Partida Rol por web

La idea de un techo y un lecho caliente ya estaba más que descartada desde un principio, pero no terminaba de satisfacerme tener que terminar al raso durante varias noches. De todas formas, la necesidad imperaba, la paciencia apremiaba. Dejando al margen las averiguaciones acerca de los chismorreos de los dos familiares de Dagu centre mi atención en esas vagas informaciones que la esencia transimite a través del aire, dejando que mis sentidos se inundasen con ellas, que se empapasen de la misma esencia que mantenía los hilos plateados que conectaban todo lo oculto.

Las caminatas por los alrededores distraían mi mente del estado de trance en el que me sumía durante las indagaciones y búsquedas. La compañía de Durius era por momentos grata, pero ambos deseabamos llegar a la gran ciudad, la joya del reino, Bucarest.
Sabía de las ensoñaciones de mi aprendiz desde tiempo atrás con volver a disfrutar de la sensación embriagante de una gran ciudad y, aunque está palidecía en comparativa con la gran Constantinopla, no sería manajar de agravio para su ávida necesidad.

Miro a mi alrededor y lo que veo me defrauda un tanto. Lo cierto es que Calarasi no deja de ser un villorrio sin grandes atractivos. Ni siquiera tienen una miserable posada. Lo más que alcanzamos a ver es un puesto comercial donde sirven algo de bebida y que parece ser el centro de reunión de los paisanos. De modo que nos acercamos al edificio y entramos en alegre cháchara, Dimitri y yo.

- Buenas tardes, paisanos - digo con una gran sonrisa -. Aquí, el hideputa de mi amigo y yo gustaríamos de beber una buena cerveza. Hemos hecho un largo camino y aún más que nos queda. Tengo la garganta llena de polvo que hay que eliminar. Más cuando es mi voz la que me permite sobrevivir - señalo desplazando el laúd hacia mi torso y golpeando en su gorda tripa -. Tal vez, hasta me podáis decir si hay alguien dispuesto a contratar a un buen trovador, que buena falta nos hacen unas monedas hasta que lleguemos a Bucarest donde seguro triunfaremos este alma cándida y yo - digo rasgando las cuerdas e improvisando un ripio.

Boda, nacimiento o funeral
en todos se ha de cantar,
para celebrar que se ha de yacer
con la mujer que te ha echado el cordel,
para festejar al recién nacido
consecuencia de haber metido,
o para el velatorio animar
si es la suegra la que acaba de palmar.

De seguido, empiezo a hablar con los lugareños. Salto de una conversación a otra, pregunto de esto y de lo otro, alternando chascarrillos y gracias, procurando obtener el máximo de información posible. De lugares para pasar la noche tanto en el pueblo como en ruta, rumores llegados a la zona, forasteros que hayan pasado por la zona recientemente, peligros... fijándome en las reacciones y evitando hablar de las verdaderas razones de nuestro viaje y de la presencia de nuestro señor en las cercanías.

Un par de noches habíamos pasado al raso y parecía que ninguna de las pesquisas había dado muchos frutos, tal vez con un par de días más mis hombres consiguiesen algo de valor pero parecía que si quería tener algo de información útil no quedaría más remedio que ahacer las cosas por mi mismo...otra vez.
Así, la mañana llegaba y con ello el ajetrteo de cualquier pueblo que se precie de querer seguir sobreviviendo una noche más. Apenas los hombres se levantaron los envie nuevamente a hacer algo de provecho en el pueblo obteniendo algunos bienes para proseguir el viaje rumbo hacia Bucarest. Por mi parte me limite a dejar bien claro que esperaba resultados al anochecer.

Los dos guías han partido, Durius me observa de forma inquieta pues sabe que la impaciencia comienza a acumularse en mi interior y eso nunca ha sido buena señal para los que me rodean.

- Acompañame - le digo mientras dejamos el capamento a unos metros mientras nos ocultamos un poco más.

Una vez rodeados por algunos árboles acomodo mi capa.

- Observa y saca lo que puedas, pues esto es lo que te espera en un futuro cercano, aprendiz. - le digo mientras mis manos comienzan a moverse con una majestuosa lentitud.

