Partida Rol por web

Llegó dando rodeos, entrando y saliendo del caracoleante caminillo, una senda tortuosa aunque encantadora, espolvoreada de charcos, lozadales, pequeños arbustos tupidos de hierbas aromáticas jaspeados de flores, a pesar de la época... comprendió que todo ello formaba parte del reclamo.

¡Niños!

Pequeños humanos perdidos, descarriados, apartados de su camino en pos de una mariposa, chapoteando, revolcándose o ensuciándose, para su regocijo... y que debían quedarse por igual asombrados y extasiados cuando, tras una de las vueltas más sombrías cruzando el bosque, a su vista se abría un claro, y en él una increíble casita de chocolate...

Elohé se acercó, y llamó a la puerta, aunque no esperó respuesta para entrar.

-Estoy preparada para el camino, Bruja. Cuando tú quieras...

Rubushka empuñó su daga haciendo frente a la aparición en el umbral de su cabaña, pero el pulso le temblaba de un modo patético y su voz era un hilillo cuando dijo:

-¿Quién eres, niña, que te me apareces como un fantasma? Un espectro pareces, un alma hambrienta que viene a devorar mis recuerdos. La pechera de tu túnica está manchada de sangre, ¿consumiste mis sesos? Tu voz resuena en mi memoria como una campana de perdición. La reina me advirtió de que a menudo confundo el pasado y el presente, que animo episodios y personas del ayer en nuestro actual escenario de juego. ¡No puedes ser tú, la chiquilla ambigua y crepuscular de La Madre Oracular! – La bruja se aproximó, frotándose los ojos con el dorso de una garra. Sus facciones cuarteadas, azul ahogado, se iban hendiendo poco a poco en un remedo de sonrisa: - ¡Pero sí, eres tú, estás viva, por las fábulas de Esopo y los enigmas de Bitácora! ¡Reconozco tu porte, tu prestancia, tus ojos de cierva! ¡Sobreviviste a la incursión del otoño! Pero – Rubushka se giró y comenzó a reunir pequeños objetos y raíces en una bolsa de piel de bebé que llevaba atado a un sutil cinto de cabello humano – pero ahora no podemos demorarnos. La reina me ha confiado una misión y debo cumplirla. – Volvió de nuevo el rostro a la recién llegada en una sobrecogedora representación del candor: -¿Me acompañarás, pequeña mía? Tienes tantas cosas que contarme…

Siguieron el cauce del Somesul Mare hacia el norte durante un par de días. La bruja había explicado a la peregrina que su misión venía a ser de reconocimiento de las fronteras occidentales del emergente Reino del Diamante Negro. Su destino más alejado sería la colina de Dealhum. Cerca de allí había un molino que reportaba infaustos recuerdos a la bruja, pero la creciente devoción por la reina la impelía a hollar de nuevo aquel otero.

Los árboles habían desnudado sus ramajes por completo en aquellas fechas y Rubushka iba escupiendo sobre el colchón de hojas muertas y maldiciendo el otoño. Viajaban de noche y permanecían ocultas la mayor parte del día, en el interior de árboles decrépitos y de túmulos desmoronados. Pasaron muy cerca de la granja de Corneliu Vadim, que hacía algunos decenios había vendido a alguno de sus críos a Rubushka. Pero ahora, la bruja afirmó presentir la presencia de algo ominoso en el lugar y rechazó la idea de realizar una visita. “Anota esto, Elohé, que tu memoria es mejor que la mía”, dijo.

Un par de días más les tomó alcanzar la colina. Divisaron muchas granjas desde su cima, orbitando alrededor de los muros de Bristrita. Amanecía cuando ocurrió un suceso extraordinario. Una caravana fuertemente armada transponía en esos momentos las puertas de la ciudad y procedía por el camino de Tihuta. “Mira esos, irán a Suceava. Ah, qué buen guiso hacía con unos cuantos de esos rufianes”, susurraba Rubushka, mientras que hacía gestos a la ménade para que se ocultase, pero ni falta que hacía, porque ésta resultaba tan inapreciable como un animal en los arbustos. Y en esto que los primeros rayos de la aurora, refractándose en alguna cúspide con antelación helada, ensayó en el cielo tenebroso la efigie de la Señora de las Nieves, y algún alud en alguna ladera cercana, recreó su voz majestuosa: “¡Myokvov, ven a mí!”, esto dijo. Luego de una gran estupefacción, se creó el revuelo en la caravana, y los animales se espantaron, e incluso la ciudad pareció murmurar al unísono.

