía. Además, se le ocurrió en ese mismo momento que mencionar el tesoro no era suficiente; si los soldados iban a descender a por él en algún momento, lo mejor era que supieran exactamente a dónde se dirigían, y el mapa que les habían dado le daba la mejor idea para ello.

—Señor —dijo al capitán, atrayendo su atención de nuevo—. Sus hombres nos hicieron un mapa de aquello que habías ya explorado, para que pudiéramos encontrarles. Sería buena idea que hiciéramos lo mismo con lo que nosotros conocemos, y marcáramos los puntos dónde dejamos cosas que pueden ser de utilidad, así como posibles zonas peligrosas. Si tenemos un momento, podríamos ahora mismo.

Mientras nos preparábamos para volver a entrar y buscábamos alguien que pudiera identificar los objetos mágicos, decidí dedicar unos minutos a componer una oda en honor al valiente Qualion.

Me acerco hasta los objetos aparentemente mágicos allí reunidos tanto los obtenidos por la guardia, como los encontrados por nosotros y además las últimas incorporaciones de los otros mercenarios. De uno de mis saquillos aparece en mi mano una lente de cristal bordeada en oro, me la pongo delante de mi ojo derecho, de la lente sale una fina cadena dorada que termina en un enganche para colocarlo en la oreja y estabilizarlo.

Mirando fijamente a los objetos allí reunidos, procedo a identificar cada uno de ellos. 

Como todos habéis dicho en vuestros post que estáis dispuestos a juntar los objetos mágicos encontrados, pongo sus descripciones en la tienda en casa para que podáis pedirlos y así hacer el reparto oportuno.

- " Este hace... vaya.. vaya, ole, que fuerte... y este otro... humm… hummm… sorprendente, anda y este ' la leche ' …….. " -

La tienda en casa ya está actualizada con todos los objetos mágicos encontrados, si alguien porta un objeto sin identificar que me lo haga saber para actualizar su estado.

Tras sujetar con fuerza el escudo mágico digo en voz alta para que todos me escuchen - " Señores, la guardia fue formada en esta isla para la defensa de la Ley fuera de las fronteras de nuestro país y aunque ustedes ( mercenarios buenos y malos ) pertenecen a nuestro venerado país, solo son invitados temporales para estos tiempos de inseguridad y violencia creada por el siempre odiado Caos. La neutralidad fue firmada por todos nuestros dioses durante la firma para dirigir el futuro de nuestra nación y como representante de la misma en la isla os recuerdo que La guardia representa la Ley absoluta y La Ley implica honor, confianza, obediencia a la autoridad y fiabilidad. Os ruego señores que en agradecimiento absoluto por vuestra ayuda os llevéis la mitad de lo encontrado, la otra mitad será para la gran sacerdotisa Shandril y la reconstrucción de la isla. Fortificaremos la entrada al volcán con férreas defensas físicas y mágicas, dando por terminado nuestro contrato con ustedes. A partir de ahora si mi señor Fulgur está de acuerdo, la guardia da por terminada la invasión del Caos en la isla y la muerte del embajador Theodocius, mandarmos un informe detallado a nuestros superiores en la capital del imperio, para esperar la ayuda necesaria. Así que señor, usted tiene la última palabra, volver a entrar supondrá la caída de más compañeros de la guardia, mientras que aquí fuera en el exterior podremos contenerla de nuevo. " -

Tras descubrir las propiedades de las cosas que portaban, repartirlas de manera más o menos equitativa en función de las necesidades, y sentirse preparados para volver al volcán, las palabras de Gardian fueron como un jarro de agua fría.

—¿Acabada la invasión del Caos? —preguntó incrédulo—. ¿En serio? —¿Es que no habían escuchado? Bajo el volcán aún aguardaban horrores que podrían por si mismos arrasar la isla, sin contar con que quedaba al menos un ejército ahí dentro. Puede que lo segundo ni siquiera fuera tan peligroso como lo primero, contando con que había seres como Balcoth seguían sueltos. Respiró hondo, calmándose, y asintió. No iba a ceder tan fácilmente, pero no tenía porque alterarse—. Si queréis sobrevivir, al menos habría que acabar con los líderes. —Miró a sus compañeros, Harold y Gerald—. Al menos nosotros pretendíamos entrar y hacerlo.

