Partida Rol por web

Mi desconfianza aumentaba por momentos, la tensión se palpaba en el ambiente. La reacción que había tenido Uriel ante los acontecimientos hacía indicar que algo muy gordo se escondía y al parecer ninguna de las dos fantasmas estaban muy por la labor de revelar que.

Por un instante la condescendencia invadió mis sentimientos y sentí pena de Uriel.

Tras la comunicación con el doctor, vinieron a mis retinas las imágenes de la base y aquellos dos compañeros de Uriel explotando en pedazitos y la sensación de reticencia que sentí por todos ellos volvió a mi.

Una mezcla de emociones encontradas me abatían y no me dejaba pensar con frialdad, con la templanza que necesitaría para analizar lo que había visto en el monitor que usó Kerrigan para comunicarse con aquél doctor.

Lo que si tenía claro era que no me daba buena espina aquella invitación que nos hacía Kerrigan a ir con ella a aquella sala donde habíamos visto al doctor, aunque muy probablemente podríamos extraer información bastante valiosa.

Dejando a un lado mis sentimientos y poniendo mi cabeza en su sitio secundo la pregunta de Connor -Eso, ¿Qué datos tan relevantes se esconden en esas balizas?-

- Son emisores de localización.- no concede importancia a la sorpresa repentina que surge en el grupo de "invitados", que sin embargo no ha pasado desapercibido.- El doctor espera, vamos.

Con la curiosidad espoleandoos aceptáis seguirla. La estancia no se encuentra lejos de la enfermería, pero el camino se hace largo. No os han dado motivos para pensar que son abiertamente hostiles a vosotros, e incluso las veladas amenazas de Kerrigan demuestran que no espera que resultéis un problema; pero si antes había pocos guardias cuando Raynor os llevó hasta la enfermería, ahora ni tan solo veis soldados custodiando el laboratorio. El área parece tan desprotegida que os lleva a cuestionaros el verdadero alcance de las fuerzas a las que se enfrenta la Confederación.

Ya en el laboratorio, una sala de buen tamaño repleta de complejo instrumental que hace pensar en un quirófano cibernético regentado por máquinas, hayáis al doctor Knightley absorto en una pantalla digital. Vuestra entrada en la sala es recibida con un austero saludo, y manipulando los haces de luz con precisión y destreza de jugador profesional aparta de sí el flotante trabajo en que se hallaba sumergido.

- Este grupo de personas se encontraba en la ubicación de la segunda baliza Dr. Knightley. Un quinto soldado se encuentra en la enfermería en coma pero estable y bien atendido por el personal.

- Excelente.

Afirma maquinalmente mientras os estudia. Su mirada, severa y atenta, no llega a resultar descortés pero os lleva a preguntaros si alguien como él realmente necesita toda la maquinaria que os rodea para escrutar la realidad y extraer de ella su esencia.

- Le haré llegar un nuevo informe en cuanto termine teniente Kerrigan.- la mujer asiente, y regresa por donde llegásteis dejandoos a solas con el científico. Éste se dirige a vosotros con la correción propia de las ratas de laboratorio mejor adiestradas, nada que ver con los típicos ingenierines listillos con los que os topáis frecuentemente en el ejército- Tengo entendido que les encontraron en los páramos rocosos tras vérselas con las criaturas Zerg, pero agradecería algo más de información si fuesen tan amables. Mientras tanto quisiera someterles a una revisión clínica. La muchacha particulamente parece encontrarse algo pálida. Dispongo de reconstituyentes que junto con algo de descanso les harán estar recuperados por completo en unas horas. ¿Quién de ustedes es el miembro del grupo Kappa, por favor?

Un soldado no llega a veterano tan solo por su puntería o su fortaleza física. Un arma enorme y una armadura aún más grande tan solo le ayudarán a sobrevivir. Pero es su astucia, su instinto lo que le mantiene con vida combate tras combate.

