Partida Rol por web

El hombre junta las manos en señal de agradecimiento.

-Por supuesto como os dije para mi sera todo un placer, de momento con tal de que me permitais pasar aqui la noche sera suficiente. Puesto que mi largo viaje me a dejado algo fatigado.
Mañana con los primeros rayos del sol partire a la montaña a buscar posibles lugares.

Sveta esbozó una sonrisa y fingió la misma vulnerabilidad que su madre ante Claudiu.

Hizo un gesto a uno de los sirvientes y le ordenó que preparase una habitación para el invitado. Una buena habitación y que por supuesto fuese bien atendido.

-Permitiros pasar la noche aquí es lo menos que podemos hacer tras vuestro ofrecimiento -dijo Sveta buscando con la mirada la complicidad de su madre-... Consideraos nuestro invitado, Claudiu.

Dariu el Mensajero llega a la región procedente de Hermanstad.

Al llegar a Rimnicu Vilcea te das cuenta que sus habitantes son un poco esquivos con los extranjeros. Al parecer hubo un ataque de la famosa banda de la Ensartacorazones hace poco tiempo y la gente desconfía de los desconocidos. A unos kilómetros se encuentra el Castillo del señor de las tierras, quizá allí puedas obtener más información y cobijo y alimento.

     -- Aseandome en la medida de lo posible, busco un arroyo o algo guia a mi montura hasta el castillo, y cuando me acerco, saludo amablemente.

     -- Buenos Dias amigos...

Iovanna sonriendo complacida a su hija, ordena a uno de los criados que acompañe a Claudiu hasta una de las habitaciones:

- El señor Claudiu es un invitado de la familia. Asegúrate de informarme de cualquier cosa que necesite.

Mantiene su sonrisa, pensando "si, pero tampoco te moverás a voluntad por el castillo. Informándome de tus peticiones y necesidades, te podremos tener controlado".

Aunque Iovanna y Sveeta compartan preocupación por Garlu, hasta que Claudiu no abandone la sala, no lo dejarán entrever.

Claudio sonrie y se levanta ante la presencia del criado que le debe acompañar a su habitacion de descanso. Desde luego se le ve complacido por el ofrecimiento de las dos mujeres.

-No me queda mas que volver a agradeceros vuestra hospitalidad. Con vuestro permiso me retirare a descansar. No creo que mi cuerpo requiera esta noche mas que una mullida cama, pero gracias por el ofrecimiento.

Y tras dejar un tiempo prudencial por si las mujeres tienen algo mas que decir, parte hacia la habitación.

Una vez Claudiu abandona la sala, Iovanna se gira hacia su hija:

- ¿Qué haremos Sveeta? Sin tu padre, ni tu hermano... El castillo no puede estar sin una figura masculina. Podremos capear la situación un tiempo, pero no hay noticias. Dos mujeres aquí solas... esto no pinta bien.

Camina hacia la ventana erguida. Aunque nerviosa por su situación actual, jamás mostrará vulnerabilidad ante nadie. Mira el horizonte.

- ¿Dónde estará tu padre?

-Pues tendremos que hacer que pinte bien, madre -le respondió.

No quiso hacer mención del padre más que nada para Iovanna no se preocupara más de lo que seguramente ya estaba. Sveta estaba preocupada, pero intentaba mantener la cabeza fría. Eran dos mujeres solas, es cierto, pero gozaban de autoridad y debían mantenerla, el problema estaba en que ninguna de las dos tenía los conocimientos o habilidades para conducir un ejército de hombres... o bueno lo que quedara de éste.

-Tenemos que ser precavidas, la ayuda de Claudiu nos es necesaria y no podíamos rechazarla, sin embargo no le conocemos y hasta hoy no había oído de él... No sabemos si tiene algún propósito oculto o no y por lo mismo será mejor no descuidarnos.

Iovanna se gira y mira a su hija con orgullo. Nunca esperó menos de ella.

- Ya lo sé, cariño. Por eso he dicho al criado que nos informe de sus deseos y peticiones. Quiero que lo vigilen, y saber de sus entradas y salidas. Habrá que hablar con las criadas también. Como hombre, nos servirá para dar una imagen, pero el control ha de seguir en nuestro poder.

