Partida Rol por web

-¿Seguro?.- Contestó a tu elocuente discurso sobre la voluntad, tozudez y amor de los humanos. -Soy el ministro de asuntos mágicos y es mi deber preservar la vida en nuestro hogar, tanto de nuestro pueblo como de las criaturas que conforman este mundo, esta selva. Nadie, y menos un hijo mío hará nada que perjudique nuestra paz y estabilidad. No sé que pretendéis hacer aquí tu y tus "amiguitos humanos"- dijo con cierto asco, -pero os tengo vigilados. Ya sabes las penas que impone nuestro pueblo a los que violan las normas y a los traidores.-

Adariel se dio la vuelta y comenzó a caminar deprisa hacia su nave, parándose en seco a los pocos metros y volviéndose hacia tí. -Vuelve con nosotros, dinos que está pasando en esta zona y el consejo te perdonará. Les hablaré sobre tu valor para infiltrarte entre humanos y desentrañar sus planes.- Tu padre te tiende su mano. -Vuelve a casa, hijo.-

Edariel y su no muy simpático padre se alejan para hablar en privado, por lo que me quedo junto al resto del grupo, quienes miran la escena tan extrañados como yo. Cuando Darbus se plantea la duda para sí mismo, yo también hablo con dudas:

 - "Así que ministro de magia. Edariel nos ha ocultado algunos detalles."

Miro a los presentes y les contesto lo que sé:

 - "Conozco a Edariel hace años. Siempre supimos que tenía problemas con su padre, no se llevan bien o problemas de expectativas, no sé bien. Solo sabía que por eso no estaba muy animado de venir a Castrovel y creo que no habría venido si no le insistíamos en que era un buen trabajo."

Sigo con la mirada a la pareja pero me detengo en los elfos, que miran como custodiándonos. No me gustan para nada los fascistas y mucho menos los que son se creen demasiado sin motivo. Miro a Darbus mientras señalo con el dedo a los elfos:

 - "¿Y estos siempre se comportan así? Se creen muy duros parece, igual que el de allá, reglamentando las junglas de un planeta donde no son más que allegados por caridad... o pena."

Me giro hacia ellos y les miro desafiante. Que alguno de ellos se salga de su protocolo por una provocación y pueda patearle el trasero sería algo muy divertido para cerrar la noche.

Su padre seguía mostrando su actitud xenófoba hacia los humanos, y hacia cualquier no elfo en realidad.
También se encargó de amenazarle con que les vigilarían de cerca, pues sospechaban que Darbus y compañía iban a atentar contra las leyes de Castrovel.

Edariel se quedó mirando a su padre sin contestar. Su actitud le recordaba al elfo que siempre había recordado. El tiempo no lo había hecho cambiar.
Contestarle, era innecesario.
Se limitó a asentir, dejando claro que conocía las leyes y que no iba a permitir que la compañía para la que trabajaba se las saltara a la torera.

Adariel pareció satisfecho con eso y con pocas ganas de decir nada más. Se encaminó hacia su nave, preparándose para regresar.
Edariel se puso la mano en el cuello para extraer el colgante que quería mostrarle, pero entonces su padre le dijo unas palabras que no hubiera esperado.
Le pidió que volviera.
Después de todo, seguía teniéndolo en estima. Seguía considerándolo su hijo.
Durante los años que había permanecido lejos de allí, había creído siempre que su padre ya no lo consideraría como a un hijo.
Pero aquella arenga final indicaba lo contrario. Por mucho que odiara su comportamiento altivo, arrogante y racista, era su padre. De un modo u otro, le debía a él la existencia.

Suspiró.
No podía volver a Is. No podía dejar a sus compañeros.
Pero... sabía que de rechazar el ofrecimiento de su padre, ya no podría volver jamás a su ciudad. Sería proscrito para siempre.
Y difícilmente podría averiguar nada sobre el medallón.

Ciertamente, le apetecía ver otra vez Is. Quizás una última vez.
Y ver a su madre... aunque fuera una mera sombra de Adariel.
Caminó hacia la nave de su padre sin decir nada, nervioso, casi avergonzado.
Se detuvo un momento antes de subir, y se giró a observar a Gendo.
Querría darle una explicación, pero era difícil que lo comprendiera. Posiblemente le considerara un traidor, y quizás ganarse de nuevo su confianza costaría horrores.
Pero en aquel momento, supo que aquello era lo que debía hacer. Era necesario regresar para despedirse debidamente de su pueblo.
No como la otra vez, que huyó. Le comprendieran o no, él iba a exponer sus argumentos. Y observaría una última vez el lugar donde se crió.
Por supuesto, también esperaba descubrir que era aquello que encerraba el medallón que le había confiado Priscilla.
¿Qué habría sido de la drow? Esperaba que sus caminos volvieran a encontrarse.
Sin decir nada, subió a la nave.

