Partida Rol por web

Nexus se defiende como puede de la salvaje criatura en la que se ha transformado G-26.749, cayendo al suelo ante sus golpes y mientras emplea sus blindados antebrazos como defensa. Uno de los golpes perfora las placas de neoacero y el firebat brama de dolor con el antebrazo ensartado. La criatura retira el azadón de hueso dispuesta a golpear una y otra vez en su loco frenesí, y el impacto del plasma y las agujas U-238 lo envían hacia atrás tirándolo al suelo, donde al cesar la llamarada se ve que ha quedado tumbado boca arriba, inmóvil y ennegrecido, sangrando líquido púrpura a borbotones de las numerosas heridas en el pecho.

Uriel ya se disponía a disparar nuevamente mientras Coogar se dejaba caer, exhausto y herido, alejandose tal y como Jonas le había ordenado sin dejar de abrir agujeros purpúreos en la arrodillada y furibunda criatura. No llegó a apretar el gatillo; con un grito que helaría la sangre en las venas de hombres menos curtidos, la criatura se hincha brevemente de forma convulsa y detona.

Jonas y Coogar son enviados varios metros hacia atrás por la onda expansiva. La criatura ha tenido el efecto de una bomba de demolición, cerca como estaba de la esquina, provocando que el techo del pasillo ceda ante la explosión y se colapse estruendosamente al derribar un pilar maestro. Paneles de metal desgarrado, vigas partidas, tuberías y cableado se unen entre chisporroteos a la cada vez más inestable situación de alarma. Las luces de emergencia iluminan el desastre, permitiendo ver que el pasillo ha quedado clausurado.

Aún con el rifle en alto y siguiendo con la mirada excéntrica cualquier atisbo de movimiento alienígena, compruebo satisfecho que por ahora no hay más peligro. Bajo la guardia más tranquilo y observo el cuerpo destrozado de Jackson.

- Maldito bastardo, solo tenías que haberte cubierto. - comento con severidad ariendo el casco y escupiendo.

Miro alrededor y me cercioro de que no ha caído ninguno más. No había estado tan mal, aunque el centro de mando se estaba viendo infestado por momentos.

- Cada minuto que pasa hay más y mas de esas cosas pululando por aquí. Y estas últimas que hemos visto parecían... humanos... - digo algo confundido - Esto no me gusta nada.

De un salto volvió a colocarse en pie examinando loas asqueroso restos purpúreos que había dejado la explosión del extraño ser.

Las palabras de nerviosismo de Connor llamaron la atención del piloto que comenzó a carcajear.

—¿Qué no te gusta? Pero si ha sido muy divertido —acabó diciendo entre ironía y placer.

Cuando consiguió controlar la risa caminó hacia la fantasma.

—¿Todos los fantasmas sois así cuando os enfadáis? —dijo examinando de arriba a abajo una vez más el bello cuerpo de la fantasma.

—No, no lo creo —acabó contestandose—, ¿vas a contarnos que clase de amistad tenías con ese ..., bueno, mucho mejor, que son esos seres?

La Fantasma levantó el rifle, apagando el punto de mira y cerrando la conexión con su visor óptico. Un seco chasquido confirmo la instalación del seguro del arma. Se incorporó y se acercó al caído ex-fantasma. Le golpeó primero un pie, antes de acercarse del todo, para asegurarse del todo que estaba muerto. Quién sabe con estas cosas lo que puede pasar.

Maldición...

- Los Fantasmas no nos enfadamos, nuestro acondicionamiento psíquico impide la manifestación de ese tipo de... sensaciones, de emociones si prefieres, que interfieren con el resultado de la misión. - El tono, neutro y frío no hace mas que dar peso a sus palabras. - La amistad es otro sentimiento suprimido. Provoca distracciones, a menudo fatales, y por tanto no está permitido. Era otro miembro del operativo Fantasma aquí enviado a petición del Coronel Huge. Eso, ahora, era un enemigo. Algo lo ha transformado.- En ningún momento volvió la vista al piloto, seguía observando al ser.

Con cautela se inclinó para registrar el cadaver, aunque no tenía una idea concreta de para qué lo hacía.

