Partida Rol por web

Uriel la operativo fantasma se queda en el laboratorio para someterse en privado a examen médico.

Sus compañeros de peripecias le conceden intimidad durante el proceso.

Terminó de colocarse la camisa al salir y miró un instante hacia atrás. Finalmente hizo un gesto despectivo con la mano quizás quitando importancia a el ridículo misticismo de Uriel.

—¿Quién se habrá creído? —masculló entre dientes.

Rápidamente se giró hacia el resto del grupo y observó el resto del lugar con la mirada.

—Estos rebeldes no tienen ni un sitio donde tomar un whisky. ¡En fin! —se quejó.

Se dirigió hacia Connor y miró hacia su pierna.

—¿Así que estás jodido? —sonrió—. ¿Qué te parece el doctor? No se, tengo la impresión de que la fantasma le conocía.

El comentario fue hacía Connor pero abrió la mirada a Nexus invitándole a contestar.

Dejándoles intimidad, me dirijo hacía donde nos había sugerido el doctor que podíamos esperarlos pensando que lo que se hallara en los análisis de Uriel no saldría de esa zona a la que nosotros ahora mismo no podíamos acceder, ni para bien, ni para mal. Suponía que todo ese rollo de la intimidad y discrección tendría que ver con los operativos fantasmas, pero no dejaba de pensar que pudiera haber algo más que no nos quisieran contar. La curiodad me concomía pero debía respetar la decisión de la fantasma.

-Pues yo creo, Marron, que eso que dices es más que una impresión, sospecho que la unidad KAPPA esa de la que hablaba Uriel no estaba tan desvinculada de los rebeldes, parecían conocerse desde hacía tiempo. - Comento rascandome la armadura, que después de tanto tiempo unida a mi cuerpo comenzaba a molestarme con un cierto picor.

Asentí con un leve gesto de la cabeza.

- Eso parece muchachos. Seguramente era una infiltrada, y estaba del lado del tal Coogar.

Recordé los peores momentos de la jornada vividos a bordo de la nave prototipo, antes de estrellarnos contra el árido desierto.

- Ya decía yo que parecían muy unidos... - me mostré pensativo con el comentario.

Pocos segundos después reaccioné ante el comentario tan interesante que ofrecía el piloto Marron.

- Demonios asados con el lanzallamas de un firebat, que me muero por un trago de maldito whisky.

En el umbral de la cerrada compuerta del laboratorio el trío de hombres comentaba las curiosas costumbres de su esquiva compañera de desventuras. Al parecer la sospecha de que se tratase de infiltrados se insinuaba como una sombra en la penumbra, tenuemente. Pero ahí estaba.

Más interesante era la sugerencia de encontrar donde tomar un trago. El doctor había dicho que no tardaría demasiado, ciertamente con cada uno de los hombres no había tardado más de 5 minutos, sin tener en cuenta la laboriosa tarea de liberarse de las secciones de armadura. Y no habían visto ningún lugar donde echarse unos tragos en este lugar, aunque sí guardias apostados en la cercana enfermería; Sí, en algún sitio debían comer, y seguro que también emborracharse como cerdos.

Realmente no tenía conciencia del tiempo que había pasado desde que salieron de la sala pero el deseo por ese whisky que se había dibujado en su imaginación ahora hacía que la sensación temporal fuese más dilatada que lo que el escaso lapso de tiempo revelaba.

Hizo un gesto con la cabeza hacía Connor para que le siguiera y se dirigió hacia uno de los guardias apostados frente a la enfermería.

—¿Dónde están esos modales, chaval? —dijo informalmente—. Dime donde podemos tomar un trago mi amigo y yo.

Parecía que la opcíon de ir a tomar un trago se apostaba como la mejor, pues aquella sala donde habíamos permanecido desde que el doctor y la fantasma nos instasen a que les esperasemos en otra habitación, no parecía que tuviese mucho que ver, así que seguí a mis compañeros en su búsqueda de un bar, aunque no muy convencido de que fuera a probar el alcohol pues mis ferreas creencias, aveces absurdas, en la disciplina militar sabía que me iban a impedir beber mientras trataba de descubrir algo en aquél lugar.

El guardia, un muchacho que habrá cumplido la veintena no hará mucho, mira con desprecio al piloto, de arriba a abajo, como si el hecho de no llevar una armadura de combate no le hiciera digno de un balazo.

