Partida Rol por web

Braila (Drinago): Oeste del río Danubio. Proilava en época griega. Pequeño monasterio de monjes ortodoxos.

Población: 400 familias.

Etnia: 70% eslava, 30% búlgara.

Recursos: Pesca fluvial. Huertas. Aves de corral. Copia de libros.

Terreno: Llanuras. Río.

AÑO 950. - FASE DE INVIERNO.

ECONOMIA: Normal, sin modificadores. Base de Recaudación normal: 400.

SUCESO: Llega un Misionero Católico procedente de Roma. El Padre Arnaldus. Pide alojarse en el Monasterio de Braila. Su intención es difundir el Catolicismo en la región.

¡La oración es el camino recto hacia Dios, hermano Ciferinos!
Ve a la capilla y observa que todo esté dispuesto para la oración de la noche. Bién sabes que al Abad le gusta que todo esté como nuestro señor dispone.
Un día más que muere y otra noche que llega.... un profundo suspiro escapa de mi pecho cuando el hermano Ciferinos se aleja.

Asi lo haré Padre Pior... ad maiorem dei gloriam.
Mientras se aleja,una sonrisa inunda su rostro,sabiendo que sirve de ayuda.

AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA.

DIA PRIMERO DEL MES DE ENERO.

RUMORES LOCALES:

- Se dice que Roma ha enviado un misionero católico a estas tierras.

- ¿Será posible tanto descaro? Los fieles ortodoxos no se doblegan ante el Papa de Roma, quien para ellos no es más que un arzobispo que gobierna sobre una ciudad en ruinas en los bordes del mundo civilizado. Los Papas han tergiversado la Palabra de Cristo con tal de hacerse con el poder.

La misa nocturna pasa, con un aire de silencio reverencial que impera en el Monasterio. La vida en la Abadía es tranquila y estricta, todo en constante honor a Nuestro Señor, la pereza y gula no se consienten. Se duerme muy poco y se come lo justo, el Abad el primero.
Con frecuencia, los trabajadores monjes pueden ver al Abad Lucius en la basílica rezando o en la biblioteca leyendo a cualquier hora de la noche y sus días son sagrados, encerrado en su despacho o en algun estudio no del todo conocido, volcado en asuntos del Monasterio.

Como todas las noches, el Abad entra el último en la capilla, sentándose en un rincón oscuro y apartado, donde puede rezar y meditar a gusto. También suele irse el último y todos sus monjes saben que nunca deben acercase a él interrumpiendo los momentos en los que está perdido en sus pensamientos o rezando. La mayor parte del tiempo.

Acabada la misa, cuando casi todos han dejado la capilla, el Abad se acerca al Prior Severus y al hermano Ciferinos, que con frecuencia se sienta en la misa cerca de este último. Tiende la mano con el sello de su cargo al Prior, aún con los rasgos ocultos por la capucha negra de sus hábitos y dice, en voz baja:
Prior... debo hablar con vos. Acompañadme a la biblioteca.

Mirando al hermano Ciferinos dice, tras eso:
Hermano, vuestra lección de hoy tendrá que esperar un poco. Esperadme en el establo y os veré como cada noche.

Beso el anillo que el Abad me acerca y, sin mirarle a la cara respondo.- Como gusteis Padre.
tras esto, me dispongo a seguir al Abad hasta la biblioteca

El Hermano Ciferinos mira primero al Prior despues hace lo mismo con el Abad,asiente con la cabeza y dice:
Asi lo haré Pater , esperaré impaciente... a que comparta su sabiduria conmigo.
Dicho esto se aleja , camino del establo.

Ya en la biblioteca el Abad señala una silla al Prior con un gesto. Le tiende una copa y una botella de vino, indicándole con la mano que se sirva.
Una licencia muy poco habitual en la estricta disciplina del monasterio.
El silencio reina en la oscura sala mientras el Abad se pasea distraidamente con pasos sigilosos, se para ante una ventana mirando a lo lejos como si viera algo.

Finalmente el Abad Lucius dirije la mirada al anciano padre y carraspea ligeramente frunciendo el ceño, como siempre que se ve obligado a romper el voto de silencio para pronunciar un prolongado discurso.