Los túneles bajo la cámara real serpenteaban y se entrecruzaban configurando un verdadero laberinto. Las carcajadas de Betelgeuse se propagaban como llamaradas por aquellos recovecos.

De vez en cuando, podía escuchar una especie de suspiro, de sorbido, a sus espaldas. El sluagh -podía reconocerlo por la fulgurosa gema que le colgaba del cuello- parecía estar siguiéndole los pasos, pero no era un compañero de travesuras muy agradable, en opinión del bufón, pues apenas hablaba y prefería enredarse en un ovillo de tinieblas y confabular en un rincón.

Betelgeuse descubrió un pasadizo natural que, debido a su poco rigor exploratorio, se le había pasado por alto en todas las ocasiones que había pasado por allí. Saltó una estrecha grieta, donde muy al fondo podía verse correr una corriente de lava. Vientre en tierra, asomado al borde, estuvo disfrutando del espectáculo largo tiempo, canturreando canciones sin sentido. Cuando se aburrió, siguió avanzando hasta que se topó con un callejón sin salida. Sin embargo, en la pared del fondo aparecía grabado un símbolo extraño. “¡Aquí hay un secreto, aquí hay un secreto!”, chillaba de alegría mientras daba volteretas. Estuvo examinándolo largo tiempo, pero como no lograba calmar sus nervios, terminó por agarrar una pesada roca y lanzarla contra el sello. Para su gran sorpresa, la superficie se fracturó. Betelgeuse, intrigadísimo, limpió la abertura, que parecía haber sido sellada con algún tipo de yeso y se asomó. Sus ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad y finalmente, alcanzaron en sus pupilas un millón de reflejos, tenues y preciosos. Se le desencajó la mandíbula. ¿Qué había allí dentro? “He encontrado un tesoro”, decidió la rijosa criatura.

Un sonido a medio camino entre un gruñido y un siseo cortaba el silencio de la càmara de la reina de tanto en tanto...
Caminando inquieto entre las sombras, el Dragòn de la Oscuridad rememoraba aquellas palabras que cual acero frio se habìan grabado en su mente Nunca, ni en sueños, te atrevas a hablar de la última... ¡Ay de ti, si se te ocurriera mencionar a la número trece...!
El paso del tiempo se habìa hecho eterno tras la partida del variopinto grupo de "cortesanos" del invierno...Ahora, el formaba de algùn modo parte de todo aquello...
Tratando de encadenar las palabras de la lengua de la Acogida, pasaba las horas. Observando al mismo tiempo con ojos como profundos estanques siniestros, cuya negrura parecìa dejar ver lo infinito de su profundidad... Ahora que aquellos montruos y seres descomunales no estaban, el reptil tejido en sombras tenìa para sì al tesoro pero su inmadurez le impedìa explotar tal provecho...

Murusures y Zagrul viajaron hacia el Este. Habían abandonado el reino subterráneo por una de sus entradas más principales y ahora transitaban senderos que sólo el primero conocía. El paso principal pocas veces quedaba la vista, pero cuando lo hacía, siempre era desde un lugar privilegiado, desde un promontorio o atajo en el cual poder emboscarse con eficacia. Caminaban de noche y se escondían por el día. El ogro hacía cuanto podía por seguir al ágil aliado de la reina, pero su enorme mole lo desequilibraba a menudo, y no pocas veces había estado a punto de perder pie sobre precipicios cortados a filo. Por fortuna, había recuperado la mayor parte de sus fuerzas, y con un pellizco en la roca en un santiamén recuperaba la compostura.

De vez en cuando, asomados a riscos elevadísimos, distinguían caravanas atravesando el macizo de montañas, apresurándose, espoleadas por la llegada del invierno: mercaderes en dirección a Bistrita o a Suceava, suponían. Los dos monstruos se relamían entonces las fauces.