La inflexión del lenguaje, de cada palabra aprendida a fuego durante años, los saltos en el ritmo, intentando embelesar a la esencia que nos rodeaba. A cada gesto, a cada leve inclinación de la prosa, la esencia me respondía con una caricia, envolviendo mi cuerpo, cada poro de mi piel y rodeando en aire de invisibles manos que aferraban las brisas ondeandolas como simples estandartes de guerra al viento. Los susurros comenzaban a eclipsar el resto de los sonidos procedentes de los árboles, los trinos de los madrugadores pájaros quedaban eclipsados por la seseante letanía que arrancaba cada brizna de hierba en el aire.
Todo en silencio; silencio salvo mi respiración acelerada como en un espasmo de lujuria momentáneo. En un último momento noto como la sensación se desvanece, como la esencia no se muestra conforme con mi propio ser; un espasmo como un pequeño ardor en la superficie de mi piel me recorrer de punta a punta. Por un momento mi ceño se frunce y el viento parece arremolinarse en torno a mi, parece querer engullir mi propio ser. Con un gesto de autoridad mis manos se crispan delante de mi cuerpo como si tratase de mantener apartado de mi a un ente invisible. Apenas un momento después un pequeño reguero de sudor frío cubre mi cara, mi cuerpo a punto está de caer al suelo como abatido por una flaqueza momentánea. Al abrir los ojos veo que mi aprendiz se encuentra clavado delante mía, sin tan siquera poder moverse, casi paralizado por lo que debe de haber experimentado al ver las muecas de mi cara por tratar de dominarla magia descontrolada. Finalmente, me dejo caer al suelo, tratándo de descansar.
Hacía mucho tiempo que la magia no me rechazabade una forma como aquella. Observando todavía como el perlado sudor descendía por mis brazos, al igual que por la cara de Durius, articulo las primeras palabras entre sofocos.

- Toma este momento como ejemplo aprendiz, agradece que te haya sido mostrado, pues la esencia es sabia, más que cualquiera de nosotros, pero también es salvaje, no lo dudes ni por un instante. Incluso un maestro puede sufrir en sus brazos, puede ser rechazado en un último momento y caer fulminado porla arrolladora fuerza que fluye en su interior. Recuerda esto Durius, obtendrás poder, no lo dudes. Sobre el cielo y la tierra, sobre lo que camina y se arrastra, sobre lo que piensa y lo que siente; pero ese poder no es tuyo, no de todo, no deja de ser algo que tomas prestado de la "amante" y, si no eres capaz de templar tu espíritu, de adquirir una voluntad por encima de todo y de todos; la amante te dará la espalda, te arrojará por encima de los riscos del olvido y te sacudirá con tanta fuerza que desearás que la muerte sea el precio a pagar. Pero no seas ingenuo, en este mundo que te ofrezco, la muerte no es más que una liberación, existen cosas mucho peores. - digo para levantarme pesadamente sin permitir que Durius me ayude.

- Agradece este momento, que la sabia amante te hayapermitido contemplar a través de mi los resultados de lo que sin duda, algún día, puede que más pronto o más tarde, pero sin duda algún día, sufrirás tu mismo. Almacena en tu memoria cada fragmento de este momento y úsalo para saber que debes soportar lo necesario para alcanzar a base de golpes la agudeza de una espada bien templada.- terminopor decir secandome la frente.

- Y ahora, vayamos al pueblo. Tu primera lección a concluido. Necesitamos sacar algo enclaro de estos mortales antes de seguir hacia Bucarest, así que sé discreto y trata de no revelar tu aura a cualquier simple campesino, queremos información no que cierren los postigos a nuestro paso.-

Dicho esto nos encaminamos hacia el pueblo, al lugar dondese reunen los afanados campesinos para disfrutar de un poco de esa agria y espesa cerveza que refresca sus cuerpos y mentes.

La pequeña "taberna" si podía llamarsele así, parecía menos concurrida durante la mañana. Algo lógico pues los campesinos trabajaban de sol a sol. Pero para nuestro planes era el momento perfecto, pues tan sólo nos era necesario el pequeño hombre con cara de queso cubierto por las llagas de una antigua enfermedad infantil superada y aspecto de buhonero, al que necesitabamos para nuestras indagaciones. En todo pueblo de toda la Cristiandad, siempre había un sujeto de estas características que era el que atesorabatodos los chismorreos que llegaban de uno u otro lugares y que recolectaba como una urraca recolecta objetos relucientes. Hecho aparte de las mujeres, claro está, este género de mortales parecía ser capaz, por egla general de sacar la información de debajo de las piedras. Y es que la naturaleza era sabía y sabía a quién debía confiar el cuidado de los pequeños mortales.
Con una ligera mueca parecida a una sonrisa nos dirigimos hacía el hombre que al vernos llegar parecía más dormido que cualquier otra cosa.