Los elfos se molestaron ante el comentario de Gendo, pues se agitaron lo suficiente como para que su fría pose de soldados profesionales se turbara. Sin embargo, no hicieron o dijeron comentario alguno.

Ambos elfos, padre e hijo, caminaban de vuelta. Adariel parecía contento mientras su hijo Edariel camina detrás de el en condición sumisa, hacia la rampa de su nave. 

El elfo giró la cabeza con expresión triste mirando al atónito Gendo antes de subir. No dijo nada, pero sus ojos no brillaban de felicidad precisamente.

Los guardias elfos retrocedieron hasta la rampa, casi empujando a Edariel a que terminara de entrar en la nave. 

El vaho se condensaba por todo el baño. El espejo era una aglomeración de gotas de agua que imposibilitaban el reflejo. El agua caliente de la ducha comenzó a salir fría, debido seguramente a que se acabara el depósito, y decidiste salir de alli no sin antes maldecir los sistemas de calentamiento de aquellas barracas prefabricadas.

Mientras te secabas algo llamo tu atención. No se oia nada. Era posible que todos se hubieran dormido despues del dia ajetreado de viaje, pero improbable. 

Al salir descubriste que estabas sola en la barraca. 

Edariel miró a Gendo y casi no pudo sostener la mirada.
Había muchas cosas que quería explicarle, pero no podía.
El elfo dedicó una última reverencia a su compañero con un aire triste antes de subir a la nave.

En mi rostro se ensancha un sonrisa al ver que a los elfos les toqué la fibra sensible. Se lo merecen estos malditos estirados, que se toman derechos que no merecen. Me caen muy mal y, si no fuera por Edariel, pensaría que todos los orejas puntiagudas están cortados por la misma tijera.

Pero mi sonrisa rápidamente desaparece y es sustituida por un rostro de sorpresa cuando veo que mi amigo pasa por delante mío y apenas me dirige una mirada antes de entrar en la nave con su padre. Abro los brazos en señal de confusión mientras pregunto:

 - "¿Pero qué...?"

Mas mi pregunta queda tan inconclusa como sin respuesta pues Edariel no se detiene y sube a la nave para que esta se cierre después y comience su ascenso, no sin antes ser abordada por los soldados. Sé que Ed no se fue obligado pues no duda sacar sus filos de energía cuando algo está mal, lo que me hace suponer que él decidió ceder a alguna clase de propuesta u obligación y él sabe lo que hace.

Claro, eso no quita el sabor amargo que me queda en la boca mientras veo como la nave se aleja hasta desaparecer.

Stuart había escuchado ciertos "ruiditos" provenientes del exterior, pero por el sonido de la ducha y por no tener ni un poco de ganas de prestar atención al maldito universo que conspiraba en su contra para quitarle ese pequeño momento de placer en la ducha… decidió seguir como si nada. No fue hasta que se acabó la maldita agua caliente que tuvo que dar por terminado aquel satisfactorio momento.

Cuando salió muy alegremente, relajado y deseoso por comentar su experiencia inaugurando las duchas, se percató de que no había nadie… ni una sola de las moscas de Gendo.
Extrañado salió al exterior y a unos cuantos metros pudo ver toda una reunión de muchas personas cerca de un par de vehículos (una nave y un vehículo aerodeslizador). Y algo parecía estar ocurriendo con Edariel que se había separado de Gendo y el resto para hablar a solas con un elfo, que lucía elegantes prendas no pensadas para el combate seguramente tranquilo por el respaldo que le brindaba su escolta que lucía mejor armada y blindada que cualquier otro de los allí presentes, y ahora ambos caminaban sin prisa de regreso hacia los vehículos.

Stuart dándose cuenta de que se había estado perdiendo de no poco se apresuró a acercarse sin perder tiempo en atender su actual situación de desnudez apenas disimulada.
Cuando estaba ya llegando al lugar de reunión no podía creer que estaba viendo a Edariel subir solo a aquella nave rodeado de otros elfos armados.

— ¡Mierda, mierda, mierda! — Murmuraba en voz alta mientras se acercaba a Gendo sujetando con una mano su toalla. — ¿No puedo tomarme ni quince minutos para una maldita ducha sin que ocurra una cagada? Gendo ¿Qué carajo está pasando? ¿Arrestaron a Edariel o qué?

-Asumo que estaréis dolido por mis maneras... por dejar nuestra ciudad sin avisar... y por no haberme comunicado en todo este tiempo.
Posiblemente por todo ello, os debo una disculpa. dijo, con un tono algo tembloroso, mirando al bosque.

He viajado por toda la galaxia durante este tiempo, y sin embargo al regresar aquí he notado como si el tiempo no hubiera pasado. Este es mi hogar, al fin y al cabo. añadió en un tono más relajado.