Cuando cortó el plasma de mi lanzallamas y miró a la criatura requemada, hago un gesto de satisfacción y me levanto del suelo con el brazo ensangrentado y un trozo menos de armadura, disimulando el dolor. Entonces escucho las palabras de Uriel que me hacen pensar en qué clase de operativo fantasma ha mandado Huge para la misión, pero sin darle mayor importancia dirijo mi mirada hacia el pasillo por donde caminabamos hasta que surgió el "percance".

-Creo que antes de que surgiera todo esto ibamos hacia el hangar.- digo con desaire

La fantasma se agacha junto al cuerpo humeante. Aún a través de la armadura no ta que aún está caliente, obligándola a retirar los dedos al contacto. Su examen del cuerpo le revela un montón de metal fundido sobre carne renegrida; ningún objeto parece haber sobrevivido intacto al abrasador ataque de Nexus. Pero la criatura aún tiembla espasmódicamente abriendo sus rojos ojos alienígenas cuando la fantasma se acerca a lo que antes fuera un casco, haciendo que esta se levante separandose de ella.

- Aún te busca....hahaha...hahahaha- borbotea con un hilo de voz que se funde en su interminable risa psicótica.

Jonas se acercó a la criatura y colocó un pie sobre el pecho mientras desenfundaba la pistola. Después de darle dos vueltas sobre su dedo la colocó apuntando directa hacia el entrecejo de la criatura. Y disparó.

—Listo, ya no molestará más —dijo enfundando de nuevo la humeante pistola.

Se volvió al grupo deteniendo la mirada sobre Nexus.

—Cagafuego tiene razón. Vamos al jodido hangar y salgamos de este sitio —ahora la mirada se dirige a la fantasma—, luego nos contaras quien coño te busca y de que va todo este rollo de "fantasmitas".

Dejando atrás al grupo caminó en dirección a los hangares y, a medio camino, se giró para arengar al grupo.

—¡Andando!

Dirijo la mirada hacia la fantasma para ver la reacción de ésta al escuchar a la moribunda criatura balbucear algo y tras escuchar la voz de mando de Marron, comienzo a andar con pasos algo acelerados tratando de no perderlo en el largo pasillo, ya que supongo que él es el único que puede pilotar un trasto de esos y de lo contrario ir al hangar no tendría sentido.

Un charco de líquido purpúreo se extiende lentamente entre el contenido del cráneo perforado mientras el piloto echa a andar dando la espalda al resto. Colgandose al hombro al desfallecido Coogar, Brian primero, luego el firebat y finalmente los demás, optan por seguirle pues no hay más caminos despejados.

Avanzando con precaución se van acercando a la siguiente encrucijada, cuando los adjuntos informáticos integrados a vuestros sistemas de comunicaciones despliegan el analizador de frecuencia. Nuevamente vuelve a captarse la emisión radiada por Razcjenko, algo más depurada quizás por vuestra posición más cercana al exterior de las blindadas paredes del Centro de Mando:

- ¡HIJOS DE PUTA!!!........ avanzan por el sur...##**......***#. traed de vuelta...**..*. los Goliath. ¡Quiero esos Hellfire en vuelo....***...## pájaros salgan corriendo.....***.. demasiados problemas, ¡JA!..***

La estática continúa superponiendose al mensaje en su mayoría, pero el ruido de fondo indica que la batalla es encarnizada. Gritos y aullidos se entremezclan con detonaciones de diversas magnitudes, pero al parecer los soldados todavía aguantan firmes contra lo que se les ha venido encima.

Pasillo adelante alcanza a verse la gran puerta de la entrada norte al hangar que el Escuadrón Alpha tiene asignado como base temporal, y hacia la izquierda del grupo se extiende otro largo pasillo mal iluminado, lo que permite ver destellos al fondo. Por el ruido lejano, es probable que se trate de soldados combatiendo al otro extremo del Centro de Mando, pasado el enorme pasillo central que conduce al embarcadero de los cuatro muelles de carga y la entrada sur del hangar ocupado por los Halcones Sangrientos. En el mismo corredor que lleva al grupo hacia la entrada norte, a unos pocos metros tras dejar atrás el gran pasillo y en el lado opuesto a este está la puerta blindada que conduce a la garita norte, al parecer desprotegida y sin vigilancia.