Y tu instinto te indica que el hecho de que el hombre que viste en el monitor no se encuentre en este lugar es importante. Al fondo de la sala hay varias puertas cerradas, con cristaleras transparentes mostrando pequeños cuartos vacíos. La zona del laboratorio que precede a dichos cuartos se halla un tanto más despejada, y reconoces la camilla clínica con el enorme grupo auxiliar de pantallas y focos direccionales que sobre ella se encuentran colgadas de un grueso brazo mecánico. Desde allí debió comunicarse el Dr. Knighley con vosotros cuando estábais en la enfermería.

Se separó de Marron antes de tener que seguir a Kerrigan, sacudiendo la cabeza y murmurando por lo bajo débiles negativas.

El breve trayecto pareció ser de ayuda ya que al entrar en la sala caminaba mas firmemente pero poco mas.

- Operativo Fantasma 26.369. - Su voz volvía a sonar fría y sin emoción, como al principio de todo este infierno, aunque se notaba la tensión. - Yo soy quien busca. En los distintos enfrentamientos hemos visto en acción a varios especímenes zerg con morfología y fisiología sin rasgos comunes aparentes, tanto terrestres como aéreos.

Una ligera capa de escarcha aparecía y desaparecía por distintas secciones de su traje, principalmente cerca del cuello y los distintos conectores neuronales.

Pegó el rostro al cristal de la ventana.

Sí! Sí! Papi! Papi!

La pequeña rubia daba saltitos y sonreía al ver a su padre.

Pero esta no era su casa y la mujer adulta observaba todo con temor y cansancio. Antes había discutido mucho con otra mujer mayor, de pelo rojo, que era la que mandaba en esta casa.

Había otras personas, hombres mayores, que aunque daban un poco de miedo, eran buenas personas... o eso le parecían a la pequeña rubia. Quería avisarles y que la viesen encontrarse con su papi.

Jo... Donde estabas papí... se preguntaba por dentro, se preguntaba porqué no podía salir y correr para abrazarlo. Lágrimas de pena recorrían su pequeño y dulce rostro.

No. No puedes. Dijo la rubia mayor. Se fue hace mucho tiempo, ya no nos recuerda y no está con nosotras. Hay gente mala fuera que puede utilizarte y hacerte daño si saben que eres su hija.

Pero... Pero... El labio inferior temblaba, mudo aviso de un cercano llanto incontrolable.

La mujer rodeó a la pequeña rubia.

No llores. Ahora no. Ahora hay que ser fuertes. Ahora tengo que salir yo y descubrir mas cosas.

Poco a poco empujaba a la pequeña hacia el fondo de un gran armario, para esconderla, para protegerla, para protegerse. Una vez mas la enterraba, como tantas veces.

No! No! Siempre me dejas sola! Siempre me abandonas en este sitio oscuro y pequeño! No quiero!

La pequeña pataleaba y se revolvía.

Me lo prometiste! Dijiste que ya no haría falta... No quiero irme! Siempre he estado sola... Me lo prometiste!

En un gesto relámpago la mujer la golpeó en la sien, de forma fría y brutal, haciéndola caer al suelo, inconsciente, como una muñeca de trapo. La tomó en brazos y la escondió en el armario, cerrando la puerta con lágrimas en los ojos.

Se incorporó, regulando la respiración, en tensión, con la violencia ardiendo en su mirada.

Te mentí, pequeña. Me odio por haberlo hecho, pero mas le odio a él! A todos ellos! Pero esta será la última, pequeña. tengo que asegurarme, tengo que descubrir la verdad...

Cruzó la puerta y acudió frente a su padre, fría, dura e indiferente como un glaciar.

Un glaciar que en su interior esconde el corazón ardiente de un volcán.

En su mente, donde sólo ella podía oirlo, un llanto desconsolado rasgaba el aire arrastrando palabras torturadas.

Me lo prometiste... Me lo prometiste... Me lo prometiste...

Quedé sorprendido con la rápida respuesta de la operativo fantasma. Yo apenas pude comprender la pregunta qur formuló el doctor acerca de los zerg, pero la rubia respondió demasiado profesionalmente, como si ya supiera de ellos. Lo cierto es que no me extrañó que supiera más de lo que nos contó, pero su naturalidad me asombró.