Prior, debemos aclarar algo.
Respecto a lo que vio o cree saber... es el único en este monasterio que conoce el destino del anterior Abad. El único que conoce o cree conocer mi verdadera naturaleza. Y así seguirá siendo.Debe saber algo para comprenderlo: Este es mi destino, que Nuestro Señor se digno mostrarme hace siglos. Soy un elegido en el Sendero Divino, Él me ha hecho cómo soy y me ha puesto en este momento y en este lugar. Precisamente en este momento y este lugar... por una razón.
Para lo que le interesa soy, y siempre he sido, el Abad de este monasterio. Recuérdelo. Necesitaré estos muros, que una vez levanté con mis propias manos. Es una herramienta que Dios me ha otorgado y usted es otra padre. Necesitaré cada libro de estos estantes, el sudor de vuestra frente, cada gota de su sangre, todás las almas que pueda atraer a mi, Padre. Nuestro destino es ambicioso y espero que muestre estar a la altura.

El abad carraspea una vez más, dando la conversación por finalizada. Tras eso vuelve a hablar, esta vez en voz muy baja, mientras cruza los brazos bajo las mangas de su túnica.

Si tiene alguna pregunta hágala ahora Prior, nos espera mucho trabajo.

Solo espero estar a la altura de la tarea que Nuestro Señor a dispuesto para mi, Padre. Disponed de mi como el Señor crea oportuno indicaros.
Tras decir esto cojo la botella que el Abad me ofrece y la observo, haciendola girar en mis manos, tras lo cual la vuelvo a depositar sobre la mesa con cuidado.
Mi discrección me la exigen mis votos y aunque así no fuese, podeis contar con mi absoluta lealtad "Abad Lucius Sempronius".
un escalofrio recorre mi espalda al pronunciar el nombre del Abad y, tras mis palabras guardo silencio esperando que el Abad continue la conversación o la de por acabada.

El Abad observa al Prior, como leyendo su alma. Permanece en silencio, meditando y se diría que, finalmente, asiente con la cabeza ligeramente.
Baja la mirada un instante y tras unos segundos repentinamente retira la capucha de su túnica mostrando por primera vez en la conversación sus frios ojos, cruza la mirada con la del anciando Padre y moviendo los labios, sin practicamente producir sonido alza su brazo derecho.
Observa como el Prior permanece totalmente inmovil ante su voluntad, pero bien consciente de su entorno. Lo rodea, volviendo a perderse en pensamientos y disquisiciones durante unos segundos hasta que, al fin, sujeta a Severus con un brazo.

Cuando el Abad ha saciado su sed, permanece observando cómo poco a poco recupera el sentido el débil anciano. Le hace un gesto con la mano indicándole que la conversación ha terminado.

Mientras el Prior Severus abandona la biblioteca el Abad se sienta en una de las sillas, observando con la mirada perdida por la ventana.

Devicto mortis aculeo

Unos minutos después de que el Prior salga de la biblioteca, me levanto, saliendo de la sala. Me llevo la botella de vino y la copa que ofrecí al Prior y paso por las cocinas, donde cojo algo de carne, muy poco habitual y todo un lujo en la dieta de los monjes, pan y queso.
Cargado con el bulto, envuelto en unos paños me dirijo hacia el establo.

El Abad llega al establo, donde su fiel servidor, el hermano Ciferinos le espera. En sus mano trae un bulto tapado con unos paños y una botella de vino.

Saluda al hermano con un ligero asentimiento y le indica con un gesto de su mano que entre en el establo y se siente en un banco de madera donde, con frecuencia, transcurren sus lecciones.
Como cada noche el Abad Lucius deja el bulto en el banco, entre él y Ciferinos, destapándolo se descubre un trozo de pan, algo de queso y un poco de carne. Un auténtico festín en la estricta disciplina del monasterio, sin embargo el hermano Ciferinos goza de un trato privilegiado en este aspecto. Cada día, tras la misa nocturna, recibe una cena extra mientras toma sus lecciones.
Tras dejar la comida ante el monje y ofrecerle una copa y la botella de vino, el Abad dedica unos segundos a observarle, disfrutando del silencio en el que se suele vivir tras los sagrados muros.

Come, necesitas mantenerte fuerte. Tu no eres como los demás.

El Abad, menea la cabeza un momento y carraspea, siempre le ha gustado el silencio y le cuesta romperlo.

Decíamos ayer... comienza, sin preámbulos, continuando la anterior lección. Siempre recordaba con total exactitud el lugar donde lo había dejado. En el 376 los visigodos, que con el tiempo demostrarían ser poderosos enemigos, cruzan el Danubio en su huida ante las malvadas hordas hunas. El Abad pausa su relato, mirando al vacio, si no fuera tan poco dado a tales muestras de debilidad quien le mirase diría que le ha sacudido un escalofrio. Mientras tanto, parientes de estos, los godos, logran derrotar al magnífico ejercito romano en la batalla de Adrianópolis. Su caballería, en un ardid, logra cojer por sorpresa a las tropas legionarias. Por si fuera poco, este año muere Valente, siendo elegido Teodosio emperador. El Abad Lucius era un erudito en lo que a historia se refiere, narrándola tan vivamente y con tanto detalle como si hubiera estado en esa época contemplando los acontecimientos.