- Esfúmate. Esto es un campamento móvil, no perdemos nuestro tiempo en ningún bar.

Su compañero, que le doblará la edad, le da un codazo. Parece divertido por los humos del chavalín luciendo uniforme.

- Siempre hay tiempo para un trago entre amigos en mitad de una guerra. Es de las pocas cosas que te pasan por la cabeza antes que una bala cuando el fuego enemigo silba sobre ti en las trincheras. Además a Barney siempre le gusta hacer nuevos amigos. Sobre todo si van bien "acreditados"- remarca la última palabra y sonríe.

- Pero, no deberíamos ir diciendo...

- ¿Vas a replicarme delante de desconocidos de nuevo?- La sonrisa se esfuma dando lugar a una mandíbula de piedra y un ceño fruncido, a lo que el chico baja la mirada.

- No. Barney suele encontrarse en este barracón, en las dependencias. Sigan el pasillo por el que han venido, están pasado el laboratorio. Es la tercera cabina a la derecha.

- Así me gusta- el buen humor retorna al rostro del más veterano tras bajar los humos a su compañero.- Me imagino que habrá vuelto a vender el turno de guardia y estará disponible. Saludenle de parte de Howard, ¿eh?

Enfilado a recorrer el pasillo por el que habíamos venido, cada vez me iba apeteciendo más ese trago a la salud del tal Howard, con ese Barney del que nos había hablado. Ese tipo me había caído bien, me recordaba a los viejos veteranos con los que años anteriores me había codeado en el ejército, no tan estricto como los jóvenes reclutas deseosos de hacer su trabajo lo mejor posible cumpliendo a rajatabla las órdenes.

- No se preocupe, Barney quedará saludado con una buena jarra entre las manos.- le digo al soldado que nos había indicado como llegar hasta el bar sacando una voz ronca acompañada de una sonora risotada.

No sonreí ni dediqué una mirada de interés a ninguno de los guardias. Me mantuve serio, con gesto cansado y deseoso de ese trago. Sí, la necesidad de beber, ahora que tenía tan cerca un bar, fue aumentando en mi interior mientras que del exterior tan solo escuchaba temas poco relevantes para mí en aquellos momentos.

- Bien, sí, sí. Qué tal si vamos para allá ?

Siguiendo las instrucciones de los guardias, éstos quedan atrás con su tediosa labor, que el veterano ameniza a costa del más joven. Tal y como el chico os indicó, pasáis de largo el laboratorio donde el doctor Knighley se encuentra examinando a Uriel y alcanzáis un área de distribución familiar: las barracas. Pasillos amplios y multitud de puertas que albergan estrechos cuartos, los más de los cuales incluirán entre dos y cuatro catres dispuestos en literas y el espacio justo para las armaduras de combate de sus ocupantes.

Teniendo en cuenta el estado de la base móvil de los Hijos de Khoral, la tranquilidad que se percibe aquí solo puede ser fruto de la intensa movilización armada. Pocos soldados se encontrarán descansando, los más de ellos durmiendo. No parece un sitio donde buscar diversión; la máxima animación es el sonido de una puerta cercana al cerrarse en algún pasillo cercano. Dudando seriamente acerca de lo que el tal Barney os pueda ofrecer os plantáis ante la puerta que se corresponde con las indicaciones, y llamáis poco ceremoniosamente.

Una nube de humo de considerable densidad se agita tras abrirse la puerta, surgiendo de ella un soldado de uniforme fumando distraidamente un cigarillo y por los adornos de su atuendo y las cartas que aún sostiene apretadas en su guantelete queda patente su afición al poker, que ha debido interrumpir para abriros la puerta.

- ¡Date vida Miles, me están quemando la mano!

Con una mirada divertida hacia atrás y una profunda calada al cigarrillo, Barney Miles hace ademán de invitaros a entrar.

- Bienvenidos a mis dependencias chicos. ¿Qué se ofrece? ¿Cerveza, videos, estimulantes..., o tal vez habéis venido a jugar?

Ya dentro del cuarto, sofocados por el humo que impregna con su sabor seco y picante el ambiente, os sorprendéis por lo espacioso que resulta, como mínimo el doble de lo estipulado por las normativas confederadas. Un catre en una esquina, junto a la pared una mesa con tres ocupantes generando parte de la espesa nube, y numerosas cajas, arcas y bidones amontonados en el extremo opuesto conforman el mobiliario. La despreocupación de Barney al recibiros hace patente la seguridad de sus "negocios". Sonriendo vuelve a ocupar un asiento vacío y a abrir en abanico las cartas de su mano.