Se aleja de la ventana, apartando levemente su vestido hacia atrás, antes de murmurar entre dientes:

- Espero que mil maldiciones persigan a los Dravescu. Presenciaron todo, tomaron nuestra hospitalidad, y salieron huyendo como ratas de un barco que se hunde.

Se vuelve otra vez a su hija:

- Tienes toda la razón, haremos que pinte bien. ¿Estás cansada?

-¿Cansada? No hay tiempo para eso -le respondió-, hay mucho que hacer y tenemos poco tiempo, además prefiero mantenerme ocupada para no pensar -su voz se hizo más suave al mencionarlo, no podía ocultar la preocupación que sentía por su padre.

Su madre dijo que había que hablar con la servidumbre, así que dijo a ésta que se encargaría de hablar con las mujeres y darles las directrices de qué hacer mientras Claudiu estuviera en sus tierras.

Dió un beso a Iovanna y abandonó la sala, dirigiéndose hacia la cocina, lugar donde sabía se iba a encontrar a la mayoría del personal de servicio, en especial las mujeres. Su hablar era relajado, sin formalidades.

-Guarden silencio y presten atención a lo que les diré -comenzó a decir Sveta una vez se hubo cerciorado que nadie más que ellos la oían-. Como ya deben estar enterados, mi padre ha debido ausentarse por obligación y los hombres de autoridad que posee el castillo se encuentran peleando para defender nuestras tierras de las recientes amenzas. Es por eso que hoy, más que nunca, necesitamos contar con el apoyo de todos ustedes... Hay que ser precavidos y sobre todo desconfiados, en especial con aquellos ajenos a éste, nuestro hogar. Hoy hemos aceptado los servicios de un hombre y le hemos ofrecido nuestra hospitalidad, sin embargo no podemos fiarnos de un desconocido así que las órdenes son mantenerlo vigilado, quiero que nos mantengan al tanto de todos y cada uno de sus movimientos -ahora sus ojos se fijaron especialmente en las mujeres-. Es un hombre joven, apuesto y no dudo que captará la atención de más de alguna, sin embargo ustedes tienen prohibido entablar cualquier tipo de relación con él no vamos a exponernos a que por ser engatuzadas pongan en riesgo la seguridad de todos. La prohibición se mantendrá hasta que tengamos pruebas irrefutables de que podemos confiar en él, cuando eso ocurra serán libres de hacer cuanto gusten, si alguna o alguno es sorprendido desobedeciendo éstas órdenes será duramente castigado y si ese castigo ha de extenderse a sus familias se extenderá. ¿Queda claro?

Avisan a Sveta que un hombre, mensajero al parecer, se ha presentado frente a las puertas del castillo. La joven Basarab ordena vayan a informar a su madre para que en lo posible se le una en la puerta, mientras ella se ocupa de averigüar quién es y qué quiere éste nuevo visitante.

-Saludos -dice Sveta una vez ha llegado a las puertas del castillo-, soy Sveta Basarab y éste es mi hogar -hace un gesto con la mano como abarcándolo todo- ¿Quién sois y qué asuntos os traen hasta nuestras puertas?

     -- Saludos, soy Dariu, mensajero del señor Dumastru del territorio de Klausenburg, me dirijo ha Bucarest a llevar un mensaje de mi señor, espero me puedan indicar un lugar donde poder desansar un poco antes de seguir mi camino.

Sveta alzó una ceja. No creía en las casualidades y tener en menos de tres días a tres, mejor dicho cuatro personas en busca de alojamiento le parecía cuando menos extraño.

Debía ser muy cuidadosa, pero a la vez la educación y a la vez el mantener el buen nombre de los Basarab la impulsaban a no negarle un techo a ese hombre.

-Por supuesto que os lo puedo indicar -dio un paso a un lado y esbozó una cordial sonrisa-. Lo tenéis justo frente a vuestros ojos. Habéis llegado hasta las puertas del castillo y sería muy impropio de mí y mi familia negaros un sitio donde reponer fuerzas y enviaros de regreso al pueblo. No, señor, los Basarab no somos así y siempre que nos es posible brindamos cobijo a quién nos lo solicita.

Hizo una pausa, en espera de las reacciones de Dariu.

-Consideraos invitado y aceptad pues la hospitalidad de los Basarab.