Pero los blasfemos hunos, los ateos y los enemigos de todo bien aún hoy en día se pasean por nuestra tierra. Los cerdos pomposos del Vaticano intentan imponer su retorcido mensaje de las escrituras, los bandidos campan a sus anchas como ese terrible y herético Iakov que se hace llamar el Ensartaojos, monstruos y brujos... recuerda bien lo que te digo, pues esos son los que separan esta tierra del lugar de paz que el Señor quiere que sea, por tanto de ellos es de quienes debes desconfiar. Estate atento hermano, calla, escucha, vigila... y si tienes la oportunidad de acabar con tales abominaciones que tu mano no dude, pues Dios estará contigo.
No lo olvides.

Ahora dime continúa el Abad, ¿qué has visto extraño en el monasterio ultimamente? Tu eres su guardian, es tu labor alejar de estas paredes toda aberración a los ojos de Dios, cualquier señal de mal.
Dime, y no te dejes nada.

El Hermano Ciferinos como durante todas sus lecciones , se muestra interesado escuchando lo que el Abad le cuenta, aunque lo hace sin dejar de comer lo que este le habia proporcionado.
Al preguntarle, Ciferinos aun matiscando un trozo de carne,estiende la mano, coge la botella de vino,hecha un trago y se dispone a contestar al Abad.

Pater , seguramente al igual que vos he escuchado... lo del posible misionero que los... cerdos de Roma han mandado a nuestras tierras cogiendo un pedazo de pan ,prosige.Pero el monasterio en... silere est , nada nuevo o estraño ha sucedidoo que yo haya percibido.

Ciferinos baja la cabeza..su rosto cambia de expresión , el hecho de no poder ayudar a aquel que tanto le ha proporcionado, le atormenta.
Mira de nuevo al Abad, y dice,pero..intentare mostrar mas atención desde ahora, si algo extraño ocurre vos sereis el primero en saberlo... y si alguien intenta acabar con la paz en la que vivimos,mi mano guiada por la gracia del señor...hará lo necesario,para frustrar sus intentos.

Bien... dice el Abad, con una mirada que parece analizar al monje.
Ya sabes que eres el único en quien confío, incluso los otros monjes en este monasterio son débiles. Se sienten tentados por el pecado. Por eso yo soy el único del que puedes fiarte en esta tierra. El único.Me sentiría mejor oyéndolo otra vez. Digo con una sonrisa y un tono dulce, casi paternal.
Jura. Repite el juramento, ¿darías tu vida por mi y por el Señor si hiciera falta?
Algo en sus ojos es inquietante, y algo también cálido y protector. Su voz es imperiosa y algo en ella hace que de la impresión de no poder dejar de acatarla.

Uso dominación para fijar cada concepto que le inculco y para que no pueda dejar de hacer el juramento. También sondeo su mente en busca de cualquier mentira o información que no deba saber.

Con frecuencia uso dominación para manipular su mente incluso cuando la fuerza de la costumbre y la falta de voluntad del pobre hermano Ciferinos la hace totalmente innecesaria. No importan las consecuencias, el hermano es fuerte, es una herramienta y cumplirá su destino.

Ciferinos mira al Abad fijamente, se levanta y se estira todo lo que su deforme cuerpo le permite... Pater ,desde que mis padres mi abandonaron en este monasterio,vos habeis sido quien ha cuidado de mi, me habeis tratado como si fuera su hijo y juro que daria mi vida por vos y por el Señor, si fuera necesario...
Dicho esto se inclina lentamente hacia el Abad y besa sus pies.

Muy bien, mi viejo corazón rebosa alegria, hermano. Me alegro de contar con tu ayuda.
El Abad toca levemente la cabeza del hermano Ciferinos, invitándole a levantarse con un gesto protector. Se levanta de su asiento, recojiendo la botella de vino y los paños con los restos y, dando por finalizada la conversación, hace un asentimiento con su cabeza a forma de despedida mientras se dirije hacia el exterior. Cuando se encuentra bajo el marco de la puerta para, se da la vuelta y dice:

Por cierto: el Prior y yo no hemos hablado esta noche. con una mirada que, a ojos del hermano, releva confianza mutua.
Que Jesu Christe, Juste judex ultionis, te bendiga y proteja, hermano Ciferinos.
Y sin esperar respuesta el Abad sale, camino al edificio principal del monasterio, donde se halla la biblioteca, la capilla y su despacho.