Partida Rol por web

Después de tu golpe el joven que atacaste decidió que otro podíaprobar el sabor de tu hoja y se dirigió hacia le río a grandes trancos.

Mientras aquellos que derribaste se icnorporaban con sentimientos encontrados, pues la sobredominancia que tenían se había agotado.

No obstante, uno de ellos, no leyó así el combate y creyendo que sus compañeros le apoyarían se lanzó con todo su empeño en golpearte las costillas.

Sentí el golpe en las costillas y escupí algo de sangre, había tardado demasiado en liberarme y eso me estaba pasando factura, al menos aprendería a perfeccionar mis habilidades cuerpo a cuerpo de sobrevivir esto. Uno empezó a huir, los demás no. Levanté la mirada hacía aquel que me había golpeado y lancé un corte horizontal a su cuello.

Los bellacos no carecían de entrenamiento y verdaderas agallas, y cuando las cosas podían.Mientras podrían haberintentado sobrepasarte con su número,o al menos intentarlo. Dos de ellos decidieron poner tierra de por medio, mientras al que acometiste pugnaba por mantenerse conciente y alejarse de tí paso a paso.

Uno de ello aprovechó tu retaguardia -y la creencia que su compañero del cuchillo le acompañaría- para atacarte vilmente por la espalda.

Al sentir el golpe por la espalda, giré la katana y lancé una estocada directa contra aquel vil sujeto, dos corrían uno agonizaba y el otro era alentado por la bebida, pero algo era seguro y eso era que la pelea para bien o para mal estaba terminando...

Combatían a la desesperada, dar la vuelta significaba recibir un impacto y hacía rato que no podían esperar clemencia. Así que hicieron lo quepodían a la desesperada. Atacar como una manda delobos, o algo así.

Sentí nuevamente otro impacto y retrocedí un paso para agarrar la katana con las dos manos y lanzarle otro corte horizontal al que estaba más heridos.

Malditos perros...

Con un esfuerzo hiciste morder el polvo a uno de ellos mientras el otro gritaba entre el miedo y la furia atacándote a duras penas.

Mi experiencia en estos asuntos no es tan amplia - aunque a veces asi lo quisiera- Dijo y luego pensó Okita, recordando su puesto anterior como guardia. 

-Digamos que he tenido la oportunidad de tratar con este tipo de gente en oportunidades anteriores. Antes de venir a Ryok.

Okita y Jin san caminaban cuando fueron interrumpidos al paso por el hombre. Okita no comentó nada puesto que esto simplemente le sacó de sus pensamientos y no le permitió continuar hablando. un simple gesto al tocar su katana hizo que el hombre se disculpara con mas que suficiente cara de susto y saliera con paso acelerado.

El posterior comentario del hombre hizo que Okita se sobresaltara, Jin-san, esto no me gusta, son demasiadas coincidencias juntas, opino que nuestra .. entrevista.. con el tal Oryo puede esperar, que hayan asesinado a un samurai justo ahora despierta mi curiosidad.

Se acerca un hombre presuroso, que ni mira por donde anda, casi se da de bruces con nosotros, aunque una advertencia de Okita hace que el desgraciaod se disculpe y se marche antes de que su vida corra peligro.

¿Un samurai muerto?

Muestro cierta contrariedad ante la proposición de Okita.

No quisiera insultar al capitán del distrito... o a los gunsos del magistrado esmeralda... ¿Creeis que no se molestarán por nuestra curiosidad?

Le pregunto, dejándome guiar por el escorpión, más hecho a las normas de la ciudad.

Aparté mi cuerpo hacía un costado para dejarlo pasar, lanzando un corte descendente hacía el cuerpo de aquel maleante en cuanto pasara.

El combate se alargaba y empezaba a tornarse en un toma y daca de ineficaces golpes.

El cansancio estaba pasando demasiada factura a mi cuerpo, pero esto no podía terminar así, era matar o morir y a eso me dispuse, con una nueva estocada.

Continuábais con vuestros golpes cansados y predecibles.Danzando torpemente alrededor uno delotro, porel lado bueno parecía que el chico era incapaz de romper tu defensa.

Me decidí a terminar esto de una forma u otra, levantando mi espada y sosteniéndola con ambas manos para dar un paso hacía delante y lanzar un corte descendente...

A la desesperada finalmente pusistetodo tu empeñó en destruir a tu oponente. La katana silbójunto a tu oído en su trayectoria descendente acompañado por el grito ahogado del hinin que se derrumbóentre estertores. Solitario, herido quedabas allí casi sin fuerzas.

Una vez conformes con darle urgencia al asunto de un samurai muerto os pusisteis en marcha para salir de la ciudad según os habían indicado.

Pese a lo que podríais haber pensado hay mayor revuelo junto a las puertas de salida que en el camino junto al río, dónde había discurrido el asunto.

Los comentarios eran dispares, y apenas había algunos pescadores entrando y saliendo; aunque suponeis que alguien de las fuerzas delórden se halle allí.
 

Me apoyé en mi espada y respiré agitadamente, mirando a ver si aún podía ver a los que había huido o ya se habían dado a la fuga.