Sin embargo no puedo volver. Al menos, no todavía.
Siento no poder corresponder a las expectativas que teníais puestas en mí... pero mi camino es otro. Y ahora no me avergüenza decíroslo.
Soy un elfo, y ello me llena de orgullo. Pero siento que debo descubrir lo que hay en los rincones de la galaxia, descubrir lo que significa la existencia misma, El Ciclo... explicó con entusiasmo.

Quizás... quizás llegue un día en el que mi curiosidad quede saciada y decida regresar. Pero no ahora.
Es así como lo siento, y espero que me entendáis. No puedo tomar el relevo de la Casa Telfalas, al menos no todavía...
Y creo que mis andaduras servirán no solo para mi propio enriquecimiento como elfo, si no para que muchos individuos de todas las razas que pueblan el universo, cambien su percepción sobre nuestra raza.
Quiero que entiendan nuestra grandeza, y dejen de mirarnos de forma desconfiada. explicó, con la esperanza de que su padre lo comprendiera.

-Me debes una disculpa.- Dijo tajante. -Tu sed de conocimientos es bienvenida entre tu gente, Eldariel, pero no debes olvidar que nos quitaron nuestro hogar, destruyeron nuestras vidas, familias y verdades. Utilizaron en nuestra contra magia ancestral para obligarnos a olvidar quién nos traicionó. Míralos,- dijo volviéndose hacia el grupo que habíais dejado. -Solamente se preocupan de enriquecerse ellos y no su gente, no la gente del resto de la galaxia. Son individuos únicos de pensamiento al servicio de una corporación.- Adariel se volvió hacia ti, con su mirada firme y autoritaria atravesando tu ser.

-¿Porqué los elfos debemos ayudar a quienes son como ellos?. Hablas de que entiendan nuestra grandeza, lo que quieren es poseerla y destruirnos. Ya sabes lo que pasó en el Intervalo. No son de fiar.-

Edariel escuchó a su padre exigir una disculpa, que anteriormente el elfo ya había dado.
Lo siento por haberme marchado de aquel modo, pero era la única manera. se explicó.

-¿Seguro?.- Contestó a tu elocuente discurso sobre la voluntad, tozudez y amor de los humanos. -Soy el ministro de asuntos mágicos y es mi deber preservar la vida en nuestro hogar, tanto de nuestro pueblo como de las criaturas que conforman este mundo, esta selva. Nadie, y menos un hijo mío hará nada que perjudique nuestra paz y estabilidad. No sé que pretendéis hacer aquí tu y tus "amiguitos humanos"- dijo con cierto asco, -pero os tengo vigilados. Ya sabes las penas que impone nuestro pueblo a los que violan las normas y a los traidores.-

Sin más Edariel asintió y se encaminó con su padre hacia la nave.

-Se ha ido por su propio pie.- Dijo una humana que no habías visto antes. -Deberías vestirte. Con ese pelo podrías pasar por uno de los animales de esta selva.-

Tu padre sonrió triunfal en cuanto el transporte despegó. Dió instrucciones para que os llevaran directamente a la ciudad y te comentó lo mucho que le gustaría a tu madre verte. Sin duda sería un momento emocionante.

-Ah, si.- Dijo el jefe en cuanto reaccionó. -Estos son Kartha y Otlik Moss, los miembros del equipo que faltaban.-

— ¿Los Kartha y Otlik que estaban por regresar? — Preguntó Stuart mirando a ambos humanos nuevos, pero pedir la confirmación de algo bastante obvio se debia a que no estaba pensando realmente en ello sino que seguía impactado por lo que estaba pasando con Edariel. Ignoró el comentario de la mujer humana sobre su aspecto, pese a que en cualquier otra situación le habría encantado seguirle la broma, y se volteó hacia la nave llevandose la mano que tenía libre a la boca intentando hacer, bastante en vano, un cono para amplificar su voz y aunque fuera en vano para ello al menos enfatizaba la elevación de su voz. — ¡Ed! ¿Que caraj...? ¡Ed! — No estaba muy seguro de si Edariel aun podría escucharlo y de hacerlo probablemente no regresaría a responderle, por lo que dejó de intentar. Entonces se voltea dando la espalda a la nave mientras miraba el suelo pensativo con una mano en el mentón y la otra sujetando su toalla. — Ok, piensa, piensa. — Tras un breve momento tratando de recapitular vuelve a dirigirse al resto — Ok, los planes siguen en pie... mañana a primera hora debemos ir a ver el lugar donde el segundo geólogo desapareció a ver si queda algo relevante, eso es lo más urgente. Ahora debemos ir a descansar... y pensar que mierda hacer para ayudar a Edariel, o al menos enterarnos de que condenada cosa esta pasando ahora. — De repente a Stuart se le ocurre algo y empieza a echar a correr de regreso hacia su barracón. — ¡Voy a llamarle con la Comm! Al menos mientras aun no se la quiten a Ed, si no se la han quitado ya.