Después del primer intercambio de palabras, y solo después de que la teniente Kerrigan hubiera abandonado la estancia médica, eché una ojeada alrededor y varias alarmas se encendieron en mi cerebro al reconocer el lugar como el origen desde donde instantes antes nos habíamos comunicado con el doctor y habíamos visto al extraño personaje del que hablaba Uriel.

Con naturalidad y mientras el doctor se entretenía con el resto del pelotón, me acerqué a las habitaciones acristaladas del fondo e intenté echar un vistazo más a fondo a través de ellas.

Sin mucho interés por la subsiguiente conversación, Jonas se apartó a un lado apoyándose sobre el primer sitio seguro que encontró. Cruzó los brazos y observó directamente la expresión fría de Uriel. En cierto modo le gustaba esa actitud fría que mostraba la fantasma en ocasiones pero esta vez había algo más, estaba seguro que de un instante a otro ese velo de inhumanidad que la recubría a veces a veces se rasgaría de un instante a otro.

Quizá fuera la presencia del Dr. Knightley la que hiciera temblar la irreal estructura de la fantasma. Eso quería comprobar. Se retiró las gafas para mostrar los profundos ojos verdes dirigidos a los de la muchacha.

—Venga, veamos ahora a la auténtica fantasmita —pensó.

Rezongando y receloso caminaba por el pasillo con el grupo tras los pasos de Kerrigan. La manera que había tenido ésta de tratarnos desde que llegamos no me agradaba demasiado. Y eso era algo que me generaba un malestar interno y hacía sacar ese carácter gruñón que con los años, poco a poco, había conseguido suavizar.

Aquella seca respuesta sobre las balizas me había dejado igual que estaba, y había conseguido "torcerme", no me había gustado nada y por mucho que nos hubieran recogido de en medio de la nada y se hallaran en posición dominante no creía que esas fueran formas. Es más, todavía estaba tratando de averiguar qué y de que manera nos pedirían algo cambio, porque sabía que aunque no hubiera sido muy confortable todo aquel acogimiento lo pagaríamos.

Al entrar en el despacho del profesor, y preguntarnos éste por nuestra identidad fluyeron infinidad de pensamientos fruto del desasosiego y el estado de ánimo en el que me encontraba murmuré en voz inaudible una vez que Kerrigan ya había slido de la habitación: -sí, y qué más, encima que no respondeis a nuestras preguntas tenemos que contaros nuestra vida... Aquella situación en la que nos hallabamos me incomodaba bastante no estaba acostumbrado a estar en una posición de desventaja y tener que vadear las situaciones con diplomacia para que no me echaran a patadas de allí, manteniendo constantemente mis nervios al margen. Así que opté por perderme husmeando por el quirófano con los labios bien apretados para no contestar ninguna incoveniencia.

- Sí, se trata de una, digamos... raza, constituida por diversas cepas de seres diferentes. Comparten sin embargo características comunes, principalmente de caracter evolutivo. Nuestro equipo científico no ha tenido precisamente facilidades para estudiarlos, toda ocasión de aprender más resulta inestimable.- comenta pausadamente en su charla con Uriel- Caballeros, pueden curiosear cuanto deseen pero sean cuidadosos con el equipo.- solicita al ver como tanto Nexus y su sargento empiezan a dar vueltas sin mucha finalidad por el laboratorio, poco dispuestos al parecer a sumarse a la conversación.

- Volvamos a su historia.- retoma el hilo con la naturalidad de un profesor que imparte la lección en el aula, como si tratase con alumnos en lugar de veteranos soldados de un bando enemigo - Me refiere haberse enfrentado en varias ocasiones a la amenaza zerg. Debo suponer que todos ustedes se han enfrentado a ella, y los detalles serían de agradecer. ¿Resultaron heridos en forma alguna por las criaturas? Mis estudios al respecto se limitan a los obtenidos en escasos procedimientos de disección, por no mencionar que no he tenido posibilidad de examinar los especímenes voladores que menciona.- Hace una pausa, como si se hubiera parado a reconsiderar algo brevemente - Disculpe si resulto brusco pero, ¿qué ha sido de los otros dos miembros de su unidad Kappa, G-26.369?