Lo hizo pasar y tras hacer sonar sus palmas dos veces, apareció una sirvienta portando una bandeja con vino y algunas cosas para comer.

-Venid conmigo al comedor, seguro venís con apetito y os sentará bien ingerir alimentos.

     -- Sorprendido por la reaccion de la mujer, pues aunque en su lugar natal tenia buens relaciones con su señor, no era normal ser recibido tan cortesmente, y por lo que pudo apreciar la mujer que lo recibia no era una sirvienta, lo que hizo crecer su sorpresa.

     -- Con un ligero tartamudeo, problablemente debido a la sorpresa o al nerviosismo, contesto:

     -- Es muy amable su invitacion, y habeis acertado el camino siempre abre el apetito, ademas es sorprendente este grato recibimiento, nada mas alejado  del lugar donde vengo donde no fui muy bien recibido  de donde tuve que salir con prisas para poder salvar mi vida.

     -- Avanzo detras de la mujer, fijando en el lugar y los sitios por donde pasamos ademas de intentar ver algun escudo nobiliario, o emblema que puedad reconocer. 

-Sorprendida me quedo -respondió tras enterarse de lo que le había ocurrido- ¿Y qué lugar es ese del que venís? -preguntó- Quizás el señor de esas tierras tenía cierta animadversión hacia vuestro señor y por eso las emprendió contra vos, esa sería una posibilidad, aunque resulta extraño que de ser esa la razón vuestro señor no os lo advirtiera... ¿O es que ocurrió en particular que gatillara aquella actitud?

Sveta condujo a Dariu hasta el comedor, las paredes del castillo de Rimnicu Vilcea estaban adornadas con austeridad. Colgaban de ésta algunos cuadros de la familia, retratos de los difuntos hermanos de Sveta, así como uno en los que aparecía la familia Basarab en pleno.

Pasaron frente al salón principal y pudo verse que adornando el muro principal había un retrato del desaparecido Knezi. Garlu, su padre, había decidido que ese retrato permanecería allí hasta que supieran a ciencia cierta si el Knezi había fallecido o no, cosa con la que Sveta se mostró de acuerdo y hasta dónde tenía entendido también lo había hecho su madre, mal que mal por algo el cuadro seguía colgando de ese muro.

A diferencia del salón principal, el comedor no tenía óleos adornando sus paredes, pero aquello no significaba que careciera de adornos, por el contrario, contaba con ellos: grandes candelabros adosados a las paredes o colgando del techo, escudos de armas tanto del Knezi como de los Basarab, etc. Se notaba el toque femenino en ese lugar y el ambiente tenía un olor bastante agradable debido a que en los candelabros de cobre brillante se consumían gordas velas perfumadas, generalmente frambuesa o arándano para el desayuno, menta o naranja en el almuerzo, y palo de rosa o sándalo en la cena.

Habiendo recibido el mensaje enviado por Sveta, y sabiéndola responsable, la espero en el salón. Me vuelvo sorprendida cuando entra acompañada de un hombre. Cruzo una breve mirada con mi hija, un leve gesto de interrogación, antes de dirigirme a su acompañante:

- Permitidme que os salude caballero. Soy Iovanna Basarab. ¿A quién tengo el gusto de dirigirme?

Acerco mi mano hacia él, en espera del saludo correspondiente. Muchas visitas en muy poco tiempo, y sin noticias de Garlu.

     -- El lugar no es otro que el territorio de Hermanstand, donde me llevo mi viaje y alli como aqui pedi hospedaje, fui expulsado de mala manera de donde crei que vivia el señor del lugar, pero para mi sorpresa, llego un carruaje y un par de hombres siniestros los cuales me dijeron que me llevarian hasta el señor del territorio y yo les crei pero solo fui conducido hasta unas catacumbas, pero disculpeme si no quiero seguir hablando de ello pues son recuerdos sombrios y ahora no es el lugar ni el momento de acordarse de ellos.

   -- Intento comer lo mas educadamente posible.

   -- Disculpeme y no quisiera parecer descortes pero todavia no he conocido al señor de este lugar y aunque su compañia me es muy grata, no quisiera parecer un barbaro y no presentarle mis respetos, asi como mi servicio, si puedo resultar de alguna ayuda.