Una vez llega a su cama registra sus ropas que dejó sobre esta para tomar su unidad Comm. Lo hace con tanta prisa, y ya sin importarle nada más al estar en soledad, que al dejar de prestarle cuidado la toalla simplemente se desliza cayendo al suelo. Stuart esto no le importa y ya con su Comm llama a Edariel esperando que pueda aun responderle.

Mi vista sigue pegada en el horizonte por el cual la nave ha desaparecido con Edariel dentro. La voz de Stuart me llega desde la espalda pero yo solo puedo pensar en lo que vi y lo que sea que aquello signifique. Nuestro grupo disminuye cada vez más y siento como si algún día, independiente de cuanto me esfuerce, terminaré quedando solo, como tanto he temido siempre.

"Probablemente mi único miedo real."

Me giro hacia Stuart y le hablo:

 - "Se ha ido voluntariamente, se fue con su papá. Resulta que el padre de Edariel es el mismo Ministro de Magia de los orejas de aguja. Hablaron un momento a solas y decidió irse con él. No hay nada que podamos hacer para ayudarle si él así no lo quiere."

Para mí ese es el punto final del asunto. Edariel volverá si así lo desea pero, si hubiese necesitado de mí anteriormente, lo hubiese dicho y yo no habría dudado en acabar con esos elfos de mierda para apoyarle. Si no ha dicho nada, es porque no ha querido nada de mí y, por lo tanto, el plan no cambia en nada.

Edariel se sentó en uno de los asientos sin decir nada. Tenía decidido que su viaje a Is sería de ida y vuelta, por lo que no podía mostrarse feliz y sonriente. No quería engañar a nadie ni traicionar a su padre.
Sabía que no le perdonaría marcharse otra vez, pero esperaba que al menos ahora lo comprendiera. Sería suficiente para él.

Cuando le mencionó el reencuentro con su madre, sonrió ligeramente y asintió en silencio.
Dado que en la nave tenían algo de intimidad, decidió no esperar más.
Padre, quiero que veáis esto. se sacó el medallón y se lo tendió.

Lo encontré en una de mis aventuras... añadió, esperando su reacción.

Si algo ha podido alguna vez desencajar la cara de tu padre, fue cuando de niño te escondiste en un transporte para salir de la ciudad y enfrentarte a los peligros de la selva. Por suerte tu maestro lashunta te salvo, adoctrinándote en la via de los solarian. Cuando volviste tu padre tenia la misma expresión de miedo e ira que ahora, cuando le enseñaste el medallón.

-¿Que...?- intento articular algo pero solo sus labios se movieron sin emitir sonido alguno. -¿En una aventura dices?.- Adariel volvió a esgrimir su máscara diplomática. Una fría y gélida tez por la que parecía no correr sentimiento alguno. -Sin duda una copia barata de algún mercadillo alienigena en donde intentan replicar el emblema de nuestra familia.- A pesar de intentar parecer tranquilo sus palabras estaban cargadas de ira. -¡Dámelo!- Ordenó. -¡Solo yo poseo el auténtico medallón de la familia! .- Enfatizando sus palabras, sacó de sus ropas un medallón exactamente igual al tuyo, salvo por los restos de la carcasa que disimulaba su apariencia y que tu mismo retiraste. Te tendió bruscamente su mano con la palma hacia arriba esperando que se lo dieras mientras los elfos con armaduras miraban disimuladamente hacia los paneles de instrumentos. 

La reacción de su padre le dejó claro que ver aquel medallón le suponía una inmensa sorpresa, por mucho que después tratara de camuflarlo.
Y si de verdad era una baratija, una falsificación como pretendía hacerle creer, ¿porqué exaltarse tanto?

Edariel miró a su padre y cerró el puño alrededor del medallón.
Si vais a ocultarme cosas como si siguiera siendo un niño pequeño, más vale que me bajéis aquí mismo. dijo en un tono enojado.

He notado que tiene algo de especial. Y espero que hagáis bien en decirme el qué, ya que parece que no es la primera vez que veis este medallón, ¿verdad padre? preguntó aquello último suavizando su tono, pensando que no era buena idea abrir un conflicto.
Pero lo que no podía aceptar era que le engañara con sus palabras.

Como prediciendo el momento oportuno mas inapropiado, tu comlink comenzó a sonar con la musica que le tenias puesta. Como no, aparecía el nombre de stuart en la pantalla.

El aire de irritación de la nave elfica fue cambiando al de duda a medida que la musica seguia sonando.