- Buena mañana, necesitamos algo de bebida para calmar la sede del camino - dije en el eslavo más coloquial que pude usar.

Durius ayuda a Sidor a regresar tras el duro ejemplo que su maestro le ha dado. No entiende bien las palabras del mago: ¿una amante?¿sabia esencia? Sidor se expresa como si el poder fuese algo vivo y aparte a la voluntad de los magos, una entidad a la que hubiese que rogar o coaccionar o... Es extraño.

El aprendiz duda bastante antes de decidirse a preguntar, pero cuando al fin se encuentran con algo de cerveza ante ellos llega a la conclusión de que si no plantea sus dudas nunca aprenderá nada.

- Maestro, no acabo de entender lo que habéis dicho antes sobre el poder - comenta en voz baja - Creía que el Don era una manifestación de nuestra voluntad sobre el mundo, pero vos habláis como si fuese algo vivo y ajeno a nosotros

- Sólo en parte aprendiz, sólo en parte. La esencia es la sangre que alimenta nuestro Don, nuestro Don es como el corazón que la bombea a través de nuestros órganos para hacerla aflorar de nuevo al mundo como algo más bello, más elaborado, más concreto. Por eso, nuestro Don no es más que una herramienta que está a nuestro servicio tras incontables sacrificios para aprender su uso; pero para que esa herramienta funcione necesita algo que la mueva y hay entra la esencia, la magia, la amante, como quieras llamarla. En mi caso la llamo la amante porque exige de ti mimo, cuidado y mucho respeto. Es beleidosa, si por algún motivo llegas a acostumbrarte a su presencia y crees que la tienes bajo tu dominio, sacudirá los cimientos de tu espíritu de tal forma que esta quedará reducida a cenizas en uestión de un momento. Lo vivo no puede ser controlado, más que durante unos momentos, algunos obtienen mayor control que otros, pero al final no deja de ser un control limitado. Aprende a dominarte a ti mismo y aprenderás a dominar la magia, al menos hasta que te haga besar el reino invisible por primera vez. - aclaro al aprendiz.

CALARASI:

DURIUS DE TREMERE:

- Te sientes extrañamente mareado, fatigado y con dolor de cabeza. Sientes no poder ayudar en nada a tus acompañantes.

DIMITRI EL IMPACIENTE:

- Con tu encanto natural, consigues entrar en el pueblo sin despertar muchas sospechas.

- Enseguida ves que hay un muelle fluvial y un puesto comercial que recibe sobretodo mineral de las cercanas minas de hierro y cobre.

- En el puesto comercial te presentas como un simple viajero. Les caes en gracia y te invitan a una cerveza y un pan con guiso de pescado.

- Te dicen que las cosas van bien en la región y que las dos tribus bárbaras que viven en la zona llevan una generación entera sin causar problemas, incluso comercian con pieles y caza en el pueblo.

- Conforme se va poniendo el sol, te llama poderosamente la atención una ruina romana en la distancia, a lo lejos, fuera del pueblo. Parece una torre semiderruida. Preguntas por ese lugar señalando con el dedo, y al instante todos se ponen nerviosos. Te dicen que ese lugar está maldito y que no vayas por allí, sobretodo de noche. Después te echan del lugar diciendo que tienen que cerrar.

CABALLERO SIDOR DE LA SELVA NEGRA:

- No presientes magia de forma clara en la población. Sin embargo, te enteras de todo lo que se entera Dimitri, y además de que el gobernante local es el Capataz Tigur, que trabaja para el Voivoda de Transilvania en los intereses mineros de la región.

- Calarasi parece vivir una extraña calma, pese a la proximidad de la capital. Las autoridades de Bucarest no envían a este lugar a sus soldados ni funcionarios. No se conoce que el Voivoda haya puesto nunca un pie en estas tierras, ni tampoco miembros de su familia. Incluso parece que muchos años "se olvida" de enviar a sus recaudadores de impuestos, por lo que la región vive una anómala prosperidad.

LISANDER EL CANTOR:

- No averiguas nada por el momento, aunque le caes en gracia a un mercader, que os cede un almacén vacío para cobijaros.