- Yo voy Rodriguez, no tengas demasiada prisa. Vosotros diréis qué queréis- se dirige claramente a vosotros aunque no aparta la mirada de sus compañeros de partida- está claro que sois recién llegados, pero que eso no os eche para atrás. Si tenéis algo que ofrecer, sois bienvenidos.

El rostro del piloto se iluminó como si el hallazgo del tugurio donde se encontraran le reconfortara. Caminó hacia el interior ignorando las primeras palabras del tal Barney y se cogió una silla para colocarla junto a la mesa en la que éste jugaba. La soltó agresivamente y se sentó en ella apoyando el pecho sobre el respaldo.

—¡Poker eh! Y por lo que veo no sois nada buenos —dijo completando la frase con la clásica carcajada que sus compañeros ya conocían.

Nunca había jugado al poker, es más, no le gustaban los juegos de cartas pero su naturaleza fanfarrona le hacía, una vez más, criticar y desafiar incluso en aquellas cosas que no conocía.

—¿Qué es lo más fuerte que puedes ofrecer, socio? Por lo poco que he visto me extrañaría que fuera algo más fuerte que el orín de vuestras madres pero tú pareces un buen tipo. Háblate.

-Nos había dicho uno de los veternanos del lugar, que si mal no recuerdo se llamaba Howard, que en alguno de estos barracones encontrariamos a un tal Barney, un tipo cordial y siempre dispuesto a echarse un trago.- comento metiendo la cabeza en la partida que estaban jugando, tomando las precauciones de no molestar en su desarrollo.

-Venimos sedientos, y no precisamente de agua... continuo hablando -ya se sabe que el agua... para los peces, ja, ja, ja.- A continuación lanzo una mirada cómplice a los vasos que estan encima de la mesa, mientras se me iluminan los ojos de imaginar aquel líquido rodando por mi gaznate.

- ¿Howard, eh? - ríe entre dientes, divertido por algo - Hay una botella de matarratas ahí encima- indica un estante descolorido y pringoso. Más que una botella parece una vieja batería de coche que sudara sulfúrico. - Será asequible para vuestro bolsillo, aunque tal vez no tanto si tenéis el estómago delicado. ¿Todos váis?, bien ahí tenéis mi mano.- tira las cartas boca arriba sobre la mesa con una suficiencia digna del mismo Marron. Sus compañeros de juego irrumpen en protestas y maldiciones.

- Un jodido full de ases.- masculla el tal Rodríguez mientras Barney echa mano de las apuestas y las acerca a su rincón de la mesa.

- Caballeros, la fortuna me hace sentir generoso. El siguiente par de rondas corre a mi cargo. - Alegremente agarra la batería de vehículo y unos vasos, comenzando a servir un líquido humeante y consistente. Su aspecto dorado similar al whisky es lo único que os hace suponer que no estaría mejor lubricando engranajes que en vuestros estómagos.

- Demasiadas interrupciones, Barney. No podemos terminar una mano sin que te entretengas envenenando a nadie, joder? Primero ese pintamonas estirado y ahora estos tres. - Rodriguez os mira con mala leche. Seguramente ha perdido un buen pico en la jugada. - Al menos estos aunque también vayan de confederados no son fantasmas. No soporto a esa gentuza tío. No consiento que me traten con esa arrogancia que creen tan misteriosa, y tú deberías bajarles los humos en lugar de hacerles la pelota y proporcionarles material.

- Bah, cállate y bebe gilipollas. Le he cobrado el triple de lo que os cobraría a cualquiera de vosotros, pero no os daríais cuenta aunque os taturara la factura en el cráneo. Además no es algo fácil de colocar después de conseguirlo. ¿Hacemos sitio entonces para algún jugador más?- Uno de los jugadores parece muy interesado en ello y comienza a barajar con destreza de croupier profesional.