Cuando por fin parece que nos ponemos en marcha, se vuelven a escuchar las interferencias por radio y al bueno de Razcjenko soltando frases que bien indican que nada bueno está sucediendo allá fuera. Sin duda haríamos más que aquí dentro, pero por ahora era lo que había, pienso mientras continuamos andando por el semioscuro pasillo.

Cuando llegamos a la intersección puedo vislumbrar las ráfagas de la batalla que ahí debe estar sucediéndose, pero mis ojos intentan no apartarse de los hangares, pocos metros más adelante. Si los rumores eran ciertos, encontraríamos un vehículo para movilizarnos de aquel infestado lugar. Quien sabe, incluso puede que encontremos un Goliath, uno de esos bichos mecánicos que tanto parecen hacer falta a Razcjenko.

- Bien muchachos, creo que el hangar está por ahí, en marcha !!

El piloto continuó su camino hacia el hangar sin detenerse en la intersección hasta que Connor abrió la boca.

—Sí, claro que vamos. Este sitio cada vez me parece más aburrido. Ahí fuera parecen estar divirtiéndose y no quiero perdérmelo —dijo sin detenerse.

Continuaba caminando hacia la puerta del hangar.

—Bueno, veamos que tenemos aquí —dijo mientras buscaba un mecanismo para abrir la puerta.

Tras llegar a la puerta sur de los hagares con el resto del grupo y escuchar la comunicación de Razcjenko, me paro frente a la puerta del hangar y comienzo a mirar todos los pernos, bisagras, poleas y demás mecanismos que hacen que la puerta permanezca cerrada. Examinando el grosor de la puerta, y aunque éste no era nada desdeñable, fanfarroneando de mi fuerza, exclamo:

- Todo, esto sería mucho más fácil si la abriera de un puñetazo.

Tras soltar la fantochada, continúo ayudando al resto a buscar el mecanismo de aperturta.

Llegando al final del pasillo, la puerta blindada se alza ante vosotros. Habéis dejado atrás el pasillo principal del eje norte-sur y la garita de guardia norte. Ahora en esta esquina que hasta no hace mucho estaba siempre fuertemente custodiada por marines Alpha bien armados, los sonidos de batalla provienen de fugaces parcheos de retransmisiones del exterior, y más cercanos y fuertes desde la entrada norte del Centro de Mando que se encuentra cerca, doblando la esquina y continuando hacia el norte; desde aquí ya podéis ver la pared separa el pasillo del exterior y un atisbo de luz diurno colándose por la esquina.

La puerta blindada a la que estáis prestando vuestras atenciones por lo que la experiencia recuerda a los soldados consiste en dos planchas de neoacero de  unos 20 cm de grosor cada una. El entramado de cables y mecanismos de apertura se aloja en la parte superior, bien protegida por blindaje para evitar que sea bloqueada por la fuerza. El sistema de acceso, al igual que en la sala de oficiales se encuentra en el lateral derecho. Pulsando algunos de los botones de acceso en un intento de abrirla, un rostro de humano biomecánico aparece en pantalla solicitándoos amablemente la clave de acceso. Tras varios intentos fallidos, que el adjunto se encarga de comunicaros con cortesía en toda ocasión, el sargento Connor acaba con su listado de pases de seguridad sin haber logrado franquear la entrada. Golpeando con frustración la pared al lado de la pantalla, el adjunto desvía discretamente la mirada al enorme puño blindado sin mostrarse amedrentado y rogando al usuario que cuide las instalaciones. El sargento Connor se hace a un lado malhumorado, extrayendo de un compartimento de la cintura un pequeño frasco y echando un trago para calmar los nervios.

La mujer, impaciente, se acerca al panel adhiriendo en su superficie inferior un pequeño dispositivo y pulsando acto seguido una serie de 11 dígitos con soltura. La puerta emite un chasquido de gas al liberarse los pernos de bloqueo y la puerta se abre mientras el rostro digital del adjunto sonríe y os da la bienvenida a la base temporal del Escuadrón Alpha en DN-II.