GRUPO DEL CABALLERO SIDOR: RESULTADOS DE JUNIO:

- Habéis recabado cuanta información os ha sido posible en estos días.

- Estáis listos para seguir viaje en dirección a Bucarest.

Magister Sidor:

- Conforme el momento de ir a Bucarest se acerca más y más, sientes un creciente presentimiento funesto. Crees que algo terrible os pasará a ti o a los que te acompañan si viajáis a Bucarest, la muerte o algo incluso peor. No sabes cómo se concretará eso, pero la magia que hay en ti te advierte de un destino funesto.

Durius de Tremere:

- Últimamente te embargan fuertes jaquecas. ¿Será que tu destino finalmente te acecha y viene a atraparte con sus sucias garras?

Lisander el Cantor:

- Tu Carisma aumenta.

Dimitri el Impaciente:

- Tu Carisma aumenta.

JANOS EL GUERRERO, NIEZKA, BRAKKA: RESULTADOS DE JUNIO:

- Vuestra Facción al completo ha permanecido completamente Inactiva todo el mes de Junio.

AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA.

ESTACION DEL VERANO.

MESES DE JULIO, AGOSTO Y SEPTIEMBRE.

Tras la estancia en el pueblo intentando obtener algo de información regreso a donde dejé al caballero Sidor y su sobrino. No estoy demasiado satisfecho de mi trabajo. "Mmm, debería haber ido al mercado a hablar con las mujeres", pienso. Ellas siempre están más predispuestas a hablar. Por lo menos, había visto que Dimitri había estado en cordial conversación con alguno de los paisanos del pueblo. Ojalá él hubiera conseguido algo de provecho.

Finalmente, llego a mi destino.

- Hola señores - digo dirigiéndome al germano y su pariente -. Señor Sidor, tengo buenas y malas noticias. Lamentablemente, no he podido sacarle nada a las gentes del pueblo. Bueno, nada de provecho y que le sirva a usted a sus propósitos. Muy cerradas estas gentes, dispuestas a hablar de naderías pero desconfiadas para lo propio. Sin embargo, y esto es lo bueno, no será necesario que pasemos esta noche al raso. Un mercader, al que hicieron gracia algunas de mis canciones, nos ha ofrecido un viejo almacén sin existencias para cobijarnos.

En ese momento me fijo en el señor Durius que presenta un aspecto enfermo.

- Señor Durius, ¿se encuentra usted bien? Hace mala cara y no parece estar muy compuesto. ¿Puedo hacer algo por usted?

La intuición nunca es una mala compañera de viaje y la prudencia era una parte más de nuestro equipaje. Esa noche la reunión tenía lugar en el almacén cedido por el mercader que LIsander había conocido. si bien era la única labor que había llevado a término el charlatán, no era del desagrado de nadie tener un techo seco donde dormir.
Durius se mostraba descompuesto y con una tez cetrina, no se me escapaba que la misma sensación que mi intuición resaltaba en mi mente como el aullido de una bestia, había hecho mella en Durius de forma mucho más poderosa, tal vez debido al abismo de poder existente entre los dos.

- Bien Lisander, no supone mayor problema, pues para eso recabamos información cada uno de nosotros. Lo que me inquieta ahora mismo es nuestra siguiente etapa, me temo que Bucarest quedará descartada de nuestra ruta por el momento. Así que el tiempo sobrante lo emplearemos en Calarasi. Tengo curiosidad por este pueblo, por su prosperidad y...por esas ruinas que se encuentran en las afueras. -

- Gracias, Lisander, pero no es nada - responde Durius intentando mostrarse animado - Creo que puedo haber sufrido el efecto de algún mal viento durante el viaje, pero no es nada que una noche de descanso no pueda remediar

Pese a sus palabras resulta obvio que el joven sufre algún tipo de fuerte malestar que intenta disimular, aunque al menos no aparenta tener fiebre.

El joven Durius quiere mostrarse animado, pero las palabras son palabras y su rostro dice más.

- Como vos digáis, señor Durius. El descanso nunca está de más. Procurad dormir y si necesitáis de algo, no dudéis en pedir.

El comentario del caballero me sorprende. Bucarest ya no es nuestro destino. ¿Por qué? Aunque viendo el aspecto de su sobrino quizá haya decidido que lo mejor es descansar y esperar a que mejore.

- Señor, y ¿cuánto tiempo demoraremos en esta villa?