Tras la intencionada risita desatada por aquel hombre que se hallaba frente a nosotros despues de escuchar el nombre de Howard, me doy cuenta de que quizás hubiera sido mejor no citarle, pero ya era tarde,  ya nos habían catalogado y no parecía que muy favorablemnte, su comportamiento no era tan amable como antes. Esto me producía cierto fastidio, pues tras los tensos momentos anteriores necesitaba relajarme un poco, pero mentalmente me repetía: -¡Mierda!, como me jode tener que pensar que no me puedo fiar ni de mi padre.- La actitud tomada por los presentes tampoco invitaba a adoptar una conducta más extrovertida.

Miro el líquido ambarino contenido en aquél roñoso recipiente e inconscientemente doy un paso para atras y reflexiono: -Total, tampoco tengo tanta sed, puedo esperar.-

Rodríguez enfurruñado le quita las cartas al homrbe a su lado y comienza a repartir otra mano al tiempo que refunfuña entre dientes.

- Una lástima que no se sumen a nosotros- expresa Barney en tono lastimero, algo teatralmente- Ya que también venían de parte de Howard supuse que estarían interesados en negocios tan jugosos como su amigo. Por un precio mucho menos escandaloso y más razonable por supuesto.- Alza las manos como excusandose, gesticulando con ellas según habla reforzando gestualmente sus afirmaciones- Como dice Rodriguez, los fantasmas son un fastidio, siempre tan altaneros que llegarían a cagar de pie solo para estar por encima del resto en las letrinas.

Las cartas se encuentran boca abajo en la mesa y los jugadores las recogen. Las caras de entendimiento de unos contrastan con el rostro inexpresivo de otros. Miles ni siquiera mira sus cartas. Estudia de un veloz vistazo las reacciones de sus contrincantes y vuelve a dirigiros una a vosotros antes de echar una mirada a su baza.

Marron entrecerró los ojos mientras dirigía una mirada interesante a Miles.

—¡Negocios, eh! Me aburre jugar a las cartas. Hace años que nadie consigue ganarme y decidí dejar de aburrirme, pero esos negocios... ¿qué clase de negocios son? —dijo interesado.

Observaba mientras el resto recogía las cartas, tras la protección de las oscuras gafas.

—Si no fuera por esa asquerosa altanería y me se de una que... —dijo mientras señalaba con ambos pulgares hacia los genitales.

Terminó el gesto con una fanfarrona risotada y acabó de un trago una de las bebidas.

- Ja ja ja - reí pausada y bruscamente ante el comentario del piloto - Esa bruja fantasma sí que sabe manipular a la gente, desde luego.

Tomé de un trago el whisky y volví a pedir una nueva ronda. Sentir aquel líquido corrosivo mezclarse con mi sangre me hizo recobrar nuevas fuerzas. Aquél whisky era la luz que necesitaba para afrontar la situación que, de pronto, se nos había venido encima.

- Miles.. qué puedes decirnos de esos zerg ? Aquí donde nos ves, somos los únicos supervivientes de la base DN-II de la Confederación, esos cerdos confederados pretendían abandonarnos a nuestra suerte, dejarnos morir mientras ellos huían plácidamente. Pero ya ves - le dije tomándome de un trago la nueva copa - fuimos nosotros los que conseguimos escapar de aquella jauría alienígena.

Había cierto tono irónico y cómico al mismo tiempo en las últimas palabras, provocadas a propósito. Lo cierto es que no me daban pena todos aquellos muertos, más bien pensaba que se lo tenían merecido, por cerdos.

- Lo que no me explico - contiué diciendo pausadamente, cada vez más debido a los repentinos tragos del corrosivo whisky - es el interés de vuestro líder, Arcturus Mengsk, de rescatar al general Duke. Ese es el cerdo más grande de todos.

Escucho la invitacón indirecta que nos hace Barney, y niego con la cabeza, sin que salga ninguna palabra de mi boca, pues a pesar de haber estado en el ejército, el poker era algo que aún habiendo visto miles de partidas nunca me había interesado por su dinámica, creo que esto estaba en parte motivado por su incapacidad para "fantasmear".

-Por esta base hay algún que otro fantasma que se deja ver, ¿no es cierto?, aunque como bien decís, ese halo de prepotencia... no da mucho lugar a una charla.- y continúo diciendo: -... y vosotros en vuestras misiones... ¿os toca tratar con varios de ellos?... joder, pues os compadezco compañeros...- ya en un tono más bajo, entredientes comento: - si ya es difícil trabajar con una... con un escuadrón debe ser insoportable, pufff.