Harold se sentía algo incómodo al cambiarse su armadura por la del paladín Alaric. La suya tenía mucho trote ya, y era como un zapato viejo, que ya ha tomado la forma del pie y resulta cómodo y acogedor. La nueva armadura no tenía ese tono opaco del acero del Norte, pero no se podía negar su poder, y, ante todo, Harold sabía que lo que importaba era la protección, no el sentimentalismo. Caer en batalla solo porque le gustaba más la otra armadura habría sido una irresponsabilidad. 

Lo mismo podía decirse del arma: el hielo azul era el arma de su dios, el arma de todos los clérigos, y era con aquella espada con la que había luchado cuando derrotaron al caos. Pero el poder del arma de Alaric era claramente superior, así que la cogió, notándola un poco extraña en la mano. 

Se dispuso a entrar en el volcán, pero entonces Gardian habló. En un principio, sus palabras le hicieron fruncir el ceño, pero luego lo pensó mejor. No era lo suyo hablar sin reflexionar, y al pensarlo, sus palabras tenían sentido. Aunque todo su ser le pidiera en ira justiciera entrar al volcán de nuevo, había que saber cuándo dejar estar las cosas. Tenían una isla que reconstruir, la superficie era segura, y casi todas las amenazas del volcán habían sido contenidas. Pedir refuerzos y esperar a tener mejores recursos era sensato. 

Así que se adelantó y puso una mano enguantada sobre el hombro de Damrod. 

-Compañero -dijo- Yo también quiero entrar, pero tenemos órdenes. Aquí hemos cumplido nuestra parte, dejemos que esta gente reconstruya sus vidas. Nosotros tenemos obligaciones lejos de aquí. Todos esos adoradores del caos han huido a alguna parte, y debemos averiguar a dónde y darles muerte. Esta gente ha demostrado su valor. Estarán bien. 

Suspiró y dejó caer los hombros, como derrotado. Las palabras de Harold le calaron hondo, y tenía razón, por supuesto, pero no por ello estaba contento con ello. Sentía que estaba abandonando a la guardia, a los inocentes que aún pudieran quedar prisioneros y a los que en la superficie podían volver a caer bajo las garras del Caos. Pero sobre todo, era la sensación de que no habían acabado su trabajo, de que pese a haber destruido el monolito y dispersado a sus enemigos, aún quedaban seres de oscuro corazón, criaturas a las que dar caza. Era casi como dejar escapar a la presa cuando ya estaba acorralado.

—Está bien —dijo sin embargo, alicaído, pero aceptando la situación—. Al menos volveremos a casa.

Ya estaba casi listo para volver a entrar al volcán cuando Gardian dio la orden de retirarnos. Al principio me sentí contrariado, pero luego entendí que habíamos conseguido una ventaja y si nos retirábamos ahora podríamos reagruparnos y organizar un ataque a gran escala.

Me paré frente a la entrada al volcán en silencio durante unos minutos.

-Esto no ha terminado -dije en voz baja frente a la negra boca de la cueva- Ahora sabemos que están ahí. Pediremos refuerzos, volveremos y los aplastaremos. Vengaremos la muerte de Qualion.

Finalmente los habitantes de la isla demostraban sus cartas, en ellas se agradecía nuestra implicación, pero en el fondo nos invitaban a dejar la isla. Sonrío ante las palabras de Guardian y a la contención de los inquisidores del bien, ya que según anteriores situaciones, esto podría acabar con una confrontación. - Nosotros hemos terminado, en caso de que necesitéis nuestra ayuda, nos quedaremos. Señalo la entrada del volcán. - Aunque si decidís quedaros solos, y enfrentaros a vuestro destino, nos iremos. 

—Decidido entonces —dijo asintiendo, conforme también con que los otros Inquisidores abandonaran las isla a la par que ellos—. Recogeremos nuestras cosas y nos iremos en cuanto el barco esté listo. Mientras tanto permaneceremos por aquí, nos aseguraremos de que nada sale mientras preparáis las defensas.