La petición del científico no incluye la clásica altanería de los listillos de su clase. Te recuerda más a los profesores de escuela de tu juventud, antes de que ingresaras en el ejército para ganarte la vida como profesional militar, paternalista y paciente.

Sin más impedimento que ese comentario prosigue su conversación con la fantasma, lo que aprovechas para rondar tranquilamente entre las enormes máquinas constituidas por un variado surtido de monitores, paneles, luces indicadoras, tubos, lentes y demás parafernalia. Acercándote con discreción a la mesa de operaciones aprecias que se ha utilizado recientemente. Unas pocas gotas de sangre fresca manchan un borde lateral. Asímismo en una bandeja metálica junto a instrumental quirúrgico un cuchillo espera frente a un autoclave para ser esterilizado. La hoja se encuentra completamente empada en sangre fresca, y por las apariencias hay restos resecos cerca de la empuñadura.

Levantando la mirada ves como Uriel y el Dr. Knightley siguen hablando. Jonas se mantiene aparte en su conversación pero se muestra interesado, cosa poco habitual en el piloto. Nexus por su parte deambula al igual que tú, atraido al parecer por las ventanas que dan a las pequeñas cámaras que se encuentran en la pared cercana. Por curiosidad te asomas a la ventana de la más cercana a ti; sólo se trata de una sala vacía, bien iluminada con tan solo un saliente de la pared a modo de catre. La de al lado es idéntica, impecablemente limpia. Un momento, eso es; Nuevamente te fijas en la primera sala, en el suelo y el catre opacos, con rastros de polvo.

La petición del científico no incluye la clásica altanería de los listillos de su clase. Te recuerda más a los profesores de la escuela.

Sin más impedimento que ese comentario prosigue su conversación con la fantasma, lo que aprovechas para rondar tranquilamente entre las enormes máquinas constituidas por un variado surtido de monitores, paneles, luces indicadoras, tubos, lentes y demás parafernalia. Cruzas el laboratorio husmeando con malhumor entre tenues pitidos y el zumbido de fondo de la alimentación de las máquinas.

Levantando la mirada ves como Uriel y el Dr. Knightley siguen hablando. Jonas se mantiene aparte en su conversación pero se muestra interesado, cosa poco habitual en el piloto. Recorres la pared sur del laboratorio, algo más despejada de trastos, echando un vistado a las cámaras que se abren a través de las ventanas blindadas de la pared. ¿Salas de experimentos tal vez? Sólo se trata de salas vacías, bien iluminadas con tan solo un saliente de la pared a modo de catre en cada una. El sargento Connor por su parte deambula al igual que tú, observando a través de las ventanas que se encuentran en el extremo contrario al tuyo de la misma pared.

Como siempre en estas ocasiones, entretenido entre tantos cacharros, y escuchando cada más tenues las voces de la fantasma y el científico, mi malhumor se iba disipando. Observé cada artilugio y me asomé con cierta desconfianza a aquellas cámaras que estaban tras unos limpios ventanales en busca de algún ser o criatura, pero nada, allí nada se movía o daba signos de vida, todo tenía ese aspecto frío, aséptico. Contrariado con mi búsqueda improductiva me dispongo a tumbarme en una de las camas que allí se encontraban y cuando ya estaba medio recostado, de repente se escucha al fondo la voz del científico advirtiéndonos de que seamos cuidadosos con el material, me levanto como un resorte y ya más calmado voy hacia el doctor Knightley y comienzo a coger el hilo de la conversación.

Yo tampoco quise perderme tal conversación. Así pues, cuando comprobé que las salas se encontraban vacías, vuelvo hacia el doctor y la fantasma, a los cuales creía oir desde la distancia.

Sin embargo aquel objeto cortante me llamó la atención. La sangre reseca alrededor del filo no dejaba lugar a dudas. Qué es lo que harían con nosotros exactamente ?