Murusures había optado por establecer como etapa final de aquella breve misión el bosque de Gheata Lemn, situado en el valle del río Bistrita, un importante afluente del Danubio. Al tercer día de marcha, rodearon la falda del monte Pietrosul, y un par de días después, descendieron por las estribaciones orientales de los montes Calimani. El valle era amplio y estaba cubierto de abrojos. El bosque se extendía por las suaves laderas: cedros y cipreses, abetos y enebros, pinos y sabinas se concitaban en delicada armonía. Hasta la corte habían llegado rumores de que en él se refugiaban los “gorros sangrientos” exiliados, esos gnomos iracundos, pero Murusures en todas sus incursiones jamás había visto uno.

Se habían detenido a descansar a la orilla de un pequeño lago. Anochecía. De repente, Zagrul descubrió una cabra sobre un promontorio. Sus tripas gimieron y se lanzó hacia ella martillo en ristre, haciendo temblar la pradera. Murusures no tardó en darle alcance. Sin embargo, perdieron de vista a su presa, y cuando ya habían perdido la esperanza, dieron con la entrada de una enorme cueva ante la cual se extendía una alfombra de excrementos. Pugnando contra su excitación, se aproximaron sigilosamente. Y, oh, maravilla de las maravillas, allí dentro, refugiadas, encontraron no una, sino una veintena de cabras por lo menos. ¡Todo un rebaño! Y no sólo eso: al fondo, tumbado sobre un descomunal lecho de ramas, descubrieron el esqueleto de un gigante. Había una cosa que les llamó enormemente la atención: en su cráneo sólo se apreciaba una cavidad orbitaria.

-¿Qué ha sido eso, Rubushka? ¿Cómo la Heredera ha vertido en el rocío de la mañana su propia efigie? ¡Y su voz...!

Maravillada, sus pupilas oscuras, pozas insondables de sus ojos de cierva, chispeaban con curiosidad casi infantil. Sin embargo, había también miedo en ellas. Se quedó muy quieta, atisbando las gentes de la caravana, y su reacción. Atemorizada, quizá. O quizá excitada, simplemente. La duda, si la Bruja la tenía, se aclaró sola...

-¡Que no vengan todos esos humanos espantados, huyendo hacia aquí, Bruja! ¡No me gusta la gente así, en manadas...

Sus alas se agitaban trémulas...

-...un humano... es cosa buena... hasta dos...

Parecía relamerse, sus ojos se afilaron, entrecerrados sus párpados níveos, dibujando las pestañas una fina línea azabache.

-¡Pero tantos...!

Se estremeció...

Estaba yo deleitandome en un momento de tranquilidad, en los maravillosos reflejos que sólo mis ojos podía ver en las sombras.

"Que maravilla ... cada vez me gusta estar más fuera de mi colgante ... allí hay demasiada luz y no puedo ver maravillas como estas"

Podía ser un ser oscuro y algo solitario, pero eso no me impedía ver belleza y deleitarme con ella. La sombras siempre están tranquilas ... pero ... de repente de las profundidades de ellas llega hasta mis oídos la risa estridente y gritos de alegría del ser que ha bajado conmigo a vigilar los túneles del trono.

"¿Por qué no podrá estarse en silencio? simpre con sus risas ... a saber que habrá hecho ... "

Intento guiarme por el sonido de su voz para llegar hasta él, tenía que hablar con él ... si estamos en una misión de vigilancia lo más importante es ser discretos ... y esos gritos podían ser escuchados por todos los túneles ... y eso no nos convenía

Con ojos como platos, la bruja giraba la cabeza en todas direcciones, tratando de seguir los pasmosos movimientos de la ménade: aparecía y desaparecía, ora aleteaba a su izquierda, ora a su derecha, diríase que sin transición alguna en sus desplazamientos, como si Elohé se hubiese multiplicado y sus ejemplares se fuesen turnando en la existencia a una velocidad de vértigo.

- Pero niña, ¿qué te ocurre? ¡No alborotes! Sólo faltaría que esa turbamulta nos descubriera. Ay, esto no me ha gustado ni un pelo… - Rubushka meditó unos instantes detrás de un seto de rosas salvajes: no le parecía que aquél hubiese sido un efecto buscado por Titania, a no ser que se tratase de una estrategia que no les había revelado, aunque más bien parecía… Sacudió la cabeza, desestimando sus inquietudes. - ¡Ea, regresemos! Les tomaremos una buena ventaja en tanto ellos serenan a sus monturas. Nuestra misión, empero, no ha resultado demasiado fructífera.