 Desde afuera puede verse un amplísimo hangar, repleto de contenedores de carga de todos los tamaños apilados en hileras para permitir el paso y el acceso a ellos. Con la puerta abierta lográis identificar uno de los sonidos que antes apenas resultaba distinguible: reactores de vuelo. Asomandoos podéis ver cómo el panel superior del hangar está abierto y una nave de carga abandona el lugar. El ruido de motores sigue sonando por lo que deducís que tras las pilas de contenedores debe haber un pasillo central en donde se estacionasen las naves, que por el tamaño de la abertura solo pueden abandonar el hangar de una en una. Según la fantasma la vuestra se encuentra frente a la entrada sur del hangar, y la nave en que ella llegará, si no partió a su llegada, se encuentra estacionada más allá, al final del hangar. No parece que haya Alphas vigilando las entradas, de hecho no se encuentran a la vista.

Cuando la puerta se abrió el irreverente piloto inspiró el aire que fluía dentro de la sala. Era un inconfundible olor, estaban cerca de su mundo, de sus naves... del cielo donde tan cómodo estaba.

Pasados unos instantes despertó del trance que le había producido el hangar y caminó raudo hacia la columna de contenedores de carga. Sigiloso se arrastró pegado a ellos hasta sortearlos por la derecha, por la parte norte del hangar. Con un gesto instó al resto a que le siguieran en silencio haciendo especial énfasis en Nexus.

Una vez llegado al vértice norte de los contenedores de carga volvió a hacer un gesto para detener el grupo y se colocó de espaldas al contenedor para volver la cabeza y mirar al interior del hangar, discreto.

Se aseguró de que todo estaba en calma y colocó una de las manos sobre la empuñadura de una de las pistolas mientras con la otra hacía un gesto al grupo para que le siguiera.

—Vamos, pronto podremos salir de aquí. Cagafuego, cubre la retaguardia. Al menor indicio quiero marine a la brasa, ¿estamos?

La Fantasma recorrió la sala del hangar de un rápido vistazo. Las lentes triples de su visor óptico barrían la sala en varios espectros luminosos y térmicos.

Observó como se adelantaba el piloto, sin precauciones, sin entrenamiento... resumidas cuentas, sin eficacia.

Desenfundó el largo y estilizado rifle, sujetándolo con una engañosa suavidad mientras avanzaba con pasos elásticos y fluidos.

- Espero que seas mejor pilotando que infiltrándote... Deja a los profesionales actuar. - La Fantasma habló con frialdad, sin disimular su prepotencia. La voz parecía emerger de ninguna parte ya que la Fantasma había activado el dispositivo de camuflaje óptico. Su desaparición fue gradual, como si se eliminasen las distintas capas de un multiproyector focal, quedando el hueco que antes ocupaba vacío.

O eso parecía.

- Me adelanto, esperad mi señal, con todo este espacio puede haber muchos mas bichos... - La voz sonó suave, un susurro y después el silencio.

La Fantasma había hecho honor a su nombre y había desaparecido.

Por fin desde nuestra actual posición podíamos asegurar, al menos, que seguía siendo de día pues los rayos del sol penetraban sinuosos a través de una de las compuertas de salida. Y digo al menos ya que no podíamos decir lo mismo de asegurar el Centro de Mando, infestado de criaturas feroces e imprevisibles que podían asomar desde cualquier lugar por el que su deformado cuerpo les permitiese.

Avanzo, pues, más cauteloso si cabe que antes. La pérdida del colono fue lamentable, si bien podíamos darnos con un canto en los dientes de que hubiera sido la única baja. Cuando llego al panel de acceso al hangar, tecleo con soltura mis passwords almacenados, insistiendo uno tras otro y cada vez más exasperado. Cuando todas las claves quedan agotadas no me sorprende, pues ya me lo maginaba cuando fallaron las más actuales.
- Diablos de máquina !! - gruño soltando un fuerte golpe sobre el rostro tridimensional que una y otra vez me denegaba lo que tecleaba. Por fortuna tenía la medicina contra la ansiedad oculta bajo uno de los bolsllos de mi amplio cinturón de accesorios, y me tranquilizo comportándome más pasivamente.