- Pero qué demonios...?

Mumuré en apenas un susurro, y sin coger el cuchillo volví con el resto. Creo que se nos debían varias explicaciones.

- Que yo haya tenido constancia, no. Las heridas que hayamos podido sufrir han tenido otras causas. - Con el mismo tono frío en sus palabras gira el rostro para mirar a los presentes por si alguno sí fue herido y ella no se enteró.

Hablaba de forma impersonal y fría, pero era un cambio muy grande respecto al estado alterado de hace escasos minutos que, sin duda, era forzado.

- Fueron muertos en servicio. - Responde con sequedad, sacudiendo ligeramente la cabeza.

Computador, activación de grabación de voz. Interlocutor: Dr Knightley. Asunto: Nueva información relativa a la raza xeno conocida como "zerg".

Ordena al ordenador personal que grabe la conversación cuando el dr vuelve a hablar.

Ya te perdí una vez... Perdí todo. Esta vez, aunque sea, quiero conservar tu voz... papa.

Enarcando una ceja como breve respuesta emocional por la noticia, el doctor Knightley se encamina a una gran máquina similar a un enorme donuts cuadrado con una camilla saliendo por el agujero central. En un panel de mandos situado en la cabecera de dicha camilla acciona diversos mandos hasta que la máquina comienza a emitir un zumbido tenue y el interior del agujero del donut se ilumina con luz clara.

- Lamento su perdida. En todo caso mi cometido pasa por realizar una revisión completa de los cuatro, así como elaborar un informe de su contacto con la raza xenomorfa para su futuro uso. Los relatos sobre las circunstancias que pudieran aportar también serán útiles para analizar el comportamiento de esta especie. Poseen un grado de inteligencia aún por determinar, pero superior en su conjunto a la media animal. Dispondrán de grabadoras para ello, mientras el escáner se calienta y van procediendo al análisis les agradecería que aprovechasen a grabar su versión.- continúa tecleando y la máquina respondiendo con movimientos y luces de ajuste. La gran rosquilla ha cobrado la apariencia de un horno clínico o una gran boca esperando paladear vuestro sabor.- Les examinaré por turnos, el escáner ha sido modificado para emplearse con soldados de campo en armadura debido a las características de determinados parásitos pero su efectividad analítica es mayor si no tienen que superar la coraza de neoacero. Lo dejo a su elección. Comenzaré por la señorita, ya que deberé realizar pruebas adicionales a causa de su condición de fantasma. Chequeos de neuroconducción, estabilidad de sistemas y carga de estrés.- aclara al tiempo que se levanta para encender las citadas grabadoras en un par de mesas cercanas. Os ofrece asiento con un sencillo gesto cuando las tiene preparadas y vuelve a atender la gran máquina rotatoria.

- G-26.369, cuando quiera. El escáner está casi listo. ¿Podría darme algún detalle sobre lo sucedido a su equipo? Tenían una importante misión entre manos.

Se apartó de la máquina de golpe mientras hablaba el doctor, como si algo la hubiese empujado.

- No. Comience primero con mis compañeros. - Aunque lo intentó las últimas palabra sonaron un tanto forzadas. - Soy miembro de las fuerzas especiales de la Confederación y, a pesar de todo lo ocurrido y las situaciones extremas que nos han empujado hasta aquí, sigen siendo rebeldes. Comience con ellos, doctor, yo seré la última y en privado.

Al escuchar a Uriel puse cara de sorprendido enarcando una ceja para luego fruncir el ceño.

- Me parece que no. - afirmé en un imperativo - Yo creo que paso de pasar por esa máquina, mi buen doctor. - mi tono tenía un ligero acento de sarcasmo - Sin embargo, podría usted decirme en qué diablos han usado éste cuchillo para tener este aspecto tan desagradable. - una vez más, mi tono era de un imperativo imponente, más que una simple afirmación o una pregunta.

Saqué un cuchillo quirúrgico empapado en sangre fresca, y lo dejé pausadamente sobre la mesa con cierto aire amenazador.