Durante el mes en el que los lugartenientes de la Señora Annya habian ido en mision de exploracion y conquista, el Guerrero de la Escarcha, conocido tambien como Justicia de la Reina, ya que aquel era su cometido, se habia estado paseando por los alrededores de la fortaleza, comprobando con todo su empeño y dedicacion cada piedra, cada barrote y cada cosa a la que pudiera llamarse muro.
No sabian cuando podian ser atacados, la amenaza de aquel ser mitad murcielago mitad hombre segui rondando sobre su cabeza
¿Que era aquella cosa? se preguntaba el guerrero, no temeroso por enfrentarse a el, sino por encontrar la forma mas eficaz de salvaguardar la seguridad de la Señora Annya.
Tras comprobar todo el perimetro y poner a punto su gran armadura y su frio mandoble, Justicia volvio tras el trono de la Reina para informarle de todo lo que habia visto y las mejoras precisas para su seguridad.

-¿Regresar...? ¿Ya regresamos...?

Miró a la artera con sus ojos enormes, aún ensanchados por la sorpresa y los restos del temor que había sentido.

-Sí... sí, bien, regresemos...

Aleteando aún, pero ya quieta en su sitio, inclinó la cabeza para preguntarle de nuevo.

-¿Qué vinimos a hacer, así pues...? ¿No habías aún hollado estas tierras, Rubushka? Creí que debíamos explorar los caminos, hasta más allá de las fronteras del Reino... ¿no sientes curiosidad? Dicen los cantos susurrados que hay maravillas esperando...caminos secretos, sendas ocultas por las que fluye la magia cual torrente...

- ¿Más allá de las fronteras del Reino, ménade? No seas insensata. Hay incontables amenazas ahí fuera. ¿Acaso no te susurraron en la Corte acerca de la infame criatura con la que me enfrenté en Parath Ordine, el lugar donde aposté mi caldero-de-sopa-siempre-abundante? No era uno de los nuestros, puedo asegurártelo, ni de la corte oscura ni de la luminosa. ¡Era un ser corrompido hasta la médula, un vástago de los hombres investido de pavorosos poderes! – la bruja comenzó a descender a buen paso. – Y no, nunca llegué tan lejos, ni contemplé con mis propios ojos este enclave humano. Pero salvando el hallazgo de sendas expeditas y de hitos y refugios que convienen a los de nuestra raza, regresamos con las manos vacías. ¡Y rápido, antes de que esos de ahí atrás nos den alcance!

Las calaveras sonaban por toda la caverna , el frio y humedo lugar gozaba de una nueva aura maligna , al tiempo que cada sonido empezaba a formar eco ante la risa que se extendia cada vez mas fuerte.
De las penumbras salio una figura menuda y pequeña de rastros toscos que eran acompañados del edor de la muerte.
Mas ojos mortales no hubieran resistido la siguiente escena , tras salir la pequeña y horrenda figura , un sequito de arañas del tamaño de una palma salieron tras el arrastrando craneos en grandes telarañas , mas esto no era el verdadero horror , las cuancas vacias relucian casi con vida , brillos refulgurantes deslumbraban desde el interior de esos huecos muertos.
Un sequito espectral en direccion al lugar mas frio de esas montañas , La camara de la reina

-Está bien... está bien...

Y siguió a la vieja bruja en su regreso. Si aún había temor en su cuerpo, no lo detectó la mujer, ni nadie lo habría hecho si la hubiera visto. No, andando ligera, saltarina, miraba con ojos muy abiertos todo cuanto les salía al paso. Maravillada, ansiosa, degustaba cuanto de nuevo descubría con verdadera fruición...

Atrás quedó la caravana, discutiendo lo que acababan de presenciar, quizá tan extrañados como indecisos, no le importó. Humanos, demasiados, ella debía escapar de ellos, y lo hizo. Lo hicieron.

Regresaban...

RESULTADOS DEL OTOÑO:

- Reina Bruja Annya Titania Rhiannon:
* Ritual de Samhain: 40 hadas menores la aceptan como su soberana.
* Realiza la Ceremonia de Acogida del Dragón de la Oscuridad.
* Intenta contactar con el mercader Myokvov.