Con cara de ligero asombro escucho los gases de presión que permiten la apertura automática de las enormes compuertas. Jamás habría imaginado que esos fantasmas estuvieran tan puestos en seguridad. Realmente parecían, pues, especiales, denigrando un tanto la astucia de los soldados rasos.
Salgo de mis cavilaciones, una vez guardada mi petaca en el cinturón, con el rifle sostenido con ambas manos e infiltrándome en el hangar en vanguardia. Alzo el brazo en pos de detenernos, asintiendo a la fantasma y hablando con un tono de voz prudente.

- La retaguardia es nuestra única vía de escape en caso de que la rubia halle "algo" en el hangar. Solo nos faltaba que las jodidas bestias nos flanquearan. Me pregunto si serán inteligentes.

Permanezco a la espera de que la rubia nos de el visto bueno para entrar.

- Por cierto, qué coño es eso de ahí ? - pregunto al piloto, extendiendo el brazo y señalando lo que parecía un prototipo avanzado de vehículo pesado.

Atónito ante la magistralidad de la fantasma abriendo la puerta, dejo pasar a los demás y ocupo la última posición cubriendo la retaguardia, cumpliendo con efectividad la orden primera emitida por el piloto. Trato de que toda la chapa que recubre mi cuerpo haga el menor ruido posible, con movimientos cortos y lentos, adoptando unas formas un tanto ridículas. Rebusco con la mirada cualquier escondrijo, por pequeño que sea, donde se hubieran podido esconder los bichos, miro al techo y debajo de las naves.

En esto, escucho a la fantasma como adopta el mando y nos insta a que esperemos su señal vigilantes, por lo tanto dentengo mis pasitos y permanezco alerta mirando fijamente la puerta por la que habíamos entrado y confiando en que los demás estén haciendo lo mismo con los otros ángulos de la sala. Al oir como Connor advierte de que la retaguardia es la única manera de escapar, trato de situarme en un lugar donde tenga una visión de la zona pero sin obstruir el paso en caso de emergencia.

- Yo vigilo la retaguardia. Avisadme si veis algo en vuestros ángulos de visión y necesitais ayuda.

Avanzando hacia el borde de los enormes contenedores de carga, la fantasma da la señal de detenerse al grupo y desaparece. Se oyen ordenes a gritos, movimiento de maquinaria y motores. Desde vuestras posiciones parapetados contra los contenedores metálicos puede verse la nave por la que preguntaba el sargento Connor, estacionada en el área central del hangar, rodeada de material de trabajo técnico. Un reflejo cruza por las gafas de sol del piloto mientras una sonrisa de satisfacción se pinta en su rostro, confirmándoos con un pulgar levantado que ese debe ser el prototipo del que hablara Razcjenko. Unos pocos metros más allá de la nave un nutrido grupo de marines y cuatro bípodes Goliath parecen vigilar la zona, mientras un grupo de marines y hombres uniformados ponen a punto los últimos cazas y llevan cajas a las naves de descenso del fondo. Tanto hombres como maquinaria llevan el color blanco y las insignias de los Halcones Sangrientos.

Una nave de descenso del fondo se aproxima a ras de suelo siguiendo las luces de trayectoria hacia el área de despegue vertical, justo bajo la abertura en el techo, y con un furioso estruendo en el que los motores de elevación la impulsan hacia él, abandona el hangar a toda prisa.

- Despejado. Hay presencia amiga. O eso parece, son alphas... - La Fantasma abre un canal de comunicación privado con el grupo para informarles. - Esperad un momento. - Corta la comunicación.

Acto seguido avanza hasta situarse a la par de la nave prototipo y desactiva su camuflaje. Su silueta parece formarse de nuevo, capa a capa, recuperando la consistencia de la realidad. Lleva la máscara puesta y el largo rifle sujeto con ambas manos. Aparece entre el humo y el viento generado por la nave que despega, para aumentar la sorpresa y por ende el efecto de su presencia.

Por ahora mantiene silencio, simplemente habiendo aparecido ante ellos, a la espera de su reacción.