- Murusures: - Explora la región con ayuda del Ogro Zagrul.

- Betelgeuse: - Explora la región.

- Rubushka: - Explora la región con ayuda de Elohé la Peregrina.

Acciones normales:

- Justicia de la Reina: Evalúa posibles fortificaciones.

- Zagrul: Ayuda a explorar a Murusures.

- Dragón de la Oscuridad: Es Acogido, comienza su aprendizaje.

- Elohé: Ayuda a explorar a Rubushka.

- Zeglu: Vigila. - El jugador debe contactar con DarkMaste para averiguar posibles rumores.

INGRESOS Y GASTOS:

Ingresos:

Recaudación Anual: Base de Recaudación: 40. – El diezmo no ha sido cobrado (puede hacerse en invierno con una acción estratégica de un mes que puede hacer cualquier Lugarteniente). Ingreso previsible: 12 Florines.

Otros ingresos:
1) Reina Bruja: Diamantes auténticos y negros: Valor en florines: 9. – Puede recogerlo un Sprite, aunque estará no disponible durante un tiempo que oscila entre un mes y una estación.
2) Betelgeuse: 0.
3) Dragón de la Oscuridad: 0.
4) Elohé: 0.
5) Justicia de la Reina: 0.
6) Murusures: 0.
7) Rubushka: Puede rescatar riquezas de los lechos fluviales de su dominio por valor de 70 Florines anuales. Esta recolección de riquezas debe hacerse forzosamente en Invierno y ocupa un mes de trabajos. – Ya fue recogido en el Invierno del Año 950 y ahora en el del Año 951 puede volver a hacerlo.
8) Zagrul el Ogro: 0.
9) Zeglu el Sluagh: 0.

GASTOS:

Notas sobre gastos:
- Las Facciones Feéricas no tienen gastos de Mantenimiento, Monturas y Sirvientes mientras permanezcan en su Baluarte.
- Algunas edificaciones feéricas sí tienen un coste anual incluso estando dentro de un Baluarte, mientras que otras se renuevan mágicamente por sí solas (la mayoría de Baluartes y Refugios Seguros), por lo que no tienen mantenimiento y su estado no empeora por el desgaste del tiempo (aunque sí puede empeorar por otras causas).
- Los Fae sí tienen gastos cuando se mueven fuera de su territorio. Los Gastos de Viaje suelen ser equivalente a 1 Florin por Estación o fracción. Los fae que viajen de forma más espléndida gastan hasta 5 Florines por Estación para reflejar su estatus.

GASTOS:

Total:
1) Elohé: 1 Florín.
2) Zagrul: 1 Florín.
3) Resto: 0 Florines.

Edificaciones: 0.
Mantenimiento: 0.
Monturas y carros: 0.
Sirvientes: 0.
Gastos de viaje (por el hecho de venir de fuera):
- Elohé: 1 Florín.
- Zagrul: 1 Florín.

AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y UNO.

ESTACION DE INVIERNO.

MESES DE ENERO, FEBRERO Y MARZO.

Habia transcurrido algunos dias desde que el pequeño bufon encontrara aquellas piedras preciosas y en lo que deliberaba la reina que hacer con ese asunto el se habia ocupado en su nuevo pasatiempo.

Decorar la cueva con huesos de todo tipo , todas las entradas principales tenian ya adornos de calaveras en el acceso , desde pilas sencillas de hueso hasta estructuras catacombicas de craneos , tal vez no fuera su intencion pero cualquiera que se hacercara retrocedia sobre sus pasos ante una escena tan macabras puesto que las claveras solo eran el principio , como sus pequeñas apenas podian comer en un solo lugar estas se habian adueñado de las entradas decorandolas con preciosos tapizados de seda fina en los cuales envolvian a cualquier presa que se hacercara demaciado.

Mas estas hijas del bufon habian aprendido a no atacar a los miembros de la corte , por mas que al bufon le hubiera gustado ordenarles que atacaran a la bruja del rio sabia que si hacia esto la reina volcaria su furia hacia el.

Poco a poco , lentamente las entradas eran recubiertas de hermosos tapizados de hueso blanco y seda de araña que se entrelazaban para formar un espectaculo para todo ser del reino mas lo que para los miembros de la corte era algo hermozo para cualquier otro ser era una trampa letal y un espectaculo horrendo